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dijous, 8 de gener del 2009

Las imágenes del genocidio.

Mientras la diplomacia se mueve entre terciopelo y raso, la ONU muestra su inoperancia, los dirigentes occidentales callan valerosamente, excepto el señor Chávez que ha expulsado a media embajada israelí en Caracas y el señor Rodríguez Zapatero que, sin llegar a tanto, ha criticado a Israel y hoy recibe al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, los israelíes siguen bombardeando Gaza a mansalva en la operación más salvaje, despiadada y genocida que se haya visto hasta la fecha.

El caso es que, cuando se habla de genocidio, masacre, matanza indiscriminada, bombardeo de civiles, se mueve uno en el terreno abstracto de las palabras. Pero esas palabras denotan hechos, realidades, cadáveres de niños, personas mutiladas, caos, destrucción... Quien quiera ver las imágenes del furor genocida de Israel sobre Gaza que pinche sobre la imagen o vaya a Islamboutique. Pero ojo porque son muy fuertes.

Gracias, Josetxu.


A la vista de las imágenes puede calibrarse el valor del artículo del filósofo francés André Glucksman que publicaba el martes El País llamado ¿Qué significa desproporcionada? una pregunta perfectamente retórica porque el autor sabe de antemano la respuesta: no lo que haga Israel.

Por cierto, el relator de la ONU para la situación en los territorios palestinos ocupados, el señor Richard Falk, acusa a Israel de crímenes contra la humanidad en Gaza. Hombre probo este Falk. Es lo que menos que cabe hacer. La ONU no se moverá pero los crímenes contra la humanidad, el genocidio, están ampliamente documentados en las imágenes de más arriba.

dimecres, 7 de gener del 2009

Los asesinos de niños y sus cómplices.

Nada, nada, absolutamente nada, justifica el asesinato de niños. En la guerra o en la paz. En este mundo o en el otro. En estado de locura o en estado de cordura. Ayer, hoy o mañana. En la vida y en la muerte. Nada, absolutamente nada, ninguna razón o sinrazón, ninguna causa, verdadera, falsa, inventada o soñada. Nada, nunca, jamás. Nunca se podrá perdonar a quien asesina niños. Aunque se hunda el mundo, se abra la tierra, nos traguen los mares, estalle el sol o se pudra Jehová.

A esos individuos incalificables que ayer justificaban el asesinato de niños en Gaza en las radios y periódicos de la derecha sólo se me ocurre desearles algo: que nunca les maten a sus hijos y que por lo tanto sigan ganándose la vida tranquilos sin que, al parecer, los torture la conciencia.

Decían que desde la escuela en que los israelíes han asesinado a los últimos niños se disparaba contra las tropas invasoras. Decían que los milicianos de Hamás usaban a los niños como "escudos humanos". Mentira. La escuela estaba bajo protección de la ONU que había facilitado las coordenadas al ejército israelí para proteger a los refugiados que había en ella, no para que los masacraran.

Pero aunque fuese verdad ¿qué? Si te disparan desde un lugar en que hay niños, si los niños corren peligro, tendrás que ingeniártelas, hacer algo, buscarte la vida, cambiar tus planes. Cualquier cosa menos asesinar niños. Eso lo entienden todos los seres vivos excepto, al parecer, algunos supuestamente racionales.

(La imagen es una foto de khawaja, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 6 de gener del 2009

¿Es Israel una democracia?

Sí, sin duda. Hay elecciones periódicas y libres, con multiplicidad de partidos, y gobierna siempre una representación de la mayoría. Las decisiones de gobierno están pues respaldadas por la mayoría. ¿Se sigue de aquí que, por ser una democracia, Israel puede llevar la política exterior que le plazca, por ejemplo, una de agresión? Está claro que no. La democracia legitima la acción interior de Gobierno, pero no la exterior, ya que ésta afecta a terceras personas que no han elegido representantes en los órganos de decisión de Israel. Esa acción exterior habrá de legitimarse a través de las normas y usos del derecho internacional que rige entre naciones civilizadas.

No es difícil entender que en un Estado democrático pueda darse una mayoría a favor de una política exterior agresiva, de ocupación, de confiscación, incluso de exterminio. Basta con que la mayoría crea que esa política le es beneficiosa y no considere que haya razones morales para rechazarla. En el fondo es una versión del conocido problema de la tiranía de la mayoría que suele considerarse en sus aspectos internos pero no en los externos. En estos sólo cabe contrarrestar la tiranía de la mayoría mediante decisiones vinculantes de organismos internacionales que el Estado agresor se vea obligado a respetar. No es el caso de Israel que hasta la fecha ha ignorado todas las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que lo incomodaban y, gracias al apoyo incondicional de los Estados Unidos, ha bloqueado cualesquiera decisiones del Consejo de Seguridad que restringieran su política exterior.

A veces se escucha decir que , siendo Israel una democracia y muchos de los países musulmanes que se le oponen no, debemos apoyar al primero en contra de los segundos. Pero esto no es cierto necesariamente en política exterior. Estar a favor de la democracia no implica estar a favor de cualquier política exterior de la democracia. La política exterior ha de ser respetuosa con las normas y usos del derecho internacional civilizado y, desde luego, con los derechos humanos con independencia del tipo de régimen político que tengan los otros países. Podría argumentarse en favor de un derecho de injerencia en esos otros países en defensa precisamente de los derechos humanos de sus respectivas poblaciones, pero esa no puede ser nunca una decisión unilateral de un país sino una adoptada en un contexto multilateral y con acuerdo de algún organismo internacional legitimado para ello.

Hay quien dice que la política exterior israelí es de legítima defensa lo que justificaría que no se atuviera estrictamente a los criterios más arriba señalados aunque fuera deseable que lo hiciera. Pero eso tampoco es cierto ya que la política exterior de Israel ahora es inseparable de las consecuencias de una situación de guerra que ha prevalecido en los últimos cuarenta años en que, siendo Israel la potencia vencedora y ocupante, no puede esgrimir el argumento de legítima defensa que opera en cambio en el caso de sus víctimas.

Igualmente se dice que Israel tiene derecho a vivir en seguridad dentro de sus fronteras, pero eso tampoco es cierto sin más. En primer lugar Israel no está actualmente "dentro de sus fronteras" sino fuera de ellas y ocupando territorios. También puede decirse, por supuesto, que la ocupación de territorios está legitimada por el derecho de conquista en cuyo caso todo el debate sobra ya que se está en presencia del derecho del más fuerte en la guerra, lo cual es inaceptable. En segundo lugar, la actividad permanente de ocupación y asentamiento territoriales, de hostigamiento, de estrangulamiento y restricción arbitraria de las actividades económicas son actos de guerra que niegan la validez de aquel derecho a la seguridad. No se puede exigir derecho a la seguridad a quien se le niega esa misma seguridad.

También puede argumentarse que la política de Israel en los territorios ocupados y resto de Palestina no es estrictamente hablando "política exterior" ya que no afecta a otro Estado como sujeto de derecho internacional. Pero este argumento es aun peor porque si no es política exterior es política interior y, en tal caso, el comportamiento de Israel se ajusta todavía más al modelo de comportamiento delictivo tipificado por la Convención de las Naciones Unidas para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 1946 como genocidio.

