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dijous, 7 de gener del 2016

Desde Cataluña, con el corazón


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Comparto este vídeo de Xavier Climent porque está muy bien y ayuda mucho a entender lo que está pasando en Cataluña, explicado con claridad, con coraje, con un punto de rabia y pasión. Me gusta mucho. Climent tiene otros vídeos en YouTube y también aconsejo su visionado, pero este, al socaire de los momentos que vive actualmente Cataluña, es excelente. Está en catalán, pero se entiende todo. Tiene subtítulos en castellano. Para activarlos hay que ir a la parte inferir derecha y pinchar sobre el icono cc.

dimecres, 16 de desembre del 2015

Lo que millones de españoles piensan

I. Indecente
Hay debates de la televisión que han pasado a la historia, que han hecho historia gracias a una palabra, una frase dicha en el momento oportuno, que cambiaron las tornas haciendo quien entró en el plató de virtual ganador saliera de perdedor y a la inversa. Cito dos entre los más célebres:

10 de mayo de 1981: el presidente de la República francesa, Valéry Giscard d'Estaing, a quien se acusaba de haber endeudado sobremanera el país, soltó al aspirante, el socialista François Mitterrand: "Usted es el hombre del pasado". Mitterrand le respondió "y usted es el hombre del pasivo". Ganador: en la subsiguiente segunda vuelta de las presidenciales: François Mitterrand.

28 de octubre de 1980: en un debate entre el aspirante a la presidencia Ronald Reagan y el presidente en funciones, Jimmy Carter, cuando este criticaba los errores y defectos de la política de su oponente como gobernador en relación con el programa Medicare, Reagan le cortó en seco con un "Vuelve usted a las andadas" (There you go again), que se ha hecho famoso en el mundo de la comunicación política. Ganador en las presidenciales una semana más tarde: Ronald Reagan.

No tengo dudas de que la expresión de Pedro Sánchez en el debate del lunes, el presidente debe ser una persona decente y usted no lo es hará historia, traerá cola y es muy posible que signifique un vuelco a favor de la campaña de los socialistas. Hasta de los resultados electorales. Incluso los peperos más acérrimos deben ser reticentes a votar por alguien a quien millones de españoles consideran "indecente" porque lo es, porque los sobresueldos, los trajes y viajes a cuenta de la Gürtel, los SMS a Bárcenas, los tratos con Rato, la obstrucción de la justicia, las mentiras sistemáticas lo han convertido en tal. Y porque, además, ya lo tiene interiorizado. No hay más que verlo ahora: es un zombi, camina como un autómata, está ausente. ¿Cómo no si ya sabe todo el mundo que es el peor presidente, el más corrupto, de la historia de la democracia?

II.- La contraprogramación de la 6ª.
El acierto de Sánchez no solo noqueó al presidente de los sobresueldos sino que desbarató la maniobra de la Sexta a cargo de Ferreras y Pastor. Estos intentaron contraprogramar su propio programa llevando de matute a Rivera e Iglesias para que machacaran a su gusto a los dos debatientes sin que pudieran defenderse. Querían dejar en los espectadores no la memoria del debate en sí mismo sino el juicio despreciativo y negativo que de él hicieron sus contrincantes, hablando como si no lo fueran. Esta maniobra es tan sucia que uno se pregunta si Sánchez y Rajoy sabían que estaban siendo observados de cerca e iban a ser inmisericordemente enjuiciados luego por sus adversarios, insisto sin posibilidad de responder.

Esa trampa de tan bajo estilo iba especialmente dirigida contra Sánchez por una razón muy sencilla. Toda equiparación, toda semejanza que se quiera establecer entre el PP y el PSOE perjudica al PSOE:
1º) Porque ese partido habrá hecho muchas cosas mal, pero está claro que no es corrupto y el PP, sí. 2º) Porque el PSOE es el único que ha erigido el Estado del bienestar en España siempre con la oposición del PP que lleva cuatro años tratando de destruirlo. Las demás izquierdas critican mucho, equiparan al PSOE con el PP, lo desprestigian, pero hasta la fecha no han hecho literalmente nada de nada más que hablar y estorbar. De ahí que su máximo interés sea tirar contra el PSOE. Y el asunto no es de hoy, ni de ayer. Viene de hace tiempo, como se ilustra en la foto de la derecha en que se ve a Ferreras con Iglesias y Errejón en una cena planificando estrategias. Una foto que no pudieron evitar. Esa es la "nueva política" y el "periodismo comprometido": colegas organizando la acción. Con ese espíritu se dispusieron al preparar el debate del lunes, a demoler al PSOE, con el tedioso argumentario de "ellos son el pasado", "la vieja política" y nosotros somos guais.

Sánchez era pan comido. El PSOE no cuenta con ninguna cadena de TV, ninguna emisora de radio, ningún periódico de papel o digital, mientras que Rajoy dispone de una batería de medios impresos y audiovisuales y Podemos tiene una cadena de TV tan poderosa como la Sexta y un digital como Público. Si Sánchez tiene una expectativa de voto solo segunda a la del PP es por la fidelidad de sus votantes, porque carece de apoyo mediático. Es de chiste oír a los de Podemos que son el partido más atacado cuando es mentira porque el más vapuleado y con mucho es el PSOE.

Era pan comido, sí, y bastaba ver las caras de satisfacción de los tres amigos, Ferreras, Iglesias y Rivera. Se habían reunido para hacer unas risas sobre "el viejo mundo". Cours camarade, le vieux monde est derrière toi! hubieran podido decirse el uno al otro de haber leído algo más que Kant. Y, de pronto, Sánchez soltó la frase y todo se dio la vuelta. Los dos "comentaristas" se quedaron flotando en el aire de su inconsistencia. Ninguno de ellos fue capaz de reaccionar. Siguieron con la musicanga del fango y el cieno y el barro y el limo y el sursum corda. Al llamar indecente a Rajoy delante de casi diez millones de personas, cosa que ninguno de estos bravos de plató se ha atrevido a hacer, se puso en el centro del escenario y desplazó a los dos ocultos personajes a las tinieblas de las bambalinas.

III. Por fin, la oposición
Varias veces dijo Rajoy que, si tan malo era el juicio de Sánchez sobre él, debió presentarle una moción de censura y que él lo hubiera hecho. Seguramente será mentira, como todo lo que dice y no es preciso que Palinuro repita aquí lo que ya señaló ayer. El PSOE faltó gravemente a su deber de oposición en la legislatura anterior, presa de la estúpida y reaccionaria manía de Rubalcaba con los "pactos de Estado", desertó de su deber, abandonó a aquellos que estaba obligado a defender y estos anunciaron que ya no lo votarían más y empezaron a desertar. En efecto, lo hemos dicho muchas veces: ¿por qué vamos a votar por quien no nos representa ni defiende nuestros intereses ni se atreve a poner coto a la oleada de corrupción, pillaje, granujería que ha sido la X legislatura bajo la égida de Rajoy? ¿Por qué confiar en quien no tenido el valor de censurar al peor y más corrupto presidente de la historia de España sino que, al contrario, dio muestras de ser complaciente con él, si no cómplice?

Pero de repente, casi milagrosamente, Sánchez recuperó el valor, el coraje, la decisión y pasó al ataque en el plató de televisión, diciéndole a Rajoy lo que solo se había atrevido a insinuar una vez en una intervención parlamentaria ("yo soy un político limpio, señor Rajoy"). El lunes salió todo: la indecencia, los sobresueldos, los viajes gurtelianos, Bankia, Rato, Bárcenas. Ayer publicaba Sánchez Cuenca un artículo en Público, El balance de la legislatura (II): la anomalía democrática del PP, en donde se concluía que el gobierno del presidente de los sobresueldos es un fracaso de nuestro sistema político y una descomunal anomalía democrática. Desde luego. Hasta ahora la pregunta universal era: ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí, a estar gobernados por una persona indecente al mando de un partido de presuntos malhechores que es casi una mafia? Y no había respuesta.

Pero fue soltar Sánchez la frase sobre el presidente indecente y todo ha cambiado. Decenas y decenas de tertulianos y periodistas afines a la derecha pasan ahora 24 horas sobre 24 tratando de salvar algo, de evitar el ludibrio y la vergüenza de defender a un presidente indefendible. Igual que los tres mosqueteros de la sexta, el presentador y los geniales representantes de la "nueva política", de repente convertidos en tres antiguallas manipuladoras con su discurso -ese sí viejo y sobado- de que el PSOE y el PP son lo mismo. Un discurso que ya no compra nadie que tenga ojos en la cara y vea a Rajoy sonado de mitin en mitin, sin saber qué decir, recibido en provincias al grito de "¡Mariano sé fuerte!" mientras Sánchez va muy suelto, apoyado en los millones de españoles que, en efecto, pensamos que Rajoy no es decente y nos identificamos con quien lo dice alto y claro y no con los manipuladores que quieren torpedearlo hablando farisaicamente de fango y cieno.

Vamos que en cuatro días sería posible el siguiente escenario: el PSOE gana las elecciones, el PP queda por detrás de C's, Podemos el cuarto y la Unidad Popular consigue un muy buen resultado, cosa que Alberto Garzón se merece, por su trabajo, su entrega y la elegancia y nobleza de su comportamiento, alejado de todo juego sucio; y porque sus gentes están reaccionando con bravura.

dimarts, 15 de desembre del 2015

El debate, bien. La escenificación, repugnante

Por razones empresariales y moralmente dudosas, la Sexta es una cadena antisocialista dedicada a favorecer e impulsar a Podemos. Los medios son muy poderosos, cierto, y este más,  pero ni con su apoyo es probable que los de los círculos ganen, aunque siempre se puede echar una mano al PP, que es lo que, en el fondo, importa a los empresarios.

