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dimarts, 17 de març del 2015

¡Somos españoles!


Con las dos crisis que se ceban con España, la económica y la de vocaciones, muchos empiezan a flaquear y a sentir que esto de ser españoles es una incomodidad cuando no una tortura. Hay que combatir la quinta columna espiritual de la Antiespaña. Somos más españoles que nunca y orgullosos de serlo y de exhibirnos a los maravillados ojos del mundo con la prez y la honra que siempre nos han caracterizado.

Ahí tienen ustedes al ministro del Interior de un Estado no confesional, inaugurando un cuartel de la Guardia Civil en Fitero, en compañía del obispo y un ayudante, quienes han bendecido los locales, hisopo en mano, exorcizando de paso al maligno. Estaba previsto construir un centro sanitario en el lugar pero es obvio que un cuartel es algo más reciamente español. Un cuartel de la Benemérita en una localidad navarra que lleva años clamando por él. A la izquierda, en actitud gallarda, los charolados tricornios. A la derecha, en discreto segundo plano, el ministro del Rey. Trono, altar y orden público. ¿Somos o no somos la España eterna? Si le quitan el color a la imagen, verán que no ha cambiado nada.

Bueno, algo así: estamos en un Estado democrático de derecho en donde ya no se tortura en los cuarteles de la Guardia Civil. En este de Fitero, desde luego, en absoluto, pues así se lo han asegurado al ministro San Raimundo y San Bernardo, que le han inspirado. Es textual; no invento nada. Con tan poderosos santos, es seguro que a la Guardia Civil del cuartel no se le irá la mano con los detenidos. Y si, por desgracia, se le va, mira, ya están bendencidos. Eso que se llevan. Porque, además, a ver, que ya está bien de pacifistas izquierdosos, ¿no apoya el Vaticano una intervención militar de la ONU contra el Estado Islámico? Es lamentable, sí, pero, a veces, Cristo tiene que coger la metralleta. Este Papa medio rojo va aclarándose. Eso es reconocer el glorioso espíritu de las Cruzadas. Y ¿qué va nadie a enseñarnos a nosotros de cruzadas?


Esas vacas saltarinas están locas de contento del trato que la auténtica y verdadera España de siempre da a sus maridos los toros, verdaderos protagonistas de ese arte, ese patrimonio cultural inmaterial, esa sublime fiesta nacional consistente en asesinarlos entre horribles sufrimientos. Ya sé que sueno como una de esas guarras de Femen que en cuanto pueden muestran los pitones y se embadurnan de pintura roja para denigrar nuestra esencia racial. Lo hago a propósito porque se vea cuán difícil es alcanzar la condición de español digno de la Patria. Qué redaños hay que tener y qué agallas, para no responder a la Antiespaña como merece.

Recuperar la dignidad patria, el orgullo de ser español, miembro de una gran nación y ciudadano de un Estado moderno, justo, libre y culto. Y sabemos honrar a nuestros mayores, a nuestro próceres, aquellos que, con su esfuerzo, construyeron la grandeza de la que hoy gozamos. El Ayuntamiento de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) ha decidido homenajear a un anterior alcalde y jefe local del Movimiento Nacional, el falangista ya fallecido, Eugenio Molina Muñoz, alcalde nombrado por Franco entre 1963 y 1979. Van a poner su ilustre nombre, conocido en todo Alcázar y pedanías aledañas a un parque de la ciudad. Se lo quitan a un tal Pablo Picasso, del que casi nadie sabe nada en el lugar y los que saben, se hacen cruces al mencionar a un depravado comunista, afrancesado, mujeriego y pintamonas, desdoro de la verdadera pintura, la de los españoles de temple, como Sáenz de Tejada.

Y si alguna duda tenéis, escuchad al presidente del gobierno, en la mejor tradición espiritual y verbal de un Vázquez de Mella. ¡Con qué claridad afirmaba en la radio que él representa la auténtica lucha contra la corrupción que, por lo demás, es una parte pequeñísima de ese gran país que es España! En realidad, bastaría con que Floriano dedicara dos tardes a la tarea. Pero quiere ser él, quien nunca escurre el bulto, quien dirija el ataque regeneracionista. ¿Los SMSs a un delincuente? Ama comunicarse con su pueblo y envía SMSs continuamente a todo el mundo, los de arriba, los de abajo, las personas libres y los cautivos. Es tradición de caridad nacionalcatólica.

Siendo realistas, quizá el presidente no sea muy buen presidente. ¡Pero es un gran español!

dilluns, 23 de febrer del 2015

Las corrupciones, II.

Antes de nada un matiz a los amigos de eldiario.es a cuenta del titular. El coste de la reforma del medio millón de euros del ático de Rouco no recae sobre la Iglesia sino sobre los contribuyentes, que somos quienes pagamos esta vida de lujo asiático porque nos sobra el dinero. La Iglesia se financia casi en su totalidad directamente con transferencias netas de dineros públicos e indirectamente por sus privilegios fiscales.

Al asunto en sí y tratado en modo civil. Luego vamos al espiritual. Monseñor okupa Rouco Varela se muda a un ático de 370 metros cuadrados, seis dormitorios, cuatro WCs, en la calle Bailén, pegando al arzobispado, con una vista de ensueño, con un cuerpo de casa compuesto por dos monjas y un cura. Se hace uno una idea. Pero se puede completar yendo a idealista.com y buscando algo parecido. Aquí está. Ático de 470 metros cuadrados en el mismo sitio por 2.100.000 euros. Son 100 metros cuadrados más. Bajen el precio a 1.800.000 porque el de Rouco tiene mejores vistas y, además, no vamos a reñir por calderilla. Merece la pena verlo. Tiene gimnasio y una biblioteca que parece de Oxford. No está mal para un jubilado forzoso que quiere seguir vigilando la recristianización de España y necesita un lugar acorde a su importancia.

Además, córcholis, lo mismo hizo SS. Benedicto XVI, retirado como está a un palacio de dos plantas al que llaman monasterio Mater Ecclesiae, construido en los años 90 dentro de los jardines del Vaticano, cabe la Fontana dell'Aquilone y regido por clarisas. Y ¿qué decir del arzobispo de Granada, cuestionado por su gestión de los abusos sexuales en su diócesis, que vive como un Boabdil, en un palacio de más de 1.200 metros cuadrados, con Visa oro a cargo del arzobispado y gastos estratosféricos? Si lo hacen Ratzinger y Javier Martinez, ¿por qué no Rouco?
 
El modo espiritual tiene otras facetas. La obvia: hay que ver qué vida se dan los encargados de difundir el mensaje de uno que dicen que nació en un pesebre y siempre estaba de visita porque no tenía domicilio propio. Con estas cosas se enciende el ánimo de las llamadas comunidades de base, compuestas por "auténticos cristianos", indignados por conductas que no creen compatibles con el Evangelio. Estos protestones se sienten hoy respaldados por el Papa Francisco quien, para dar ejemplo, reside en un apartamento de cincuenta metros cuadrados. Sí, es un ejemplo. Cincuenta metros cuadrados. Pero en San Pedro.
 
Y es que hay una contradicción insalvable en el catolicismo. Uno no gestiona una gran empresa ecuménica, con intereses materiales y espirituales en todas partes del planeta desde un pesebre; no confía las relaciones diplomáticas con los poderes de la tierra a los frailes mendicantes; no envía a los de la teología de la liberación a negociar unas u otras medidas legislativas de los gobiernos. Hay que ser alguien en el mundo. Tener un Estado. Con Guardia suiza. Y un banco. O más. Y pisos, casas, tierras, palacios, monumentos, catedrales, iglesias. Y un PIB altísimo, aunque no creo haberlo visto nunca. 
 
Sería ideal que un renacimiento evangélico purificara a la Iglesia de la corrupción. Los cristianos de base hacen bien en esperarlo. Tienen experiencia. También esperan la vuelta del Mesías y, según parece, la resurrección de los muertos. La esperanza es lo último que quedó en la caja de Pandora.
 
Y, mientras esto llega ¿por qué la Iglesia católica, que es una asociación privada, no se financia por sus propios medios? O sea, ¿por qué no cumple lo previsto los Acuerdos vigentes con la Santa Sede?

dissabte, 21 de febrer del 2015

Rajoy y Mas no se muerden.

Insólita noticia: Rajoy y Mas coinciden en un acto y no se lían a mamporros sino que, al contrario, hasta son capaces de sentarse contiguos sin escupirse. Una noticia digna de un reportaje entero en el que se da cuenta de una reunión de ambos con el primer ministro francés, Valls; pero no de su contenido que, al parecer, es irrelevante, sino de sus formas. Se sabe que han almorzado juntos, notable proeza, en la selecta compañía de 300 comensales (o sea, una pasta) sin darse codazos ni collejas. No consta que se saludaran a la entrada pues nadie los vio llegar, pero la situación era obviamente tensa. Toda una noticia.

Sin duda. En medio de una crisis sin precedentes, Rajoy y Mas llevan siete meses sin verse y sin hablarse. No se mandan ni whatsaps, con lo aficionado que es Rajoy a los SMSs. Y vaya usted a saber si se siguen mutuamente en Twitter. Valls, que tiene mucho de español, debía de sentirse en casa: un lugar en el que nadie se habla. ¡Hablar! ¿De qué tiene que hablar Rajoy con quien niega la unidad de la Gran Nación española, vamos a ver? De nada, señor mío, de nada. La soberanía del pueblo español no se negocia. Mientras yo sea presidente, España no se romperá. Ahora ataque usted las endivias o como las llamen aquí.