En resumen, Israel es una democracia cuya política exterior en relación con los palestinos es inaceptable por ser genocida.

(La imagen es una foto de seccad, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 5 de gener del 2009

El genocidio en Palestina. ¿Qué se puede hacer?

Desde luego manifestarse y seguir manifestándose hasta que nuestras autoridades encuentren el coraje perdido en algún oscuro lugar de su miedo cerval a desagradar a los Estados Unidos y a los grupos de presión sionistas y hagan alguna declaración medianamente digna. Porque parece mentira que no se les caiga la cara de vergüenza por las abyectas majaderías que protagonizan. ¿Qué pintaba ayer la señora vicepresidenta del Gobierno español en la India hablando muy seria de la "alianza de civilizaciones" mientras los sionistas israelíes masacran palestinos? ¿Es que está en Babia esta respetable señora o es que Palestina y los palestinos le importan tan poco que no los tiene en cuenta? ¿Piensa el señor Rodríguez Zapatero seguir hablando de la consabida "alianza" sin haber dicho aún esta boca es mía respecto al genocidio de Gaza?

Lo mismo sucede con esa ridícula delegación de la Unión Europea en El Cairo compuesta por la comisaria (in)competente y los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Suecia y la República Checa (esos que dicen que el ataque israelí en Gaza es "defensivo", que ya hace falta carecer de escrúpulos) a la que, al parecer se sumará hoy el aerodinámico señor Sarkozy que cada vez se parece más a supermicky mouse y viene a obtener parejos resultados. Según dicen van a mediar pero no tienen previsto entrevistarse con nadie de Hamás. Van a hacerlo con los criminales israelíes y sus serviles criados de Al Fatah, pero no con los bombardeados, los que mueren, los que se desangran en los hospitales sin medios porque esos, ya se sabe, pertenecen a una "organización terrorista". Cada vez me quedo más asombrado de cómo hemos podido llegar a este grado de encanallamiento moral que ni las más flagrantes injusticias nos conmueven.

De los Estados Unidos ya ni hablo. Esos son responsables directos del genocidio porque alientan, arman y empujan a los israelíes y, encima, culpan a los palestinos de la desgracia que se abate sobre ellos. Es lo que hace el presunto criminal de guerra, señor Bush, en una muestra perfecta no sólo de estupidez sino de inmoralidad.

Aparte de manifestarnos, cada cual puede intentar hacer algo en su respectivo campo. En la Universidad, por ejemplo, podemos iniciar una campaña para pedir el boicot de Israel en tanto siga practicando el genocidio de palestinos y la política del Apartheid. Ayer recibí un texto de una Asociación de Profesores Universitarios de Gaza pidiéndonos que decretemos ese boicot, cosa que me parece bien. He subido el documento a Google docs. Quien quiera verlo, que pinche aquí.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).


Actualización a las 14:00 del lunes, 5 de enero de 2009.

Diez días después del comienzo de la masacre fríamente planificada y sistemáticamente realizada por Israel en Gaza, el señor Rodríguez Zapatero ha comparecido para decir que Desde la amistad con el gobierno de Israel, tengo que decir a sus responsables que éste no será el camino que lleve a la paz y a la seguridad de su pueblo, un lenguaje de trapo y bastante hipócrita que contrasta con las duras condenas sin paliativos que profiere cuando se trata de hablar de otros terrorismos y otros genocidios. Pero, en fin, menos da una piedra. Los otros dirigentes occidentales siguen callados, por ejemplo, el señor Obama, o si hablan es para jalear a Israel y acusar a los palestinos, como hace esa desgracia del género humano que se llama George W. Bush.

Creo útil señalar que, a estas alturas, los buenos propósitos formulados por el señor Rodríguez Zapatero de "lograr la paz mediante la existencia de dos estados con fronteras 'justas' y el respeto a Naciones Unidas" están ya lamentablemente desfasadosy demuestran que los asesores del presidente viven en la luna o son sionistas más o menos encubiertos. Después de la sistemática rapiña de territorios realizada por Israel, consagrada por los asentamientos judíos y protegida por ese infame muro, la reivindicación justa ya no es la de dos Estados independientes en Palestina sino la de un solo Estado en el que convivan israelíes y palestinos en democracia, libertad y mutuo respeto.

diumenge, 4 de gener del 2009

Sigue el genocidio.

Han entrado por la noche, como los ladrones. A sangre y fuego, como los bárbaros. Lo han hecho en sábado, en contra del mandato de su propio Dios que ordena no hacer nada el sábado, sin que la prohibición excluya el genocidio. Lo llaman guerra con la misma razón con que pueden llamarlo poesía porque, para que haya guerra, son precisos dos contendientes con alguna posibilidad de comparación en efectivos militares, aunque sea remota. Es una masacre sistemática, metódica, formidable contra una población civil inerme defendida por una organización de milicianos pertrechados con armas ligeras inútiles en la oscuridad de la noche que no es tal para el ejército invasor cuyos soldados llevan visión nocturna. Contra una población civil, pues, que ya sólo puede defenderse con palabras, con amenazas como las que estuvieron profiriendo ayer los portavoces de Hamás. Ya no son piedras contra tanques, como en la intifada, sino palabras contra tanques. Es una invasión armada de un territorio al que el invasor tenía cercado, aislado, asediado, hambriento, extenuado desde hace meses y sometido a bombardeo desde hace una semana.

Esta barbarie, esta obra de exterminio, este odioso abuso se hace con el apoyo económico y militar de los Estados Unidos cuyo presidente, un presunto criminal de guerra, culpa de la matanza a las víctimas. Se hace también con el beneplácito de los países democráticos, entre ellos el nuestro, ninguno de los cuales ha tenido el mínimo gesto de decencia de protestar cuando menos por la matanza. Al contrario, el país presidente de la Unión Europea, la República Checa, ha dicho en declaración oficial que la acción de Israel es defensiva justificando lo injustificable en nombre de unos pueblos cuya opinión pública se manifestaba ayer en las calles en contra de la matanza. Nadie más defiende a los palestinos, ni siquiera los países árabes que oscilan entre la indiferencia y la complicidad.

Las comparaciones que asimilaban el comportamiento israelí al de los nazis se han quedado obsoletas y cortas porque los nazis jamás entraron a sangre y fuego en ninguno de sus campos de concentración como hizo ayer Israel en Gaza. Los dirigentes judíos han abandonado ya todo disimulo, se han quitado el disfraz, la máscara con la que llevan más de cuarenta años torpedeando, boicoteando cualquier arreglo pacífico y justo que permita la supervivencia de Palestina. Esta invasión es el comienzo de la solución final sionista: el exterminio de los palestinos. Algo que los occidentales hemos amparado, alentado, propiciado y, últimamente, hemos justificado por boca de ese presidente checo de la UE que no sé a quién representa porque a mí, desde luego, no.

La única defensa de los palestinos somos los pueblos de los países occidentales y bien magra es dado que, aunque nos movilicemos en la calle, estamos muy lejos de conseguir que nuestros gobiernos hagan lo único que es eficaz frente a Israel: obligarlo por la violencia a detener la masacre. Porque la violencia está justificada aquí por la legítima defensa en nombre de un pueblo que no puede ni defenderse. Menos frente a la aplastante superioridad militar israelí y muchísimo menos frente a la estadounidense que es beligerante en el conflicto.