El debate fue concebido minuciosamente desde el comienzo en contra de Sánchez. Aparentemente no, porque, por ejemplo, el título, que estaba sesgado, rezaba "El último debate del bipartidismo". Ese era el inicio del empeño de la cadena en seguir las consignas de Podemos (y Ciudadanos) de igualar a los dos partidos, vieja táctica de la amalgama de los contrarios que trae muy siniestros recuerdos.

Luego se dio paso a Jorge Verstrynge, presentado como politólogo y analista, quien reiteró lo de la "vieja política" y la amalgama. El PP y el PSOE son lo mismo. Júzguese el valor de esta afirmación de alguien que fue secretario general del PP y que no llegó a ingresar en el PSOE, a pesar de haberlo solicitado, porque los socialistas no lo admitieron. Un buen momento para sacarse una espinita sin que se note, ¿verdad?.

A continuación, apareció Pablo Iglesias, a remachar la cantinela del bipartidismo, el PP = PSOE, lo antiguos que son los dos y lo moderno que es él. Después del debate, siguió largando cuanto quiso sin nadie que le contradijera y tuve ocasión de oírle hablar de que la política necesita de fair play. Ni él ni Rivera saben qué sea eso. Prestarse a comentar y apostillar un debate entre dos candidatos que, al no estar ya presentes, no pueden defenderse, como si él fuera un observador neutral, un experto objetivo o un periodista, cuando es otro candidato en liza directa con los dos debatientes ausentes debe de ser el juego más sucio que he visto en mi vida. Porque de lo que se trataba era de descalificar en caliente para manipular la opinión del auditorio. Y Rivera, cuando menos, mostró ciertos reparos al hablar de su evidente falta de objetividad. Iglesias, ni mencionó el asunto porque, y no es la primera vez que lo demuestra, carece de escrúpulos. Él va a ganar, como se ve, cueste lo que cueste. Esos reiterados y compungidos "creo humildemente", etc., mientras se hace trizas a quien no puede contestarte, abusando de tu enchufe en un medio que tiene a su vez su finalidad, son puro fariseísmo. Es posible que gane, quién sabe, pero ya no será con mi voto porque yo sí creo en el juego limpio. Es en lo que más creo. Quien recurre al juego sucio merece desprecio y no votos.

En este contexto, aplausos a la pareja García Ferreras-Ana Pastor que consiguieron montar un espectáculo para linchar a Pedro Sánchez pero que pareciera algo imparcial, objetivo, muy moderno e incisivo. La conclusión que los espectadores teníamos que sacar era que los dos partidos son iguales, la vieja política y blablabla. Terminado el debate se dedicaron a manipular los datos de opiniones de ganadores/perdedores, asegurando que las redes decían que no había ganado ninguno, cuando ya El País reconocía que en la red, las webs y Twitter los internautas daban ganador por gran mayoría a Sánchez, es parte del esfuerzo de anoche de montar un espectáculo orwelliano. Apoyaría Público, el digital de Roures, vocero de Podemos, titulando a toda página enfrentamiento a navajazos, incidiendo en la amalgama que reiterarían los dos cómicos comentaristas. (Por cierto, también entró Alberto Garzón quien, aun presentándose igualmente como equidistante, tuvo, como es habitual en su caso, mucho más nivel que los otros dos sumados).

El debate, en sí, por supuesto, una bronca permanente. Era lo esperable; lo lógico. Rajoy fue a él porque no tuvo otro remedio sabiendo que no tiene nada que decir ni nada que debatir porque su posición en todos los aspectos es insostenible. Así que su guion tenía dos líneas maestras y a ellas se atuvo: mentir sistemáticamente sobre todos los asuntos, absolutamente todos, y montar la gresca en cuanto pudiera, no dejando hablar al otro, interrumpiéndole sistemáticamente. Sánchez estuvo mucho mejor, dadas las circunstancias de inferioridad en que se mueve y, en el aspecto formal es criticable su machacón "mire señor Rajoy" que no había quien lo aguantara. Pero, efectivamente, estuvo mejor porque mezcló una crítica muy dura al PP y a Rajoy personalmente con baterías de propuestas de futuro. Que los analistas Iglesias y Rivera nieguen este aspecto porque les interesa para seguir con la melopea de la amalgama es otra cosa. Pero basta con visionar de nuevo el debate y escuchar. Son medidas claras, concretas, diversas y algunas originales, como la ley de igualdad salarial y con un grado de especifidad propio del medio televisivo y muy superior a lo que yo he oído a los dos en la larga serie de apariciones con que nos llevan obsequiando desde hace meses. Porque quien sí que no hizo propuesta concreta alguna fuera de repetir que tiene intención de crear dos millones de puestos de trabajo en los próximos años fue Rajoy. Pero, no importa, los dos partidos de la vieja política son iguales porque lo dice un especialista en juego sucio contra el PSOE. Por cierto que Ciudadanos, que lleva diez años en el Parlament de Cataluña diga que ellos también son "nueva política" prueba hasta qué punto importa a estas gentes decir la verdad.

Rajoy, en efecto, no hizo otra cosa que mentir, interrumpir, montar gresca y hacer gestos, muecas, guiños a cada cual más divertido. Los momentos memorables (unos para bien y otros para mal) estuvieron a cargo de Sánchez. Por eso la gente le da por ganador, aunque Ferreras se invente lo contrario. Cosa comprensible porque algunos de esos momentos (en concreto el de llamar "indecente" a Rajoy) no solo noqueó al presidente de los sobresueldos sino al propio periodista que, luego, en la continuación del programa no paraba de reponer las imágenes, como si algo en su adormecido espíritu intentara decirle que ahí hay una verdadera bomba.

Sánchez no se retractó en el plató cuando Rajoy, fuera de sí, le dijo que era una observación ruiz, o sea ruin y tanto en ese momento como luego, en su camino de salida, interpelado por una periodista, reiteró que no se retractaba porque eso, es decir, que Rajoy no es una persona decente, es lo que pensamos millones de españoles. Por supuesto. Y también los dos "analistas", para quienes, al parecer, una persona decente y una indecente son lo mismo. Por cierto, siendo la corrupción lo que más define la legislatura de Rajoy, debe señalarse que el único que lo ha dicho con todas sus letras, ha mencionado personalmente al responsable y ha citado algunas de sus trapacerías más sonadas, (aunque no todas), como los viajes a cuenta de la Gürtel o los sobresueldos ha sido Sánchez. Nunca nadie ha escuchado nada parecido a los de la nueva política. La envidia es muy mala consejera, pero eso ya no tiene vuelta atrás: los llamados emergentes no han atacado de ese modo la corrupción nunca y, sin embargo, tienen la desvergüenza de decir que fue un debate entre dos iguales (aunque estuvieran a punto de llegar a las manos), basado en el y tú más, como si no hubiera quedado claro que Rajoy estaba desarbolado frente a quien le recordaba que su partido, el PP, más parece una asociación de delincuentes que "ha fulminado todos los artículos del código penal".

Incidentalmente, en otro alarde de fariseísmo, Iglesias lamentó que los dos candidatos se insultaran de aquel modo y que eso en Podemos es impensable. Es decir, llamar criminales cada dos por tres a los socialistas no es un insulto, probablemente porque lo dicen entre sonrisa y sonrisa, de esas que han plagiado a Otegi.

Sánchez metió la pata con el aborto al acusar a Rajoy de haber atacado el derecho de las mujeres a decidir sobre la maternidad y Rajoy exprimió la ocasión media docena de veces. No estuvo ágil el socialista quien hubiera debido mencionar que, sin duda alguna, el gobierno, el ministro de Justicia de entonces y el propio Rajoy cocinaron una ley represiva en contra de las mujeres al dictado de los curas, pero no pudieron terminarla porque no se atrevieron a la vista del rechazo social que provocó.

Por último, Palinuro también tiene una espina que sacarse. Ante la insistencia de Sánchez en decir que el presunto corrupto Rajoy tuvo que haber dimitido hacía dos años, el interpelado se creció y le preguntó por qué no le había presentado una moción de censura ni pedido su dimisión en sede parlamentaria. Le está bien empleado. Palinuro lleva años invitando a la oposición a que presente una moción de censura. Años. No cito los posts porque son legión. Pero años. Y recomendando igualmente que exija la dimisión de esta vergüenza de presidente y hasta animando a la oposición a que hiciera una retirada al Aventino. Pero nadie prestó la menor atención. Alguno me recordó que la oposición no podría ganarla, como si eso importara. No es rápido el amigo Sánchez que empieza a hacer oposición en serio cuando el Parlamento está ya disuelto. Merecido se lo ha ahora que le pasa lo que a todos los cobardes: no se atreve a actuar cuando es obligado y, luego, se le ríen en la cara cuando ya no puede enmendar el yerro.

Digan lo que digan los francotiradores de la Sexta y su gran equipo de manipulación, el debate fue vivo, apasionado, suscitó mucho interés, dejó a Rajoy desorientado y mostró el temple de un político nuevo, con decisión y empuje. No sé si esto le servirá para remontar en la intención de voto. Queda poco tiempo y él ha perdido mucho haciendo el ganso. Pero se lo merece mientras que los emergentes de pacotilla se quedan disfrazando su envidia de moderación, petulancia y superioridad.

