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dimarts, 14 d’abril del 2009

Se ha hecho justicia.

¿Recuerdan que este señor Fujimori fue presidente democráticamente electo del Perú? ¿Se acuerdan de que gobernó de 1990 a 2000 como presidente legal? ¿Se acuerdan de que reformó la Constitución para eliminar la prohibición de un tercer mandato y se salió con la suya, ganando una tercera elección? ¿Se acuerdan de con qué discurso ganó las elecciones? ¿Se acuerdan de lo que decían entonces los medios? Fujimori era el "técnico apolítico", el ciudadano de la calle, el hombre del pueblo, sin partido; Fujimori iba a sacar al Perú de la corrupción de la clase política, iba a regenerar la vida pública, eliminando a los políticos (todos iguales, todos ladrones, etc) y acabando con el clientelismo, el caciquismo y, por supuesto, las amenazas terroristas. En su primera elección ganó de calle a un hombre honrado, aunque quizá no muy experimentado, como el señor Vargas Llosa.

En resumen, Fujimori era el político "antipolítico". Un corrupto, ladrón, asesino, torturador, criminal, condenado como tal en un tribunal de justicia de su país.

Los políticos profesionales son muchas cosas, desde luego, y hay que vigilarlos. Pero son una garantía frente a estos canallas que embaucan a la gente con la demagogia antipolítica.

divendres, 13 de març del 2009

Problemas palpitantes.

El contenido de la Revista de Estudios Políticos (nº 143, Madrid, enero-marzo de 2009) trae bastante variedad temática aunque parte importante de su contenido se destine a estudios de países latinoamericanos (en concreto, Bolivia, Nicaragua y Colombia).

Alfonso Egea de Haro (¿Cómo votan los europarlamentarios españoles?) responde de modo convincente a esta pregunta a la que sólo se contestaba antes por aproximación por falta de estudios que dieran una respuesta satisfactoria. Los estudios anteriores han señalado que los europarlamentarios votan teniendo más en cuenta la posición de su grupo parlamentario que sus intereses nacionales (p. 12). Los partidos nacionales tienen escasa influencia en el Parlamento europeo (15). El estudio considera el comportamiento de los europarlamentarios españoles en cuatro de las seis legislaturas del PE y analiza 12.509 votos nominales (p. 17). Aplica el método de escalamiento óptimo NOMINATE, desarrollado por Poole y Rosenthal (p. 18). El análisis se complementa con un modelo bayesiano que permite indicar no sólo la posición del legislador sino el intervalo de confianza en la estimación y excluye las razones por las que los diputados votan de un modo u otro (p. 25). Esta combinación permite caracterizar el debate político europeo como unidimensional en el caso español en cuanto al eje izquierda-derecha sin que ello suponga que se cancelen las diferencias que también se dan entre los representatntes de los partidos regionalistas y los de ámbito nacional (p. 28)

El de Cristina Ares Castro-Conde (La regionalizacion à la française: el alcance del derecho a la experimentación) es un interesante trabajo que investiga en un tema que siempre despierta mucho interés en Europa, esto es, ¿hasta dónde se han contagiado los franceses de la moda descentralizadora europea? En Francia no se reconoce a las minorías nacionales y sólo el Estado central tiene potestad legislativa y reglamentaria y hasta le ejecución de muchos reglamentos corresponde a la administración períferica y no a las administraciones regionales. Pero evoluciones siguientes como el Estatuto de Córcega, nacido del proceso de Matignon (2000-2008) y la Ley Constitucional de veintiocho de marzo de 2003 que reforma la Constitución añadiendo al artículo 1º la frase "la organización (de Francia) es descentralizada" y numera las regiones en el nuevo artículo 72 permiten ver un proceso de regionalizacón que se inició a mediados de los años cincuenta con veintiuna regiones "de programa", de naturaleza "funcional" (o sea, no democrática) (p. 35). Estas regiones empezaron a cambiar de naturaleza con el Acto I de la descentralización tras la victoria de Mitterrand y con las llamadas "leyes Deferre" (p. 39). El II Acto de descentralización corresponde a Jean-Pierre Raffarin que daría lugar a la mencionada ley de veintiocho de marzo y la Ley Orgánica sobre experimentación de las colectividades territoriales de primero de agosto de 2003, con otras normas legislativas descentralizadoras (p. 40) Los rasgos fundamentales de la descentralización à la française son: 1) se opera según un modelo uniforme diseñado por las instancias centrales; 2) se acompaña de un proceso de desconcentración de la Admonistración central; c) beneficia a todas las colectividades territoriales y crea conflictos entre ellas pues no las jerarquiza (p. 41). Hay 25 regiones en Francia, 21 metropolitanas y cuatro de ultramar (ROM) y se añade Córcega por ley de trece de mayo de 1991. La estructura ejecutiva y legislativa de las regiones es muy parecida a la de los departamentos y con gran importancia política pero muy escasas disponibilidades presupuestarias (p. 45). A pesar de ello hay esperanzas en la ley de veintiocho de marzo de 2003 que establece el "derecho de experimentación" de la regiones que les permite derogar a título experimental y plazo fijo leyes o reglamentos que incidan en sus competencias (p. 47). Lo analiza en el caso de Alsacia en donde sigue en vigor el Concordato de 1801 entre el Vaticano y el Imperio de Napoleón que luego los alemanes no abolieron a partir de 1870, como sí lo estaba en el resto de Francia. El particularismo alsaciano se muestra a partir de la ley de 1905 de separación entre la Iglesia y el Estado y se extiende a lo laboral, administrativo, la seguridad social, el estatuto de asociaciones, etc (p. 49) Este elemento de experimentación introduce un elemento territorial distinto en Francia para adaptarse a Europa pero no cambia mucho la descentralización administrativa en otra política (p. 52)

El estudio de Franco Gamboa Rocabado ( Las razones del fracaso: la Asamblea Constituyente en Bolivia como democracia bloqueada) consiste en un análisis de los debates en la Asamblea Constituyente de Bolivia en los que el autor ha estado presente entre agosto de 2006 y agosto de 2007 (p. 64), lo que da como resultado una especie de crónica de los sucedido en la Asamblea redactada a veces en términos retóricos y hasta confusos. La Asamblea tenía una abundante mayoría del MAS y una segunda mayoría de oposición, el Poder Democrático y Social (Podemos) en difíciles condiciones numéricas. No había una línea ideológica clara sino que el MAS impuso su criterio de: a) descolonización (p. 66), la nueva conciencia y un nuevo sistema político entre el Estado y la sociedad civil (p. 67) La Asamblea se escindió enseguida entre quienes querían imponer la mayoría absoluta (MAS) y Podemos que trataba de conseguir una mayoría superior para asegurarse minorías de veto. A la hora de valorar las distintas posiciones articuladas en la Asamblea hay párrafos realmente difíciles de entender. Por ejemplo: "Con las audiencias públicas y los encuentros territoriales, los asambleístas siempre estuvieron al borde de satisfacer una Constitución plagada de ilimitadas aspiraciones que, finalmente, representaban una desvirtuación permanente y un horizonte social con demasiada sobrecarga de las capacidades constitucionales donde nadie sabía si los nuevos artículos iba realmente a ser útiles." (p. 77). Compara las visiones del Estado que aportan el MAS, el Patriotismo Insurgente (un aliado del MAS) Y Podemos (p. 79-81). Analiza hasta la contabilidad de la Asamblea y desglosa la aportación española; analiza igualmente a los medios de comunicación y llega a una conclusión negativa de contenido más poético que científico: "Los tristes resultados de la Asamblea nos recuerdan a un laberinto de la soledad, pues los constituyentes lograron que como bolivianos nos encerráramos en nosotros mismos, exacerbando nuestra diferencias y haciendo mucho más profunda la conciencia de todo lo que nos separa, aísle o bloquea para reencontrarnos. La Asamblea construyó un páramo que aumentó nuestra soledad donde no pudimos buscar a nuestros compatriotas, ya sea por el temos acontemplarnos en ellos, o por penoso sentimiento defensivo de nuestras cobardías (p. 98). La prosa está bien, pero no estoy seguro de que sea la REP el lugar más adecuado para recogerla.

Salvador Martí i Puig (Mutaciones orgánicas, adaptación y desistitucionalización partidaria: el caso del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), 1980-2006) es otro trabajo de tipo discursivo y narrativo, básicamente descriptivo. En las elecciones de 2006, Daniel Ortega, del FSLN ganó las elecciones presidenciales luego de dieciséis años en la oposición, desde que el FSLN ocupara el poder por las armas en 1978 hasta que perdió las elecciones en 1990. Desde entonces lo que ha hecho ha sido adaptarse a la nueva situación en un proceso que el autor divide en dos etapas: a) 1990-95, cuando se da la gran batalla en el interior del partido y b) de 1996 a 2006, con un partido transformado a un conjunto de redes formales e informales (p. 103). El punto de partida fue el Partido Estado que surgió de la fusión entre Estado y Partido de 1980 a 1990 con tres pies: la Dirección Nacional (DN), el partido y las organizaciones de masas, en típica estructura de partido de vanguardia (p. 106). Califica el autor al sandinismo como un "partido selectivo de fieles" (Duverger). Cuando se pierden las elecciones se abre un debate interno entre "renovdores" y "principistas" y un Congreso extraordinario en 1994 que acaba con la escisión formal de Sergio Ramírez que abandona el partido en 1995 para fundar el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) (p. 115). De 1996 a 2006 el FSLN se impuso como articulación personalista en torno a Daniel Ortega (p. 117) que concentró en su mano todo el poder (p. 119) y disolvió la DN (p. 122). La campaña electoral abandonó color y señas típicas del Frente Sandinista de Liberación Nacional de siempre, con lo que éste ganó las elecciones, se adaptó con éxito a las condiciones sociales actuales pero lo hizo a costa de tal mutación que ya queda poco del actor que lideró una insurrección popular bajo premisa de un cambio revolucionario en 1979 o del que en 1990 cedió el poder en unas elecciones libres (p. 125) que no sé si es una conclusión que vaya a causar sorpresa en los círculos de estudiosos que saben que todos los partidos en todos los sistemas políticos son entes esencialmente proteicos y más aguzadamente en lapsos de casi treinta años (1978 - 2006). ¿Qué tienen que ver los partidos políticos italianos de hoy con los de hace treinta años? Incluso si vamos a sistemas de partidos que parecen más estables, lo cierto es que, bajo apariencias de continuidad orgánica, se ocultan cambios radicales de partidos: entre el Partido Laborista de siempre y el Partido Laborista que gana las elecciones con Tony Blair en 1997 había pocas coincidencias, aun siendo las mismas siglas y el mismo partido.

