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dissabte, 13 de maig del 2017

Orden y progreso

Es el lema de la doctrina positivista de Auguste Comte, que dominó buena parte de los siglos XIX y XX y aún hoy pervive en la bandera del Brasil, Ordem e progresso, aunque ya desprovisto de sus connotaciones dinámicas, avanzadas, progresistas. Para la mentalidad conservadora, hoy dominante, lo esencial es el orden, hasta el punto de que solo admite el progreso que se dé dentro de él. “El orden reina en Berlín”, escribía Rosa Luxemburg el 14 de enero de 1919, después de la derrota de la revolución y un día antes de que la asesinaran.

El progreso, sin embargo, suele darse rompiendo los límites del orden. Hay lo que llaman el crecimiento orgánico que supone evolución sin rupturas. No obstante muchos otros progresos van acompañados de rupturas del orden previo y, de este modo, la cópula original se convierte en antagónica.

Esa oposición metafórica explica a mi entender el sentido de las primarias: Díaz representa el orden y Sánchez el progreso. Díaz es secretaria general del PSOE(A) y presidenta de la CA andaluza. Orden. Cuenta con el aparato del partido y la gestora. Más orden. Tiene el apoyo de los barones. Orden y ordenanzas. Su discurso es institucional. Un discurso de orden que solo se diferencia del del PP en que quiere ponerse en su lugar.

Sánchez simboliza la mudanza, la renovación, el progreso. Se enfrenta al aparato, la institución, los barones y lo hace como un revenant justiciero, a vengar una afrenta, no en nombre propio, sino en el de aquellos que lo votaron en su día y a quienes se ha arrebatado su elección mediante un golpe de mano. Incidentalmente esto prueba también la inepcia de los golpistas (“chusqueros” los considera Borrell) al no rematar a su víctima. Regla básica del arte de la guerra: no puedes dejar al derrotado en situación de volver a atacar. De hecho, la caudilla lo había formulado nítidamente: “yo a ese lo quiero muerto”. No era un anhelo de necrofilia, sino una orden de ejecución.

Pero la ejecución no se consumó. No hubo tiro de gracia y el derrotado de ayer, habiendo levantado bandería entre la militancia por la recuperación de su dignidad, ha encendido un movimiento regeneracionista interno al PSOE. La ola está muy en la línea de la izquierda actual, con una ventaja añadida nada nimia: no es virtual, como los círculos de Podemos, sino muy real en las agrupaciones y casas del pueblo de todo el país. Esta candidatura ha despertado un adormecido orgullo de partido de izquierda democrática, en clara competencia con Podemos y que los adocenados dirigentes del orden y el aparato ni imaginaban. El progreso, la renovación del partido ha roto los límites del orden establecido y amenaza arrollar a su candidatura, que iba a culminar su carrera de apparatchik calzándose la SG en una vistosa parada.

El lunes que viene debatirán los tres aspirantes casi en cónclave, pues lo harán en Ferraz y a las 13:00, pasando la señal a las televisiones. Casi secreto. A la recogida de avales brotó la primera sangre. Pero el duelo ha seguido. Ahora es a muerte, figurada, claro. Duelo Díaz-Sánchez con el tercero López que, en realidad, por sus posibilidades y lo que dice, es más un testigo y, según algunos, padrino de Díaz. Padrino en el sentido de los lances de honor.

El debate debiera ser más abierto y en una TV pública o privada comercial de amplia audiencia. La gente está interesada en escuchar al próximo SG del PSOE y aspirante a presidenta . La cosa promete. Sánchez llega pertrechado con un documento repleto de propuestas en positivo tanto para la organización del partido y su relación con la otra izquierda, como para la gobernación del Estado, incluido el peliagudo tema territorial. Díaz, por el contrario, no trae nada. Parece que dedicará el fin de semana a pergeñar algo parecido a un programa de gobierno, que así saldrá. En cuanto al partido, nada: que todo siga como está, pero muy unido, con muchas ganas de ganar, en fraternidad de compañeros con ganas de ganar para disponer de un PSOE con ganas de ganar y que haga honor a un glorioso pasado con ganas de ganar. Y así. A veces emprende vuelo: la dirección del partido no tiene que estar en contacto directo con la militancia. Sí señor, para eso se inventaron los “cuerpos intermedios” durante las guerras de religión, muy actuales, como se sabe. El PSOE no es de izquierdas ni de derechas. Ni de centro, que no existe, pues la derecha se toca con la izquierda por su izquierda y la izquierda con la derecha por su derecha. ¿A que está claro? Respecto a la otra izquierda, asegura llena de desdén solo es útil cuando resuelve los problemas de la gente. Cierto. La otra izquierda, la derecha, el centro, el extrarradio y ella misma como persona: solo son útiles si son útiles.

La candidatura de Sánchez reitera su opción por la alianza de izquierda y la plurinacionalidad del Estado, sin entrar en mayores dibujos pues no es el momento. Se disipa así la interpretación malévola de El País de que el candidato daba con la puerta en las narices a Podemos. Hubiera sido absurdo. En primer lugar porque en democracia no debe darse con la puerta en las narices a nadie. Y aprovecho para señalar que “nadie” es “nadie” y no debe pues darse con la puerta en las narices a los indepes catalanes. En segundo lugar, los otros deben poner las narices para que les den en ellas y no parece ser el caso de Podemos ni de JxS.

Si Podemos o JxS se niegan a dialogar o ponen condiciones sine qua non, habrán situado la pelota en su propio tejado. Lo que el PSOE debe mostrar es una disposición a dialogar con todo el mundo sin condiciones. Esa es una posición más sensata y, es de suponer, ganadora, frente a la cerrazón de Díaz, que condena al PSOE a una sola salida: servir de muleta al gobierno del PP. Lo cual tampoco estaría mal necesariamente de no ser porque, en las circunstancias actuales, ni el PP ni Rajoy están en condiciones de gobernar.

divendres, 12 de maig del 2017

Los meandros de la izquierda

El triunfo moral de Sánchez en los avales ha dado un giro a las primarias. La candidatura de Díaz -ya lo había anunciado- ha pasado al ataque; la de Sánchez se ha defendido. Obviamente, ante un ataque, lo primero es defenderse; quizá también contraatacar, pero eso depende de las circunstancias. La defensa es inexcusable. Pero quizá lo más adecuado no sea defenderse a base de identificarse con el atacante. Eso, quizá, después de las primarias, cuando las legislativas, pero no antes porque puede falsear esas mismas primarias: si los dos candidatos proponen lo mismo, ¿por qué se presentan separados?

La izquierda española tiene dos tareas pendientes, de cuya solución depende su acceso al gobierno: su propia unidad y la solución de la cuestión catalana y, por extensión, de la cuestión nacional en España.

En cuanto a la unidad, da vergüenza repetir lugares comunes, como que sin unidad no hay nada que hacer ni perspectiva de gobierno, pero sin unidad se sigue. Y la situación no solo no remite sino que se agrava. Los dos partidos de la izquierda, en realidad, están partidos en otros dos. No hay dos de izquierdas, sino cuatro: dos Podemos (Iglesias/Errejón) y dos PSOE (Díaz/Sánchez). Desde luego ambos niegan fieramente la división. También negaban los enfrentamientos que dieron origen a esa división.

En esta situación de fragmentación se mantiene el deseo de unidad y, si hubiera algo más de coraje y audacia en los planteamientos esta no se plantearía solamente según el trillado criterio de reunificar cada partido dentro de sí mismo. Tan válida podría ser una coalición de errejonistas y sanchistas. Justo lo que ha puesto tan nerviosos a los conservadores del PSOE, con lo que el documento de línea política propugna ahora algo tan etéreo como una "alianza social de progreso", algo que suena a la "Alianza para el progreso" de los yanquies y los latinoamericanos en tiempos de Kennedy. O sea, nada. Palabras. El caso es rechazar toda insinuación de algo parecido a un "programa común de la izquierda", al estilo francés de los ochenta. 

Por eso se ha puesto tan contento El País que anuncia un rechazo de Sánchez al rupturismo de Podemos. Hay quien dice que es una interpretación interesada y quien ve un retroceso de Sánchez en su apertura a la izquierda. Conviene reflexionar brevemente. Más que los ataques de Díaz, lo que pone en un brete la disponibilidad de Sánchez al entendimiento de la izquierda es la sistemática (e inútil) agresividad de Podemos hacia el PSOE. Mantener que no hay diferencias entre el PP y el PSOE y que González, Aznar, Zapatero y Rajoy son iguales a 35 años de corrupción es volver a la más roma visión de "las dos orillas", algo tan elemental y maniqueo que resulta ridículo... y destructivo para el conjunto de la izquierda.

Esa obstinación anti PSOE tan cerrada que favorece a la derecha es algo inherente al corazón comunista que Podemos ha heredado de la absorbida IU. En consecuencia, es también cosa suya cómo cohonestar esa práctica de confrontación con el sempiterno discurso unitario. De la parte del PSOE lo sensato pareciera ser no cerrarse en la negativa de antemano, sino mantenerse abierto a explorar vías de entendimiento para coordinar las acciones, siempre que la otra parte actúe de buena fe.

En cuanto a Cataluña y, por extensión, la cuestión nacional, el retroceso "defensivo" de la candidatura de Sánchez es llamativo. El documento final precisa y aclara el alcance de la "plurinacionalidad" invocada en su día por el candidato. Se trata de naciones "culturales". Una precisión tan inane que, según sus mismos partidarios, no hará necesario tocar el art. 2 de la Constitución. Para remachar, se rehabilita el viejo proyecto federal del que nadie sabe nada; ni quienes lo proponen, porque se sigue con la mentalidad de que aquí no hay nada que negociar, nada que pactar. Aquí basta con imponer. La diferencia es si las imposiciones son más o menos abiertas.