Sé que esta crónica no me va a hacer especialmente simpático a los ojos de un potente conglomerado de medios que manipula cuanto toca y es la plataforma de lanzamiento de estos nuevos más viejos que la radiogalena, así que terminaré de arreglarlo: ninguno de ellos observó las más clamorosas carencias de un debate que pretendía ser sobre España en su conjunto, a saber: la cuestión de la República/monarquía, la de la separación de la Iglesia y el Estado y Cataluña. Sobre esta última algunas lamentables afirmaciones de Sánchez y Rajoy, dos sólidos nacionalistas españoles dispuestos a no dejar a los catalanes decidir en libertad. Ninguno de los "objetivos" comentaristas dijo nada al respecto obviamente porque ellos están de acuerdo con los dos debatientes en todo: República/monarquía "no toca"; Iglesia y Estado, "aparta la bicha"; y, sobre Cataluña "sin novedad en el frente".

Y estos son los que llaman a los otros "vieja política".

A ver qué opina mañana el personal sobre este intento de linchamiento de Sánchez quien, por cierto, no tiene una cadena de televisión a su servicio, como los de Podemos, ni un periódico. No tiene nada.

divendres, 11 de desembre del 2015

La televisión manda.

La americanización de la política ha llegado por fin también a España. Lo que los teóricos como Sartori, Manin, etc., vienen anunciando desde hace años, la "videodemocracia", "la democracia de audiencias" está haciéndose realidad en esta apartada región del mundo. Ya lo era antes, con el antiguo formato de campañas a base de mítines, cuando se reservaba la frase contundente del candidato para el momento en que las cámaras grababan a fin de estar en los telediarios. Pero ahora ha cambiado: los líderes no esperan la llegada de las cámaras sino que ocupan los platós de televisión y se prodigan en todo tipo de programas, sea cual sea su contenido con tal de que tengan audiencia.

Los llamados "partidos emergentes" han nacido en los programas de televisión, en las tertulias, las entrevistas, los espacios de locutores con mucho seguimiento. Y ahora, por un efecto de retroalimentación, se ha cerrado el círculo y si antes eran los políticos quienes buscaban las cámaras,  son las cámaras las que buscan a los políticos y estos se han convertido en verdaderos héroes de shows de más o menos repercusión. Aparentemente, la dinámica de la acción política está cambiando y es frecuente encontrar análisis que tratan de dar cuenta de esta evolución según la cual la sociedad mediática hace honor a su nombre.

Porque este amoroso diálogo entre los políticos y los platós forma parte de lo que se ha bautizado ya como infotainment (o infoentretenimiento) pero no se agota en él, ha convertido la política en un espectáculo y un simulacro. Los políticos son actores y las cuestiones, los issues que se debaten están guionizados de forma que, cuando alguno se sale del guión lo despellejan, como ha pasado con el machismo de Rivera (a) Falangito. El despelleje no tiene por qué ser en el propio plató sino que suele producirse luego en las redes sociales, especialmente Twitter, la dominante. Ahí es donde un patinazo, un lapsus, un error, se viraliza y da de nuevo la vuelta al ruedo porque, al viralizarse, los medios convencionales recogen la noticia que retorna a las redes ya con el marchamo de las cabeceras. Un Merry go round permanente.

En principio, no hay nada en contra de esta forma de hacer política y batirse el cobre en las campañas electorales. Estas elecciones del 20 de diciembre son también una buena ocasión para comprobar qué efectos tendrán los cambios. A primera vista se me ocurren cuatro cuestiones que pueden tener interés:

La primera es obvia: el medio determina el mensaje y la asistencia a los programas de mucha audiencia trivializa el discurso y vacía de autoridad la figura de los candidatos que aparecen como gente superficial, cuando no verdaderos botarates. Puede decirse que tanto da siempre que los voten. La cuestión es si la gente vota a  cantamañanas. También parecía que Beppe Grillo en Italia iba a comerse el mundo y luego resultó que no lo votan.

La segunda es el peligro de que los medios, que son empresas privadas con intereses específicos, manipulen el impacto que los políticos y los candidatos tengan obligándolos a adaptar sus discursos a los parámetros ideológicos que alimentan aquellos. Los medios audiovisuales no solo determinan la agenda sino que obligan a ajustar los postulados programáticos al mainstream que ellos mismos han creado y alimentado.

La tercera es la relación entre medios y redes sociales. Estas últimas son verdaderos zocos de militancia política pero, aunque su gran abullición pareciera anunciar otra cosa, su impacto sigue siendo minoritario, como saben todos los que convocan actos a través de las redes a los que habitualmente acude menos del uno por ciento de quienes han comunicado que lo harán mediante un click en el correspondiente botón de "iré".

La última es que la audiencia televisiva no diferencia entre votantes y abstencionistas. El 25 por ciento que habitualmente se abstiene en las elecciones españolas, también mira la televisión. Incluso es posible que sea lo único que haga, mirar la televisión. Ir luego a votar es otro asunto.

dijous, 10 de desembre del 2015

El debate a nueve.

Entre sondeos y debates, los analistas políticos tenemos sobrecarga de trabajo y no damos abasto. El debate de TV1 fue despreciado por los dirigentes de los grandes partidos y ninguneado por la propia cadena, que quiso ponerlo a las 12:00, sin duda para que nadie lo viera, dando precedencia a esa cosa inenarrable de B. Osborne. Por fortuna, la JEC obligó a la tele a enmendar y emitir a las 10.00. Moderaba Julio Somoano, el agente del PP en RTVE que ha conseguido hundir el canal público por su sectarismo y su fanatismo. Y en dos horas tuvo que escuchar lo que lleva cuatro años censurando y silenciando. Llevaba la mala follá en el rostro. Sin embargo, el debate estuvo bastante bien y a ratos, mejor que el de Atres media. Y, aun tratándose del apparatchiki pepero Somoano, este estuvo más correcto que la insoportable diva Ana Pastor en la cadena privada.

Al grano. Anoche se pudo visualizar, para solaz de Palinuro, que, a pesar de los pesares, hay una sintonía de base entre las tres fuerzas de izquierda, PSOE, Podemos y Unidad Popular (IU) con discursos bastante buenos, claros, constructivos y progresistas. Quien más me gustó fue Garzón. Se entiende por qué no quieren invitarlo en otras partes: no se altera, no divaga, no hace demagogia, va directo a los problemas y aporta soluciones de izquierda. Hernando (PSOE) y Errejón (Podemos) también bastante bien, aunque, a mi juicio, no tanto como Garzón. Cada uno en lo suyo. Hernando  muy contundente en la denuncia de la corrupción del PP (por cierto, le quitaron la voz en mitad de su parlamento y no dudo de que fue a propósito) y Errejón también estuvo acertado a mi juicio en el asunto catalán. Propone un referéndum de autodeterminación. Ya sé que Garzón también, pero en esto no es tan claro ni muestra tanta comprensión del problema como Errejón. La castaña que se dio Podemos en las catalanas pasadas le ha servido para reflexionar.

Pero hay algo aun más importante: las izquierdas ganan mucho cuando, en lugar de pelearse entre ellas, concentran su fuego sobre el verdadero adversario, que es el PP. Aquí todavía Errejón arrastra fantasmas del pasado, como Iglesias, inercias doctrinarias de esas de repartir culpas por igual entre PP y PSOE con lo cual lo único que consiguen es tirar piedras contra su propio tejado (pues la alianza tripartita PSOE-Podemos-IU a la portuguesa es, de momento, la única opción posible de gobierno de izquierda) y, sobre todo, legitimar y embellecer al PP. Algo ridículo. Cesen ya en sus ataques y concentren sus críticas en su adversario común y el del pueblo español al que dicen defender. Solo un pacto postelectoral de la izquierda puede salvar a este desgraciado país. No jueguen más a la equidistancia; dejen esa demagogia para UPyD y Ciudadanos, cuya única posibilidad es abrirse un hueco entre los dos polos de la izquierda y la derecha que, en el fondo, no existe y los llevará a una alianza con el PP.

La derecha estaba representada por ese joven de catequesis con pinta de tuno sin bandurria, que se pasó todo el programa mintiendo, soltando embustes con ayuda de unos ridículos cuadros que cualquiera pueda hacer en excel, como si el hecho de mostrar gráficos de barras inventados diera mayor verosimilitud a las trolas que intentas colocar al respetable. Júzguese: España crea empleo; empleo de calidad; las pensiones no han bajado, sino que se han revalorizado; el gobierno persigue con contundencia la corrupción; hay más becas, más estudiantes estudiando, más trasparencia, menos desahucios; crecemos el doble que Alemania. No sigo pues no merece la pena: el PP no tenía otro majadero más a mano para enviar a la tele a colocar sus rollos y hubo de recurrir a este caradura que enjareta las mentiras como si fueran churros.

Los demás contertulios, cada cual en su papel. El catalán, representante de Democràcia y Llibertat, Miguel Puig, y el vasco, del PNV, Aitor Esteban, casi parecían de otro planeta, diciendo cosas de puro sentido común, como que Cataluña y Euskadi son dos naciones (no sé por qué no había ningún nacionalista gallego que hablara en nombre de la tierra de mis mayores, otra nación) y que, guste o no guste, España tendrá que acabar reconociéndolo, aunque esto ya le daba un poco igual al catalán que se había pronunciado por la independencia. En contra, el señor Andrés Herzog, de UPyD y la señora Marta Rivera (no es pariente de su jefe) que en esto de negar la plurinacionalidad de España y la posibilidad del referéndum formaban una piña y era lo único que los animaba. En realidad UPyD no ha sido nunca otra cosa que un intento de revertir el Estado autonómico al más puro centralismo y C's ha nacido casi exclusivamente para hacer realidad el lema joseantoniano de la "unidad de destino en lo universal" con unas gotas de despido libre y anarcocapitalismo sacado de algún ejemplar de Reader's Digest.