No creo que sea posible encontrar caso alguno en la historia que pueda semejarse a este acto inicuo de genocidio.


(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 3 de gener del 2009

Es genocidio.

(Dedicado al cooperante español Alberto Arce y sus compañeros del movimiento Free Gaza que han decidido quedarse en Gaza en espera de la invasión israelí con el fin de ser testigos de los crímenes contra la población palestina. Es un acto heroico que algo compensa de la ignominia en que estamos todos inmersos).


Por menos de la décima parte de lo que Israel está haciendo y lleva hecho en Palestina desde 1967 hay gente respondiendo ante el Tribunal Penal Internacional acusada de crímenes de guerra y genocidio.

Si lo que Israel está haciendo en Palestina y hoy mismo en Gaza puede calificarse de genocidio o no se aclara repasando la definición de este delito del artículo II de la Convención de las Naciones Unidas para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 1946, según el cual es genocidio "cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpretados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

a) matanza de miembros del grupo;

b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo."

Un sucinto repaso a los elementos de la definición hace ver que Israel cumple casi todos los requisitos en al caso de Gaza; lleva años cumpliéndolos en toda Palestina y fuera de Palestina, en los campos de Sabra y Chatila, en Cisjordania, en todos los territorios ocupados, desde luego en Gaza. Y lo hace contando con la indiferencia de la llamada Comunidad Internacional y la ayuda activa de alguno de sus miembros, especialmente los Estados Unidos.

Lo cual nos convierte a los occidentales en cómplices de este brutal, permanente, sistemático crimen contra la humanidad.

Las razones que esgrimen los israelíes y quienes los apoyan en Occidente, en la izquierda y en la derecha, políticos, magnates, empresarios, financieros, periodistas, intelectuales, clérigos, artistas científicos, etc no resisten un examen crítico. Hamás ganó limpiamente las elecciones parlamentarias de enero de 2006 pero Israel y los EEUU se negaron a reconocer el resultado y los primeros procedieron al bloqueo de Gaza contra toda razón, llegando incluso a retener los fondos de la correspondiente agencia de la ONU que canalizaban y por lo tanto no eran suyos. Tras la guerra civil de 2007 Gaza se separó de la Autoridad Nacional Palestina y quedó bajo dominio de Hamás, que está en la lista de "organizaciones terroristas" de los Estados Unidos, la Unión Europea y otros países. Se justificaba así un endurecimiento del bloqueo de la zona en que vive un millón y medio de personas en condiciones similares a las de un campo de concentración. La reacción de Hamás a esa situación desesperada de estrangulamiento, esto es, el lanzamiento de cohetes caseros sobre el sur de Israel ha dado pie al Estado judío para desencadenar la ofensiva actual, la enésima, contra Gaza, otra más en la tarea final de exterminar a los palestinos, aniquilarlos, expulsarlos de sus tierras.

Pero este debate es insulso e inútil. Aunque los israelíes tuvieran razones para proceder como lo hacen las pierden a la vista de la desproporción del castigo que infligen sobre la población civil inerme. Porque cuando un Estado pertrechado con las armas más mortales y destructivas machaca por vía aérea y se apresta a invadir con carros de combate un territorio habitado por gentes que no pueden responder más que con armamento ligero y piedras, que no pueden defenderse de los ataques aéreos y que ni siquiera pueden curar a sus heridos, se ha quedado sin una sola razón válida para semejante crimen, aunque las tuviera todas, que no es el caso.

¿Y los demás? ¿Cómo toleramos este genocidio a pleno sol? Porque tenemos miedo a que nos acusen de antisemitas si señalamos que los judíos están comportándose con los palestinos como los nazis hicieron con ellos, si decimos que los dirigentes israelíes son fascistas o que los militares judíos están haciendo en Gaza lo mismo que hizo el general nazi Jürgen Stroop con el ghetto de Varsovia. Tenemos miedo a que nos acusen de defender a terroristas, siendo así que los verdaderos terroristas aquí son quienes acusan de terrorismo a los demás. Tenemos miedo a que nos digan que defendemos las autocracias árabes frente a la democracia israelí; a que nos digan que negamos el derecho del pueblo a israelí a defenderse.

Todo eso son patrañas. Ni democracia ni derecho a defenderse ni nada: Israel es un Estado criminal que, en permanente violación de una serie de resoluciones de la Asamblea General de la ONU y de las convenciones de Ginebra, pretende exterminar a un grupo étnico y eso nos obliga moralmente a los occidentales a intervenir e impedir por la fuerza que este genocidio se consume. El no hacerlo es una muestra de cobardía y nos convierte en cómplices de esta barbarie.

Esta última agresión de exterminio en Gaza, fríamente calculada, tiene una faceta política doble. De un lado los principales dirigentes israelíes que se presentan a las próximas elecciones legislativas el 10 de febrero (Benjamin Netanyahu, del Likud, Tzipi Livni de Kadima y Ehud Barack, del Partido Laborista) rivalizan en agresividad en busca de un voto tinto en sangre palestina; cuanta más sangre, mejor. De otro lado todos ellos están de acuerdo en aprovechar los últimos días de su cómplice Mr. Bush en la Casa Blanca y el consiguiente vacío de poder en los EEUU para enfrentar al señor Obama con un hecho consumado, en la más pura tradición nazi, de forma que cuando el presidente electo tome posesión, la barbarie esté ya cometida. Pocas esperanzas permite albergar el hecho de que Mr. Obama aún no haya encontrado tiempo para pronunciarse sobre la masacre de Gaza. Es la habilidad israelí para convertirnos a todos en cómplices.

Y no solamente cómplices. Israel es un cáncer que está destruyendo los fundamentos mismos de la legitimidad moral occidental. ¿Cómo podemos presumir de derechos humanos, de respeto a la dignidad de la persona, a la vida, cuando hacemos la vista gorda ante lo que está pasando en Gaza? ¿Cómo podemos tolerar que se hable de "daños colaterales" cuando se bombardea día y noche un territorio indefenso con una densidad de más de cuatro mil personas por kilómetro cuadrado? ¿Cómo presumimos de campeones de la libertad cuando en nuestro nombre hay millón y medio de personas viviendo en práctico cautiverio y condiciones de inhumanas de abandono, humillación y miseria desde hace cincuenta años?

Gaza, el genocidio de Gaza, es la vergüenza del mundo occidental y la prueba de qué monstruosos crímenes se cometen en nombre de nuestros ideales. Y el territorio y sus castigadas gentes no pueden esperar nada de entidad oficial alguna, sea gobierno occidental o musulmán, organización internacional, asociación de partidos etc. La única esperanza de los palestinos reside en que los pueblos del mundo nos movilicemos al máximo para exigir a nuestras autoridades en primer lugar que se detenga la masacre de Gaza y en segundo que se obligue por la fuerza al Estado terrorista israelí a respetar las Convenciones de Ginebra, las resoluciones de la ONU, a retornar a las fronteras de 1967 y a abandonar sus planes de exterminio, de limpieza étnica, de genocidio en Palestina.