¿Era necesario puntualizar tales trivialidades solo para defenderse de las proclamas patrióticas rojigualdas de la otra candidatura y conseguir no diferenciarse de ella? No, porque aún estamos en primarias y es preciso diferenciarse. Hubiera sido más pertinente reconocer que el concepto de "plurinacionalidad" es muy complejo y obliga a dilucidarlo mediante deliberación pública con intervención de todas las partes interesadas. Y que la forma que tomarían esas deliberaciones y negociaciones de alcance constitucional se decidiría mediante unas elecciones legislativas que podían tener carácter constituyente de hecho como ya lo tuvieron las elecciones de 1977. 

Esto es algo más o menos verosímil (lo creo poco verosímil por tardío) pero es algo. La izquierda no puede dejar de ofrecer una solución distinta a la de la derecha respecto al problema más grave del Estado español.

dimecres, 10 de maig del 2017

El muerto viviente

Las tribulaciones de los socialistas europeos incitan a hablar de "crisis de la socialdemocracia", término que, a la luz de los últimos cincuenta años, no tiene un significado nítido. Los más informados la consideran parte de la "crisis europea" y en ella quedan por despejar cuatro incógnitas ante de pintar un cuadro tan incomprensible como el original.

La primera, la suerte que deparan los hados en las inmediatas primarias del PSOE el 21 de mayo. La segunda, las elecciones británicas de 8 de junio, en donde Jeremy Corbyn, del Partido Laborista, ya anuncia que, sea cual sea el resultado, no dimitirá. Debe de haberse hispanizado. La tercera, las legislativas francesas de 12-18 de junio para ver qué suerte corre el Partido Socialista después de la defección de Valls a las no-filas de Macron y tocando a difuntos. La cuarta, las federales alemanas de 24 de septiembre, en donde Martin Schulz tiene que ilusionar lo suficiente al electorado para conseguir que las cosas se queden como están en la Gran Coalición. 
 
Cuatro fechas  que decidirán el inmediato futuro de cuatro de los partidos socialdemócratas europeos más importantes. En cuatro situaciones muy distintas y peculiares. Parece como si no tuvieran nada en común para englobarlos en una misma familia. Y, sin embargo, sí lo tienen; y no es solamente el hecho de ser partidos añosos. Los cuatro son, como el resto de partidos socialdemócratas, partidos socialistas democráticos. De esta forma, cuando se habla de "crisis de la socialdemocracia" se viene a decir "crisis del socialismo democrático" o, más claramente, "crisis de la izquierda democrática". Y eso son ya palabras mayores con el cavernoso eco de la polarización política en dos extremos irreconciliables. 

Y ¿por qué se producen estas turbulencias y trastornos en la antiguamente próspera socialdemocracia hasta el punto de que la dan por muerta? Desde el punto de vista de la derecha por ser demasiado socialista; desde el de la izquierda más radical por no serlo suficientemente. El socialismo democrático es acusado al mismo tiempo de ser y no ser socialista. Pero de lo que nadie le acusa es de no ser democrático o de serlo demasiado. 

Sin déficit de democracia, lo que sí tiene cuestionado el socialismo democrático es su carácter socialista. Y esa es su tarea: definir un socialismo viable en una sociedad abierta que no incurra en un dirigismo ruinoso. ¿Puede hacerse? Sin duda. De hecho esta posibilidad (casi diríamos, necesidad) de un socialismo y una izquierda democrática es la que asusta a la derecha. De ahí que se mande el mensaje en los medios de que la "crisis de la socialdemocracia", en realidad, se debe a la supuesta  tendencia actual de los partidos socialistas a virar hacia la izquierda. Si algo tienen en común el español Sánchez, el francés Hamon y el británico Corbyn es que los tres miran a la izquierda y esa es la razón de que sus partidos no levanten el vuelo electoral.  Eso dicen.

En el caso de España ese es exactamente el discurso de apoyo mediático e institucional del PSOE de la gestora de Díaz. La argumentación es simple: al alzar bandera de izquierda, Sánchez se echa en brazos de Podemos y garantiza un futuro de peligros e incertidumbres. Una parte de Podemos afirma, por boca de Errejón, que apoyarán un referéndum catalán unilateral si no se puede pactar. Ante semejante bestia negra, Díaz y sus apoyos políticos, institucionales y mediáticos sostienen que lo más sensato es anteponer los intereses nacionales formando una "unión sagrada" con el PP.

Y esta es la divisoria de la socialdemocracia, la de la izquierda y la derecha, como siempre. Quienes quieren aliarse con la derecha para hacer frente al independentismo y quienes quieren aliarse con Podemos para echar a la derecha y ya se arreglarán con los independentistas. Se pueden señalar todas las peripecias que se quieran. Si uno apoya un proyecto y otro se abstiene; si el otro rechaza algo y el uno no lo favorece. En el fondo, la cuestión es siempre la derecha y la izquierda. 

La cuestión que se dirime el próximo 21 de mayo.

dimarts, 9 de maig del 2017

Un solo acto

La democracia es debate, deliberación, foro público, participación. Va de adoptar decisiones colectivas. Y de hacerlo con la mayor cantidad de información posible. No hay problema con esa frecuente objeción del "exceso" de información. Es cierto que de nada conviene que haya demasiado. Pero queda por saber quién decide cuándo es demasiada la información. Y quien mejor puede decidirlo es el que la consume; no el que la fabrica.

Sea pues bienvenido un debate de los tres candidatos que llevan meses hablándose e increpándose más o menos veladamente de mitin en mitin por toda la geografía española. Hasta parece poco. El lugar elegido, Ferraz, acentúa la dimensión interna partidista de las primarias. Está bien, sobre todo porque, además, pasarán la señal a las demás televisiones. Pero tampoco estaría mal un debate en alguna cadena comercial o pública de gran difusión. Al fin y al cabo, el SG del PSOE acabará siendo el candidato a la presidencia del gobierno. Hay un interés generalizado y seguro que la audiencia sería muy alta. El país entero está siguiendo la pugna entre una España cañí rotunda y otra civil incipiente, entre el poder de las instituciones y el de la multitud. Dos formas de ser, dos modelos de partido, dos proyectos para ese impreciso territorio entre la derecha neofranquista y la izquierda de las dos orillas. La presencia del tercero en la discordia, López, solo añade cavilaciones estratégicas a la peripecia.

Otra cosa es cómo los candidatos afronten este debate. Pasar de las arengas en los mítines al diálogo cara a cara, al coloquio personal es entrar en otra dimensión. Y ya no se diga cuando, pasado el evento, comiencen a largar los de los lenguajes no verbales. Hablar a los vientos, a las muchedumbres, a los micrófonos, a la posteridad, es una cosa; hacerlo a otro que puede contradecirte allí mismo, y lo hará, es otra.

Es la distancia corta. La atención que suscitará obliga a llevar una doctrina clara, concisa, original y viable. Eso es más importante que tratar de desacreditar al contrario. Aquí se trata de mensajes y los mensajes han de ser entendidos. Cierto que también va de carisma. Pero el carisma es algo etéreo que depende del reconocimiento de los demás. Por eso, el que se obsesiona con él y sobreactúa, resulta ridículo. 

Son muchas las consejas que lloverán a los candidatos en los preparativos de ese encuentro. Tendrán docenas de expertos y asesores. En mi modesta opinión, dos rasgos bastan para salir airoso: sinceridad y rapidez porque las dos muestran espontaneidad, que gana el corazón de la gente.

dilluns, 8 de maig del 2017

La lucha por la supervivencia

Ha costado a los socialistas de la junta gestora rendirse a la evidencia de que su victoria en los avales, en realidad, era una derrota. Más les está costando aquilatar sus efectos, saber hasta dónde llega, qué posibilidades tienen ellos.

Por supuesto, la caudilla seguirá dándose por ganadora y llamando "segundón" a Sánchez. No puede hacer otra cosa y, probablemente, ni se le ocurre. Solo se le alcanza, por lo que le aconsejan sus asesores, "endurecer" su discurso, llevarlo a aquellos lugares en los que no se ha oído, echarse a los caminos de España, como hiciera meses antes Sánchez. Pero, para "endurecer" el discurso, llevarlo a otros lugares, hacerse los caminos, la condición inexcusable es tener un discurso. Y no es el caso. Por lo que se ha oído hasta la fecha, las intervenciones públicas de Díaz son de una pobreza intelectual apabullante y eso ya no puede ocultarse. Escuchar la sarta de vulgaridades y topicazos sin sentido que suelta en cada una de sus frenéticas arengas horroriza a cualquiera. De todas las viejas glorias que la acompañaron en el Ifema, solo el bueno de Zapatero ha mostrado su apoyo a la candidatura de la andaluza. Los demás están silentes y, sin duda, asustados.

Por otro lado, fabricar un discurso no es sencillo. Hay que tener datos, información, propuestas, razones. Cosas que no se improvisan. Y no solo eso: hay que tener una causa eficiente, un momento inicial que lo justifique. El de Sánchez es el ignominioso golpe de mano en el que fue defenestrado, un 1º de octubre. El de Díaz no tiene fecha ni momento concreto pues responde solamente a su deseo y ambición personal de ser SG y candidata al gobierno de España.

