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dimarts, 27 de desembre del 2016

La pequeña gran coalición

No es una gran coalición porque no hay un acuerdo expreso de gobierno ni, por supuesto, gobierno de coalición (aunque no falten ganas en ambos partidos dinásticos), ni siquiera un compromiso de apoyo parlamentario salvo en casos específicos. La junta gestora dice estar en la oposición y marcar de cerca al gobierno del PP, lo que podría llamarse una "oposición constructiva". Lo necesita para legitimarse en el desbarajuste que tiene en el partido, con las bases soliviantadas. Pero, por mucho que diga, al llegar los asuntos de importancia, hace piña con el gobierno.

La renovación del Tribunal Constitucional es uno de esos y muy señalado. La decisión que ahora se tome (los cuatro magistrados a propuesta del Senado) condicionará la orientación de este Tribunal los próximos años, hasta la siguiente renovación. ¿La importancia? Obvia: este Tribunal es el arma que el gobierno viene utilizando en su contencioso con el independentismo catalán. La primera y, de momento, única arma a que ha recurrido si se exceptúa alguna presunta operación de guerra sucia. Parece que los dos partidos dinásticos se repartirán los cuatro magistrados por mitades porque ambos comparten el criterio de utilizar el Tribunal Constitucional para afrontar un problema político que son incapaces de resolver.

Este es el sentido de la "oposición constructiva" del PSOE. Oposición en "lo social" y pequeña coalición en los asuntos "graves". La misma junta lo había dicho hace unas fechas: que estaba más cerca del PP en asuntos "cruciales" y más de Podemos en "lo social". Dicho queda y por ellos mismos.

La agitación interna del PSOE, lejos de amainar, se encrespa. Adquieren relieve figuras nuevas, como Zaida Cantera que está demostrando nervio, firmeza, compromiso personal en una tarea colectiva de recuperación; Odón Elorza viene a la Villa a pedir a Sánchez que dé el paso al frente y proclame su candidatura. Eso, probablemente, de darse, encenderá aun más a la militancia. Y someterá a los de la junta gestora a una presión insoportable para convocar las primarias. La junta, en realidad, tiene agotado su mandato con este brillante resultado: está en pequeña coalición con el PP del que, por eso mismo, es rehén y, en su partido, no le queda otra que convocar unas primarias que equivalen a su certificado de defunción con pena, pero sin gloria.

dimarts, 20 de desembre del 2016

El liberalismo chorizo y cañí

Parece que el presunto Granados ha pedido declarar voluntariamentene para cooperar más intensamente con la justicia. Lo hará mañana, miércoles y se supone que su declaración versará sobre los aspectos aún oscuros de la tupida trama de corrupción del PP de Madrid y que afecta a todos los niveles de gobierno de la capital, los dirigentes autonómicos del PP y algunos nacionales así como un puñado de empresarios, de esos que van predicando las ventajas del libre mercado pero viven de estafar los dineros públicos mediante políticos corruptos.

A pesar de todas las campechanías de aristócrata populachera de Aguirre, por lo que se lleva sabido, el gobierno de Madrid ha sido un gatuperio de latrocinio sin parar. La increíble operación "Púnica", que acabó llevándose por delante a la consejera de educación, Lucía Figar, una besacirios encargada de favorecer la enseñanza privada más reaccionaria con fondos públicos y de desmantelar la educación público. La "Gürtel", el epítome de las redes de corrupción, con delincuentes trajinando dineros, cargos públicos enriqueciéndose con comisiones y mordidas, apaños. licencias, chanchullos.

Tal era el desbarajuste de este expolio voraz y generalizado que los responsables acabaron espiándose unos a otros pues quizá desconfiaban de cuáles fueran las fuentes de la estafa de la otra parte. Organizaron así un episodio de corte berlanguiano, como con delincuentes de tercera, bautizado como la "gestapillo", en la que se vigilaban, seguían y se fotografiaban unos a otros llevando bolsas de plástico. Y uno de los puntos fuertes de esta actividad presuntamente delictiva era la posible financiación ilegal del PP, que lleva veinte años ganando elecciones con tongo. Algunos de los episodios que constan en los papeles producen verdadero sonrojo, como esa declaración de Bárcenas según la cual, Rajoy tuvo palabras mayores con otro cargo del PP a causa de una partida de estos fondos ilegales de una empresa.

Los datos sobre la financiación ilegal del PP son vitales porque en el exhaustivo registro de ocho horas que la policía realizó en su día en la sede de Génova (eso que el PP llama "colaborar con la justicia", cuando el juez manda a la policía porque el partido no responde a sus requerimientos), la única planta en que aquella no entró fue precisamente en donde se guardaba la documentación sobre la financiación supuestamente ilegal. Era lo que cabía esperar. Pertenece al estilo de la casa.

Esta nueva declaración huele en parte al famoso "arrepentido" de la época del narcotráfico y la mafia, en parte a lo que abreviadmente se conoce como "tirar de la manta" (cosa que está todo el mundo esperando por cuanto esta pieza del sumario sigue siendo secreta) o, en terminología más apropiadamente carcelaria, "negarse a comerse solo el marrón". Sin duda Granados, mano derecha de Aguirre largo tiempo, el hombre que controlaba una especie de mercadillo del presunto delito, podrá aportar información que acabará de dibujar la acción de esa especie de club de corruptos, estafadores, malversadores, etc, de juerga en juerga, malversación en malversación, cohecho en cohecho, a la mayor gloria de la desregulación, la privatización y las ventajas del libre mercado que predicaban en sus ratos libres entre mordida y mordida.

Lo más curioso es que Aguirre, la responsable política última de este aquelarre de presuntos delincuentes, no supiera nada de nada. Nunca. Jamás. No supiera lo que hacía su mano izquierda y tampoco la derecha, no viera, no escuchara nada, no tuviera la mínima información. Como aquella ministra que no veía los coches que había en el garaje de su casa. El suyo era un gobierno sordo, mudo y ciego y profundamente tonto. Eso sigue siendo así, a juzgar por los dislates que la señora continúa profiriendo en público. Pero ahora vamos a ver, gracias a la declaración de su mano derecha, si tenía o no conocimiento del expolio sistemático que fue su gobierno.

divendres, 2 de desembre del 2016

Querencia por la dictadura

La relativa ventaja de los tontos es que no saben que son tontos. Cuanto más tonto es alguien, menos se da cuenta de lo tonto que es. Es el caso de la vicepresidenta del gobierno. La cantidad de tonterías que lleva dichas y hechas esta ratita hacendosa en su interminable mandato daría para llenar bibliotecas enteras. Y ahí sigue, tan ufana, pensando que asombra al mundo con sus profundas ocurrencias. La última, anunciada ayer, es la intención de "regular" (léase suprimir) la libertad de expresión en la red porque, afirma esta lumbrera de la ciencia jurídica, "estamos absolutamente desprotegidos en digital".

Ni en digital ni en femoral o intestinal. No estamos "absolutamente" desprotegidos. Ni siquiera "relativamente". Si lo que esta pedante quiere decir es que en el ámbito digital hay más libertad para difamar, calumniar, atentar contra el honor, el buen nombre, etc, es falso de toda falsedad. Para eso está el Código Penal, tan vigente en lo digital como en lo no digital. Si esta señora cree que se mancilla su buen nombre (a la hora de reprimir y censurar los franquistas siempre están a vueltas con el honor y el buen nombre) solo tiene que acudir a los tribunales.

La desprotección frente al infundio, la calumnia, etc en relación al derecho al honor es mentira. Lo que estos franquistas quieren -como siempre- es censurar la esfera pública, impedir la libertad de expresión, criminalizar las opiniones políticas que no les gustan y que son todas excepto la de "Una, grande, libre", "Arriba España" y "Viva Franco", lo que llevan en el corazón. Quieren suprimir la libertad de expresión no en asuntos privados y particulares sino en el ámbito general: que nadie pueda criticar el gobierno o al rey o disentir de sus habituales monsergas. Quieren eliminar la discrepancia, la objeción, la crítica.

Quieren legislar el silencio.

Dice la enmienda 1ª de la Constitución de los Estados Unidos (ese país que los carcundas del PP tanto dicen admirar) que "El Congreso no aprobará ley alguna que establezca una religión, ni prohibirá la libre práctica de la misma; ni limitará la libertad de expresión, ni de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni el de solicitar al gobierno una compensación de agravios". Si los tribunales españoles aplicaran esta sabia doctrina, todos los gobernantes del PP estarían en la cárcel, empezando por la ratita hacendosa, siguiendo por la señora Cifuentes y terminando en ese prodigio de veneranda tiranía callejera que es Fernández Díaz.

"Ninguna ley que limite la libertad de expresión y de prensa" quiere decir exactamente eso: ninguna ley que limite la libertad de expresión y de prensa. Ninguna. Y esa Constitución lleva casi dos siglos y medio en vigor sin necesidad de otra, sin que el país, "absolutamente desprotegido",  haya padecido jamás dictadura alguna como las que han soportado repetidas veces los "protegidos" españoles y la última, si Prometeo no lo evita, la que quiere implantar el PP, considerado por algún juez como una asociación de delincuentes.

De ahí se sigue que, como tantas veces se ha dicho, la mejor ley de prensa es la que no existe.

Ni en lo virtual, en lo digital o en lo celestial. La libertad de expresión no se puede limitar bajo ningún concepto salvo en los casos de conflictos de derechos entre personas privadas. Pero no es esto lo que estos franquistas quieren, sino que pretenden reprimir la libre expresión de las ideas, como han hecho siempre, como hicieron sus antecesores desde la Inquisición, organismo por el que sienten verdadera pasión.

No se conforman con la protección jurídica ordinaria que con tino y eficacia brinda el Código Penal. Quieren que se prohiban todas las manifestaciones públicas no solo los infundios, injurias y calumnias a los particulares, sino aquellas otras que los "ofendan" en sus convicciones políticas y religiosas. Quieren volver a condenar a la gente por faltar al "respeto a la autoridad" o por "blasfemar" o por burlarse de los sacrosantos símbolos de la Patria, la bandera o el chundarata ese que llaman himno nacional.  