Albert Noguera Fernández (¿Independencia o control? Los derechos sociales y los esfuerzos del Ejecutivo por el control de la Corte Constitucional de Colombia) parte de una pregunta también retórica ya que él está convencido de la respuesta: independencia de la Corte que el Ejecutivo trata de mermar sin conseguirlo hasta la fecha; aunque quizá lo consiga ahora ya que el Presidente tiene pendiente de nominación a dos magistrados de la Corte Constitucional (CC) de la terna que le corresponde. A raíz de la Constitución de 1991, la CC colombiana se ha erigido en gran defensora de los derechos sociales, que están constitucionalizados pero no gozan del mismo nivel de los civiles y políticos a los que la Constitución considera "fundamentales" (p. 136). Ha sido la jurisprudencia de la CC la que ha impuesto el tratamiento de los derechos sociales como si fueran fundamentales. La Constitución sostiene el principio de aplicación directa de los derechos por cuatro tipos de acciones: a) tutela; b) cumplimiento; c) acciones colectivas; d) acción de inconstitucionalidad (p. 138). La CC ha obligado a reconocer la "fundamentalidad", "progresividad" y eficacia frente a terceros de los derechos sociales, lo que habla mucho del activismo de la Corte. La doctrina moderna quiere que la dignidad de la persona descanse sobre cuatro principios: a) no interferencia en la libertad; b) participación en el ejercicio del poder; c) prestación de servicios; y d) reconocimiento de la identidad cultural, sexual, nacional. Pero en Colombia el c) y el d) no están reconocidos como fundamentales en la Constitución. Lo ha hecho la CC que ha asentado dos facetas: 1) interpretación extensiva de sus competencias en materia de constitucionalidad de las leyes; y 2) una interpretación progresista de la Constitcuión que ha supuesto una frecuente intervención del CC en la política económica el Estado. Se cita un fallo en el que el CC resolvió a favor del recurrente en función del "derecho innominado al mínimo vital", un derecho que no está en la Constitución pero que se desprende de otros derechos fundamentales que sí están como el derecho a la vida y a la dignidad (p. 149). Es un razonamiento que recuerda el de implicit powers del Tribunal Supremo de los EEUU. Este procedimiento de violación de "derecho innominado" se ha seguido cientos de veces (p. 150). También es importante que la CC haya reconocido la progresividad y prohibido la regresividad de los derechos sociales (p. 152). Igualmente ha abierto la posibilidad de la eficacia de los derechos frente a terceros, a partir de los momentos en que la CC tuteló derechos sociales que se hacían valer frente a empresas privadas que prestaban servicios públicos (p. 157). Un frente muy prometedor en todos los Estados del bienestar a los que se ataca por la vía de las crecientes privatizaciones.

Aunque Pablo Simón Cosano (La desigualdad y el valor de un voto. El malapportionment de las Cámaras Bajas en perspectiva comparada) publique su trabajo como nota me parece de mayor enjundia que alguno de los artículos que ocupan la parte noble del número. El tema que Simón aborda es de gran interés y casi ignorado en la investigación, en concreto, lo que llama el malapportionment en la formación de distritos electorales. El autor emplea el término inglés porque debe de pensar que no hay otro equivalente en español siendo así que por lo que se me alcanza, es el significado de "desproporción" o "desproporcional", desde el momento en que se trata de una incorrecta adjudicación de escaños (malapportionment) a un distrito electoral pero que es incorrecta porque no guarda la adecuada proporción con otras, esto es, que es desproporcionada. Toma el ejemplo de Samuels y Snyder, único caso de estudio de este tipo de desproporcionalidad y advierte que según los dos estudiosos esa desproprción beneficia a los distritos menos poblados, más rurales y, por lo tanto, más conservadores (p. 172). La desproporcionalidad probablemente es un resultado querido. La desigualdad, dice Simón, tiene un carácter territorial por cuanto si hay desigualdad en algún sitio lo más probable es que esté territorializada (p. 173). Determina que la variable dependiente sea el nivel de desproporción que calcula con una fórmula que agrega las diferencias entre votos y votantes en todos los distritos dividida por dos. Después supone que, si hay una sobrerrepresentación en favor de las regiones más pobres y despobladas, habrá una relación directa entre el nivel de desproporción y el índice de Gini (p. 177) por razones obvias. A los efectos de ver los impactos de las transiciones en los modelos de desproporción considera las tres posibilidades del análisis de Huntington: reemplazo, traspaso y transformación y para ver cómo funciona, elabora un modelo de regresión lineal múltiple con variable dependiente en el nivel de desproporción mientras que las variables independendientes son el tamaño del país, África, Asia, América Latina, el federalismo, la democratización, los distritos nominales, el doble nivel de elección y halla los valores para un modelo 1º que es reproducción del de Samuels y Snyder, un modelo 2º que es el de Samuels y Snyder al que se le han quitado las variables territoriales y el 3º que es el anterior pero con el índice de Gini (que en la ilustración de la revista está me parece, en la columna errónea) (p. 180). Y efectivamente hay una relación muy significativa y explicativa entre el índice de Gini y el nivel de desproporcionalidad. Las elites en España diseñaron un sistema electoral sesgado para conseguir ventajas en las elecciones o, cuando menos, asegurarse una cuota de representación. Para ello dieron más representación a las áreas más despobladas que son a las vez las más rurales y conservadoras, confiando en consolidar su victoria (p. 186). Sólo como sugerencia colateral: ¿desde cuándo venimos suponiendo que las áreas más aisladas y despobladas, las más rurales, son las más conservadoras sin preguntarnos si eso sigue siendo cierto hoy, en la era de las comunicaciones en tiempo real en todo el planeta? Cuestión de investigar.

dimarts, 10 de març del 2009

El continente tumultuoso (y dos).

(Termina aquí la reseña del número monográfico de Sistema sobre América Latina).

Según Daniel Buquet (Los nuevos gobiernos progresistas en el Cono Sur: Argentina, Chile y Uruguay en el siglo XXI los tres países con mayor desarrollo económico relativo y otros mejores índices como desarrollo humano, alfabetización, esperanza de vida y mortalidad infantil en América Latina son la Argentina, Chile y el Uruguay que también presentan democracias restauradas y sistemas de partidos que eran sustancialmente los mismos que antes de las dictaduras que padecieron, cosa que igualmente los distingue de otros países del continente (p. 99). El autor hace una consideracón detallada de cada uno de ellos y explica luego con razones convincentes que los habituales índices de fragmentación y polarización (recuerdo de Sartori) no aclaran gran cosa la peculiaridad de los tres sistemas de partidos (p. 105) y prefiere el criterio de la institucionalización medido a través del índice de volatilidad electoral, muy alta en la Argentina y moderada en Chile y el Uruguay, así como el índice de concentración de escaños en los dos principales partidos parlamentarios, muy alta en Chile (ochenta por ciento) y el Uruguay (noventa y ocho por ciento) y menos de un sesenta y seis por ciento en la Argentina (p. 111). Igualmente es reveladora la medición de las trayectorias históricas de los sistemas políticos y de partidos de acuerdo con los indicadores de Freedom House que revelan que si la Argentina fue la primera en alcanzar la puntuación democrática en 1984 mientras que el Uruguay lo hizo en 1985 y Chile en 1990, a partir de entonces los índices de Chile y el Uruguay son superiores a los de la Argentina (p. 112). En resumen, un trabajo empírico muy interesante y revelador.

Carlos Ranulfo Melo (Brasil: avances y obstáculos del periodo Lula) sostiene que la presidencia de Lula es la primera que tras las de Collor, Franco y Cardoso, rompe con el seguidismo del CW y ha funcionado con gobiernos de coalición, un poco a semejanza de Chile, que han reunido a una media de siete partidos y han sido muy heterogéneas pero han cosechado notables éxitos en la aprobación parlamentaria de sus propuestas legislativas en el Congreso Nacional (p. 122). En el primer mandato de Lula las relaciones entre el Gobierno y el Congreso fueron inestables, lo que forzó frecuentes cambios gubernativos (p. 123). El triunfo de Lula por segunda vez en 2006 lo llevó a formar coaliciones con apoyos parlamentarios suficientes de 65,1 por ciento en la Cámara de Diputados y 62,9 por ciento en el Senado (p. 126) con lo que también aumentó el índice de aprobación de su Gobierno que alcanzaba el cincuenta y cinco por ciento el treinta y uno de marzo de 2008 (p. 127). Entiende el autor que el éxito de Lula se debe a tres factores: a) el fortalecimiento de la estabilidad económica y de la disciplina fiscal; b) la reanudación del crecimiento a través de la actividad estatal en materia de coordinación y control; y c) el énfasis en la dimensión social de las políticas redistributivas y la inclusión de los sectores excluidos (p. 127). No tengo duda de que así haya sido y su aseveración coincide netamente con lo que dicen Carrera Troyano y Muñoz de Bustillo en su magnífico trabajo visto ayer, pero sería bueno que sostuviera su aserto con mayor carga de pruebas empíricas. Igualmente me parece muy arriesgado el final del trabajo en el que se aventura a hacer una predicción del futuro del gobierno de Lula afirmando que su balance final será positivo. Es posible, pero esas predicciones en nuestro campo son muy peligrosas. Por ejemplo, uno de los datos que lo lleva a aventurar esta prognosis positiva es que hay un aumento de la inflación mundial (p. 132). Sin duda cuando el trabajo se escribía esto era cierto. Hoy, al contrario, el panorama mundial es de peligro de deflación.

Ana María Bejarano (Colombia y Venezuela: crónica de dos democracias infelices) hace honor a su título ya que el trabajo es exactamente eso, una crónica, con sus aspectos positivos y negativos, esto es, un ensayo narrativo de agradable lectura en el que acecha siempre el taimado peligro de los juicios de valor inadvertidos o presupuestos. Hace Bejarano un relato consecutivo de la evolución reciente de los dos países que, habiendo sido tradicionalmente ejemplos de democracias estables en América Latina conjuntamente con Costa Rica, han venido a dar en un estatus semidemocrático si no algo peor (p. 136). La evolución -y degeneración- de Colombia como democracia "incierta" se debe a la erosión de los mecanismos de seguridad, especialmente del respeto y la garantía de los derechos humanos que han tenido una trayectoria que califica de "aterradora" (p. 141). El Estado colombiano no existe prácticamente y su recuperación es condición inexcusable para la restauración de la democracia en el país (p. 152). Venezuela, a su vez, ha conocido una "muerte lenta" de la democracia. Ésta se pudo frenar momentáneamente después del "Caracazo" de 1958, pero se ha acelerado mucho desde el acceso de Chávez en 1998 (p. 158). Los dos partidos referentes de la democracia venezolana, AD y COPEI, se desintegraron entre 1988 y 1998, dando paso al arrollador triunfo del MVR (Movimiento V República) del señor Chávez que, viene a decir la autora, no ha dado señales de querer convertirse en un partido político (p. 160) lo cual me deja algo confuso (a no ser que la haya comprendido mal) por cuanto parece ignorar la existencia del Partido Socialista Unido de Venezuela, fundado ya en 2007 y que se impuso ampliamente en las elecciones regionales de 2008. Dice la autora, y no sin razón, que la Constitución de 1999 concede amplios poderes al señor Chávez (en el ínterin, la reforma constitucional recientemente aprobada en referéndum le ha garantizado reelección indefinida) y considera que su régimen constituye una transición gradual al autoritarismo (p. 164), lo que me parece algo aventurado como afirmación y típica muestra del peligro que señalaba al principio de los juicios de valor no cuestionados. El autoritarismo no es concepto que goce de unanimidad en la Academia, ni mucho menos habrá acuerdo unánime respecto a que el sistema político venezolano actual, la Venezuela bolivariana o como se quiera llamarlo, sea autoritario ni la señora Bejarano tendrá las bendiciones de los colegas más prudentes haciendo afirmaciones sobre futuribles; y todo ello con independencia de que mi opinión personal pueda o no coincidir con la de la autora. Concluye Bejarano con un diagnóstico que tiene la elegancia y los riesgos de una paradoja: el problema de Colombia es la debilidad del Estado y el de Venezuela, al contrario, su fortaleza. No sé si se encontraría mucha gente dispuesta a refutar el primer término de la paradoja, pero conozco a una multitud preparada para negar la segunda.

