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dimarts, 27 de setembre del 2016

Teorías y conflictos

Gary S. Schaal y Felix Heidenreich (2016) Introducción a las teorías políticas de la modernidad. Valencia: Tirant Lo Blanch. (374 págs).
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Habitualmente se supone que los críticos de libros han leído los libros que critican. Puede ser mucho suponer. También habrá críticos que no los hayan leído o no los hayan leído del todo, incluso que no sepan de lo que hablan. La regla general seguramente será la de los críticos honrados. Hay un caso, sin embargo, en el que el recurso a esta regla es innecesario: el del crítico que, además, es el traductor del libro que critica. Eso no ofrece lugar a dudas: el crítico tiene que haberse leído el libro a base de bien porque lo ha traducido.

Es el caso de la obra hoy en comentario de los profesores alemanes Schaal y Heidenreich, traducida por Palinuro. No obstante, debo advertir a quien se haga con la obra en esta su primera impresión, que si busca el nombre del traductor en ella, no lo hallará. Hemos olvidado incluirlo. Estas cosas pasan a veces en las editoriales. Uno cree que entrega el manuscrito después de haberlo mirado y remirado mil veces y, cuando lo tiene impreso en las manos, repara en que falta un nombre: el suyo. Cuando menos, no se me podrá acusar de ser un presumido, aunque esta modestia casi franciscana, tampoco sea de mi gusto. Ya me he cerciorado de que en la primera reimpresión que se haga, aparecerá mi nombre como traductor. Tengo un respeto y vocación casi míticos por el oficio de traductor y me considero tal con el mismo espíritu con el que soy profesor, escritor o bloguero, que es también actividad exigente.

Los dos profesores alemanes han escrito una obra sistemática y bien organizada, como era de esperar, con una clara intencionalidad propedéutica. Es algo muy de agradecer cuando se aborda un asunto tan complejo como el del libro,  una exposición sobre la(s) teoría(s) política(s) contemporánea(s). En la segunda mitad del siglo XX a raíz del famoso pronunciamiento de Peter Laslett, de que la filosofía política había muerto, también se dio por difunta a la teoría política que no sabría encontrar un lugar cómodo entre aquella filosofía y la Ciencia Política. Esta última dominaba el escenario desde que, primero conductista, luego funcionalista, finalmente se hizo empírica de la cabeza a los pies, quiso enseñorearse del campo todo y dejó en el sepulcro a la vieja teoría política y, sobre todo, a la teoría política normativa.

Pero pasó el tiempo y, con la crisis de la teoría del Estado del bienestar y el colapso del comunismo, ya en el último tercio del siglo XX, la ilustre difunta comenzó a dar nuevas señales de vida. La Teoría de la Justicia, de John Rawls, una obra de los años setenta, rabiosamente teórica y normativa quizá pueda calificarse como el libro político-académico más importante del siglo XX. Y, abiertas las compuertas, por ellas entró un alud de teoría política finisecular y del siglo XXI con tal vitalidad y abundancia de enfoques y perspectivas que, de no publicarse libros como el de Schaal/Heidenreich, sería imposible moverse en esta frondosa jungla en la que conviven en no siempre alegre compaña liberales, conservadores, contractualistas, neoliberales, comunitaristas, republicanos, cosmopolitas, teóricos de la decisión racional, críticos, postmodernos, feministas, ecologistas, pluralistas, neocorporativistas, sistemistas, institucionalistas, y quedan algunos más. 

El hecho de que los autores sean alemanes presenta también su interés. Es cierto que Alemania tiene una más que regular producción en el campo de la teoría política y su historia (según atestiguan nombres como (von Beyme, Nohlen, Fenske, Llanque, Hartmann, Habermas, Offe, Ottmann, etc) pero en el ámbito castellano-parlante este territorio aparece casi dominado por los anglosajones con una nota francesa. Y el hecho no es inocente. Las selecciones de autores y escuelas varían, según sea la nacionalidad de los responsables. Pasa siempre con todas las historia culturales. Las primeras figuras son tratadas en todas las historias (Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, Hegel, Marx, etc) pero estas admiten variedad en las figuras menores. De no ser por la germanidad de los autores es difícil que Habermas hubiera encontrado un sitio y seguramente, no se hablaría de Luhmann.

Los autores parten de un supuesto metodológico que les sirve para clasificar el conjunto de las teorías políticas de la modernidad en dos grandes grupos cuyos presupuestos son antagónicos: la tradición de las teorías liberales y la de las republicano-comunitaristas. Ambas resumen en sus postulados dos respectivas visiones del mundo en buena medida excluyentes. La teorías liberales son las que tienen un origen pactista más obvio y así han llegado al neocontractualismo de Rawls y la idea poliárquica de Dahl. Encajan en la tradición, aunque algo forzadamente para mi gusto, los libertarianos (estilo Nozick o Bookchin) y, desde luego, los de la decisión racional, Buchanan, Tullock y sus parientes lejanos de la teoría económica de la democracia, Downs y el inevitable Olson, con sus apotegmas sobre los bienes públicos, los gorrones y la lógica de la acción colectiva.

La otra gran rama de la teoría política contemporánea, la republicano-comunitarista, también tiene un origen pactista (Rousseau), pero se aparta pronto de él para indagar perspectivas más radicales (como Marx o, recientemente, Barber) y, por supuesto, para plantear unos presupuestos antropológicos y unos procesos de socialización así como relación entre la colectividad y el individuo muy distintos de los liberales. El comunitarismo como fundamento de una concepción de la justicia, la moral y el buen gobierno culturalmente determinados (Walzer, Kymlicka, etc) implica una negación rotunda al principio poco menos que incuestionado de la universalidad de los valores occidentales, sostenida por el liberalismo.

Junto a estos dos grandes grupos, los autores hacen al final hueco para otros dos que, teniendo concomitancias con los anteriores, presentan caracteres específicos que autorizan a un tratamiento diferenciado. De un lado dedican su atención a un manojo de teorías actuales que engloban bajo la denominación de teorías "deliberativas" que comprenden los postulados de democracia participativa, muy en boga en los años 70 (Paterson) y revividos en los primeros del siglo XXI, a través de unos movimientos que cuestionaban los cauces representativos tradicionales. Se trata, en realidad, de la venerable etiqueta de teorías "emancipadoras" y en ellas destaca la presentación y el estudio de la acción comunicativa de Habermas, así como sus referencias.

Por último, un apartado muy de agradecer por abordar una serie de teóricos y teorías de ahora mismo, englobándolas bajo el paraguas de la postmodernidad, desde Lyotard, que acuñó el término hasta Rorty, cuyo vitriólico escepticismo le lleva a vaticinar de nuevo la muerte de la filosofía (y, desde luego, de la filosofía política), convertida en una especie de diálogo culto entre gentes ociosas. Revista se pasa asimismo a Foucault, Butler, Luhmann y Derrida, a cuya cuenta se hacen las únicas observaciones semihumorísticas que se permiten nuestros autores.

En resumen, una lectura interesante, ilustrativa y muy completa, de la que se aprende bastante. Una guía para moverse a cierta altura por un complejo panorama en el que muchas veces la misma exposición de las teorías políticas presenta sesgos difíciles de admitir. Y escrita, además, en un estilo de lectura ágil, sin merma de su rigor. Lo sé porque lo he traducido. Por cierto, ya había subido una crítica anterior del mismo libro aún en alemán y que, en parte, coincide con las observaciones de ahora: La teoría política hoy.

dimecres, 14 de setembre del 2016

Vidas paralelas

Reconozco habérmelo puesto fácil hoy. El género vidas paralelas fue frecuente en épocas pasadas. Siempre con ánimo moralizante y ejemplificador. Basta con encontrar biografías que tengan puntos en común. Son composiciones contrapuntísticas. Dan muy buen resultado porque se aprende mucho sobre las gentes y sus actos cuando se pueden comparar unas con otras. Aunque ya dice el saber popular, siempre algo timorato, que las comparaciones son odiosas.

Aquí tenemos a Rita y Carme, punto contra punto. Con muchos elementos en común: las dos son mujeres, más o menos de la misma generación (se llevan cinco años). Ambas con formación universitaria más de letras. Las dos periodistas, entre otras actividades. Ambas son políticas, habiendo ejercido diversos cargos institucionales. Las dos con cierta proyección mediática.

Las dos pueden acabar ante los tribunales.

Como se ve, vidas paralelas. Lo interesante viene cuando se analizan esos puntos en común. Las dos son mujeres y han abierto caminos en un mundo que era aun más patriarcal que el de hoy. Una, Forcadell, es hija de un camionero; la otra, de un periodista y jerarca del Movimiento Nacional. Es decir, son más o menos de la misma generación, pero no del mismo ambiente ni de la misma clase y casi ni del mismo país. Su orientación periodística ha sido muy divergente. En política, una (Barberá) es de derechas de toda la vida, pues fue fundadora de Alianza Popular en Valencia, mientras que la otra es de izquierdas y republicana ya que milita en ERC. Comparten el ser oriundas del ámbito cultural catalán pero, mientras una (Forcadell) es independentista, la otra es nacionalista española. Los cargos institucionales fueron muy distintos y ejercidos de muy distinta forma. Al principio, los importantes eran los de Barberá; al final lo es del Forcadell. Porque ambas son parlamentarias, pero mientras Forcadell preside el Parlamento catalán, Barberá está prácticamente asilada o refugiada en el Senado para protegerse de la acción de la justicia. Su proyección mediática ha sido asimismo muy distinta. Donde Barberá proyectaba una imagen digamos folklórica con manifestaciones de ridícula chabacanería, Forcadell daba una de severidad y determinación, con elementos mesiánicos.