Así que, como no hay discurso, "endurecerlo" quiere decir que van a pasar a (más) guerra sucia, con insultos y difamaciones. Todo eso mientras predican la concordia entre compañeros. Insultando y poniéndose rabiosos, que es como están, perderán las primarias. Incluso si se produce alguna de las maniobras que la rumorología atiza: López retirándose a favor de Díaz (que era lo inicialmente previsto, para restar votos a Sánchez) o Díaz a favor de López (algo que empieza a valorarse ahora que se ve que la caudilla no arrastra votos) el resultado será el mismo. Perderán.

diumenge, 7 de maig del 2017

Primera sangre

Las primarias del PSOE suscitan tal atención que no solamente tienen a Podemos en una penumbra mediática insólita sino que han conseguido oscurecer la corrupción del PP, una charca repleta de batracios. No a propósito, claro está en ninguno de los dos casos. El enfrentamiento en el PSOE es importante en sí mismo; afecta a la gobernación del Estado en todos sus sentidos. Es para tomárselo en serio. No que la corrupción o Podemos no sean importantes, pero tienen un alcance menor, la primera en lo penal y la segunda en lo político.

Obsérvese asimismo, y no es por fastidiar, que es una confrontación muy profunda en la que se da una muy alta participación de las bases y no solo en la manifestación del voto (o de su anuncio), sino en las deliberaciones y el activismo tanto en lo real/convencional como en lo virtual. En un clima de apasionamiento y relativa contención. Las primarias han abierto un foro público en el que interviene todo el mundo y en el que se ventilan cuestiones que a todos interesan de modo bastante abierto y civilizado. Es un debate político y, por ende, con mucho personalismo, pero de cierta altura y conducido en unas estructuras de partido virtuales pero también reales; y no solo reales, sino hasta cierto punto comunitarias porque la militancia socialista tiene a orgullo una especie de cultura política de compañerismo que es casi una mística. Un partido con casi 140 años de historia no es cualquier cosa.

El enunciado de Sánchez de dos modelos de partido es una formulación sintética de de la doctrina programática de su candidatura, llamada Nueva Socialdemocracia, esto es, una puja en el actual debate sobre la crisis de esta corriente. En su versión hispánica, el debate contrapone de un lado una socialdemocracia de centro, con ínfulas social-liberales y escorada a los pactos con la derecha, el apoyo a la dinastía y el conjunto del statu quo y del otro una socialdemocracia de centro izquierda, de carácter reformista, partidaria de la revisión constitucional y, por tanto, no comprometida de antemano con el mantenimiento del statu quo.

En ambos casos el PSOE aparece como pieza necesaria de una coalición, pero en la de la derecha (la gran coalición) como una pieza secundaria y en la de la izquierda el programa común de la izquierda, como la pieza principal. Desde el punto de vista del interés del partido, el asunto es claro. Pero luego están los intereses de las personas que hablan en nombre de los partidos. A Iglesias no le interesa el triunfo de Sánchez porque el pacto de la izquierda perpetuaría la subalternidad de Podemos. Y de ahí puede seguirse que quizá, a pesar de todo, no haya gobierno común de la izquierda. Pero aun así, tampoco sería peor desde un montón de puntos de vista que un gobierno de gran coalición PP-PSOE.

Eso es lo que se decide el próximo veintiuno: socialdemocracia de derecha liberal apoyando al PP vergonzantemente con un discurso falaz de “dura oposición”, o socialdemocracia de izquierda, de izquierda democrática con el modelo a la vista del gobierno de izquierda en Portugal.

Las dos campañas se dan en estos marcos y a ellos ajustaban su estrategia, la de la caudilla, típica Blitzkrieg o guerra relámpago de todas las baterías del aparato con aniquilación del adversario, deslumbrado por el resplandor de los miles de avales, igual que la pobre Semele murió abrasada al aparecérsele Zeus en todo su fulgor. La del defenestrado justiciero mediante la formación de un “ejército de nuevo tipo”, una movilización ideológica, por principios, al estilo del pueblo en armas por sus libertades, el único capaz de frenar el avance de los acorazados del aparato y su estructura clientelar y mediática.

Y lo consiguió. Lo frenó. Tanto lo consiguió que ahora es la caudilla quien tiene que elaborar una estrategia para frenar a Sánchez. Es un empeño tan inepto como el planteado en la campaña de los avales, aunque a la inversa. Si ahora, presa del pánico y el despecho, se orienta a atacar a su adversario, le habrá regalado la campaña porque él podrá permitirse ignorarla y concentrarse en las propuestas positivas y, por supuesto, conciliadoras.

El resultado pinta optimista para el Sánchez por quien nadie daba un ochavo hace seis meses. Su peor enemigo, que siempre acaba apareciendo, será el exceso de confianza que encierra el mismo peligro en el que cayó Díaz, el de infravalorar al adversario. Por ejemplo, no es cierto que la suya sea la única alternativa, aunque se lo diga a Patxi López, que no es un lince. La suya es una de las dos opciones por las que probablemente se decidirá una mayoría de militantes. Se entiende por qué la llama "única", por economía de lenguaje. Ahora tiene dos semanas para explicarla, justificarla, razonarla, compararla con la otra y demostrar que en efecto es mejor. De igual a igual. 

Para ello nada más apropiado que celebrar cuando menos un par de debates en la televisión, en los formatos que se juzguen más adecuados pero en donde la gente pueda hacerse una mejor idea de qué proponen qué candidatos, para cuándo y cómo se hará, las cuatro cuestiones que definen la política, según nuestro antepasado Harold Lasswell.

dissabte, 6 de maig del 2017

La victoria pírrica de Díaz

Díaz aparece exultante con el resultado de los avales, ignoro por qué, si no es porque considere que un caudillo debe estar siempre exultante, incluso en la adversidad. Es así: el resultado de los avales le ha sido adverso; muy adverso. Todo el mundo detecta desconcierto en su campo, su candidatura, sus seguidores. No esperaban estos datos aunque, últimamente, empezaban a temerlos. Pero tenían esperanza. Ahora la han perdido. Descontaban una victoria aplastante de Díaz, un abismo en avales. Y tienen un empate práctico. Han conseguido una victoria pírrica que augura un riesgo de derrota grave a la hora de la verdad.

El malévolo comentario de la caudilla sobre Sánchez, (la tercera vez que alguien se alegra de quedar el segundo), pretende restar valor a los resultados de este a base de ignorar la tremenda desigualdad en que han competido ambas precandidaturas. En el fondo, todos saben que ese segundo puesto de Sánchez equivale al primero en un sentido moral. Díaz, más positivista, dirá que la moral está muy bien pero lo que cuenta son los avales. Sin embargo, los avales no son votos. Esos se verán el día 21.

Así que los avales muestran los apoyos a una precandidatura y tienen el peso que tienen, fundamentalmente moral. La campaña de Díaz ha sido clamorosamente institucional, apoyada, jaleada y parece que financiada por el aparato, con el aplauso de los medios, el beneplácito del partido del gobierno y la aquiescencia de algunos poderes financieros. Tan formidable despliegue esperaba un resultado apabullante, uno que hiciera innecesarias las primarias, como sucedió con el ascenso de Díaz a la SG del PSOE-A. Y se ha encontrado en una situación muy equilibrada y que, de no ser por la candidatura de López, hubiera sido una victoria absoluta de Sánchez.

Este se ha presentado en unas condiciones patéticas de desigualdad. Defenestrado, forzado a dimitir, ninguneado primero, vigilado después, acosado, obstaculizado, ha hecho una campaña a la americana y ha levantado una oleada de entusiasmo entre la militancia que lo ha colocado en ese segundo puesto que Díaz tanto desprecia y sus allegados y apoyos (es de suponer, salvo que sean tan zotes como ella) tanto temen. Porque es un segundo puesto que anuncia un primero el día 21. Considérense los resultados por comunidades y dígase si no es cierto que mientras Díaz gana en el sur de España y queda muy mal en el norte (prácticamente desaparecida en el País Vasco y Cataluña), y mientras Patxi López mantiene su fuero en los límites del árbol Malato, siendo malquisto en el resto del reino, a pesar de su amor por la unidad, Sánchez gana en la mitad norte del país y queda en situación digna y holgada en el sur.

Dada la hipersensibilidad del personal en estos ámbitos, diremos que López es dirigente nacional vasco, Díaz dirigente nacional andaluza y ámbito de influencia y Sánchez dirigente nacional español. Esta última condición es peligrosísima porque está sometida a todo tipo de tensiones entre quienes dicen que España no es una nación y quienes afirman que es la única nación que hay en España. Si Sánchez está o no en situación de ofrecer alguna solución de compromiso en este conflicto queda por ver. No cabe duda, en todo caso, de que es quien tiene una apoyo mayoritario equilibrado en el conjunto del país. O si se quiere mirar con una lente más realista: el que despierta menos animadversión.

Hasta aquí hemos llegado. El desconcierto y temor del socialismo de la gestora se muestra en el artículo que publica Rodríguez Ibarra en El País, Quien no lo ve, está ciego. Lo publica después de los avales; no antes y respira una congoja y un ánimo muy distinto al de exultación de Díaz. Ibarra llama ahora a la unidad de las tres candidaturas dado el momento excepcional en que se encuentra el partido. No sé incluso si no propone un triunvirato, de no ser porque Díaz es mujer. En todo caso es un dislate solo atribuible al pánico; al pánico que provoca Sánchez en la SG. Porque es inimaginable que Díaz y Sánchez compartan quehacer alguno por la misma razón por la que la víctima y el victimario no pueden convivir.

La oferta de Sánchez a López puede parecer ingenua y lo es, además de impropia. Revela que acepta la interpretación de los avales que hace la candidatura contraria, la del segundo puesto cuando, si se tiene en cuenta lo suprascrito, ese segundo puesto es moralmente el primero. Sánchez ha resultado ser caballo ganador de raza cuando parecía un pepla. Y ofrece la batalla en el terreno que la caudilla considera propio, el del ganador. Porque tiene esa perspectiva, sino, ¿de qué se iba a ofrecer una solución de compromiso,  desde las páginas de El País, principal abanderado de la causa de Díaz junto al ABC? ¿De qué iba el mismo diario a cuestionar amargamente las primarias?