Jacqueline Peschard (Gobernar en México bajo la sombra de la ilegitimidad) presenta un análisis de los dos años (cuando el trabajo se escribió) del Gobierno de Felipe Calderón bajo la sombra de la ilegitimidad (p. 167) por aquellas elecciones ganadas con tan escaso margen y que todos seguimos con tanto apasionamiento. El trabajo, como los anteriores, también tiene estructura narrativa, aunque en mi modesta opinión, alcanza enunciados más convincentes. Incluye en su estudio las posteriores elecciones legislativas que no dieron mayoría absoluta al PAN del presidente en el Congreso (40,2 por ciento en la Cámara de Diputados y 40, 6 por ciento en el Senado), con lo que se ha hecho forzosa una política de alianzas con el PRI ya que el PRD se declaró reacio desde el comienzo (p. 169). Examina la autora el sistema de partidos en México con bastante exactitud. El PRI resurge en medio de la polarización de los otros dos pues gobierna en dieciocho de las treinta y dos entidades federativas, tiene el 37,5 de los municipios y conserva en buena medida su viejo aparato organizativo nacional (p. 172). El PRD se ha visto afectado por una importante merma electoral y una grave fractura interna, sólo gobierna en cinco Estados y no cubre la totalidad del país si bien, y ello no es baladí, cuenta con el gobierno municipal del Distrito Federal. El sistema mexicano mantiene ciertos equilibrios entre los tres partidos (p. 176) y el gobierno ha tenido que ir forjando las más variadas alianzas para llevar adelante su programa de reformas con los pros y contras que son fáciles de imaginar: a) con el ejército para combatir el crimen organizado; b) con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para llevar adelante el ambicioso programa heredado de la anterior presidencia de "vivir mejor"; c) con el PRI para llevar a cabo las distintas reformas legislativas, en concreto: 1) la reforma del Estado (básicamente electoral); 2) la del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, (ISSSTE); 3) la reforma fiscal; 4) la reforma energética; 5) la reforma laboral (p. 182). Hay una confrontación en cuanto a la reforma de PEMEX y una alianza con el PRI y el SNTE para proceder a la reforma del sistema de pensiones de los empleados del Estado (p. 189). El trabajo trasmite una idea de la complejidad de la política democrática mexicana. Si hubiera de hacer alguna recomendación, creo que añadiría interés que la autora explicara las características de la cultura política mexicana en materia parlamentaria.

Manuel Rojas Bolaños y Rotsay Rosales Valladares (Democracia electoral y partidos políticos en Centroamérica: heterogeneidad y trayectorias inciertas) presentan un muy interesante trabajo sobre esta subregión del continente que a veces resulta tan confusa al ojo público. Dos decenios después del inicio de los procesos de pacificación en la zona, la democracia parece funcionar en estos países (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá), aunque con algunas deficiencias (p. 195). Son pocos quienes reputan limpias las elecciones (p. 195), lo cual es un handicap notable. Los sistemas de partidos se caracterizan por su heterogeneidad y trayectorias inciertas (p. 197), cosa de la que ya había advertido Alcántara aunque para todo el continente. Prevalecen los multipartidismos moderados con algunas variaciones, la polarización en El Salvador y Nicaragua y una estabilidad precaria en Guatemala (p. 200). Hay instituciones democráticas con carencias y tradiciones autoritarias que pesan (p. 202). Hay asimismo cierto "travestismo" entre derechas e izquierdas (p. 203). No son sistemas de partidos muy institucionalizados (p. 206) y tienen insuficiencias en cuanto a democracia interna e inclusión, transparencia y rendición de cuentas (p. 208). Todavía no hay suficientes incentivos para la democratización de los partidos y es de temer que las distintas orientaciones de los gobiernos y la composición de las cámaras aumenten los problemas de gobernabilidad (p. 209).

María Luisa Loredo (El liderazgo latinoamericano en el proceso de estabilización de Haiti) presenta un trabajo que tiene el mérito de no ser frecuente en los estudios sobre América Latina en España ya que versa sobre un país de la francophonie, habitualmente ignorado por nuestros investigadores. La autora, sin embargo, le hace justicia a través de un estudio de tipo fundamentalmente descriptivo pero de mucho interés: Haití es el país más pobre de América y uno de los más corruptos del mundo (p. 211). Y de los más inestables, cabe añadr. Puede ser considerado como un "Estado fallido" o frágil pero, en todo caso, ha tenido un destino trágico e injusto (p. 212) ya que pagó cara su lucha por la libertad y su temprana independencia en 1804 que no tuvo reconocimiento internacional hasta que en 1860 estableció relaciones diplomáticas con el Vaticano y en 1862 con los Estados Unidos de América. En 1825 Francia impuso a la joven república condiciones humillantes y económicamente devastadoras (pago de una indemnización de 150 millones de francos de entonces, equivalentes a 21.000 millones de dólares de los EEUU de 2004) que arruinaron al país (p. 213) y todavía hoy son objeto de controversia a través de una perpetua reivindicacion haitiana de resarcimiento. Los años noventa se caracterizan por los conflictos en torno al presidente Aristide: expulsado en un golpe de Estado, retorna en 1994. En el año 2000, vuelve a ganar las elecciones pero el renovado estallido de violencia en 2004 fuerza su nueva dimisión que da paso a un gobierno provisional y a la creación de la MINUSTAH (Mission des Nations Unies pour la Stabilisation en Haïti) en el marco de la ONU. La MINUSTAH incorpora el liderazgo de los países de América Latina en el proceso de recuperación de Haiti como una forma de devolver la deuda que piensan tener con él por su temprana ayuda a sus independencias (p. 214) así como por otros motivos, entre ellos: el giro a la izquierda de América Latina, la necesidad de reafirmarse en la escena internacional en respuesta propia a una crisis, el fortalecimiento de la cooperación latinoamericana, la posibilidad de cambiar la cultura militar en con una perspectiva civil, la necesidad de no desairar a los Estados Unidos (p. 216). Los logros y desafíos de la MINUSTAH son: la consolidación de la normalizacón y del consenso político, el restablecimiento de la seguridad y la estabilidad, el reforzamiento del Estado de derecho y de sus instituciones y el arranque de un proceso de desarrollo económico y social (p. 218). La autora lamenta que España haya reducido su participación en la MINUSTAH de lo militar a lo policial y no le falta razón porque ello equivale a abandonar un puesto de influencia (p. 224).

Last but not least: algunos países en América Latina requieren el artículo determinado "el" o "la" delante de sus nombres, cosa que es obligada porque se trata de sus nombres oficiales o bien de la forma correcta de designarlos en castellano. Son estos: la Argentina, el Brasil, el Ecuador, el Paraguay, el Perú, la República Dominicana y el Uruguay. ¿Sería mucho pedir que, cuando menos, los especialistas hispanohablantes en América Latina llamaran a estos países por sus nombres reales y no se valieran de las malsonantes traducciones literales del inglés? Si no quieren hacerme caso a mí, que tomen nota de cómo lo pone un maestro de la lengua de Cervantes como Mario Vargas Llosa, cuyo último y magnífico artículo en El País se titula El Perú no necesita museos, no "Perú no necesita museos". Además, sabe de lo que habla por partida doble, pues es peruano de nacimiento.

dilluns, 9 de març del 2009

El continente tumultuoso.

La revista Sistema dedica un número monográfico (208/209, Madrid, enero, 2009, 224 págs) a América Latina, coordinado por Manuel Alcántara, reconocido especialista en la materia. Es un panorama dividido en dos vertientes: varios estudios, aproximadamente la mitad del total, de carácter general, sobre el conjunto del continente y otros tantos estudios de casos concretos, por países o grupos de países, lo que permite combinar visiones de conjunto con otras singularizadas.

En el primer trabajo, (América Latina: la política inconclusa), Alcántara señala la heterogeneidad latinoamericana a través de la diversidad de sus historias nacionales, las grandes diferencias de sus dimensiones demográficas, los índices de riqueza por habitante así como sus estructuras sociales desde el punto de vista de las composiciones étnicas de las poblaciones. Se suma a ello para completar el cuadro una tendencia a deslegitimar las instituciones democráticas. Hay índices altos de desconfianza en las elecciones, los partidos políticos y los sistemas de administración de justicia. Todo lo cual, por lo demás, dibuja un panorama parecido al que se da en otras regiones y que los estudiosos llaman "demócratas desafectos". Añade aquí el autor los presidencialismos "mestizos" como mezclas de los viejos presidencialismos con nuevas formas de parlamentarización así como una reactivación de los discursos populistas. Detecta un relativo fracaso de las políticas públicas en materia económica en los últimos años como prueba del fracaso del Consenso de Washington (CW), elemento que está muy presente en el número monográfico, (p. 18), todo ello acompañado por un aumento de los conflictos étnico-culturales y regionales (p. 20). En resumen, "política inconclusa", como dice el autor o situación abierta ya que, en realidad, toda política es inconclusa.

Ludolfo Paramio (Izquierda y populismo en América Latina) pareciera acometer tan ardua labor como es distinguir estos dos conceptos pero no es seguro que lo logre. Levanta constancia del fracaso del CW a partir de 1998 cuando comienzan a elegirse gobiernos de izquierda en el continente, izquierda que, sin embargo, no es una alternativa real al CW. Aunque, dice, se llama "populistas" a los gobiernos de Venezuela, la Argentina, Bolivia y el Ecuador, estos países siguen el CW en materia de estabilidad macroeconómica (p. 29) pero como, al mismo tiempo, rechazan la política neoliberal del CW, no está clara la distinción entre izquierda democrática y populismo que al autor le parece obvia intuitivamente. Populistas a no dudar se le antojan Fujimori y Medem y, en esa línea Chávez; pero hay diferencias entre éste y Lula, por ejemplo. A los efectos de acometer la tarea de separar la izquierda democrática del populismo propone que se recurra a una "izquierda con historia" pero que atienda a un imprescindible relevo generacional (p. 34), cosa que parece bienintencionada e inane.

Aníbal Pérez-Liñán (La renovación de las elites presidenciales en América Latina) presenta un curioso trabajo de análisis empírico histórico con información sobre 566 presidentes de diez y nueve países del continente, incardinado en la concepción paretiana de la circulación de las elites, circulación que adopta cuatro formas: sustitución, renovación, reconversión y estancamiento (p. 39). Toma como datos la edad media de los presidentes y la edad media de los partidos y aplica muy sensatamente la lógica de conjuntos difusos a los conceptos de juventud y tradición que maneja. De este modo los tipos anteriores se operacionalizan como sigue: sustitución: intersección histórica de políticos jóvenes y partidos no tradicionales; renovación: políticos jóvenes y partidos tradicionales; estancamientopolíticos no jóvenes y partidos tradicionales; reconversión (residualmente tratada en el trabajo): políticos no jóvenes y partidos no tradicionales (p. 50). Ha habido dos momentos de estancamiento de las elites presidenciales latinoamericanas en el último siglo: en los años veinte y treinta y , en paralelo con la segunda ola de democratización, en los años ochenta. En los primeros años del siglo XXI se detecta un envejecimiento y estancamiento con precedente en los años veinte y treinta.

Margarita Corral González (Actitudes hacia la democracia en América Latina, 2008) presenta un trabajo cuyos datos proceden del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt, bajo la dirección de Mitchell Seligson, para medir: a) el nivel de apoyo a la democracia en América Latina en 2008; b) los factores que ayudan a explicar el acuerdo de la ciudadanía por el que la democracia es la mejor forma de gobierno; c) los niveles de confianza en las principales instituciones democráticas; d) una combinación del apoyo al sistema político con los niveles de tolerancia política para conocer el grado de apoyo a una "democracia estable" (p. 56) La conclusión es que la mayoría de la población cree que, aunque con fallos, la democracia es la mejor forma de gobierno posible. El apoyo es alto cuando se percibe que el gobierno es eficaz o la situación económica buena y desciende cuando se ha sido víctima de la corrupción o hay alta inseguridad ciudadana. Es muy perceptible la desconfianza hacia las instituciones fundamentales del sistema democrático, en especial los congresos nacionales, lo que, como ya decía en el comentario al primer artículo, es una situación muy generalizada conocida como "demócratas desafectos" y caracterizada por apoyo a la democracia en abstracto pero desconfianza acerca de sus instituciones en concreto. Eso sucede en Europa igualmente desde hace años. Por último registra la autora ciertas carencias en América Latina para lograr una democracia más completa y estable porque en algunos países (especialmente centroamericanos y andinos) hay apoyos relativamente bajos al sistema político y a la tolerancia.

