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diumenge, 19 de febrer del 2017

Giro del PSOE

La junta gestora se ha lucido en todo el trayecto. Empezó creyendo que el golpe de mano del 1º de octubre sería aceptado por la militancia y no ha sido así. Ha sido al revés: ha provocado una rebelión que se ha articulado con la espontaneidad y flexibilidad que hoy se llevan y tanto propician las redes. Continuó pensando que su labor de oposición sería crucial y así podría dulcificar la amargura de la defenestración del SG. Ha resultado ser irrelevante, rehén del chantaje de elecciones anticipadas, y la gente no se traga el relato de la exigente oposición. Siguió preparando el camino a la candidatura de Susana Díaz de la que, en el fondo, la gestora es una especie de emanación, de ectoplasma y, para ello, postergó la convocatoria de primarias y congreso cuanto pudo. Se encontró, sin embargo, con que la prolongada campaña de primarias que abría iría en favor de los candidatos alternativos a la señora Díaz.

No ha dado ni una.

La campaña, por lo demás, tampoco es tan larga. Cuando quieran percatarse del todo, ya estarán votando las bases. Las temibles bases. Se las ve bastante entusiasmadas con la candidatura de Sánchez. Claro. Es requetesabido: la víctima de una injusticia como fue la defenestración de octubre tiene mucha fuerza atractiva, mucho carisma. Y que fue una injusticia se reconoce implícitamente en esa propuesta de Patxi López de que al SG solo pueda deponerlo la militancia. No cuatro burócratas. Claro que la mejor manera de asegurar el triunfo de esa propuesta es elegir a quien fue víctima de la injusticia que ahora se quiere remediar. López debe asesorarse con comunicadores políticos menos ingenuos o más avisados. Añádase a ello que Sánchez tiene buena imagen. Se nota en que las cámaras lo buscan. Cultiva, además, el romanticismo del beautiful loser.

La larga campaña tiene visos de larga marcha durante la cual los candidatos se verán obligados a formular su programa para el partido y para España, a contrastarlo ante la militancia y la opinión pública en general. Dato este último nada desdeñable. En las primarias los militantes tienen voz y voto, pero la opinión pública tiene voz. Y se oye. El hecho de que el electorado del PP sea mayoritariamente favorable a Susana Díaz en el PSOE tiene dos lecturas: es muy perjudicial o muy beneficioso para Díaz, según el punto en que el lector se encuentre, si es partidario de la gran coalición de hecho o de una unión de la izquierda.

Ese, el de la izquierda, dice el medio, "sin complejos", es el campo de Sánchez que los otros dos, López y Díaz no parecen dispuestos a reñirle. Dado que López trae porte y maneras de centro superultrarequeteconciliador, a Díaz solo le queda la derecha. No se ha hecho de necesidad virtud, sino de virtud necesidad. Pero eso lo borda la presidenta andaluza con ese ramalazo peronista que suele lucir.

Hasta ahora por "izquierda" parece entenderse aquí el distanciamiento del PP y un propósito, por cierto muy grato de oír, de unificar la izquierda para derrotar a la derecha. Pero en los meses que se avecinan, será preciso llenar de contenido esos enunciados. En el aspecto negativo, en qué cristalizará la nueva oposición al PP. En el positivo, qué medidas van a tomarse en los asuntos que afectan a la ciudadanía: desempleo, dependencia, condiciones laborales, impuestos, pensiones, etc. Dejo para el final la espinosa cuestión de qué se propone en relación a Cataluña ahora que, según parece, el gobierno central va a hacer una propuesta de mayores competencias e infraestructuras a cambio de suprimir el referéndum. La respuesta más probable de la Generalitat será la negativa. Pero, a su vez, sin duda, responderá con otra que incluirá el referéndum pactado. Con lo cual el gobierno habrá de responder a su vez. Eso se llama negociar y para algo servirá.

El distanciamiento del PP es fácil de realizar y de justificar. No es de recibo que el gobierno siga actuando prácticamente como en la legislatura anterior, cuando no había oposición digna de este nombre.

Lo interesante es la propuesta explícita de unificar a las izquierdas. Se trata de un punto de tensión tanto dentro del PSOE (en donde muchos abominan de cualquier relación con el neocomunismo de Podemos) como entre el PSOE y Podemos, cuyo objetivo primordial sigue siendo el sorpasso. La justificación de la política unitaria está al alcance de la mano con solo mirar el gobierno de la izquierda en Portugal. No hay ninguna razón racional para que no suceda lo mismo en España. Hay razones irracionales que debieran ser suprimidas.

Al margen de los líos en cada una de ellas (ya veremos cómo se toma el personal ese shadow cabinet que ha montado Iglesias), las dos izquierdas tienen una obligación de unificar su acción. La forma más clara de reconocerla y aplicarla sería nombrar una comisión paritaria para establecer un programa común de la izquierda. Se trataría de copiar lo que hicieron los franceses a fines de los 70 y primeros 80 para acabar copiando lo que han hecho los portugueses. Sencillo. Por lo demás, eso no impide que ambas fuerzas, socialdemocracia y neocomunismo, sigan criticándose mutuamente. Las críticas escuecen, pero ayudan a mejorar. Y cuanto más duras, mejor. Lo que no debe practicarse es juego sucio.

 Por supuesto, todo ello en el caso de que salga SG Pedro Sánchez. Si sale otro, de unidad de la izquierda, nada y, por lo tanto, probable nuevo gobierno del PP quién sabe con qué mayoría.

dilluns, 13 de febrer del 2017

Unidad y humildad

Justo los rasgos más obviamente ausentes en Podemos en general y en su secretario general en particular.

Podemos no es ni podrá ser jamás unitario porque está concebido como un mosaico, como un conglomerado de fracciones ideológicas y territoriales que conservarán una apariencia de cohesión mientras tengan expectativas razonables de repartir cargos, prebendas, poder. Y, aun así, tampoco es seguro que el frágil equilibrio que se establezca a raíz del congreso dure mucho tiempo. Es ingenuo pensar que en un conflicto como el vivido por la formación morada, con unos vencedores por avasallamiento y unos vencidos sin paliativos, las aguas vuelvan a su nunca muy tranquilo cauce. Es iluso creer que los primeros resistirán la tentación de perseguir y acabar con los contrarios y que los segundos no soñarán con la revancha, con torcer las decisiones colectivas o con alzarse por su cuenta.

Desde luego, la ingenuidad y la ilusión son rasgos del fanatismo que Podemos inspira a sus seguidores, fervorosos creyentes en el carisma del jefe, un curioso retorno a la enajenación y arrebato de los viejos movimientos milenaristas que se creían desaparecidos. Pero, por muy intensa que sea la pasión acrítica de los acólitos, la dura realidad de los comportamiento colectivos oligárquicos de los partidos se acabará imponiendo.

En realidad, ya lo ha hecho. La lista de los diez candidatos más votados refleja el desequilibrio de la formación: ocho son de obediencia ciega y total a Iglesias, en especial el segundo, Echenique, quien cambió el espíritu anticapitalista como antes había abandonado el de Ciudadanos, para situarse a la vera del ganador, criterio de escasa elegancia pero mucho provecho. Se añaden los tres de más edad o generación veneranda, Navarro, Julio Rodríguez y Cañamero, los tres ligados por una relación personal con Iglesias, e Irene Montero, en situación similar, pero más intensa. Los únicos con algo de peso y autonomía propia, Mayoral y Alberto Rodríguez, también son incondicionales del líder. La tendencia de Errejón (por cierto, desplazado ominosamente al tercer puesto) solo cuenta con dos cargos: él mismo y Rita Maestre. Ninguno para los anticapitalistas, que se conforman con dos en lugares muy inferiores de la lista de elegidos. Y, por supuesto, como cabe esperar del machismo de Podemos, solo dos mujeres y las dos en relaciones personales pasadas o presentes con alguno de los siete-machos de los diez primeros puestos de la direccion. Se le puede llamar como se quiera, dirección, comité, comisión, círculo, en realidad, es un grupo compacto al servicio del líder, una máquina de matar, políticamente, se entiende. 

La aplastante victoria de los neocomunistas de Iglesias ya garantiza la unidad reclamada por las bases, pero no que esa unidad no se haga a costa de las maltrechas espaldas de los errejonistas y, les guste o no, de los anticapitalistas, cuya actitud en esta contienda no ha sido precisamente gallarda.

¿Y qué decir de la "humildad"? A la vista y oída está luego del discurso de Iglesias. Vaya por delante que esa táctica de resumir un resultado electoral beneficioso con una aparente y compungida autocrítica y propósito de enmienda lo hacen todos los políticos. Es parte de su oficio. En 1993, Felipe González había "entendido el mensaje": en realidad, no había entendido nada. En 2004, Zapatero prometió que "no fallaría": fue lo primero que hizo algobernar, fallar. En 2011, Rajoy iba a gobernar sin recortes y no paró de hacerlos hasta la fecha. Las promesas de los políticos al ganar las elecciones (que interpretan siempre como un cheque en blanco) resisten tanto como las plumas al viento. Y, en el caso de Iglesias y la promesa de humildad choca además con su caracter altanero, ególatra y autoritario, el que le hizo postularse para la vicepresidencia del gobierno en diciembre de 2016 y el que le movió a anunciar su dimisión si el congreso no respaldaba sus pretensiones, en una especie de chantaje sentimental copiado del de Felipe González en el famoso XXIX Congreso del PSOE.

La consigna de la victoria, unidad/humildad, apenas durará lo que se tarde en depurar a quienes han tenido la osadía de oponerse al criterio de la jefatura. Luego llegarán los otros elementos de la realidad con la que habrá de bregar una organización que ya se ha definido taxativamente en el panorama político español como el intento de resurrección del comunismo camuflado en IU. La federación dirigida por Garzón ahora tendrá que buscarse alguna retorcida excusa para su habitual bronca interna, cuenta habida de que en Iglesias ha encontrado alguien más papista que el Papa siendo el Papa, el gran enemigo del PSOE, Anguita, referente intelectual de Iglesias según propia confesión de este. 

La promesa de humildad abre camino al firme propósito de seguir siendo útiles a la "mayoría social". Y aquí está el punto vano, si no directamente delirante, del discurso del vencedor: ¿qué mayoría social? Todos los analistas coinciden en algo que Palinuro lleva meses, años, diciendo: si Podemos comete el error de aparecer como los walking dead de IU y del añoso Partido Comunista, retornará a los humildes porcentajes del voto que cosechaba Anguita en sus mejores momentos. La presunción ahora -y no es nueva, porque ya se formuló para ir a las fracasadas elecciones del 26J de 2016- es que, dada la pavorosa crisis del PSOE, esta vez sí, esta vez se dará el sorpasso y los viejos comunistas podrán por fin, hacer realidad su sueño de destrozar a la socialdemocracia que, en el fondo, es su único objetivo.