Es decir, como siempre, quieren restablecer la dictadura que es lo que les mola.

Porque la cabra tira siempre al monte. Sobre todo, la de la legión.

dimarts, 15 de novembre del 2016

El hundimiento del PSOE

Desde el humillante paso por las horcas caudinas de la abstención, el PSOE se ha sumergido en un desbarajuste sin ningún sentido que puede acabar con su desaparición a medio, quizá corto plazo. Hay una junta provisional (que no es lícito llamar "gestora" porque no gestiona nada ni cumple su mandato), pero nadie sabe quién toma las decisiones; ni siquiera si se toman decisiones. Los distintos integrantes de este órgano de tan pintoresca acción, así como su principal valedora y líder in pectore, andan por los medios, cada uno a su bola, dando por supuesto que tienen meses por delante para caer simpáticos a una díscola militancia.

El señor Hernando se prodiga en balbuceantes explicaciones sobre su reciente decisión de cambiar de chaqueta táctica. En este país de conversos, de reconversos o relapsos y hasta de falsos conversos, como los llamados marranos, eso de chaquetear es moneda corriente. Dice el de la nueva chaqueta que ha perdido crédito. Sí, todo. Juzgue él mismo qué crédito puede merecer su "no es no" a los presupuestos después de que su anterior "no es no" se trocara en un servil "no es sí".

Lady Macbeth del Sur ha entrado en Madrid a través de un par de programas de la TV de máxima audiencia. Ha venido a coser el partido y a presentarse como la fuente última de autoridad en el PSOE, la real, la oculta, pero auténtica. Y con los medios de la oligarquía  (que son todas las televisiones, pues no hay que engañarse) batiendo palmas a la sarta de necedades prepotentes que esta señora ensarta. Ahora queda a la espera de que se le pida la candidatura por aclamación. Su discurso es patriotismo de partido sin una sola referencia clara a alguno de los problemas reales del país y de su propia organización.

Javier Fernández, el auriga de esta increíble operación, pacta con Iceta el nombramiento de una comisión, esto es, lo que hay que nombrar para dejar que un problema se pudra, y se da también unos meses para intercambiar opiniones. Esta gente no sabe en dónde está. ¿Cree Fernández que él y sus amigos pueden decidir sobre el destino de un protocolo que lleva cuarenta años funcionando y se aprobó en un congreso? La política emborracha y es capaz de convertir en mitómanos y megalómanos a gentes que, en su vida normal, no se harían notar en su abrumadora vulgaridad.

Llama la atención la pasividad con que la militancia está aceptando esta situación. Es verdad que hay una rebeldía generalizada; lo reconocen todos. Se ve en las redes: cartas, grupos, plataformas, decisiones de agrupaciones, firmas. Es una efervescencia. Pero si la junta se obstina en seguir su hoja de ruta de aplazar sine die el congreso, ¿qué puede hacer esta movilización? ¿Apagarse lentamente? La alternativa, esto es, formar otra comisión gestora que se oponga a esta y sirva para coordinar el movimiento en pro del congreso extraordinario parece muy difícil por falta de vías orgánicas.

Ese es el angosto paso que se ofrece a la candidatura posible de Pedro Sánchez, cuyo silencio vuelve a ser extraño: el de erigirse en el centro de referencia del movimiento de las bases para recuperar el partido. Les guste o no a los militantes esta es una pugna decisiva entre la izquierda y la derecha en el PSOE, algo que puede acabar en escisión. En la derecha están los miembros de la junta y sus asesores, su inspiradora, Susana Díaz y quienes están detrás de ella, Felipe González y, muy especialmente, Rubalcaba. Es la escisión en la que el filo de la navaja es Cataluña y, va de suyo, la unidad de España. Cuando se juega la unidad de España, Rubalcaba no lo duda, no distingue entre buenos y malos solo está la Patria que, como dice muy bien su discípula Díaz, al igual que el PSOE, no es de izquierda ni de derecha. O sea, es de derecha y de derecha rancia, carpetovetónica, taurina, católica y por lo que hace a Rubalcaba, ladina y siniestra. El PSOE es un partido patriótico llamado a desplazar al PP por el bien de España. Todo esto es cuestión de Estado.

Efectivamente, es el discurso de la derecha, nítido, y el PSOE puede caminar por ahí. Ya lo hace, desde el momento en que, al abstenerse, se sometió al PP. La promesa de que eso era a cambio de estabilidad y tener una oposición dura es falsa. Un PSOE en el estado en que se encuentra no puede articular oposición alguna pues unas elecciones anticipadas lo dejarían en los huesos y cargado de deudas, sin lugar en dónde colocar a tanto paniaguado como ha ido sumándose a lo largo de los años de una complaciente seudoposición. Es un problema de desmovilización de una clase política que lleva diez o veinte años ocupando cargos. Un problema de "cesantes", al estilo de Pérez Galdós.

El discurso de la iquierda, a fuer de complejo, es más difícil de articular. Pero no imposible. La visión de izquierda del PSOE comienza por rescatar el valor de la socialdemocracia de izquierda, la única que ha funcionado y sigue funcionando en los países nórdicos y otros de Europa central. Y es socialdemocracia de mercado, algo posible si todos hacen juego limpio. Junto a ello es iquierda asimismo plantear la cuestión de la forma de Estado, si monarquía o república. Y, por supuesto, proponer la clara y rotunda separación de la Iglesia y el Estado. La Iglesia debe someterse al régimen jurídico ordinario de las asociaciones privadas. La cuestión territorial española solo puede empezar a resolverse negociando un referéndum en Cataluña, como solicita entre un 70 y un 80 por ciento de la población catalana, espera la opinión internacional y los nacionalistas españoles saben que no tienen otro remedio que permitir. 

La cuestión es averiguar cuál es el contenido del giro a la izquierda de Sánchez, que él propone para recuperar el electorado perdido hacia esa orientación. Hasta dónde llega. Hasta dónde a atreve a llegar en un partido con un arraigado nacionalismo español. Sin embargo, esa es la clave sobre la que puede apoyarse un programa de izquierda democrática, un programa socialdemócrata. De no intentarse siquiera, ya sabemos cuál es el inmediato futuro del PSOE: legitimar los disparates que la derecha seguirá haciendo en Cataluña, colaborar en el intento de involución de España. 

Esa es la cuestión en último término: el gobierno considera que el conflicto catalán es un asunto de orden público. Y obviamente no calibra a dónde puede llevarle su decisión. A generalizar la desobediencia y enconar las cosas. Rajoy invita a Puigdemont a la conferencia de presidentes de las CCAA (organismo que, si no yerro, instituyó Zapatero) con el feble, casi irrisorio argumento de que "no se pierde nada". En el caso de Puigdemont, sin embargo, sí se pierde; se pierde el honor pues el catalán ya había anunciado que no acudiría a esa conferencia. Si lo hiciera, incumpliría su palabra. Claro que, para Rajoy, eso es irrelevante. Él carece de ella. Como Hernando.

Tanto huir de la "gran coalición" para encontrarse al final en un miserable contubernio de mediocres y embusteros.

dilluns, 14 de novembre del 2016

Segunda etapa de la era Gürtel

Ahí están, tan contentos, satisfechas, sacando pecho, en foto "de familia" para la historia, sabiamente construida con finalidad simbólica. En primera fila, a los extremos, el ministro de Justicia y la ministra de Defensa, la balanza y la espada, los dos símbolos sempiternos del poder. La justicia, hombre; el ejército, mujer, porque los tiempos se imponen. Los dos pilares del poder amparan su meollo, la vicepresidencia, la presidencia y el heraldo que llevará la doctrina por los mundos de Dios. Los dos primeros son el poder real, los que toman las decisiones. Los dos veteranos en la vida del partido, al que han dedicado la suya. No sin cuantiosas remuneraciones, pues ambos aparecen como receptores de sobresueldos en los papeles de Bárcenas. El gobierno ha incorporado, asimismo, a uno o dos más sobresoldados de antaño y hasta una ministra co-propietaria de una empresa familiar con una deuda millonaria con Hacienda. No hace falta añadir nada más. Es el gobierno de la Gürtel, II o, si se quiere, el de la Gürtel sin más en segundo acto. Y, si se me apura, ni segundo acto; todo lo más, segundo cuadro. Los personajes son los mismos y su historia la que era. Las caras nuevas son de adorno.

La abstención sin contrapartidas del PSOE, equivalente a una rendición incondicional, necesariamente llevaría a esto, un gobierno Gürtel bis porque nadie se ha tomado en serio lo de la regeneración y la transparencia. Es más, existe la firme convicción de que, de materializarse algún programa eficaz contra la corrupción, los corruptos no tardarían en utilizarlo para sus fines.

Por lo demás, apenas dados los primeros pasos de gobierno necesitado de diálogo, Rajoy ya ha perdido la paciencia y ha soltado su primera amenaza: se apoyan sus presupuestos o convoca nuevas elecciones. Los ideólogos del régimen lo compararán con un valeroso Hércules, presto a blandir la justiciera maza. Los adversarios con un César Borgia, capaz de recurrir a todo para alcanzar sus designios. Evitar las terceras elecciones fue la excusa que pretextaron los salvadores de la patria socialista para dar el golpe de timón. Porque con ese miedo expresado, el PSOE se ha convertido en rehén del gobierno. Una elecciones ahora mismo, con el partido sin líder, sin programa electoral y el patio interno en zafarrancho de combate, serían una catástrofe. Siendo rehén no se puede ser oposición creíble, por muchos ceños que se frunzan en las ruedas de prensa.

El PSOE tendrá que seguir siendo muleta de un gobierno que pasará tanto tiempo en deliberaciones y medidas políticas como respondiendo a trámites procesales que se le siguen directamente como partido o indirectamente por el procesamiento de sus allegados políticos. No es un plato de gusto ni será un camino de rosas. 