Miguel Carrera Troyano y Rafael Muñoz de Bustillo Llorente en (El reto de la pobreza y la desigualdad en América Latina) explican que América Latina comprende a los países del mundo que presentan un reparto más desigual de la renta y muy altos índices de pobreza que se agudizan en las zonas rurales frente a las urbanas y en los sectores poblacionales de ciertas características étnicas (p. 77). En la teoría económica de los últimos cincuenta años se ha visto la relación entre crecimiento, pobreza y reparto de la renta bajo la óptica de la curva de Kuznets, lo cual explica por qué el CW no consideraba necesario prestar atención especial a la pobreza. Los autores reconocen, sin embargo, que en el texto original del CW se tomaban más en cuenta de lo que se cree las cuestiones de desigualdad y reducción de la pobreza pero fue su aplicación práctica la que acabó identificándolo con las políticas neoliberales más duras. Este planteamiento, combinado con el de Kaldor fue el dominante hasta los años noventa, a partir de los cuales es ya obvio que el CW ha fracasado, que el crecimiento no ha sido superior al de los años sesenta y setenta y que no se ha corregido la pobreza ni la desigualdad (p. 82). Ya en los años ochenta algunos economistas del desarrollo, como Myrdal et al., sostuvieron que la mala distribución del ingreso pdía tener un efecto contraproducente para el desarrollo (p. 84). A ello se añadía que América Latina presenta un modelo de Estado del bienestar "truncado", esto es, con un limitado alcance de sus políticas sociales de las que no se benefician los sectores más desfavorecidos (p. 86) No obstante, a partir de los años noventa tanto en la CEPAL como en la actividad del Banco Mundial se ha venido insistiendo en la necesidad de fomentar la lucha contra la pobreza. Pero no es fácil que se llegue a dar este cambio de perspectiva. Para que haya políticas progresivas en América Latina es preciso que las elites se convenzan de que la transformación del statu quo será beneficiosa para todos los ciudadanos y sin las políticas redistributivas será muy difícil que los países latinoamericanos consigan la cohesión social, la inversión, la mejora del capital humano y el crecimiento económico que precisan para hacer frente a la globalización (p. 95). Efectivamente, muy difícil y, al depender de esa convicción de clases que han mostrado escasa sensibilidad social durante siglos, altamente improbable.

(El resto de la reseña de este número de Sistema, mañana).

dilluns, 26 de gener del 2009

El referéndum de Bolivia.

El 19 de diciembre de 2007 subí un comentario sobre el proyecto de Constitución que acababa de aprobar el Parlamento boliviano titulado Las dos Bolivias así que ahora puedo ahorrarme reiterarlo y vale con que resuma diciendo que la Constitución que ayer se aprobó en referéndum en el país andino es una de las las más avanzadas y radicales del mundo, si no la que más, amén de las más luengas, prolijas y normativas. Desconfío del exceso de normatividad y regulación. Normalmente oculta la intención de dejar que la letra sepulte a la letra y nada cambie en la realidad. En este caso puede ser muestra de un intento genuino de hacer justicia a la mayoría de la población boliviana, descendiente de aborígenes y tradicionalmente explotada y preterida. Esa será cuestión que zanje el tiempo. Pero habrá dificultades.

El texto consagra la oficialidad del español y treinta y seis lenguas indígenas en sus correspondientes territorios. Más lenguas que en Europa. Se me hace difícil ver cómo funcionará la administración del Estado en esta Babel. El de las lenguas es uno de los rasgos sobresalientes de las dificultades del nuevo ordenamiento constitucional. En lo básico éste consagra una descentralización territorial considerable con otra de carácter lingüístico-cultural pues reconoce los ordenamientos jurídicos indígenas consuetudinarios en el general boliviano manteniendo la autonomía de los primeros e integrándolos en la jerarquía de la administración de justicia hasta llegar al Tribunal Constitucional que estará compuesto paritariamente por magistrados de la administración ordinaria y los de la jurisdicción indígena campesina. Traza, pues, la Constitución un mosaico complicado de relaciones territoriales y culturales que se parece a la planta actual de Bélgica pero más enrevesada.

En todo caso, es la Constitución más progresista en la actualidad. Su parte declarativa en materia de derechos casi parece salida de un laboratorio del pensamiento más avanzado pues reconoce los de los indígenas, los discapacitados, etc y se amplía de los políticos, económicos y sociales a los culturales y medioambientales. Asimismo reconoce derechos colectivos a las comunidades indígenas.

En la entrada del 19 de diciembre de 2007 señalaba que una Constitución tan avanzada debería ser aprobada con sustanciosa mayoría. Desde entonces, como se sabe, Bolivia ha vivido momentos tumultuosos, con amenaza incluso de secesión de los departamentos orientales, los ricos en los que se concentra la oligarquía pero, al final, el referéndum se ha celebrado y, en el momento de redactar estas líneas, los sondeos dan una victoria del 60 por ciento en todo el país lo que probablemente quiere decir que será mayor en los departamentos occidentales de mayoría indígena que en los orientales. Lógico, además, si se tiene en cuenta que, con la Constitución también se ha aprobado una medida histórica que reduce la extensión máxima de los latifundios de las actuales 10.000 Ha. a 5.000, cosa que no gusta nada en la oligarquía.

Es decir, de hecho, la Constitución divide al país en dos y no es un buen comienzo. Pero ¿quién ha dicho que las causas justas tengan comienzos fáciles?

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, con licencia de Creative Commons).

dijous, 27 de novembre del 2008

¡Qué mundo tan seguro!

Cuando ese personaje indescriptible llamado George W. Bush con quien, según afirma él, habla Dios, y el señor Aznar, según afirma el propio señor Aznar, inició la famosa guerra contra el terrorismo aseguró que lo hacía para conseguir mayor paz y seguridad en el orden internacional. Ya al comienzo de su mandato este perfecto inútil dejó claro que la "guerra contra el terrorismo" no tenía un campo de batalla delimitado ni enemigos definidos pero que él y los suyos, con la ayuda de Dios (y el saqueo del Irak, las torturas de Abu Ghraib, los secuestros de Guantánamo, etc) la ganarían y harían del planeta un lugar más seguro. Ahora el menda está a punto de largarse y la herencia que deja es un desastre sin paliativos que avergüenza al mundo entero excepto al señor Aznar quien dice estar muy orgulloso de aquella guerra de ladrones que desencadenaron los tres criminales de las Azores. Por lo demás ya se sabe que, si llega un momento en que el carácter asesino de esa guerra no pueda negarse más, dirá que él no lo sabía cuando apoyó la decisión de enviar un ejército a destruir y saquear un país porque sí.

¿Es el mundo un lugar más seguro? A la vista está: en casi todo el continente africano la vida humana no vale nada. Las matanzas, guerras, torturas, secuestros, violaciones están a la orden del día, con o sin soldados de la ONU que, además, a veces participan del jolgorio.

En concreto en Somalia, en donde un grupo de guerreros probablemente islamistas ha secuestrado a nuestro compatriota José Cendón y otros periodistas, no existe el Estado ni autoridad alguna que garantice el orden público en todo el país (de hecho, no hay país en sentido estricto) desde que en 1991 cayó el camarada Said Barre, que había proclamado el "socialismo científico" veinte años antes. En la actualidad Somalia es un conjunto de tribus casi independientes, señores de la guerra, guerrillas de fanáticos, autoridades imaginarias y estados separatistas, todos los cuales esperan beneficiarse del petróleo que se dice inundará al país como el Nilo a Egipto. Entre tanto las costas están infestadas de piratas capaces de secuestrar superpetroleros, sin duda para familiarizarse con el manejo del crudo. El presidente lo es de un Gobierno sabiamente llamado "Federal de transición". De transición ¿a qué? Ni Dios sabe nada y el tal presidente escasamente controla la poltrona en la que tiene el trasero. No se te ocurra ir allí de vacaciones y, si tienes un trabajo es mejor que pilles uno de mileurista en España.

Uno de esos grupos es el que ha secuestrado a Cendón. Según parece estos delincuentes no son tan dementes como otros si no gentes prácticas que lo que quieren es un jugoso rescate. Espero que el señor Moratinos gestione con fortuna el asunto y la liberación de Cendón no nos cueste un riñón. Que nos va a costar está claro, como lo está, a mi entender, que hay que pagar. Espero no escuchar a los señores de la derecha ponerse magníficos, cual suelen, diciendo que pagar rescates empeora las cosas. Me ahorro el debate con posiciones de este jaez recordando la vieja sabiduría de que los que declaran las guerras no mueren en ellas; mueren en ellas quienes no las declaran. Como se ve contemplando qué envidiable salud tienen los señores Bush, Blair y Aznar, a diferencia de miles de soldados gringos y cientos de miles de iraquíes, militares, civiles, clérigos que ya no contarán qué felices están de haber participado en la liberación del país.

Y no se crea que es el único continente (porque es todo el continente, desde Argelia hasta la Unión Surafricana) sacudido por la violencia. Asia está parecidamente. De los países musulmanes no hace falta hablar, pero ayer la señora Aguirre experimentó el grado de inseguridad que hay por doquier, hasta en el corazón financiero de la India, Bombay. Por cierto estoy muy contento de que no haya sucedido nada a ninguno de los integrantes de la expedición madrileña y me felicito de que la señora Aguirre haya salido indemne de tan brutal atentado. Por lo demás, la comisión o delegación que encabezaba la aguerrida dama estaba allí a hacer negocios y ha tenido que volverse más que a paso antes de que asesinen a sus miembros en cualquier atentado a ciegas en cualquier parte del país. Y conste que la India es la mayor democracia del mundo y bastante estable políticamente pero alberga en su seno una serie de conflictos violentos que será ocioso mencionar aquí. Añádase a ello la inestabilidad crónica de Indochina, las tendencias golpistas, la violencia de los archipiélagos en el Sureste asiático y en Filipinas y se verá que el sur del continente está en práctica situación de guerra y/o violencia generalizada.

Tampoco América Latina es un remanso de paz democrática y Estado de derecho. Sin contar con las agitadas situaciones políticas (y eventual aparición de la violencia) en Bolivia, Venezuela, Argentina, Perú, etc, los dos focos de máxima criminalidad son Colombia y México, países en los que intereses económicos privados, organizaciones armadas particulares, fuerzas paramilitares y parapoliciales compuestas por delincuentes tienen en jaque al Estado. En Tijuana, México, en la misma frontera con los EEUU, a veinticinco kilómetros de San Diego, muere la gente a balazos en plena calle que es un primor. Y eso sin contar aquellos a los que antes de matarlos los torturan y luego les cortan la cabeza. Por cierto no he podido poner ilustraciones de cadáveres decapitados por un problema de derechos de autor pero quien quiera verlos (y aviso de que es muy fuerte) que pinche aquí. Pues sí señor, como decíamos al principio, un mundo superseguro éste gracias a la alianza de dementes entre neoliberales y neoconservadores que gobierna el planeta y la Comunidad de Madrid.

(Las imágenes son : la primera, la página web de José Cendón, la segunda el mapa político de Somalia de Wikipedia que está en dominio público y la tercera una foto de 20 Minutos bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 29 de setembre del 2008

Ecuador: la victoria de Correa.