Las dos, en efecto, pueden acabar ante los tribunales. Una (Barberá) por supuestos delitos de derecho común, la otra por razones políticas, de conciencia.

No hace falta decir nada más.

(Las imágenes son sendas fotos de Partit Popular Comunitat Valenciana y Judesba, con licencia Creative Commons).

dimarts, 6 de setembre del 2016

La República catalana

Estando servidor de exámenes de la UNED en Córdoba, Ara Llibres me ha hecho llegar algunos ejemplares de mi último libro, La República catalana. Es una imagen muy sobada la que asimila la alegría del autor al ver y poder tocar su libro con la de un padre que por fin ve el careto de su rorro y lo puede achuchar. Muy sobada, pero muy cierta aunque, la verdad, una niña y un libro no tienen gran cosa que ver. Los libros no precisan pañales y a las niñas no se las puede subrayar. Además, un niño es un bien exclusivo, único, y no admiten "tiradas" como con los libros. Quizá algún día alguien los clone pero, de momento, son irrepetibles mientras que los libros se hacen por ediciones y si se reimprimen y reeditan mucho es porque tienen éxito. Hay más semejanzas y desemejanzas. Entre la madre y el hijo se crea una relación también única, profunda, intransferible. Como la que surge entre el libro y el lector, sobre todo si este lo lee y no lo quiere para adornar(se).

En fin, que estoy muy contento viendo y manoseando mis escasos ejemplares de La República catalana que, según mis editoras, estará en las librerías el 12 de septiembre, al día siguiente del Día. Molt, molt simbòlic, oi? Además, va dedicado als meus amics catalans porque, en realidad, ha surgido de la experiencia de mis andanzas por Cataluña y las enseñanzas que las catalanas me han aportado. En él he tratado de explicar en mi lengua el sentir y las razones de los que hablan y viven otra. Sin anteojeras, sin prejuicios y con la mejor intención del mundo. Me gustaría que España y Cataluña se entendieran pero tengo para mí que eso solo sería posible de igual a igual, y me temo que España no reconocerá tal igualdad, ganada a pulso por esos toçudos catalans y, en consecuencia, entre una España que siga sometiendo a Cataluña y una Cataluña independiente, prefiero la segunda opción, la de la república catalana que está por nacer.

Con esa última oración (en sentido gramatical) se cierra el libro.

dilluns, 5 de setembre del 2016

El burkini y los valores

Esto del burkini ha sido el tema del verano y a su cuenta se han intercambiado fogosos argumentos en un sentido u otro. Resulta curioso que el debate no sea tanto sobre el hecho en sí (que unas mujeres vayan a bañarse vestidas) como sobre su significado latente; no sobre un comportamiento que pudiera ser vituperable (y que, de hecho, no lo es) como sobre su intencionalidad o presumible propósito. Dicho en plata: si no hubiera habido los atentados recientes en Francia, Bélgica y otros países europeos, a nadie hubiera llamado la atención que unas personas fueran a las playas ataviadas más o menos como nuestras abuelas en sus tiempos. 

Vivimos en sociedades libres en las que el avance de las concepción de los derechos de la persona he hecho retroceder hasta su casi desaparición comportamientos no hace mucho penados como delitos en función de criterios muy elásticos que se prestan a interpretaciones arbitrarias, como la moralidad, el decoro, la decencia públicas. En nuestros días cada cual viste y se comporta como le place. Esta concepción amplia de los derechos solo conoce como límites el interés público y los derechos de los demás. Por supuesto, vuelven a ser límites en el fondo imprecisos. Pero, para llegar a ellos es preciso referirse a casos extremos y por tanto excepcionales. Y la indumentaria de los/las bañistas no suele contarse entre ellos.

En una sociedad democrática-liberal ordinaria la indumentaria y apariencia exterior es libre, carece de sentido y fundamento y es ilegal obligar a la ciudadanía a llevar o dejar de llevar ciertas prendas. Por tanto, la reciente prohibición del burkini en la Costa Azul francesa es una evidente extralimitación que el Consejo Constitucional ha dejado felizmente sin efecto. Es ridículo que la autoridad se arrogue facultades para decidir cómo deben o no deben vestir las personas.

La justificación de la prohibición del burkini, sin embargo, invoca otros argumentos. El más frecuente es el que va más allá de lo puramente fáctico para entrar en el campo de lo semiótico. El burkini debe prohibirse no por lo que es de hecho sino por lo que significa, por el mundo de representaciones mentales, ideológicas, religiosas y, en último término políticas que conlleva. Está claro, dicen, que nadie quiere interferir  en el ejercicio personal de los derechos de las mujeres musulmanas. Aunque tampoco es extraño escuchar observaciones acerca de si estas mujeres son verdaderamente libres o están coaccionadas por usos, creencias, comunitarias y colectivas de las que en el fondo son víctimas. Es algo que merece la pena considerar, sin duda, pero sin olvidar que lo mismo puede decirse y sospecharse de otros comportamientos sociales que pasan incuestionados en la sociedad, singularmente, muchos de los usos y costumbres (y no solo en la indumentaria) de los católicos y sus curas y monjas. La autoridad debe velar porque nadie se vea obligado a actuar en contra de su voluntad por imposición exterior, pero no tiene nada que decir cuando el comportamiento -por muy servil y denigrante que pueda parecer- es libremente consentido por la persona.

Pero el argumento de los prohibicionistas tampoco acaba aquí. Señalan el mencionado hecho del aspecto simbólico de la indumentaria en cuestión, considerando que su importancia radica en su carácter premonitorio. El burkini es una provocación consciente a los valores occidentales y lleva en su seno una amenaza totalitaria de islamización de nuestras sociedades. Estas acogen a los musulmanes, pero no tienen por qué aceptar sus pautas culturales ni sus valores. Cierto. Pero no parece que el burkini en sí mismo encierre esa pontencialidad del mal. Más bien se trata de una sobrerreacción producto del nerviosismo por la sórdida presencia del terrorismo y que, paradójicamente, da la razón a la actitud que quiere combatir a base de cebarse en el sector más débill del conflicto: las mujeres.

La prohibición del burkini es una prueba de debilidad de nuestras sociedades y justifcarla con un razonamiento de carácter preventivo, un evidente abuso de autoridad. Que cada cual vista como quiera, siga los usos que quiera es una pequeña pero muy significativa parte de nuestra idea de la libertad. Admitir la injerencia de la autoridad pública en la vida privada de la gente por oscuros motivos de moralidad  o previsiones de seguridad pública basadas en meras suposiciones es lo que verdaderamente ataca los valores de la tradición liberal y tolerante de nuestros Estados.

divendres, 1 de juliol del 2016

El pesimismo del mundo

André Glucksmann (2016) Voltaire contraataca. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
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Es el último libro de Glucksmann, que murió a fines del año pasado; una obra muy representativa del estilo y las preocupaciones, incluso obsesiones, del autor. Pero no una obra "final" o de esas de las que suele decirse que "recapitulan" una vida. Al contrario, es un trabajo más de combate de este combativo filósofo que todavía contaba sin duda con librar otras batallas.

Glucksmann tuvo una existencia muy agitada, condicionada por los grandes problemas y conflictos de su tiempo... y algo más. En los comienzos de su carrera, aparece como un militante maoísta, de extrema izquierda y como tal vive el mayo del 68. Posteriormente daría un giro de 180º para integrarse en el grupo de los "nuevos filósofos", todos ellos prounciadamente de derechas. Glucksmann, que ya había abandonado el Partido Comunista francés, se convierte en una especie de "sesentayochero" arrepentido o "reintegrado", como les sucedería  a otros. Sin embargo, su circunstancias biográficas lo muestran como un caso muy especial. Era el tercero de los hijos de un matrimonio judío que fue primero sionista y se hizo luego comunista. El padre trabajó para el servicio secreto militar de la URSS y murió prematuramente en un naufragio. La madre siguió siendo fiel a los principios del comunismo hasta su muerte en los años setenta. De este modo, la rotunda ruptura de Glucksmann con el marxismo, al que equipara con el totalitarismo, no implicaba tan solo un dato histórico sino una actitud vital que, a su vez, lo enfrentaría con los usos de la nueva familia que se estableció cuando la madre casó en segundas nupcias con un comunista austríaco.

La obra de Glucksmann no es sistemática, sino más bien fragmentaria y muy vinculada a los acontecimientos sociales y políticos de su tiempo, desde la primera, El discurso de la guerra (1967), en la que reflexionaba sobre el fenómeno bélico en el contexto de la guerra fría hasta la época actual, con especial detenimiento en la obra de Mao Tse-tung, pasando por una variada serie de ensayos que han tenido siempre bastante repercusión. Con especial agrado se recuerdan Los maestros pensadores en el que ajusta cuentas con Fichte, Hegel, Marx y Nietzsche, La cocinera y el devorador de hombres en el que rompe abruptamente con el marxismo, equiparándolo al totalitarismo o La estupidez, obra que tendría mucha difusión y en la que critica en especial el papel de los intelectuales, de la gente como él, a los que atribuye un complejo "napoleónico".

Voltaire contraataca es una reflexión sobre las circunstancias del mundo contemporáneo hecha a base de aplicarle la lente de la célebre novela del filósofo ilustrado, Cándido o el optimismo, una obra que comienza con una especie de recomendación ("Lee Cándido y conócete a ti mismo") que, en cierto modo, es paralela a aquella otra con la que termina la novela volteriana, "cultivemos nuestro huerto".