Dos breves consideraciones, que ya está alargándose en exceso este post: a) lo más probable es que esta crisis del PSOE sea pasajera, que el partido de Pablo Iglesias se recupere y que no haya sorpasso alguno, pero la izquierda quedará dividida y la derecha gobernando; b) si la crisis no es pasajera y se da el sorpasso, la izquierda seguirá tan dividida como antes y la derecha también continuará gobernando. Porque el comunismo, aunque se vista de mona mediática, no gana elecciones democráticas en parte alguna. Pero posibilita el gobierno del PP, cosa en la que le ha salido un competidor, el PSOE, que rivaliza con el otro en dar paso a la derecha.

dissabte, 11 de febrer del 2017

Entrevista en el ABC sobre Podemos

Subo a Palinuro una breve entrevista que me hizo ayer Enrique Delgado para el ABC  con fotografías de Isabel Permuy. Está en el apartado de "Madrid" del periódico, que es donde ahora trabaja Delgado. Estaba interesado en mi opinión sobre la oferta que, al parecer, hiciera Iglesias a Errejón de que se postulara como candidato a la alcaldía de la capital, sucediendo así a Carmena. 

Parece evidente que la propuesta trataba de apartar al segundo a la vía muerta de la alcaldía de la capital. Más o menos lo que hizo el PSOE en su día con Tierno Galván, también personaje molesto para los intereses creados, como Errejón. De ese modo, además, Iglesias conseguía dos objetivos en uno: deshacerse de Errejón y de Carmena al mismo tiempo. Y no sé cuál le parecería más apetecible. Porque si Errejón es molesto para el pintoresco carisma de Iglesias, la independencia y libertad de juicio de Carmena no le permiten capitalizar en su interés el gobierno municipal de Madrid. 

También hablamos de lo que pueda suceder en Vistalegre II. Hoy he visto muchas noticias y comentarios al respecto en las redes. Dice Delgado, con ingenio, que, como buen politólogo, no arriesgo un vaticinio. En realidad, no merece la pena. Podemos está fracturado; pero no en dos bloques sino, cuando menos, en cuatro: Iglesias y sus neobolcheviques, Errejón y sus institucionistas, Urbán y los "anticapis" y la matrioshka de IU, con el PCE dentro de ella. 

No pudieron ni pueden ni podrán.

dimecres, 8 de febrer del 2017

El drama de la izquierda

Salta a a la vista. Ni separadas ni unidas tienen verdaderas perspectivas las izquierdas. Es cierto que unidas sobre los porcentajes del CIS llegarían al 40,3% y superarían al PP. Pero, a su vez, estarían por debajo del posible 45,4% de una unión PP-C's que ya se da de hecho. 

Así se refleja la realidad en los descarnados números. Si luego nos adentramos más en las cuestiones ideológicas, los dos partidos de la izquierda están desgarrados cada uno por un conflicto interno que no les deja prosperar.

Podemos es la vieja izquierda de inspiración comunista, repentinamente rejuvenecida por una forma audaz y revolucionaria de empleo de los medios, tanto los audiovisuales clásicos como las redes. Esta presencia mediática tan potente fue arrolladora en un primer momento y luego se ha acabado convirtiendo en un handicap por sobreexposición desde muy diversos puntos de vista que aquí solo cabe mencionar de pasada: saturación de imágenes y consignas, sobre todo si se reiteran y no se renuevan, confusión de mensajes incluso contradictorios, luchas por la notoriedad, etc.

La expectativa generada al principio de constituirse en una nueva izquierda por encima de las dos tradicionales comunista/socialdemócrata se truncaría amargamente en las elecciones de 20 de diciembre de 2015 y se convertiría en parón y cuenta atrás cuando Podemos se fundió en el abrazo de la muerte con IU en las elecciones del 26J de 2016 y tampoco consiguió el sorpasso, al que había sacrificado todo, incluso su supervivencia. Podemos tenía un techo de cristal. Unidos Podemos, también. Está por ver qué suceda en el Congreso de Vistalegre II, aunque probablemente la bronca se mantendrá y, si el partido no se escinde, arrastrará una existencia sobresaltada pero irrelevante mientras retorna a las cuotas electorales que tenía IU en tiempos de Anguita.

En el PSOE las cosas no pintan mejor sino quizá peor. Tanto que, precisamente, una de las esperanzas de Podemos es que los socialistas no se recuperen. A lo mejor no es preciso esperar el anhelado sorpasso sino que la divina providencia lo procura consiguiendo que en el PSOE las distintas corrientes se entrematen. No siendo esto así, la batahola actualmente en marcha en el partido del viejo Pablo Iglesias está siendo muy animada y, al darse en gran medida también a través de las redes, muy participativa. La maniobra de los golpistas del 1º de octubre: conspiración palaciega, defenestración del SG y constitución de una comisión gestora pertenecía al mundo analógico de las partidas de dominó en el casino, más que al digital de comunicación universal. 

En realidad, esta pugna apunta a una cuestión de fondo, estratégica, del socialismo, un enfrentamiento entre una idea de partido dinástico, fiel a los principios de la Constitución de 1978 en su interpretación más restrictiva en el aspecto territorial y otra de un partido que recoja la tradición socialdemócrata de izquierda y se ofrezca como eje para articular una posible unidad de la izquierda. Esa es la apuesta de fondo: un partido que quiere conservar el sistema como está (y al que se acusa de connivencia con el PP) y otro que quiere reformarlo sustancialmente, aunque sin romperlo. 

Según interpreta El País, el electorado valora esta actitud sensata del PSOE y la premia, de lo que el diario se siente muy feliz porque coincide con su línea editorial. La posibilidad de una victoria de Pedro Sánchez en las primarias pone de los nervios al establishment político-mediático. Tanto que, desconfiando (con holgada razón) de la capacidad de Susana Díaz y/o Patxi López de frenar el "ciclón" Sánchez, los más inquietos anden buscando un cuarto nombre en el que confiar.

Los índices de popularidad son muy dignos de considerar. Siempre he dicho que es la parte más valiosa de las encuestas pues es donde los encuestados se sueltan más, dicen la verdad porque les es cómodo y es más fácil opinar sobre personas que sobre ideas. Por eso siempre me ha llamado mucho la atención la distancia que media entre la entrega de los medios a Pablo Iglesias y la baja consideración en que la gente lo tiene, a diferencia de los suyos que lo adoran. Literalmente. Y en la valoración popular está por debajo de Rajoy.

dilluns, 6 de febrer del 2017

Podemos a tortas, como siempre

Pasaron meses negando los enfrentamientos y conflictos internos y afirmando que quienes los mencionaban era taimados enemigos, agentes del capitalismo, vendidos a la reacción. Aunque las señales y los síntomas de las desaveniencias eran evidentes, mentían y hasta escenificaban ridículas escenas de ternura entre ellos. No había modo de ocultar que, a pesar de su convicción de ser algo nuevo, distinto, rompedor, Podemos era y es un partido como todos los demás, con sus tensiones internas, sus luchas por el poder, sus zancadillas, ambiciones, trampas y mentiras. Y que recurre a los mismos métodos que todos los partidos: "los trapos sucios se lavan en casa", "los medios se la tienen jurada a Podemos", etc. Mentira tras mentira.

De vez en cuando, el frente teórico/ideológico, tan abundante como insubstancial en esta organización, trataba de elevar la categoría de la(s) controversia(s) y darle(s) alguna dignidad intelectual sin conseguirlo. Quienes tratan de disimular la pura bronca descarnada por el poder y el control personales, contraponiendo ideas, conceptos, teorías, opciones, apenas tienen recorrido. Ellos mismos no saben ni por dónde se andan y el espíritu de la trifulca interna no es muy distinto al de un gallinero.

Sus intelectuales orgánicos y sus dirigentes con ínfulas (esos que confunden las tertulias televisivas con debates de fondo) quieren pasar por lo que no son. La controversia interna de Podemos es, como siempre, una lucha por el poder personal y de las camarillas al servicio de unos u otros líderes. La disfrazan con algunos retazos de divergencias orgánicas y estatutarias (hasta donde llegan a discutir) pero, en realidad no tiene mayor altura que las endémicas peleas en el seno de IU. Por cierto, no es enteramente disparatado sostener que este desastre de Podemos estaba cantado desde el momento en que, tras meter la pata al negar la primera investidura de Sánchez en diciembre de 2016 y garantizar así el gobierno del PP, Podemos decidió suicidarse fusionándose con IU -la consabida organización de termitas- y el Partido Comunista de España, prestándose a su labor de camuflaje.

Actualmente Podemos es una especie de movimiento fracturado en cinco corrientes mal avenidas y que no serán capaces de actuar unitariamente, como no lo era IU: los "bolcheviques" de Iglesias, los "institucionistas" de Errejón, los "asamblearios" de Urbán, los "intrigantes" de Garzón y los "ni chicha ni limoná" de Bescansa. Y eso sin contar las tensiones desestabilizadoras que se presentan en las autonómías históricas y también Andalucía. En este caos de narcisismos y personalismos es imposible articular una oferta coherente que sea atractiva para el electorado.

Por último, un dato nuevo. En las más recientes explicaciones, quejas y protestas se echa de ver el gran peso que tiene el hiperliderazgo de Iglesias en sus aspectos más tópicos y dañinos. Ninguno de los rebeldes y críticos se atreve a criticar directamente al Secretario General porque suponen que tiene un apoyo incondicional de las bases. Y mucho menos se atreven a calificarlo como lo que a todas luces es, un ególatra, un narcisista solo pagado de su imagen mediática pero sin una sola idea constructiva que vaya más allá de consignas elementales. Y, como no se atreven a decir lo que piensan del superlíder, se refugian en el recurso de todos los críticos y rebeldes que no osan dar la batalla directamente y dicen eso tan típico de que Iglesias es el líder indiscutible por derecho propio, pero que no está enterado de lo que sus supuestos fieles seguidores hacen en su lugar. Él es justo, benéfico, legítimo, pero se ha rodeado de una camarilla de farsantes que solo tratan de medrar ellos aun a costa del partido y de su jefe. Lo mismo se decía de Franco, de Hitler, del Zar, de Lenin, de Stalin, de todos los autócratas que en el mundo han sido. Ellos son buenos; sus colaboradores, que los aislan del resto de la gente y los manipulan, son los perversos. ¡Ah, si él supiera!

Otra mentira más. Son los dirigentes quienes se rodean de la gente que les conviene porque así escuchan lo que quieren oír para lograr su objetivo: mandar.

divendres, 3 de febrer del 2017

La frase revolucionaria

El proceso precongresual de Podemos está lleno de enseñanzas, especialmente para ellos mismos. Era tal su identificación con lo nuevo, el cambio, la ruptura (en el fondo, una revolución vergonzante) que veían esa radical novedad en donde ellos estuvieran. Decían que no solamente venían a cambiar la realidad sino que, de hecho, esta había cambiado ya por su sola presencia. Olvidaban que para cambiar la realidad hay que poder, hay que ser poder, hay que tener poder, hay que estar en el poder. Un olvido curioso en quienes se llaman Podemos.