El señor don Rafael Correa se ha salido con la suya y el pueblo ecuatoriano ha aprobado por un 67 por ciento más o menos (la cifra procede de sondeos) su proyecto de nueva Constitución, la vigésima desde que el país se independizara a raíz de la ruptura de la Gran Colombia en 1830. El texto fue el aprobado en la Asamblea Constituyente literalmente copada, en un setenta por ciento de escaños, por la gente del señor Correa, del llamado Movimiento PAIS (Patria Altiva y Soberana) y se supone que traduce en términos jurídico-políticos los ideales del Socialismo del siglo XXI, que también campan en estos momentos por Venezuela y Bolivia si bien en estos dos países las constituciones han tenido distinto sino ya que la de Venezuela no prosperó en el último referéndum y la de Bolivia está pendiente de ratificación asimismo en referéndum pospuesto a causa de los conflictos hasta comienzos del año que viene.

La nueva Constitución ecuatoriana es un farragoso texto de 444 artículos divididos en nueve títulos, a lo que se añaden treinta disposiciones transitorias, una derogatoria y un régimen de transición de otros treinta artículos. Toda una lectura. Se ha redactado contra reloj y eso se nota especialmente en que, además de prolija (innecesariamente prolija), no está muy bien ordenada y es reiterativa en varios aspectos.

Desde un punto de vista ideológico general el texto es muy progresista y clásicamente de izquierdas. Tiene una de las más minuciosas declaraciones de derechos que he visto y con bastante originalidad, no solamente porque enuncia prácticamente todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos y sociales que uno pueda imaginar sino porque determina muy diferentes titulares de estos: adultos y adultas mayores, jóvenes, niños, personas discapacitadas y personas privadas de libertad. Se añaden dos sujetos de corte muy innovador y avanzado: las colectividades indígenas (derechos colectivos) y la naturaleza (la Pacha Mama, así llamada en la Constitución) que también aparece como sujeto de derechos. Los derechos son de eficacia inmediata si bien no se ve de dónde sacará el Estado los recursos materiales para hacerlos efectivos.

La experiencia dice que tanto detalle y tanta prolijidad suelen ir de consuno con un carácter puramente alegórico del contenido constitucional. Y la tradición de la mayor parte de las Constituciones de los países latinoamericanos, empezando por el Ecuador, así lo muestra. Para evitar este inconveniente la propia Constitución establece el carácter positivo, directamente alegable ante los tribunales de todos sus preceptos, derechos y enunciados. Lo que sucede es que es difícil imaginar cómo pueda arbitrarse eso con preceptos como el art. 83, sobre los "deberes y responsabilidades de las ecuatorianas y los ecuatorianos" que en su apartado dos dice: ama killa, ama llulla, ama shwa. No ser ocioso, no mentir, no robar. O en su apartado siete: promover el bien común y anteponer el interés general al interés particular, conforme al buen vivir. O el apartado doce, siempre del mismo artículo: ejercer la profesión u oficio con sujeción a la ética. Y de esto hay mucho en el texto hasta resultar premioso.

La minuciosidad en la regulación corre pareja con su carácter posiblemente excesivo. Hay varios artículos dedicados a regular la libertad de expresión que despiden un tufo innegable a censura y, en general, a injerencia permanente del Estado -al que se confía una cantidad gigantesca de quehaceres- en los aspectos más recónditos de la acción humana.

Todo ese progresismo y todo el socialismo del siglo XXI no impiden sin embargo que la Constitución sea de inspiración netamente católica de forma que el art. 67, segundo párrafo, hace lo que los reaccionarios estadounidenses todavía no han conseguido, esto es, meter en la Constitución una definición de matrimonio como la unión entre hombre y mujer lo que obviamente excluye a los matrimonios homosexuales. A estos, a los/las homosexuales tampoco se les permite adoptar niños aunque formen parejas de hecho pues, como dice el art. 68, segundo párrafo: La adopción corresponderá sólo a parejas de distinto sexo (sic). O sea, que tampoco es tan avanzada y eso que ni hablamos del aborto.

La llamada Constitución económica tiene también un tratamiento tan minucioso y reiterativo, como confuso. Su carácter izquierdista se echa de ver en que el art. 408 declara de propiedad inalienable, imprescriptible e inembargable del Estado de los recursos naturales no renovables y, en general, los productos del subsuelo, yacimientos minerales y de hidrocarburos, substancias cuya naturaleza sea distinta de la del suelo incluso las que se encuentren en las áreas cubiertas por las aguas del mar territorial y las zonas marítimas; así como la biodiversidad y su patrimonio genético y el espectro radioeléctrico. La redacción deja bastante que desear pero parece que este artículo, en principio, tendrá prevalencia sobre el otro, el 321, que reza: el Estado reconoce y garantiza el derecho a la propiedad en sus formas pública, privada, comunitaria, estatal, asociativa, cooperativa, mixta y que deberá cumplir su función social y ambiental. De no darse dicha prevalencia lo que hay es dos normas que pueden contradecirse en cualquier momento.

Especial interés tiene la aplicación del Sumak Kawsay, expresamente mencionado en el texto y que significa el buen vivir, un concepto obviamente enraizado en el mundo intelectual indígena y al que se dedica también un buen puñado de artículos, algunos francamente peculiares. En general lo indígena tiene un extenso tratamiento en el texto; no tanto ni tan decisivo como lo previsto en el proyecto de Evo Morales para Bolivia pero sí lo suficiente para pergeñar un régimen de autonomía eficaz para las comunidades indígenas a las que, además de reconocérseles una pila de derechos colectivos e individuales, se permite que se organicen según sus tradiciones e incluso administren su propia justicia.

Por último, desde un punto de vista más pragmático, la Constitución aumenta los poderes de la Presidencia (que puede disolver la Asamblea Nacional, órgano unicameral, previo dictamen de la Corte Constitucional) y fija su mandato en cuatro años, renovables por una vez por otros cuatro, cosa que no estaba prevista en la anterior Constitución de 1998 ahora expresamente derogada por ésta en su cláusula derogatoria. El triunfo de ayer en el referéndum quiere decir que a tenor del art. 1º del "regimen de transición", las autoridades vienen obligadas a convocar elecciones en menos de un mes a todos los órganos unipersonales y pluripersonales de la República, empezando por el la Presidencia, a la que se presentará ex novo el señor Correa que, de salir elegido, gobernará el Ecuador hasta 2017.

No sé si esta Constitución refleja bien el espíritu del "Socialismo del siglo XXI" pero me temo que un texto tan alambicado y mal apañado en cuyo preámbulo aparecen en ecléctica amalgama invocados la Pacha Mama y Dios hará compañía en poco tiempo a los otros diecinueve que lo han precedido.

dilluns, 15 de setembre del 2008

Cuestiones de género.

El número de verano (julio-septiembre de 2008) de la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, (CIS, Madrid, 2008, 295 págs) de obligada lectura para el conocimiento de los avances de la disciplina y las características de la sociedad española, trae una fuerte carga temática de perspectiva de género básicamente empírica, sin descuidar cuestiones teóricas de importancia.

Enrique Martín Criado en El concepto de campo como herramienta metodológica repasa la famosa aportación de Pierre Bourdieu a la sociología y levanta constancia de que su mismo éxito, su vis expansiva, amenaza con restarle efectividad. El campo de Bourdieu es una propuesta para el análisis sociológico con dinámica propia no reductible a otros procesos sociales. Bourdieu lo construye al estudiar los profesionales de la producción simbólica (los especialistas en bienes de salvación y en producción artística y cultural) esto es básicamente los curas y los intelectuales, y Martín Criado lo ilustra perfectamente estudiando la evolución de la pintura como arte desde el Quattrocento, cuando los pintores eran miembros de los gremios (el gremio de San Lucas por cierto) y tenían el tratamiento social de aprendices, oficiales, maestros o sea, obreros y nada de artistas, hasta la emancipación en el siglo XIX. Suenan aquí los ecos de las ideas de Arnold Hauser acerca de la relación entre creación artística, mecenazgo y mercado. La teoría general de los campos es una potente herramienta metodológica que se ha extendido a otros territorios como la burocracia, la política, la universidad, el clero, el derecho, etc´, con el consiguiente peligro de difuminarse. Para devolverle su precisión Martín Criado la pone en conexión con las investigaciones de Michael Mann sobre el Estado (su "teoría del embrollo" , p. 20) y Michel Dobry sobre los "sectores" (más o menos derivado del concepto de "entramado" de Norbert Elias) todo lo cual permite aplicar el concepto de campo a las organizaciones estatales a través de la "multi-integración" (p. 23) y haciéndolo a dos niveles: a) el más general para todo tipo de fenómeno social en que cree son preferibles los conceptos de "configuración" o "entramado" y b) el más específico que, a su vez, abarca dos territorios: 1) el campo de la producción simbólica y 2) lo que Dobry llama "sectores", esto es, instituciones estatales con cierta autonomía o entramados de grupos y organizaciones en competencia entre sí.

Josep Picó y Juan Pecourt (de quien ya reseñamos un libro reciente en dos posts seguidos Los intelectuales, el franquismo y la transición I y Los intelectuales..., etc. II, en El estudio de los intelectuales: una reflexión abordan este siempre sugestivo territorio con una clara voluntad sistematizadora que revela conocimiento de causa y bastante audacia. Citan la bibliografía reciente más relevante (Rémy Rieffel, Pierre Bourdieu, Anna Boschetti) y declaran mezclar las dos perspectivas que tradicionalmente se han adoptado aquí: la historiográfica y la sociológica. Pero predomina la primera. En lo historiográfico sitúan el origen de los intelectuales en la Ilustración (citan las luces francesas, el Sturm und Drang alemán y la Intelligentsia rusa), su primera protesta en el conocido caso Dreyfus que dividió a los intelectuales en los dos campos en que seguimos encontrándolos hoy día, los universalistas/cosmopolitas y los nacionalistas. Hacen breve parada en las reflexiones de la entreguerra con las obras de Benda, Mannheim, Gramsci y Nizan. Por cierto aplausos por rescatar al autor de Aden Arabie, generalmente eclipsado por Gramsci y los gramscianos. Las etapas siguientes del desarrollo del intelectual son la guerra fría (y la división en campos ideológicos) y los fenómenos concomitantes del estalinismo, la Sociología estadounidense y el funcionalismo. El aspecto sociológico de su estudio queda reducido al inicio y al final de su exposición. En cuanto al inicio recogen las razones que según Zygmunt Bauman explican el nacimiento de los intelectuales: a) la importancia del conocimiento en la sociedad; b) el declive de la nobleza en la opinión pública; c) el nacimiento del Estado moderno que redefine las relaciones entre lo público y lo privado; d) la creación de espacios autónomos, libres de lealtades; e) la secularización de la sociedad y la separación entre ciencia y moral; f) y los firmes propósitos de los intelectuales de defender la verdad, la razón y las libertades (p. 42). He reproducido estos rasgos porque se vea la ingenuidad de un viejo pensador ex-marxista. En cuanto al final de la exposición, los autores recuerdan que Bourdieu afirma que existe un "campo" intelectual y, al hablar de los intelectuales posmodernos, ponen de relieve su claro perfil mediático. Es una buena síntesis.