Hoy hay una manifa convocada contra la matanza en Gaza a las 11: 00 de la mañana ante el Ministerio español de Asuntos Exteriores en Madrid. Para ver la convocatoria en otras ciudades españolas y otros días, pínchese aquí.

Firman la convocatoria:

Asociación de la comunidad Hispano-Palestina "Jerusalén", CCOO, UGT, IU, Red Solidaria contra la ocupación de Palestina, Red de Jóvenes Palestinos, PCE, ASGCG, Izquierda Anticapitalista, Vía Democrática, PCPE, SodePaz, Asociación Haydée Santamaría, Paz con Dignidad, REMCODE, Corriente Roja, USO, Comité de Solidaridad Causa Árabe, Foro Social de Madrid, Iniciativa Comunista, Asociación Paz Ahora, Asociación de periodistas y escritores árabes en España, Fundación Araguaney.

No veo al PSOE.

(La imagen es una foto de jesuscm, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 1 de gener del 2009

Los que no descansan.

En el día de ayer, día de jolgorio universal en el que hasta quienes marchan con calendarios distintos, como los chinos o los musulmanes, estaban celebrando el tránsito del año, dos organizaciones terroristas estuvieron presentes en su ordinario quehacer, como señalando que para ellas no contaba la festividad y que era día laborable como otro cualquiera. ETA por un lado y el Estado sionista por otro. Debieron de pensar que, pues lo suyo es el fuego, era cosa de sumarse a los de artificio y festejo del momento.

ETA atentó contra el edificio de la televisión vasca con una bomba previamente avisada. Los israelíes siguieron bombardeando Gaza en preparación del ataque que lanzarán previsiblemente en las próximas horas. En ambos casos estos actos de barbarie tienen interpretaciones que no pueden dejar de hacerse.

Los etarras comunican a la sociedad que, como el buey, vuelven al surco, que si no matan es porque no quieren. Lo de menos es el sitio del atentado: la televisión. Subrayarlo sólo sirve para acrecer la autoconciencia de los medios sobre su propia importancia. Pero ETA atenta y atentará contra cualquier valor simbólico, incluidos los asilos de la tercera edad, excepto los eclesiásticos, según muy atinado comentario de Max en esta entrada. Lo que los etarras pretenden con su estólida insistencia es que se cuente con ellos y con sus pretensiones. Como éstas consisten en liberar al pueblo vasco de la oprobiosa tiranía española, son justas por definición y por el intrínseco valor de la raza, sólo desistirán si hay una negociación. En su primitivo concepto del ser negociar significa salirse con la suya tous azimuts. El sentido de la historia está con ellos. Es un discurso que no deja lugar a dudas, y las cosas seguirán así hasta el fin de los tiempos. No hay nada que hacer sino aceptar un porvenir hecho de policía, jueces, cárceles, más bombas, más policías, más jueces, etc.

En el caso de los sionistas, atrapados en su política genocida, tampoco pueden hacer algo distinto. Desde que empezaron las ocupaciones, esta situación estaba preescrita. La estrategia la marcan los ultras. Los llamados moderados, los israelíes comprensivos, los demócratas, sirven de hoja de parra para que los genocidas que quieren limpiar Palestina de lo que no sean ellos se salgan con la suya. Son como ETA pero a diferencia de ésta, llevan las de ganar. Entre tanta gente como hay en Palestina siempre habrá grupos dispuestos a morir matando antes que vivir humillados, de rodillas, permanentemente maltratados, esquilmados, preteridos. Igual que hay terroristas suicidas individuales hay decisiones colectivas suicidas. Obligar a Israel a exteriorizar y acelerar sus planes de exterminio puede ser una decisión táctica de los palestinos o de la parte radical de ellos. Quizá su único recurso: forzar a los demás países musulmanes y los occidentales a reconocer y tragarnos que estamos siendo cómplices de un genocidio que dura ya sesenta años. Ignoro cuál será su rendimiento. Pero es cierto que no tienen opciones.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 28 de desembre del 2008

Hasta la kippá de estos genocidas.

Igual que sucede con los atentados de ETA, faltan ya las palabras para condenar la fría, sistemática, premeditada, permanente, masacre del pueblo palestino a manos de los israelíes. A unos nos faltan porque ya las hemos gastado todas y ahora resultan pobres, vacías, ridículas ante la magnitud de la civilizada barbarie sionista. A otros les faltan porque no quieren condenar. Y no quieren condenar porque en el fondo están de acuerdo con los crímenes cometidos, como en el caso de Batasuna, ANV y el presidente Bush, quien tampoco condena el nuevo y enésimo crimen israelí en Gaza. Lo curioso es que, así como Batasuna, ANV etc caen por ello en la ilegalidad, la confiscación y la persecución, el presidente Bush pose de ejemplar defensor de la civilización occidental.

Faltan las palabras por innecesarias. Lo que está haciendo Israel, lo que lleva sesenta años haciendo Israel con los palestinos es un genocidio en todo igual al que los nazis quisieron perpetrar con los judíos. Con las dos importantes diferencias, causalmente relacionadas, de que los sionistas disponen de mucho más tiempo para segurarse del carácter sistemático, completo, total de su política de exterminio y de que pueden hacerlo porque gozan del auxilio incondicional de los Estados Unidos, que han respaldado el genocidio desde los orígenes, lo han amparado y justificado.

Porque un genocidio es que un Estado armado hasta los dientes, pertrechado con todo tipo de instrumentos mortíferos de alta tecnología, incluida la bomba atómica, proceda militarmente a lo bestia contra la población civil apiñada en Gaza, agobiada por la necesidad y la miseria, y protegida/chantajeada por unas ridículas milicias de Hamas armadas con cohetes hechos con botes de coca-cola y que a saber si no están financiadas y alentadas por los propios servicios israelíes. Dicen los amigos de los sionistas -que son muchos en el mundo, preferentemente en la derecha pero también en la izquierda- que Israel "tiene derecho a defenderse". Lo cual es obvio. Pero lo pierde cuando la defensa rompe toda proporción con el ataque. Y ello es así, no hay que ser ingenuos, porque sus represalias no son defensivas sino que son a su vez ataques largamente planeados y premeditados para conseguir su último objetivo que es el exterminio de los palestinos y la aniquilación de Palestina. Un genocidio en pleno siglo XXI y bendecido directa o indirectamente por la llamada "comunidad internacional", ramillete de cómplices o simples cobardes.

Toda la verborrea, todos los garabatos, planes, contraplanes, hojas de ruta, proyectos, condiciones, tratados y demás basura no son más que los jalones con los que los israelíes han ido ganando tiempo durante sesenta años para culminar su objetivo genocida que jamás se ha tomado en serio el supuesto plan de un Estado palestino por la misma razón por la que jamás se ha acatado y mucho menos cumplido una sola de las numerosas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en relación con el conflicto.