En Madrid, en IU, están a dentelladas, llamándose cosas de peleas callejeras y amenazándose con los tribunales. Izquierda Unida, una historia de fraccionalismo legendario que acaba en una explosión final con una parte que pide entrada en el baluarte de Podemos al frente de unas mesnadas ideológicas variopintas y otra que se ha quedado extramuros y corre el riesgo de ser masacrada. El patriarca interior, Cayo Lara, parece fuera de combate y el exterior, Anguita, quiere estar dentro, pero no sabe cómo. El Partido Comunista de España parece en estado catatónico.

Versallescos, en cambio, están los socialistas. Detrás del guerrero Sánchez, victorioso en la batalla de Madrid, viene el intelectual Gabilondo a legitimar la conquista. Es el equivalente al Rey filósofo platónico. Frente a este peso pesado poca cosa era Zerolo, que parecía más candidato de un Madrid alegre y algo grafitero. De todas formas, la ciudad tiene sus peculiaridades. Presentar de candidato a un catedrático de Metafísica para un puesto actualmente desempeñado por un político bastante chisgarabís que nadie ha elegido, con evidentes carencias de todo tipo y abundantes sospechas de irregularidades, es desproporcionado.

Y a saber si Gabilondo ha de vérselas con González o con algún otro pues también la derecha anda a mordiscos en la capital del Reino. Alguien ha desempolvado la divertida historia de la gestapillo, un asunto de espionaje en el PP en el que está implicado el presidente de la autonomía, que ya carga con la mala fama de un ático de fórmula registral cuando menos confusa.
 
La confusión es la culpable de todos los males. La confusión en que viven los gobernantes y las clases dominantes. La carencia de valores, el relativismo moral, bestia parda del Cardenal Rouco. Ha tenido que recordarlo una vez más este Papa medio rojo:  que la limosna no basta para encubrir a quien paga en negro. Digo yo que tampoco a quien cobra en negro, sobre todo, sobresueldos. Y ya estamos en casa en donde, al parecer, cobra en B hasta el presidente del gobierno.

No obstante, Rajoy dispondrá de los correspondientes asesores neoliberales que le explicarán qué respuesta debe darse a las palabras de Bergoglio. Veamos: el PP es una autoridad política o teológico-política y las autoridades no tienen por qué meterse en las relaciones entre particulares. Si el Papa asegura al corrupto que dar limosna para conseguir el perdón de los pecados no sirve para nada, la respuesta racional del corrupto será suprimir la limosna.

dilluns, 16 de febrer del 2015

La Iglesia militante.



Con su pompa y boato habituales, la Iglesia católica escenificó el sábado el nombramiento de veinte nuevos cardenales, veinte príncipes de la Iglesia. Un cuadro solemne. ¡Cuánta púrpura! ¡Cuánto color! Los hay de todos los continentes. La Iglesia es ecuménica. Pero el Papa Bergoglio los ha tratado uno a uno, según sus circunstancias personales; algunos han pasado a presbíteros, otros, además, han conservado la diaconía a título presbiteral  pro hac vice, por así decirlo, "a término". La Iglesia cuida de sus hijos, incluso cuando son príncipes para que asciendan en el espíritu sin perder la seguridad del mundo.  Presente estaba el Papa jubilado Ratzinger. Grandioso consistorio. Una imagen de otro mundo.

El Pontífice pronunció una breve homilía militante, casi combativa, y en un lenguaje con copyright, cuando animó a los nuevos purpurados y al resto del colegio cardenalicio a que “no se aíslen en una casta”. Precisamente. Con razón titula el reportaje el autor, Pablo Ordaz, Un Papa contra "la casta". Va a resultar en efecto que hay una afinidad electiva entre Pablo Iglesias y el Papa. Probablemente cuenta el origen argentino de SS. Y no menos que se trate de uno de origen italiano. El grueso de los argentinos son de origen hispano o italiano (con grandes aportaciones de otros pueblos y razas) pero ignoro si hay algún saber convencional acerca de cuál de los dos grupos sea más chanta. Porque escuchar a un Papa decir a los cardenales que no hay que ser una casta produce cierta perplejidad.

¿Y por qué se atribuyen al Papa esas motivaciones reformistas radicales? ¿Por qué se lo teme en los obispados y sacristías? Pues, según parece, porque invoca el nombre y la autoridad de Cristo. El Papa anterior, más dado a lo contemplativo, sobre Cristo teorizaba. Escribió una biografía suya, llena de celestiales consideraciones que Palinuro reseñó en su día allá por 2007, (El Cristo del Papa). Este Papa Bergoglio parece practicar las enseñanzas de Cristo en vez de teorizar sobre ellas. Es curioso que, cuando esto sucede, se arma considerable revuelo, los capelos se erizan, las sotanas se encrespan. Es justo el momento que suelen gozar los cristianos de base, esos fieles descontentos con una Iglesia jerárquica y burocratizada. Creen que, por fin, el Cristo al que el mínimo Francisco seguía, se enseñoreará de su Iglesia. Porque es suya. Que esto lo inste el Papa, animando a la curia a echarse a esos polvorientos caminos, al rescate de los oprimidos, los marginados, los repudiados, los perseguidos, les parece verosímil y muy esperanzador. Los cristianos de base tienen su hogar en la primera de las bienaventuranzas, bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
 
No obstante, la homilía debió ser incendiaria para los purpurados. El español Blázquez regresa a España, firmemente decidido a luchar contra la pederastia en la Iglesia. Solo con que lo haga con la mitad de denuedo que pone el obispo Reich de Alcalá de Henares en luchar contra la homosexualidad en el mundo, los curas pedófilos van a salir si no escaldados, sí aburridos. Denodadas batallas a las que podrá contribuir monseñor Rouco ahora que, para demostrar que no pertenece a casta alguna, acaba de mudarse a un piso de 370 metros cuadrados en Madrid, procedente del palacio episcopal.
 
Terminó el Papa Bergoglio avisando de que el camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre. Y lo dijo delante de la copiosa delegación española, compuesta por la vicepresidenta del gobierno, los muy píos ministros de Asuntos Exteriores e Interior y otros ocho altos cargos de un gobierno que acaba de establecer la cadena perpetua, o sea, para siempre. Los españoles siempre más papistas que el Papa, hasta cuando es argentino.
 
Y, por cierto, ¿qué hacían estos gobernantes españoles en la vaticana celebración a cuenta del erario? ¿No es España un Estado aconfesional? Si los señores Sáenz de Santamaría, García Margallo, Fernández Díaz y resto del piadoso séquito querían ir a unos rituales y liturgias de la religión que profesan, que se lo paguen de su bolsillo.  Pero no ha lugar. España sigue siendo un país nacionalcatólico.
 
El más directamente interpelado por la afirmación del Papa de que la Iglesia no condena a nadie para siempre era el ministro Fernández Díaz, a quien los espectadores pudieron contemplar ayer en crueles close ups  en la entrevista con Jordi Évole. No es interesante lo que dijo, que fue la sarta habitual de dislates y falsedades, aunque hubo momentos sublimes, como cuando negó tener previstas multas para quienes fotografiaran a los policías haciendo los trabajos que él les encarga. Lo interesante fue cómo lo dijo, con qué acritud, destemplanza, altanería, obcecación, irritación apenas contenida en un mar de gestos, guiños, tics nerviosos que hacen temer seriamente por el equilibrio anímico del personaje. Este hombre necesita asistencia psiquiátrica inmediata. Se ve que sus continuas plegarias no son remedio suficiente.

dilluns, 1 de desembre del 2014

Arte y propaganda.

Hace unos días se inauguraba en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, en Madrid, la exposición A su imagen. Arte, cultura y religión, organizada por la Fundación Madrid Vivo, una asociación conservadora de empresarios y curas, la Conferencia Episcopal Española y la Archidiócesis de Madrid. Los medios ilustraban la noticia con una foto del acto en la que figuraban diez personas, entre ellas la consejera de Educación de Madrid, Lucía Figar, el obispo Osoro, el cardenal Rouco, Ana Botella, la ex-reina Sofía, el presidente del Congreso, Jesús Posada, y la vicepresidenta del gobierno, Sáenz de Santamaria, además del empresario y ex-ministro Villar Mir. Puro antiguo régimen. Puro nacionalcatolicismo que, según, Luis Goytisolo sigue vigente.

Los figurones del trono, el altar, la política y la empresa se hicieron retratar delante de un cuadro de Rubens que representa a Sansón dando muerte al león. Pensé entonces que a lo mejor y, a pesar de los antecedentes citados, la exposición era de verdad de arte y cumplía lo que anunciaba a través de los medios de comunicación de ser una muestra "de lo mejor de la pintura y la escultura españolas" de tema religioso, con piezas de grandes maestros, como Goya, Velázquez, el Greco, Murillo, Rubens, Ribera, Zurbarán, Berruguete, Gregorio Fernández, etc.

Nada más lejos de la realidad. La exposición abarca, sí, unos diez siglos, del X al XX. Pero todas las piezas son de autores (o anónimas) de segunda fila u obra menor de contados maestros. De escultura, nada, salvo cuatro o cinco tallas de Gregorio Fernández y algún otro, ideales para adornar iglesias. Y eso sin mencionar varias muestras de un mal gusto estomagante, como unos candelabros gigantescos de plata repujada, algún relicario, cáliz, arqueta, etc todos de oro, plata, pedrería, pruebas de ese espantoso boato a que tan aficionado es el culto católico desde siempre.