En el discurso de Podemos hay un recurso metafórico permanente al desarrollo biológico. Mucha referencia a por qué nació Podemos, con una idea de misión y también a qué quiere ser, cómo quiere constituirse, qué camino seguir. Si se nos fuera la mano, veríamos aquí la duda de Hércules entre seguir el camino del vicio o el de la virtud. No llega a tanto, pero hay dudas, opciones distintas, criterios enfrentados. Lo cual demuestra que la organización es humana, falible. O sea, los dirigentes y militantes son como todo el mundo, con sus enfrentamientos, sus luchas por el poder. Quizá el nombre adecuado hubiera sido Podremos. De ello habla en una muy interesante entrevista Miguel Urbán el de Anticapitalistas, en donde reconoce que Errejón aspira a controlar el partido sin chocar directamente con Iglesias. Es de puro sentido común: admitir que somos mortales y estamos movidos siempre por parecidas apetencias.


Es decir, la realidad no ha cambiado. El que ha cambiado ha sido Podemos. Pasa siempre. No obstante, al tomar conciencia de este hecho, se dispara la rica retórica del discurso: no hay fracción, no hay ruptura, no hay enfrentamiento. Seguimos siendo unicos, especiales, nosotros no nos pegamos. Pasado el Congreso todos trabajaremos codo con codo en pro del común proyecto. ¿Qué proyecto? No está claro. De momento, parecen definirse tres propuestas distintas de organizar el partido. Para entendernos y simplificando: 1) la caudillista de primacía del SG; 2) la populista de los cuerpos intermedios, los comites, círculos, órganos; 3) la asambleísta de todo el poder a los círculos. Bien, pero tres proyectos de organización del partido no son tres proyectos para cambiar la sociedad.

Y justamente, de eso es de lo que más hablan, de cambiar. Han venido  a cambiar la sociedad, la realidad, España. Hay que ver qué subconsciente mesiánico delata esa imagen.  Utilizan un lenguaje duro, pero no preciso. Lo mejor pensado para asustar a la gente. Son adictos a la frase revolucionaria, pero vacía. "Cambiar", sí, pero ¿en qué? Esa es la ventaja que le llevan los partidos de la vieja escuela. Cuando estos piden "cambiar" quieren decir alternar el partido en el gobierno. De cambiar la sociedad, el modo de vida, el modelo productivo, de eso no se dice nada. De forma que el discurso de Podemos, en la medida en que se entiende, tiene un engarce modesto en la realidad. Aunque se presente hiperbólicamente como el discurso de la inmensa mayoría, del noventa y nueve por ciento frente al uno por ciento, es improbable que encuentre un eco superior al que ha tenido hasta ahora; al contrario, puede ser inferior.

La retórica de "los de arriba" y "los de abajo", cuyo supuesto es que los primeros son una exigua minoría y los segundos somos la mayoría, olvida que hay un amplísimo sector en el medio, la inevitable clase media real o imaginaria. Cierto que esto de las distancias y las jerarquías depende en gran medida del punto de vista. Desde arriba, todo es abajo; desde abajo, todo es arriba; desde el medio hay un arriba que te puede caer encima y un abajo que puede abrirse a tus pies. A ese sector, desde luego muy numeroso en nuestras complejas sociedades, lo discursos dicotómicos, polarizados suelen darle miedo. Y la gente con miedo no te vota, al menos voluntariamente.

Como, por muy dispuesto que se esté -llegado el momento- a asaltar el Palacio de Invierno, hay que tratar de ganar elecciones en esta sumamente defectuosa democracia representativa, es preciso elaborar un discurso que la gente vote. Pero, ya lo vemos, con la dialéctica de la polarización tal cosa no sucede. Por eso, hay otra escisión o polaridad fuerte: la que pretende allegar los votos absorbiendo los del PSOE a base de destruirlo y la que aspira a aumentarlos con algún tipo de alianza con la socialdemocracia. En esa alternativa, la única real en toda la monserga, está la clave del sistema de partidos de los próximos meses, quizá años. Y aun así, tampoco es seguro porque depende de una eventualidad impredecible: la convocatoria de elecciones anticipadas.

dimarts, 31 de gener del 2017

Cuando se quiere hacer historia

El fastuoso guirigay montado en los dos partidos de la izquierda (el dinástico y el antisistema, para entendernos), en realidad se reduce a cuatro nombres: Susana Díaz, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Cuatro nombres en lucha por el poder en sus respectivas militancias. Ninguno de ellos, excepto Errejón, es conocido por elaboración teórica o ideológica digna de mención. Su plataforma solo es personal. Es eso que se llama la americanización de la política pero que, en el fondo, también aquí ha sido casi siempre así. En la izquierda, la costumbre generalmente fue dejar a los partidos la tarea de elaboración teórica e ideológica, sobre todo a través de los congresos, y fabricar de este modo la plataforma para el candidato personal. También la derecha acostumbra a hacerse presente en los congresos pero en ellos prácticamente no hay intercambio teórico ya que su actitud suele ser pragmáticamente conservadora.

Pero la crisis de la izquierda es más profunda de lo que parece porque afecta a los mismos partidos. Podemos todavía no lo es y está por verse qué estructura, que tipo de organización, con qué práctica saldrá del congreso próximo. La intensa conciencia de los primeros tiempos de estar haciendo historia en el país (pues todo cuanto emprendían era "histórico") se ha convertido en la asustada comprobación de haber sido engullidos por un presente al que es muy difícil engatusar con promesas por mucho que uno se autoatribuya una veracidad nacida, quizá, de la bisoñez.

El PSOE está fracturado en un enfrentamiento interno que nada tiene que envidiar al que se vive en Podemos. En la confrontación hay elementos interesantes. Los autores del golpe de mano del 1º de octubre van a quedarse roncos pidiendo el reinado de la paz, el compañerismo, los buenos modos y otras pamplinas. Su golpe de mano fue el mayor de los atropellos y nada ni nadie podrá dotar de autoridad la palabra de quien ha jugado sucio para defenestrar al SG e imponer su criterio en un asunto de importancia mayúscula como era la continuidad del gobierno del PP. Por supuesto, de considerar el contexto, se entiende que el PSOE haya quedado en la sombra mientras se decide el próximo duelo entre Díaz y Sánchez. Un duelo de personas acerca de cuyas intenciones nadie puede tener las ideas claras porque o no las explicitan o, si lo hacen, es solo para confundir más. En este momento la decisión entre Díaz y Sánchez está movida básicamente por intereses (los seguidores de Díaz) y sentimientos (los seguidores de Sánchez). Si el debate no se lleva a la confrontación de programas, el voto de primarias vendrá dado por las campañas de comunicación e imagen de los candidatos Y ahí Sánchez lleva alguna ventaja a Díaz. Ventaja que aumenta proclamando su socialismo "de izquierda" que, después del triunfo de Hamon en Francia y el acceso de Martin Schulz al SPD, parece presentar buenos augorios.

Más o menos lo mismo sucede en Podemos. Los dirigentes siguen sin admitir la realidad de los hechos, siguen negándolos y atribuyendo su comunicación a campañas diabólicas para apagar el faro, la luz que ilumina en las tinieblas. Es más que una mera disonancia cognitiva. Es un cierre dogmático en banda: esto no puede estar pasándonos a nosotros. "Esto" es el conflicto, inevitable en toda asociación, sobre todo en la que pretende alcanzar el Poder de forma que la acción de este se hace sentir en el partido. "Nosotros" somos eso, nosotros, los mejores, más críticos e incorruptibles. Al propio tiempo, los modelos "históricos", rechazables por ser del pasado, son sin embargo muy atractivos porque forman parte del universo mental de la izquierda de Podemos. El partido bolchevique salió de un congreso de confrontación. Esa imagen es poderosa y actúa en el Super Yo de los dirigentes. Cuando todavía negaban que hubiera conflicto en la organización, corría el chiste de que en Podemos había bolcheviques, mencheviques y echeniques. Venía a ser un recordatorio de que, en el mosaico de Podemos (en donde también habita IU y, con ella, el PCE) actúa el grupo de Anticapitalistas. El chiste está desactivado porque Echenique obviamente se ha hecho bolchevique, si bien Anticapitalistas subsiste, quizá como lo más coherente de Podemos. Pero aquí arrasa el duelo singular de las dos figuras mediáticas y -no se olvide- su presencia en las redes.

La historia se hace sola.

dissabte, 28 de gener del 2017

Triste Vistalegre

Al comienzo de la peripecia de Podemos se me ocurrió detectar cierta tendencia a vender la piel del oso antes de cazarlo. No les gustó nada. Desde luego, las metáforas tienen su tiempo. A veces se perpetúan. Ya no se cazan osos para vender su piel, es de suponer, pero sigue habiendo gente que cree tocar el cielo con la mano, aunque no levante un palmo del suelo.

El ánimo que rodea hoy a Podemos es el de decepción. A veces se formula con refinada y devastadora gracia, pero decepción es, al fin y al cabo. Las encendidas promesas del principio, las expresiones como venablos ("casta", "régimen"), la crítica radical se han convertido en un parloteo confuso como de corrala medio ideológica/medio personal que no interesa a nadie y produce auténtica irritación.

Un partido en buena medida alzado por los medios gracias al uso inteligente de estos que supo hacer, aparece ahora zarandeado y hasta maltratado por esos mismos medios.  La razón es obvia: los medios queman. Mantener durante dos años una omnipresencia mediática solo puede hacerse renovando imágenes y contenidos. Si las primeras se quedan y los segundos se acaban es el propio partido el que se convierte en noticia a base de sus líos internos. Algo tan nefasto como cuando la noticia de un medio es él mismo, cosa que normalmente no interesa a nadie más. Lo mismo con Podemos: las imágenes, los rostros, se mantienen; los contenidos se han esfumado. Nunca fueron gran cosa pero ahora se han convertido en meras glosas de los acontecimientos políticos cuya iniciativa reside en otra parte. Esa falta de contenidos no puede sustituirse con consignas o jaculatorias del tipo de "mantendremos la unidad conciliando nuestras diferencias" cuando todo el mundo ve que no es cierto.

Lo sabían desde el principio, lo habían teorizado: la acción política de la izquierda tiene que hacerse ver en los medios, tiene que proyectar una imagen ganadora. Son seguidores de la doctrina del giro pictórico, de William  J. T. Mitchell. Las imágenes han desplazado a las palabras como medios de construcción/interpretación de la realidad. Ahí estaba el oso. Pero no lo cazaron. Porque, diga lo que diga Mitchell, detrás o delante o encima o debajo de las imágenes tiene que haber conceptos. Y no los hay.

Así, ¿qué imagen proyecta ahora Podemos? Pésima. Un batiburrillo de narcisistas y ególatras enzarzados en cuestiones reglamentistas, orgánicas que a nadie interesan pero que están cargadas de consecuencias para la adopción posterior de líneas de acción y doctrinas sobre las que, sin embargo, nada se debate. Detrás de los debates ideológicos hay siempre ideólogos de carne y hueso con sus proyectos personales. Y el de muchos de estos parece ya bastante claro: colar al viejo y carcomido Partido Comunista so capa del reverdecer de una izquierda antisistema surgida espontáneamente.