Si el asunto sigue abierto a la duda, nada más sensato que convocar a los tres candidatos a uno o varios debates en las televisiones. El interés está en lo que se digan los dos con posibilidades reales, sin demérito, claro está, de las aportaciones de López quien no tiene margen de maniobra precisamente porque la ingenua oferta de Sánchez lo ha obligado a reafirmar su independencia hasta el final, con lo que sus votos no podrán ir a Díaz.

El resultado dependerá de la congruencia entre los votos y los avales, así como la aportación de quienes no han avalado pero pueden votar. Una cuestión de fidelidad de los votantes a sus propios avales. Se admiten apuestas.

divendres, 5 de maig del 2017

Los avales

El PSOE sigue ocupando la centralidad política. Roto, desvencijado, mal avenido, con líderes que no se saludan y solo se relacionan epistolarmente (para regocijo de las redes) y en una situación parlamentaria imposible a causa de la moción de censura de Podemos que lo pone literalmente a los pies del gobierno. Aun así, es el centro de la atención mediática que informa sobre la recogida de avales (un proceso restringido a la militancia) como si de unas elecciones generales se tratara. Hay incluso quien, llevado de algún delirio común, dice que, en realidad, los avales y las primarias en general son una cortina de humo para tapar la corrupción del PP, de paso, la que toca al PSOE. 

Celosos a su vez de este amor de los medios por un proceso interno de los socialistas, los de Podemos han convocado la manifa de apoyo a la moción de censura el 20 de mayo, la víspera de las primarias. Oficialmente, se trata de maridar las dos vías de acción de Podemos, la parlamentaria y la callejera. Podríamos tratar este asunto, pues tiene su miga, pero no merece la pena ya que es un mero pretexto. Lo esencial es reñir al PSOE la centralidad política vía imperio mediático. Y de ahí la fecha de la convocatoria. La cuestión por dilucidar es: ¿de qué hablarán los medios al día siguiente? ¿De la manifa o de las primarias del PSOE? Supongo que de las primarias porque en ellas se dirime una cuestión básica para el sistema político, si el PSOE se pronuncia por el status quo en todos sus aspectos o por la renovación del propio partido y del país, está por ver en cuántos de sus aspectos.

Al margen de consideraciones estatutarias, los avales vienen a ser como sondeos de intención de voto. Parecen facilitar una imagen tosca del resultado con todas las cautelas posibles: que un aval es público y un voto, secreto; que el aval no obliga a votar; que la participación ha sido muy alta, pero queda un 30% del censo por manifestarse; y que se manifestará o no. Con todas esas precauciones y a falta de comprobación y proclamación oficial, se puede examinar el sentido de los avales recogidos atendiendo a la estrategia de Díaz, la de Sánchez y a los resultados.

La estrategia de Díaz. Partía con un hándicap: la noche de la defenestración del 1º de febrero. Tenía que lavar su imagen. Pero estaba segura de conseguirlo y su equipo planeó un ascenso de la presidenta a la SG tan arrollador e indiscutible que quizá no hicieran falta primarias. Contaban con que Sánchez asumiría su muda condición de víctima y la militancia aceptaría el oscuro golpe de mano y los tejemanejes de la gestora sin un murmullo. No se esperaban la rebelión democrática que hubo ni la recuperación de Sánchez como candidato, con una figura rodeada de un halo de justiciero. Una imagen capaz de destruir el avance del risueño Moloch burocrático de la candidatura de Díaz que, a fuer de segura de sí misma, no tenía ni progama. Y la ha destruido. En el campo de Díaz no había plan B. La amarga confirmación del empate en intenciones (ni la candidatura de López ha conseguido frenar la del defenestrado, aunque avales ya le ha restado) no solo deja la de Díaz desarbolada sino sin capacidad de reaccionar cambiando el mensaje, el discurso, el estilo. Ningún asesor parece capaz de explicar a Díaz que ese espíritu populista, caudillil, hecho de lugares comunes y frases hueras, con mucha idiosincrasia quizá sea atractivo al sur; en la mitad norte de España produce mala impresión, por decirlo con suavidad. El problema es que la señora no puede cambiar porque es su carácter y lo que ha hecho toda la vida: escalar puestos en la estructura orgánica de su partido, impulsada por una evidente ambición personal y sus ganas de ganar. La idea de que, para ser SG del PSOE y candidata a la presidencia del gobierno hace falta tener algo más que ganas ni se le pasa por la cabeza y, al parecer, tampoco a ninguno de sus consejeros.

La estrategia de Sánchez. Se ha limitado a recomponerse, a resucitar, que no es poco. Cuando todos lo daban por liquidado, hizo una retirada a los cuarteles de invierno y regresó convertido en otro, con un grupo de fieles compañeros/as (los fieles compañeros/as anteriores ya le habían traicionado) y la voluntad de ponerse al frente de un sordo, reducido, incipiente movimiento de rechazo al golpe del 1º de octubre. Visualícese la imagen: el guía que vuelve del desierto, con un grupo de discípulos, a hacerse cargo de su misión de liberar a su pueblo. Imbatible. Ya podían los medios cerrar sus micrófonos, platós o portadas a su opción e informar (cuando no alentar con descaro) la candidatura de la caudilla del aparato, los barones, las viejas glorias y el Ifema. La militancia, a través de las redes, se coordinó y recuperó al líder al que ya había votado una vez y ahora venía del frío. Con eso, Sánchez hiló un discurso ganador dividido en dos partes: una manifiesta y otra latente. La manifiesta: retornaba el "no" a Rajoy (fortalecido ahora con el episodio de los presupuestos) y unas propuestas concretas sobre políticas, sobre la izquierda, las relaciones Iglesia Estado, sobre el carácter del Estado. Se pueden compartir o no, pero son tangibles, no meras invocaciones a las ganas de ganar. La parte latente es la de su contraposición de dos modelos de partido, dos proyectos para el PSOE, para la izquierda y para el país, muy a imitación del gobierno de la izquierda en Portugal.

Los resultados. Una ojeada a los resultados de los avales muestra el mapa de las dos Españas que, claro, determinan dos modelos de partido. En la comparación entre Díaz y Sánchez, Díaz gana en el Sur: Ceuta, Andalucía, Murcia, Extremadura, Castilla La Mancha, Madrid y Aragón, que figura como excepción). En el norte gana Sánchez, con la excepción de Melilla y un par de puntos curiosos en otras zonas que remachan más la imagen tópica a fuer de muy real. En el País Vasco, Sánchez cede ante López, pero Díaz literalmente desaparece; en Cataluña recoge un exiguo 5%. Los barones tampoco parecen concitar mesnadas. Los de Extremadura, CLM y Aragón se lucen. No así Ximo Puig, de Valencia y, lo que es más humillante, Javier Fernández, más que barón, príncipe de Asturias, batido en su territorio, en donde se inició la Reconquista. Y, lo que es peor: el porcentaje de avales de Sánchez en las CCAA en las que ha perdido es del 26,5%, mientras que el de Díaz en las que también ha perdido es del 19,6%, casi siete puntos por debajo. 

De no suceder nada extraordinario y no darse algún caso de trampas (están los nervios a flor de piel en un clima de desconfianza que, justamente, las hacen muy difíciles) es razonable dar a Sánchez por ganador de las primarias. El peor escenario para las demás fuerzas políticas que siguen sin llevar la iniciativa por mucho que se esfuercen. Ganando Sánchez, esto es, el "no" originario, no se ve posibilidad de evitar elecciones anticipadas si no es dando paso a un gobierno de amplia base parlamentaria (188 escaños) compuesto por PSOE, Podemos y C's. El gobierno que se propuso formar Sánchez en diciembre de 2016.

Si, por el contrario, ganara Díaz, muy probablemente (pues está en la doctrina de su gurú Felipe González) también habría un gobierno de amplia base. Incluso más amplia, abrumadoramente amplia (222/254 escaños), PP, PSOE y, optativamente, C's. 

El PSOE es pieza necesaria en ambas combinaciones. Y no hay más, pues aquí se descarta una alianza PP/Podemos. Lo que se decide en las primarias es de qué lado se decantan los socialistas. Los dos modelos de partido son dos modelos de país. Por eso el PSOE mantiene la centralidad política. 

dissabte, 29 d’abril del 2017

Una poción de moción

Como si de un tósigo se tratara, el anuncio de la moción de censura (MC) ha trastornado de tal manera los espíritus de los socialistas de obediencia gestora que cabe temer por su equilibrio anímico. "Numerito", "irresponsable", "figurón", "se cree que los demás somos tontos". De todo se oye y se lee, como una especie de airada y furiosa protesta, manifestación obvia de que el anuncio ha caído como una bomba. Una bomba tóxica.

Sin duda hay en la forma de anunciar elementos personalistas que los críticos elevan a narcisistas. Pero lo de menos son las formas. Lo que importa es el fondo. La MC pone al PSOE parlamentario en una posición ridícula, teniendo que convertir su púdica abstención en un respaldo activo del gobierno. A su vez, si Podemos hace o no un órdago a la chica, como he leído por ahí es indiferente. Lo que ha hecho es cerrarse el camino de vuelta. Reúne los requisitos: número de firmantes y candidato. La aceptación es automática. Solo puede pararse si Podemos no la presenta. Pero eso sería un patinazo político serio.

Por ello Podemos está obligado a presentar la MC en plan sietemachos, responsabilizando al PSOE y a C's de la continuidad de Rajoy, el PP y la corrupción. El que parece haberlo entendido a la primera es ese mismo PP que, por boca de su portavoz, Hernando, con ese aspecto de duro de película de Chicago años 30, lo ha llevado al terreno habitual de "eso no me lo dices en la calle". Y quédense de momento aquí las cosas, aunque no es mala entrada para una moción que se llama constructiva. Una pelea de gallos.