Cada vez que alguien dice lo que han podido Vds. leer líneas más arriba se le acusa de antisemita. Dejando de lado el hecho, ya de por sí inadmisible, de que, siendo los árabes tan semitas como los judíos, éstos pretendan apropiarse el término étnico, despojando de él a los árabes, la única respuesta frente a esta acusación es que se vayan a freír puñetas. Considero que el Estado de Israel viene aplicando una política deliberada de exterminio genocida de los palestinos desde su fundación y eso no me hace más antisemita que obispo. También se dice que, al fin y al cabo, Israel es una democracia y los Estados árabes o los palestinos, no. Es posible. Pero por encima de la democracia están los derechos humanos y una democracia que no los respeta y cuya política es genocida no es una democracia, aunque elija a sus representantes.

Conozco Israel; conozco Palestina; he estado allí, he estado en Gaza, Cisjordania, Jericó y sé de lo que hablo cuando digo que los judíos jamás se irán voluntariamente de los territorios ocupados y jamás permitirán que los palestinos tengan su Estado propio porque su finalidad -que arranca de la promesa de su Dios en la Biblia- es exterminar a los filisteos, los philistins, los pelistim, los palestinos. Eso sólo sucederá si se los expulsa y si se los expulsa militarmente, cosa que no está al alcance de los Estados árabes y mucho menos de los palestinos.

En consonancia con ello todas las declamaciones de la comunidad internacional, los gestos compungidos de nuestras autoridades, los melindres de la Unión Europea y los mohínes de la diplomacia internacional son pura hipocresía cómplice. La tímida advertencia a Israel de que si sigue con su política genocida, sus asentamientos, sus bloqueos, sus muros, sus provocaciones, sus expropiaciones, sus asesinatos y su barbarie perderá su autoridad moral y el respeto internacional es la más acabada muestra de cobardía, miseria moral y colaboración con el genocidio.

Porque es un genocidio.

Una última consideración. Está claro que este nuevo ataque a Gaza responde a la deliberada intención de explotar el vacío de poder en la Casa Blanca, aprovechar las últimas horas de un presidente que tiene mucho de criminal de guerra y situar al señor Obama ante un hecho consumado, exactamente como hacían los nazis. Es en este terreno en donde se podrá calibrar la categoría de Mr. Obama llegado el momento.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 18 de maig del 2008

La madre de todos los conflictos.

Para conmemorar el sesenta aniversario de la creación del Estado de Israel, el señor Bush ha hecho una visita al país y se ha dirigido al Knesset israelí en solemne sesión. De este modo no sólo celebra el aniversario del Estado judío sino que también pone broche de oro a su segundo y último mandato al frente de la Casa Blanca con un balance del que seguramente estará orgulloso: ni hoja de ruta, ni proceso de paz, ni creación del Estado palestino, ni nada de nada. El conflicto está más enconado, la situación de los palestinos más desesperada y los israelíes más prepotentes y agresivos que nunca.

Una vez más se comprueba que las sugerencias y propuestas (cuando las hubo) del señor Bush para resolver el conflicto del Oriente Próximo eran puras mentiras para seguir ganando tiempo a ver si, en el ínterin, los israelíes acababan con los palestinos. Una vez más se comprueba que los EEUU no son un mediador sino parte beligerante del conflicto en contra de los palestinos y que esto es así esté quien esté en la Casa Blanca. Ningún presidente, republicano o demócrata, se atreverá jamás a enfrentarse al poderosísimo lobby judío en Washington. Ni el señor Obama, estoy convencido.

Por eso es tanto más oportuno este libro de José Luis Ferrando Lada (Palestina e Israel. El interminable laberinto de la paz, UNED, Valencia, 2008, 124 págs), buen conocedor de esta zona del mundo en la que vivió mucho tiempo mientras era franciscano y en el que ha continuado viajando luego de dejar el estado regular.

La obra se compone de dos partes bien diferenciadas: una primera, sistemática, que traza un cuadro del conjunto de Palestina (Israel más Palestina hoy día) histórico, político y geográfico que constituye una buena introducción para quien quiera familiarizarse con el trasfondo del actual conflicto. Éste hunde sus raíces en circunstancias milenarias en las tierras del Libro que las tres grandes religiones monoteístas, la mosaica, la cristiana y la musulmana, consideran sagrado. La historia actual del dicho conflicto se abarca aquí desde los orígenes del Estado de Israel (la resolución de las Naciones Unidas de 1947, la guerra de 1948, etc) hasta la muerte de Yasser Arafat en 2004.

La segunda parte es una serie de artículos aparecidos en la prensa diaria sobre el tema Israel/Palestina entre 2004 y 2008; el último, fechado en enero de 2008, con lo que está claro que el libro es de innegable actualidad en una zona del planeta en la que los sucesos se producen a un ritmo vertiginoso. Los artículos siguen el día a día de las conflictivas relaciones entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (el organismo paraestatal que surgió de los acuerdos de Oslo de 1993) deteniéndose en el análisis pormenorizado de la situación política interna en ambas partes.

Ferrando Lada trata de mantener una trabajosa imparcialidad entre las dos partes pero se le observan mayores simpatías hacia el lado palestino probablemente porque durante todo el tiempo que viene durando del conflicto ha sido el underdog. No obstante tengo la impresión de que es pesimista respecto a las posibilidades de solución definitiva en la zona. A estas alturas ya no tiene confianza alguna en la "hoja de ruta" estadounidense y parece confiar más en las posibilidades del famoso "cuarteto", un absurdo adefesio perfectamente asimétrico puesto en pie por los EEUU, la ONU, la Unión Europea y Rusia con el fin de legitimar la política de permanente interferencia de los estadounidenses. Cree el autor que el nombramiento del señor Tony Blair al frente del tal cuarteto es buen augurio. Mi opinión es la contraria. Si Blair está ahí es porque su supeditación lacayuna a los EEUU lo convierten en idóneo para lo que se persigue: seguir permitiendo que los israelís acaben con los palestinos por todos los medios a su alcance: agresiones directas, asfixia económica y sanitaria, asentamientos indebidos, separación mediante muros... un genocidio, en definitiva, por tierra, mar y aire, a cámara lenta y a la vista del mundo entero que, si acaso, a veces advierte a Israel de la conveniencia de no ser demasiado duro para no soliviantar a las buenas conciencias occidentales.

Por supuesto, los permanentes enfrentamientos internos en el campo palestino que Ferrando Lada sigue de cerca no ayudan en modo alguno a su causa, pero es difícil no entender que es una situación consecuencia del acoso israelí y el abandono a que se ven sometidos los palestinos cuyo verdadero enemigo son los Estados Unidos de América.

dimecres, 5 de març del 2008

CONVOCATORIAS.

FIESTA DE LA IZQUIERDA.

Los amigos de No Nos Resignamos organizan una fiesta de la iniciativa PARA QUE EL CAMBIO AVANCE. POR EL LAICISMO, LA IGUALDAD Y MÁS DERECHOS POLÍTICOS Y SOCIALES. POR UN VOTO DECIDIDO Y EXIGENTE A LAS IZQUIERDAS. Es el jueves, 6 de marzo en la Sala Clamores, Alburquerque 14, Madrid, de 19,30 h. a 21,30 h., con la actuación de... MIFUNNE, HOLGADO, MIGUEL Y MONIKA, FLAMENCO Y PUNTO. Presenta: Iñaki Guevara.-

Ya se sabe, somos los que animamos al voto a la izquierda: al PSOE, a IU, a ERC, a la formación de izquierda que pete a cada cual; los que queremos que ni un voto de izquierda se quede en casa el nueve de marzo. Y menos con ese rollo del "todos son iguales" que, si dicho por la derecha es reaccionario, dicho por la izquierda es, además, estúpido.