Por eso, porque el PSOE no tiene más salida que poner fin urgente al desbarajuste que han organizado unos insensatos, la junta está obligada a convocar un congreso extraordinario y dejarse de cursos de verano. Es de esperar que esa sea la posición mayoritaria del próximo CF que, a su vez, habrá prestado oídos a las masivas, reiteradas peticiones de la militancia.

dimecres, 9 de novembre del 2016

Con todos los respetos

Digamos que el crédito de Hernando está por debajo de mínimos. Sobre todo si sale esgrimiendo el no es no que defendió con ardor hasta cinco minutos antes de decir no es sí con el mismo ardor. ¡Ah la volubilidad del carácter humano! ¡El chaqueteo de los políticos!

Seguramente el PSOE votará "no" a los presupuestos. Razones no faltan. Pero solo lo hará si es seguro que aquellos se aprueban con su voto en contra. Si la aprobación depende de ese voto, comenzarán los problemas, las divisiones, los conciliábulos, las presiones. Los golpistas de Vendimiario dirán que no tiene sentido permitir el gobierno de Rajoy para no dejarle luego gobernar. Justo lo mismo que dirá el propio Rajoy. Este, además, agitará el espantajo de las elecciones anticipadas para insuflar el miedo en los miembros de la Junta. Y si Hernando y los suyos insisten en el no es no, los junteros pueden dar un segundo golpe de mano, pues lo tienen de querencia.

La obsesión catalana de la derecha del PSOE es la responsable de esta situación. Los bonzos de antaño, con los medios de hogaño, defenestraron al SG a la mera sospecha de insinuación de que estaba enredado en un contubernio con los indepes. La izquierda española, antes española que izquierda, enfrentada al reto catalán a la idea de una única nación española, claudica ante la derecha, le pasa los trastos de matar, y nunca mejor dicho, y se sienta a ver pasar el cadáver independentista.

Entre tanto, el PSOE está literalmente en llamas. Mientras la Junta manda sus emisarios en los medios a explicar los arcanos de sus decisiones, las bases se agitan, se organizan, se movilizan y cuestionan su acción política. La Junta está ya también en los tribunales por iniciativa asimismo de la militancia. Hay un clima de enfrentamiento total. Cuando las bases entreguen las más de 100.000 firmas limpias cual patenas, a saber qué triquiñuela se ocurrirá a los intrigantes de la Junta y su musa andaluza para ignorar la opinión de la militancia y seguir a lo suyo, que ahora ya nadie sabe lo que es. Ni ellos.

Porque el golpe se dio para frenar la deriva izquierdista del PSOE y uncirlo al carro de la derecha. En el entendimiento de que esta sabría cómo poner coto a las demasías catalanas, que los socialistas españoles encuentran indigestas. La derecha tiene ahora la posibilidad de hacer lo que no se ha hecho nunca: buscar un terreno de entendimiento con Cataluña. La encomienda de la tarea a la vicepresidenta del gobierno apunta a ese sentido. Y ¿qué cara se le quedaría al PSOE si el PP negocia con los indepes un referéndum? Téngase el amable lector antes de soltar un respingo. No sería tan insólito. Escocia hizo un referéndum bajo mandato de Cameron, tan conservador como Rajoy. El general De Gaulle, gloria de la France, reconoció la independencia de Argelia; Franco dio la suya a Guinea. La derecha es doctrinaria y fanática, pero también pragmática. Si, al final, negocia con el independentismo catalán una fórmula que lo satisfaga, el PSOE habrá hecho un doble ridículo.

Muchos militantes confiesan en las redes que les resulta difícil defender su militancia y muchos también están dándose de baja porque se sienten defraudados y su partido no les merece crédito ni respeto. La situación es lamentable para el PSOE (en manos de unos auténticos desnortados) y catastrófica para la izquierda en general, ya que los apoyos que pierden los socialistas no van a parar a Podemos. Al contrario, este puede ver reducidos los suyos, precisamente por su incapacidad para cumplir su objetivo de llegar al poder o ser decisivos en su ejercicio. Y ni lo uno ni lo otro.

La rebelión de las bases, incitada por el golpe de Vendimiario e inspirada en los modelos asamblearios estilo Podemos es una realidad aplastante y creciente. Ignorarla no va a ser posible. Se le suma la campaña iniciada por el destituido Sánchez en busca de apoyos para retornar a la SG. Un líder que busca seguidores y unos seguidores que buscan un líder. Salvo acontecimiento por sorpresa, el resultado será el que cabe esperar. La cuestión es en qué medida puede Sánchez conseguir el apoyo de su partido esgrimiendo lo que El País llama con gran escándalo, sus "nuevas opiniones". En especial la más nueva de todas, la afirmación de que Cataluña es una nación.

dissabte, 5 de novembre del 2016

Un gobierno de triunfadores

Asombrosa la mala recepción del gobierno de Rajoy: la prensa más ilustrada, el PSOE -por boca de la Junta que lo desgobierna- hablan de "continuismo", según parece, muy decepcionados. ¿Qué esperaban? ¿Que Rajoy derogara su obra anterior y acometiera reformas que siempre rechazó? ¿Quién se las ha pedido? C's y el PSOE se han rendido a su pretensión sin condiciones. Los graznidos de disgusto de los miembros de la junta golpista por las redes, anunciando una dura oposición son pura farfolla. El PSOE es rehén del PP en el parlamento y se enfrenta a sus propias bases fuera de él. Él solo se ha borrado del panorama.

Naturalmente que Rajoy haría un gobierno "marianista", "continuista". Es más, no es un gobierno nuevo sino el mismo de la otra legislatura y a algunos muñecos les han cambiado el avatar. Pero sigue siendo el mismo pintoresco órgano poblado de gentes absurdas, salidas de los sueños y los ensueños de Rajoy, cada vez más parecidas a él, casi hasta el extremo de la clonación. ¿Cuáles son los rasgos más conocidos de Rajoy? Su ambigüedad, sus nulos escrúpulos, su altanería, sus sinsorgadas, su irresponsabilidad y su renombrada capacidad para mentir. Pues de eso mismo se ha rodeado. Y con un dato decisivo: el único criterio que se ha seguido en estos nombramientos ha sido el de asegurar el máximo nivel de incompetencia.

Guindos viene de contribuir al hundimiento de Lehman Brothers y no parece que en España le haya ido mejor. Cospedal a defensa es un premio a una gestión en Castilla La Mancha universalmente considerada como catastrófica y con un alto nivel de corrupción de todo tipo. Que el premio sea el mando de la tropa solo indica el escaso aprecio que La Moncloa tiene por los ejércitos. Porque el ministerio de Cospedal es político y su contenido es lo de menos. Nadal carece de perfil y el que da es deplorable en ese estilo libertarian que ya no se lleva ni en Manhattan. Se prevén agradables veladas con los movimientos ecologistas. Dastis, de quien todo el mundo espera mucho porque nadie tiene de qué acusarlo, pasa por ser un "mirlo blanco". Es "mirlo blanco" precisamente porque no se sabe nada de él ya que de los demás, lo que se sabe es malo. Méndez de Vigo, ese orondo sonriente, lleva dos años fracasando en la administración de la herencia de aquel otro inenarrable ministro, Wert, que ahora descansa en París a cuenta de los contribuyentes. Como premio al fracaso, otros cuatro años, para que pueda seguir fracasando y no quede en el país ni rastro de la educación pública. Rajoy, otro hombre milagroso, como Aznar, como Fraga, como Franco. La derecha siempre tiene un hombre milagroso a mano. Es el caso de este personaje del que todo el mundo se pregunta perplejo cómo ha llegado a presidente; en realidad, cómo ha llegado a nada. Sencillo, lo que busca en sus ministros, el máximo grado de incompetencia y, a ser posible, alguna quiebra o ruina. El señor Zoido, sustituye al injustamente despedido Fernández Díaz, sin darle tiempo a condecorar a las once mil vírgenes. ¡Detestable cinismo masón el de este Rajoy, falto de fe! La devoción de ambos es sublime, pero el sñor Zoido tiene en su haber una derrota electoral sin parangón en Andalucía, así como una semisecreta afinidad con Rajoy, esto es, aparecer en los papeles de Bárcenas como receptor de sobresueldos. El señor de la Serna es la mejor opción para fomento ya que elaboró un plan general de ordenación urbana siendo alcalde de Santander que los tribunales le han tumbado. Glorioso antecedente para quien se va a ocupar de la obra pública del país entero. Sáenz de Santamaría es también del escogido cogollo de los cargos con sobresueldos, asunto sobre el que jamás ha dado explicaciones, como es natural, dado que tampoco las daba su jefe. Báñez sigue siendo un beatífico visitante de otro planeta, al menos por lo que hace al empleo. Tanto dio que Báñez fuera o no ministra. El paro sigue igual, con ayuda de la virgen del Rocío, a no dudarlo. En donde no ha dado igual ha sido en las pensiones. La ministra ha hecho un efecto sifón y ha vacíado la hucha mientras el gobierno dedicaba el dinero a rescatar bancos que no tienen la menor intención de devolverlo. Catalá es un fracaso posmoderno. Ahí está, impertérrito, aunque no ha conseguido enmendar ni una sola de la pifias de su antecesor con su idea de una administración de justicia como privilegio de ricos, ni siquiera la que él mismo ha cometido con la reforma del procedimiento. Por eso y no por nada más, sigue, con la garantía de coronar su fracaso con un conflicto catalán que no está en condiciones de encarar. La empresa familiar de la señora Dolors Monserrat es morosa con una deuda a Hacienda de más de dos millones de euros con una quiebra por medio. La recompensa a tan magnífico fracaso es el nombramiento de ministra de Sanidad. Porque si algo necesita la sanidad en nuestro país, es un buen gestor empresarial, ¿verdad? Lo de menos es que la nombrada sepa algo de su ministerio. Si pudo ser ministra Mato, ¿por qué no ella? En García Tejerina, la gran amiga de Arias Cañete, el gobierno premia la contumacia en los conflictos de intereses entre su condición de política y su condición de empresaria. Cosa absurda porque, según se sabe, todos estos vienen al gobierno a hacer negocios. De Montoro realmente no vale la pena hablar. Este es el que respondió a una voz de alarma de alarma de que "se hunde España" con un "déjala que se hunda, que ya la levantaremos nosotros". Lo que se ha levantado aquí está a la vista de todos, pero hay que mirar hacia abajo.