La finalidad de la exposición, su hilo temático, es mostrar el interés y el apoyo de la iglesia al arte en todos los tiempos y actualmente. Es decir, una finalidad de propaganda. Durante siglos, el arte ha sido vehículo de propaganda de la religión, especialmente la católica. Se trata, pues, de que siga siéndolo hoy, si no como antaño, sí para lo hoy necesario. Para redondear el carácter eclesiástico/católico del evento, se cobra una entrada de 7 euros completamente abusiva, primero porque es una institución pública (el Ayuntamiento) y después porque la muestra no los merece. Los organizadores tratan de justificarlo obligando a los visitantes a acarrear esos ridículos audiotrastos con informaciones grabadas sobre algunas obras también teñidas de propaganda católica, como lo están las explicaciones que figuran en las paredes, redactadas con espiritu militante.

La misma clasificación temática de la exposición muestra esa estrecha visión catequística peculiar al catolicismo español: de algunos episodios del Antiguo Testamento a las representaciones del Dies Irae, pasando por la narrativa canónica de la Virgen, vida de Cristo, apóstoles y evangelistas, padres y doctores de la Iglesia, la Iglesia en sí y su peculiar negocio, el memento mori. Cierto que la exposición habla de "arte, cultura y religión", pero por esta última se entiende tan solo la católica. Si no yerro, hay una sola pieza de religión no católica, un fragmento de pergamino de una Torá de Calahorra o Tudela del siglo XV y algunas menciones obligadas por el contexto a las otras dos religiones del Libro. El resto, catolicismo a machamartillo que, por lo demás, es el contenido casi exclusivo de la producción artística española prácticamente hasta el siglo XIX.

Las aportaciones extranjeras, en su mayoría, que tampoco es mucha, flamencos, a veces anónimos, algún Teniers y un Lucas Cranach. El resto, italianos, entre los que destaca un genial Tintoretto con una Judith a punto de degollar a Holofernes. Todo lo demás, pintura española que si, al principio, parecía ser algo más suelta, más abierta, con la implantación del canon tridentino, empieza a agarrotarse cada vez más, hasta desembocar en ese arte acartonado, manoseado, mercenario,  apagado propio de las sacristías, los refectorios de los conventos y los altares de las iglesias. Producción iconográfica, sí y programática, pero de calidad artística deplorable.

Alguna ventaja habría de aparecer: es una pintura (también hay algunas tallas, códices y tapices, siempre del canon de Nicea) poco vista, por encontrarse en su mayoría desperdigada por museos diocesanos, parroquias, cofradías, catedrales, algún banco y colecciones privadas. De varias de ellas hay reproducciones accesibles, pero se agradece ver el original, como el célebre In ictu oculi, de Juan de Valdés Leal, del siglo XVII, que se conserva en la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla replicado siglos después con expresa referencia a él en el cuadro de Gutiérrez Solana, la procesión de la muerte, que el Museo Reina Sofía ha prestado para esta ocasión. Igualmente impresiona un pequeño lienzo de Goya, de 1819, que representa la oración de Cristo en el huerto de los olivos, a quien un ángel aporta el amargo cáliz, que se guarda en las Escuelas Pías en Madrid. Ese Cristo, que debiera proclamarse como adelantado del impresionismo, es una especie de revenant de la principal figura de los fusilamientos de La Moncloa en la memoria de un Goya ya anciano.
 
Si el desocupado lector dispone de tiempo y se divierte viendo cómo se representaba en un momento u otro a San Jerónimo, o los más conocidos episodios de los Evangelios, o el éxtasis de Santa Teresa, aquí podrá pasar el rato. Por mi parte, si tuviera que mencionar una última obra meritoria que, como algunas otras, sobresale de este pantano de mediocridad y beaterío, me quedo con la Virgen del pajarito, de Luis de Morales.

dijous, 20 de novembre del 2014

Los Romanones.


Cinco días después de que el Ayuntamiento de Granada concediera una medalla a la Virgen de las Angustias, las angustias las padece ahora el clero de esa ciudad embrujada. Una secta de curas, o sea, una secta dentro de una secta, abusando de chavales. Esa tendencia de los clérigos católicos a beneficiarse de los críos tiene que estar relacionada con la monstruosa regla del celibato. Eso no es excusa, desde luego porque los célibes pueden dejar se serlo cuando quieran, pero es una explicación. Echas sobre ti una prohibición contraria a la naturaleza y la naturaleza sale por otra parte. Y pecado y delito.

Y bochorno para la Iglesia de Cristo, el que decía que dejaran a los niños acercarse a él. La Iglesia, como tal, no es responsable de las conductas desviadas de algunos de sus ministros, pero es evidente que una secta tiene que estar amparada por la complicidad de una red mayor, más extensa. Y que estos comportamientos no pueden ser infrecuentes en un país en el que una inmensa cantidad de niños está bajo cuidado de los curas en gran medida a cargo del Estado, es decir, de la colectividad, de todos. Vamos que eso de abusar de los niños no es cosa de pervertidas comunidades del frío norte, de reformatorios e instituciones perdidas entre brumosos bosques. Que también lo hay aquí bajo el sol del Albaicín.
 
En este caso concreto, el de la secta de los Romanones, hay un contraste entre el lujo de detalles que la prensa revela sobre la vida de dispendio, lujo y ocio de esos curas y el hecho de que el sumario sea secreto. Las fuentes de los medios que dan la información parecen fidedignas, pero, si no nos aseguraran que lo son las historias parecen sacadas del Gran Gatsby.

divendres, 26 de setembre del 2014

Las dos espadas.


El inevitable obispo soltó ayer una bomba pastoral. Indignado por la claudicación del gobierno en el aborto, lanzó una tremebunda marianítica, llamando "desleal", "insensato" y falto de "rigor intelectual" al presidente del gobierno. Como suena; lo comentaré más abajo. Utiliza el prelado una terminología casi apocalíptica, curiosa mezcla de retórica bíblica ("diabólica síntesis", "estructuras de pecado", "excomunión") y lenguaje ilustrado y tecnocrático ("feminismo radical", "imperialismo transnacional neocapitalista" (sic), el "lobby LGTBQ"), en un batiburrillo confuso que muestra tanto desconocimiento sobre la edad contemporánea como prepotencia en la imposición general de un dogma religioso tan opinable, problemático e incierto como cualquier otro, el musulmán o el judaico, por ejemplo.

Lo que delata el exabrupto obispal, en realidad, es una indignación mucho más profunda. Muy alarmado, monseñor llama ya a la acción política para imponer la doctrina social de la iglesia. Incluso lleva su audacia a proponer por enésima vez la posibilidad de regenerar los partidos políticos mayoritarios, aunque hasta ahora estos intentos han sido siempre improductivos. Es un lenguaje altanero. Invocar la regeneración de los partidos no por la corrupción, la falta de representatividad, sus estructuras no democráticas, sino porque ha habido un choque de carácter dogmático revela soberbia eclesiástica hasta en España, país sumiso a los desvaríos de la religión, y ha irritado a los políticos. Pedro Sánchez, convertido en una especie de cañón giratorio con encargo de disparar a todo lo que se mueva, respondía horas más tarde con una carta abierta de la que también diremos algo. Pero ese sobresalto de los políticos, yerra el punto central de la indignación clerical, que está oculto en la combativa epístola obispal.

Ciertamente, el aborto es cosa de la que la iglesia ha hecho causa mayor, cosa de principios irreductibles, valores, fundamentos. Pero, en el fondo, la trinchera es una avanzadilla de un frente más profundo en que hay dos elementos decisivos: la perpetuación de la supeditación de la mujer negándole un derecho esencial a su vida, y el núcleo de la teología política católica basada en la teoría de las dos espadas del Papa Gelasio. Las dos espadas, forjadas por Dios, son autónomas. En uso de esa autonomía, el gobierno comunicó a la jerarquía la retirada de la ley contra el aborto antes que al pais y al parlamento. Quizá antes que al ministro de Justicia.

Ya solo este hecho obliga a cualquiera con alguna conciencia cívica a preguntarse quién gobierna en España, si el poder civil o la iglesia. Es obvio que los proyectos legislativos más ideológicos de este gobierno, la reforma del aborto y la de la educación, vinieron dictados por los curas. Lógico, creen los gobernantes, acudir a ellos a comunicarles antes que a nadie las dificultades para realizarlas. Sí, cierto, piensa el obispo; pero no es bastante. La teoría de las dos espadas afirma la superioridad de la espiritual sobre la terrenal; esta es autónoma excepto en aquellos casos que afectan a cuestiones espìrituales, privativas de la iglesia. En ese caso el poder espiritual prevalece sobre el temporal. ¡Justo lo que no ha pasado! El gobierno, aleve, ruin, cobarde, traidor, ha faltado a su obligación. La segunda espada se ha alzado sacrílegamente contra la primera. Procede la excomunión, gruñe el obispo y no cualquiera sino latae sententiae, en el momento del pecado/delito, porque el aborto es, sobre todo, un pecado.