Una imagen de pendencia interna en todo similar a las que aquejaban a la antigua IU, antes de su imprecisa adscripción actual a Unidos Podemos. Las mismas quejas en foro público sobre la inconveniencia de salir al foro público. Similares dimes y diretes normalmente fastidiosos. A la agitación se añade la tendencia anticapitalista que no va por libre enteramente pero tampoco está integrada en el bloque y monta su propia presentación con recurso al mundo del espectáculo. Y, además de ello, el factor territorial que todavía fragmenta más la inicial y unitaria voluntad de conseguir por fin el ansiado sorpasso y consiguiente aniquilación del PSOE. 

A lo mejor es cierto que, como explicaban sus teóricos entonces, Podemos aprovechó la "ventana de oportunidad" que abrió la crisis y la espontánea movilización social del 15M. Pero también parece serlo que la ventana se ha cerrado. Y Podemos todavía no ha definido cómo se organizará ni qué línea general o estratégica seguirá. El congreso no va a reabrir la ventana. Va a cerrarla más en su empeño de mantener la matrioshka que es el fondo de su alma: dentro de Podemos, IU; dentro de IU, el PCE, del que nadie habla, ni sus mismos militantes, como Garzón, pero al que todos tienen en mente.

divendres, 20 de gener del 2017

La línea general

Definitivamente, El País se constituye en el cuartel general de la reacción termidoriana dentro del PSOE, la encargada de liquidar todo intento de radicalismo republicano. El centro de elaboración doctrinal estratégica y táctica. El que determina la línea general. Apuntala su contundente portada, en la que aprovecha para largar una andanada doble a Podemos, con un editorial, Fuera maniqueísmos, exigiendo a los candidatos a la SG del PSOE que se alejen de "los enfrentamientos del pasado". Por tales no hay que entender la pugna entre caballeristas y prietistas, por ejemplo, sino el golpe de mano termidoriano de 1º de octubre (algo retrasado), hace tres meses. El consejo exigencia es absurdo porque este enfrentamiento surge precisamente de ese pasado reciente.

Parece que abundan los documentos preparatorios del congreso, pero lo urgente ahora, lo inmediato, es la preparación de las primarias, que se prometen pródigas en eventos ya que la militancia está muy movilizada. Las admoniciones de El País, compatibles con su apoyo sistemático a la obra de la junta gestora (tras una campaña feroz contra Sánchez que venía de antiguo) no pueden tomarse en serio. La rebelión de las bases del PSOE así lo prueba. 

Como se decía, la portada trae dos andanadas contra Podemos: el pellizco acusica de Madina y la imagen inferior, cargada de mala uva, composición de un conjunto en el que se respira la tensión.  A Madina le corresponde el poco gallardo honor de ser oposición de la oposición y apoyo del gobierno (al que dice tener poco menos que a sus órdenes) con el que tiene que pactar las migajas. Y como no se puede criticar al gobierno con el que se pacta, se critica a la oposición. Es decir, se hace el trabajo del gobierno sin estar en el gobierno. Quizá también debieran vender esto como un éxito.

A su vez, la imagen es un editorial gráfico. Pero al revés del otro, pues en vez de llamar a la unidad lo hace al enfrentamiento, al duelo. Forma parte de la "línea general" que descansa sobre tres pies: 1) moderación y reforma de la legislación del PP, pero no derogación; 2) freno al populismo; 3) solución de la "cuestión catalana" afirmando la intangibilidad de la nación española una. 

Lo que no sea la "línea general", será desviación.

dijous, 19 de gener del 2017

La Ley de Murphy

Es saber convencional generalmente compartido que nada castiga más el electorado que la falta de unidad y las discordias internas de los partidos. Y esto no se debe a que el susodicho electorado sea un manojo de maniáticos del orden y la disciplina, sino a la muy fundada sospecha de que unas gentes que no saben gobernarse a sí mismas menos sabrán gobernar a los demás. En todo caso, es un hecho conocido y lo primero que se esgrime cuando comienzan los enfrentamientos internos en un partido: si damos imagen de desunión y conflicto, perderemos votos. Es un cálculo de costes beneficios muy fácil de hacer, pero muy difícil de aplicar. Volver a juntar, a fundir, lo que se ha fracturado no suele salir. Cuanto más se haga por conseguirlo, más se notará que no se consigue. Si se adoptan las políticas por consenso, ese consenso deberá renovarse de continuo, lo que no es muy práctico.

De ahí que en Podemos haya un auténtico tumulto por conseguir llegar al congreso en buenos términos, a ser posible con un acuerdo para una candidatura única o así. Algo que, a su vez, según la tradición democrática de la izquierda, produce rechazo. ¿Por qué no van a confrontarse las posiciones abiertamente en el congreso y que él decida? Obvio, porque reflejará la fractura.

La preocupación angustiada por la fractura, en la que está jugando todo tipo de factores mediáticos, lleva a quienes la sufren a extremos que rayan en lo irracional. Si no yerro, Bescansa justifica la presentación de su "propuesta-sutura" invocando, cómo no, la unidad de Podemos, pero, si no prospera, no descarta la posibilidad de presentarla como otra opción en el congreso; aunque dice que es poco probable. Si le sumamos lo que puedan presentar los anticapis si no se ponen de acuerdo con los de Errejón, ya vamos por cuatro opciones en el congreso. Aunque de muy distinto calado, lo suficiente para mercadear.

dimarts, 10 de gener del 2017

Derrota en la victoria

Los preparativos para el congreso de Vistalegre II son muy movidos, más por las discrepancias doctrinales que por las meras dificultades logísticas. El enfrentamiento larvado hace tiempo, ocultado, negado, criticado, rechazado, lamentado, aflora inevitablemente. La advertencia de que las discrepancias se resuelvan discretamente y los trapos sucios se laven en casa resulta sencillamente absurda al tratarse de personas que se pasan el día en los medios, a donde van porque tienen cosas que contar e interesan a la audiencia y son precisamente esos "trapos sucios" y no los ditirambos a la sabiduría de la dirección.

Aunque esos mismos medios, por mor del oficio, tienden a personificar las teorías, las doctrinas, los conceptos abstractos y por eso hablan de "errejonistas" y "pablistas", nadie cree que se trate de un conflicto personal. Aunque un inevitable deje de personalismo y narcisismo siempre queda. Es llamativo, por ejemplo, que la tercera corriente articulada e identificada en Podemos, los anticapitalistas, no tengan personificación reconocible. Nadie habla de los "urbanistas" o los "rodriguistas", a pesar de que estos anticapis parecen tener las ideas más claras que sus socios y son muy conscientes de sus semejanzas y desemejanzas.

Si se lee un magnífico artículo publicado por Iolanda Mármol en El Periódico, titulado Iglesias y Errejón, las diez diferencias se verán estas claramente expuestas. Parecen ser solamente tácticas pero son también estratégicas. Quien las lea verá reproducirse la vieja confrontación de la izquierda europea desde el primer tercio del siglo XX. Dos monólogos (solo en un par de ocasiones diálogos) adversos. Uno radical, otro moderado; uno revolucionario, otro reformista; uno de tradición comunista, otro socialista o socialdemócrata. En el siglo XX y lo que llevamos del XXI, la versión radical no ha triunfado prácticamente nunca en Europa y los triunfos de la segunda se han visto frecuentemente desnaturalizados por su proclividad a la derecha.

El debate es ese: estar más en la tradición radical o en la reformista. La tendencia a ir a buscar luz en experiencias pasadas, por ejemplo, la constitución del partido bolchevique, cuyo imaginario ronda muchas cabezas de Podemos, no sirve de nada, salvo para cerrar filas en un espíritu elitista vergonzante. Hoy las circunstancias son radicalmente nuevas. España es una realidad de una extremada complejidad. El discurso de clase tiene un auditorio muy reducido. La vindicación obrerista cala con dificultad hasta entre los obreros. La idea -de raíz leninista- de que la política parlamentaria es una pérdida de tiempo obtiene su fuerza de que se exponga precisamente en el Parlamento. Los lemas de la calle solo se escuchan en el legislativo si alguien los lleva allí.

Y no solamente el discurso social precisa una urgente recomposición en términos más realistas y mejor articulados, también la necesita el discurso nacional. En los últimos años se ha abierto una crisis en la izquierda en torno al nacionalismo y la nación. La "nación" y la "patria" de los primeros momentos, inspirados en lo "nacional popular" gramsciano con toques populistas latinoamericanos, no funcionan. La propuesta sustitutoria del Estado "plurinacional", abre más interrogantes. Por ejemplo, ¿hasta dónde llegan los derechos de estas naciones? A declararse Estados independientes?

Añádase la referencia al sistema político imperante, que ha cosechado todo tipo de apelativos, "casta", "régimen", etc. En realidad, para ser desapasionados y realistas, es la tercera restauración borbónica que pretendió copiar los usos de la canovista, con la alternancia de dos partidos dinásticos formando el también muy criticado "bipartidismo" actual. Este sistema presenta un predominio de una derecha neofranquista que controla casi todas las instancias del Estado. A su vera, su contraparte, el PSOE parece estar hundiéndose en una crisis de muy mala pinta producto de sus errores pasados en tiempos de Zapatero, agravados con la etapa de colaboración vergonzante de Rubalcaba y de sus luchas intestinas por volver a configurarlo como un partido de gobierno.

En el caso de que los partidarios de la "unidad" en Podemos, esto es, los radicales con el discurso de clase y la confrontación ganasen el congreso, es posible que obtuvieran una proporción del voto algo superior a la que tienen, pero también pueden perderlo. Sin duda la debilidad del PSOE carga de razón a quienes desde Podemos piensan que ahora sí se conseguirá el sorpasso que no se dio el 26J. Puede ser, depende de muchos imponderables. No solo de la ferocidad de los ataques. También puede ser que siga sin haber sorpasso y la izquierda continúe en una situación de subalternidad. La cuestión es que esa sería la situación aunque hubiera sorpasso porque no daría para formar gobierno.

Por supuesto, son especulaciones. También los debates internos de Podemos lo son. Se repetirá que el debate es sobre cuestiones de enjundia y de doctrina. No es verdad. No lo es, sobre todo, por parte del sector radical en el que la teoría, siempre imprescindible para saber a dónde se va, ha sido sustituida por enunciados sentimentales y frases revolucionarias. Pero, aun admitiendo que estos exabruptos sean propuestas conceptuales, en los medios, que es en donde se expresa Podemos (hasta el punto de que tiene los suyos propios) se pedirán las aclaraciones pertinentes y ahí conviene tener un discurso convincente porque, innecesario decirlo, la política es comunicación y el que gana la comunicación, gana la partida.

Si el congreso lo ganan los reformistas (y ya sé que el término no hace justicia a la radicalidad de sus convicciones, pero habrá que emplearlo mientras no se proponga otro) quiere decir que habrá perdido la opción de la "unidad". Desde el punto de vista de la comunicación, eso tiene mucha importancia, sobre todo si a esa derrota de la "unidad" doctrinal sigue una fractura real de la organización.