La cuestión es si quienes hablan sobre la figura han calibrado bien su alcance. La MC no se presenta para ganarla, eso está descartado. Por si acaso, PSOE y C's han corrido a oponerse. Lo importante es el debate mismo, que da tiempo ilimitado de intervención a los defensores de la moción y limita el de los demás grupos parlamentarios (incluido el del gobierno) a media hora y diez minutos más de réplica. Podemos dispondrá por tiempo ilimitado de la tribuna del Parlamento y todas las conexiones mediáticas convencionales y digitales para plantear una enmienda a la totalidad del país. Esa es la funcionalidad propagandística de la MC y lo que tiene al borde de la histeria al socialismo de la abstención.

Luego están las interpretaciones, a las que todos tenemos derecho. Leo que la MC es un intento de Iglesias de torpedear la candidatura de Sánchez porque no le interesa que este sea SG, ya que recuperaría voto refugiado en Podemos. Desde luego, si Sánchez gana las primarias, lo más probable es que el voto de Podemos baje. Suponer que este sea el motivo "verdadero" de la MC es ya otra cosa. Por supuesto, las motivaciones humanas son tan inexcrutables como las divinas, pero es muy difícil ignorar que la consecuencia inmediata de la MC es triturar el grupo parlamentario de la gestora y, por tanto, de la candidatura de Díaz. Por eso ha reaccionado esta por sevillanas.

Si la MC está orientada en contra de Sánchez, hipótesis no descartable aunque improbable, va a darse de bruces con el muro de que beneficia a ese mismo Sánchez, haga lo que haga el que la ha presentado. Su discurso, el discurso del candidato, sin límite de tiempo, irá orientado en contra del PP en todos sus aspectos y, asimismo, en contra del PSOE. Y ese ataque al PSOE solo puede ser de dos formas: a) reconociendo que hay una diferencia entre el PSOE parlamentario, colaborador del PP, y el de la militancia, que sigue siendo partidaria del "no es no"; b) no reconociéndolo, haciendo una amalgama con los dos espíritus socialistas y atacándolos como si fueran uno solo. En el caso a) será un respaldo al proyecto de recuperación del PSOE en la izquierda de la candidatura de Sánchez. En el caso b) encenderá más la voluntad de la militancia de apoyar un proyecto de recuperación de un PSOE de izquierda democrática, esto es, de nuevo en beneficio de la candidatura de Sánchez. Algo legítimo, por lo demás, por cuanto se le devuelve lo que es suyo, ya que fue él quien abrió el camino al iniciar la semana pidiendo la dimisión de Rajoy.

También cabe la posibilidad, muy a tono con el espíritu último de Podemos a mi entender, de que la MC vaya orientada contra el conjunto del sistema o eso que a veces llaman "el Régimen". Pero, vaya contra lo que vaya la MC, muy curiosas habrán de ser las intervenciones tasadas de los demás grupos parlamentarios, especialmente el socialista. Y eso si las hay porque pueden renunciar a ellas y mantenerse en silencio. 

Vaya, que Pablo Iglesias ha entrado en el Congreso montado en un autobús.

diumenge, 16 d’abril del 2017

PSOE, un futuro comatoso

Por futuro comatoso me refiero al que augura aquella famosa primera fila del mitin de presentación de Susana Díaz en el Ifema, de cuyas cuentas, por cierto, seguimos sin saber nada. Aquella ristra de ex-altos cargos y viejas glorias con caras de pocos amigos que revelaban a las claras la gracia que les hacía estar allí de comparsas era el desmentido más rotundo a los trinos de la por-fin-candidata sobre el futuro radiante.

En estos días de tanto rezo y procesión, a los socialistas les ha dado por reflexionar en público y escribir artículos sobre la situación actual de su partido. He embuchado varios. Los que más me han gustado son uno de José Sanroma, España en su laberinto y otro de María Mir Rocafort, Tragar sapos, los dos de sanchistas. Se me nota el plumero, ya sé, pero es que los que he leído favorables a Díaz no tienen ni un mal pasar y sobre López no es fácil encontrar artículos.

El PSOE se ha metido en un lío o laberinto, como dice Sanroma, extendiéndolo a España. Y se ha metido en un lío por haber planteado mal las primarias. No desde el punto de vista reglamentario, práctico y estatutario, que también ha sido un desastre, sino desde el punto de vista del espíritu, el ánimo con que se convocan. No se han planteado dos candidaturas con ánimo de votar a favor de una, sino de hacerlo en contra de la otra, al menos por una de las partes, la "oficial". Mal comienzo para una campaña en la que solo se habla de "compañeros", como hace Díaz de continuo cual si quisiera disipar la reaparición del último "compañero" al que defenestró, ahora convertido en rival. Sobre eso de los compañeros y las rivalidades, el artículo de López Alba es muy ilustrativo.

Unas elecciones con voto no a favor sino en contra están mal planteadas. Si de lo que se trata es de que no gane el otro, el proyecto propio es indiferente. Por eso desde el primer momento se entendió que la candidatura de López era parte del frente contra Sánchez. Ese frente, ahora encabezado por Díaz, se organizó mucho antes de las primarias y fue la conjura de los 17, de la que salió el golpe del 1º de octubre. La candidatura de Díaz, cerradamente a la contra de Sánchez, tiene el handicap de la imagen de fría y ambiciosa conspiradora. Su objetivo declarado es reunificar un partido dividido y como credencial presenta el hecho de haber sido ella la que lo dividió. No quiero hacer comparaciones que puedan irritar, pero esto suena un poco a aquello de "la guerra es la paz y la mentira, la verdad". 

Dada la rebelión democrática que se vive en el PSOE, la ilusión que le echan los militantes, a pesar de las zancadillas de la junta gestora, un triunfo de la candidatura de Díaz, sería un golpe mortal para el partido cuyo último bloque de cinco millones de votantes fieles podría huir en desbandada. Que todo el "establishment" político, desde el PP a Podemos, y mediático, desde La Razón a El País, así como los padres de la actual patria socialista y, por supuesto, el aparato del partido apoyen la candidatura de Díaz nos exime de mayor comentario acerca de la desigualdad de trato de ambas candidaturas. Sánchez está en las redes, pero no en los medios; Díaz está en los medios, pero no en las redes. Eso también requiere reflexión: las redes son libres; los medios están todos sesgados cuando no claramente manipulados. 

Y eso también quiere decir mucho respecto el impulso, la conciencia de quienes apoyan a una u otro candidato.

divendres, 7 d’abril del 2017

Una visita al señor Michels

Las palabras que han trascendido de Miguel Ángel Heredia en una reunión de su partido han provocado un escándalo tan monumental que los sanchistas, como se ve, piden el cese del que las pronunció, su cabeza, dice el periódico en tonos bíblicos, con una foto muy apropiada.

El motivo manifiesto del escándalo parece ser el insulto a Margarita Robles. Pero es claro que solo es tal para las sensibilidades al norte de Despeñaperros; al sur, hijaputa no es un insulto sino una expresión coloquial y hasta cariñosa. Y es verdad. La propia Robles no ha tenido inconveniente en fotografiarse con Heredia para subrayar que así lo entiende. Perfecto. No hay inconveniente. Y quienes "piden la cabeza" de Heredia por esta fruslería se pasan veinte Salomés.

Pero es que no acaba ahí la cosa. El señor Heredia también explicó con lujo de detalles cuáles fueron los motivos reales de los golpistas del 1º de octubre. Lo hizo, además, metiéndose en un lío al involucrar a Toxo, el de Comisiones Obreras, como fuente de información. Esto tampoco tiene mayor importancia. Como lo de hijaputa es una forma de ser: la de fanfarronear, darse pote. "A mí me llama Fulano o Zutano". A ,  ya se sabe.

Lo grueso es la confesión de motivaciones del golpe en sí misma. Aunque todo el mundo lo sabía, nadie había reconocido públicamente que Sánchez fue defenestrado preventivamente, no por lo que hubiera hecho sino por lo que se suponía que quería hacer. Nada menos que complotar con los enemigos del socialismo y de España. Fue defenestrado por sospechas. Y ¿quién lo hizo? Pues la oligarquía de la organización, nos recuerda el señor Michels, el cogollo de quienes detentan el poder en las diversas instancias y órganos del partido. Técnicamente, es un golpe oligárquico. Políticamente, tiene muchos precedentes, desde los treinta tiranos de Atenas (en esta caso, diecisiete) hasta el golpe de Casado al final de la IIª República.

Ese golpe oligárquico parece ser el que ha levantado la rebelión de la militancia, en defensa del defenestrado, que había sido elegido en primarias. Una rebelión que trunca los planes de los oligarcas porque los conjurados contra César traían una cesarina en las filos de sus puñales y creían que, consumado el crimen, ni primarias harían falta. Díaz sería proclamada SG de modo caudillista. La caudilla que venía a coser el PSOE que ella misma había rasgado.

No es por el exabrupto, no por la fanfarronería, por lo que Heredia debe dimitir, sino por la paladina confesión de una innoble maniobra preventiva de carácter oligárquico, al servicio de una orientación política contraria a la defendida por el partido y la militancia. 

Y la cesarina dar cumplidas explicaciones. 

dimecres, 5 d’abril del 2017

Las primarias del PSOE para extranjeros

La Revista argentina La Vanguardia me publica este artículo, dando cuenta de las primarias del PSOE. Incluyo copia del artículo entero. Quien quiera leerlo en el original (contiene entradillas, fotos y elementos tipográficos atractivos) lo tiene aquí.