CONTRA EL GENOCIDIO EN GAZA.

Y los de Avaaz quieren que firmemos una declaración dirigida al Primer Ministro israelí, Olmert, pidiendo un alto el fuego en Gaza para que puedan restablecerse las negociaciones. Vale. Me parece poco. Tendríamos que pedir que llevaran a ese Olmert y al resto de genocidas israelís ante la Corte Internacional de Justicia pero, como no parece que caiga esa breva dadas las circunstancias, pues, en efecto, lo menos que puede hacerse es firmar a ver si, por casualidad, conseguimos parar esa masacre de palestinos. Incluyo la referencia a la página de firma. Por mi parte añado la exigencia de que mi Gobierno amenace al de Israel con acciones diplomáticas si éste no cesa en su actividad criminal en Gaza de inmediato.

diumenge, 2 de març del 2008

Genocidio, holocausto, exterminio.

Llámenlo como quieran que por el nombre no ha de quedar. Esa matanza, esa destrucción metódica de los palestinos que lleva a cabo Israel desde 1967 es ya insoportable. Lo de menos es aquí si los palestinos radicales de Hamas (que a saber cuántos de ellos son agentes provocadores israelíes) lanzan pocos o muchos cohetes Kassam porque, si no los hubiera, Israel encontraría otra excusa para seguir machacando Gaza de momento. Más tarde continuará con Cisjordania, cuando haya conseguido masacrar a los palestinos que sigan en Gaza luego de que quien pueda la haya abandonado. Que no quede por nombres. El señor Abbas, primer ministro palestino, dice que lo que hace Israel en Palestina es un holocausto. Pudiera parecer una desmesura. Nada de eso pues con el holocausto ha amenazado un ministro israelí a los palestinos, aunque ahora diga el gobierno judío que no, que shoah sólo significa "catástrofe", lo que tiene tanto valor como cuando el señor Elorriaga se desmiente a sí mismo.

La táctica de Israel está más clara que el agua. De vez en cuando admite algo parecido a un prolegómeno de un intento de acuerdo para considerar la posibilidad de que en un futuro todavía por determinar se establezca en algún territorio de Palestina que también está por fijar algo parecido al germen de una administración de los asuntos corrientes de los palestinos en su propia casa camino de una autonomía que habrá que acordar. Cuando lo ha firmado, en menos de seis meses encuentra una excusa para ignorarlo y reanudar sus ataques. Es una política de deliberado exterminio de los palestinos hecho con los tiempos del Dios de la Biblia que son largos.

La voluntad es evidente: los palestinos nunca tendrán un Estado en Palestina. Ya pueden decir lo que quieran, reconocer el Estado de Israel, abominar de su primigenia intención de arrojar al mar a la "entidad sionista", plegarse a las condiciones que en todo momento dicte Israel: su suerte está echada y nada pueden hacer los hombres ya que el pueblo elegido quiere recuperar la tierra prometida. Pueblo elegido y tierra prometida... de Dios.

Los únicos que están en situación de frenar a los israelíes son los países occidentales, especialmente los EEUU, esto es, los que más claramente apoyan y financian al Estado israelí desde sus orígenes en 1948. Pero no quieren. Al contrario, se prestan a la farsa de hacer creer a los palestinos que median en los acuerdos a los que estos se dejan llevar y que son solamente meros paréntesis entre ataque y ataque de Israel. Es una hipocresía difícil de asimilar. Ayer mismo el Consejo de Seguridad de la ONU condenaba muy serio tanto las agresiones palestinas (los cohetes Kassam apenas alcanzan un objetivo a doce kilómetros y hace falta tirar cincuenta sobre una ciudad en hora de mercado para que muera un israelí) como la violencia israelí que sólo en el ataque de ayer causó doscientos heridos y cincuenta muertos, sin contar los destrozos materiales, procediendo así como los llamados "equidistantes" españoles entre la violencia criminal de ETA y la legal del Estado.

Estamos siendo cómplices de un genocidio. Hoy llega a la región Mr. PESC, don Javier Solana, el de los "daños colaterales". Un millón y medio de "daños colaterales". Llega a pedir paciencia a los palestinos en su sufrimiento, discreción a los israelíes en su acción de matanza sistemática y a administrar unos raquíticos fondos de ayuda humanitaria a unos palestinos carentes de agua, luz, atención sanitaria y las condiciones mínimas de subsistencia y que suponen la milésima parte de lo que los EEUU vierten sobre Israel para seguir armándolo hasta los dientes y aumentar su capacidad de destrucción.

Entre tanto poca gente se atreve a plantar cara a los sionistas, incrustados en los centros de decisión políticos y económicos más importantes del mundo y decirles lo que se merecen: que por una macabra ironía de la historia, como un gigantesco síndrome de Estocolmo, las víctimas de los nazis se han convertido en nazis.

(La imagen primera es una foto de Anomalous NYC con licencia de Creative Commons); la segunda no tiene atribución pero también está bajo licencia de Creative Commons.)

dissabte, 26 de gener del 2008

Gaza.

Lo que está pasando en Gaza, ¿no es un genocidio? Que el Estado con el mayor y mejor armado ejército de la región que cuenta, aunque no se diga, con armamento atómico, esté exterminando de hambre, sed y necesidad a millón y medio de civiles indefensos, ¿no es una repetición del Holocausto? Que la llamada Comunidad Internacional no pare los pies a los criminales israelíes ¿no es monstruoso? Que se responda con un bloqueo en toda regla a los miserables cohetes katiushas que lanzan los militantes de Hamas, ¿no es una medida cruel, desmesurada y despiadada, ejemplo típico de las demasías nazis? Que Israel no haya cumplido ni una sola de las decisiones de la ONU que le afectan ¿no es una muestra de desprecio al foro mundial y de ánimo delincuente en la vida práctica? Que la Unión Europea siga considerando a Israel un Estado democrático cuando está empeñado en el exterminio de un pueblo, ¿no es tan criminal como hacerlo? Que los Estados Unidos continúen prestando su apoyo militar y económico y su pleno respaldo a la política genocida del gobierno israelí ¿no es una canallada? Que Egipto, supuesto hermano musulmán de los palestinos no sea capaz de reaccionar de otra forma ante la desesperación de esos palestinos que con la represión ¿no es propio de sicarios, cipayos y asesinos a sueldo? Que se haya obligado a los palestinos a realizar elecciones democráticas y luego no se hayan aceptado los resultados, forzándolos a admitir gobiernos que no son los que eligen ¿no es un acto de prepotencia y abuso que nos hace a todos cómplices de la barbarie israelí? Que se siga engañando a los palestinos prometiéndoles hoy una paz anhelada y mañana un Estado propio, mientras los israelíes siguen asesinándolos, robándoles sus tierras, derribando sus casas, en definitiva, exterminándolos, ¿no es una de las grandes vergüenzas, de los grandes baldones que racaen sobre este Occidente civilizado, tolerante y democrático?

Hay que fastidiarse.