 Cándido nace de la experiencia del terremoto de Lisboa y Glucksmann le contrapone otra novela de Voltaire, Zadig o el destino. Zadig tiene dos ventajas: una revelación (del ángel Jesrad) y un destino que luego irá reproduciéndose en la historia del pensamiento, en la idea leibniziana del mejor de los mundos; en la del fin de la historia, de Hegel; en la de la sociedad sin clases de Marx; o en la "revelación"  heideggeriana. A diferencia de él, Cándido no ha tenido esas iluminaciones. Viene a un mundo que, como el de hoy con la globalización, conoce la libre circulación de personas, bienes e ideas. Un mundo confuso y atropellado.

Tenemos mucho que aprender de Voltaire. En nuestro tiempo todo está lleno de refugiados, de los déracinés de Barrés: El ejemplo más típico, los gitanos, los zíngaros, romaníes, capaces de desencadenar una histeria general en Francia, a pesar de que en este país hay muchos menos que en otros de centroeuropa. Y ¿cómo no vamos a dejarnos atrapar por esa histeria frente al peligro imaginario del "otro" que nos invade si somos el resultado de una cultura que ha glorificado la muerte y el asesinato desde los orígenes (Edipo asesina a su padre; Orestes a su madre y al amante de esta; Rodrigo Díaz de Vivar al padre de Jimena) hasta los tiempos modernos, los de la guerra de los 7 años, de los 30 años; tiempos pródigos en carnicerías, quemas de judíos, anabaptistas, cátaros, protestantes, que  anuncian las hecatombes que llegarán más tarde. Hoy, las estadísticas muestran que las víctimas civiles en las guerras son siempre más numerosas que las militares.

En su tragedia, Mahoma, el profeta, Voltaire ataca el integrismo en nombre de la tolerancia. La justicia humana solo puede basarse en el derecho natural de “no perjudicar”. No puede tener mayor proyección. Cándido no ambiciona colgar el último rey con las tripas del último cura, como quería el abate Meslier, pero Voltaire se hace eco de la incredulidad absoluta del abate, en un momento que Glucksmann bautiza con expresión feliz como "el filósofo contra la filosofía". Voltaire es el filósofo de la finitud actual. A Cándido le da igual la existencia o no existencia de Dios. Lo que el relato de sus peripecias muestra es su no intervención permanente. Hay que tener un espíritu templado para oponerse al integrismo desde la tolerancia y el escepticismo. Tal es la finalidad de que, en su Diccionario filosófico, Voltaire reproduzca íntegro el célebre texto de Lactancio en que Epicuro considera las cuatro posibilidades en relación con la existencia del mal en el mundo, algo más complicado que el ingenuo optimismo que predica el doctor Pangloss.

La continuidad del espíritu de tolerancia ilustrada de Voltaire lleva a Glucksmann a hacer una defensa que él llama "anacrónica" de los derechos del hombre pero con un fuerte sesgo pesimista. Así, deja constancia de que hoy llamamos “lucidez” a la reticencia a resistir. “No puede hacerse nada”, decimos y, así, no se denuncia del Gulag, ni el caso del boat people vietnamita (por cuya causa es sabido que Glücksmann movilizó a Sartre y Bernard-Henry Levy). Tampoco se apoya el movimiento polaco de Solidaridad, ni la lucha de los argelinos contra el integrismo o la de los caucasianos por su emancipación y hasta admitimos el genocidio de los tutsis en Ruanda. Es impresionante el momento en que el autor contrapone esta indiferencia, este abandono contemporáneo a la implicación personal de Voltaire por la tolerancia en los tres conocidos casos de Calas, Sirven y el caballero de la Barre. 

Sin duda, con la caída del muro de Berlín, epílogo de la guerra fría, el optimismo panglossiano invadió todo, desde los palacios a las chozas y, en el colmo de la ingenuidad, llegó a especularse con el fin de la historia.

Glucksmann cree que la construcción europea es la alternativa que ofrece el siglo XXI al renacimiento del patriotismo y el nacionalismo. Seguramente tendría algo que decir con la brexit. En esta Europa, dirigida por Alemania, el "ángel" de Angela Merkel, resulta ser el país más popular del mundo. Se siente uno inclinado a gastar la broma de si, al final, Merkel no será la personificación de la Cunegunda que Cándido busca tan desesperadamente.  Porque, al fin y al cabo, el  sueño europeo aparece ensombrecido por esos fenómenos que ya se denunciaban al comienzo: los desplazados, exiliados, expulsados; por las matanzas, los troceamientos de gente.  Glucksmann se hace eco del dictamen de Khodorkovsky, el millonario ruso que ha pasado diez años en Siberia recientemente como en los viejos y sempiternos tiempos: la locura, la violencia y la corrupción, son males peores que la bomba atómica. 

En definitiva, Glucksmann viene a decir que, en paralelo con Goethe (Fausto), Marx (el Manifiesto) Voltaire explora el acceso de la modernidad a ella misma. Ya no hay imperios, todos han caído y los EEUU no quieren o no pueden serlo.  La misma noción romana de Imperio está obsoleta, cosa que no sé cómo sonará a los oídos de Hardt y Negri. En su lugar observa una reaparición y difusión del espíritu de la “renardie” esto es, un compuesto de picardía, extralimitación, demasía, indiferencia, etc frente a lo cual suena la recomendación del partidario de "aplastar la infame", esto es, cultivar nuestro huerto.

Un libro que contiene una mirada escéptica, tolerante, pero también indignada sobre el mundo contemporáneo, desgarrado entre el conformismo y la indiferencia. Si alguna objeción se le puede poner se encuentra en el hecho de que el examen no menciona ni una vez el fenómeno del terrorismo actual, que proyecta una sombra inquietante sobre las posibilidades de encontrar respuestas moralmente válidas a la cuestión de los refugiados.

dijous, 16 de juny del 2016

Los políticos tramposos

Mala fama tienen los políticos. La gente los reputa falsos, vividores, chaqueteros, chupones... en fin, lo que nadie querría en casa. Ahora les ha caído encima otro estigma: ni siquiera saben su oficio. Si lo que caracteriza la política es la capacidad para llegar a acuerdos, resulta que los cuatro ineptos que el lunes regalaron a la audiencia una muestra insólita de la vulgaridad más roma, lo hicieron porque durante tres meses no consiguieron llegar a acuerdo alguno.

Y lo peor es que, por cuanto se vio en el debate del lunes, no están hoy más cerca de conseguirlo que hace un mes. Incluso dieron la impresión de que saben que, después del 26 de junio, tampoco conseguirán pactar y, por tanto, a lo mejor es necesario ir a unas terceras elecciones. Los pelos de punta ante la perspectiva de forma que, muy contundentes, dijeron todos que no habría terceras elecciones. Pero ¿qué crédito pueden tener? Ni ellos mismos se lo conceden. Así, para evitar que los critiquen, incluso que los insulten, traen propuestas que juzgan lógicas, incuestionables y que solo por accidente coinciden con sus intereses.

El Sobresueldos lleva meses pidiendo que se permita gobernar al partido más votado y afirmando que es lo que ordena el sentido común. Por supuesto, todos los sondeos señalan a su partido como el más votado. Pero esto es irrelevante. Si no lo fuera, ¿alguien duda de que un hombre de la entereza moral del Sobresueldos también pediría que gobernara el más votado?

De forma parecida, Jordi Sevilla, el gurú económico de Rodríguez Zapatero, a quien debe de parecer que no terminó de hundir suficientemente España en su mandato y pretende culminar la obra, introduce un perfeccionamiento en el postulado del Sobresueldos: debe gobernar no la lista más votada, sino la coalición que obtenga más apoyo parlamentario. El caso es el mismo: Sevilla supone que esa coalición será la suya pero su inmarcesible generosidad y sentido de la justicia lo llevaría a formular igual deseo, aunque no beneficiara en particular a su partido.

En realidad, no se sabe qué admirar más en ambas propuestas si la caradura de quienes las hacen o su creencia de que las gentes somos idiotas, que viene a ser lo mismo. La Constitución que estos dos frescales dicen respetar en grado sumo ya prevé que gobierne la mayoría electoral y/o parlamentaria. ¿En dónde, pues, está la novedad? Sencillo: en que, cuando esa mayoría electoral y/o parlamentaria no alcanza a ser la mayoría absoluta, los otros parlamentarios que sí la alcanzan, pueden plantear una moción de censura y echar al gobierno. La novedad reside en que los dos pájaros lo que están proponiendo es que los parlamentarios se comprometan a no hacer uso de un derecho que la Constitución les otorga. Algunos, incluso, creemos que no solo es un derecho, sino un deber de la oposición el derribar al gobierno si puede. Eso es la democracia.

Lo que no es democracia es emascular la Constitución (que bastante raquítica es) para ocultar que estos inútiles -pagados a cuerpo de emperador con dineros públicos- volverán a ser incapaces de constituir gobierno y lo que quieren es ocultarlo para no verse obligados a la vergüenza de unas terceras elecciones.

Para ocultar que, además de unos ineptos, son unos tramposos.

dimecres, 15 de juny del 2016

Más sobre el debate del lunes

He leído todo tipo de comentarios sobre el esperado debate a cuatro, único de esta campaña electoral. Declaraciones, artículos, columnas. Me he enterado de cómo sonreía fulano, de si mengano tenía el gesto adusto, de cómo vestían todos y cuáles eran sus gestos más y menos favorables. He leído sobre los gustos, filias y fobias de unos u otros, sobre si iban bien documentados o no y sobre su manejo de las cifras y datos. Y, por supuesto, de si "ganó" este o aquel o aquel otro o de si el que "ganó" lo hizo porque no "perdió" y observaciones tan inteligentes como estas.