Esto no es un gobierno, sino un grupo de amigos que van a lo suyo. Y así queda claro desde el principio. El gobierno hereda la corrupción del anterior porque, ya se ha visto, no es "anterior" sino básicamente el mismo. Hereda la corrupción pero no como responsabilidad política que haya de asumir porque el PSOE, en su cobardía, lo ha exonerado de ello. 

Y hereda el endiablado conflicto catalán, del que debiera saber algo más dado que lleva años enfrentado a él en la espera de que mermara o se redujera sin conseguir otra cosa que su aumento y consolidación. Pero no es Cataluña su principal obsesión porque sabe que, además del puñado de habilísimos consejeros en el gabinete, cuenta con el apoyo incondicional de C's y de PSOE, en ese frente nacional español que se yergue temible frente al independentismo catalán. La tradicional negativa del Estado a negociar nada con Cataluña se corona así con la firme decisión de romper todo diálogo que no sea en los tribunales. Queda claro que cuando, en los años de plomo, se decía a ETA que, callando las armas, en España podía hablarse de todo, se estaba mintiendo. El independentismo catalán es democrático, pacífico y abierto. Pero nadie está dispuesto a hablar con él. Ni siquiera a acudir a una conferencia de Puigdemont en Madrid en la que este exponía sus reclamaciones. Una asistencia que era obligada por mera cortesía. 

Por supuesto, en el centro de la foto, muy contento, está el Rey, feliz, sin duda, de que todos los ministros, sin fallar ni uno, hayan jurado sobre la Biblia y con un crucifijo. Un gobierno unido como una piña a los pies del altar y encomendado a Santiago y cierra España.

dimecres, 2 de novembre del 2016

El reestreno

Merced a la implosión del PSOE, Rajoy ha vuelto a ser investido presidente del gobierno y ya ha jurado el cargo ante la Biblia, la Constitución, un crucifijo y varios personajes de esta ridícula comedia de la política española: el que hace de Rey, el que de ministro, el que preside el Senado, etc. Algún día habrá que analizar la naturaleza podrida y repulsiva del catolicismo español: una religión que admite que un embustero complusivo, un mentiroso sin escrúpulos, un falsario incapaz de cumplir una sola de esas promesas que va lanzando por ahí pueda jurar solemnemente delante sobre los Evangelios. Se me dirá que ese es asunto de la conciencia de cada cual y que el catolicismo como creencia colectiva es posible. Pero no basta. La vida de Rajoy es de dominio público y todo el mundo sabe que es un embustero, un cínico, un tipo capaz de engañar a la colectividad y provecharse de ella. ¿Imagina alguien algo más anticristiano que privar a los dependientes de las subvenciones que le corresponden pero financiar la atención al propio padre con el dinero público, como hace Rajoy? ¿Algo más inmoral y repugnante? No, el asunto no se zanja hablando de la "conciencia de cada cual". Aquí hay algo más: la complicidad de los católicos con estas odiosas prácticas. Por eso votan a Rajoy las monjas, los curas, todo el nacionalcatolicismo.

En realidad, mi artículo de hoy en elMón.cat versa sobre el primer encontronazo que ya se ha dado entre el recién estrenado presidente español y el catalán. Puigdemont pide una entrevista de presidente a presidente para tratar del referéndum, ese del que Rajoy no quiere oír hablar y Sánchez comienza a considerar tras liberarse de la retardataria y reaccionaria influencia de Rubalcaba.

Muy probablemente llega tarde. En esta legislatura de la derecha se producirá el definitivo encontronazo con Cataluña.

Aquí, la versión castellana del artículo:

LA INAUGURACIÓN

Tras la investidura de Rajoy por K.O. de los socialistas, vino la solemne toma de posesión en envenenado por la petición Puigdemont de celebrar una reunión de presidente a presidente para tratar la cuestión del referéndum y otras cuarenta más. Digamos que es una forma catalana de convertir un gesto protocolario como una felicitación por la investidura en algo de contenido práctico. Se invita al recién nombrado presidente del gobierno a ejercer sin más dilaciones su pleno Halloween y el juramento tuvo algo de “truco o trato”. Pero el momento estaba autoridad abordando una negociación urgente, indebidamente aplazada durante diez meses.

Todos los caminos conducen a Roma pero, para llegar hasta allí, hay que recorrerlos. El de Madrid, también. Cuantas veces haga falta. Para que quede claro que se han hecho todos los intentos posibles de diálogo y negociación. Es acumular bazas. Para reforzar la posición de la Generalitat, Puigdemont no asistirá a la reunión estatal de presidentes de CCAA sobre financiación autonómica que lleva ya tres años de retraso Acostumbrado a dejar pudrir los problemas sin que nadie proteste, Rajoy se encuentra que no puede aplicar esa táctica con Cataluña. El Estado no puede obligar a Puigdemont a asistir a la reunión y, sin Cataluña, poca será la financiación que acuerden los demás. Cataluña ejerce ya su soberanía de hecho negativamente.

La respuesta del gobierno de la derecha es sabida de antemano: la condición del referéndum es inaceptable y ello no imposibilita pero sí dificulta las negociaciones en otros ámbitos. Quizá sea una suposición prematura. No es de esperar que el nuevo gobierno modifique los criterios básicos de Rajoy pero quizá sí que los modifique el mismo Rajoy. Muchas veces le habrán dicho que tenga en cuenta el caso escocés que resta toda validez a la negativa española a hacer lo mismo en Cataluña. Pero eso es poco probable por razones hasta caracteriológicas.

El gobierno se siente fuerte pues cuenta con el bloque constitucionalista, de PP, PSOE y C’s. Mayoría parlamentaria abrumadora. La Generalitat también se siente fuerte, con un gobierno respaldado por una mayoría absoluta. No es previsible que ninguna de las partes ceda en su pretensión inicial referéndum sí, referéndum no. En consecuencia solo cabe augurar un futuro a corto y medio plazo de mayor confrontación, un tiempo en el que las dos partes van a medir hasta dónde está dispuesto a llegar el Estado y hasta dónde a resistir el Parlamento catalán.


Entre tanto, el tiempo pasa. La desconexión catalana se consolida. Y el Estado sigue sin hacer propuesta alguna, no ya constructiva, sino mínimamente alentadora. Ninguna iniciativa cívica o política en España a favor de una solución pactada con Cataluña. Ni un foro, diálogo o encuentro promovido por esos intelectuales siempre tan activos en defensa de los derechos de los saharauis o los tibetanos. El cierre es total. En el caso del PP, el no rotundo desde el inicio al derecho a decidir no solo se ha mantenido sino que se ha hecho vociferante. Rajoy no quiere oír hablar de referéndum. Literalmente. Negociaciones sobre reformas del sistema de financiación siempre que no haya demanda de referéndum, las que se quieran. Nos quedamos como estamos y toda ruptura de la legalidad vigente con la motivación que sea será tratada como una cuestión de orden público por la vía penal.

En el PSOE, el discurso no es muy diferente. Los socialistas comparten el recio nacionalismo español del PP pero, el mismo tiempo, son favorables a formas etéreas de descentralización política, como el federalismo. La fórmula ha perdido toda credibilidad teniendo en cuenta que necesita la reforma de la Constitución. Por eso, Sánchez, dejó entrever de que la solución vendría “votando” y sobre una “reforma constitucional”. El federalismo era tan eficaz como el bálsamo de Fierabrás. La mención al voto apunta elípticamente al referéndum como si fuera una gran concesión. Sin embargo, al tratarse de una reforma de la Constitución, el referéndum es obligado, en unos casos por razón de lo que se reforma y en otros si así lo decide una décima parte de los diputados o senadores. Eso no es aceptar el referéndum catalán sino tratar de pasar el español de matute.

Los dirigentes españoles no tienen una idea clara del problema a que se enfrentan y sus recursos son muy limitados, pues ni siquiera cuentan con un proyecto común. No son un peligro real para el avance del proceso independentista. Ese peligro está comenzando a tomar forma en el interior de Cataluña, a través de la formación de un nuevo partido de izquierda que, no siendo independentista, puede propugnar diferentes grados de soberanismo.

dijous, 27 d’octubre del 2016

Como Dios manda

Y la Santa Madre Iglesia recomienda. El País sigue en su autoimpuesta tarea de construir la realidad. No socialmente, como dicen Berger y Luckmann, ni siquiera culturalmente, sino mediáticamente. Supongo que en el máster de periodismo que el diario ampara habrá un curso destinado a explicar el construccionismo social. La idea es bastante evidente: consiste en primer lugar en facilitar el gobierno de Rajoy (trámite ya cumplido a costa de cargarse el PSOE). En segundo lugar, construirle (a Rajoy) un gobierno, no en la sombra, pues en la sombra ya está él, sino en la luz. La luz de la feliz vuelta a la normalidad. En el triunfante titular, Rajoy compromete a todo el Congreso en la gobernabilidad, lo único inequívoco es la palabra "Rajoy". Todo lo demás son anfibologías, ambigüedades y equívocos. El verbo comprometer tiene varios significados y uno de ellos es "poner en un compromiso". Se esperan abundantes votos "NO", en principio, Podemos, los indepes catalanes, los nacionalistas vascos y los heroicos diputados socialistas que arrostren las iras del nuevo guardián de la ortodoxia, el inflexible Hernando así como el federado canario. O estos diputados no forman parte del Congreso o Rajoy no ha comprometido a "todo el Congreso". Y que lo haya hecho para la "gobernabilidad" del Reino es ya una clamorosa fábula. Lo ha hecho para tapar la Gürtel, la Púnica, la Taula, las blacks y el resto de puntos de este baedeker de la corrupción hispánica. Y, una vez exonerado de sus responsabilidades por la Absolución/Abstención del PSOE, para seguir desgobernando el país, cuya deuda es mayor que el PIB y cuya hucha de las pensiones ha esquilmado.