En la organización territorial del Estado es en donde Hernando, del PSOE, se sale del consenso de la izquierda. No contento con haber destruido prácticamente su partido, poniéndolo a pactar todo (incluidos sus principios) con la derecha, Rubalcaba dejó en su lugar a otro reaccionario jacobino como él, Sánchez. En su ceguera españolista este, no advierte que su seudopatriotismo de la legión, lleva a su partido al desastre en Cataluña y, por extensión en España.

Había una novena contertulia, representante de Unió, Montse Surroca, pero no me quedé con nada de lo que dijo, y sospecho que los demás tampoco, porque apenas se la entendía.


dimarts, 8 de desembre del 2015

Un mal debate.

Antes de entrar en harina, un juicio sumario sobre las dos ausencias del debate de anoche. Rajoy volvió a demostrar que es un cobarde. No se atrevió a dar la cara, aunque esa fue una de las numerosas promesas (todas incumplidas) que hizo para ganar las elecciones de 2011. Se escondió en Doñana, a comer una paella, mientras la ratita hacendosa que tiene en la vicepresidencia le sacaba las castañas del fuego. Lo normal con este acomplejado gandul, verdadero bochorno del país que dura ya cuatro largos años. La ratita trató de disculparlo con una de las habituales mendacidades con que esta asociación de presuntos malhechores coloca sus trolas: Rajoy no ha ido porque no hacía falta ya que el gobierno es un equipo. Podía haber dicho que Rajoy no iba porque está salvando almas en el Congo y la mentira hubiera sido menos insultante.

La segunda ausencia es la de Alberto Garzón. Sigue sin haber motivo alguno para excluir al cabeza de lista de Ahora en común, esto es IU, como no sea impedir que su discurso llegue a la gente. Su exclusión es una vergonzosa muestra del viejo espíritu censor español y carece de toda justificación, como la de UPyD. Como persona de izquierda, Palinuro no puede admitir que ni Pablo Iglesias ni Pedro Sánchez defiendan el derecho de Garzón a debatir con ellos. No entiendo cómo alguien de izquierda acepta beneficiarse de una injusticia ajena y sin formular aunque sea una mera queja.

En cuanto al juicio sobre el debate, nado contra corriente. Todo el mundo se felicita por este acierto de Atresmedia, considera que se ha roto un tabú, que ha ganado la democracia , etc., etc. Yo también creo todo eso. Efectivamente, en este país de ventajistas y tramposos hemos dado un paso muy importante hacia la normalidad y la transparencia democráticas al haber abierto y hecho más naturales las comparecencias televisivas y no sometidas a minuciosos preacuerdos que esterilizan todo intercambio. Con razón el amigo de los sobresueldos se ha escaqueado pues en un ambiente de libres interpelaciones, hubiera quedado como un ecce homo.

Pero eso habla sobre la oportunidad y la conveniencia del debate. No sobre el debate en sí. En sí mismo, este ha sido muy malo. Malísimo. Y no por culpa de los cuatro políticos, sino por la de los periodistas que lo han planeado mal, quizá por falta de pericia con el formato, quizá por pedantería. Cuatro políticos todos ellos candidatos a la presidencia del gobierno (los tres hombres manifiestamente y la mujer tapándolo de momento) se enzarzarán con alusiones con lo cual es casi seguro que, si se pretende que cubran todos, absolutamente todos los temas de la agenda política, solo se conseguirá embrollar más los asuntos. Es un error garrafal de planificación. La obsesión por agotar la temática forzó un ritmo trepidante, con frecuentes interrupciones mutuas, réplicas, contrarréplicas, sin tiempo para reflexionar sobre las propuestas o que se sedimenten o puedan calibrarse. Una planificación más competente hubiera aligerado la agenda temática porque el interés por tocar todos los puntos, aunque fuera a la carrera, no permitió discernir exactamente qué dijo cada quién. Obviamente, de haber sido más realistas y haber reducido los temas para que los intervinientes no tuvieran que largar a la carrera, hubiera sido posible incorporar a Garzón como es de justicia. Pero no fue así y por eso todo el mundo se lanza a determinar quién "ganó" el debate pero a base de recuerdos visuales sobre la actuación de cada candidato, su modo de moverse, de mirar, de accionar con las manos etc., lo que venía favorecido por el formato de todos de pie, de cuerpo entero, y no de análisis de sus propuestas.

Palinuro también dará respuesta a la pregunta de ¿quién ganó el debate? según su leal saber y entender, pero antes quiere hacer un pequeño repaso a algunos temas tratados en el intercambio porque, al fin y al cabo, no se pedía nuestra atención para decidir quién da mejor ante las cámaras, sino quién hace las propuestas más inteligentes, razonables, de futuro.

El bloque de economía y Estado del bienestar lo despachó Sáez de Santamaría según costumbre en su partido: echando la culpa de todo a Rodríguez Zapatero y mintiendo descaradamente en todos los datos. Y cuando digo "descaradamente" lo sostengo porque está claro que estos gobernantes corruptos saben que mienten y saben que sabemos que mienten. Pero les da igual porque vienen directamente de la tradición franquista, cuando nadie era responsable de nada que saliera mal y ellos repiten ese comportamiento. Que le digan que España está en la ruina, que la deuda pública es del 100% del PIB, que nunca se han cumplido los objetivos de déficit, que el paro es inasumible, que han recortado las prestaciones de los más débiles y que han esquilmado la caja de la seguridad le da igual. Ella seguirá repitiendo los embustes que forman el argumentario del gobierno porque, como buenos franquistas, solo sienten desprecio por las convenciones democráticas de que los gobernantes deben rendir cuentas de sus actos y decir siempre la verdad. En materia de contratación laboral ninguno parece tener las ideas muy claras pero el discurso más convincente, al menos para Palinuro, es el de Podemos. En cuanto a los impuestos, algo parecido: el gobierno sigue mintiendo y Rivera no le va en zaga. Las propuestas más atractivas, las de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

En materia de educación, Sáez de Santamaría trató de defender la LOMCE, la necia ley de un necio ministro que ni los de su partido quieren aplicar. Pero luego todos se fueron por los cerros de Úbeda hablando del respaldo grande o pequeño a una ley general de educación. Ninguno cuestionó el sistema de colegios concertados, la verdadera estafa con la que se privilegia la educación privada, sobre todo la de los curas y se desmantela la pública. Ninguno, tampoco, habló de la enseñanza de la religión católica como materia curricular ni se atrevió a topar con los privilegios de la Iglesia. Todos callados como monaguillos. Este (y el de la República, por supuesto) es uno de los argumentos por los que Palinuro sostiene que los tres aspirantes a presidente no dan la talla. Hablar de educación en España y no hablar de la Iglesia católica (en general, no hablar de los curas y sus privilegios en absoluto) es engañar a la gente.

En cuanto a la corrupción, sin duda, hubo algo más de acrimonia en el intercambio, pero nada en comparación con la que tendría que haber habido. Iglesias fue quien estuvo más contundente, seguido de Sánchez. Pero se dejaron muchas cosas en el tintero. La principal de todas, extenderse en el cobro de sobresueldos (solo se mencionaron una vez y como de pasada) y en quiénes lo habían efectuado. Según Bárcenas, Rajoy recibió unos 400.000 euros en negro y Soraya Sáez de Santamaría unos 600.000. ¿Qué sentido tiene callar estas responsabilidades personales, fuera de un miramiento pacato con quienes no han tenido reparos en trincar todo lo que han podido?

Igual que la financiación de los partidos políticos. No está mal hacer propuestas constructivas, aunque no se oyeron muchas, fuera de la de Iglesias, muy puesta en razón, de que los partidos no sean financiados por los bancos. Pero hay que ir más al fondo de las cosas. El PP está acusado en sede judicial por financiación ilegal y es obligación de todo demócrata denunciar a esta organización como más parecida a una asociación de malhechores que a un partido político.

En el tema catalán, llamativo cierre de filas del nacionalismo español (PP, PSOE, C's) frente a Podemos, el único con el sentido democrático y la valentía de pedir un referéndum de autodeterminación en Cataluña, ya. El federalismo de Sánchez suena a un ejercicio poco interesante de hacer de necesidad virtud y la actitud de C's y PP, está mucho más cerca del "una, grande, libre" del franquismo que de la democracia. Pero esto tampoco es una novedad. Tanto los del PP como los de Rivera son franquistas más o menos declarados y, entre otras delicias, no consideran que en España haya más nación que la suya. Los del PP la quieren para expoliarla; los de C's está por ver.

El debate sobre violencia machista no es obviamente un asunto que quite mucho el sueño a los intervinientes, ni siquiera a la vicepresidenta que, siendo mujer, podría tener algo más que decir al respecto al margen de recomendar a las chicas que no se dejen fisgar el móvil, como si estuviera revelando un factor crucial. Nadie, en cambio, le recordó que su gobierno empezó negando hasta la denominación de violencia de género por boca de aquella analfabeta que tenían de ministra de Sanidad, Ana Mato, y siguieron recortando en todos los servicios relacionados con esta lacra, tanto en formas de intervención social como en protección o medidas remediales. Y, en efecto, todos estaban de acuerdo porque, en el fondo, esto del feminismo ninguno lo siente como algo propio; ni Sáez de Santamaría.

En materia de guerra de Siria y terrorismo, el único que destacó por su relativa coherencia fue Iglesias de nuevo. Su negativa a firmar el Pacto antiterrorista y a enviar tropas a Siria le valió los ataques concentrados de sus contertulios que, como en el caso del nacionalismo español también cerraron filas, con Sánchez y Rivera dispuestos a mandar tropas bajo el paraguas de la legalidad de la ONU y la vicepresidenta dando largas a todo porque sabe de sobra que el atentado del 11M en Atocha fue la consecuencia de la canallada de Aznar de meternos en la guerra del Irak y no quiere que les pase ahora algo parecido.