Pero lo que no he visto en parte alguna ha sido un juicio sobre el conjunto del debate, una valoración de su categoría, del peso de los argumentos, de la forma de exponerlos, de sus distintas facetas y mucho menos he leído alguna reflexión sobre la pertinencia o impertinencia de los razonamientos y los temas abordados. Posiblemente porque la categoría de los analistas y expertos comunicólogos sea aun inferior a la de los políticos, que ya es decir.

Lo más llamativo del debate y lo que al menos algún análisis habría de señalar fue su pavorosa falta de nivel intelectual. Ni una idea nueva, ni un juicio o conceptos audaces, inesperados, sobre asuntos de los que habla todo el mundo en la barra de los bares con más conocimiento de causa, más familiaridad y más perspicacia que estos líderes de pacotilla. 

Las elecciones costarán 160 millones de euros (aparte de lo que no se ha podido producir en estos seis meses de desidia y marasmo) por culpa de la incompetencia de estos mismos cuatro individuos, incapaces de ponerse de acuerdo en nada, salvo en repetir la jugada y en que el coste lo paguemos los ciudadanos. Ellos no solamente no pagan sino que se consideran con derecho incuestionable a volver a presentarse y reclamar el voto tras haber fracasado una vez, con orgullo, con soberbia, sin pedir disculpas y todos sosteniendo que tienen la fórmula mágica, el bálsamo de Fierabrás. ¿No es increíble?

Falta de nivel intelectual es, incluso, caritativo. No se trata de pedir a esta gente que esté a la altura de los tribunos, diputados y oradores del pasado, de un Donoso Cortés, un Emilio Castelar o un Manuel Azaña. Al lado de aquellos políticos estos son analfabetos funcionales. Pero sí nos asiste el derecho de que, además de asesorarse sobre el peinado, la corbata y el perfil, esta gente aprenda a hablar en público y no convierta los debates en una aterradora lluvia de lugares comunes, latiguillos, topicazos y meras estupideces, que dejen de decir "Mire usted, señor X...", "oiga usted, que aquí se trabaja", "¿sabe usted lo que le falta , señor Y? Yo se lo diré...", déjeme decirle...", "hay algo importante que quiero decirle...", "nosotros pensamos", "nosotros proponemos", "le digo sinceramente...", "creemos, como no podía ser de otra manera...", etc., etc.

Añado una consideración a la que Palinuro dedicó un párrafo en su post de ayer, sigue el bloqueo, pero no he visto tratado en otros lugares y, sin embargo, merece especial consideración: el patriarcado, el machismo rancio que destiló todo el debate, del principio al final. Ni una sola mujer en el plató para hablar de lo que interesa al 52% de la población. Solo una entre los tres moderadores y no tenía parte en el guión ni palabra en la función. ¿Alguno de los participantes lo hizo observar? Ni uno. Todos tan a gusto en un mundo en el que cuatro machos (y españoles,  blancos, de clase media, edad media, heterosexuales, residentes en capitales y católicos de confesión y práctica o culturales) hablan en nombre del conjunto de la población española cuando, tomando estos datos en consideración representan a menos del 20% la población entre todos ellos

Ninguno de estos machos hizo la menor referencia a las mujeres como no fuera, en algún caso, para tratarlas como objetos y no como sujetos. Salvo una referencia de pasada a que sigue habiendo una brecha salarial considerable entre hombres y mujeres (en el caso de Sánchez quien, creo recordar, se permitió la machada de decir que el PSOE es el "partido de las mujeres") no hubo ninguna otra referencia a cuestiones feministas. Los periodistas hubieron de insistir un par de veces para que se dignaran decir unas breves y desdeñosas palabras sobre la violencia machista. 

Ninguno de ellos introdujo en su discurso una perspectiva de género. Dudo incluso de que sepan lo que es. Incapaces de desglosar las cifras y datos que manejaban (y que están desglosadas por sexos; basta con buscarlas) para explicar que, si el índice de paro es X, el de paro femenino es X x N; si el de pobreza es Y, el de pobreza femenina es Y x N; si el de precariedad es Z, el de precariedad femenina es Z x N, siendo N siempre un número positivo. Ninguno de ellos habló de la prostitución, de la trata de mujeres, de la sobreexplotación, el acoso sexual, el laboral, el trabajo de las empleadas del hogar. Ni una palabra.

Que esto lo haga la derecha, esto es, el Sobresueldos y Rivera está en la naturaleza de las cosas. Que lo hagan los dirigentes del PSOE y de Podemos es intolerable. La próxima vez que alguno de estos dos fantoches diga algo parecido a que "la revolución será feminista o no será", mandadlo a escardar cebollinos. 

Una cuestión, y va en serio. Mucha gente se pregunta cómo es posible que siete millones de personas voten a la derecha. Yo me pregunto cómo es posible que once millones de mujeres voten a estos cuatro machos que no saben hablar porque su capacidad de raciocinio se concentra un palmo por debajo de su ombligo, que es su punto de referencia.

divendres, 29 d’abril del 2016

"Un Estado dentro del Estado". Entrevista republicana a Palinuro

POR Francisco J. García Fernández
22 abril 2016






Ramón Cotarelo: "En España la iglesia es un estado dentro del Estado"

Dentro de las jornadas "Proceso constituyente: caminando hacia una nueva constitución", que conforman el grueso de la programación de este mes de abril del Ateneo Republicano de Valladolid, intervino el catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la UNED, Ramón Cotarelo García, que se encargó de exponer el tercero de los cuatro actos: 'Organización territorial e instituciones regionales'. En la conferencia pronunciada en el Salón de Grados de Derecho, Cotarelo, que fue presentado por Virginia Hernández, alcaldesa de San Pelayo, hizo referencia al concepto de 'Estado Integral' de la II República, revisó el fracaso del Estado de las autonomías de la Constitución de 1978, del que dijo no puede esperarse nada -"Está muerto"- . Expuso su visión de la futura organización territorial de una hipotética III República, teniendo en cuenta que antes habrá que ver qué sucede con Cataluña y sino será más probable que, antes de la III República española, haya una República catalana. "No quiero que Cataluña se independice, pero tiene derecho a decidir. Soy nacionalista español pero primero soy republicano. Si hay una República catalana antes que la española yo me apuntaría a la catalana. No quiero ser súbdito". El politólogo madrileño descartó un Proceso constituyente -por los condicionantes constitucionales- y planteó como salida una Convención constitucional de carácter territorial.

-Comencemos por el principio, y nos vamos a Grecia. ¿Hemos aprendido todo lo que podíamos de las enseñanzas filosóficas, políticas y democráticas que nos dejó Aristóteles?

-No, claro. Los clásicos son clásicos porque siempre se aprende de ellos; pero no solamente porque sean un pozo sin fondo, sino porque cada generación hace una lectura distinta, y por lo tanto estamos obligados a convivir con ellos.

-En los dos últimos cursos que dictó Michel Foucault antes de morir, situó como piedra de toque su idea del decir veraz y libre, del hablar franco y con coraje, en su acepción griega, de la parrhesía. Hay una pregunta que parece obvia, ¿cómo conseguir que nuestros representantes políticos pongan en práctica ese término?

-Prescindiendo de ellos. Foucault tuvo la mala suerte de morirse un poco antes de que se celebrara una reunión que habrían previsto entre él y Habermas sobre Kant, sobre la ilustración de Kant, así que nos hemos quedado sin saber que se dirían el uno al otro. Pero, está claro que en términos del discurso, y el intercambio, Habermas tiene mucho que decir, y justamente por eso era interesante, porque la teoría de Habermas está basado también en el supuesto de que los hablantes somos veraces y somos sinceros. En eso está también basado el desideratum de Foucault.

-Para muchos juristas y politólogos españoles son imprescindibles el trabajo y la obra realizados por la filósofa política alemana Hannah Arendt, destacando su libro "Sobre la violencia", del que extraigo una frase: "Nunca ha existido un Gobierno exclusivamente basado en los medios de la violencia. Incluso el dirigente totalitario, cuyo principal instrumento de dominio es la tortura, necesita un poder básico -la policía secreta y su red de informadores-". Con el paso de los años, con dictaduras o con democracias, ese poder secreto ¿ha ido ganando o perdiendo importancia en los gobiernos?

-Pues yo creo que ha ido ganando, pero porque ha cambiado de sujeto. Si metemos a otro teórico aquí en danza que sería muy complementario, que sería Marcuse, en general toda la teoría crítica y de la escuela de Frankfurt, te diría que una parte importante de la represión la tenemos asumida y la ejercemos nosotros mismos, y eso descansa a los aparatos del estado que no necesitan contratar tantos policías porque ya ejercemos nosotros esa función; y, por lo tanto, la respuesta es ha aumentado, pero no en el sentido material inmediato de que haya más aparatos represivos, sino porque la capacidad de autorepresión de la población ha aumentado.

-El expresidente de Perú, Alberto Kenya Fujimori Fujimori, actualmente se encuentra cumpliendo condena de 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y delitos de corrupción. Su hija Keyko, estuvo a un paso de convertirse en la presidenta de Perú en las elecciones del año 2011, y ahora nos encontramos en la misma situación; ¿por qué la gente sigue apoyando a personajes y familias de este tipo? o ¿Cómo es posible que un campesino colombiano desplazado por los paramilitares pueda votar al expresidente Uribe?

-Eso es uno de los misterios más profundos de la naturaleza humana; quien pueda revelar eso será considerado como un genio a lo largo de la historia y hasta el fin de los tiempos. Pero, recomiendo una lectura muy ilustrativa de Étienne de La Boétie, "El discurso de la servidumbre voluntaria"; eso ilustra mucho.