Es decir, en su inenarrable comparencia de ayer, Rajoy hizo lo único que sabe hacer, mentir. No lo digo yo solo. También lo dice con pelos y señales Ignacio Escolar en el diario.es, Las mentiras de Mariano Rajoy en su discurso de investidura. Una por una. Si algún diputado tiene el coraje de leerlo en la tribuna, hará añicos el discurso presidencial. En lo que hace a las mentiras.

En lo que hace a las amenazas, siempre presentes en los discursos de este presidente, las habituales dirigidas a Cataluña ni se han notado. Está el hombre más ocupado en agitar el espantajo de las terceras elecciones para asustar al conejillo socialista. Lo hace esquinadamente, pero amenaza. O sea, "compromete".

Yendo más a fondo, el titular refleja un autoritarismo neoliberal que casi parece una caricatura. Ya de entrada siempre que suena el término "todo" reverberan ecos siniestros. Lo que se insinúa aquí es un gobierno monopartido dirigido por ese prodigio de espíritu dialogante y rectitud moral que es el presidente de los sobresueldos. O sea, una especie de dictadura comisaria disfrazada de democracia. Pero además, para que no haya duda del carácter claramente neoliberal del proyecto, se garantiza la "gobernabilidad". No el gobierno. Eso es una antigualla. La "gobernabilidad", o sea, el funcionamiento de lo público con criterios de empresarios. Estos van a la rapiña, si pueden y algunos están en la cárcel, pero son quienes, según Rajoy, crean empleo. Como ha podido verse en estos cinco años de mandato venga a crear empleo.

dimecres, 26 d’octubre del 2016

Previsiones felices

El País continúa en su campaña pro Rajoy, PP, partido más votado, mal menor, aunque no se lo merezca, que todo se ha esgrimido en esta batalla de la comunicación. Ahora es el único que habla de la debilidad de Rajoy. Sigue sin informar de la realidad. La ha cambiado por su fantasía y su deseo. El propio Rajoy lo desmiente, pues se da por vencedor, aunque tenga casi cien diputados menos que en la Xª Legislatura.

En realidad, la Santa Abstención del PSOE ha tenido un efecto euforizante en todos excepto en él mismo. C's ve que sus diputados son necesarios y recuerda orgulloso su pacto con el PP al tiempo que se ofrece a mediar formas de colaboración más estrecha con quien se ponga a tiro. Podemos se considera ya legítimo adalid de la "verdadera" oposición. Eso, por supuesto, lo confina a la irrelevancia parlamentaria. No ha asaltado los cielos, pero ha conseguido un cuarto con derecho a cocina y televisión. El resto habrá de hacerlo en la calle. Así se lo ha comunicado Garzón al Rey, esto es, que ellos serán oposición parlamentaria y extraparlamentaria. Él mismo puede estar en el Parlamento, criticando al gobierno, o en la calle, junto a los que rodean el parlamento, y en ambos sitios pinta lo mismo: nada. En el hemiciclo, porque sus escaños no se lo permiten y fuera del hemiciclo porque él es precisamente un representante de esos de los que los movilizados dicen que no los representan.

¿Y Rajoy? Debilidad, ninguna. Exultante. La Santa Abstención del PSOE ha sido su bautismo en el Jordán. Ha salido un hombre nuevo, un Rajoy distinto. No hay más que oírlo: reclama a los partidos colaboración para la nueva legislatura. Basado en la mucha que él ha prestado a los demás. Promete diálogo para tener un gobierno estable y duradero. Oír a Rajoy prometiendo algo es como viajar en el tiempo, hasta aquellas elecciones que ganó por goleada prometiendo lo contrario de lo que iba a hacer. Y prometiendo diálogo. Menos mal que no piensa cumplir la promesa porque su capacidad ingénita para el diálogo se acaba detrás de una pantalla de plasma.

En todo caso, se las promete muy felices. El PP rebosa satisfacción y lleva su generosidad a ofrecer a C's un puñado de altos cargos de la administración, así como de director general. Lo importante es participar en el banquete. Porque este sigue, según prueba el goteo diario de casos de carácter penal. Lo mejor de la Santa Abstención es, además, que ha sido una absolución (política) de los pecados del pasado. Efectivamente, son pasado. Los jueces juzgan el pasado. Es nuestro pasado, claro que sí pero, una vez bañados en el Jordán de la Abstención, ahora somos otros. Rajoy es otro. Tan otro que El País le atribuye debilidad. Pero no por la Gürtel o por ser el presidente del partido más corrupto de Europa, una presunta asociación de malhechores. Eso son futesas, tonterías de las que ya nadie se acuerda, gracias al PSOE. Su debilidad viene de que precisa dialogar. A la necesidad de dialogar llama El País "debilidad", lo cual lo dice todo sobre España, sus derechas, sus "izquierdas" y sus clases pensantes.

Para debilidad y debilidad extrema, el PSOE. La bronca en su interior es descomunal. Es de esperar que sus señorías, cuando haya que abstenerse disciplinadamente, no lleguen a las manos, como esos parlamentos de por ahí en donde los diputados se agarran a mamporros. Superado ese amargo trance del "no" al "no sabe/no contesta", los socialistas tienen por delante tiempos turbulentos. La relación entre el PSOE y el PSC en primerísimo lugar, fiel reflejo de la que hay entre España y Cataluña. Luego, el famoso congreso extraordinario y las no menos famosas primarias, incluida la posibilidad de que el Congreso decida abolirlas y volver a un sistema de selección oligárquica del líder. Todo abierto y con el partido en acefalia, cosa más complicada de lo que parece. Comienza la legislatura y ¿quién va a decidir la política parlamentaria del PSOE? ¿Quién va a articular la oposición a los proyectos del gobierno? ¿Quién las proposiciones del grupo socialista? ¿La Gestora? Es imposible evitar la convicción de que la Gestora es, en realidad, un consejillo de la señora Díaz, un instrumento en su camino hacia la SG. No deja de tener su grandeza este proyecto, acaudillado por alguien para quien el socialismo es una unidad de significado propio sin nada que ver con la derecha ni con la izquierda. Suena, ¿verdad? Eso tiene al resto del PSOE encendido con un futuro bastante negro a corto plazo.

dimarts, 25 d’octubre del 2016

El otro

Después del espectáculo de los socialistas el domingo era de esperar alguna reacción de la derecha. Rajoy, en la presentación del señor Albiol en unos desayunos (en España, la política es muy culinaria) ha hecho unas declaraciones insólitamente largas y hasta inteligibles. Otra cosa es, como siempre, que sean creíbles. Pero, en todo caso, han sido manifestaciones de moderación, reconocimiento y respeto por "el otro". Nada de cantar victoria, como una tribu de indios. Eso se lo dejan a los de Podemos porque ellos se tienen por gente comedida.

Rajoy a lo suyo: la sapientísima abstención del PSOE abre la vía a un gobierno presidido por él, que tendrá muy en cuenta a Cataluña y se caracterizará por su actitud dialogante y negociadora. De este modo, de embuste en embuste, llega a la mitomanía habitual: así España, tendrá un gran gobierno. ¿Qué menos para una gran nación? Y todos en pie, aplaudiendo, el primero el ministro Fernández Díaz, especie de Beria en torpe, que ya se ve cesado por su majestuosa, aunque devota, incompetencia. 

 Lo más llamativo de Rajoy ha sido ese "ponerse en el lugar del otro". Es el abc de toda interpretación hermenéutica: para entender algo del otro, hay que ponerse en su lugar. Aunque él parezca darle un tono conmiserativo hacia los socialistas, quizá alguno de sus innumerables asesores, dado al cultivo de la ética, le haya informado de la importancia y trascendencia de reconocer y reconocerse en el otro, según enseña Lévinas. A lo mejor así comparten entre los dos el pesado fardo de la corrupción. Porque no creo que las tribulaciones del momento, con tanto fútbol que ver, lleve al presidente de los sobresueldos a incurrir en la divina locura de Rimbaud, cuando escribía a un su amigo aquello tan célebre de car je est un autre.

El PSOE tiene un otro dentro de sí mismo y anda autoflagelándose para sacarse ese demonio del cuerpo. Estudia todas las fórmulas posibles para aplicar su decisión sin quedar francamente mal y, encima, ridículo: abstención técnica, de once o de alguno más, para disimular; elegidos a dedo, o por sorteo; en bloque y punto en boca; que cada cual haga lo que quiera y salga el sol por Antequera. En los límites, los guardianes del templo de los horiacios, Javier Fernández y Susana Díaz, no dan cuartel. El primero dice que los diputados deben votar por mandato imperativo. La segunda que, quienes voten otra cosa, deben entregar el carné del partido. Lo del mandato imperativo es anticonstitucional; lo del carné no es cosa que competa a la señora Díaz. Y ahí están los dos PSOEs con sus dos almas de siempre, mirándose sañudamente. El congreso extraordinario promete ser una fiesta. 

Además del otro interno, el PSOE cuenta con un otro externo, un verdadero doble en Podemos. Un doble que se ve a sí mismo como la recta conciencia que muestra su depravación al sujeto, como en el William Wilson de Edgard A. Poe. Podría decirse que entona un peán de la victoria: Podemos es la verdadera izquierda frente a un PSOE rendido a la derecha por voluntad propia. La oposición es nuestra y la haremos en las instituciones y en la calle, como ha comunicado Garzón al Rey.

Es tanto el alborozo en las filas moradas que su figura se acerca más a la del doble de la leyenda del Doppelgänger, ese sosias siniestro que busca la destrucción del sujeto. O así lo experimenta el PSOE que lucha por su supervivencia contra un adversario salido hace nada de la nada pero dotado de armas poderosas: mucho mejor manejo de los medios, incluidos los digitales, un adanismo simpático, un atractivo entre los sectores más juveniles del electorado y un discurso regenerador, omnicomprensivo que nunca se ha puesto a prueba. 