Juan Ignacio Martínez Pastor en Cada vez menos y más tarde: un análisis de la nupcialidad masculina durante los últimos treinta años en España da cuenta del hecho de que entre 1980 y 2006 se haya retrasado la edad media en que los españoles contraen matrimonio: 26,2 años en 1980 y 31,8 en 2006 para los varones y 23,9 en 1980 y 29,6 en 2006 para las mujeres. Las teorías que el autor pretende contrastar, explicativas de la nupcialidad retrasada, son las de Valerie K. Oppenheimer y Gary Becker. La primera señala tres causas de retraso: tendencia a la profesionalización de las sociedades con mayores tiempos educativos; cambio de rol de las mujeres; tardía consolidación laboral de los jóvenes (p. 69) Para el caso español, Pastor añade la precariedad laboral y el problema de la vivienda. En cuanto a la conocida teoría de Gary Becker se centra en el postulado de que la incorporación de la mujer al mercado laboral produce el retraso de la nupcialidad masculina. La fuente de datos que utiliza es la Encuesta de Población Activa (EPA) porque, aun no teniendo mucho información restrospectiva, es una encuesta periódica (trimestral), es exhaustiva y tiene una amplísima muestra. La técnica que utiliza es la regresión logística por cuanto la variable dependiente que se va a tratar (casamiento o soltería) es dicotómica. Su conclusión es que el aumento de la inestabilidad laboral se ha concentrado en España en los jóvenes y junto a la carestía de la vivienda ha generado un proceso de formación familiar cada vez más tardío. A cambio cree (y esto ya me parece más problemático) que, como los jóvenes han prolongado la estancia en el hogar paterno y las jóvenes tienen horizontes laborales inimaginables para sus madres "no se puede decir que los jóvenes de hoy, pese a que tarden más en formar una familia, estén viviendo una peor juventud que la de sus padres" (p. 82).

Marta Ibáñez Pascual en La segregación ocupacional por sexo a examen. Características personales, de los puestos y de las empresas asociadas a las ocupaciones masculinas y femeninas cree que la segregación laboral horizontal "es uno más de los elementos que conforman la nueva lógica semipatriarcal de proveedor principal y proveedora secundaria (frente al modelo de varón proveedor y mujer cuidadora)" (p. 89) . La teorías explicativas de la segregación que pretende someter a contraste son la del capital humano, la teoría de la segmentación del mercado de trabajo, el comportamiento de los sectores público y privado y el empleo a tiempo parcial. El trabajo consiste en explotar los datos de la EPA y la Encuesta de Estructuras Salariales (EES) y la técnica del análisis la regresión logística multinomial que permite ver la influencia de las características de las personas y los puestos de trabajo a la hora de predecir en qué ocupaciones se incardinarán. Sus conclusiones son claras: "la segregación laboral es la manifestación en el mercado de trabajo de los estereotipos asociados a cada uno de los géneros y por ello a la división del trabajo por sexo" (p. 109) El género es pues el elemento estructurante del mercado de trabajo y la segregación ocupacional por sexo es explicativa de la discriminación laboral (p. 119). Nada del otro mundo. La investigación sin embargo refuta dos ideas muy extendidas: 1ª) la discriminación indirecta no depende de la estabilidad en el empleo dado que las ocupaciones femeninas están más asociadas a los contratros indefinidos que las neutras; 2ª) la menor retribucion de las mujeres no depende del grado de cualificación de sus puestos de trabajo, dado que los puestos femeninos presentan mayor cualificación media que los masculinos (p. 118), si bien en este último caso me he quedado con la duda de si esa mayor cualificación es una cuestión de hecho (mujeres cualificadas subempleadas) o deriva del catálogo de puestos de trabajo.

Tania Verge Mestre Cuotas voluntarias y legales en España. La paridad a examen hace un repaso ilustrativo de la evolución de las cuotas femeninas en los distintos partidos en España y se concentra luego en la aplicación de lo previsto en la Ley orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres y en concreto en las elecciones municipales de 27 de mayo de 2007, que ya hubieron de hacerse con dicha normativa. Se limita a los municipios de más de 5.000 habitantes en Cataluña, lo que la obligó a estudiar 1295 candidaturas a 197 localidades, equivalentes al 20% de los municipios catalanes y el 80% de la población. Sus hallazgos muestran que todos los partidos favorables a la reforma de la LOREG (Ley Orgánica de Régimen Electoral General) introdujeron excepciones en las elecciones locales porque no creían poder cumplir el criterio de paridad. Aunque la ley dice que la paridad es del 40%-60% no especifica sexo, pero la práctica muestra que casi siempre el 40% es para las mujeres. En el análisis de los cinco primeros puestos de las listas, en un 86,2% de las veces, la proporción era de tres hombres y dos mujeres. Ello quiere decir que la normativa vigente no es aun suficiente para implantar una paridad efectiva, que las mujeres siguen discriminadas y que serán precisas medidas complementarias como las "listas cremallera" entre otras.

Manuel Ignacio Martínez Espinoza en Democracia para la dignidad. Movimientos políticos sociales y ciudadanía como aportes a las reflexiones sobre la democracia en América Latina. El caso del movimiento zapatista presenta un trabajo fuertemente ideológico que trata de demostrar a base de comentarios de textos y declaraciones del movimiento zapatista las bondades de las llamadas Juntas de Buen Gobierno (JBG) zapatistas para la democracia en América Latina. El trabajo hace un breve repaso a la procelosa cuestión de la democracia en la teoría política y se centra en señalar la coincidencia de procesos democráticos con índices altos de pobreza en los países de la región, asunto venerable que ya había suscitado Seymour Martin Lipset en los años setenta. El autor cita con aprobación el Informe sobre el desarrollo humano 2002. Profundizar la democracia en un mundo fragmentado del PNUD cuando señala que, a pesar de su pobreza, la participación electoral media en América Latina (62,7%) es superior a la de los Estados Unidos (43,3%) y, dice, cercana a la de Europa (73,6%), datos que no quieren decir nada desde el momento en que el voto en América Latina es obligatorio en todos los países, excepto Colombia y Nicaragua y que los requisitos del censo electoral en los EEUU son claramente desmovilizadores. El ideal de democracia que el autor abraza, más o menos derivado de las benéficas recomendaciones del PNUD se ve a su entender plasmado en las JBG zapatistas que: 1) reducen las potenciales arbitrariedades del poder político; 2) conciben a sus integrantes (de la democracia) como seres capaces de autogobernarse; 3) buscan el ejercicio efctivo de los derechos políticos, civiles y sociales (p. 174). Supongo que estas aseveraciones tienen interés para quienes participen de los supuestos ideológicos del autor. Al resto de los mortales pueden sonarle a música étnica.

dissabte, 13 de setembre del 2008

¿Qué decir?

Saben los lectores que el señor Chávez no es santo ni demonio de devoción de Palinuro que lo encuentra demagógico, populista y pelín insoportable. Pero a veces tiene gracia. Desde luego, no es un político convencional. Esa fulminante solidaridad con Bolivia expulsando al embajador gringo en setenta y dos horas en medio de improperios es divertida y tiene su chispa.. No estoy seguro de que sirva de mucho porque los estadounidenses son dominantes en el continente americano y los distintos países latinos, en una u otra medida, en uno u otro terreno, su backyard, su zona de influencia pase lo que pase. Cuba sólo puede haber una.

Pero al mismo tiempo, el señor Chávez se permite el lujo de decir por la tele lo que muchos, muchísimos otros mandatarios y no mandatarios piensan para sus adentros: ¡Váyanse al carajo!. No añado el resto pero también lo piensa mucha gente en el mundo. De acuerdo, los Estados Unidos son el país más libre del planeta; pero tiene esclavizados a muchos otros y trata de tenerlos a todos. Lo cual no es de recibo. Van por la vida con una altanería bastante difícil de soportar y se preguntan llenos de perplejidad por qué los odian en el extranjero. Está clarísimo; por chulos. La señora Sarah Palin dice sin encomendarse a Dios ni al diablo que declarará la guerra a Rusia si esta vuelve a invadir Georgia. La guerra, tómese nota. Luego se corrige, dice que se trata de una consecuencia del tratado de la OTAN, según el cual, si un miembro es atacado, se entra en la guerra sin más...y la caga definitivamente porque Georgia no está en la OTAN ni lo estará en un tiempito. Pero, vamos, que la cosa de la señora es que está dispuesta a declarar la guerra a Rusia. y en en general los yankees están perpetuamente en guerra declarada o no declarada. Desde el fin de la Segunda Mundial no sé si han llegado a pasar dos años seguidos en los que los EEUU no hayan estado involucrados en actividades armadas en algún lugar del planeta.. Son una nación extremadamente belicosa y su interés exterior, esto es, la estrategia de seguridad nacional en un mundo globalizado que hierve en terroristas es básicamente la misma en demócrata que en republicano: la guerra.

Ningún colono sea a título de lo que sea deja de humillar el sentido nacional de los nativos. a los que coloniza. Eso es lo que sucede con los gringos a América Latina. Nadie ignora que en muchos países de América Latina la embajada de los EEUU es el centro político más importante del momento y que en todas las embajadas yankees se conspira, se ha conspirado o se conspirará para derrocar el sistema existente si el sistema existente no complace a la Casa Blanca, cual es el caso de Bolivia y Venezuela. En el caso de Bolivia, el señor Evo Morales dice que el embajador gringo, Mr. Phillip Goldberg se inmiscuye en los asuntos internos de Bolivia, cosa que no me extraña nada pues los EEUU se inmiscuyen en los asuntos internos de todo Cristo. Que yo sepa, todavía no han dado explicaciones convenientes de los infaustos vuelos de rendition (o sea, "entrega de secuestrado") de la CIA en el espacio aéreo de los aliados y con los medios de los aliados.

¿Que la cosa no es para expulsar a los embajadores? La expulsión es un gesto más inamistoso que la llamada a consultas del propio embajador y algo menos que la declaración de guerra. Tiene una justificación casi diríamos, antipirética, sirve para que el personal se desahogue. El personal se desahoga y todo se hace más llevadero. Todo incluye al embajador estadounidense de los Estados Unidos, contracentro de poder en todos los Estados de América Latina en que gobierne la izquierda.

(La imagen es una foto de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 7 de setembre del 2008

Latinoamérica y el ruido.

México es una ciudad inmensa, tumultuosa, abigarrada, llena de contrastes y por muchas razones fascinante. Pero es tremendamente ruidosa. Ayer anduvimos dando un paseo por el centro en torno a la Avenida Madero en el cruce con Lázaro Cárdenas, en torno al Palacio de Bellas Artes y la famosa Torre "Latino". En la foto el bloguero en el mirador de la torre; abajo puede verse el Zócalo con la banderaza que inspiró al señor Aznar para hacer algo parecido en la madrileña plaza de Colón; la señorita de la derecha es circunstancial. Después merodeamos por la incomparable plaza Garibaldi a la observación del mariachi. Y, en efecto, el estrépito y más que estrépito, el fragor es insoportable. Los autos, los pitidos de los guardias, los claxons y esa maldita costumbre de toda Latinoamérica de tener música altísima en todas partes a todas horas del día que no escucha nadie pero que todos tienen que oír quieran que no convierten un simple paseo en un suplicio inimaginable.

Los lectores que conocen la inquina que Palinuro profesa al ruido, valorarán el sacrificio que le supone deambular por estos lugares tan absurdamente estruendosos. Parece ser que Madrid es la segunda ciudad del mundo en ruido después de Tokio. Ignoro cómo se hacen estas mediciones pero afirmo que, al lado de México, Madrid es un convento trapense. Es más, creo que el ruido es la maldición de toda América Latina. Imagino que este factor no cuenta a la hora de medir el subdesarrollo pero debiera; estoy seguro de que tiene notable incidencia en él. Es imposible concentrarse en nada o ser medianamente productivo con ese estrépito permanente en todas partes, esas musicangas que los dioses confundan en los coches, los bares, los chiringuitos, las casas de vecinos.