El histórico Partido Socialista Obrero Español, con casi 140 años a sus espaldas es el partido más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa, después del Conservador británico y el Socialdemócrata alemán. La historia contemporánea de España, por tanto, está inextricablemente unida a la de esta primera organización de la clase obrera y el propio país es incomprensible sin tomarla en consideración. El partido consiguió su primera representación parlamentaria en el primer decenio del siglo XX, participó en la huelga general de 1917, tuvo una ambigua relación con la dictadura de Primo de Rivera en los años veinte, fue destacado puntal de la IIª República, participó en la sublevación revolucionaria de 1934, fue partido de gobierno durante la guerra civil, estuvo proscrito en la dictadura franquista, cuando padeció persecución, fue partido de gobierno en la IIIª Restauración borbónica, entre 1982 y 1996, volvió al poder de 2004 a 2011 y actualmente se encuentra en un momento de crisis en el que, como siempre pasa en estos casos, según la orientación que tome, se mantendrá o perecerá.

La crisis económica, que ha sido especialmente virulenta en España debido a su peculiar sistema productivo y la incompetencia y corrupción secular de sus clases dominantes, puso abrupto fin a la segunda legislatura socialista de Rodríguez Zapatero en 2011, envió al partido a la oposición y lo sumió en la citada crisis que ahora culmina en las elecciones primarias, convocadas para mayo y en las que se decidirá el destino de la organización para los próximos años. A esa crisis económica de modelo productivo se suma una tradicional problemática vinculada a la organización territorial del Estado, que se agudizó con la sentencia del Tribunal Constitucional de mayo de 2010 relativa a la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña y en la que se negaba a esta comunidad la condición jurídica de nación. Dicha sentencia fue el pistoletazo de salida de un renacimiento del espíritu independentista catalán que ha cuajado en un Parlamento de mayoría de esta orientación y un gobierno de la Generalitat, con una hoja de ruta hacia la independencia que culminará en un previsto referéndum de autodeterminación en septiembre de 2017, dentro de seis meses, que el gobierno central quiere prohibir y el autonómico realizar a pesar de todo.

En buena medida, el conflicto del PSOE en estos tiempo refleja el que afecta al país en su conjunto. A las elecciones primarias a la Secretaría General, convocadas por la Comisión Gestora para el 21 de mayo se presentan tres candidaturas principales y quizá alguna otra más si consigue reunir los avales necesarios. De las tres principales, dos, la de la presidenta de Andalucía, Susana Díaz y la del exsecretario general del propio PSOE, Pedro Sánchez, defenestrado por un golpe palaciego interno al partido el pasado 1º de octubre de 2016, son las que parten con mayores posibilidades. Una somera consideración de sus características nos servirá para comprender el momento político español y las perspectivas del PSOE.

La candidatura de Susana Díaz es de carácter institucional, goza del apoyo de la mayoría de los cuadros del partido, del aparato de éste y de los antiguos dirigentes del PSOE, hoy retirados, pero que siguen actuando como asesores de prestigio. Es una candidatura afín al espíritu del régimen político de la IIIª Restauración borbónica, conforme con el sistema del turnismo bipartidista, eco del de la IIª Restauración canovista de 1875 a 1923, que no cuestiona la legitimidad de la monarquía, ni la confusa relación entre la Iglesia y el Estado en España y no tiene intención de alterar la condición de “Estado dentro del Estado” de que goza la iglesia católica. Tampoco objeta al sistema actual de reparto del poder territorial, antepone el mantenimiento del statu quo autonómico a cualquier otra consideración y tiene un acuerdo de fondo en cuanto a los fundamentos mismos del sistema de 1978, sin plantearse ningún tipo de reforma radical que dé paso a una nueva estructura. La candidata Díaz preside una Comunidad Autónoma en la que el PSOE lleva gobernando ininterrumpidamente durante 40 años, lo que ha provocado un nivel alto de corrupción institucional que, en cierto modo, la emparenta con el gobierno del Estado, asimismo caracterizado por uno de los niveles más altos de corrupción del mundo.

Es, pues, una candidatura continuista con el orden de la IIIª Restauración, colaboracionista con los gobiernos de la derecha y defensora de la unidad territorial de España en la situación actual, sin apuntar a reforma alguna que muestre sensibilidad frente a los tradicionales agravios catalanes (las greuges catalanes), que se arrastran desde hace siglos y se han agudizado recientemente a cuenta de la crisis. Es más, quizá pueda decirse que el sentido profundo de esta candidatura socialista andaluza –caracterizada por un nivel alto de populismo y un punto de caudillismo personal- sea la formación de una especia de “unión patriótica sagrada española” frente a la amenaza de independencia de Cataluña. Esto explica asimismo por qué la candidatura de Susana Díaz despierta más simpatías entre la derecha del país que entre la izquierda, al extremo de una mayoría de votantes del PP la prefiere al frente del PSOE en lugar de Pedro Sánchez.

A su vez, la candidatura rival, la del exsecretario general, procede del momento crítico y conflictivo de su defenestración en un Comité Federal del 1º de octubre de 2016. Se produce así como una especie de reacción frente a una maniobra del aparato del partido, de los cuadros intermedios y los intereses creados ante un secretario general que había sido elegido por las bases del partido y del que los funcionarios de éste, los llamados “barones” y las viejas glorias asesoras –esto es, el establishment socialista-, sospechaban que pretendía llegar a acuerdos subrepticios con los dos factores que el PSOE institucional considera sus enemigos mortales: a) la nueva izquierda surgida al amparo de la crisis económica bajo la forma de la organización Podemos, heredera y renovadora del anquilosado Partido Comunista y b) el peligro de una ruptura de España a través de la independencia de Cataluña. En otras palabras, Pedro Sánchez fue defenestrado en una operación preventiva del aparato del partido, más interesado en colaborar con la derecha española nacional-católica y centralista, que en hacerlo con la izquierda y en formar un gobierno de esta orientación, como el que hay en Portugal.

La candidatura de Sánchez, sin embargo, se apoya en la poderosa reacción que han tenido las bases del partido, entre las cuales ha cundido la indignación de que unos burócratas, funcionarios del partido y políticos profesionales, pusieran término en una maniobra de pasillo al mandato de un secretario general elegido por ellas misma. Esta candidatura se publicita a sí misma como una de la militancia, de la izquierda y de la renovación y regeneración del PSOE. En algunos aspectos mantiene una actitud más clara y decididamente de izquierda que la de Susana Díaz, por ejemplo, en materia de laicismo. Sánchez propugna la definitiva separación de la iglesia y el Estado, lo cual, y aunque parezca mentira, hoy es algo revolucionario en España. También hay una diferencia radical en la visión de la izquierda. La candidatura de Sánchez propone un gobierno con alianza de la izquierda, una especie de reproducción en el país del ejemplo portugués o de repetición en España del “programa común de la izquierda” de Francia en los años 80 del siglo pasado. Asimismo articula un programa más radical de salida de la crisis, con más claras propuestas de relanzamiento económico con atención a la juventud y los sectores menos favorecidos.

En los asuntos más delicados y problemáticos, como son la forma monárquica o republicana del Estado y el derecho de los catalanes a la autodeterminación, la candidatura de Sánchez es más ambigua: no hay un pronunciamiento a favor de la República –la última forma de gobierno legítima que ha habido en España- ni tampoco del derecho de los catalanes a decidir. Hasta qué punto esta ambigüedad y este silencio son tácticos o estratégicos en función de la candidatura es algo que se verá en su momento, y algo también que podrá ir calibrándose a medida que se desarrolle la campaña electoral de las primarias, es decir hasta el 21 de mayo.

De siempre se ha dicho que el PSOE tiene dos almas (por otro lado, como todos los partidos socialistas y socialdemócratas del mundo), el alma radical y el alma reformista. Dado el giro mundial hacia el moderantismo político, hoy esas dos almas podrían reformularse como una conservadora y otra progresista y, de ser así, dibujarían muy bien la situación actual del PSOE: una propuesta conservadora, asimilable a la derecha tradicionalmente nacional-católica y otra más progresista, asimilable a un intento de recuperación del espíritu reformista radical de la socialdemocracia.

Innecesario decir que todos los medios de comunicación favorecen la candidatura conservadora, como el mundo de la empresa y las finanzas, mientras que la candidatura de la izquierda solo cuenta con el apoyo de la militancia. Pero hay dos factores en esta situación que permiten abrigar la esperanza de que, por una vez, el resultado no sea el que todo el mundo espera. Primero: el cuerpo electoral en las primarias, precisamente, es la militancia de forma que, si el aparato del partido no hace demasiadas trampas, la militancia puede imponerse. Segundo, los medios de comunicación ya no reinan de modo absoluto en la opinión pública, sino que han tenido que dejar espacio a un nuevo ámbito de debate público en las redes y en estas, mucho más populares que los medios institucionales públicos o privados, la presencia de la candidatura de Sánchez es muy superior a la de Susana Díaz.

RAMÓN COTARELO
POLITÓLOGO ESPAÑOL, CATEDRÁTICO EMÉRITO DE CIENCIA POLÍTICA Y DE LA ADMINISTRACIÓN DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA (UNED). ES AUTOR DE NUMEROSOS LIBROS, ARTÍCULOS Y COLUMNAS SOBRE DIVERSOS TÓPICOS. PUBLICA SUS OPINIONES REGULARMENTE EN SU BLOG PERSONAL PALINURO.

diumenge, 2 d’abril del 2017

La caudilla y los menestrales

La candidatura de Susana Díaz toma caracteres cada vez más caudillistas. Este unánime cierre de filas en su apoyo de todos los barones, baronets, cuadros, cargos públicos, funcionarios del partido y distinguidos jubilados con mayor o menor veteranía es la prueba más evidente a contrario de que la candidatura de Sánchez es la de la militancia.  Los de abajo contra los de arriba, como se predica ahora en círculos de la "nueva política". No la candidatura del "afuereño", según vienen insinuando todas las instancias oficiales del partido, sesgadas en favor de su caudilla y en contra de Sánchez. Dicho en otros términos, se trata de la candidatura de quienes viven del PSOE frente a la de quienes viven con y para el PSOE. 