En opinión de Palinuro, en la medida en que Podemos siga siendo un trasunto de IU, retornará a los porcentajes de voto de aquella, pase lo que pase con el PSOE. Mantener movilizada durante tres o cuatro años una sociedad como la española es una quimera. Sobre todo porque la movilización no tiene un objetivo definido, salvo que gobierne la gente. Al propio tiempo, como es de esperar, el PSOE intentará su recomposición. Si lo consigue -cosa nada fácil- asistiremos a la batalla final en la lucha por la hegemonía de la izquierda. Si no lo consigue, no es descartable la aparición de un tercer partido socialista de izquierdas en este sistema político español que ahora queda desbloqueado. Y gracias a esa decisión del CF con la que, en el fondo, nadie está enteramente de acuerdo pues, se recordará, sus partidarios la defendían como el mal menor.

divendres, 21 d’octubre del 2016

Mire bien el PSOE lo que apoya

La Era Gürtel sigue dando episodios tan escandalosos como esperpénticos. El Ayuntamiento de Valencia presuntamente reciclado en lavandería financiera; el señor director general, más dedicado aparentemente a saquear el erario que a cuidarse de aquello que debería dirigir; los capitostes del PP surcando supuestamente los aires a bordo de aeronaves que costeábamos los contribuyentes por medio de la ingeniería empresarial de la Gürtel. Y entre ellos, según se dice, el actual presidente del gobierno, el de los sobresueldos.

Y eso en un día. Calculen los señores de la Gestora socialista lo que tendrán que tragar los próximos cuatro años, mil cuatrocientos sesenta días como este. Miren sus mercedes bien lo que hacen. Y recuerden que, además, estarán dando por buenos los miles y miles de días de los años anteriores de un sistema político que ha funcionado en gran medida gracias a prácticas presuntamente delictivas y continuadas. Estarán aceptando la inepta y maliciosa afirmación de la señora Sáenz de Santamaría cudno dice, queriendo exculparse que en la Gürtel se juzgan hechos del pasado, como si hubiera que juzgar los del futuro.

Dicen los gestores que no hay alternativa. Ni la han buscado y al único que lo intentó lo han mandado al ostracismo.

Miren bien vuesas mercedes qué va a pasar con su partido, que lo tienen en rebeldía. A estas alturas solo pueden ignorar la petición de un congreso extraordinario inmediato (y el consiguiente NO de momento) a base de argumentos trapaceros, de triquiñuelas estatutarias; es decir, dando un segundo golpe de mano, erigiéndose ya en dictadores que actúan en contra de la voluntad de sus representados. Y estudien las consecuencias de esa actitud amenazadora y autoritaria de la señora Díaz, que quiere excomulgar a los réprobos que no voten lo que a ella se le antoja.

Aún están a tiempo de deponer su actitud, dejar de presionar al CF, de intrigar y de recurrir a artimañas, y también a tiempo de escuchar el clamor de las bases en favor del NO es NO.

Terceras elecciones. Pues sí, no pasa nada. Con la Gürtel, la Púnica, la Taula y la Jerusalén liberada cantando todos los días, cada cual sabrá perfectamente lo que vota. Mientras tanto, el gobierno en funciones seguirá cubriéndose de gloria dentro y fuera del país.

dijous, 20 d’octubre del 2016

La buena reputación

Prácticamente no queda nadie libre del pringue de la corrupción en el PP. Las tramas delictivas tenían departamentos de dádivas dedicados a repartir obsequios entre cargos públicos y políticos para propiciar voluntades. Bolígrafos, bolsos, televisores y hasta coches, según la importancia del agasajado y su capacidad de responder luego transfiriendo a las cuentas de la organización cuantiosos recursos públicos. No podían faltar las cestas de Navidad, invento repleto de españolísimos detalles: jamón, embutidos, turrones, cava, mazapanes y mucho espumillón. Algo tan entrañablemente nuestro trae nostalgias del pasado, por ejemplo, la película, también españolísima, Manolo, guardia urbano. El neorrealismo cutre de la posguerra se ha transformado en la época de las nuevas tecnologías, cuando circulan las pantallas de plasma, los teléfonos móviles, los ipads. Cambian los objetos, pero el fondo del trinque sigue siendo el mismo.

Es llamativo el vínculo entre la corrupción y los políticos de la derecha de mayor alarde religioso. Es el caso de la exconsejera de Educación con Aguirre, Lucía Figar, una devota religiosa, lo que a veces se llama una "meapilas", al servicio inondicional de los intereses de la Iglesia en el feraz territorio de la educación. Regala terrenos públicos a órdenes religiosas para sus negocios educativos y cuanto más reaccionarias, mejor; descapitaliza la enseñanza pública y favorece la privada, en especial la concertada, que es un modo de aplicar los recursos públicos a quienes menos los necesitan. 

Consciente la señora en su fuero interno de que su gestión suscita fuerte oposición en todos los estamentos y en la opinión pública, contrata con una empresa de la Gürtel o de la Púnica, o de las dos un informe sobre cómo mejorar su reputación online. Es un documento de treinta páginas repleto de vulgaridades por el que la empresa púnica que lo realizó cobró 21.000 euros. Fondos públicos para estudiar y mejorar la reputación personal en línea de la señora Figar, que no la tiene muy buena. Y eso sin contar los funcionarios que tendría  dedicados a ensalzar sus glorias en Twitter, como hacía su jefa y referente, Esperanza Aguirre.

Es una corrupción muy católica a fuer de española o al revés. Es el precio corrupto de las apariencias. Lo importante no es que el cargo publico cumpla su cometido de modo eficiente, sino que lo parezca; lo importante no es la realidad, sino la imagen. La reputación debe ser buena y si, para conseguirlo, hay que comprarla, se compra. Sobre todo teniendo en  cuenta que se paga con el dinero público, de todos. Es un estilo. Los 21.000 euros no alcanzan ni de lejos a los dos millones de pesetas del erario con el que Aznar quiso comprarse la medalla del Congreso de los EEUU, pero están en esa línea.   

dimecres, 19 d’octubre del 2016

¡Es Cataluña, estúpido!

La infamia que los golpistas del PSOE se aprestan a hacer dando paso a un gobierno del PP, el partido más corrupto de la historia de la democracia, dirigido por el peor presidente que ha habido, tiene una causa oculta, una que nadie menciona, una que los miembros de la Gestora esconden celosamente mientras hilan falacias y sofismas para justificar lo injustificable. Invocan la necesidad de evitar terceras elecciones, sollozan que no hay alternativa, engañan y mienten sobre los procedimientos, los modos, las maneras de actuar dentro de su partido. Hacen lo que pueden para garantizar que, en efecto, esta asociación de presuntos malhechores que ha esquilmado el país, que ha vaciado la hucha de las pensiones y ha llevado a la Seguridad Social a la quiebra, pueda seguir haciendo sus fechorías.

Parece literalmente absurdo que un partido que se dice socialista entregue el país en manos de una banda de supuestos delincuentes de clase. Es imposible que, por muy desalmados y vendidos que sean, no se den cuenta de que, además, con esta decisión, están cavando la tumba de un partido de la izquierda más que centenario. Tiene que haber alguna otra razón que explique un comportamiento tan estúpido como malvado.

Y la hay: el PSOE es un partido español a la vieja usanza. Sus máximos dirigentes son todos nacionalistas españoles que en nada se diferencian en este aspecto de los de "una, grande, libre". Han intuido que, en la coyuntura actual, hay un riesgo para la unidad de España producido por el independentismo catalán a cuyos cantos de sirena presumen (sin ninguna prueba en concreto) que se había rendido Pedro Sánchez. Y han montado una conspiración, han dado un golpe de mano, forzado la dimisión del SG, y se preparan para abstenerse en la votación de investidura para que haya un gobierno de la derecha al que ellos dicen que se opondrán, pero al que, en realidad, apoyarán en una política de unión nacional. Porque, en lo tocante a Cataluña, no hay diferencia entre la izquierda y la derecha españolas.

Solo la rebelión democrática de las bases del PSOE puede, si acaso, evitar esta infamia.

De eso trata mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El estado se prepara y cuya versión castellana incluyo aquí:

El Estado se prepara

El desbarajuste de la política española tiene muchas explicaciones. Todas se resumen en el término crisis. Una crisis política que ha venido cabalgando sobre otra económica cuyo final no se avista. Al contrario, lo que se avista son mayores dificultades y problemas. Y en el orden político también. Lo que empezó como un resurgir del independentismo catalán, vigoroso en las calles, pero sin incidencia institucional, se ha convertido en la acción regular, cotidiana de gobierno de la Generalitat camino de la desconexión. Y, del otro lado, se han puesto en marcha los mecanismos procesales contra autoridades y exautoridades catalanas en un horizonte represivo que no agrada a nadie.

Esta es la razón última de esa crisis política. Y la verdadera. Su más llamativa consecuencia hasta ahora es la fractura del PSOE en dos. Los de Podemos también se atribuirán parte del crédito en esa división. Es su relato: al aparecer Podemos, regeneración de la izquierda, IU quedó absorbida y el enfrentamiento con el PSOE no produjo el ansiado sorpasso, pero ha dejado al partido partido. Es cierto que Podemos preocupa en el PSOE, pero no tanto como el peligro para la unidad de España que cree ver en Cataluña. Aquella invención de Sánchez acerca de la “ruptura de la convivencia en Cataluña” representa una opinión muy extendida entre los socialistas.

En esta situación, el sector más nacionalista español del PSOE empuja a este partido a una especie de frente nacional vergonzante a base de abstenerse y posibilitar un gobierno del PP. No se atreven a proponer una gran coalición abiertamente (aunque a los más de derechas no les faltan ganas) , así que la disimulan con esta aceptación de un gobierno de la derecha que tendrá su apoyo, sin duda, en todos los asuntos de Estado. Y ¿hay algo más de Estado en España que Cataluña?