Si el sector radical impone la "unidad", y todas las corrientes y organizaciones se fusionan ¿a quién afectará? No tengo claro cómo responderán los anticapitalistas. En cuanto a IU (hoy socia de Podemos en Unidos Podemos) y al PCE (dentro de IU y, por tanto, dentro de Podemos), ¿se fusionan o no? Tanto si lo hacen como si no lo hacen, habrá tumulto. Y en ese tumulto será interesante ver cómo responde Podemos a la acusación que le harán sus rivales en las elecciones de que, en el fondo, se trata de los comunistas de siempre con nuevas hopalandas.

O sea, para entendernos, seguirá gobernando la derecha. Esta derecha. A pesar de la corrupción, de la incompetencia, del autoritarismo, de la gestión antipopular de la crisis y la falta de diálogo con Cataluña. Con razón no se presenta en el próximo congreso del PP moción alguna para limitar temporalmente los cargos. Rajoy intentará estar doce años. O más. 

Lo único que puede hacer saltar lo previsto por los aires es Cataluña.

dilluns, 9 de gener del 2017

El referéndum pactado y el unicornio

El asunto del referéndum catalán tiene a todo el mundo en ascuas por muy diferentes motivos. En el caso de Podemos, como puede verse de las muy interesantes declaraciones de su diputado, Rafa Mayoral la convicción es firme: debe haber un referéndum y debe ser pactado. La idea del referéndum pactado no es precisamente original. Podemos la comparte con el bloque de Junts pel Sí; la comparte con Carles Puigdemont. La diferencia arranca a la hora de decir qué se piensa hacer si el Estado se niega a pactar referéndum alguno. Los independentistas dicen que, si no hay pacto, harán un referéndum unilateral (RUI). Podemos sostiene que eso no toca, que las consultas de "participación popular" están muy bien, pero carecen de eficacia. Como diría Rajoy, "no tienen efectos jurídicos". La alternativa que, por supuesto no se formula con claridad, es esperar. ¿A qué? A que el Estado haga suya la opinión del Tribunal Constitucional de que es posible un referéndum pactado.

Sin embargo, esto no es necesario. La posibilidad de un referéndum pactado está en la Constitución y su legislación de desarrollo. Basta con querer hacerlo. Lo explica mucho mejor que yo Francisco Javier Torices Pino en un artículo titulado ¿Es legal un referéndum en Cataluña sobre Catalunya? Basta con tener la voluntad política de hacerlo. Esa falta de voluntad política es la que se oculta detrás de la permanente afirmación de Rajoy de que la ley no permite el referéndum. Y lo mismo sucede con el PSOE y C's, con los tres partidos dinásticos. El "no" al referéndum es ampliamente mayoritario en el Congreso y así seguirá siéndolo. Hay más posibilidades de encontrar un unicornio por las Vistillas que de conseguir un referéndum pactado en Cataluña. Insistir en él equivale a pedir a los catalanes que se olviden de las veleidades referendarias, lo cual es inquietante cuando uno reconoce que más del 80 por ciento de aquellos quiere el referéndum, con independencia del resultado. Exigir un referéndum pactado a quien no tiene la menor intención de aceptarlo equivale a renunciar a él.

¿Es eso lo que se pretende? Evidentemente, no. Pero ¿cómo salir del paso? Aprovechando un oportuno deus ex machina en forma de En Comú Podem que es y no es Podemos pero sí definitivamente catalán, bajo inspiración de Ada Colau y función ejecutiva de Xavier Domènech. Mayoral, Podemos español, partidario del Estado plurinacional, en las cuestiones de estrategia catalana se remite a lo que En Comú Podem determine. Este es un asunto que incide en la viabilidad interna de Podemos como organización española. Su presencia en Cataluña está sometida a las mismas tensiones que lo estuvo la pareja PCE/PSUC y lo está la PSOE/PSC, pero con un agravante: que, para evitar la acusación de sucursalismo, Podemos tiene una presencia secundaria en En Comú Podem, en donde la alcaldesa Ada Colau, aclara que ella no es de Podemos y que en En Comú Podem hay gente con todas las orientaciones. Podemos es parte no decisiva de un conglomerado mayor y ha de aceptar la posición que en todo momento tenga su alter ego catalán, lo cual dice mucho de su genuina convicción plurinacional, pero arroja la sombra de la duda sobre su viabilidad como fuerza política estatal.

Y ¿cuál es aquella posición ahora mismo? Que, si no hay referéndum pactado, no debe procederse a un RUI, sino a unas elecciones anticipadas en Cataluña. Podemos hace suya la propuesta porque evita los dos riesgos opuestos: la confrontación de un RUI y la espera interminable a que aparezca el unicornio. Suena razonable. Una posición intermedia, siempre con buena prensa. Pero si se piensa un poco más, no está tan clara. ¿Por qué se propugnan elecciones anticipadas (implícitamente viene a decirse para septiembre, fecha del referéndum previsto) si la estabilidad parlamentaria en Cataluña, en principio, está garantizada? Porque hay una sensación general de que se vive en una situación única, decisiva, tanto si se hace el referéndum como si no se hace. En estas circunstancias, habiendo llegado hasta aquí, la opción de no hacerlo no está abierta a la Generalitat que seguirá adelante convocando un RUI. Y el Estado no parece dejarse a sí mismo más opción que impedirlo. La petición de elecciones que irían acompañadas, claro, de la renuncia al RUI, tienen la función de hurtar el cuerpo al conflicto, evitar la confrontación, con la esperanza de que según sea el resultado electoral, quepa cambiar de negociadores en la parte catalana. Es tentador y refinadamente claudicante, para no perder mucha cara, pero no basta para que el independentismo desista de su hoja de ruta.

La cuestión reside en averiguar hasta dónde están dispuestas a llegar ambas partes, Estado y Generalitat, la una para realizar el referéndum y la otra para impedirlo.

Es una cuestión abierta. Y quedan meses.

diumenge, 8 de gener del 2017

El pilar del reino

La inamovilidad es el núcleo de la propaganda del PP. Justo lo que espera la gente : continuidad, solidez, certidumbres. Y lo que más odia: lo imprevisible, la incertidumbre. Nosotros seremos corruptos, incompetentes y franquistas, pero somos seguros y previsibles, como siempre dice Rajoy, a quien suelen acusar sus críticos de dontancredismo. Ese congreso se prevé de aclamación al líder que ha conseguido de nuevo el gobierno con la complicidad de una oposición a la que tiene a su merced.

Los detentadores del poder en el PSOE, la junta gestora y su líder en la sombra, Díaz, se esfuerzan por elaborar otro relato: el PSOE facilitó el gobierno de la derecha por sentido de Estado pero ahora hace una oposición rigurosa, aunque constructiva, desde luego. Quedan días para comprobar esta interpretación; los que faltan hasta la votación de los presupuestos. Hasta ahora, la imagen que el PSOE ha ofrecido es la de la complicidad con el gobierno (y, en lo referente a Cataluña, absoluta coincidencia). No está descartado que los gestores socialistas cumplan su reiterada palabra y voten contra los presupuestos. Pero, a la vista de su ejecutoria, es harto dudoso. Y sobre todo lo es porque el gobierno está en posición de amenazar con la convocatoria de elecciones anticipadas, algo que los demás partidos estatales, PSOE, Podemos y C's saben que no pueden permitirse. Si por ese temor el PSOE cede en los presupuestos (con algunas concesiones para salvar la cara) ya quedará meridianamente claro que el relato de la junta gestora de la oposición eficaz es una fábula. El PSOE vendió su posible progenitura por un plato de lentejas y ahora no tiene primogenitura ni lentejas.

El congreso del PP será de aclamación para dar esa imagen de firmeza y unidad que se considera tranquilizadora frente al electorado. En realidad es el punto de partida para unas posibles elecciones que pueden darse en cualquier momento. Y esto es aun si cabe más amargo para el PSOE porque es posible que, aun haciendo todas las concesiones imaginables, no pueda evitar esa temible convocatoria de elecciones. Piénsese que esta también podría venir motivada en cualquier momento por un giro insospechado en la maraña procesal en que está involucrada una gran cantidad de cargos y ex-cargos del PP. No es descabellado pensar que Rajoy sea llamado a declarar en alguna sesión de la Gürtel, los sobresueldos, los mil y un dislates que se han cometido y que decida disolver y convocar, en cumplimiento de la acrisolada doctrina del PP de que las urnas exoneran todo tipo de culpabilidades, como sostenía Camps. Claro que tratándose de Don Tancredo, no es seguro que una aventura procesal de ese calibre tuviera tales consecuencias.

Los del PSOE andan también dando vueltas a su congreso, pero para retrasarlo cuanto puedan porque, ignorantes de su posición política real, lo único que les interesa es colocar en la secretaría general a Susana Díaz. Las bases lo quieren para abril; los golpistas, para junio. La verdad, es indiferente. Ni en abril ni en junio va a conseguir Díaz lavar su imagen. El recurso a un golpe de mano, una conspiración palaciega con elementos de traición y venganza, una defenestración injusta, una sobrecarga de ambición personal ilimitada y una evidente falta de categoría producen una impresión devastadora de cualquier aspiración. Y eso no se olvida en tres ni en cinco meses. 

El camino del PSOE hacia la autoinmolación parece imparable. A saber si no lo aniquilan unas elecciones anticipadas. La cuestión está en si pierde sus votos a favor de Podemos y C's, como vaticina un reportaje de Público que es parte interesada en aquello de lo que informa o si esos votos se quedan en donde están, se van a la abstención o a algún otro partido de izquierda que pueda formarse de aquí a las elecciones. Los dos principales, PSOE y Podemos sufren tensiones internas de importancia y nadie puede descartar en absoluto sendas escisiones. Palinuro defiende siempre una posible alianza entre socialdemócratas del PSOE y de Podemos. Sería una oferta muy atractiva para mucha gente de la izquierda. Lo malo es que, para hacerla real habría que contar con los partidarios de Sánchez y los de Errejón y ya estaríamos frente al problema tradicional de la izquierda, el que la mantiene en situación de subalternidad: los personalismos. 

Mucha gente se hace cruces de por qué hay siete millones de españoles y más que votan a la derecha, a esta derecha. Casi nadie se responde que sea por lo que sea, esos votantes piensan que no tienen nada mejor que votar. No digo más.

dijous, 29 de desembre del 2016

La obstinada realidad

Podemos surgió como una especie de grito de rebeldía contra la realidad. El eco inmenso que encontró convenció a sus promotores de que, en efecto, se podía negar la realidad, arrumbarla, sustituirla por otra. Al fin y al cabo estaba hecha de "régimen", "casta", bipartidismo, los "de arriba" (the happy few), vieja política, viejos partidos, meros obstáculos achacosos que se hundirían ante el avance incontenible de la unidad popular, simbolizada en Podemos.

El resto de la historia y la evolución de la organización, con sus quisicosas internas, es de general conocimiento.