-El precandidato demócrata a la Casa Blanca Bernie Sanders ha dicho esta semana que la política intervencionista de Estados Unidos en Latinoamérica debe terminar para abrir un nuevo periodo basado en el “respeto mutuo”. “Tenemos que ser honestos. La historia de Estados Unidos hacia Latinoamérica ha sido la de una nación poderosa con el Ejército más fuerte del mundo diciendo: ‘No nos gusta este Gobierno, vamos a derrocarlo'”, dijo el senador por Vermont, que puntualizó que el “caos” y las “masacres” han sucedido a estos golpes de Estado. “Estados Unidos no puede seguir interviniendo en Latinoamérica y derrocando Gobiernos o tratando de desestabilizarlos por razones económicas”. Si Sanders llegase a ser presidente de los Estados Unidos y tuviese voluntad de acabar con el intervencionismo, ¿podría llegar a hacerlo, o encontraría muchas trabas en su país?

-Cuando el señor Obama se presentó a las elecciones prometió acabar con Guantánamo; está a punto de marcharse y Guantánamo sigue ahí. Pues eso lo mismo con América Latina.

-Por citar a un politólogo de prestigio internacional, es conocido el trabajo que realizó la fallecida politóloga estadounidense y premio Nobel de Economía en 2009, Elinor Ostrom, sobre todo en lo referente a los bienes comunes. ¿Puede contarnos algo sobre su trabajo? ¿cuál es la importancia de los bienes comunes?

-Pues es toda, y como el trabajo de la citada, fundamental. Es toda, pero en el ámbito puramente ideal. Los bienes comunes es una variante, moralizante, de lo que los economistas han llamado siempre bienes públicos, y se caracterizan porque no pueden ser de apropiación privada, y nadie puede ser excluido de su disfrute. La concepción del bien común, de la economía del bien común supone dar preferencia a este tipo de producción sobre los bienes puramente mercantiles. Pero lo que me parece a mí es que todas estas personas, que gozan desde luego de mi simpatía, olvidan que la economía no es una ciencia normativa y, por lo tanto, no es posible intervenir en ella, en la economía, como una realidad con una intencionalidad moralizante. No es posible, y quizá no sea deseable, pero ese es otro asunto que nos llevaría muy lejos. En todo caso, me fio más del viejo médico inglés Bernard de Mandeville cuando decía que "las virtudes públicas salen de los vicios privados".

-¿Es Miguel Ángel Revilla, el presidente de Cantabria, el símbolo falangista de la izquierda española?

-No sabría decirte porque no conozco al personaje. Es uno que aparece mucho por televisión y yo es que no veo la televisión; pero, al margen de eso, las veces que le he oído hablar, sí está bien visto eso; tiene como un talante así joseantoniano ciertamente llamativo.

- Vuelvo con Miguel Ángel Revilla, y meto también a Esperanza Aguirre, porque ambos han sido tildados de practicar el populismo ¿en qué consiste el populismo? ¿son ellos dos buenos exponentes del mismo?

-En el caso de Revilla no lo sé, porque insisto que lo conozco muy poco, aunque da la impresión desde luego. Y en el caso de esta señora es muy complicado porque ya de entrada el término populismo es impreciso, y claro, tendríamos que decir de qué populismo hablamos; por ejemplo, a los de Podemos no les repugna nada que los llamen populistas, porque como Ernesto Laclau creía que había un populismo como de izquierdas... el populismo de los rusos, de la voluntad del pueblo, el Naródnaya Volia de Vera Zasulich, pues a lo mejor tampoco era tan malo, no lo sé. En todo caso, el caso de la señora Aguirre es especial, porque al margen de que sea o no populista, que insisto tendríamos que ponernos de acuerdo, lo que es es una cínica de tomo y lomo, porque siendo nacional católica a machamartillo, franquista total, de una herencia fascista de una sola pieza, practica al mismo tiempo un discurso neoliberal que aparentemente está por encima de esto siendo nacional católica. Pero además, y lo que es peor de todo, es que dando esos gritos patriótico fascistas sobre el origen de la nación española etc. es dama de la orden del imperio británico, que son los propietarios de Gibraltar. Si yo anduviera por ahí dando gritos sobre la nación española y el patriotismo español, jamás sería miembro de una orden británica.

-Históricamente, ¿qué significa, o significará, que Manuela Carmena sea la alcaldesa de Madrid (venciendo a Esperanza Aguirre), o Ada Colau la alcaldesa de Barcelona, o que aquí el cabeza de lista de Valladolid Toma La Palabra, la candidatura participada por Izquierda Unida y EQUO, Manuel Saravia, sea el teniente de alcalde?

-A mi modesto entender significa que la gente va despertando. Ada Colau sustituye a Trías, por cierto. Manuela Carmena sustituye a Botella. Como madrileño que he tenido que sufrir la alcaldía primero de Ruiz Gallardón y después de Botella, no puedo más que felicitarme profusamente, y esperar que el gobierno de la izquierda en Madrid tire, levante las alfombras, y exija las responsabilidades políticas y penales, que no tengo la menor duda de que las hay, penales, en los gobiernos anteriores. No creo que sea lo mismo en el caso de Barcelona, pero no me cabe la menor duda tampoco de que la señora Colau tiene mucha personalidad; aunque he de confesar que para mí no es tan simpática como Manuela Carmena. Luego en el caso de la alcaldía de Valladolid, pues felicitar a los vallisoletanos de que se hayan podido liberar de la plaga y la vergüenza de tener a un machista repugnante de representante municipal.

-Una de las preguntas que todo el mundo se hace más de una vez en su vida, las encuestas ¿sirven para algo? ¿realmente marcan tendencias? ¿la cocina las devalúa totalmente?

-No porque las encuestas son un arma más en los combates electorales. Muchas veces se hacen no para reflejar un estado de opinión, sino para crearlo. Y en ese juego dialéctico, no es posible decir si la opinión crea la encuesta o la encuesta crea la opinión. Lo que sí es cierto, es que hay encuestadores y empresas demoscópicas honrados, y hay sinvergüenzas como en todas partes; exactamente igual que se hay jueces justos y jueces venales, igual que hay profesores cultos y que atienden a su deber y sinvergüenzas; pues aquí lo mismo. Y el daño que hacen los sinvergüenzas que utilizan las encuestas y la demoscopia con fines perversos, es un daño inmenso, pero es que en la política intervienen todos: las gentes honradas, las gentes sinceras, las gentes desinteresadas, y los sinvergüenzas granujas a sueldo de otros.

-¿Cuáles son los dos principales problemas del Estado de las autonomías de la Constitución de 1978?

- Yo lo reduciría a uno: Cataluña.

- Uno de los temas más actuales en España es Cataluña, y algo que tiene que ver un poco con eso es el derecho a la autodeterminación de los pueblos, aunque hablar de eso suponga que a la gente se le pueda ir la cabeza al País Vasco. ¿Por qué Euskadi sí habló del derecho de autodeterminación y Cataluña no? ¿Tantas diferencias hay entre el plan Ibarretxe y el planteamiento de Convergencia o Junts Pel Sí?

-No, no hay ninguna diferencia. La única diferencia es que el de Ibarretxe fue derrotado y los catalanes aprendieron de esa derrota y pretendieron que no se les derrotara de la misma manera. El plan de Ibarretxe traía en su prefacio una sinonimia entre derecho a decidir y derecho de autodeterminación. Decía que el derecho a decidir de los vascos emanaba del derecho de autodeterminación de los propios vascos. Los catalanes han aprendido la lección, y han pretendido que no se les derrotara igual que se derrotó a los vascos, y han sustituido el derecho de autodeterminación por el derecho a decidir, pero en el fondo es un puro eufemismo, y además, su derrota ya se ha producido, porque exactamente igual que el plan Ibarretxe fue rechazado a primeros del siglo por una mayoría abrumadora, hace unos años, dos o tres, el parlamento, las cortes, también han rechazado por una mayoría también absolutamente abrumadora la declaración de independencia y el derecho a decidir de los catalanes, así que, en esas estamos. Yo soy partidario del reconocimiento del derecho de autodeterminación de todas las naciones.

-Recambio, cambio, y transformación. ¿Se pueden asignar estos términos a alguno de los partidos políticos actuales?

-Buena pregunta. Pues... estaba pensando pero no, en realidad no. Ninguno de los partidos que se presentan, de los partidos que se presentan a escala del estado, implica un cambio; sea caso Izquierda Unida y ya veremos lo que sale. Hablan todos de cambio, eso sí; de cambio hablan todos porque cambio es la palabra de moda, pero, en realidad, no implica mucho cambio. Había dicho Izquierda Unida..., en un principio Podemos también traía en sus maletas una promesa de cambio, pero me da la impresión de que se está quedando en agua de borrajas; todo lo que era su estructura asamblearia, espontánea, democrática... se está quedando en una estructura jerárquica, piramidal de culto a la personalidad. Luego sí, el caso de Ciudadanos parece un recambio bastante claro, se trata de lavarle la cara al PP; eso me da la impresión. Y después, el caso del PP, pues como la tumba, o la momia, de Tutankamon, ahí está sin moverse.

-Vamos ahora a los derechos, al terreno más cercano, el municipal. Hablemos también de algunos servicios que parece que no deben de emplearse para ganar dinero, y aun así algunos ayuntamientos intentan sacar rédito con ellos (unos están privatizados y otros no): el ciclo integral del agua, el transporte público, la recogida de residuos... ¿todo vale para llenar las arcas?