El segundo rasgo que suele mencionarse de México, y más recientemente, es su inseguridad. Este es asunto muy subjetivo y no me atrevo a pronunciarme porque supongo que habrá datos incontrovertibles pero tengo la impresión de que también hay mucha exageración. No me parece que México sea especialmente insegura. Supongo que habrá zonas y barrios peligrosos; pero ¿en dónde no? Téngase asimismo en cuenta que parte del negocio de la industria turística consiste en asustar a la clientela para que no se desplace por la ciudad haciendo uso del metro, los taxis, etc y tenga que contratar sus carísimos servicios especiales.

A cambio debo insistir en el atractivo de una ciudad tan gigantesca, en su extrordinaria variedad por barrios, su abundantísima vegetación tropical, su disparatado y sorprendente diseño urbano. Luego del Zócalo anduvimos por la colonia Roma, sobre la calle Durango, a la búsqueda de una librería de lance a la que soy muy aficionado en la calle Mazatlán, una zona de calles amplias con bulevares, rebosantes de palmeras, ceibas, buganvillas, jacarandas y plagada de estatuística clásica, con Apolos, Dianas cazadoras, Venus... Lo que se ve en la segunda foto, además de Celia y Ramoncete, es una réplica exacta de la madrileña Cibeles, en la plaza de su mismo nombre, que produce un efecto bien curioso.

dimarts, 12 d’agost del 2008

Legitimidad contra legitimidad.

El referéndum revocatorio del domingo pasado ha dejado a Bolivia en parecida situación de enfrentamiento en que se encontraba. Es cierto que el mandato del señor Morales ha quedado legitimado y reforzado con más de un sesenta por ciento de apoyo popular. Pero también lo es que algunos de sus opositores, los prefectos de los departamentos que han aprobado estatutos de autonomía con fines secesionistas, también han salido reforzados y en algún caso como en el del prefecto de Santa Cruz, con más del setenta por ciento de los sufragios. Y aunque uno tiene siempre tendencia a interpretar la distinta "calidad" de los votos, el hecho cierto es que hubo votación, que fue libre y pacífica y que el resultado fue el que fue.

El Presidente señor Morales ha formulado unas declaraciones conciliadoras e integradoras, hablando de continuar adelante con su proyecto. Pero ésta será la siguiente batalla en la política del país ya que por "proyecto" el Presidente parece seguir pensando en esa Constitución que hizo aprobar en diciembre pasado sin las mayorías previstas y tenía pendiente de ratificación mediante referéndum. En gran medida, el movimiento opositor de la oligarquía vino dado por el contenido indigenista y socialista (que fue objeto de análisis en Palinuro, en Las dos Bolivias) de dicha Constitución y el movimiento autonomista se disparó a la vista de aquel referéndum de ratificación que ahora, según parece, no se celebrará.

Es como si el resultado del referéndum revocatorio consistiera en decir al presidente señor Morales que puede seguir adelante con su proyecto de transformación política de Bolivia siempre que lo haga en diálogo con la oposición. Claro que en un país con posiciones tan radicalizadas como en Bolivia, esto es más fácil de decir que de hacer. De entrada significa que sería preciso acordar con la oposición una reforma de la Constitución que acomodara a las fuerzas opositoras, con lo que podría decirse que Bolivia es el único país en que se ha procedido a reformar la Constitución antes de que entre en vigor.

(La imagen es una foto de Alain Bachellier, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 10 d’agost del 2008

En la cuerda floja.

Ya es portentoso que no haya pasado nada todavía en Bolivia y que el referéndum revocatorio de hoy domingo pueda celebrarse tranquilamente dentro de lo que cabe, que no es mucho con todo lo que agitan el cotarro los departamentos separatistas. Estos habían empezado por no aceptar la solución propuesta por el señor Morales de zanjar el enfrentamiento mediante un referéndum. En su lugar proponían celebrar elecciones anticipadas a la presidencia de la República y a las Prefecturas de los departamentos con el compromiso de todos los titulares de los cargos (incluido el señor Morales) de no presentarse a reelección. Era una forma elegante de librarse de él. La propuesta no prosperó y los prefectos autonomistas acordaron someterse democráticamente a los resultados del referéndum al tiempo que en el país había insistentes rumores de golpe de Estado civil o militar.

Aún no hace un mes que una magistrada de la Corte Constitucional pedía que se aplazase el reférendum hasta que el alto tribunal se pronunciase sobre su constitucionalidad en un enésimo intento de boicotearlo.

En principio parecía que las reglas estaban claras: el referéndum se entendería ganado por aquel cargo público que cosechase una cantidad de votos "noes" inferior a la de votos "síes" que obtuvo en las elecciones pasadas de 2005, regla que daba ventaja al señor Morales, que obtuvo un 53,7% del voto, en detrimento de los prefectos separatistas que, en el mejor de los casos, no pasaron del 47%. Sin embargo, ahora se ha sabido de una diferencia de interpretación de la norma que puede poner en peligro la eficacia de la consulta y enfrenta al Parlamento con la Junta Electoral Nacional; para ésta, la victoria en el caso del Presidente/Vicepresidente se mantiene en el 53,7% pero, en el caso de los Gobernadores, sólo se entenderán depuestos si el voto "no" es más del 51%. Una nueva discrepancia que puede producir la pintoresca situación de que, a ojos del Parlamento (y del señor Morales) algún prefecto haya perdido el referéndum mientras que a ojos de la Junta Electoral Nacional (y del interesado) no haya sido así. Como la ley del Referéndum Revocatorio prevé que, de quedar vacante alguna Prefectura será el señor Morales quien nombre al sustituto, varios departamentos quizá se encuentren con dos prefectos en una situación de dualidad de poderes difícil de manejar y que puede proporcionar el pretexto para desencadenar ese golpe de Estado que hace unos días denunciaba el señor Morales y que hace meses viene fraguando la oligarquía terrateniente con la ayuda más o menos encubierta de los Estados Unidos.

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 23 de juny del 2008

Más en contra de la directiva europea de inmigración.

A propósito de la directiva canalla sobre la inmigración recientemente aprobada por el Parlamento Europeo con el voto favorable de dieciséis eurodiputados socialistas españoles leo en InSurGente que Chávez puede cortar el suministro de petróleo a Europa. En el mismo medio leo que los países del Mercosur en América Latina han condenado enérgicamente esa directiva de la vergüenza.

Tengo escasa simpatía por el señor Chávez, que no me parece de recibo, pero en esta ocasión aplaudo su actitud. Igual que aplaudo la de los delegados de Mercosur. Estos países poseen toda la fuerza moral que les da el hecho de que en buena medida son producto de la inmigración, la mezcolanza, el mestizaje, algo positivo para toda sociedad y a la que ninguna que no esté ciega debe renunciar.

Pero además del argumento pragmático para ir en contra de la citada directiva se da el moral tradicional, el más humilde y más potente, la llamada "regla de oro" de todo sistema ético, la que se repite siempre en cualquier lugar y momento de la historia de la humanidad como especie planetaria, la que reza: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti." Con eso basta. No es necesario ponerse a recordar que los inmigrantes en Europa, legales o ilegales, son seres humanos y sus derechos (también humanos, no meramente cívicos), como la libertad de circulación o el derecho a un juicio justo, deben respetarse.

¿Es que ninguno de los dieciséis criptofascistas del PSOE que votaron esa ignominia (por cierto, rompiendo la disciplina de voto del Partido de los Socialistas Europeos) se acuerda ya de los campos de prisioneros de Franco? ¿Tampoco de cómo los españoles republicanos encontraron acogida en los países latinoamericanos? ¿Ni de los cientos de miles de españoles que en los años sesenta del siglo XX salieron a trabajar a Francia, Alemania, Bélgica, etc? ¿No tienen sentido de la dignidad ni vergüenza? No soy vengativo pero confieso haberme entretenido con la fantasía de ver qué harían estos dieciséis desalmados si se vieran en la necesidad de buscarse la vida en otro país y se encontraran con que los encerraban en un campo de internamiento hasta año y medio sin juicio justo, sin garantías, sin los más elementales derechos; como animales.

Lo dije en el post de ayer: ¿por qué no dimiten? Añado hoy: ¿por qué no se pasan al PP? Más que nada por saber a qué atenernos.

(La imagen, el campo de concentración de Dachau, es una foto de Voj, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 6 de juny del 2008

La perfectibilidad de la democracia II.

Sigo con la revisión del número monográfico de Sistema. Antes de continuar, sin embargo, unas palabras sobre el título de la perfectibilidad de la democracia. A mi entender, una característica esencial de esta forma de gobierno es su explícita aceptación de NO ser perfecta (incluso de desconfiar como de la peste de quienes hablan de formas perfectas de gobierno), sino de aspirar a un perfeccionamiento continuo. De aquí se sigue necesariamente una actitud abierta a la crítica ya que en muchos casos ésta contribuye a mejorar aquella. Mal demócrata será quien rechace sin más cualquier propuesta de "democratización" o cualquier crítica a un supuesto déficit democrático. En cierto modo la historia de la democracia es, si se permite el juego de palabras, la de la democratización de la democracia. La forma de gobierno que dio origen al término mismo de democracia en la polis ateniense no pasaría hoy el examen democrático del siglo XXI; como tampoco lo pasarían las democracias occidentales de voto restringido, masculino o censitario de los siglos XVIII a XX. Recuérdese, por ejemplo, que en algunos cantones suizos las mujeres no votaron hasta 1974. Igual que muy probablemente las democracias de comienzos del siglo XXI no pasarán el cedazo democrático del XXII. Por eso, democracia y perfectibilidad son términos cuasi sinónimos. Perfectas han pretendido ser otras formas de gobierno, desde la Civitas Christiana al Reich der Tausend Jahre hitleriano, pasando por la Monarchia Hispanica y el Estado comunista de todo el pueblo. Frente a estos intentos yo metería a la democracia dentro del cajón de lo que me gusta considerar como las chapuzas con éxito. La democracia es una chapuza, como la Unión Europea, que funciona porque todo el mundo sabe que no solamente no es perfecta, sino que está llena de defectos que hay que arreglar permanentemente y a la desesperada porque, si no, nos quedamos sin ellas. Probablemente sea esa perenne necesidad de estar tapando vías de agua de estos desvencijados navíos (que requiere el afán de todos los implicados y de ahí la conveniencia de la participación) la que los mantiene a flote mientras los Titanic se hunden.

El trabajo de Enrique Peruzzotti, La rendición de cuentas social en la democracia: nociones y experiencias en América Latina, arranca de la consideración de Guillermo O'Donnell sobre una situación deficitaria de rendición de cuentas en Latinoamérica, tanto en su forma horizontal como en la vertical, específicamente en las elecciones. Éstas no pueden suplir a aquellas porque: a) el voto no sirve para señalar qué acciones y/o políticas concretas están señalándose para castigarlas o premiarlas; b) el electorado no puede coordinar el voto de forma que se pueda utilizar éste para pronunciarse sobre la acción pasada del gobernante o sobre sus proyectos; c) hay una gran asimetría entre la información de que disponen los votantes y la que tienen los insiders (p. 114). Propugna Peruzzotti una rendición social de cuentas como complemento a las elecciones que permita: 1) una fiscalización más regular y permanente de la labor de los gobernantes; 2) una fiscalización dirigida no sólo a los representantes electos sino a distintos tipos de funcionarios de las burocracias estatales; 3) una fiscalización instantánea, en el momento, frente a acciones indebidas de las burocracias; d) una acción que no es individual sino que implica mayor participación y una coordinación social en forma de redes; 5) una mejora de la información pública; 6) un mayor conocimiento de las necesidades de la población y, en consecuencia, una mejora de las políticas públicas destinadas a satisfacerlas. En cuanto a los vehículos principales de estas formas de exigencia de rendición social de cuentas, entre otros, Peruzzotti considera las organizaciones ciudadanas (p.117), los movimientos o protestas coyunturales (p.118) y las organizaciones vecinales o comunitarias (p. 118). Encuentro valiosas estas sugerencias y las incluiría en un capítulo de formas prácticas de organización de la democracia directa como intento de vencer las tradicionales objeciones de la alta teoría a esta forma de organización democrática. Lo que me llama la atención en el trabajo de Peruzzotti (pero esto es crítica que dirigiría a todos/as quienes han colaborado en este número) es que no haga ni mención de las posibilidades que el mundo de la web abre a todas estas propuestas más o menos parainstitucionales y ello en un mundo en el que las refexiones sobre este asunto adquieren ya la prestancia de una subdisciplina llamada de formas diversas: gobierno electrónico, democracia en red, ciberdemocracia, etc.