Hasta que llega el momento en que empiezan a saltar chispas. La primera reacción del partido al comienzo de todo, hace ya algunas fechas,  fue la habitual: negar discrepancias y reafirmar la íntima compenetración entre los dos supuestos líderes de unas hipotéticas facciones, Iglesias y Errejón. Como pasa en todos los partidos siendo así que, cuantos más aspavientos sentimentales se hacen, más se recrudece el conflicto oficialmente no admitido. En esa vía de recurso a las más provectas triquiñuelas partidistas hay quien repite eso de que los trapos sucios se lavan en casa, cosa verdaderamente absurda para un partido que ha nacido y tiene fortísima presencia en los medios. Es imposible pasar el día en la televisión sin hablar de lo que pasa en tu casa.

Igualmente enternecedoras son las iniciativas de las bases y los sectores intelectuales buscando el entendimiento, el acuerdo en una controversia que los medios, siempre dados a lo dramático y plástico, presentan como una pelea de gallos. Y también un vídeo de Iglesias, pidiendo perdón a las bases por estar avergonzándolas. Y no pasaba nada. Por supuesto, se sigue pidiendo que no se aireen las diferencias, que haya silencio, vamos, pues la unidad prima sobre todas las cosas. Y aquí no es cosa de personas, sino del proyecto que suscriben.

Pero las personas cuentan. Los proyectos se interpretan de muchas maneras y es de suponer que, cuando se recuerda la unidad del proyecto no se está exigiendo aceptación incondicional de la forma de interpretarlo que tenga el líder o la dirección o quien sea. Y ahi está el problema. Y seguirá estando. Los partidos los componen personas y estas tienen formas distintas de interpretar el común ideal. Sostener que uno quiere un partido cuyos seguidores coincidan al cien por cien con el líder pero lo hagan libremente, por decisión propia, parece una forma peculiar de venir a negar la realidad y cambiarla por mucho que uno crea estar hecho de otra pasta. Se parece más a la enésima formulación del enigma de la filosofía política, también llamado discurso de la servidumbre voluntaria de La Boétie.

La izquierda es negación, crítica. Le es muy difícil llegar a un acuerdo y más respetando el derecho del otro a discrepar. Y más aun invocando argumentos manidos como ese de someter el debate a la primacía de lo que nos une sobre lo que nos separa, donde se admite que algo "nos separa", pero ni por asomo que lo que "nos separa"  sea más importante que lo que "nos une".

La realidad está ahí fuera y es compleja, contradictoria, incierta, plural y... obstinada.

dimarts, 27 de desembre del 2016

Lo mejor de Podemos

Varios autores (2016) Anticapitalistas en Podemos. Construyendo poder popular. Barcelona: Sylone, 153 págs.
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Podemos, el fenómeno partidista más notorio de los últimos años, es una organización laxa, compleja, incierta, en la que confluyen proyectos distintos y distintas mentalidades y temperamentos. En cierto modo, una organización in fieri. Surge al rebufo de la crisis actual, la que empezó en 2008, y trae en buena medida su razón de ser del movimiento 15M. La experiencia que este dejó, sobre todo, fue la idea de que sería necesario articular un movimiento político que canalizase las energías de contestación manifestadas de un modo espontáneo. El intento sería el de Podemos. Pero este no partiría solamente del 15M, sino que acogería en su seno otros impulsos, otras tendencias y sensibilidades, gentes de las mareas, de los movimientos nacionalistas, exmilitantes de IU, del PSOE, verdes, ecologistas de Equo y, sobre todo, lo que más importancia ha tenido, los militantes de Anticapitalistas.

Así se configuró, casi a uña de caballo, en las premuras de sucesivas consultas electorales, esta organización atípica que comenzó conquistando los medios de comunicación antes de cristalizar en un conjunto de diputados, cargos electos, gestores de distintos niveles de gobierno que, si bien no han cambiado el sistema político español tanto como creen, sí han contribuido a darle un aspecto relativamente nuevo. Su mera presencia suscitó una verdadera oleada de ensayos y libros, al calor de la oportunidad. La "ventana de oportunidad" de que hablaban sus organizadores trasladada a la aventura editorial. En menos de un año apenas quedaba periodista que no hubiera probado su suerte con un ensayo sobre el fenómeno. La visión más o menos canónica presentaba un experimento de organización y articulación novedosa y radical que se atribuía casi por entero a la labor directiva del puñado de profesores de la Facultad de Políticas de la Complutense, muy en especial, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Prácticamente nadie mencionaba la importancia decisiva de los militantes de Anticapitalistas que, sin embargo, hicieron aportaciones fundamentales, sin las cuales Podemos no existiría: entre otras, la estructura material de una organización de partido coordinada y un fondo de experiencia política y densidad teórica que los de Podemos ni vislumbraban. Entre la miriada de libros oportunistas sobre el fenómeno justamente hacia falta uno que explicara este dato tan importante. 

Tal es el mérito del trabajo en comentario: un libro coral, un conjunto de entrevistas a una serie de diputados, cargos electos, alcaldes, concejales, activistas de Anticapitalistas, todas ellas trabajando dentro de Podemos, pero con una obvia intencionalidad y conciencia de comunidad, una unidad de acción que refleja ideas muy claras y plantea una curiosa situación dentro de la organización morada, especialmente ahora que esta parece escindirse ya en la tradicional divisoria de todas las organizaciones entre un sector más reformista y posibilista y otro más revolucionario y dogmático. 

Insisto: libro coral. Se entrevista a una serie de personas: Miguel Urbán, Jaime Pastor, Teresa Rodríguez, Jesús Rodriguez, Román Sierra, José María González "Kichi", Paula Quinteiro, Rommy Arce, Carmen San José, Laia Facet, Laura Mingorance, Daniel Albarracín y Raúl Camargo. Pero el discurso que elaboran todas ellas, desde muy diferentes perspectivas, tiene un leitmotiv, que habla de un trabajo colectivo, de una fuerza organizada, con años de experiencia a la espalda y una visión absolutamente moderna y al día de la dinámica de las sociedad contemporánea, el capitalismo en general y la situación española en concreto. 

A diferencia de Podemos, que es una organización de aluvión en donde, como puede verse hoy día, hay de todo, el proyecto anticapitalista viene de lejos. Se origina en la LCR de tradición trotskista. Tras su fusión fallida con el Movimiento Comunista, se transforma en Espacio Alternativo dentro de IU hasta que en 2008 lanza Izquierda Anticapitalista, hoy "Anticapitalistas" con gente de la Universidad, el movimiento antiglobalización y veteranos de LCR (p. 11). Todos ellos se integran en Podemos con su propósito específico, consistente en crear un Podemos "desde abajo", en el espíritu abierto, asambleario, casi libertario (p. 61) que los trotskistas han ido elaborando a lo largo de muchos años de experiencias y derrotas. 

Para Urbán, Pastor, etc, el 15M fue una revolución que dio al traste con la "cultura de la transición", entendida como una "correlación de debilidades" (p. 51). Podemos es una muestra de la crisis del régimen manifiesta en la muy profunda del sistema de partidos de la transición, dentro de la que se incluye a IU. Debe observarse que, aunque Podemos surgió con la idea de dinamizar IU, pronto vio que no había modo de conseguirlo desde dentro. De aquí que la idea defendida por los Anticapitalistas sea la de convertirlo en un "partido-movimiento" y parece obvio que, a pesar de ser minoritarios en el seno de la formación morada, lo están consiguiendo, incluso en contra de la voluntad de muchos de los dirigentes de aquella, que tienen una visión jerárquica, monolítica, incluso autoritaria de partido.   

Los anticapitalistas cultivan una especie de autoconciencia de motor teórico y moral de Podemos. Son y no son parte de él. En su día se les exigió disolverse en la organización pero no lo han hecho y se mantienen como un grupo cohesionado, dinamizador y con una capacidad especulativa y riqueza conceptual muy superior a las de Podemos.  Este presenta un peligro de hiperliderazgo, que no rinde cuentas y que se añade al que supone la falta de costumbre de gente que pasa de ingresos muy bajos a tener nóminas de 3.000 euros en sus cargos públicos. Se da un riesgo cierto de un cambio de elites y no de régimen, cosa que se echa de ver en la recurrente tendencia de los sectores más autoritarios de convertir Podemos en una "máquina de guerra electoral" (p. 37), a lo que todos los anticapitalistas se oponen denodadamente. 

Hay puntos en los que los trostkistas insisten a base de aportar experiencias y hacer elaboraciones de considerable calado:  José María González, "Kichi", alcalde Cádiz, aporta interesantes reflexiones sobre el municipalismo en la vertiente práctica y la teórica. Paula Quinteiro hace lo propio con lo que considera la nueva ola de feminismos y abunda en el  criterio por el que la acción emancipadora solo puede avanzar a base de feminizarse.  Los economistas Daniel Albarracín y Raúl Camargo, ambos en la tradición de la Economía Política marxista que se remonta a Ernest Mandel y cuenta hoy con exponentes como Anwar Shaik. Los dos son consistentes y precisos, sin rehuir las cuestiones más problemáticas de la disciplina, como hace en general Podemos, cuyos postulados en asuntos económicos son difusos o absurdos por su afán de no perder votos. Albarracín no rehúye la cuestión de la nacionalización de los medios de producción. A su vez, Camargo crítica cómo, a causa de sus obsesión electoral, Podemos ha ido moderando su programa económico en materia de impago de la deuda (y la auditoría ciudadana) y la nacionalización de los sectores estratégicos (p. 148). 

Por supuesto, los Anticapitalistas tienen elementos en común con Podemos, como el objetivo de democratizar la política y la economía. Pero también hay sus diferencias. Una de las más llamativas es el derecho a decidir de Cataluña y otras naciones del Estado que Anticapitalistas defiende en las convicción de que los discursos populistas sobre la "patria" no han funcionado (p. 39). En realidad, para ellos Podemos no entiende la cuestión nacional catalana, lo que los obligará  a hacer mucha pedagogía (p. 52).

En Anticapitalistas quieren repensarlo todo. Su propuesta es un partido-movimiento, articular fuerzas sociales y populares vivas, construir comunidades desde abajo, no una alianza de partidos o un "aparatillo mediático-electoral". Se conciben como una organización de vanguardia, que dinamiza procesos más amplios, en concreto Podemos, en donde compite con otras corrientes, entre ellas la dominante jerárquica, autoritaria, de raigambre comunista/estalinista procedente de IU, bajo la advocación de Iglesias, inspirado por referentes intelectuales como Anguita y Monereo. Frente a ella, otra más flexible y democrática a medio camino entre el neopopulismo y la socialdemocracia, representada por Errejón y que cuenta más o menos con los mismos apoyos. No deja de ser gracioso que el fiel de la balanza lo tenga este más o menos 10 por ciento de Anticapitalistas, imbuidos de espíritu crítico, sin prejuicios, convencionalismos ni servidumbres. Lo cual no implica que este crítico esté de acuerdo sin más con los postulados de Anticapitalistas. A su parecer son los más elaborados, inteligibles y concretos en el conjunto de un discurso general de la organización morada bastante vacuo e incoherente, centrado en imponer su visión de sí misma como intérprete privilegiada de la realidad. Una pretensión de exclusividad que la izquierda teóricamente más consistente había abandonado hace algún tiempo. Ese afán de comprender la realidad en lugar de hablar de sí mismos como depositarios de la razón es lo que convierte a  los anticapitalistas en los más respetables e interesantes pero también en los más conscientes de la dificultad de un empeño para el que todavía falta muchísimo. 