Esa es la razón de la furia obispal, expresada con muchas protestas de respeto a las autoridades, pero tanto más enconada cuanto no puede hacerse pública: si cedéis en el aborto, acabaréis practicando el regalismo, el laicismo, el relativismo, relajando el control sobre esas enemigas del cuerpo místico que son las mujeres y hasta aceptando que la iglesia deje de financiarse con cargo al erario público y la sostengan los fieles. Y eso ya son palabras mayores.

Así que el obispo entra a saco. Rajoy, el desleal, ha inclumplido su promesa electoral en relación con el aborto. O no se ha enterado de que el hombre lleva tres años incumpliendo sus promesas electorales, lo que sería grave, o eso le importa una higa, lo que sería peor viendo los parados, los jóvenes, la violencia de género, los desahucios, la pobreza infantil. Da igual. Rajoy es un "insensato" y carece de "rigor intelectual". Esto último es obvio; basta con oírlo hablar. Pero quizá el obispo debiera vigilar el suyo. Al igual que Ruiz-Gallardón, por darse aires de enterados en las líneas actuales de pensamiento social, político, filosófico, utilizan conceptos que no entienden o que instrumentalizan de forma lamentable, ridículo. No es exagerado decir que el párrafo siguiente muestra la necesidad de que el prelado se informe algo más porque, en verdad, es que no tiene ni idea de lo que dice, o vaya al psiquiatra: el Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género, e “infectado” como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ; siervos todos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada “gobernanza global” al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista. Substitúyase el lobby LGBTQ por los protocolos de los sabios de Sión, el Partido Popular por el Liberalismo, el feminismo radical y la ideología de género por la masonería y el judaísmo internacional, la gobernanza global por la tiranía de Satanás y el imperialismo transnacional neocapitalista por el Anticristo y el discurso es el de siempre.

Pedro Sánchez se ha sentido obligado a pergeñar una carta abierta que ha publicado en Twitter, con buena intención, pero con falta de enjundia. Una carta de protesta, sí, pero también sumisa, redactada en esos términos conciliatorios que luego impulsan al PSOE cuando tiene el poder a confraternizar con la iglesia, no en todos los aspectos, pero sí en algunos cruciales en los que el socialismo, típico producto del enteco nacionalismo español de raíz liberal, se pliega a las exigencias del nacionalcatolicismo, verdadera maldición de los españoles. La carta contiene protesta, pero rezuma respeto. El PSOE ha pedido a la jerarquía que releve al obispo de Alcalá, seguramente en la creencia de que su sustituto sea menos brutal. Pero no es esta la actitud que un partido heredero de la ilustración europea (ya que la española ha dejado escasa herencia) deba adoptar ante un episodio de esta naturaleza en el que se juega un asunto fundamental para la sociedad española y su convivencia, de la que habla Sánchez, pero sin referirse a nada específico.

Y lo específico está al alcance de todos: acometer de una vez por todas la separación de la iglesia y el Estado en España; denunciar los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 y el Concordato de 1953; suprimir el presupuesto de culto y clero y hacer que la iglesia se financie por sus propios medios y cumpla sus obligaciones fiscales como todos los ciudadanos. Solo así conseguirá alguna autoridad moral para hablar de las cosas del común. En caso contrario, el que se da ahora mismo, la iglesia actúa con evidente falta de legitimidad y de autoridad, puesto que arremete contra las decisiones de un Estado del que vive. Y, por cierto, opíparamente.
 
De eso, en la carta de Pedro Sánchez no hay ni palabra. El obispo montaraz, al oír que se le critica tan respetuosa como sumisamente pensará en recia tradición española: ahí me las den todas.

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La segunda imagen es una ilustración de Frantisek Kupka titulada el dinero para la revista anarquista L'assiette au beurre, del 02/11/1901.

dissabte, 25 de gener del 2014

El verbo de Dios.

Animada por el edificante ejemplo del ministro Gallardón en defensa de la fe cristiana, la jerarquía se ha lanzado al combate dialéctico por la misma causa, pero no solo en defensa de la ley contra las mujeres, sino de todos los valores que representa: la homofobia, el estigma de las relaciones sexuales no matrimoniales, la sumisión de la mujer al hombre, la lucha contra el horrendo feminismo. Cumple así el pío deseo de su hasta ahora cabeza visible, Rouco Varela, de reevangelizar España, dejada de la mano de Dios. Son la legión tebana en apoyo de su capitán, San Mauricio Gallardón, batiéndose solo contra los asesinos de seres concebidos pero no nacidos. Arman un gran barullo y esperan que no los sometan al martirio.

Suelen argumentar los católicos, cuando alguien protesta por tener que escuchar en público una sarta de disparates y granujadas, que los curas tienen perfecto derecho a expresarse, que hay libertad de expresión y mucha gente está encantada de escucharlos. No lo dudo. Pero sus gustos no son necesariamente los de los demás y estos monseñores imparten sus doctrinas a través de medios públicos de comunicación que pagamos todos, incluidos quienes no tenemos ningún interés en escucharlos. Es más, cualquier cosa que expresen los curas en público, aunque sea subidos a una farola en una plaza, lo hacen con el dinero que todos los españoles estamos obligados a pagar a la iglesia y con el que esta se mantiene. Es lógica nuestra petición de que, cuando los católicos quieran escuchar a sus pastores, lo hagan en locales apropiados, privados, aparte, en donde no den la murga a los demás, que bastante tienen para pararse encima a escuchar (si, por ejemplo, son gays) cómo los insultan unos señores tocados con un cucurucho.

Una vez corregido este abuso de sobrevoz de la iglesia católica en España, ya decidirán los ciudadanos si les merece la pena acercarse a escuchar la doctrina de los clérigos sobre asuntos acerca de los cuales no suelen saber nada. Siempre hay, además, gente con sentido del humor. Mientras esto no suceda y la jerarquía se empeñe en ocupar los espacios públicos para sus monsergas, en lo que los economistas llamarían una típica externalidad, o sea una especie de contaminación acústica, tendrán que tragar con el correspondiente derecho de réplica de quienes están obligados a escuchar sus sermones y... pagarlos.

Y es que el clero dice cosas que producen verdadero pasmo. El nuevo cardenal, Fernando Sebastián, uno que en 2007 pedía el voto para Falange de las JONS, siete años más tarde ha progresado en su espíritu cristiano y ahora solo pide que se se trate a los homosexuales como enfermos, razón por la cual ya lo han llevado a los tribunales. No sé cómo acabará el asunto pero es difícil que este clérigo entienda lo inhumano y perverso de su razonamiento. Ningún fanático admitirá jamás que quienes no compartan a pies juntilla sus creencias y valores sean personas normales; son delincuentes o enfermos. Es el abc del totalitarismo. Pero está claro que, si hay un enfermo en esta fábula, es el fanático.

El obispo de Granada, editor del libro Cásate y sé sumisa, también está bajo la lupa de la fiscalía que investiga si el ensayo merece algún tipo de reproche penal. Pero Palinuro confiesa que su obispo preferido es el de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, que tiene un discurso más filosófico y carga contra el feminismo radical porque deconstruye la persona. Ahí es nada. Entra a saco en el terreno de la izquierda, igual que Gallardón pero, a diferencia de este, en lugar de enarbolar la bandera roja y ponerse al frente de la revolución, enarbola el lábaro con la cruz y desbarata a los heréticos e infieles con la espada.

Reconozco idealizar un poco pero es que uno espera que Dios envíe sus mejores soldados a la defensa de su causa. Un hermoso San Miguel con su espada flamígera o un aguerrido San Jorge de brillante armadura, por ejemplo. En su lugar hemos de vérnoslas con estos atildados burócratas, repeinados, de sonrosados mofletes, poco dados a la rudeza de la lucha en campo abierto y más a los placeres de la buena mesa. Pero lo que nos niegan en la estética nos lo dan en la dialéctica, en los alambicados conceptos que manejan. Este viene hablando de que el feminismo conduce a la deconstrucción de la persona. Ignoro lo que monseñor entiende por este concepto derridano. Según parece lo tiene por algo abominable. Porque gran parte del feminismo se vale de él para su objetivo, esto es, contraponer la ausencia en que ha consistido su condición desde tiempo inmemorial a la presencia masculina, hacer aquella visible mediante un proceso de différance, hacer visibles a las mujeres. Y eso es más de lo que el obispo puede tolerar.

Carga asimismo monseñor contra las teorías queer y cyborg. Está a la última. Se ve que conoce el manifiesto de Donna Haraway, al menos tanto como Gallardón el Manifiesto Comunista. No sé por dónde puede tener el clérigo cuita con lo cyborg. Una metáfora antes que un teoría. Le hace ilusión, imagino, soltar el término con sus resonancias cavernosas. Alguien que anda con cyborgs está al servicio del maligno. Y de inmediato encuentra Reig el tono pastoral para adoctrinar el rebaño: el feminismo que (ya ven ustedes) empezó pidiendo el sufragio para las mujeres, se ha radicalizado, se ha convertido en un instrumento político a favor del aborto, contra el matrimonio monógamo y la maternidad. ¿Pruebas? Bueno, ¿no está al servicio de los cyborgs? Es el vituperable "feminismo de cuota", el del "empoderamiento", el feminismo ginocéntrico. Le gustará más o menos al obispo (no lo tengo claro) pero este discurso justifica indirectamente la violencia de género.

¿Violencia la iglesia? Por el amor de Dios, si esta ofrece amparo al verdadero feminismo, el cristiano que, sin seguir modelos machistas, sabe reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino. El suyo. El ánimo del prelado no solamente no es violento sino que anima a sus seguidoras a rezar por sus hermanas descarriadas, las del feminismo ginocéntrico.