-Sí, claro; depende de lo sinvergüenza que se sea. Todo vale para llenar las arcas. También vale la malversación, el expolio... lo que han estado practicando los señores de la derecha en los últimos 20 años ¿no? que consiste en descapitalizar los servicios públicos; a continuación decir que no funcionan porque los han descapitalizado, y vendérselos a sus amigos para hacer negocios. Se puede caer en la tentación, de hecho han caído muchos ayuntamientos y parte de la crisis que tenemos viene de ahí, se puede caer en la tentación de utilizar la legislación en materia de suelo urbanizable, no urbanizable, para efectivamente llenar las arcas públicas, a través de medidas absolutamente arbitrarias que es lo que han estado haciendo: recalificaciones etc. Lo que sucede es que una vez que se ha entrado ya por la senda de la ilegalidad y la delincuencia, probablemente la cosa no tenga límites y acaben haciendo las barbaridades que han estado haciendo en Valencia, o las que han estado haciendo en Madrid; un atajo de sinvergüenzas, ladrones y chorizos.

-Dejo una frase del jurista internacionalista Antonio Remiro Brotóns: "Estamos viendo que la Europa que se está construyendo, si es que se está construyendo algo, es una Europa que a mí, personalmente, no me interesa en absoluto. Una Europa insolidaria, una Europa de los mercaderes renovados, una Europa de los mercados, una Europa de los capitales, una Europa de los banqueros... esa Europa a mí, personalmente, no me interesa nada. Y si esa es la Europa, yo estoy fuera de ese proyecto y de ese proceso; una Europa así..."

-Visto así, nadie con un poco de sentido común querría formar parte de un proyecto como ese ¿Esta es la Europa que se ideó en el siglo XX? Supongo que no. Supongo que en el proyecto originario de los tratados de Roma, Schumann y Monnet etc. el ideal era otro. Pero, con todo mi cariño a Antonio, si yo fuera español, y soy español, no hablaría así de Europa. Sea lo que sea Europa, nosotros dentro; que ya tendremos ocasión de cambiarla de acuerdo con los nobles ideales que Antonio y yo profesamos. Pero a ver si nos vamos a pasar de listos, y después de pasarnos doscientos años fuera de Europa a la fuerza, ahora vamos y decidimos nosotros que no nos interesa estar. Claro que nos interesa estar, para cambiarla, pero estar, estar. No estamos de acuerdo con que esta Europa... pero la pregunta sería, además, otra todavía más problemática; supongo que Antonio estará de acuerdo, y yo por supuesto también, que todos los demás intentos de unificar Europa han sido todavía peores porque han sido por las armas: el intento de los romanos, el intento de los españoles, el intento de los franceses, el intento de los alemanes; han sido siempre unificar Europa militarmente. Ahora la unificación ha venido por la vía comercial y la vía de los negocios etc. Eso tiene sus partes buenas y sus partes malas. Ahora estamos viviendo la mala pero ¿cuándo ha conocido Europa una etapa de más prosperidad, tranquilidad, sosiego y bienestar que entre el año 50 y el año 75? Y eso es Europa. Lo que hay que hacer es volver a esa Europa.

-En uno de los cómics más leídos y apreciados, Astérix y Obélix y sus convecinos de la aldea gala resistían siempre al invasor, los romanos, gracias a la poción mágica que les preparaba el druida Panorámix. Los ciudadanos, sobre todo los estados, el estado español, ¿tenemos alguna poción mágica para resistir a las políticas de recortes y miseria impuestas desde la Unión Europea y otros organismos? ¿qué otras enseñanzas, poción aparte, nos dejan las aventuras de Astérix y Obélix?

-Las enseñanzas muchísimas. Yo he aprendido como todo el mundo, mucho, sobre todo como se hacen mejunjes, los bardos, los druidas con sus mezcolanzas y tal, estaba muy bien. Luego he tomado una perspectiva distinta porque claro, como buen español he sido educado en el respeto a la tradición latina y para mí, desde el bachillerato, Vercingétorix había sido siempre un rebelde hasta que he comprendido que era un defensor de su pueblo frente al invasor latino. ¿qué nos sucede? pues que nos guste o no nos guste esta es la complejidad de Europa. Tenemos que reconocer que fuimos conquistados, pero que esa conquista fue una civilización. Todos hablamos latín, corrupto, pero latín, y si los romanos no nos hubieran conquistado manu militari, pues ahora cada uno de nosotros estaría hablando esas adorables lenguas que forman parte de la riqueza que dice la gente pero que se han perdido. Y en cuanto a Europa no, no creo que nosotros podamos resistir las imposiciones europeas, entre otras cosas, porque somos parte de Europa, y tendremos que aceptar lo que colectivamente decidamos. Lo que hay que hacer es procurar que nuestras decisiones, que las decisiones que se adopten, no sean especialmente lesivas para nuestros intereses, pero sin olvidar que Europa es un sitio donde todo el mundo va a defender sus intereses, pero alguien tiene que defender los intereses de Europa también.

-¿En España hay presos políticos?

-Hasta ahora estaba el señor Otegui. Ahora me parece que está el señor Cañamero. Creo que hay un señor que se llama Alfon, que está por una cosa que tiene una pinta fatal, de una especie de presunto montaje de la policía. Sí; aquí y allí, y probablemente entre los numerosos presos de ETA haya algunos que no estén por delitos de sangre estrictamente sino que estén por cuestiones de conciencia, y si son gente que están por cuestiones de conciencia, sean de la ETA o de lo eto, serán presos políticos.

-¿Qué político de la historia española ha sido el que mejor se ha comportado como debería de ser un político? ¿y de Estados Unidos?, ¿y de toda la historia mundial?

-De España Prim. De los Estados Unidos Lincoln. De toda la historia mundial, Julio César.

-Sheldon S. Wolin es un importante politólogo estadounidense, profesor emérito de la Universidad de Princeton y uno de los más reputados especialistas de la democracia en el ámbito teórico anglosajón. Su obra "Democracia S. A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido" propone la tesis de que la democracia de los Estados Unidos de América no ha estado nunca verdaderamente consolidada y que a comienzos del siglo XXI muestra preocupantes signos de estar controlada por un totalitarismo invertido que es ejercido por un superpoder. ¿Eso podría ser extrapolable a España? ¿Cuál sería aquí ese superpoder?

-Extrapolable a España de los Estados Unidos prácticamente no hay nada. En general de ningún otro país, porque el superpoder en España es la iglesia católica, y el poder de los curas. España ha pasado de ser una teocracia, en tiempos de los visigodos, a ser una hierocracia, gobiernan los curas hoy; de forma que eso en los Estados Unidos es impensable porque en los Estados Unidos la democracia aparece pervertida si se quiere, o manipulada por las grandes corporaciones y los poderes económicos y hay una separación rígida entre la iglesia y el estado. Es verdad que todos los gobernantes norteamericanos son unos beatos y unos meapilas, eso es verdad; y que están todo el día hablando de Dios, y que probablemente muchos de ellos creen que la tierra es plana y que el sol gira alrededor de ella, no lo sé, pero me da la impresión; pero la iglesia está separada del estado de un modo total; mientras que, en España, la iglesia es un estado dentro del estado, y gobierna exactamente igual que gobernara antes de que el pobre Azaña dijera que España había dejado de ser católica, cosa que, por cierto, nos costó una guerra civil.

- Le dejo una frase de un artículo de hace ya tiempo de un politólogo más o menos conocido, y que ha sido ponente en las mismas jornadas que le han traído a usted a Valladolid, Víctor Alonso Rocafort: "Si no empezamos a analizar la monumental crisis ética en la que estamos inmersos, al menos con la misma intensidad que hemos hecho con las crisis económica y política, será difícil que salgamos de este lodazal". ¿Realmente vivimos una crisis ética monumental? ¿Si fuera cierto, podemos poner algún remedio que sea eficaz a corto plazo?

-Sí. Yo creo que sí. Yo creo que además, esa crisis ética, tenemos una clara conciencia de ella desde hace muchísimos siglos. La visión que tenemos los españoles de España es la visión de un país en decadencia y en decadencia moral. Se viene diciendo desde el siglo XVII, no estamos descubriendo gran cosa; se viene diciendo desde el siglo XVII que la fibra ética de la sociedad española es deficitaria. Lo que no se viene diciendo, porque hay una colusión de intereses entre los críticos y los criticados es que el principal responsable de eso es la iglesia católica; es el hecho de que España haya identificado su condición nacional con el hecho de ser un país católico. Cualquiera que conozca la Compañía de Jesús, que es la pura esencia del catolicismo, sabe que la raíz de su reflexión ética es el casuismo. Y el casuismo es elevar la inmoralidad a principio fundamental de acción; es creer firmemente que el fin justifica os medios, y por lo tanto, ser un profundo inmoral que es lo que son los jesuitas. Y, claro, si el núcleo y el alma del catolicismo es la inmoralidad jesuítica, y el catolicismo es el puro casuismo, que hace, por ejemplo, para entrar en un territorio bien práctico ¿no?, en los primeros años de la posguerra los curas no solamente señalaran a la gente a la que había que fusilar, sino que participaran directamente y con fruición en los fusilamientos y en las torturas, eso dice claramente que la crisis ética española es secular; y por supuesto claro venir a decir ahora, pues es urgente, conviene ponerle coto, sin ningún tipo de dudas; lo que sucede es que hay que verla en toda su profundidad. Para que haya una regeneración ética en España, hay que poner a la iglesia católica en su sitio, y me temo que el sitio de la iglesia católica es fuera de las fronteras.

-Para terminar, le voy a decir una serie de diez nombres, de diez personajes, y me dice una palabra, un adjetivo que se le ocurra, sobre cada uno de ellos:

 Fiódor Mijáilovich Dostoyevski (novelista de la Rusia Zarista; autor de Crimen y Castigo):

-Pasión.

- Paul Bruce Dickinson (vocalista de la banda de heavy metal Iron Maiden):

-Vocación.

- Ramón José Simón Valle Peña, Valle-Inclán (Escritor):

-Genio.

- Hannah Arendt (filósofa política alemana):

-Fidelidad.