Después de diez meses de crisis, esta sigue sin resolverse, pero la urgencia catalana fuerza una solución de “unión nacional”, en la que la derecha manda y el PSOE apoya. Quizá sea el mayor realismo de los socialistas el que les haga ver la necesidad de anteponer los intereses de España a los de su partido, como suelen decir todos. La intención de esta unión nacional es fortalecer el Estado frente al consabido reto.

La idea de que el Estado que quieren fortalecer los socialistas debiera ser muy distinto al que quiere fortalecer el PP, ni se considera. La derecha tiene las manos libres para abordar en su estilo los “asuntos de Estado”, de su Estado y ya ha dado la primera señal de cómo entiende su cometido: considerando que el independentismo catalán es un asunto de orden público. Y de ese cálculo fundamentalmente autoritario y erróneo será cómplice el PSOE.

Dentro del campo socialista, el problema se le plantea al PSC. El patriotismo de partido funcionará, pero será muy difícil que, de esta fractura ideológica del PSOE no salga otra territorial, con un Partit dels Socialistes de Catalunya separado de su matriz. Hasta la fecha, una de las funciones del PSC era influir en el PSOE a favor de Cataluña y trasmitir a Cataluña la conveniencia de apoyar al PSOE. La cuestión se pone muy difícil cuando apoyar al PSOE significa apoyar al PP. Y es una cuestión de supervivencia.

Los preparativos del Estado, no obstante, no van más allá de garantizar el apoyo parlamentario a las medidas que pueda ir improvisando el gobierno, básicamente en el ámbito judicial. Seguirá sin haber iniciativa política alguna, ni propuesta de negociación o acuerdo. Seguirá sin haber, incluso, voluntad de escuchar a la otra parte, como durante la última conferencia de Puigdemont en Madrid. En esas condiciones, en ausencia del contrincante, el independentismo continúa con su trabajo organizativo y legislativo para poner en pie las estructuras de un Estado nuevo. Por primera vez en este prolongado contencioso, el proceso no se supedita a la disposición del Estado a entablar negociaciones sino que continúa con independencia de aquel, de modo unilateral, y lo que se perfila al final del camino es una decisión de carácter unilateral, sea un referéndum o una declaración de independencia.

El Estado trae diez meses de retraso y la negativa a las terceras elecciones demuestra que la intención es evitar que el retraso llegue al año y medio de forma que lo primero que se encuentre el gobierno de España salido de esas terceras elecciones sea una DUI.

divendres, 14 d’octubre del 2016

Homenaje a Orwell

Si el autor de 1984 hubiera conocido la España de Rajoy, Bárcenas, Correa, Blesa, Rato e tutti quanti hubiera traído aquí su famosa novela distópica. Le hubiera fascinado la neolengua de Rajoy, su gobierno y su partido. ¿Se recuerda lo de la paz es la guerra y la guerra es la paz o argumento del espejo? Aplíquese a los momentos culminantes de la sobresoldada retórica del gobierno, su presidente y el partido que también preside:

La "Gürtel" no es una trama del PP, sino una trama contra el PP (Rajoy, 2009).

El PP es y debe seguir siendo incompatible con la corrupción (Aznar, 2010).

El PP es el partido de los trabajadores (Cospedal)

El PP colabora en todo momento con la justicia (Floriano)

El PP encabeza la lucha contra la corrupción (Rajoy 2014)

Hemos conservado el poder adquisitivo de las pensiones (Báñez 2016)

No hay duda, ¿verdad? Es el llamado país Potemkin.

Y ¿qué decir de ese todos los españoles son iguales, que no se le cae de la boca a Rajoy? ¿Qué sino que pertenece a otra obra de Orwell, La granja de los animales, que se rige por el principio de que todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros?

Y ya, para nota, el momento culminante, el que supera la ficción y aterriza en la cruda realidad del estalinismo, cuando se borraba la memoria de los enemigos suprimiéndolos incluso de las fotos: esa persona de la que usted me habla.

La crónica de los tribunales parece una mascletá en plena alegría pirotécnica. Aquí no se libra ni Dios, con lo que le gusta el fuego. Por lo que da a entender, Correa cogobernaba el país desde Génova en comandita con Aznar. Luego se abrió al llegar Rajoy, con el que no había química. Pero, según los papeles de Bárcenas, había economía, contabilidad y hasta antropología, en forma de una práctica de intercambio de cuantiosos regalos, un Potlach.

El cuadro que se despliega a ojos de la ciudadanía es una especie de fresco, de mural, de un gobierno y una administración en contubernio con sectores corruptos del empresariado para saquear el país. Y lo de "sectores" tómese por exceso de prudencia pues el mismo Correa asegura que él no hizo nada que no se hiciera normalmente en el sector privado. Eso se llama capitalismo neoliberal.

Es tal la connivencia de la autoridad con la corrupción que hasta cuando actúa por propia iniciativa y siguiendo cauces legales genera situaciones ilegales o, cuando menos, inmorales. Inmoral es que los cuidados del padre de Rajoy, dependiente, se carguen al erario, siendo así que ese mismo Rajoy ha dejado sin subvención alguna a multitud de dependientes que, según son doctrina, son iguales a su padre. Inmoral, cuando menos, es que Cospedal se gastara dos millones de euros en vinos en una cumbre durante su mandato conocido por sus despiadados tijeretazos a todo lo que se movía.

Visto y oído lo visto y oído hasta la fecha y lo que queda por ver y oír, ¿cómo puede la Gestora del PSOE pedir la abstención del partido? Sobre todo, ¿cómo puede porfiar en su empeño a la vista de la rebelión interna de la militancia del partido que mayoritariamente quiere mantener el NO es NO? (Por cierto, puede firmarse en la campaña de change.org). Abstenerse, en definitiva, significa amnistiar políticamente las tropelías anteriores en este momento en proceso penal. Y, asimismo, aceptar cuatro años más de un gobierno de esta ralea que acabará por hundir España.

"De ningún modo", clama un joven portavoz de la Junta llamada Gestora, "todo lo contrario: un gobierno de Rajoy en minoría estará controlado por la oposición y tendrá las manos atadas". Quien esto afirma no conoce bien de quién está hablando (Rajoy y el PP) o a quién está hablando (la militancia del PSOE) o a ninguno de los dos, que es lo más probable. Así que el Señor lo perdone porque no sabe lo que dice.

dimarts, 11 d’octubre del 2016

La Real Academia de San Caco

Palinuro se quedó corto ayer en su post sobre la era Gürtel. El panorama de trincones y corruptos de toda laya tenía detrás una estructura, una meditada organización, que establecía el modus operandi por el que los cargos municipales, a falta de Gürteles y Púnicas, siempre fastuosas, pillaban el dinero por vías trapaceras para atender a la financiación de sus campañas electorales burlando la vigilancia (por lo demás laxa) del Tribunal de Cuentas. Quien dice de las campañas electorales, dice de una capea o un jolgorio en cualquier lugar de alterne de la carretera. Las cosas están así. De momento. Mañana puede salir una estafa piramidal tipo Ponzi de algún alcalde o consejero o presidente de diputación. Lo dicho, la era Gürtel que prosperó justo cuando la mayoría tuvo que apretarse el cinturón. Cosas de la vida.

El PP no es un partido convencional. Es más bien una asociación de intereses. Para algunos jueces, una presunta asociación para delinquir. Los mismos, seguramente, que lo han sentado en el banquillo imputándole complicidad en los supuestos delitos a título lucrativo. Un partido imputado en varios procesos penales. El partido del gobierno. Y no pasa nada. Claro, ni puede pasar, porque ni el partido es partido ni el gobierno es gobierno. Son otra cosa. Acostumbramos a pensar que la delincuencia organizada es cosa de ajustes sangrientos de cuentas, de esbirros que descuartizan a una familia para dar ejemplo o de trata de blancas. Eso es lo truculento. Pero la delincuencia pacífica, económica, simulando acatar la ley, si está organizada, no es menos delincuencia organizada. Y sus miembros, delincuentes. Así que no me parece un disparate pedir la ilegalizacion del PP. Es una idea que tiene apoyo creciente.

Supongo que el gran obstáculo es qué hacer con Rajoy. Es absolutamente imposible admitir la hipótesis de que quien ha controlado este partido hace más de veinte años habiendo sido todo, secretario general, no sé si tesorero y, desde luego presidente, no supiera nada de nada, nada de lo que hacían sus ministros, sus allegados, sus directores generales, diputados, presidentes de comunidades autónomas, consejeros, alcaldes y concejales. Que no vio nada ni escuchó nada ni se percató de nada. Y eso que la Púnica tenía una nómina de regalos de lujo para todo tipo de cargos, televisores de plasma, relojes, bolsos, bolígrafos, vamos un bazar. Y los de las black iban dándose pote por los locales de lujo. Y las cacerías y las fiestas y las bodas, convertidas en espectáculos. Allí nadie hablaba de nada, de subvenciones, de negocios, de pelotazos, nada. Y, si alguien tuviera alguna duda, bastaría con preguntar directamente a Rajoy a cuánto ascendieron los sobresueldos de Bárcenas.

No obstante la pétrea actitud del presidente de la era Gürtel, eso que los medios llaman su "dontancredismo", merecería algún premio. Tiene su mérito aferrarse a un cargo del que debería haber dimitido desde el primer momento de acuerdo con todas las reglas de la política democrática en un Estado de derecho en el que el poder no está por encima de la ley. Así pues, pruébese una solución intermedia. Dado que, siempre que puede, Rajoy afirma haber luchado contra la corrupción como San Jorge con el dragón y ser el adalid de la transparencia y la rendición de cuentas, lo más sensato es que se separe del cuerpo infecto de su partido, que renuncie a seguir sienso su presidente y lo entregue a los jueces.