Palinuro, un descreído, también invoca a los dioses, a todos, por si acaso, pues nunca se sabe (aunque sin rezarles) para que nos protejan a tod@s, mujeres y hombres, feministas y no feministas, frente a la ley que Gallardón pretende imponer, con ayuda de estos clérigos bocazas que no saben lo que dicen, pero no paran de anatematizar.

diumenge, 29 de desembre del 2013

Mi última pastoral.

Sí, hermanos, os esperamos hoy a todos en la eucaristía de la Plaza de Colón, en la misa de las familias. Me dicen hay medio millón de almas en camino, procedentes de todos los puntos de España. Y yo os bendigo y os digo: ¡sois la legión cristiana! ¡Los reevangelizadores del país! ¡Los apóstoles del retorno de España a su prístino ser nacional, la Iglesia católica, apostólica y romana! Mi corazón se conmueve. Ya puedo retirarme a una vida contemplativa, más acorde con mi ser.

Efectivamente, el sucesor de San Pedro, nuestro amantísimo padre Francisco, ha tenido a bien jubilarme, dando satisfacción a mis repetidas rogativas de nunc dimittis, Domine. Otro cualquiera quizá hubiese pedido más tiempo para llevar a cabo su labor. La mía está hecha, viéndoos hoy venir a cientos de miles, a recibir el espaldarazo de la misión divina.

El momento no puede ser más propicio. Como si quisiera hacerme un regalo de despedida, mi amado hijo, José María Ruiz-Gallardón, ha presentado ya el proyecto de ley de protección de los derechos del concebido. Nada podía serme más grato. Por fin se han escuchado nuestras plegarias y el poderoso brazo de la justicia secular ampara las inocentes vidas de los concebidos en cualesquiera circunstancias. Solo empaña el gozo que se tolere el aborto en los casos de violación, como si el hecho de que la madre sufriera un agravio fuera responsabilidad de esa alma inocente que lleva en su pecador seno.

No obstante, es un comienzo glorioso para la recuperación de esta sociedad materialista y consumista, solo dedicada al disfrute y el relativismo de los valores. Hoy acudís, amadísima grey, a participar en la comunión de los cristianos en pro de la familia y mañana saldréis a cumplir vuestra misión de llevar este mensaje a todos los rincones de España.

Familia solo hay una y solo puede haber una, la instituida por Dios como la unión de un hombre y una mujer con fines no concupiscentes sino reproductivos. Ella, sumisa; él, dispuesto a dar la vida por ella. Así camina la familia a los ojos del Señor. No os dejeís engañar por falsas tolerancias que son artimañas del maligno. Las demás uniones son contra natura, pecado, y deben volver a ser delito. Porque, por su mera existencia, atentan contra la familia de verdad.

El matrimonio homosexual no es matrimonio a los ojos de la Iglesia. Además, la homosexualidad quizá no sea una prueba de posesión demoniaca o una muestra de degeneración, pero sí de un comportamiento desviado que puede tener cura si se apela a la fe con la fuerza suficiente. Y, por supuesto, a menor homosexualidad, menor riesgo de pederastia, ese nefando crimen consistente en abusar de la inocencia de unos pequeñuelos que Cristo siempre quiso que se le acercaran.

Y, por supuesto, queridos hermanos, portad la espada flamígera de San Miguel en contra de todo atisbo de aborto. España vuelve a ser tierra de refugio para las hipotéticas víctimas de esa forma moderna de genocidio de la interrupción del embarazo. El ministro de Justicia, el hermano Ruiz-Gallardón, a quien esperamos ver hoy en la Santa Misa, dice que su ley es la más progresista del gobierno, que nos pone en vanguardia del siglo XXI. Desde luego, es una ley tan a favor de la persona que protege sus derechos incluso antes de serlo.

No os dejéis engañar por los sofismas del adversario, cuyo solo interés es la condenación de las almas. Vendrán a hablaros de los derechos de las mujeres, en especial del de la libre disposición del propio cuerpo. ¡El derecho a eliminar otra vida, concebida por decisión libre de la madre! ¡El derecho de borrar a capricho las consecuencias de nuestros actos! No existe ese derecho y, de existir, cedería ante el superior del inocente por nacer . Una vez concebida la nueva vida, el cuerpo de la mujer ya no le pertenece sino que pertenece por entero al concebido y, subsidiariamente a quienes lo representan, la Iglesia y los poderes públicos cuando están regidos por principios católicos como sucede con el Estado español que dice no profesar religión alguna, pero es fiel hijo de la Iglesia. La maternidad es un acto trascendental. Los derechos de las mujeres no lo alcanzan. Y sobre eso de los derechos de las mujeres habría mucho que hablar, pero no es el momento.

También os atacarán en vuestra fe por el lado práctico, el material, el de los hechos y no los principios. Os dirán que la ley no frenará los abortos. Unas -quienes puedan permitírselo- irán a abortar a Inglaterra o Francia y otras habrán de hacerlo en condiciones de ilegalidad y clandestinidad y, dicen, riesgo de muerte. Es posible, aunque las cifras están por ver. En todo caso, posible y muy lamentable; pero menos que aceptar que el mal se generalice y corrompa la sociedad. Recuérdese que, cuando la colectividad está corrupta por entero, Dios no se molesta en hacer leyes, sino que la destruye por el fuego, como hizo con Sodoma y Gomorra. Allí tambén había promiscuidad, homosexualidad, sodomía, prostitución y muchos abortos. Y su destino fue terrible.

La imagen es una ilustración de Frantisek Kupka titulada El dinero, para la revista satírica anarquista francesa L'assiette au beurre, de dos de noviembre de 1901.

divendres, 20 de desembre del 2013

El aborto es sagrado.


Hace unos meses, las bravas activistas de Femen irrumpieron en el Congreso de los diputados al grito de el aborto es sagrado. Hubo un desbarajuste, un rifirrafe y un notable desconcierto entre los diputados. Solo se escucharon algunos tímidos aplausos mientras la mayoría guardaba un incómodo silencio, incluso las mujeres. Algunas, las más reaccionarias, manifestaron luego su reprobación, mientras las demás callaban en una muestra de cobardía.

La reacción más típica vino más tarde en improvisada declaración a la prensa de ese prodigio de hipocresía que es el ministro de Justicia. Dijo Gallardón que no podía entender, que le resultaba incomprensible, la expresión de "aborto sagrado". Por supuesto; es una de tantas cosas que este hombre, bloqueado por su fanatismo religioso, no entiende ni podrá entender jamás. La reclamación era provocativa. Para poner en evidencia que el ministro solo considera sagrado lo que a él le place. Lo demás no puede serlo. La idea de que alguien tenga algo por sagrado con el mismo derecho con que él considera lo contrario ni se le pasa por la cabeza. La de que él tiene tanto derecho a imponer sus opiniones sobre lo sagrado como el que tienen los demás a obligar a lo contrario, esto es, ninguno, todavía menos. Es la base de la intolerancia, la intransigencia, el fanatismo, el nacionalcatolicismo y, por supuesto, el fascismo. Es el meollo ideológico de este político profesional a las órdenes de los clérigos.

Si los dioses no lo impiden hoy aprobará el consejo de ministros la reforma de la Ley de interrupción voluntaria del embarazo, inspirada en las peticiones de la jerarquía católica, aunque no a su entera satisfacción. Los curas querrían la prohibición absoluta, acompañada de duras penas. Pero ya no están los tiempos para andar quemando gente; está mal visto. Han pactado, pues, con su monaguillo civil la eliminación de la ley de plazos vigente, la negación del derecho al aborto, el retorno a la ley de 1985, que se ha quedado obsoleta por menoscabar la condición de las mujeres y seguir tratándolas como menores de edad.

Es una involución, a tono con las que impone el gobierno en otros ámbitos, el educativo, el acceso a la justicia, los derechos de manifestación, expresión y reunión, el orden público, etc. Pero es especialmente repugnante porque, aparte de la represión ideológica y de clase, esta prohibición tiene un tinte de género, es una prueba más de que, en la contienda política, cuando se trata de los derechos de las mujeres (como cuando se trata de los de las minorías nacionales) aumenta el consenso interpartidista de carácter patriarcal y reaccionario. Los curas (todos hombres), el ministro (hombre) un comité de expertos sobre el aborto o algo así que constituyó el gobierno (compuesto exclusivamente por quince hombres) lo que ya es en verdad ridículo legislan sobre los derechos de las mujeres sin escucharlas siquiera y tratando, como siempre, de sojuzgarlas, reprimirlas, humillarlas. Como siempre. Repito, como siempre.

Las leyes, el poder, el aparato del Estado, los tribunales, el sistema penal, toda la parafernalia represiva se moviliza contra un avance en un proceso de emancipación de más de la mitad del género humano que ya habría de ser incuestionable. Y no solo el aparato represivo. También el ideológico. Esta legislatura precisamente se inició con unos sofismas enunciados por el ministro en sede judicial hablando de la "realización" de las mujeres y la lucha contra la "violencia estructural", en una cantinflería conceptual con la que pretendía engañar a la opinión acerca de sus verdaderas intenciones, creyendo, sin duda, que la ciudadanía tiene un nivel mental inferior al suyo. Lo cual es materialmente imposible.