Si personalizamos las tres opciones en sus cabezas más representativas, Urbán (y Jaime Pastor en un discreto segundo plano), Errejón e Iglesias, veremos la paradoja de que haya una relación inversamente proporcional entre el valor intelectual del personaje y su visibilidad mediática. El más sólido, con mayor amplitud teórica, más audacia intelectual, ingenio y sentido de la innovación es Urbán (y, por supuesto, Pastor, hombre de rara coherencia) a quien no es frecuente ver en los medios. También intelectualmente valioso, aunque no tan original ni profundo, aparece Errejón, a su vez, rostro muy frecuente en los televisores. Por último, el dueño absoluto del ámbito mediático, el rostro que casi monopoliza el símbolo de Podemos, Iglesias, es el que carece de todo discurso original, ingenio o audacia conceptual y solo es capaz de articular ideas en apariencia rompedoras pero manidas y sistemáticamente copiadas. El poder de la imagen tiene sus límites.

diumenge, 18 de desembre del 2016

Entrevista a Palinuro en Vozpópuli

El joven periodista David Martínez se presentó puntual en mi despacho, como habíamos acordado. Lo hizo en compañía del  fotógrafo Antonio Liñán, de quien son las estupendas fotos que adornan la entrevista. Apenas instalados y empezado a hablar se estableció una corriente de simpatía creo que mutua que convirtió la conversación en un tiempo muy agradable.

Es curioso, suelo congeniar con los periodistas que envían los medios más conservadores (incluso reaccionarios), que son los únicos que me entrevistan. Los de izquierda no quieren saber nada de Palinuro. No me extraña. Los motivos son tan fáciles de adivinar que no merece la pena entretenerse ellos.

Transcribo la entrevista íntegra.

"Aburrirse es besar a la muerte". Lo escribió Ramón Gómez de la Serna en una de sus célebres greguerías y parece tenerlo siempre presente otro Ramón, Cotarelo (Madrid, 1943), politólogo y referente intelectual de la izquierda española durante décadas. Su extensísima producción académica y literaria sumará un nuevo capítulo en enero, con la publicación de una obra sobre el ciberactivismo -“donde se hace la política hoy en día”- a la que se ha entregado los últimos meses.

Gran estudioso de la Transición, primer crítico y último defensor del felipismo, espectador de excepción en el nacimiento de Podemos… Cotarelo acumula una trayectoria variopinta, con algunas contradicciones, muchos desencuentros personales y un denominador común: la claridad expositiva. “La crítica es un arma fundamental del filósofo”, aduce a modo de justificación de esos dardos dialécticos que a diario pueden leerse en su blog o en sus perfiles de las redes sociales, esos que cultiva con afán casi adolescente. Conversando en persona es menos ácido, aunque igual de polemista y socarrón. El “comunismo anquilosado” y la “derecha autoritaria” son sus dianas predilectas, pero no las únicas.

Tiene también para el grupo fundador de Podemos, con quien compartió proyecto y horas de tertulia en La Tuerka y con quien ahora es muy crítico. A Monedero le dirigió la tesis doctoral, a Iglesias y Errejón les vio formarse los corpus ideológicos que ahora los enfrentan... Todos se unieron para construir una izquierda alternativa capaz de ocupar, o eso creyó leer Cotarelo, el espacio que hay entre la “socialdemocracia desnortada” y la bandera roja desfasada. Decimos “eso creyó leer” porque con el tiempo ve cómo aquel movimiento asambleario deviene en la enésima máscara del mismo comunismo que “lleva cien años perdiendo elecciones por todo el mundo”. O se alejan de esa línea, asegura, o jamás serán decisivos.

El profesor se explica desde su despacho de la UNED, en cuyas paredes destaca una lámina del cuadro con que Gutiérrez Solana inmortalizó una tertulia muy distinta a la de La Tuerka, la del Café Pombo, con Gómez de la Serna en posición preeminente. “Soy un gran admirador de él”, asegura antes de citar algunas greguerías y empezar a responder a Vozpópuli con numerosas referencias a autores y episodios políticos de otras épocas, tejiendo una sugerente colección de analogías. Ya lo escribió don Ramón: "Futuro, plagio del pasado".

Acaba un año ciertamente inédito en la política española: el de la parálisis institucional, la irrupción del multipartidismo, la abstención del PSOE para permitir gobernar al PP…

Tú mismo lo has dicho, es una situación inédita, insólita, pero al mismo tiempo tiene algo de reedición en lo que se refiere al PSOE. La historia del PSOE está llena de estos encontronazos, de hecho el Partido Socialista contemporáneo nació de uno ellos. Felipe González hizo con Llopis lo mismo que ahora se ha hecho con Pedro Sánchez: defenestrarlo. Y eso es una constante en el PSOE: Largo Caballero no podía ni verse con Indalecio Prieto, ni ninguno de los dos con Negrín… Lo que sucede es que eso hoy se cruza con la aparente demolición del bipartidismo, con la emergencia de una fuerza potente por la izquierda. La inestabilidad podría tener consecuencias más graves que en otras ocasiones, pero no es tan fácil tumbar un sistema de partidos. Por lo general son sólidos. Miremos a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, incluso Francia, donde a veces hay movimientos por la derecha… Siempre hay un polo de la derecha y de la izquierda que a lo sumo alguna su vez se subdividen en dos bloques. Los sistemas de partidos son resistentes, más de lo que estamos acostumbrados a pensar. Fuera de eso, al PSOE le pasa lo de siempre, que tiene dos almas: una más izquierdista y una más moderada. Llevábamos un tiempo de afirmación del alma más conservadora, la etapa Rubalcaba fue paradigmática en eso. Rubalcaba no hizo oposición a la mayoría absoluta del PP. Y es que entre él y Rajoy hay menos distancia que entre él y sus propios militantes. Luego se intentó un viraje y acabó en lo que todos sabemos.

¿La teoría de las dos almas sirve para explicar lo vivido con Sánchez? Eso situaría a él en el polo izquierdista y a Madina, por ejemplo, en el moderado. ¿No tuvo más que ver con una gestión rechazada por casi todo el que es o fue alguien importante en el PSOE, consideraciones ideológicas al margen?

Esa es una imagen que se maneja mucho, que forma parte de la doctrina de la gestora. A Sánchez lo pusieron ahí porque pensaban que no valía un pimiento y lo podrían manejar, sí, pero el transcurso de los acontecimientos fue girando posiciones. Sánchez empezó siendo un hombre del aparato, del orden constituido, pero terminó como el suplantador del general Della Rovere: creyéndose el personaje y llegando hasta el final. Es lo que le pasó, como a Marx: venía de un sitio, se encontró de repente en otro y asumió el papel.

¿Puede resurgir?

Vamos a ver si es capaz, está ante una peripecia casi de cuestión personal, que a veces la gente olvida que eso impregna los partidos. Los partidos son lugares donde se hace carrera política. Mira la señora de Andalucía, que está impulsada por un doble interés: el de la vieja guardia por conseguir un segundo PP, una segunda pata del bipartidismo tradicional, y el de esta señora por acceder a la secretaría general por la vía rápida. Una confluencia de intereses personales, como lo que mueve a Sánchez.

Aunque se presentara a las primarias, ¿no cree que las bases votarán muy condicionadas por los aparatos de cada territorio, haciendo imposible la victoria de Sánchez?

Esa es la esperanza de los susanistas: que los cuadros intermedios metan en cintura a las díscolas bases. Pero las díscolas bases han descubierto algo que los de Podemos han puesto de moda. Porque todo esto viene de Podemos, si ellos no estuvieran con los círculos, las asambleas y la política participativa, las bases del PSOE estarían calladas. Pero han descubierto su poder. La esperanza de los susanistas es que los que tienen el látigo metan en cintura a los muchachos que ahora revolotean. Un látigo que descansa sobre intereses, como siempre. ¿Qué puede resultar? No se sabe. En la guerra sabes cómo entras, pero nunca cómo saldrás.

Hay quien ha hablado de riesgo de escisión.

Puede ocurrir. Ya ocurrió, de hecho, en el pasado. Este PSOE es una escisión. Cuando defenestraron a Llopis, los dos sectores fueron corriendo a registrar la marca, llegaron primero los de Felipe y al otro le obligaron a poner una infamante hache en las siglas, PSOE (H). Lo que pasa es que uno quedó laminado y ya no se acuerda nadie. Puede haber escisión ahora, y puede ser que el PSOE de Andalucía evolucione hasta convertirse en un partido estrictamente autonómico, al margen de todo lo demás.

Susana Díaz tiene el apoyo de la gran mayoría de líderes regionales…

Sí, y de las viejas glorias, de los bonzos, de los medios de comunicación, de la derecha, del PP y probablemente también de la Iglesia católica, porque es una señora que suele ir a las procesiones con un cirio en la mano. Pero, ¿eso quiere decir mucho? Vamos a verlo.

¿No debería Sánchez apoyar otra candidatura si de verdad quiere cerrarle el paso a Díaz? El parece amortizado…

Tiene mucho tirón, y es importante. Pero no lo sé. A mí me da la impresión de que el hombre es más bien flojo, y que no tiene las cosas muy claras. Empezó con un españolismo militante superior al de Rubalcaba, envolviéndose en una bandera más grande que la de Aznar y con el lema “Más España”, que a mí me recordaba al “más madera” de los Hermanos Marx. Luego giró, hasta apostó por un entendimiento con los réprobos catalanes que estaban allí deseando comerse a los niños crudos… Yo creo que el hombre mucho fondo no tiene. Tiene mucho encanto, tirón, y es la víctima propiciatoria. Es el Isaac al que su padre cruel iba a sacrificar y eso despierta mucha simpatía. Tiene ese relato.

Si al final Susana Díaz llega a la secretaría general, ¿qué futuro cree que le espera al PSOE?

No tengo ni idea. Susana Díaz es un misterio. No sabemos nada de ella. ¿Cuál es su ideología? Tiene un españolismo andaluz tradicional, un discurso muy anticatalán que le puede dar votos en una parte de España y hacérselos perder en otra. Sus relaciones con el PSC no pueden ser peores, y las aportaciones del socialismo catalán a las mayorías parlamentarias del PSOE han sido fundamentales… Es impensable, por ejemplo, una alianza de los socialistas con Podemos si manda Susana Díaz, que mantiene una pelea personal con Teresa Rodríguez… Lo cierto es que no sabemos nada de ella, porque no tiene obra escrita ni obra hablada, ni tiene nada más que 20 años de servicios al partido, pasando por puestos burocráticos donde se ha hecho una política profesional.