-Rafael Correa Delgado (presidente de Ecuador):

-Hipocresía.

- John Towner Williams (compositor de bandas sonoras):

-No conozco.

- Angela Merkel (presidenta de Alemania):

-Giro copernicano.

- Paul Gauguin (pintor posimpresionista francés):

-¿A dónde vamos?.

- Pedro Manuel Guerra Mansito, Pedro Guerra (cantautor español):

-Mansedumbre.

- Subcomandante Marcos (ideólogo, portavoz, y mando militar del EZLN):

-La ley de Herodes.

dimecres, 13 d’abril del 2016

Vacío de poder en España

Mi artículo de hoy, en elMón.cat, que me lo han trasladado del finde a la mitad de la semana, el miércoles, que es el día dedicado a Mercurio, un metal líquido. Tengo simpatía por ese dios, el Hermes de los griegos, a su vez un tipo polivalente: mensajero de los olímpicos, patrón de los ladrones, los comerciantes y los mentirosos (sans blague!) y de muchas otras cosas y presente en muy diversos momentos de capital importancia en la historia de la humanidad. Por ejemplo, es el encargado por los dioses de llevar a Paris la manzana de Eris y decidir el famoso juicio con el que empezó la guerra de Troya. Tuvo amores con Afrodita (¡afortunado inmortal!) de los que nació, lógicamente, Hermafrodito, alguien muy peculiar y que yo convertiría a mi vez en patrón/a de la autarquía o el autoservicio de no ser porque, por otra parte, ligando a la vieja usanza se conoce gente y se hace uno una culturita. En su encarnación como Hermes Trismegistos, da origen al conocimiento hermético que viene a ser una contradicción en los términos y a la hermenéutica o métodología científica que nos enseña cómo siempre cabe entender las cosas de una forma que no se le había ocurrido a nadie antes.

Bueno, lo dicho, sans blague, al grano: el artículo pretende demostrar que España vuelve por donde suele: el vacío de poder como el que hay ahora en el Estado, en el centro de la Península en donde reina un tirano o no manda nadie y el gobierno está en sede vacante. La idea es que los independentistas catalanes aprovechen el momento y aceleren la hoja de ruta. Todo lo que hagan es lo que llevarán ganado cuando los partidos consigan componer un gobierno medio viable en Madrid.

El texto castellano:

El vacío del vacío.


El vacío de poder es condición endémica española porque, cuando no hay vacío, tampoco hay poder. En España no hay nada ni funciona nada, como no sean las organizaciones de delincuentes, desde las redes de trata de mujeres hasta los partidos políticos formados por presuntos malhechores y las burocracias corruptas. La única diferencia entre el gobierno en plenas facultades, que no hacía nada, y el gobierno en funciones, que aun hace menos, es que este último, además, se ha declarado en rebeldía y se niega a rendir cuentas al Parlamento. Ya puede la Cámara pedir la comparecencia del ministro Soria por los papeles de Panamá. Antes comparecerá en el Parlamento de Panamá. O en el de Marte.

Según todos los pareceres, es posible que este gobierno de la derecha ultramontana gane las próximas elecciones con una mayoría holgada en lo que resultará ser un caso único en la historia de masoquismo colectivo. Gente que vota a quien la desprecia, la explota y la esquilma. Incomprensible, pero cierto. Es muy posible que haya cuatro años más de corrupción, de saqueo, de sobresueldos, de chulería españolista, de ley mordaza y franquismo por doquier. Muy posible que el país siga paralizado a merced de la absoluta incompetencia de estos gobernantes. Muy posible que la “gran nación” de Rajoy siga sin pintar nada en los escenarios internacionales.

Frente a este gobierno no hay oposición; no existe un terreno común entre los otros tres partidos institucionales desde el que oponerse. Los tres mosqueteros con un mandato clarísimo de constituir un gobierno como fuera han fracasado en su empeño. Los mismos que se reían de los catalanes porque no componían gobierno a raíz de las elecciones de 27 de septiembre se encuentran ahora en la misma situación, pero con peores perspectivas y una evidente falta de capacidad para resolverla. Se intercambian acusaciones, no proposiciones. Como el gobierno al que se oponen, tampoco sirven para nada. 

En este momento, la única oposición real que hay al gobierno en funciones es Cataluña. El único territorio que marca distancias y tiene a raya al nacionalismo español es Cataluña. Las relaciones entre el gobierno del Estado y la Generalitat no solo son inexistentes sino de abierta confrontación… por parte del gobierno central. Rajoy llega a Cataluña y no se entrevista con el presidente de la Generalitat que es tan Estado como él, sino que se limita a proferir amenazas en tono apocalíptico y tonterías en clave castiza. Como si esto fuera el backyard del decrépito imperio español.

Por lo demás, a Cataluña, como única oposición del régimen de la derecha neofranquista, le da igual que el gobierno del Estado esté en manos de la derecha o de la izquierda en la medida en que las dos son nacionalistas españolas y contrarias no solo a la secesión de Cataluña sino a la mera idea de un referéndum consultivo, no vinculante, con el fin de aplicar el principio democrático. Solo Podemos parece aceptar la idea de un referéndum catalán y no está muy claro en qué términos.
Siendo el único contrapoder real al gobierno del Estado, la Generalitat no puede esperar ayuda de ninguna otra parte, sino, al contrario, reproches, críticas y amenazas. Cuando no meras provocaciones, como suele suceder en las redes en donde se vierte el mayor porcentaje de catalanofobia imaginable. Solo puede contar con sus propias fuerzas, sus instituciones, su sociedad civil y su gente. Y con la simpatía que pueda despertar en la comunidad internacional por su carácter abierto, democrático y pacífico.

La minoría nacional catalana en España tiene derecho de autodeterminación diga lo que diga el Tribunal Constitucional español y todas las autoridades del Estado, pero ningún gobierno español permitirá su ejercicio. Siendo como es una minoría nacional estructural en el conjunto del Estado, no puede esperar que funcione en su caso el principio democrático porque los catalanes nunca serán una mayoría dentro de España y no les llegará solidaridad de ninguna de las partes que extraen beneficios del sojuzgamiento catalán.

Por eso, lo mejor que puede hacer es aprovechar ese vacío de poder que hay en España para llevar adelante su hoja de ruta y proceder a la desconexión cuanto antes.

dijous, 7 d’abril del 2016

La política del robo y el robo de la política

Nadie ignora que la Xª Legislatura, el gobierno de Rajoy al frente del PP, ha sido la época de más desaforado latrocinio de la historia de España. La era del expolio, del robo a mansalva, del trinque sin miramiento. Los años de los ladrones sin escrúpulos que, desde las más altas a las más bajas instituciones del Estado han saqueado los fondos públicos, los han malversado, han estafado, engañado a la gente y se han llenado los bolsillos sin tasa ni tino, con una codicia que casi parece legendaria.

En la Casa Real y sus aledaños hay dos o tres presuntos ladrones que son el pasmo del mundo entero porque ¿qué necesidad sentían estos pájaros de cometer tropelías si tenían todo garantizado gracias a la necia generosidad del pueblo?

El presidente del gobierno lleva cuatro años acusado de haber cobrado dineros en B y de haber dejado que una trama de sinvergüenzas y ladrones le pagara sus ternos y sus viajes y no ha hecho ni ademán de dimitir. Es más, reconoció los sobresueldos y reconoció haber enviado SMSs de apoyo a un supuesto chorizo encarcelado como si fuera de la misma mafia y ahí sigue, como si fuera presidente democrático y legítimo del gobierno. Que no lo es pues, no pasa de ser un okupa en rebeldía.

El partido del gobierno tiene a casi todos sus tesoreros procesados por presuntos mangantes. El propio partido como persona jurídica está acusado de robar. Varios presidentes de Comunidades Autónomas (los de Madrid, el de Valencia, el de Baleares, por cierto en el trullo) están acusados de relaciones directas o indirectas con una amplia gama de delitos en relación con la propiedad (ajena) y los caudales públicos. Alcaldes (y alcaldesas, como Botella en Madrid), consejeros, concejales, diputados del partido del gobierno a lo largo y ancho del país, todos robando o permitiendo que otros -siempre los suyos, claro- roben sin tino ni tasa.

En España, la política de la derecha es puro robo.

Y no solo eso: quienes practican con fruición la política del robo también están empeñados en robar la política, hacerla desaparecer, que no haya política, esto es, debate, negociación, acuerdo, conflicto, discusión. Solo anhelan el silencio de quienes se resignan a ver cómo una banda de ladrones que se constituye en partido político, controla todos los mecanismos del Estado e instala una cleptocracia con la bendición de los curas. Es el clero uno de los estamentos más beneficiados o quizá el más beneficiado por esta política de ladrones, esto es, una mezcla de cleptocracia y hierocracia o gobierno de ladrones y curas.

Este robo de la política, este intento de suprimir toda crítica, toda interpelación, participación y control de los poderosos fue evidente desde el primer momento del gobierno de la derecha en 2011. Por entonces quedó claro que el presidente de los Sobresueldos no estaba dispuesto a dar cuenta de sus actos, ni explicación alguna, ni a comparecer en ruedas de prensa ni a admitir preguntas y que pretendía limitarse a aparecer en pantallas de plasma, como si fuera el Gran Hermano.

Esa actitud refractaria a todo talante democrático, a toda política de entendimiento y negociación se vio claramente en la entrevista de Évole al Sobresueldos hace una fechas. Difícil encontrar un ejemplo más claro, evidente, palmario y en primer plano de lo que es un caradura, esto es, alguien que no escucha lo que no quiere oír, que miente con absoluto desparpajo, falta al respeto al auditorio y cree que este es imbécil y se le puede colocar cualquier patraña. Dos o tres perlas de este ejemplo de robo literal de la política y escamoteo del derecho de los ciudadanos a estar informados de lo que sus gobernantes hacen con sus votos y, sobre todo, con sus dineros:

Rajoy se equivocó en los SMSs a Bárcenas. Pero no hay consecuencias de su equivocación.