Si las falacias del ministro y su demagogia seudoemancipadora no merecen refutación, menos aun los especiosos argumentos que siguen manejando los antiabortistas cuando les da por hablar y no por atentar a bombazos contra quienes defienden el derecho a la libre interrupción del embarazo dentro de los límites razonables que marca la ciencia, que es el único criterio aquí admisible. Mientras la ciencia no diga lo contrario, la interrupción del embarazo hasta cierto tiempo de la gestación no implica crimen alguno y, por tanto, pertenece al irrestricto campo de la libre voluntad de las mujeres.

Lo demás es perder el tiempo con los trolls antifeministas, entre los cuales, por cierto, hay muchas mujeres sumisas, incluidas algunas supuestamente "progres" y tan sumisas como las otras. Perder el tiempo, porque ya está todo dicho. Los partidarios del derecho al aborto no obligamos a los antiabortistas a abortar. Hagan ellos lo mismo y no arrebaten un derecho en nombre de sus convicciones privadas. Si hay restricción del derecho al aborto será por vía coactiva, represiva, no discursiva. Y frente a esto, la consigna de Femen es lo más contundente.

Sí, señoras, señores, curas, ministros y carcundas de todo pelaje machista, el aborto es sagrado. Y los hombres, los hombres feministas, tenemos que estar con las mujeres, movilizarnos con ellas en la lucha por sus derechos porque solo cuando ellas alcancen la plena propiedad y disposición sobre sus cuerpos, que los hombres llevamos siglos negándoles mientras consagramos las nuestras, recuperaremos una dignidad que ahora no tenemos (pues somos cómplices de esta injusticia) y estaremos en el camino hacia la igualdad entre los sexos. 

(La imagen es una captura de un vídeo de El País).

dimarts, 26 de novembre del 2013

Cuesta abajo.

Sosiéguense vuesas Mercedes, que diría Felipe II. No cunda el pánico en el cuarto de máquinas. Viene brava la mar, sí, pero no pierdan los papeles, que están ustedes empezando a delirar, cuando no a dictar normas draconianas, como esa #LeyAntiProtesta que parece pensada por un demente, un paranoico.

Buena la ha armado la ministra Mato pidiendo la retirada (o sea, el secuestro de la edición) del libro Cásate y sé sumisa. Ha conseguido enfrentar al gobierno con la jerarquía católica, editora del tomito de Costanza Miriano. Es la modernidad. Dentro de poco, la guerra de las investiduras. La derecha ciega. ¿Nadie ha explicado a la señora Mato que en democracia no se pueden secuestrar libros a no ser que sean delictivos por el continente o el contenido? Por eso, Miriano va diciendo que quieren censurarla. Todo lo cual, obviamente, acabará convirtiendo el ensayo, panfleto o lo que sea eso, en un éxito de superventas. Bueno, a lo mejor Mato se ha sentido personalmente agraviada porque, habiéndose casado, no ha sido sumisa a su marido, del que pasaba olímpicamente, hasta el punto de no saber qué coche conducía. A lo mejor se ha hecho feminista en función del atinado criterio de que lo personal es político y ella, de sumisa, nada.  Una feminista con razones de la derecha: el libro está mal porque "falta al respeto a las mujeres". Eso de "faltar al respeto" es muy de derechas, ¿verdad?  Por lo demás, ella sigue mostrando fidelidad a la causa de expoliar España, habiendo adjudicado, según parece, la decisión sobre privatizar o no dos hospitales en Ceuta y Melilla a una empresa del ex-consejero del PP Lamela, más conocido como privatizator. Para que todo quede en la cosa nostra.

¿Y pues Fabra, el hombre de los aeropuertos para peatones, presidente sempiterno de la Diputación provincial, eximio cacique, hijo y nieto de caciques, referente en todo del PP y de su presidente Rajoy que, con su acostumbrado tino, lo calificó de "ciudadano ejemplar"? El Fabra al que tocaba la lotería con la regularidad de las mareas y que prometía sacarse la minga y mear en la sede de IU si volvía a tocarle; el que llamaba hijo de puta a un diputado de la oposición, aprovechando quizá que la palabra contiene las letras; el padre de la diputada del PP del ¡que se jodan!; el suegro del archidimisionario Güemes, que, siendo tan listo, no consigue salir de la puerta giratoria. Encantado que está el ciudadano ejemplar porque solo le han caido cuatro años por mangante. Y, como es pundonoroso, se ha dado de baja en el PP, por no contaminar. En el PP aseguran que ya lo dieron de baja hace mucho; pero también habían dado de baja a Bárcenas. Bajas en diferido.

¿Y qué decir de la dueña manchega que tanto domina el diferido como el recortado? Celebróse el Comité Ejecutivo Nacional, presidido por Rajoy con cara de velorio y Cospedal enmendó la plana al fiscal, pidiéndole que revise mejor sus papeles porque en el PP no hay ni ha habido nunca caja B. Otro enfrentamiento, no ya con la iglesia sino con la Justicia que, por cierto, tienen poco que ver. Porque, además del fiscal, también el juez habla de caja B. Es decir, quien debe revisar sus papeles es el juez, forma coloquial de traducir el solemne propósito de que el PP colabora siempre con la Justicia. Por lo demás, que las afirmaciones sobre la contabilidad del PP estén solo sostenidas por la problemática palabra de Cospedal pues todas las empresas externas de auditoría se han negado a auditar al PP es asunto irrelevante.

La guinda del despropósito y la enajenación vino de Esperanza Aguirre, quien preguntó a Gallardón cómo no se había destituido ya al juez español del TEDH tras la sentencia del caso Parot. Sin duda es lo que ella hubiera hecho pues lo tiene como proceder habitual: si un subordinado saca los pies del tiesto, se le manda un motorista con el cese. Un juez es para la política neoliberal a lo español un subordinado. Igual que un responsable de telediarios, o un consejerillo de tres al cuarto. Su argumento es que, en realidad, no son jueces, sino políticos nombrados por políticos. Es verdad, pero tienen el estatuto de jueces, como lo tiene el presidente del Tribunal Constitucional, militante de su partido y político hasta la médula.

El exabrupto de Aguirre puede achacarse a su temperamento, su atolondramiento y su deseo de estar siempre en el proscenio, pero ¿qué me dicen de la respuesta del ministro de Justicia, fiscal de carrera él mismo? No afea a su conmilitona su ataque a la independencia de los jueces, no la amonesta haciéndole ver que lo que propone es más propio del absolutismo que del liberalismo y no digamos ya del neoliberalismo. Nada de eso. Invoca la ley para decir que no puede hacerlo. No que no quiera sino que no puede.

Sosiéguense vuesas Mercedes y retiren ese proyecto demente, paranoico, de ley mordaza. ¿No han oído hablar del abuso de poder?

(La imagen es una portada de la revista El Jueves, legal de momento, encontrada en la red. La red, esa mar océana llena de piratas a los que hay que meter en cintura).

dimecres, 20 de novembre del 2013

Por un Estado laico.


Después de lo dicho en días pasados sobre el derecho de autodeterminación y sobre la República, una palabra sobre la iglesia española y sus relaciones con el Estado.

En su reciente Conferencia Política el PSOE parece haberse comprometido a denunciar los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede. Pero no a denunciar sin más, renunciando a todo tipo de relación y compromiso del Estado con la iglesia católica, como correspondería en un país europeo, moderno y laico, sino a denunciar con el fin de emprender nuevas negociaciones con el Vaticano para llegar a otro tipo de acuerdo. En esto, como en lo demás, el PSOE muestra de nuevo su ánimo apocado, timorato, asustado.

Y no es nuevo. Le viene de la Transición. Los gobiernos de Felipe González, algunos con mayorías absolutas, no se atrevieron a cumplir el por otro lado pacato propósito de aconfesionalidad del Estado. Redujeron la presencia de la religión en la enseñanza pero conservaron los privilegios de la iglesia en este campo a través de la burla que son los colegios concertados mediante los cuales los curas adoctrinan a los niños con cargo a los presupuestos públicos. No osaron imponer la autofinanciación de la iglesia (como prevén los Acuerdos de 1979) sino que, al contrario, le garantizaron una mordida en los presupuestos a través de la famosa (e injusta) casilla de la declaración de IRPF y complementaron el monto con substanciosas contribuciones estatales.

Los posteriores gobiernos de Rodríguez Zapatero incrementaron esta subordinación del poder civil a los curas, aumentando el monto del IRPF recaudado por el Estado a favor de la iglesia a cambio de promulgar una Ley de Libertad Religiosa que, luego, esos mismos gobiernos retiraron. O sea, una burla.

De todas las instituciones españolas, la que menos ha cambiado en la restauración borbónica ha sido la iglesia. Hasta el ejército se ha modernizado. No así la jerarquía. Su relación con el Estado sigue siendo de dominación y privilegio. Porque es el alma y la beneficiaria directa de la concepción nacional-católica de España, heredada del franquismo, algo mitigada en las etapas socialistas y hoy en absoluta evidencia con un gobierno de la derecha tan sometido a los dictados eclesiásticos que pretende convertir en leyes los dogmas, alucinaciones y dislates de los obispos.