Desde luego, estas primarias son decisivas para los socialistas. En las anteriores elecciones internas hubo momentos de tensión, pero se producían siempre sobre una acuerdo básico en el modelo de partido y el modelo político que el partido proponía.

Tal no es el caso hoy. La discrepancia es profunda. Díaz representa un proyecto populista, esto es, un discurso de izquierda para una práctica de derecha. El discurso de Sánchez, en cambio, quiere ser escuetamente de izquierda en la teoría y la práctica. El primero, el populista, tiene escaso éxito entre los militantes y es acogido con resignación por la baronía, un poco asustada por el caudillismo que ella misma ha propiciado. El segundo, el de izquierda, enciende a la militancia y pone de los nervios a la baronía que ve peligrar sus canonjías, puestos, cargos y nóminas. 

Pero, por muchos nervios que haya, se deben contener, sobre todo para no hacer el ridículo. La parcialidad absoluta de la junta gestora y del aparato del partido en favor de la candidatura de Díaz especialmente en Andalucía es abrumadora. Si los escrúpulos no la obligan a rectificar es porque considera su comportamiento legítimo. Cosa nada de extrañar en quien comenzó esta peripecia perpetrando un golpe de mano para defenestrar al SG elegido por la militancia y lleva toda la vida entregada al medro personal en los complicados vericuetos de un partido tan identificado con las instituciones que administra desde hace 40 años en Andalucía que parece un PRI bético. 

El problema es si, al ver que la parcialidad no es suficiente para ganar las primarias y habiéndole cogido gusto al expeditivo método, los conjurados deciden defenestrar por segunda vez al exsecretario general con cualquier pretexto estatutario, cuanta habida de que ni con todo el aparato a su servicio consigue hacer que la candidatura de la caudilla levante la mitad de ánimo que la de su rival.

Mientras tanto, sería bueno que elecciones se celebraran con juego limpio. La junta gestora debe dar a conocer los gastos de la candidatura de Díaz y cómo se sufragan, desde el primero de todos, la convocatoria de alcaldes de Abel Caballero hasta el último, como han hecho los otros candidatos. No hacerlo debiera descalificarla.

También sería bueno que los barones, paniaguados diversos, cargos institucionales y demás personal incrustado en el organigrama del partido dejaran de cargar directamente o indirectamente contra el ex-secretario general. Quizá les convenga saber que cuanto más abusan de su posición, más inquina despiertan entre las bases que tienen un objetivo encomiable: devolver al defenestrado al puesto que le corresponde y del que fue privado por una maniobra y una triquiñuela harto vergonzosas.

dimarts, 28 de març del 2017

El PSOE es mucho PSOE hasta para sí mismo

El PSOE es un partido más que centenario por algún motivo. Desde el principio funcionó como una asociación especial, dentro de un espíritu de la izquierda de fines del XIX y primeros del XX. Un espiritu de solidaridad, compañerismo, muy próximo a las "cajas de resistencia" de los sindicatos, necesario para sobrevivir en un entorno hostil; un espíritu casi familiar que se ha ido perpetuando a lo largo de este siglo y pico de vicisitudes de todo tipo. Eso da una organización peculiar con una forma de militancia sin parecido en los demás partidos. Tiene algo de comunitario. En la famosa dicotomía de F. Tönnies entre comunidad y sociedad, cae más del lado de la comunidad, un lugar en donde se tiene en cuenta a las personas, en donde se ha postulado una forma especial de humanismo, de la mano de Fernando de los Ríos. En gran medida es un espíritu familiar porque, en muchos casos, la militancia se trae de familia, como tradición. De ahí que el distanciamiento actual de la juventud (los padres son socialistas y los hijos votan a Podemos) sea especialmente doloroso.

Doloroso pero comprensible porque, de un tiempo a esta parte (de bastante tiempo) el PSOE ha perdido aquel espíritu. Para no andarnos con monsergas de si fue Zapatero I o Zapatero II o Rubalcaba o Sánchez o no-Sanchez, o incluso antes, vamos a ceñirnos a estas primarias y su desencadenante.

A lo largo de su historia, el PSOE ha vivido momentos muy difíciles, a veces a vida o muerte. Pero el golpe de mano del 1º de octubre pertenece a otro género de cosas, otra forma de actuar, otro espíritu. Un grupo de conspiradores, basándose en suposiciones y sospechas de que Sánchez fuera a pactar con Podemos o los indepes catalanes, monta un golpe palaciego mediante una maniobra bastante indigna y defenestra al SG elegido por las bases. Ni la forma ni el fondo del hecho son socialistas. El fondo es una mentalidad de derechas de nacionalismo español a ultranza mucho más afín al PP que al PSOE; esto es, la mentalidad de Rubalcaba. La forma es la de los profesionales de las organizaciones, a los que da igual en la que estén porque lo que hacen es aprovechar sus reglas internas para trepar ellos a los puesto de poder; o sea la mentalidad de Susana Díaz.

Y todo al servicio de un golpe preventivo, la forma más agresiva e inmunda de proceder. Definitivamente, ese golpe rompió aquel espíritu porque pertenece a un mundo distinto, el de la derecha sin escrúpulos. Así pues, la indigna defenestración de Sánchez por órdenes de la presidenta andaluza, ("lo quiero muerto"), incendió las bases, la militancia, que se sintió estafada y reaccionó en honor a ese espíritu humanista que ha heredado. No lo esperaban los golpistas. No lo esperaba la junta gestora que nombraron estos entre sus fieles con la tarea de preparar la llegada triunfal de la caudilla Díaz, probablemente sin necesidad de primarias. 

No ha sido así a causa de la rebelión democrática de las bases, que han aupado al defenestrado Sánchez en un noble gesto de reparación por la injusticia sufrida, dándole un impulso moral que su adversaria jamás podrá alcanzar. Y, a partir de aquí, cada cual ha sido leal a su papel hasta lo increíble. Díaz es una política profesional de corte populista, regate corto, escasas ideas y mucho sentido folclórico-mediático. De hecho, el discurso que infligió a la audiencia en el Ifema fue una lamentable serie de topicazos, frases hechas, latiguillos y vaciedades que debieran haber avergonzado a las viejas glorias que se llevó de claque si les quedara algo de vergüenza.

El caudillismo de Díaz se ejerce a través de ese pintoresco órgano provisional, llamado comisión gestora que no es otra cosa que un comité de acción, justificación y propaganda de Díaz. Su presidente, Fernández, se pasa el día deslegitimando la candidatura de Sánchez y mintiendo para ello de paso al insinuar que este quiere un partido asambleario en imitación a Podemos. Vuelve de nuevo la acusación del principio, de un PSOE subalterno de Podemos, formulada por unas gentes que lo han hecho subalterno del PP. A esa evidente parcialidad y animosidad antisanchista se añade que el segundo de la junta gestora es la mano derecha de Díaz, con lo que no hace falta decir nada más, salvo asombrarse de cómo puede llegarse a tamaño desafuero de tener un órgano que ha de arbitrar una contienda electoral descaradamente al servicio de una de las partes. Tan a su servicio que hasta el trabajo sucio le hace: tras pedir claridad en las cuentas y sugerir malévolamente que Sánchez se financia ilegalmente, resulta que la única candidatura que no ha aclarado en público su contabilidad y está bajo vehemente sospecha de valerse del aparato y sus medios para su campaña es la de Díaz.

Estas y otras muchas maniobras de juego sucio (la presencia de la caudilla en las redes es muy baja, pero compensa llenándolas de bots) prueban que estos golpistas han roto aquel espíritu de familia, el respeto al otro, el humanismo de la tradición para implantar las reglas del poder, la ambición, el clientelismo y los intereses creados. Nada de extraño que la militancia haya reaccionado como lo ha hecho. Las maniobras han provocado la indignación y esta ha encontrado un líder en momentáneo estado de postración, al que ha impulsado para dar la batalla por el espíritu socialista.

Para contrarrestar esta oleada, la gestora no ha tenido mejor idea que celebrar una especie de glorificación de la caudilla y presentarla con pompa y boato como la culminación de la historia contemporánea del PSOE desde la transición, arropada por su dirigentes vintage supuestamente más eficaces para mover los sentimientos de la militancia. Pero ni con esas. Lo que se vivió el domingo fue una ceremonia de zombies, ninguno de los cuales sabía bien qué píntaba allí, a consumir sus últimos hilillos de dignidad en apoyar a una huera oportunista. Y, para colmo, la ausencia de Griñán y Chaves, que debieran haber estado según la lógica de la comunidad familiar, demuestra a las claras que el aparente acto de recuperación sentimental del viejo PSOE era una maniobra fríamente calculada para engañar: González, sí; Zapatero, sí; Rubalcaba, sí; Chaves y Griñán, no, por si pringaban de corrupción. Bestial.

Me atrevería a decir que en el acto de glorificación, el tiro salió a la junta gestora por la culata. Como todo lo que hace. Lo único que ha conseguido es que la rebelión democrática se consolide porque ahora ya se tienen datos fehacientes para comparar. Y es demoledor: con todo el aparato a su servicio, los medios, los recursos del partido, los autobuses gratis, etc., Díaz reunió comparativamente menos gente en Madrid que Sánchez en Burjasot. Y si hablamos de discursos, la cuestión revienta. No hay comparación. La caudilla no tiene discurso, sino un repertorio de frases huecas. Se entiende. Para ella, su discurso es el que la gestora presentó como documento para el congreso en medio de las insinuaciones de mala baba contra Sánchez. Ella es la candidata del partido y el discurso del partido es el suyo. Algo intrínsecamente de derechas: apropiarse los símbolos, los relatos colectivos.