Y ¿qué pasa con él? Puede imitar a Napoleón III y constituirse a sí mismo en objeto de un plebiscito: Rajoy sí o Rajoy no. Napoleón llego así a emperador, tras haber pasado por el purgatorio de una presidencia de la República. Marx lo tenía en realidad por un rey del hampa, el líder del lumpenproletariado. Me parece que, como a todos los decimonónicos, a Marx le fascinaba Napoleón I y, por eso, a su lado, su sobrino le parecía un estafador. Lo mismo le pasaba a Victor Hugo, que lo llamaba "Napoleón el Pequeño". Y si lo hizo Napoleón el Pequeño, ¿por qué no lo haría Mariano Rajoy, presidente de una gran nación?

A propósito, los azorados cálculos de la investidura asumen que el Rey tenga que recibir a todos los líderes el mismo día. ¿Y? En realidad, puede recibirlos a todos juntos, lo que tampoco servirá para nada, pero es más relajado. Claro que no se pueden contar chistes. Está bien que aparezca el Rey. Da confianza en las instituciones y el personal se entera de que está ahí, como el hombre de Zubiri y Heidegger; está o es ahí que, para el caso, es lo mismo pues no parece enterarse de mucho. Aunque, según los expertos, eso es una ventaja al tratarse de un Borbón. 

dilluns, 10 d’octubre del 2016

La era "Gürtel"

Hace unos días El país consideraba el caso Gürtel el pasado del PP. Las ganas. Si es pasado, será el del eterno retorno y los acusados que se sientan en el banquillo con caretos de velorio serán revenants. Pero no es pasado ni mucho menos ,sino presente de escándalo, bochorno colectivo y amenaza. En sala de torpedos, Correa y Bárcenas (aunque este parece más dado a hablar que a hacer) se aprestan a ponerlo todo otra vez patas arriba con revelaciones que cualquiera imagina. Nadie cree que acepten comerse el marrón ellos solos.

El caso Gürtel simboliza una era, una época de la historia de España, viene de muy atrás, sin duda, pero es de rabiosa actualidad. Un tiempo en el que todo cuanto se ha hecho y dicho ha estado directa o indirectamente relacionado con esa trama presuntamente delictiva que enfangó la política española, desde el gobierno hasta las CCAA, pasando por las más altas magistraturas del Estado. Una era de latrocinio y expolio generalizados. Aquí el que, dedicándose a la cosa pública, no robaba directa o indirectamente era un infeliz pardillo.

Gürtel caracteriza un estilo, una forma de hacer y administrar, una consagración de la doblez convertida en norma: de un lado, la España oficial, la de los desfiles, la mayoría parlamentaria absoluta, los campeonatos de fútbol, los ajustes, duros pero necesarios, para salir de la crisis, pues "navegamos en el mismo barco", la Marca España, las candidaturas olímpicas y el AVE. De otro, la España real, el reinado del hampa. Y un año tras otro.

Todo empezó el 11 de febrero de 2009, cuando se destapó la Gürtel primitiva. Rajoy, entonces en la oposición, reunió la plana mayor del PP en Génova para acusar a la fiscalía de parcialidad y de que lejos de tratarse de una trama del PP, era una trama contra el PP. Pero, no: era una trama del PP y entre los asistentes a aquella rueda de prensa había varios directamente implicados en la Gürtel, como Ana Mato y Francisco Camps, con cara de no haber roto un plato. Y otros tantos relacionados en los papeles de Bárcenas como receptores de sobresueldos de procedencia barcéniga, entre ellos el propio Rajoy, Javier Arenas y la actual vicepresidenta, Sáenz de Santamaría.

Era una trama del PP con Rajoy de presidente y siguió siéndolo cuando pasó a presidente del gobierno. Una trama que estuvo actuando como tal todos estos años. Los episodios, algunos verdaderamente literarios, están en la memoria colectiva. Solo Bárcenas da para un sainete que podría llamarse "esa persona de la que usted me habla", un título entre Oscar Wilde y Jardiel Poncela. Bárcenas, despedido en diferido en la pintoresca oratoria de Cospedal, no era miembro del partido, pero tenía despacho en la sede y coche y chófer. El mismo flamante ex-tesorero que  fue destinatario de un SMS del presidente del gobierno en puro estilo mafioso y, con eso, objeto de una comparecencia parlamentaria de este en la que admitió que en el PP se pagaban sobresueldos, como en cualquier empresa. Es su idea de la política: una empresa y privilegiada porque no se arriesgan los dineros propios sino los del contribuyente.

Desde el comienzo, el PP montó su defensa judicial recurriendo a todas las artes y mañas, las legales y las ilegales. Se constituyó en parte en el proceso contra Bárcenas para acceder a la información y actuar en defensa del interesado. Hasta que el juez lo expulsó por su clara actitud obstrucionista. El juez tuvo que entrar en la sede a practicar un registro porque el PP se negaba a acceder a los requerimientos. Después destruyó todas las pruebas a fondo: se deshizo del libro de visitas y convirtió en pulpa a martillazos los discos duros de los ordenadores de Bárcenas.

A eso llamaba el PP "colaborar con la justicia".

La trama gürtel tenía una hijuela valenciana que había convertido la Comunidad Autónoma en una especie de corral de cuatreros y forajidos en el que docenas de administradores públicos de todos los niveles, autonómico y municipal se habían dedicado a saquear el erario con  procedimientos inverosímiles y voraces prácticas corruptas. Los fondos de esto y aquello, las subvenciones, los dineros presupuestarios, las ayudas a las ONGs y el Tercer Mundo, todo pasaba por la trituradora de la trama y desaparecía en los bolsillos de una  recua de truhanes. Lo de que hicieran negocio con la visita del Papa es de particular escándalo para los católicos, pero que el Ayuntamiento en pleno de Valencia, con su ex-alcaldesa, esté acusado de blanqueo de dinero para la financiación ilegal del partido supera lo imaginable. Valencia es el epítome del robo a manos llenas: aeropuertos sin aviones, museos sin actividad y los chavales en barracones porque no hay dinero para construir escuelas.

La era Gürtel, sí señor. La moda de enriquecerse defraudando a la Hacienda pública es su rasgo. Nadie resultaba ser inmune a ella. Hasta la Casa Real aparecía pringada con los negocios del yerno del Rey y las peripecias de este último, a medio camino entre la caza mayor y la menor así como la administración de un cuantioso patrimonio cifrado por Forbes en unos 2.000 millones de dólares que nadie sabe de dónde han salido y de los que nadie da cuenta.

Esa moda caló hondo y, en poco tiempo, la Gürtel tenía competidores en todas partes. Los administradores de Cajamadrid y luego Bankia, al parecer, se llevaban el dinero a puñados, gracias a aquellas tarjetas black, más negras que sus almas. Esos están también dando tema a las informaciones de tribunales. En Madrid, que para eso es Corte, no solo operaba la Gürtel nacional, sino también una específica autonómica, llamada la Púnica, con episodios más pintorescos que la otra: espías de trapillo para denunciarse unos a otros, contratación de empresas más que dudosas para manipular las redes con dinero público en beneficio de los mangantes del gobierno o de tragacirios como la consejera de educación de Madrid, Lucía Figar, que regalaba el terreno de todos a los curas para sus negocios escolares. No sé cuántos consejeros y prebostes de la Comunidad pringados hasta las cejas en una mezcla de apropiaciones indebidas, mordidas, fraudes, malversaciones y un ataque furibundo a los bienes del común, a base de expoliarlos y descapitalizarlos. La educación, la sanidad públicas al servicio de las privadas como forma de negocio al que no eran ajenos los cargos públicos. Y la señora Aguirre, experta "cazatalentos", no se había enterado de nada. Basta con escucharla para darse cuenta de que esta señora vive en Babia, aunque se cree listísima.

Estamos en mitad de la era Gürtel. De pasado, nada. Un presente descorazonador. Ahora, además de la vocinglería de los políticos están las deposiciones ante los tribunales, las pruebas, los testimonios, las declaraciones de unos y otros, los careos. La fea verdad de la España real se abre paso tercamente, a pesar de los esfuerzos de los medios por ocultarla, hablando de los conflictos del PSOE y hasta de los de Podemos que casi parece que se los inventen. Porque también ellos están untados hasta las pestañas con dineros públicos malversados en formas de subvenciones y publicidad estatal administradas no ya con favoritismo, sino con criterios de auténticos granujas, por los que se financian los medios más serviles, no los mejores y/o los más difundidos. 

Hay dos asuntos de los que la derecha no quiere que se hable: Cataluña y la corrupción sistémica, estructural, simbolizada en la Gürtel y personificada en Rajoy. Justo los dos asuntos que constituyen la realidad en los que hay hechos y no mera palabrería, los asuntos que dominan el presente aunque se quiera ignorarlos. Por más que la televisión organice tertulias con esbirros a sueldo dispuestos a defender lo indefendible, la justicia sigue su curso y ante ella habrás de responder de un modo u otro, Será un espectáculo cuando algún juez reclame la presencia del presidente del gobierno porque así lo hayan pedido los acusados y porque, como todo el mundo sabe, es el responsable principal de este desaguisado, el que se ha beneficiado de él de todas las formas posibles.

La era Gürtel es también en parte responsable del desbarajuste del PSOE, por una vía inmediata y otra mediata. La inmediata son los EREs. El PSOE andaluz está tan enfangado en la corrupción como el PP. La mediata, la convicción a que han llegado los caciques y viejas glorias socialistas de que el conflicto catalán está yendo demasiado lejos y se impone formar un frente de salvación nacional con el PP. De modo que este desbarajuste acabará dando el gobierno al PP si la militancia no lo impide por medio de una revuelta interna que tendrá mayor legitimidad que la que escenificaron los conjurados del CF hace un par de semanas.

La Gürtel es este gobierno y cuando los señores de la Gestora, que tienen de socialistas lo que Palinuro de cura, proponen abstenerse en la investidura lo que están diciendo es que prefieren un gobierno de la Gürtel a uno alternativo o a unas terceras elecciones.

Y eso no es de recibo.