Por último, la cuestión de los pactos postelectorales fue un juego de dobleces. Sáenz de Santamaría, aferrada a la consigna de que gobierne la lista más votada reconocía implícitamente que su partido no repetirá la mayoría absoluta y, con su talante autoritario y mentalidad franquista, exige el gobierno para la lista más votada al margen de la dinámica parlamentaria. Es tal su carencia de sentido democrático que no se da cuenta de que, de imponerse este criterio habría que reformar la constitución para eliminar la figura de la moción de censura porque, mientras esta figura exista, todo gobierno que no cuente con apoyo parlamentario superior a la mayoría absoluta estará en precario. Y legítimamente. Los tres candidatos dijeron que ellos "salían a ganar", como si alguien saliese a perder y, de este modo, se escabulleron de compromisos respecto a los pactos postelectorales. Hicieron bien porque, como están los sondeos, puede pasar cualquier cosa.

Por último, lo prometido es deuda y Palinuro expone su criterio de ganadores y perdedores, no sin reiterar que tiene un valor muy escaso en un debate de cuyo contenido, probablemente, no guarde memoria mucha gente a horas de haberse producido.

Doy ganador a Pablo Iglesias porque es el mejor comunicador, quien aguantó más fuego concentrado de los otros, es flexible, respetuoso con los demás y es más convincente. En segundo lugar, a cierta distancia, Pedro Sánchez que estuvo brillante a ratos, pero es menos convincente, fía demasiado al pasado y no es muy respetuoso con los tiempos ajenos. En tercer lugar, Albert Rivera que dio impresión de estar nervioso y, aunque apenas interrumpió a los otros, su discurso, siempre hablando de la necesidad de innovar pero aportando pocas innovaciones, acabó, como siempre, siendo muy confuso. En último lugar, la vicepresidenta del gobierno, una fábrica de mentiras descaradas una detrás de otra (basta con escucharla acerca de la lucha que dice que han librado en su gobierno en contra de la corrupción de la que son responsables), con su talante autoritario, la vulgaridad de sus ademanes y su falta de respeto a los tiempos de las intervenciones ajenas. Y es que los franquistas jamás podrán ser demócratas.

dilluns, 30 de novembre del 2015

El debate viciado.

Hoy se dará el debate organizado por El País y retrasmitido por la televisión.

Es una idea excelente por la que debemos felicitar al periódico que no solamente favorece la democracia y el debate, sino que también deja en evidencia la vergonzosa política de manipulación de este desgobierno que padece el país y la cobardía de su presidente, el de los sobresueldos. Cobardía muy razonable, desde luego. A ver quién se atrevería a ir a que, en presencia de todos los españoles, le pidan explicaciones por la corrupción que ha amparado y de la que presuntamente se ha beneficiado a base de sobresueldos, o por el hecho de que esté costeando con dineros públicos los cuidados a su padre dependiente, él que ha suprimido la subvención a las dependencias ajenas.

Efectivamente, un debate imprescindible que debiera ser obligatorio y en el que los votantes podrán comparar los talantes y los programas de los candidatos.

Pero ese mismo debate presenta una tacha innoble, un defecto de origen que lo invalida. Falta el cabeza de lista de la quinta opción de ámbito estatal, Alberto Garzón, líder de Ahora en común, esto es, en realidad de IU. No se le ha invitado. Es verdad que el debate se produce en el ámbito privado de un periódico, que no está obligado a aplicar un criterio de proporcionalidad que le obligaría a incluir a Garzón, pues IU tiene representación parlamentaria. Y lo mismo pasa con UPyD.

Exactamente, ¿qué razones hay para impedir el acceso de Garzón al plató? Ninguna. Si acaso que IU es una organización pantalla del Partido Comunista de España y las fuerzas políticas conservadoras o vagamente liberales, como El País, nunca han visto con simpatía a los comunistas. Palinuro tampoco y no tiene la menor intención de votarlos. Pero, al mismo tiempo, considera que censurar, acallar, silenciar una fuerza política legal y parlamentaria por el hecho de que no se simpatiza con ella no tiene nada de democrático. Es una decisión arbitraria, injusta y censora que resta todo mérito al debate.

Al comienzo de la transición, el gobierno de Suárez acarició la idea de celebrar las primeras elecciones democráticas de 1977 con el Partido Comunista en la ilegalidad. Los socialistas de entonces amenazaron con no presentarse si no se permitía que los comunistas lo hicieran y eso garantizó la presencia del PCE en esas elecciones. Esta actitud no alcanzó también a otras fuerzas políticas a la izquierda del comunismo, lo cual fue un baldón para el carácter democrático de aquellas elecciones. Pero los comunistas pudieron concurrir.

Entiendo que el PSOE y Podemos están moralmente obligados a exigir la presencia de Garzón en ese debate y a renunciar a su participación si no se produce. Por mi parte, jamás votaré a una opción política que no muestre respeto por el juego limpio ni defienda los derechos democráticos de los adversarios como si fueran los suyos.

dissabte, 28 de novembre del 2015

Los debates y la degeneración democrática.

(Quien quiera firmar la petición de Change.org puede hacerlo aquí).

La democracia es un régimen de opinión y la opinión nace del intercambio, la discusión, el debate. La democracia es un sistema político deliberativo. Las decisiones colectivas se adoptan por mayoría de unos ciudadanos que previamente se han informado y debatido. Lo sabían los griegos de la época clásica y por eso desarrollaron la sofística en cuanto capacidad de argumentar en público y triunfar, si bien luego el término cayó en desprestigio hasta que Hegel lo rescató. Cicerón era neto partidario de la retórica, el arte de bien hablar y bien razonar como puntal básico de la vida republicana. La expresión democracia deliberativa es redundante porque, si no es deliberativa, la democracia no es democracia.

Por si fuera poco, nuestra época se caracteriza por ser la del reinado incuestionable de los medios de comunicación (últimamente coronados por internet) que viven de fomentar el intercambio de información, los debates, los discusiones, las intervenciones asamblearias. La capacidad de los medios de consumir estos productos es infinita. De ahí que los políticos y también sus asesores, los comentaristas y analistas estén atentos para aprovechar cualquier ocasión, cualquier debate o discusión para difundir sus puntos de vista, para hacer propaganda.Y que se vuelvan locos por aparecer en pantalla o colocar sus mensajes en todo tipo de programas de radio, televisión de lo que sea.

En principio, los políticos (y algunos comunicadores) se apuntan a todos los debates y no solo los debates. En España, en época electoral, están dispuestos a aparecer en cualquier programa basura, en los que van a hacer el ridículo frente a interlocutores que habitualmente son de derechas cerriles o están de vuelta porque todos los políticos, dicen son iguales. En estos programas de ínfima calidad, presentados por gentes fiel reflejo de la chabacanería y el mal gusto del gentío, los políticos van a hacer de bufones, a freír un huevo o sacar a pasear al perro. Pedro Sánchez diciendo en el programa de Bertín Osborne que "a las mujeres hay que trabajárselas" da la medida de su falta de educación y su estupidez machista.

Además de los programas basura, los políticos acuden a todo tipo de debates. Exceptuado, como se sabe, Rajoy, cuya capacidad para debatir nada sin decir necedades es inversamente proporcional al miedo que le da que le obliguen a aclarar el asunto de los sobresueldos o los dineros públicos que pilla para pagar los gastos de salud de su padre.

Los debates pueden verse en dos facetas: a) la forma y el b) el fondo.

En cuanto a la forma, pueden ser tipo tertulia, entrevista o intercambio en pareja. En la tertulia, a su vez, pueden predominar los políticos o los periodistas o un modelo intermedio, con participantes estratégicamente escogidos según la ideología del medio. En ellas lo habitual es organizar un griterío con un nivel intelectual bajísimo. El tipo entrevista (también con mucha variedad) deja más posibilidades. De lo que suele tratarse es de que el político se luzca ante un entrevistador que funciona como un felpudo o, caso de que no lo sea, de que no lo pille en algún renuncio que lo ponga en ridículo. Todo el mundo recordará el momento en que Carlos Alsina pilló a Rajoy balbuceando incongruencias porque no se sabía el derecho de nacionalidad del país que desgobierna. En cuanto al intercambio en pareja, suele ser un formato en que dos políticos, como dos gallos en un corral, se buscan las vueltas y tratan de clavarse los espolones. Al final, los medios suelen declarar vencedor y perdedor y el asunto tiene, en efecto, el valor de una pelea de gallos.

Lo definitivo en los debates no es la forma sino el fondo. Importa el cómo se dicen las cosas, cierto; pero mucho más las cosas que se dicen. Al respecto se dan tres tipos de contenidos que retratan el nivel intelectual de los políticos. El primer nivel es de barra libre a las tonterías de todo tipo porque suelen tratarse cuestiones de esas de rabiosa actualidad que solo sirven para insultar al adversario o decir vulgaridades sin sentido. También en esto Rajoy es un puntal. Hace poco, en un programa de radio sobre fútbol, que es el objeto principal de su actividad mental, dictaminó que la "mejor defensa es contar con una buena defensa" o algo así de inteligente. Tampoco los demás políticos se desempeñan con mayor ingenio.

El segundo nivel es el de alcance medio. Este el terreno en que los políticos, los comunicadores, los expertos y demás tropa se sienten a gusto. Son debates sobre políticas públicas concretas que no por ser concretas son más ciertas o verosímiles. Se trata de debates interminables sobre si conviene bajar o subir los impuestos, respetar o no el sistema público de pensiones, privatizar o no la salud pública. La contundencia con que los interlocutores se expresan en este terreno jamás consigue disipar la convicción general de que no saben de lo que hablan, que lo hacen por no estar callados, ya que el silencio no vende electoralmente.