(La imagen es una foto de 3arabawy - صَحـَـفي مِصـْـري's photos, bajo licencia Flickr).

dimarts, 27 de novembre del 2007

La conferencia de Annapolis.

Annapolis, a unos cincuenta kilómetros de Washington, es una ciudad histórica en los EEUU; sede de la primera convención constitucional en 1786 que dio lugar a la definitiva de Filadelfia al año siguiente, se considera una de las cunas del país. A partir de hoy acogerá una multitudinaria conferencia de paz de un día a la que, además de los palestinos y los israelíes, asistirá el "cuarteto para Oriente Próximo", compuesto por los EEUU, la UE, la ONU y Rusia, bajo la presidencia de Tony Blair, los veintidós Estados de la Liga Árabe, incluyendo -y es un triunfo- Arabia Saudí y Siria y así hasta cincuenta países y organizaciones internacionales. Por estar estará hasta el Vaticano que no quiere perderse tan egregio acontecimiento.

Un acontecimiento del que prácticamente nadie espera resultados tangibles, para variar, por más que el Gobierno del señor Bush lleva dos semanas trompeteando sus alegres esperanzas de conseguir -por fin- un acuerdo de paz duradero entre los dos archienemigos de la zona. Es interesante comprobar cómo las manifestaciones de los políticos suelen ser palabras que se lleva el viento. ¿Quién recuerda los comienzos de esta presidencia, cuando el señor Bush decía que no pensaba hacer nada en Oriente Próximo, que ya lo había intentado el señor Clinton y sólo había conseguido la segunda intifada? Luego vino la exigencia de que Palestina prescindiera del señor Arafat (y su presunto envenenamiento), la famosa "hoja de ruta" y la aceptación de la idea de un Estado palestino. Ahora, la Casa Blanca ha dado un giro de ciento ochenta grados, la señora Rice se ha pateado varias veces la zona y los EEUU abanderan una "solución duradera". Lagarto, lagarto.

¿Qué está sucediendo? Los tres principales dirigentes en este acontecimiento, George W. Bush, Mahmoud Abbas y Ehud Olmert están, posiblemente, en sus horas más bajas. El señor Bush es el presidente más impopular de la historia de los EEUU; al señor Abbas, a quien queda un telediario, pues su mandato vence en enero de 2009, no le hace caso ni el chico de los recados y parte de su teórico territorio, Gaza, está controlado por Hamas, una organización empeñada en que Annapolis fracase, y el señor Olmert, implicado en varias causas penales, aparece como el responsable de la desastrosa aventura del Líbano el año pasado. Los tres, por lo tanto, necesitan focos, candilejas, algo que mostrar y de ahí que acudan a una cita en cuya eficacia no creen ni ellos.

Ciertamente, han sido incapaces de consensuar un documento previo que sirviera de referencia o nueva "hoja de ruta" de la conferencia y ya nadie habla de una declaración final. De los dos objetivos propuestos en un principio, esto es, el máximo (creación de un Estado palestino antes de que termine el mandato del "liberador del Irak") y el mínimo (poner la primera piedra para un proceso de paz más prolongado, que se desarrollará en los próximos años), todas las apuestas van al segundo.

Los asuntos pendientes de dilucidar, que llevan decenios arrastrándose, no pueden solucionarse en veinticuatro horas. Por si alguien lo había olvidado son los siguientes:

  • Fronteras: los palestinos quieren volver a la "linea verde" del armisticio de la guerra de 1948. Los israelíes quieren conservar todas las colonias que puedan a cambio de ceder territorios no poblados en otras partes. Los palestinos lo admitirían si hay compensaciones.
  • Jerusalén. Los dos la quieren como capital. Podría haber acuerdo a lo largo de la "línea Clinton" (2000) que deja la parte oriental, poblada de árabes, a Palestina.
  • Refugiados. Hay cerca de cuatro millones y medio de palestinos refugiados en el Líbano, Siria, Jordania, Egipto, etc. Israel no quiere readmitirlos en su territorio. Palestina exige que acoja cuando menos a una cantidad simbólica; los demás retornarían a territorios árabes o se quedarían en donde están; tendría que haber compensaciones también.
  • Colonias. Hay 450.000 colonos israelíes en Cisjordania y 200.000 cerca de Jerusalén. Podría llegarse a un acuerdo dejando tres enclaves israelíes en el norte (bloque Ariel), el centro (Jerusalén) y el sur (Gush Etzion) y evacuando el resto, como se hizo en Gaza, aunque sea de esperar que con mejores resultados.

    Como se ve, la cuestión no es baladí. A ello conviene añadir que los sirios acuden porque se ha dicho que en Annapolis se hablará de los altos del Golán, supongo que a beneficio de inventario, ¿Y de Gaza, de ese campo de concentración, vergüenza de la humanidad, en donde se hacina casi millón y medio de palestinos desde 1949 en condiciones que ni viéndolas se creen y que, aunque parezca imposible, han empeorado desde el año pasado? De eso no hablará nadie y ya veremos cómo consigue el señor Abbas y su organización Al-Fatah recuperar algún tipo de control, aunque sea nominal, sobre la franja.

    Por supuesto, no hay que perder las esperanzas. Es posible que este trío de patos cojos, Bush, Abbas, Olmert, consiga lo que otros dirigentes anteriores mucho mejor situados no consiguieron. Y sería muy de felicitarse. Pero es improbable: el señor Abbas cuenta con la oposición de Hamas (¡ni una concesión a los sionistas!); el señor Olmert con la del dirigente de la oposición, Benjamin Netanyahu (¡ni una concesión a los terroristas!) y el señor Bush con la de los halcones en la Casa Blanca (¡nada de forzar a Israel a nada!), con lo que esperar resultados concretos a largo plazo es ilusorio. Lo que no quiere decir que no se cierre la ronda con muy buenos propósitos. Ya hay preparada hasta una "comisión de seguimiento" presidida por el "cuarteto comunitario" que, como todo el mundo sabe, es lo que se pone en marcha cuando se quiere que los problemas se pudran.

    Para animar el cotarro, el señor Bin Laden anuncia una próxima alocución dirigida a los europeos en la que sin duda hablará de Annapolis.

    (Tomo la imagen del Frankfurter Rundschau, habiendo traducido lo que considero más conveniente para entenderla. Refleja la evolución territorial del conflicto del Oriente Próximo).

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  • dimarts, 19 de juny del 2007

    La solución final.

    Qué vergüenza. Qué bochorno. Cómo nos estamos prestando los europeos al metódico exterminio de los palestinos, a su expulsión, a su hacinamiento, a su muerte, en definitiva. Menos de venticuatro horas después de que el señor Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ese remedo de gobierno, instrumento perfecto para que los israelíes puedan seguir con propósito de acabar con los palestinos, aceptara todas las condiciones impuestas por los israelíes y sus poderosos aliados occidentales (EEUU y la UE), estos tres anunciaron a bombo y platillo que desbloqueaban los fondos de ayuda a Palestina que habían congelado injustamente desde enero de 2006. Las condiciones cumplidas por Abás han sido: ilegalización de Hamas, destitución de los ministros de esta organización, empezando por el primer ministro y nombramiento de otro, Salam Fayad, grato a los israelíes y sus amigos.