El ensayo del latinoamericanista Manuel Alcántara, La democracia en América Latina: calidad y rendimiento, celebra en tonos casi ditirámbicos el avance de la democracia en la región y lleva su entusiasmo al peligroso terreno de lo profético viniendo a decir que la democracia en América Latina está asentada ya para siempre y que no hay que temer involuciones de carácter golpista (pp. 131 y 146). Da la impresión de manejar una idea hipostasiada de democracia a la que le vendría ancha cualquiera de las consideraciones sobre su perfectibilidad siendo así que, sin embargo, los diversos índices que utiliza para calibrarla (y al margen de los mayores o menores sesgos que puedan presentar) ya delatan una situación muy escalonada en la que hay países más y países menos (incluso mucho menos) democráticos. Los índices que emplea para dar mayor respaldo empírico a su trabajo (si bien advierte de que no es suficiente y sostiene que será necesario proseguirlo) son el de Freedom House, el IDD-Polilat de la Fundación Konrad Adenauer, el The Economist Intelligence Unit (EIU) y el de Levine y Molina (pp. 132-137) que presentan diferencias de elaboración metodológica pero dan unos cuadro de distribuciones y frecuencias de países similares y que el autor hace visibles mediante un gráfico ordinario y un HJ-Biplot muy plástico. El resultado viene a ser de cuatro grupos de mayor a menor democracia: 1) Chile, Costa Rica y el Uruguay; 2º) Panamá, el Brasil, la Argentina, México y la República Dominicana; 3º) el Perú, El Salvador, Bolivia, Nicaragua, el Paraguay, Colombia y Honduras; 4º) Venezuela, Ecuador y Guatemala (p.140) Cuba ni aparece. Como balance pasa el autor a un territorio francamente prescriptivo que llama "los rsultados de la política" en el que propugna: 1º) mayor participación; 2º) más eficacia y eficiencia del Estado en la prestación de servicios públicos (único momento en que aparece aquí algo parecido al "rendimiento" del título); 3º) la reducción de la brecha de la desigualdad; 4º) la reducción de las políticas identitarias, que ve peligrosas; 5º) el excesivo protagonismo de los medios de comunicación (pp. 143-145). Son prescripciones que no van a gozar de aclamación unánime; como tampoco lo hará la jerarquización de los países en la "escala de democracia". En fin, es un rasgo que impregna todo el por lo demás meritorio trabajo y que queda patente en una afirmación categórica como la siguiente : "La democracia en América Latina tras un lapso de un cuarto de siglo se encuentra asentada" (p. 146). ¿Seguro? Por no decir ¿qué democracia?

El ensayo de Alfredo Alejandro Gugliano, Mirando hacia el Sur. Trayectoria de la democracia participativa en América Latina, enlaza en cierto modo con el de Peruzzotti en que se centra en la cuestión de la democracia participativa y en sus formas prácticas, que no quiere decir empíricas. La crisis del Estado del bienestar (tema recurrente en el número, aunque no tanto como la referencia a Dahl) lleva a la aparición de formas participativas como los consejos populares y las asambleas de barrio. Pero lo que más interesa a Gugliano, probablemente por ser brasileño, es la experiencia de los presupuestos participativos al ejemplo del de Porto Alegre. Estos presupuestos participativos, en su articulación real, se dividen en tres formas, según como se articule en ellos la participación: asamblearios, deliberativos y mixtos (p. 161). Gugliano considera después dos formas que, en principio, parecen superar los límites de estos presupuestos participativos, en concreto las experiencias de Venezuela y de la ciudad de Montevideo. De Venezuela en concreto dice Gugliano que "es la única nación que hasta el momento incorporó la idea de democracia participativa al texto constitucional, estimulando la organización política de los ciudadanos en los diferentes niveles de la sociedad" (p. 165). Está claro que hay una contradicción entre esta valoración y el bajo lugar que ocupa Venezuela en la escala democrática del profesor Alcántara. Personalmente me inclino más por la clasificación de Alcántara, sin dejar de apreciar el punto de vista de Gugliano, pero esta discrepancia debiera ser suficiente para hacernos ser más relativistas en nuestras conclusiones en un terreno que, nos pongamos como nos pongamos, es muy incierto. Finalmente Gugliano hace una brevísima síntesis de las críticas que razonablemente cabe oponer al modelo de la democracia participativa, casi como si lo molestaran, si bien es de justicia resaltar que las expone con limpieza académica. Son éstas (y no son triviales): falta de control ciudadano de las deliberaciones de las asambleas, interferencia de los intereses partidistas, influencia de los viejos (sic) caudillos políticos, privilegios de ciertas organizaciones sociales, mayor tendencia a la privatización de la economía (p. 167). Hay para pensar en esto y para modular la eficacia de las fórmulas participativas como sustitución de la democracia reprsentativa.

El ensayo de Ricard Zapata-Barrero, Democracia y multiculturalidad: el ciudadanismo como argumentación política, recoge la propuesta de evolución de la democacia de Dahl y la sitúa en el momento actual de la globalización cuya característica esencial es el pluralismo cultural. No podemos permitir que éste entre en contradicción con el principio democrático cosa que está pasando en opinión del autor desde el momento en que en el conflicto entre inmigrantes y ciudadanos se da prevalencia a los intereses de los últimos, la actitud que él llama ciudadanismo (p. 173). Y aún las hay peores. Su examen de la multiculturalidad se articula en un plano sustantivo, dividido en tres vertientes fáciles de entender, la social, la política y la moral (p. 174). A continuación pasa revista a lo que podríamos llamar el "frente anti-multiculturalidad" bajo el más moderado epígrafe de "restricciones en la definición de una política del discurso sobre la inmigración" que atribuye a diversas agencias: al sistema electoral (e institucional en general, supongo), a los partidos políticos, a los medios de comunicación y a la casuística de los acontecimientos concretos y conflictos que se generan permanentemente (pp. 178-181). El producto más alarmante de la actitud restrictiva en el discurso sobre la inmigración es la aparición de los nuevos populismos que Zapata analiza detalladamente como una forma de discurso reactivo (p. 184) y muy dependiente del contexto y consecuencia de sus fuentes de legitimación (p. 186). Mientras la multiculturalidad queda reducida, como sucede aquí, a cómo enfocar la cuestión inmigratoria (con inmigrantes de allende las fronteras estatales) en la democracia, el planteamiento de Zapata me parece impecable y subscribo su afirmación de que el ciudadanismo constituye uno de los principales retos (incluso amenazas) a la teoría de la democracia (p. 195). Sin embargo, también llamamos multiculturalidad o multiculturalismo (la una como realidad y el otro como actitud ante dicha realidad) a un problema de convivencia de mayorías y minoría(s) nacionales en un mismo territorio y que puede dar origen a movimientos migratorios asimismo. En puridad no debiera haber diferencias en ambos casos pero de hecho las hay dado que los inmigrantes "interiores" son tan ciudadanos como los otros y, en principio,no puede haber restricción que valga. Se verá la diferencia en el artículo siguiente, de Valentina Pazé. Quedémosnos aquí con un punto curioso que arranca de la cadena lógica que vertebra la retórica populista según Zapata y es muy revelador al dar el paso a la segunda forma de multiculturalidad (por cierto, también un reto para la democracia): 1) El ciudadano es el fundador de la acción política, económica y cultural; 2) esta legitimidad se está alterando como resultado de procesos de multiculturalidad; 3) elpopulismo busca restablecerla (p.188).

El artículo de Valentina Pazé, La democracia ante el reto delmulticulturalismo aborda esta problemática cuestión de modo muy decidido. Cruza espadas con los principales valedores de la política multiculturalista, defensores de los derechos colectivos de las minorías nacionales, como Charles Taylor o Will Kymlicka a los que acusa de actitudes no democráticas por pretender proteger las identidades minoritarias por ley en lo que a la autora se le antoja una típica contradicción performativa, o sea, una especie de fantasía de omnipotencia. Para Pazé el error de este planteamiento arranca de su dualidad en la medida en que quienes defienden estas identidades minoritarias parten de una idea de la comunidad como herencia y como proyecto (p. 199), en donde claramente se refleja la pretensión quebequesa y también la vasca o la catalana y que consiste en que no consideren insostenible la pretensión de hacer con los ciudadanos en su interior lo mismo que la comunidad mayor hace con ellos en el Estado. En román paladino, que el nacionalismo vasco esté dispuesto a tratar a los vascos nonacionalistas de la forma que no tolera que el nacionalismo español trate a los nacionalistas vascos en España. La autora dibuja aquí la cadena lógica de estos partidarios de defender coactivamente la identidad minoritaria que resulta similar a la del populismo explícita en el artículo de Zapata: a) el mundo está subdividido en varios grupos culturales (juicio de hecho); b) la diferencia cultural representa un bien que tiene que ser protegido y promovido (juicio de valor); c) para ello no bastan las instituciones clásicas concebidas por la teoría liberal-democrática, sino que son necesarias medidas políticas y jurídicas ad hoc (teoría política prscriptiva) (p. 200).

La conclusión evidente es que, para Pazé, teóricos como Kymlicka razonan como los populistas de Zapata y su actitud frente a la democracia tendrá alguna concomitancia. Un interesante punto de vista que descansa sobre la agria polémica en la que centra su trabajo la autora acerca de si hay o no derechos colectivos. Allí donde Kymlicka los sostiene, Pazé los niega por cuanto todo reconocimiento de derechos a un ente colectivo entraña una conculcación de los de los individuos que residen en su seno y son los únicos posibles titulares de derechos de acuerdo con la concepción liberal clásica. Un punto de vista muy digno de tener en cuenta y muy cierto de no ser porque tropieza con una petición de principio: la preexistencia de un ente colectivo, el Estado, que es el que tiene el derecho a nombrar a los titulares de los derechos pero que no es menos colectivo que las colectividades que pretenden formarse en su seno. Para entendernos: es el pueblo del Estado en su conjunto (aquí llamado nación) el que enuncia la ley que impide a otros fragmentos esa nación (o Estado) ejercer el derecho a la separación, el que no admite un ejercicio fraccionado de su competencia legislativa superior y originaria que sólo le corresponde colectivamente. Por tanto, sí hay derechos colectivos. ¿Cuáles? El de las colectividades que cuentan con un Estado, esto es, la posibilidad de imponerse por la fuerza a las pretensiones "disgregadoras" de otras colectividades en su seno. No hay, pues, fuerza en los razonamientos sobre la titularidad individual/colectiva de los derechos sino solamente el razonamiento de la fuerza del Estado.

(La segunda imagen representa a la diosa Democracia, erigida por los estudiantes chinos durante las jornadas de Tian Anmen en Pekín, en 1989, en una foto de Undersound y la tercera una interpretación del viejo cartel del Tío Sam adaptado a la petición de que se inhabilite al presidente Bush por “high crimes and misdemenors” en foto de Maia C, ambas bajo licencia de Creative Commons).