El tercer nivel es el más complicado porque es el que ya requiere cierta capacidad teórica. Se trata de debatir qué se puede hacer por (o contra) el Estado el bienestar, cómo entender la economía del común, que sucede con tesis reformistas radicales como las del decrecimiento. En este terreno, el silencio de los dirigentes es clamoroso. Su capacidad reflexiva, especulativa queda patente en estos contenidos. Rajoy es un analfabeto funcional y, cuando habla, dice disparates. Sánchez no le anda en zaga. Nadie le ha escuchado jamás una sola reflexión propia que tenga el menor interés. Y los dos rivales emergentes ya dejaron claro de una tacada que no saben nada de Kant, cuya lectura recomiendan.

Cabe maliciarse que el sistema español de selección está invertido.

dilluns, 19 d’octubre del 2015

Tiempo de ataques.


Palmira Chavero (2015) Prensa y política en tiempos de crisis: estudio de la legislatura 2008-2011. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. (263 págs.)

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La clave para entender el desastre de esta legislatura con mayoría absoluta del PP dirigido por un prodigio de incompetencia y mala fe como Rajoy se encuentra en la segunda de Rodríguez Zapatero. Por este motivo se agradecen obras que, como esta, aborden aquel tiempo con distanciamiento y perspectiva científica. El propio Palinuro y su colega César Colino publicaron un reader en 2012 con otros colegas tituladoEspaña en crisis. Balance de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero. Valencia: Tirant Lo Blanch, subrayando lo que entendían entonces y este libro en comentario viene a confirmar: lo decisivo del segundo gobierno socialista de Rodríguez Zapatero fue el hecho de que tuviera que bregar con la crisis que, en mi modesta opinión, acabó con él. La diferencia entre nuestro trabajo y este no reside en las conclusiones, sino en el enfoque. Nosotros dimos una perspectiva panorámica del conjunto de la legislatura, mientras que Chavero se concentra en el aspecto de la comunicación política.

La obra de la joven profesora es el resultado de una magnífica tesis doctoral, debidamente aligerada de aparataje científico y metodológico sin merma del rigor, para hacerla de más fácil y grata lectura, cosa que consigue cumplidamente. Chavero se mueve como pez en el agua en el vasto campo de la comunicación política y más específicamente en las principales teorías explicativas del impacto de los medios en la vida pública, las teorías del agenda setting, del framingy de la tematización (pp. 20/26). Su hipótesis de partida es que, además de vigilar a los poderes públicos, los medios de comunicación mantienen una relación de interacción con los actores políticos que se desglosa en dos direcciones a su vez interrelacionadas: los medios desempeñan un papel activo en el proceso de comunicación política y, en los contextos de crisis toman parte activa en la resolución de los asuntos de relevancia pública (p. 33)

Chavero aborda su investigación con una doble perspectiva, cuantitativa y cualitativa por razones tan obvias como bien y convincentemente expuestas por la autora. Su objetivo es un análisis de contenido de la prensa de papel de referencia centrado en su visión de la gestión del sistema político, tanto en el gobierno como en la oposición. Para el análisis cuantitativo somete el estudio de las variables a tablas de frecuencia y contingencia y, en el caso de las dicotómicas, a la regresión logística y para los aspectos cualitativos, al análisis crítico del discurso (pp., 35/40).  La prensa escrita de papel que considera de referencia es El País, El Mundo, ABC (Sevilla), La Vanguardia, El Periódico de Cataluña, La Voz de Galicia, Levante EMV, El Correo (Euskadi) (p. 38). El criterio de selección de los diarios obedece a territorialidad, difusión y posicionamiento ideológico (p. 45). Sin duda es un buen procedimiento y está avalado por una larga tradición de estudios de este tipo que toman como objeto los viejos y grandes periódicos. Su objetivo, obviamente, es estudiar qué actitud tomaron estos medios respecto al gobierno de Rodríguez Zapatero y la oposición de Rajoy. No va más allá, ni puede en una época en la que, como la misma autora señala más abajo, la difusión de la prensa escrita de papel es cada vez más baja, la influencia de esta cede ante el predominio apabullante de la televisión y, asunto cada vez más interesante, los medios digitales (escritos como los otros, pero no en papel) cada vez ganan más audiencia, por no hablar de la revolución que están suponiendo las redes sociales

Con referencia a los clásicos y venerables periódicos de kiosco, Chavero recurre a la clasificación de Hallin y Mancini para aceptar que el sistema mediático español es de un pluralismo polarizado (p. 56). Pero esta tipología admite variantes que la autora subraya. No todos los políticos ni partidos tienen el mismo comportamiento frente a los medios. Zapatero cuenta en su haber con la despolitización de la radiotelevisión pública (p. 61) mientras que la llegada del PP en noviembre de 2011 puso punto final a la etapa de independencia de la RTVE (p. 63). La autora se abstiene de hacer juicios de valor en este caso, pero el crítico no se siente constreñido por el mismo corsé de rigor metodológico y aprovecha para subrayar que ya solo esta diferencia radical de actitud frente al derecho a la información demuestra que quienes afirman que el PP y el PSOE son lo mismo no saben lo que dicen o lo saben y saben que mienten. Por cierto, quien quiera un sucinto e ilustrativo resumen de la audiencia de los medios en España y a qué banderías y escuderías pertenece cada uno, hará bien en consultar esta obra, muy puesta al día en un panorama cambiante (p. 73).

En la parte de análisis empírico, la autora hace una caracterización del contexto político, afirmando, como hicimos nosotros en la nuestra, que la crisis fue la protagonista de la legislatura (p. 92) y realmente dio al traste con ella. Su segundo y último tramo estuvo caracterizado por el movimiento de los indignados y un  fin de legislatura con convocatoria de elecciones anticipadas en noviembre de 2011 bajo presión generalizada. Lo más llamativo, un artículo de Juan Luis Cebrián, de 18 de julio de 2011, conminando al infeliz de Zapatero a que convocara elecciones, cosa que este hizo (p. 96). No cabe olvidar que, a diferencia de lo que sucedía con Felipe González, las relaciones del grupo PRISA y el gobierno de Rodríguez Zapatero eran muy malas porque este había intentado poner en pie un conglomerado mediático rival del otro. Así que, cuando Cebrián carga contra la "insoportable levedad" de Zapatero, suelta el rencor y la rabia contenidos hasta entonces por la osadía del socialista de liberarse de su tutela. Ignoro si, al ver cómo Zapatero cedía como un cordero, Cebrián acabó creyendo que su opinión tenía un peso decisivo en la conducta de los gobernantes. Es una neurosis muy frecuente entre pseudointelectuales. Pero, si lo creyó, habrá abandonado la idea. Ante la situación de catástrofe nacional en que Rajoy ha sumido el país, ahogado en el fracaso, la corrupción y la amenaza de fragmentación territorial, el mismo Cebrián ha escrito otra de sus insoportables conminaciones pidiendo igualmente elecciones anticipadas con el resultado de que Rajoy las ha convocado habiendo rebasado el plazo estricto que tenía. Es duro para alguien tan soberbio pero a Cebrián los poderes públicos no le hacen el menor caso. 

Chavero estudia la comunicación de la crisis a través de la evolución de los encuadres. Desde el principio, el encuadre dominante es el que propone el gobierno: salida de la crisis con un programa social (p. 102) y este es el enfoque que las duras circunstancias se encargarán de alterar y que se verá obligado a dejar paso a otros temas como el terrorismo, la corrupción y los partidos políticos (pp. 117/123). La autora concede igualmente una gran atención al proceso de diálogo social porque, a diferencia del campo devastado en que el dominio del PP dejaría después las relaciones laborales, estas interrelaciones entre los agentes económico-sociales con otra correlación de fuerzas era entonces importante. De aquí nace una "coalición negativa" contra zapatero (p. 147) y la imposición de la reforma laboral por decreto en junio de 2010, (p. 160), cuando ya podía verse que lo duro todavía estaba por llegar. Habida cuenta de que, al triunfar el PP en noviembre de 2011, se apresuraría a sustituir el normal procedimiento legislativo por el uso y el abuso del Decreto-Ley, no hay más remedio que coincidir con la autora en que la legislatura terminó con un triunfo de la derecha mediática (p. 168).

Un epígrafe especial dedica Chavero a la presión de la UE y la reforma de la Constitución en el verano de 2011. En ella se selló el destino del segundo gobierno de Rodríguez Zapatero. De no ser porque esa reforma fue un atropello neoliberal imperdonable que ya veremos si se deroga con un hipotético triunfo electoral del PSOE, sería cosa de subrayar el aspecto cómico de que, probablemente, la reforma fue posible por la pura ignorancia de Zapatero sobre la materia que, se supone, enseñó alguna vez en la Universidad, el Derecho Constitucional. De haber sabido el español que los alemanes reforman su constitución con frecuencia, que llevan unas sesenta reformas desde 1949, a lo mejor se le hubiera ocurrido la conveniencia de explicar a Merkel que la reforma constitucional no tiene el mismo impacto en Alemania que en España con lo que quizá hubieran podido buscar otra vía que fuera menos devastadora para el PSOE, partido que perdió luego las elecciones con el porcentaje de voto más bajo desde la transición, lo cual dio alas e ilusiones a los bisoños de Podemos.

Chavero dedica un muy interesante capítulo a la campaña electoral y a su precampaña de cuatro meses y concentra su atención en el momento culminante, que fue el debate televisado Rajoy-Rubalcaba, en donde este terminó de perder las escasísimas esperanzas que pudieran quedarle de ganar a elecciones (pp. 212/213). 