    ¿Y por qué estaban bloqueados estos fondos, entre ellos los procedentes de impuestos y aranceles que Israel recauda en nombre de Palestina? Simplemente porque, tras las elecciones habidas en enero de 2006 a instancias de la llamada "comunidad internacional" en los territorios palestinos, la organización vencedora fue Hamas, a la que Washington considera "organización terrorista". En consecuencia, Israel y los EEUU se negaron a reconocer al gobierno de Hamas y bloqueron los susodichos fondos. Y lo mismo hizo la UE en un gallardo acto de independencia.

    Es decir: los palestinos tienen que organizarse en forma de democracia, como quieren los occidentales y celebrar elecciones periódicas, pero los resultados de éstas sólo son válidos si salen elegidos aquellos que son bien vistos por los grandes patronos occidentales y el belicoso Israel. Al margen de toda otra consideración que, probablemente, estará muy puesta en razón, esto es algo infumable. Nuestra autoridad moral en este momento está por debajo de cero. Pero no haya problema: tenemos la sartén por el mango. Los palestinos no pueden rechistar y ese infeliz de Abás únicamente tiene que tragar humillación tras humillación, hasta la desaparición final de su pueblo.


    Porque, además de todos estos atropellos, del continuo hostigamiento israelí, del desamparo de los palestinos, a quienes no ayudan ni los suyos (aunque algunos amenacen con el apocalipsis para tranquilizar a sus huestes), que yo sepa, el proyecto de construir el muro que terminará por encerrar a los palestinos que queden en un ghetto, sin tierras prácticamente, sin recursos, sin esperanza, sigue adelante y ya se ha construido más del 50%.

    Sin duda entre los palestinos hay muchos terroristas muy condenables. Pero esta tarea de exterminio de un pueblo, acometida por un enemigo muy superior en armamento y tecnología, con el respaldo incondicional del país más poderoso del planeta y la aquiescencia, complicidad y auxilio de la también poderosísima Unión Europea es un crimen vergonzoso que nos deja a todos, moralmente hablando, a los estadounidenses, a los europeos y a los israelíes a la altura de los canallas que hace setenta años intentaron también el exterminio de estos últimos.

    Me gustaría que el señor Rodríguez Zapatero, que tuvo la determinación y el coraje de contradecir al amo del Imperio sacando a las tropas españolas de una guerra inicua levante ahora la voz para oponerse a este exterminio sistemático.

    dimecres, 13 de juny del 2007

    Ciegos en Gaza.

    Ciegos están los palestinos. Tan ciegos como Sansón cuando los filisteos, enemigos de los israelitas, le sacaron los ojos. Sólo que a estotro Sansón colectivo palestino, descendiente de los antiguos filisteos, los ojos se los ha sacado Israel y, con Israel, los EEUU y con Israel y los EEUU, la Unión Europea. Y ahí los hemos dejado, un millón y medio de personas hacinadas en ese campo de concentración que es de hecho Gaza, sin sueldos desde hace más de diez meses, sin dinero, sin trabajo, sin luz ni casi agua, sin atención senitaria, sin medios para que, ciegos de ira y miedo, se entrematen y ahorren así los últimos (y vergonzosos) pasos de una erradicación y "limpieza étnica" que comenzó en 1948 y se consolidó en 1967, hace hoy cuarenta años cuando , tras la guerra de los seis días, Israel consolidó y amplió la ocupación de los territorios palestinos. Y en esa terrible tarea están en estas últimas jornadas en que, efectivamente, Hamas -los radicales islámicos- parecen haber intentado un golpe de Estado con la lunática intención de forzar un gobierno independiente en Gaza (véase en el mapa), al que se han opuesto los moderados de Al-Fatah, dando comienzo a una guerra civil en ese angosto espacio que puede ser ya la última antes del hundimiento definitivo en el caos.

    El actual conflicto empezó cuando en enero de 2006 Hamas ganó las elecciones legislativas de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), una especie de ente político semisoberano en los dos territorios de Gaza y Cisjordania -West Bank en el mapa- que, en realidad son una especie de Bantustanes (unas a modo de reservas en que la hoy extinta Unión Suadfricana trató de recluir a las etnias negras mayoritarias) de reducidas dimensiones. Hamas obtuvo 76 de los 132 escaños y Al-Fatah, 43. Israel y los EEUU se negaron a reconocer esa victoria y cualquier gobierno que se constituyera sobre ella y suspendieron la ayuda económica a Palestina. Israel incluso retuvo los ingresos arancelarios que recauda en nombre de la ANP. La Unión Europea, más ladina, hizo lo mismo, condicionando la ayuda que presta al hecho de que el gobierno palestino reconociera el Estado de Israel. En junio de 2006, el Presidente Mahmud Abas (Al-Fatah) y el primer Ministro, señor Haniya acordaron un documento "sobre los dos Estados", que reconocía implícitamente al Estado israelí. Es el momento en que Israel, pretextando el secuestro de un soldado, agredió a los palestinos y encarceló prácticamente a toda la dirección de Hamas, haciendo imposible el acuerdo.

    En septiembre de 2006, el primer intento de Gobierno palestino de "Unión nacional" entre Hamas y Al-Fatah, cayó víctima de los enfrentamientos entre los dos bandos. El segundo, puesto trabajosamente en pie en febrero de este año gracias a la mediación de Arabia Saudita, es el que se vino ayer abajo en medio de la nueva guerra civil entre palestinos, luego de que el señor Abbas no consiguiera convencer a Hamas el mes pasado de que reconociera al Estado de Israel.

    Ciegos de desesperación, ira y angustia en Gaza, los palestinos -al menos el sector radical de Hamas, mayoritario, no se olvide- parecen preferir morir como Sansón, bajo los muros del templo. Sólo que esta vez Sansón no se llevará a los enemigos por delante sino solamente a su propio pueblo. Ese pueblo que sobrevive en condiciones infrahumanas desde hace cuarenta años en el horror del angosto territorio que es Gaza, con el 70% de la población por debajo del nivel de pobreza y que, en el último año ha visto descender sus ingresos entre un 40% y un 60% más.

    Carece ya de sentido formular las habituales advertencias a los israelíes, esas que se hacen siempre con exquisitos cuidados, diciendo "por el bien del propio Israel", debe cambiar de actitud hacia los palestinos. La nueva operación de Gaza, el muro de Cisjordania, todo, absolutamente todo lo que hace Israel está orientado al exterminio de los palestinos. Con la ayuda de los EEUU.

    Pero como miembro de la Unión Europea, cuyo responsable de política exterior es un socialista español me siento avergonzado de cómo estamos contribuyendo a este nuevo exterminio a cámara lenta (no quier hablar de holocausto para no herir susceptibilidades) de un pueblo sin presente, sin futuro, sin esperanza, humillado, preterido, torturado y acosado hasta cegarlo de tal modo que ya está entrematándose.

    No creo en Dios alguno, ni en el de los judíos, los musulmanes, los cristianos (que, por cierto, parece ser el mismo) ni en ningún otro. Pero si alguno tiene el sentido del humor de existir, bien podía descargar su ira sobre nosotros y no sobre esos infelices cuyos chavales no pueden ir hoy a hacer los exámenes al instituto porque los matan por las calles.