El nacimiento de Podemos

Decía antes que Podemos ha condicionado al PSOE. También al país, alterando el sistema de partidos y condicionando la agenda política y mediática. Usted vivió en primera fila el surgimiento del proyecto, que lanzaron antiguos alumnos suyos, y ahora se muestra crítico con él…

Yo no es colaborara con ellos, es que La Tuerka salió con una importante aportación mía. Eso es verdad. Yo no sabía que estaban montando un partido político, no tenía ni idea. Creía que eran chicos de izquierdas que estaban articulando una acción crítica frente a la izquierda establecida, el PSOE e Izquierda Unida. Y probablemente ellos tampoco sabían que acabarían en esto. Mi relación ha sido buena, aunque ellos están ahora un poco rebotados… Tienen que admitir que la crítica es un arma filosófica fundamental. Las relaciones las mantengo con algunos, como los anticapitalistas, también con los de Errejón. Los de Pablo son un poco más duros, más bolcheviques, pero ya reflexionarán. De hecho, hemos gastado muchas bromas sobre esto y yo les he dicho que Podemos está reproduciendo el segundo congreso del Partido Obrero Socialdemócrata ruso, con la división entre blocheviques y mencheviques.

¿Le pareció buena idea el paso que dieron en 2013-2014?

Su proyecto me pareció bien. Siempre he sostenido que había hueco en la izquierda al margen del comunismo anquilosado que no tiene nada que ofrecer. No tiene nada que ofrecer hasta el punto de que no se atreve a presentarse a las elecciones con su propio nombre. ¿Cuánto hace que el PCE no se presenta a unas elecciones con sus siglas? Se ocultan detrás de otras organizaciones, monta camuflajes, como la matrioska que está montando ahora Podemos. No tiene discurso. Esto se lo he dicho yo a Pablo: “O te separas del comunismo o no tenéis nada que hacer”. Es imposible que gobiernen así. Es que los comunistas no ganan elecciones en ningún país del mundo. En los últimos cien años, ¿en qué país con elecciones libres han ganado? Y las hay cada cuatro años en 200 países, eh. No ganan nunca.

El PCE e IU parecen que van camino de fusionarse o disolverse dentro de Podemos. ¿Otra operación de camuflaje?

Eso forma parte de la doctrina leninista y la gente no es tonta. El partido revolucionario como instrumento pata la lucha, partido vanguardia, pero él solo no puede conseguir los objetivos. Entonces hay que crear una organización de masas, pero controlada férreamente por el partido. Ese discurso no tiene ningún sentido.

Decía que veía hueco en la izquierda al margen del comunismo. Y también al margen de la socialdemocracia, del PSOE.

De una socialdemocracia aburguesada, desnortada, que mantuvo una posibilidad de transformación muy interesante en los años de oro del Estado del Bienestar, tras la Segunda Guerra Mundial. Tuvo una hegemonía tremenda, funcionó, pero no ha sabido reaccionar frente al ataque neoliberal y la globalización. Entre esos dos espacios, el del comunismo anquilosado y el de la socialdemocracia que no sabe dónde está, hay un campo grande. Un campo que tienes que definir, porque las cosas no te las dan hechas. La gente no viene y dice “oye, hay esta necesidad, fabrica este producto”. Hay que ofrecérselo, incluso convencer a la gente de que esa necesidad existe, elaborar esa doctrina, una tercera vía siempre añorada en la izquierda, que trata de revertir la escisión de principios del siglo XX. Pero hay que ser capaz de hacerlo. ¿Puede ofrecer Podemos un proyecto de izquierdas creíble acorde al mundo contemporáneo o tiene que ir a buscar los ejemplos a Bolivia y Argentina? Ese es el problema. No tienen la capacidad y van al populismo sudamericano o al 15M o a echarse en brazos de los comunistas, que es lo que están haciendo al final.

Respecto a eso mantienen una fuerte discusión interna. Conociendo a los, ¿cree que es una lucha ideológica o de poder?

Por supuesto que hay diferencias ideológicas, y personales también. Las dos cosas. Están unidas.

Cuando le preguntan a Iglesias, dice que antes de entrar en política Errejón era el radical y él, el moderado.

Sí, como puedo yo decir que los gatos tienen siete colas. Más radical que Pablo es prácticamente imposible. No en el sentido de extremismo en las posiciones, sino en el sentido de dogmático. Es mucho más inflexible que el otro. No puede olvidarse tampoco que vienen de familias muy distintas que les han dejado una huella muy distinta.

El año pasado, en una entrevista en La Tuerka, Iglesias le pidió a Monedero que definiera brevemente a una serie de personajes. Entre ellos, usted, Ramón Cotarelo, quien le dirigió la tesis doctoral. La respuesta de Juan Carlos fue: “Una gran inteligencia traicionada por un partido equivocado, una Transición acomplejada y la mediocridad real y profunda de su generación”. ¿Qué le parece?

Una definición demoledora (risas). Me quedo con lo de la gran inteligencia… Tiene el valor que tiene. Lo del partido equivocado, pues yo no tengo partido…

Bueno, lo dice por el PSOE…

Claro, yo en un momento determinado, en aquellos años 90, fui el único de la izquierda que defendió a Felipe González. Sí, sí, efectivamente, le defendí de lo que creía que era una conspiración para sacarlo del poder por la vía de la conjura. Pero yo venía de un enfrentamiento durísimo con el PSOE, pedí la dimisión de Alfonso Guerra en un artículo cuando no la pedía nadie, pedí en 1988 que se investigaran los GAL cayera quien cayera… Todo eso ha desaparecido y resulta que estoy al servicio de Felipe González. Persona a la que detesto. Pues bien, lo único que demuestra quien dice eso es que no tiene las ideas muy claras, pero estoy acostumbrado... ¿Partido equivocado el PSOE? Lo será, pero no es el mío. Ahora, más equivocado es el Partido Comunista al que está Monedero mucho más cercano, aunque no haya sido nunca comunista, a diferencia de Pablo. Ha sido más lo que los anticomunistas de antaño llamaban de modo acertado “el compañero de viaje”, o “el tonto útil”, como prefieras. Estos intelectuales a los que los comunistas halagan, les cultivan el ego y eso les encanta, porque fuera de ahí nadie les hace ni caso.

¿Todos los partidos están equivocados?

Todos, porque si no no serían partidos. No estarían “partidos”, que de ahí viene el término: son partes de una totalidad, donde lo único cierto es el conjunto. Como decía Hegel: “La verdad es la totalidad”. Al decir que hay un partido equivocado, ¿qué quiere decir Monedero? ¿Qué hay uno que no está equivocado? Claro, el suyo, ¿no?

La Transición

Sobre la Transición tiene usted mucho escrito. Y en cualquier caso se aprecia una evolución entre lo que decía en los 80 y lo que dice ahora. ¿Porque su ideología es otra o porque ahora pueden darse batallas que hace 40 años no?

Las dos cosas. El tiempo pasa y te cambia, quieras o no. Y si no cambias, tienes un problema.

Pero la evolución antropológica suele ser la contraria: de posturas más rupturistas a otras más conservadoras. En su caso ha sido al revés…

Sí, en asuntos concretos cambio de opinión según voy adquiriendo más información y voy viendo con más perspectiva las cosas, como todo el mundo. Y si no, es que no te funciona el caletre. El tema de la Transición es que se repite con el bueno de Juan Carlos desde hace 30 años y ya me aburre. Yo no la hice, yo era espectador, como ahora, no soy responsable de nada. Y los trabajos que tengo sobre ella son de dos tipos: unos académicos donde se guardan las composturas; otros más polemistas, de opinión. Y aquí me limito a constatar un hecho: la Transición ha salido bien, ha sido un éxito en el sentido de que no se ha producido el temor que había de despertar viejos demonios de enfrentamientos civiles, de violencia. Pero no recuerdo haber dicho jamás que fuera un proceso modélico. Sí que salió bien la fórmula elaborada por los franquistas reformistas y los izquierdistas moderados, con amplísimo apoyo social. Con el tiempo, lo que veo distinto es que sí, salió relativamente bien, pero no impidió la vuelta a una tradición autoritaria de la derecha que es lo que se ha manifestado con este Gobierno. La derecha tiene incluido un factor de rigidez, de autoritarismo, que no vale para los nuevos tiempos.

Usted es partidario del Estado plurinacional.

Ese artículo 2 se va a cargar la Constitución. Lo de las regiones y las nacionalidades. Ya se dijo en los debates de entonces, con López Rodó, por ejemplo, que es mentira. Se puso eso para no llamar nación a Cataluña y el País Vasco. Siempre que la gente está dispuesta a no entenderse reduce el debate a lo nominal.

El problema es que “nación” en la doctrina soberanista va aparejada a ruptura de la soberanía, a reivindicar la autodeterminación.

Claro, y yo lo defiendo. Eso de distinguir entre nación cultural y política es una vieja historia de los alemanes, que siempre han tenido mucho problema con eso mismo, aunque demostrando mucha más inteligencia que nosotros para resolverlo. Es inane, no tiene operatividad. ¿Qué significa que reconoces a una colectividad como nación sin reconocer derechos? ¿Lo haces en términos folclóricos? Si reconoces la condición de nación la reconoces como titular de unos derechos, el primero de los cuales es aspirar a tener su propia organización política. Un Estado, claro que sí, es un derecho que tienen. Negárselo no lleva a ningún sitio y de hecho no van a poder negárselo. El referéndum en Cataluña es inevitable, como sabemos todos, salvo que envíen al Ejército.

En 2014 ya se hizo una consulta como la que planean organizar ahora. De nuevo vuelven al mismo punto.

El 9N se hizo en contra de la voluntad del Gobierno…

Y de la inmensa mayoría del Parlamento.

Sí, se hizo, y eso quiere decir que el Estado no pudo reñirle la soberanía a un trozo de su territorio que la quiso ejercer.

O no quiso provocar un problema mayor, optó por permitirla como mal menor para evitar imágenes de agentes retirando urnas y alimentar el victimismo de los independentistas.

No pudieron evitarlo. El Estado español ya no puede hacer lo que estaba acostumbrado a hacer, empezando por chanzas como aquella de Peces Barba recordando lo de que cada 50 años hay que bombardear Barcelona. La consulta no se les permitió en absoluto, pusieron todos los palos que pudieron en las ruedas y aun así se hizo. No enviaron al Ejército porque no se puede.

El tema es que no hay cobertura legal para un referéndum de independencia, o así lo entiende una inmensa mayoría del Parlamento. Aun así, la Generalitat está dispuesta a caminar hacia una independencia que no solo no tiene cobertura legal, tampoco apoyo internacional, ni siquiera cuenta la apoya una mayoría de la sociedad catalana…

Es que eso viene después. Ahora la bronca es el referéndum, si se celebra o no el referéndum. El resultado es otra cuestión. Cobertura legal nunca hay. Tampoco la hubo en Canadá, cuando el referéndum de Quebec, pero se dijo que aunque no lo amparara la Constitución había que dar alguna respuesta a los millones de personas que lo pedían, lo dijo el Tribunal Supremo con mucha sensatez. Lo mismo que aquí decía Rubio Llorente. Es todo voluntad política.