La reforma educativa en marcha en la LOMCE elimina todo atisbo de laicidad suprimiendo la educación para la ciudadanía y, de acuerdo con la militante consigna de Rouco de re-evangelizar España, vuelve a imponer la religión en la enseñanza como materia curricular e impulsa la educación segregada por sexos. De ese modo queda claro qué pretende el ministro del ramo cuando reclama españolizar a los niños catalanes. Los propósitos del ministerio de Justicia respecto al derecho al aborto consisten en impedirlo de hecho, para alegría de los curas y, en la medida en que se pueda, hacer la vida imposible a las mujeres y restringir los derechos de las minorías sexuales, especialmente los gays, a los que la jerarquía profesa una especial inquina.

Por supuesto, el gobierno en pleno está al servicio de la iglesia. Esta no ha sufrido ni la sombra de un recorte durante la crisis; al contrario, ha conservado y en gran medida aumentado sus privilegios a costa del erario público. Una reforma de la Ley Hipotecaria de la época Aznar ha permitido a los curas -y solo a ellos- proceder a una verdadera reamortización, registrando como propios a precios ridículos, bienes inmuebles y predios no registrados. Por la módica cantidad de 30 euros, la iglesia ha inscrito a su nombre la mezquita de Córdoba. O sea, la ha privatizado.

Eso en el ámbito material o económico (que es el que verdaderamente importa a los oficiantes del credo), pero tampoco se descuida el aspecto simbólico pues, además de legitimar el dinerario, en sí mismo también es fructífero. Las ceremonias públicas, civiles y militares, están siempre animadas por algún acto religioso; los gobernantes acuden a todos los oficios, se pasan el día en misa y hasta se disfrazan para las ocasiones, como cuando Cospedal se calza esa peineta con mantilla de tan obvias reminiscencias freudianas; toman posesión de sus cargos jurando como oblatos, agarrados a la Biblia, hipnotizados por un crucifijo; en sus ratos libres, algunos de ellos tienen visiones celestiales, mayormente marianas, que les aconsejan cómo gobernar la grey del Señor. Falta la monja de las llagas. A cambio, varios ministros y numerosos altos cargos son fanáticos sectarios del Opus Dei, que acuden a ejercicios espirituales en donde se preparan para luchar contra los vicios del mundo por la fe, la predicación y, sobre todo, la violencia. Esa Ley de Seguridad Ciudadana es un prodigio de represión inquisitorial, ataque directo a los derechos de los ciudadanos, antesala del fascismo. Habiendo llegado la derecha al ecuador de la legislatura con esa monstruosidad represiva en la cartuchera, es legítimo preguntarse si, cuando sea tiempo de elecciones, estas se celebrarán.

El poder de la iglesia es atosigante. Hasta los católicos, o muchos de ellos, cuestionan esta situación como palmariamente contraria al espíritu evangélico. No es que no haya separación entre la iglesia  y el Estado, entre la espada y el crucifijo, sino que este tiene a aquella a su servicio incondicional y, efectivamente, en plena resurrección del nacional-catolicismo que nunca estuvo en peligro en España. Porque, incluso cuando, en algún momento de extravío, el PSOE pareció tocado de laicismo, nunca faltó un Francisco Vázquez o un José Bono que mediaran por los intereses de los curas. Ahora que el gobierno es fiel monaguillo del clero, la iglesia vuelve triunfante por sus fueros. Esa reciente ceremonia de beatificación de quinientos mártires del lado franquista (y a la que asistió medio gobierno) no solamente es una glorificación del crimen de la guerra civil, sublimada como cruzada por los obispos, sino la enésima humillación a las víctimas de la dictadura, muchas de ellas católicas que siguen enterradas en fosas comunes anónimas a lo largo y ancho de este país que Rouco dice querer tanto.

(La imagen es una foto de Marco, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 16 de novembre del 2013

Sumisos


Una periodista italiana, Constanza Miriano, acaba de publicar el libro de la imagen, éxito de ventas en Italia, cuyo título es tan revelador que, una vez descartada la posible ironía, hace innecesario leerlo. La autora explica en entrevista que su objetivo es dar consejos a las parejas y matrimonios en el más acendrado espíritu cristiano y católico. Muy cierto. Según este espíritu, la misión de la mujer es casarse y convertirse en el sostén espiritual de la familia (el material corresponde al marido, pero esto ya nos interesa menos, pues Dios proveerá) a través de su supeditación, su sumisión a su cónyuge, varón, por descontado. Está en la Epístola de San Pablo a los efesios, de la que tira Miriano, y viene rodada por los siglos de la enseñanza católica. Lo que antes se decía coloquialmente, la mujer en casa y con la pata quebrada. Ahora lo de la pata quebrada no se estila porque hiede a violencia de sexo y contra eso se rebela decididamente -y sin duda con razón- Miriano: ella no incita ni anima ni instiga a la violencia contra las mujeres. Simplemente las aconseja que se sometan a la voluntad del marido porque en esto está la felicidad de todos, los cónyuges y los hijos.


Hasta aquí nada que desentone de la doctrina eclesiástica de siempre, resumida y sublimada en la Carta Apostólica de Juan Pablo II sobre la dignidad de las mujeres (1988) y que este nuevo Papa parece decidido a proclamar por algún otro procedimiento. Y, siendo doctrina católica tradicional, nada distinto de la idea que de la función de la mujer como esposa y madre tenía Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de la Falange y falangista ella misma, ¿por qué se ha organizado un escándalo público? La propia Miriano se asombra y aporta la razón a su juicio: que el libro haya sido publicado en España por el arzobispado de Granada. Según ella, "se quiere atacar la institución". Pero es que la institución es la primera en atacar con el libro, en cumplimiento asimismo de otra doctrina cristiana y católica jamás abandonada de interferir en los asuntos mundanos.

Allá por los finales del siglo V, en una epístola al emperador bizantino Anastasio, el Papa Gelasio I expuso la teoría de los dos poderes, el espiritual, que residía en el obispo de Roma, y el temporal que lo hacía en el Emperador. Este estaba supeditado a aquel por designio divino. A la doctrina de la supremacía del poder espiritual sobre el temporal se ha atenido siempre el catolicismo, rebautizándola gráficamente como doctrina de las dos espadas a partir de la bula Unam Sanctam del Papa Bonifacio VIII, en 1302. Bonifacio se encontraba en enconado enfrentamiento con los principales poderes de la tierra, especialmente con Felipe el Hermoso de Francia quien, en el colmo de la insolencia, negaba al Papa el derecho a recaudar impuestos de los franceses, cosa que, según Felipe, correspondía a su rey, al rey de los franceses. Suele suceder que, por detrás de los conflictos teológicos, haya desavenencias materiales, cuestiones de dinero y la iglesia católica, en cosas de dinero, saca toda su artillería. 

Blandiendo la espada temporal, como sostiene es su derecho, la iglesia dictamina sumisión para la mitad del género humano, sumisión para las mujeres. Sumisión a la otra mitad. Los de esa otra mitad, los hombres, están sometidos a la espada temporal que ya decreta para ellos a su vez la sumisión, siguiendo inspiración cristiana. No sumisión a la mitad femenina sino sumisión a los designios del poder, por arbitrarios, despóticos, inhumanos o crueles que sean. También tradición cristiana acuñada por San Pablo en la Epístola a los romanos y otros lugares: someteos a los poderes superiores porque todo poder viene de Dios (Rom., 13, 1).

Es como una división del trabajo en el reino de las dos espadas: las mujeres sometidas a los hombres y los hombres sometidos al poder. Y todo en orden. Así le gusta al arzobispo de Granada -defensor de la obra de Miriano- ver su país: un poder temeroso de Dios, que se esfuerza por despojar a sus subditos de sus derechos, por empobrecerlos, explotarlos, estafarlos, expoliarlos, reprimirlos, maltratarlos o matarlos si se ponen pesados. Y unos súbditos que se someten, que se callan, sumisos ante los designios del poder. Y para el caso de que, tentados por el maligno, osen protestar o amotinarse, ese mismo cristiano poder desenfunda su espada, sus decretos, su espionaje continuo, su código penal endurecido, su ley de "seguridad ciudadana", sus intervenciones policiales, sus multas, su represión violenta. Poco importa que ese poder esté deslegitimado por su recurso sistemático a la mentira y su presunta corrupción. La sumisión que la doctrina católica quiere incluye el poder tiránico siempre que este acate la superioridad de la iglesia.


Lo reitero, nítida división del trabajo. La iglesia se encarga de las mujeres -que hoy parecen sucumbir más que los hombres a tentaciones de insubordinación- mientras el poder terrenal da cuenta de los hombres a mayor gloria de Dios, no de ellos mismos. Y así, cuando los hombres estén de nuevo seguros y bien sumisos, la iglesia los premiará con unas mujeres sumisas (pero muy dignas, desde luego) para su placer, solaz, entretenimiento y afirmación. En el fondo, algo no muy distinto a lo de las huríes de nuestros primos los agarenos, pero en la tierra.


Y es que las religiones se parecen mucho.

divendres, 25 d’octubre del 2013

El wertedero de la educación y la cultura.


La huelga fue prácticamente general en la enseñanza pública en todos los niveles y de más de un 30 por ciento en la enseñanza concertada. Por supuesto, el aparato de propaganda del gobierno y sus innumerables voceros dirán que fue un día normal.

Cientos de miles de ciudadanos se manifestaron en toda España contra el proyecto de la LOMCE  aprobado con los solos votos del PP y contra la política educativa del ministerio; en muchos casos a pesar de la lluvia y en otros a pesar de la brutalidad policial, habitual ya en este gobierno. Todas las edades, todos los estamentos y condiciones -excepto los curas, por supuesto, los únicos a quienes beneficia el proyecto y la dicha política educativa-, todo el país salió a la calle a protestar contra estas imposiciones retrógradas e ideológicas.