La investigación llega a su conclusión satisfactoria validando sus hipótesis. Los medios en España son beligerantes y, en el caso de la segunda legislatura de zapatero, impusieron un estilo de campaña y una estrategia dominante caracterizada por la conflictividad en todos los órdenes (p. 234). Su resultado es la catástrofe que llevamos viviendo desde 2011 y el riesgo cierto de ruptura del país.

dissabte, 26 de setembre del 2015

Palinuro en la radio.


En la radio catalana, claro.

Podcast de la tertulia en RAC1 (con el periodista Xavi Bundó), con Suso de Toro y Ramón Lobo, ambos fantásticos.

No hago nunca propaganda de nadie y menos si estoy involucrado, pero el programa de hoy fue tan estupendo, la audiencia estaba tan interesada, que Xavi tomó la muy buena decisión de prolongarlo media hora, con lo cual nos dio tempo a los tres, Suso y los dos Ramones de decir lo que pensábamos sin cortapisas. Xavi estaba preocupado por cómo podría estar yo, ya que entré por teléfono y las orejas acaban calentándose. Se me olvidó decirle que estaba en el teléfono, sí, pero en el móvil y con un sin manos, sin resonancia ni acoplamientos. Así que todo muy bien.

Y, de verdad, la tertulia muy buena y no lo digo por mí sino por mis dos contertulios, Suso y Ramón, que tienen mucha categoría.

http://www.rac1.org/vialliure/podcasts/conversa-26-09-15/

dijous, 24 de setembre del 2015

El debate.


Es imposible debatir con tramposos.

Casi todo el mundo, incluida la prensa más retrógrada, dio por ganador ayer a Junqueras sobre García Margallo. No era difícil y sí muy de esperar. Ignoro quién impuso que el programa se grabara en diferido pero lo más probable -corríjaseme si yerro- es que fuera el gobierno en una muestra más del miedo que tiene a todo lo público y directo. Presentar como vivo un debate enlatado es una burla a los espectadores. Una más.

Subrayo de entrada cuatro discrepancias significativas entre los dos debatientes:

a) García Margallo iba bien provisto de documentos. La mitad de ellos, falsos. Junqueras, con las manos en los bolsillos.
b) García Margallo, de corbata, traje y rígido ademán. Junqueras, descorbatado y más suelto.
c) García Margallo recurrió a las amenazas y malos augurios. Junqueras fue siempre positivo.
d) García Margallo no dejaba hablar al otro y lo interrumpía continuamente. Junqueras respetaba más los turnos de palabra.

Con todo eso, el debate estaba ganado por forma y estilo. Pero también por contenido. Hasta tres veces esgrimió Margallo un supuesto texto de Juncker, el presidente de la Comisión europea, en el que se decía que una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE. Sin embargo, la traducción española de ese texto parece haber sido manipulada a favor de la posición española y ha sido retirada por la Comisión, con lo cual, lo más suave que puede decirse de Margallo es que ha patinado y, algo más serio, que es un tramposo, como el resto de sus colegas de gobierno y partido. Por cierto, a favor de Junqueras es que, aunque cuando se grabó el programa, aún no se sabía de la manipulación, tuvo olfato lingüístico cuando reparó en el adjetivo autonómico en lugar de regional y cuestionó el documento.

A partir de este dato, con un ministro de Asuntos Exteriores haciendo trampas en un debate televisado, este estaba ya sentenciado. Es lo que tiene el juego sucio: te desautoriza aunque en lo demás tu comportamiento sea ejemplar.

Que no lo fue porque, a pesar de la altanería, la impertinencia, la gesticulación, la intemperancia y petulancia de este descendiente de militares africanistas, el gobierno español no tiene argumentos de peso en contra de la independencia de Cataluña. Tiene amenazas, malos augurios y profecías siniestras que suenan a "duérmete niño que viene el coco" y que, probablemente tendrán mucha fuerza en su parroquia pero no impresionan a la gente medianamente informada y normal. La parte grata del encuentro, sin embargo, quizá por la ocupación diplomática del ministro, es que las amenazas no fueron las habituales de hacer-cumplir-la-ley y emplear-todos-los-medios-necesarios-para-ello.  Aunque sea imposible olvidar que, al tiempo, está cocinándose esa reforma de la Ley del Tribunal Constitucional que ha de permitir inhabilitar o algo peor a Mas.

El problema de la nacionalidad española y la ciudadanía europea en el que el presidente de los sobresueldos ya expuso paladinamente su ignorancia, sirvió también para que su ministro de Exteriores mostrara que sus argumentos carecen de consistencia. Tras sacar a relucir normas, leyes, artículos, tratados y todo tipo de impedimentos jurídicos, al final su opinión es que los más de siete millones de catalanes no podrán conservar la nacionalidad española (y, por ende, la ciudadanía europea) porque eso no es realista, como si el "realismo", signifique lo que signifique, tuviera un peso jurídico específico.

Los vaticinios sobre una Cataluña fuera de la UE, hechos con ese aire de pretendida superioridad cuartelera, como todos los futuribles enunciados por partes directamente interesadas en ellos ("si te vas de casa tropezarás en la escalera y te romperás los piños" o algo así de ingenioso) carecen de todo valor y escucharlos aburre más que el bolero de Ravel. Invito a quienes tengan que aguantarlos a que repitan la famosa cita de Voltaire en el siglo de Luis XIV y que, más o menos dice: Cataluña, en fin, puede prescindir del universo entero y sus vecinos no pueden prescindir de ella.

Y a escardar cebollinos, hombre, con el corralito. Suena verdaderamente necio justo cuando el correveidile del gobierno en el Banco de España, el señor Linde, acaba de desdecirse de su ominosa previsión, admitiendo que el corralito "es imposible" en Cataluña. En mi modesta opinión quizá sea más probable en España, sobre todo si sigue gobernada por este partido, presunta manga de malhechores dedicada al saqueo del país y presidida por un supuesto cobrador de sobresueldos, dotado de una capacidad mental que a la vista de todos quedó en la entrevista de Onda Cero.

Reitero mi impresión: Junqueras vapuleó de lo lindo al engolado Margallo, pero la entrevista, con las continuas interrupciones del ministro, fue bastante insufrible y, en todo caso, carece de interés debatir con tramposos.

dimecres, 29 de juliol del 2015

La era de los huevos mediáticos.

Hace bien el PP sustituyendo a Sánchez Camacho por Garcia Albiol en Cataluña. Cuanto más absurda, más inverosímil, más inmoral sea una medida, más atención mediática recibirá. Ya solo la corpulencia y la altura, de 2,04 metros de este chavalón le hace ocupar toda la pantalla, lo cual es esencial en la era de la imagen. Le ayuda su sonrisa picarona y su rostro de pillastre del barrio, de quien nadie puede esperarse nada malo. Todo ello sirve para neutralizar la evidencia de que se está defendiendo y amparando la xenofobia, cosa hasta la fecha poco recomendada.  La noticia está en la xenofobia pero una xenofobia popular, alegre, nada de campo de concentración o vallas con cuchillas. Una resistencia al dark stranger que se alimenta con los sanos prejuicios de la calle. El nombramiento es casi una provocación equivalente a decir que la opción propugna el maltrato animal. Lo malo siempre es noticia.

El diputado que se toca los huevos es también pura noticia. De no haber hecho ni dicho nada relevante, este hombre sería un don nadie. De haber robado algunos millones que es, al parecer, de lo se se le acusa, pasaría a ser un nombre que sus compañeros de partido olvidarían al instante, como le sucedía a Rajoy con los de Bárcenas y Rato. Pero, si además de robar, dice algo suficientemente absurdo, tiene asegurada la publicidad y el alborozo popular. O sea, audiencia. La audiencia de los huevos.

Aguirre, que anda siempe aplicando la disciplina de las disciplinas si son otras las espaldas pide la dimisión del diputado huevón porque sus expresiones (la de que se toca los huevos y la de que chupa la polla al jefe), según ella, la avergüenzan y abochornan. Sin embargo, ella no parece mucho mejor hablada. En cierta ocasión, de esas de micrófono abierto inadvertidamente, presumía de haberle quitado un puesto de designación en algún órgano de Cajamadrid, esa entidad que acabaron quebrando por su fabulosa incompetencia, al hijo puta, en el que los conocedores de las bambalinas creían detectar al mínimo, pío y devoto Ruiz Gallardón.

Es un mecanismo bastante conocido. Los políticos viven de la política. Para ello necesitan ser elegidos y, para ser elegido es necesario ser conocido. La política dilucida entre publicidades alternativas. Por eso se pregunta a la gente en los sondeos de opinión si conoce a los candidatos y estos tienen garantizado el conocimiento si dicen disparates; otra cosa será la valoración, pero esa es aquí poco relevante. ¿Quién imaginaría que un menda, alcalde de un pueblo gallego, diría que los asesinados de Franco se lo merecían? Igualmente el cura que canta misa en los Jerónimos el 18 de julio impetra la aparición de una figura cristiana, mesiánica, que rescate al país de nuevo del marasmo desastroso en que se halla. O sea, un cura pidiendo un golpe de Estado. Pura noticia: la esencia misma de la raza.

¿Cuándo te llaman dede los medios? Cuando eres noticia. Si un empresario dice, por ejemplo, que los trabajadores, en vez de cobrar salarios, debieran pagar a la empresa a cambio de trabajar, sería noticia inmediata, entre otras cosas porque, de ponerse en práctica tan ingeniosa doctrina, por fin se habría demostrado la falsedad de la teoría marxista de la plusvalía. Aunque alguien del partido popular, siempre relacionado con los huevos, pudiera pensar: "¡manda huevos, acabar con los huevos de oro asesinando a la gallina!"

dissabte, 18 de juliol del 2015

Los totalitarios demócratas.