Frente a eso, Sánchez tiene un discurso. Está mejor o peor plasmado en el documento presentado en el Bellas Artes sobre la nueva socialdemocracia. Ahora, el destino le ha deparado la posibilidad de contrastarlo con la militancia durante unos meses. Una buena ocasión para acabar articulando un discurso completo, trabado, con respaldo suficiente y que, por lo tanto, ahora mismo está haciéndose. Cambiará algo, se perfilará mejor, a medida que vaya viendo la acogida que tienen las propuestas concretas. De momento, va calando, por poner un ejemplo, el propósito laico. En general, el programa se autotitula de izquierda e insiste en ese punto. 

Los adversarios de Sánchez, no necesariamente partidarios de Díaz, le reprochan inconsistencia en el pasado y falta de crédito en la actualidad, aunque reconocen que va entonando mucho con la militancia. Lógico, dicen, frente al discurso de todos los hombres de la presidenta solo cabe el de la militancia. En realidad, Sánchez está haciendo de necesidad virtud y eso, a los puristas siempre les parece sospechoso. Es más, el izquierdismo de Sánchez se interpreta echando mano del famoso caso del general Della Rovere. Yo mismo lo hacía al comienzo de esta rebelión. Pero la historia ha de entenderse hasta el final. Ciertamente, el primer Sánchez, el SG, era otra cosa. Como Emmanuelle Bardone también era otra cosa. Pero cuando Bardone, finalmente, se convierte en Della Rovere y afronta su destino, adquiere una calidad humana que podría ser, incluso, superior a la del verdadero Della Rovere. 

Y para aquellos que quieran razonamientos más teóricos y menos literarios, recuérdese la feliz idea de Hegel de la "astucia de la razón", una forma filosófica ilustrada de decir lo mismo que los cristianos de que "Dios escribe recto con renglones torcidos". Sánchez se ha puesto al frente de la manifestación, ha vinculado su destino a la militancia (como García Page parece haber vinculado el suyo al de Díaz), y en este momento es otra persona, no tan condicionada por su pasado como por su presente. Al igual que los demás, por supuesto. Pero compárense presentes: el de Díaz, el de Sánchez y el de López. Eso es lo que cuenta porque hay que elegir.

Eso y el recuerdo a Kant, rebotado luego por Isaiah Berlin, de que "de la madera torcida de la humanidad nunca ha salido nada recto".  

Lo cual no debe ser óbice para intentarlo.

dilluns, 27 de març del 2017

La candidata de la derecha

Con esta portada del ABC, prácticamente podría ahorrarme el post. La derecha quiere a la caudilla Díaz al frente del PSOE. Por Dios, España y su caudilla. Es su estilo, que conecta perfectamente con el de esta profesional sin escrúpulos de la política populista, que podría estar tan ricamente en el PP como suele estar en las procesiones de su tierra, llevando candelabros o lo que los curas le ordenen. 

En realidad, la maniobra es un poquito más sutil. La derecha sabe que, con la caudilla de SG, no habría alianza alguna de izquierda, con Podemos y, por lo tanto, la señora es la máxima garantía de que el PP pueda eternizarse en el poder. Que es de lo que se trata para todos: para el propio PP, para la Caudilla (cuyo objetivo verdadero no es ganar, sino salir cuanto antes de Andalucía, en donde la corrupción y su incompetencia van a comérsela) y, por supuesto, para el puñado de jubilados intrigantes y cascarrabias del PSOE que prefieren ver de SG a esta oportunista sin categoría que a uno con consistencia y claros propósitos de izquierda.

Algún día habrá que investigar qué sucedió para que todos los antiguos socialistas con mando se hayan pasado a la derecha más descarada y no se limiten ya a cobrar sus retiros dorados y otras canonjías a cuenta de los contribuyentes españoles sino que prediquen en contra de la izquierda. No es solamente la envidia que les produce que un hombre sin apoyos externos, sin más ayuda que la simpatía espontánea de la gente pueda derrotar a la caudilla. Sin duda hay también un fondo reaccionario de educación y de clase que les sale en su edad provecta porque nunca fueron muy consistentes, pero ahora se han revelado como lo que siempre fueron, unos sumisos a la derecha oligárquica española de toda la vida.

Eso es lo que explica que, aunque quizá no se les oculte el oportunismo descarado y la falta de inteligencia de la caudilla, la apoyen. Les preocupa más que el PSOE pueda echarse a la izquierda con Pedro Sánchez y ¿quién sabe? que a lo mejor el personal deje de hacerles un caso que no merecen por su  subalternidad y cobardía. Porque esa es la cuestión: su finalidad, como la de la Caudilla, es impedir un gobierno de izquierdas en España. Por eso no hablan nunca del ejemplo de Portugal. Lo ocultan. Defenestraron a Sánchez por intentar la unión de la izquierda, con la impagable ayuda de Pablo Iglesias que quería destruir el PSOE. Estos todos prefieren mil veces el gobierno de los neofranquistas al de la izquierda democrática. Iglesias también. 

Hace falta ser muy cínico y muy hipócrita para aplaudir el discurso repleto de lugares comunes, bobadas patrióticas y puras tonterías de la caudilla, incapaz de tener una sola idea que no sean consignas pueriles del tipo de "soy socialista por amor a España", que dan vergüenza. Frente a estos lamentables exabruptos de risa  que no han dado ni para titulares de la prensa adicta (excepto el ABC) no quieren ni oír el  discurso de izquierdas de Pedro Sánchez. Sin duda, este está en los comienzos y aun tiene que perfilarlo más, pero su alegato, cuando menos, contenía propuestas, ideas frente a las necedades de la andaluza ante un auditorio entregado de beneficiarios del PSOE

Añadase a ello la vergüenza que en cualquier persona de buena fe produjo el alarde de juego sucio, el abuso, el intento de apabullamiento del adversario del acto de exaltación de la Caudilla, con profusión de medios, el apoyo de los viejas glorias, los barones, todo el aparato del partido. Frente a eso, la candidatura de Sánchez,  en un lugar mucho más pequeño, con muchos menos medios fue más auténtica y su repercusión -incluso en los medios- muy superior a la de su adversaria.

Grave es que, a estas alturas -después de la confusa maniobra de la junta gestora de querer difamar la candidatura de Sánchez, insinuando que practica financiación ilegal- tanto López como Sánchez hayan hecho públicas sus cuentas, mientras que las de la Caudilla siguen siendo secretas. Sus trolls en las redes acusaban de difamadores a quienes queríamos saber cómo se financiaban los gastos inmensos de la caudilla (el Ifema vale una pasta) pero, al final, ha resultado que los difamadores eran ellos. Y peor que difamadores porque, mientras no se demuestre lo contrario, la campaña de la Caudilla está pagándola la junta gestora con los dineros del PSOE, es decir, con las cuotas de todos los militantes y los fondos públicos, que proceden del pago que hacemos todos los ciudadanos de los impuestos. 

O sea, un abuso y una presunta estafa que ya debiera estar en los tribunales. Y estos quieren regenerar el sistema político español y luchar contra la corrupción. Insisto, da verdadera pena cómo un antiguo partido de la izquierda trata de convertirse en subalterno de una de las derechas más clericales, corruptas y reaccionarias de Europa. 

diumenge, 26 de març del 2017

Se quiera o no, derecha/izquierda

El discurso de la gestora es netamente conservador. Su presidente, Fernández, habla de "moderación" y arremete contra las tendencias "asamblearias". Trata de hacer una amalgama con toda la izquierda, asimilando la candidatura de Sánchez a Podemos. Eso, para meter miedo. Lo mismo le pueden decir en su auditorio: que la candidatura de la caudilla Díaz es asimilabla al PP. De hecho, ese mensaje de "moderación" en las circunstancias actuales es lo que quiere decir.

El PSOE del aparato, el de los barones, las viejas glorias y muchos cargos electos padece un síndrome de Estocolmo con la derecha de raíz histórica, intensificado con lo que vive como el reto independentista. Es patente. Hace meses que Felipe González admitía la posibilidad e, incluso, recomendaba la conveniencia, de llegar a una gran coalición PSOE/PP. Como no es previsible que haya cambiado de parecer pues en nada se persevera más que en el error, si ahora apoya a Díaz es porque la supone capaz de llegar a un acuerdo de gran coalición con el PP.

La justificación de esa entrega es la cuestión catalana. Con el pretexto de que a la tal hay que oponer una unidad española, el PSOE se presta a secundar las políticas del PP que indefectiblemente llevarán a una escalada del conflicto por su carácter represivo. Ello significa que esta gestora, la caudilla y, en general quienes se hicieron con el poder en el golpe del 1º de octubre, renuncian a formular una alternativa de izquierda a esa cuestión catalana.

Para eso está, precisamente, la izquierda. Así que estas primarias se dirimen a la luz de la divisoria: izquierda/derecha que todo el mundo da por superada. Si triunfa la candidatura de Sánchez, a pesar del boicoteo que se le haga desde el aparato, se abrirá una oportunidad grande de que acabe fraguando una unión de la izquierda capaz de llegar al poder, como sucede en Portugal, caso del que el PSOE oficial no quiere hablar. Y por eso ataca a la izquierda de su propio partido y a Podemos.

Ver a los históricos del PSOE apoyando una candidatura populista, caudillista y patriótica da pena.