Él no es responsable de que haya un montón de corruptos y ladrones en todos los puestos del PP, a pesar de ser el presidente del gobierno y el del partido. 

Él no es responsable de que el independentismo catalán se haya multiplicado por dos, a pesar de haberse mostrado radicalmente catalanófobo desde su primer momento, un provocador y un absoluto incompetente en las relaciones entre Cataluña y España.

No le consta que en España haya más de 110.000 personas asesinadas por los fascistas de Franco (su antecedente ideológico) y enterradas en fosas comunes.

Su gobierno en funciones no tiene por qué ser controlado por el Parlamento porque, según la ratita hacendosa que funge como vicepresidenta y tiene una visión del mundo de eso, de ratita hacendosa, al tratarse de un Parlamento nuevo no ha lugar justo cuando más lugar hay.

Su empeño es que no pueda formarse gobierno a los efectos de ver si, con unas nuevas elecciones y una mayor abstención es posible una nueva mayoría absoluta del PP que permita ambas cosas:

1) una política de robo a la ciudadanía; 

2) un robo de la política a la ciudadanía. 

diumenge, 14 de febrer del 2016

La matanza de San Valentín

Un disparo ha bastado a Esperanza Aguirre para acabar con toda la clase política (especialmente de izquierda) del país y puñados de finos analistas. Un disparo cargado con el señuelo de una dimisión por "responsabilidad política", que no penal personal (faltaba más) que además quiere ser una lección de transparencia y sensibilidad democráticas. 

Un paseo por las redes de hoy, domingo de San Valentín, produce verdadero bochorno: todos los políticos pegándose por atribuirse la dimisión de Aguirre, el honor de haber matado el oso (en este caso, la osa, por cierto mucho más lista que todos ellos juntos) cuya piel, como siempre, están vendiendo sin haber matado al animal de verdad. De leer a nuestras lumbreras, Aguirre ha caído por la presión de Podemos, de C's, de IU, del PSOE y ¡hasta del PP! En algún caso, el delirio ha llevado al presuntuoso de turno a confundir a Reagan con Nixon, que es como confundir a Churchill con el Rey Faruk.

Esperanza Aguirre no ha dimitido de nada de lo que no fueran a echarla en un futuro inmediato. Su sucesión en la presidencia del PP por Cifuentes es ya cosa hecha. Prueba: que González, su hombre, también dimitió hace un mes de la secretaría general de la organización de Madrid, ya preparando el camino.

Resumiendo para que se entienda: Aguirre se va de donde van echarla en todo caso en unas semanas, convierte su destitución en una dimisión honorable "por razones políticas", pone en un brete al Sobresueldos y se mantiene en su puesto de portavoz del PP en el Ayuntamiento, desde donde planea dar la batalla por la presidencia del PP nacional cuando a Rajoy no le quede más remedio que irse.

Más inteligente aun: la tarea de quitarle de enmedio al Sobresueldos se la están haciendo todos los demás que, desde el PSOE hasta el PP, pasando por los neonatos de Podemos y C's piden a una la dimisión de este pájaro. Ella que, además, tiene sentido del humor, quizá le envíe un SMS pidiéndole que sea fuerte.

¿Más claro? Aguirre no ha dimitido. Igual que no dimitió la otra vez que dijo que lo hacía. Ha hecho un repliegue táctico en el que ha contado con la ayuda del coro de bocazas de la oposición que no sabe ni cómo se lee una partitura. La maniobra puede salirle bien o no porque tiene sus riesgos, pero es mucho más inteligente que el conjunto de sandeces que cabe leer en las redes celebrando una victoria ficticia y haciéndole el juego a una política que da cien vueltas a sus adversarios dentro y fuera de su partido.

diumenge, 24 de gener del 2016

La España oficial y la España real

Todos lo medios de comunicación, todos los mentideros, las tertulias, las barras de las cervecerías, en donde los españoles suelen resolver el problema del Oriente medio entre caña y caña, hablan sin parar de lo mismo:las consultas reales para la formación del gobierno. No hay sitio para nada más. Una situación muy enrevesada, casi laberíntica.

Prácticamente todos los comentaristas se rindieron a la audacia de Pablo Iglesias al proponerse a sí mismo como vicepresidente de un gobierno de coalición con el PSOE, antes de que nadie hubiera dicho esta boca es mía. Una jugada maestra, fulminante, un órdago, una finta que, según muchos analistas dejó descolocado a Sánchez e indujo a Rajoy a quitarse de enmedio.

De escuchar los habituales ditirambos que Podemos se dedica a sí mismo permanentemente: el movimiento de Iglesias fue la causa de la retirada de Rajoy. Solo que Rajoy no se retiró, sino que se hizo a un lado cucamente, a esperar acontecimientos porque, dando por cierto que no será investido, prefiere nuevas elecciones, mientras Pedro Sánchez, nada interesado en ellas, tomó distancias de la oferta de Iglesias y sus amigos del PSOE la calificaban de humillación y chantaje, ignoro por qué. No veo el chantaje por parte alguna. Veo, sí, mucha petulancia, habitual en estos salvapatrias de nuevo cuño populista, pero nada de chantaje. Es lógico, además, que pujen por sacar adelante un gobierno, antes de que retornen las fricciones en su grupo con las franquicias una vez se sienten estas a considerar cómo ese "ministerio de la plurinacionalidad", en realidad suena a ministerio de las reservas indias.

El repliegue del presidente de los sobresueldos desconcierta el protocolo. No está previsto que quien dice haber ganado las elecciones no pueda formar gobierno. Pero sí está previsto que el que no pueda formar gobierno haga mutis por el foro y no se quede a un lado, a ver si tiene mejor suerte en otra ocasión y bloquea la salida. El Rey convoca nueva ronda de contactos y, según se supone, la solución podría ser el gobierno de coalición de la izquierda PSOE, Podemos y los dos de IU. Ya analizamos ayer sus perspectivas y facetas. Mientras tanto, Metroscopia, en sondeo encargado por El País, llega a la conclusión de que la gente valora negativamente a Rajoy, Sánchez e Iglesias, pero pone nota alta a Rivera. Este último dato es tan sorprendente que comienza uno a sospechar que el país oficial es, en realidad, una ilusión, una quimera, una fábula narrada por un idiota, como dice Shakespeare.

Ese es el país oficial: gobierno, partidos, tribunales, jueces, Parlamento, Constitución, elecciones, representación, negociaciones, etc. El país del que hablan los medios, sobre el que se cruzan apuestas y que debaten los expertos. A su lado está el país real, el verdadero, el que responde a la verdadera esencia de este cortijo gobernado de siempre por una oligarquía corrupta, inepta y reaccionaria. Una jueza imputa un delito al partido del gobierno, el PP, por el borrado de los discos duros del ordenador del presunto delincuente Bárcenas, extesorero del partido. Llama a declarar a la tesorera actual del partido y al propio Bárcenas. Justo el mismo día que el hombre mano derecha de la vicepresidenta del gobierno se ve obligado a dimitir por su supuesta implicación en una estafa al parecer propiciada desde la misma Moncloa, sede del gobierno. En cualquier lugar del planeta el presidente de ese partido estaría ya en su casa. Aquí está en el gobierno y quiere seguir.

Es el país real,  gobernado por un presunto corrupto, rodeado de ladrones y sinvergüenzas, algunos de los cuales están ya en la cárcel y otros esperan entrar en breve, al frente de un partido que es una banda de malhechores que llevan años tomando las instituciones públicas al asalto y esquilmando el erario en donde quiera que se relacionan con él. Un país cuyo Jefe del Estado tiene a su hermana sentada en el banquillo acusada de delinquir y un cuñado en idéntica circunstancia y un padre, Rey dimisionario, cuyo comportamiento ha sido inadmisible desde todos los puntos de vista y que ha amasado un dineral, de lo que informa la revista Forbes, sin que hasta la fecha haya dado explicación alguna sobre el origen de su fortuna.

Real y muy real es que el mismo pavo que protegió y amparó a su amigo Bárcenas, que cobró sobresueldos de procedencia dudosa, engañó a todo el mundo con un programa electoral falso, mintió descaradamente en al Parlamento y protegió y amparó prácticamente a todos los delincuentes del PP, tiene el morro de presentar su candidatura a la presidencia del gobierno. Como lo es que el partido cuyos miembros (muchos de ellos con altos cargos de la administración, empezando por el consejo de ministros), han entendido la política como un medio para enriquecerse a costa del bien público, para enchufar a los amigos y parientes y esquilmar el país, privatizando sus bienes colectivos o simplemente robándolos, tenga la representación parlamentaria más numerosa

Son estos sinvergüenzas quienes, disfrazados de políticos, atienden a todos los ritos de la democracia, como si aquí hubiera un gobierno y no un consejo de forajidos; un Parlamento y no un coro de paniaguados, enchufados y botarates; unos tribunales y no unos jueces obsequiosos con los poderosos; como si los medios tuvieran periodistas independientes y no sicarios a sueldo; como si los curas se dedicaran a pastorear a la grey y no a arramblar con cuanta riqueza se cruza en su camino para enriquecer a la Iglesia. Háganse cuantas excepciones se quieran en todas esas categorías. Siempre serán excepciones.

El país real es este que todos padecemos. El otro, el de las consultas reales, las tertulias, en el fondo, es una ilusión, un mundo virtual.