Hace diez años, Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la CA madrileña, despedía de Telemadrid a un conocido periodista porque había comprado los argumentos del enemigo. Un atropello, desde luego, pero muy en la línea en que su partido procede habitualmente. Telemadrid era un aparato de agitación y propaganda a su exclusivo servicio con el dinero de todos los contribuyentes. Como lo es RTVE para el PP o era la televisión de Castilla La Mancha para Cospedal. El PP entendió desde el principio que la política en la sociedad mediática se hace en los medios y que es preciso controlar estos, sobre todo los audiovisuales. Pero sin descuidar los escritos, en su mayoría privados y en buena medida también al servicio de la derecha.

Con este palmarés es insólito que Aguirre exija que se cierre la web "versión original" del Ayuntamiento de Madrid, dedicada a rectificar y/o desmentir informaciones erróneas o falsas sobre su actividad. Lo de menos es que sea una exigencia. Es el estilo altanero, impertinente e intemperante de esta señora, insoportable para gente civilizada y democrática y el que le hace perder las elecciones cuando ya no hay modo de financiarlas a base de la Gürtel.

También de menos es el repertorio metafórico de la dama. Pravda 2.0 es parte de un vocabulario de un anticomunismo primitivo en el que se solaza. Bolchevismo, leninismo, checa, Stalin, totalitarismo, son gemas que adornan su discurso normalmente agresivo, algo chulesco (ese 2.0 tiene hasta un punto cheli) y autoritario, por supuesto disfrazado de democrático. El disfraz dura poco. Basta que el Ayuntamiento quiera suprimir la vergüenza de calles dedicadas a golpistas, delincuentes, criminales, genocidas, totalitarios y dictadores para que la demócrata se oponga con uñas y dientes.

Pero tampoco importa gran cosa que la señora sea la menos indicada para exigir nada en el terreno de los medios. Esgrimirlo es una forma de argumento ad hominem basado en el socorrido ¡y tú más!

Igualmente es poco acertado señalar cómo la escandalera montada por muchos periodistas contra la web municipal carece de valor por venir de gentes que han aceptado la humillación profesional de cubrir ruedas de prensa sin preguntas e, incluso, con la doctrina impartida a través del plasma.

No. Lo inadmisible del ataque a la web del Ayuntamiento radica en su absurdo. Versión original (buen título, por cierto) rectifica y/o desmiente noticias erróneas sobre su gestión. Está en su derecho. No censura el contenido de los medios ni interfiere en su actividad. Se limita a dar cuenta de los hechos. Si los medios creen que se los ataca o menoscaba o perjudica, pueden acudir a los tribunales. Eso es, se dice, lo que puede -y debe- hacer el consistorio: acudir a los tribunales si cree que las informaciones de los medios falsean a propósito la realidad y lo perjudican objetivamente.

Precisamente por ello es de aplaudir la web versión original, porque va a ahorrar al Ayuntamiento y, por ende, a todos los vecinos, mucho tiempo y dinero en acciones judiciales. Basta echar una ojeada a algunos medios, singularmente el ABC y La Razón, sin olvidar algunos digitales para comprobar que no es que publiquen errores o falsedades sobre el Ayuntamiento de Madrid (y, en general sobre cualquier gobierno de izquierda) sino que publican auténticas canalladas, infundios y mentiras sin cuento. Hay portadas tan escandalosas (a la par que demenciales) de estos tebeos que explican por qué la prensa española es la que tiene menor crédito en Europa. Y al decir "menor crédito" se da por supuesto, infundadamente, que alguno tiene.

Esa web del Ayuntamiento de Madrid saca de quicio a los totalitarios de la derecha, los herederos de quienes se pasaron 40 años monopolizando la información, porque no la controlan y desmiente sus infundios. Es de esperar que el PSOE no haga el juego a estos censores.

divendres, 19 de juny del 2015

Cinco desprecios en uno.

La cuenta de twitter de Santiago Romero Ruiz trae la foto que acompaña con una pregunta: ¿Ningún periodista en la sala tenía un reloj de esos que sirven para apagar la tele?

Cuesta creerlo, pero la legislatura que comenzó con la vergüenza de una rueda de prensa de plasma termina como empezó,  en plasma y en vergüenza. Rajoy ha reunido al Comité Ejecutivo Nacional del PP para espetarle un discurso y comunicarle unas decisiones que traía tras intensa consulta con su almohada. Para lo que pintan los miembros del Comité Ejecutivo, pudieron asistir a la comunicación de la Jefatura en compañía de los periodistas. Una comunicación a un órgano silente y una rueda de prensa sin preguntas, todo en uno. Es la sociedad de la transparencia y la comunicación 2.0.

Lo de menos es el contenido de esta  ridícula performance. "El País" se queja en amargo editorial de que Rajoy trae pocas nueces y está tan noqueado que hasta le falla el refranero porque si las nueces son pocas, el ruido es menos. Silencio denso, solo roto por por el monólogo del autócrata con su peculiar estilo. Y a callar. Pedir que hubiera algo distinto, a la vista de la situación, es desconocer el carácter del presidente, consistente, como es sabido, en dejar que las cosas se pudran. Máxime cuando vienen podridas de casa.

Es tanta la corrupción que ya no hay en dónde escoger gente sin líos. El recién nombrado número tres está imputado en la investigación judicial por el hundimiento de Caja España. La corrupción alcanza dimensiones patafísicas pues el problema ya no es qué hacer cuando se imputa a un cargo público, sino qué hacer cuando se da un cargo público a un imputado.

Lo que importa son las formas y, sobre todo, las intenciones. Ambas contienen cinco desprecios de Rajoy:
  • al partido y sus dirigentes y militantes. Quienes sostenían por orden de la superioridad que habían ganado las elecciones porque eran el partido más transparente de España, se enteran ahora de que han perdido los votos del centro a causa de la corrupción que, a pesar de no existir, ha hecho mucho daño.  ¿Conclusiones de un debate? ¡Quite allá! ¡Ni que el PP fuera un partido asambleario! Verdades axiomáticas comunicadas desde las alturas. Consecuencias: unos cambios en los destinos del personal decididos también en las alturas. Se quita a unos, se pone a otros y nadie rechista antes ni después. Los criterios, absolutamente personales. Explicaciones, ni una. Cambia el partido. El gobierno no toca. Punto.
  • a los periodistas. Una rueda de prensa en plasma, sin preguntas, es una humillación profesional. Y algo insólito en las democracias occidentales, inficionadas de liberalismo y libre examen. Aquí, las decisiones y opiniones del poder no se discuten ni se cuestionan. Rajoy dice, por ejemplo, que las elecciones catalanas del 27 de septiembre, si se convocan, serán elecciones autonómicas y nada más. Si se quiere que sean algo más, el gobierno hará valer la soberanía nacional. Y no se admiten preguntas. Los periodistas pueden escuchar y comentar entre ellos. Es de suponer que esta pintoresca ceremonia está ya en You Tube. Aprovecho para sugerir al gobierno que haga todas las ruedas de prensa en ese canal. Quizá no lleguemos al soldado universal, pero sí quizá al periodista universal.
  • a sus votantes. Todo es un problema de comunicación. Recuérdese que para Rajoy lo dañino era el martilleo de las televisiones y la incapacidad para engañar a la gente con una historia de recuperación que nadie cree por más noticias halagüeñas relativas a macromagnitudes que compran en los zocos internacionales. Los votantes fieles están seguros y es preciso concentrarse en los volanderos mejorando la comunicación y propaganda y no poniendo coto a los desastres y desmanes que todo el mundo ve. La gente no debe ver lo que ve sino lo que el gobierno quiere que vea. 
  • a los ciudadanos. La información es un derecho. Los ciudadanos lo ejercen mayormente a través de los periodistas. Silenciar a estos es negar a aquellos el ejercicio efectivo de un derecho. Aparecer en forma de plasma, como un remedo cutre del Gran Hermano orwelliano, sustituyendo los minutos de odio por los de intoxicación y estupidez es un insulto al conjunto de la ciudadanía. Esta carece de todo acceso a la información dado que quien comparece en plasma ante los periodistas, no aparece ni en plasma en el Parlamento en donde acepta tantas peticiones de comparecencia de la oposición como preguntas de los periodistas.
  • a la oposición. Da un poco de corte llamarla así porque apenas se opone. Aplastada y asfixiada por el rodillo de la mayoría absoluta, está reducida a la irrelevancia o a ser el muñeco que recibe las bofetadas en los escasos y breves intercambios dialécticos semanales en los que la bancada del gobierno ovaciona los desplantes del presidente al lider de la oposición mayoritaria. La oposición no hace otra cosa que legitimar una práctica autoritaria de gobierno que prescinde del Parlamento e interfiere en el Poder Judicial. Está legitimando algo muy peligroso sin recurrir a las armas que tiene. Y, sin embargo, no le queda más remedio porque los cambios anunciados por Rajoy (Cospedal en la secretaría general y Moragas a la campaña) tienen  una clara intencionalidad: ganar las elecciones como sea. Y, si es preciso, cambiando a su favor la ley electoral. Es lo que hizo la dueña castellano-manchega. Y, a pesar del ello, perdió. Lo mismo, probablemente, pasaría en las generales. Pero, en principio, es absolutamente intolerable que se quiera cambiar la ley electoral a cinco meses de la consulta. Es una evidente muestra del juego sucio en el que se ha especializado esta asociación de presuntos malhechores.
  • Lo siento, pero la moción de censura es inexcusble.