Si en una democracia normal un proyecto de ley tropieza con un rechazo universal, en especial de los sectores a los que afecta directamente, el proyecto se retira y el ministro responsable se va a su casa entre la rechifla general. Pero España no es "una democracia normal", ni sus ministros tienen el decoro o la dignidad de dimitir y menos este, al que la gente ha calado desde el primer momento, razón por la cual lleva dos años valorándolo como el peor ministro del gobierno y, probablemente, de toda la democracia.

Esa opinión pública cerradamente negativa, hostil, se extiende también al ámbito cultural y artístico más amplio, de forma que no hay inauguración, gala, estreno o aparición pública del interesado que no suscite airadas reacciones en contra, abucheos, silbidos. Palinuro no se inventa nada. Es ya habitual ver cómo llega luciendo de ministro en su coche oficial, pero luego se transmuta en furtivo y entra en los locales por la puerta de servicio, para evitar la inquina popular.

Él mismo condescendía a explicarlo hace unas fechas: le reconcome ser el peor valorado del gobierno pero, dice, solo porque eso demuestra que la gente no entiende sus proyectos. Es decir, el 80 por ciento de ciudadanos que lo suspende carece de inteligencia. Su engreimiento no le permite entender la situación ni ver a un palmo de sus narices. Y, sin embargo, no es tan difícil. Así, a vuelapluma, pueden fijarse las causas siguientes de tan contumaz como notable desprecio popular hacia el ministro:
  • reintroduce la religión en la escuela como asignatura evaluable y entrega la enseñanza a la iglesia católica, cuya permanente injerencia parasitaria en los asuntos civiles y políticos es la plaga de España y la causa principal de su retraso;
  • subvenciona los centros que discriminan por razón de sexo, amparándose en un par de sofismas y el rodillo de la mayoría absoluta de su partido;
  • recorta y reduce todo tipo de becas y ayudas y endurece los requisitos para conseguirlas atacando la función compensatoria que debe tener el Estado en la garantía de la igualdad de oportunidades;
  • suprime la enseñanza de la educación cívica laica, argumentando que es ideológica en un caso claro de proyección por cuanto ideología es lo que él impone en la enseñanza; ideología retrógrada, elitista;
  • menoscaba, reduce, recorta o suprime la financiación de la enseñanza superior pública y favorece de mil maneras la privada, siempre en ese mismo sentido;
  • encarece el acceso a la enseñanza y pone la universitaria fuera del alcance de los trabajadores;
  • desinvierte -él y su gobierno- en investigación y desarrollo, sin tocar las cuantiosas transferencias a la iglesia, con una concepción tridentina del avance del conocimiento;
  • se recortan las subvenciones a los museos pero se declara que las corridas de toros (y, supongo, otros espectáculos taurinos aun más crueles y sangrientos) son de interés cultural o patrimonio espiritual o cualquier otra sandez de este tipo que se podía presentar a la UNESCO, a ver cuál sea su opinión;
  • se cierran bibliotecas y centros culturales de todo tipo, pero se subvencionan las corridas de toros; y no es un ejemplo, como se dice del romano pan y circo  pues en Roma, al menos desde César, el grano se repartía gratis entre la población y aquí cada vez es más caro. Es decir, hay "circo", pero no hay "pan". Los pobres han de ir a buscarlo a la basura y, si los pillan, los multan. Una actitud muy de la derecha para la cual la pobreza es producto de la gandulería o el delito y hay que castigarla;
  • es el espíritu que anima la política educativa y cultural de este gobierno. Pura ideología conservadora, rancia, anterior al positivismo del siglo XIX con una pátina de modernidad neoliberal. Su objetivo es retornar a una sociedad desigual, clasista, de privilegiados y desposeídos, patriarcal, seudomoralizante, autoritaria.
¿Qué tiene de extraño que lleve dos años siendo el ministro peor valorado de un gobierno en el que tiene una furibunda competencia para hacerse con el galardón? Lo extraño es que no lo esté aun más pues, a su carácter retrógrado, ese espiritu añade su absoluta inutilidad. ¡Tanto caudal para nada! La ley nace muerta. Va contra los tiempos.

(La primera imagen es una captura del vídeo de La Tuerka, subido a You Tube. La segunda es un tweet de Josep Maria Grau.)

dilluns, 21 d’octubre del 2013

Los viejos fantasmas


De las cuatro "cuestiones" que se plantearon a la II República, la cuestión militar, la agraria/social, la regional y la religiosa, tres siguen tan vivas como siempre y la cuarta, la militar, parece adormecida, si bien de vez en cuando algún general pega un respingo.

La "cuestión social" se llama ahora crisis pero es tan aguda como siempre. Trabajadores sin derechos, parados sin prestaciones, jóvenes en la emigración, autónomos ahogados y sin pequeñas ni medianas empresas, con tres millones de pobres, la situación es tan extrema que muchos se preguntan cómo es que no ha sucedido aún nada.

La "cuestión religiosa" más viva que nunca. Ayer hicieron un escrache a Rouco Varela en Valladolid, al grito de "¡Aborto libre!" y "Educación pública laica". ¡Qué tiempos! Monseñor, obligado a escuchar cómo se enaltece en público lo que él anatematiza. Conviene que se entere. La iglesia católica está legislando por medio de sus ministros más serviles, el de Justicia y el de Educación; está legislando en contra del aborto y de la escuela pública laica; a favor de la enseñanza religiosa obligatoria. Conviene, sí, que se entere de que lo hace en contra del sentir mayoritario de la gente. Bueno, en realidad, lo sabe. Lo sabe desde siempre; pero no le importa. Va muy segura de sí misma. Dios está de su lado.

Si algo prueba ese cartel de separación iglesia-Estado es que la Constitución, en materia religiosa aun con todo su exquisito cuidado, es papel mojado. La iglesia sigue siendo parte del Estado. No solo en lo simbólico (como es evidente por la omnipresencia católica en todos los ceremoniales civiles) sino en lo más material y pedestre de los dineros. El gobierno de Zapatero subió la asignación a la iglesia en la declaración del IRPF a cambio de una vaga promesa de autofinanciación eclesiástica en algún incierto futuro. Téngase en cuenta que, en el momento de subir su asignación, ya debería estar autofinanciándose, según los Acuerdos de 1979. Como muestra de buena voluntad, el mismo gobierno de Zapatero metió en el cajón el proyecto de ley de libertad religiosa. Eso era contemporizar, avenirse a la imposición eclesiástica en todos los órdenes. Solo quedaba a salvo el aborto y la educación pública laica.

Pero la iglesia, cuando puede, no contemporiza, sino que va por todas. "Todas" son ahora, precisamente, el aborto y la educación pública laica. Y eso hace que la gente tenga que salir pidiendo separación entre la iglesia y el Estado. Es la modernidad, que llama a la puerta.

De la cuestión regional, ya elevada a cuestión nacional, ¿qué decir? El nacionalismo español parece despertar lentamente como un dragón perezoso. Ya ha exhalado una par de llamaradas en forma de alegatos de Aznar y de Vidal Quadras en pro de la unidad patria y el combate a los separatistas, pero la bestia sigue inerte, sabedora de que los pujos secesionistas se estrellarán contra esa misma inercia, protegida por el Tribunal Constitucional, intérprete de la Constitución y presidido por un magistrado que abomina de todos los nacionalismos que no sean el suyo. 

La Constitución. Rajoy, impertérrito, dice que dialogará lo que sea con Mas pero no hará nada contrario a la Ley Fundamental. Tiene gracia. De los 16 diputados de Alianza Popular, el partido fundado por Fraga y antecesor del PP, cinco votaron en contra de la Constitución y dos se abstuvieron. Cómo cambian los tiempos.

En la parte catalanista la situación parece confusa. Hay muchas presiones de toda índole para que los nacionalistas pongan sordina a su reclamación de independencia. De Europa tampoco llegan signos alentadores. Los empresarios vacilan; temen por sus mercados. Los curas están sorprendentemente callados, sobre todo después del espectáculo de la beatificación en masa de mártires buenos, aunque alguno habla, como la monja Forcades. Pero debe de hacerlo a título personal.

Hasta en las filas partidistas comienzan a aparecer grietas. El sentimiento social a favor del dret a decidir, o sea, del derecho de autodeterminación, es muy fuerte. No puede decirse que la Unión Europea lo aliente. Pero nadie sabe cuánto durará esa actitud. Si la presión a favor de la consulta acaba provocando una situación que fuerce una intervención política del Estado con carácter excepcional, es muy probable que el ánimo de Europa cambie y comience a exigir del gobierno español negociaciones con la Generalitat que aquel, en principio, no aceptará. En esa situación de confrontación, la que más tiene que perder es España. No darse cuenta de ello forma parte de esa mentalidad que declara intangible una Constitución en contra de la cual votaron algunos de sus más insignes antecesores. Gonzalo Fernández de la Mora, por ejemplo, el autor de La envidia igualitaria, un libro que influyó mucho en Rajoy, llevándole a escribir un par de artículos de periódico abominando del postulado de la igualdad entre los hombres.

¿Cómo no van a estar vivas y coleando tres de las "cuestiones" de la República. Son los fantasmas del viejo caserón desvencijado que es España. 

(La imagen es una captura del vídeo de You Tube, titulado "Escrache a Rouco".