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dijous, 8 de desembre del 2016

Cataluña ya tiene su virreina

¿De qué se quejarán estos catalanes? Lo suyo es el puro victimismo. Todo el día lloriqueando por los rincones que los oprimen, los explotan, les roban. Y, sin embargo, poco a poco, van consiguiendo el restablecimiento de sus antiguas y queridas instituciones. Rajoy, cuya buena voluntad hacía Cataluña es proverbial, ha decidido restaurar la institución del virreinato, que estuvo vigente hasta la Guerra de Sucesión, cuando Felipe V arrebató sus leyes y libertades a los catalanes y, además, su querido virrey, sustituyéndolo después por un humillante Capitán General. Ahora, la marcha hacia la plena recuperación de la personalidad catalana ya no la para nadie.

Sáenz de Santamaría, que piensa pasar más tiempo en el AVE que en su casa, será la cabeza de puente de la Gran Nación en Cataluña, encargada de reconstituir esa fraternal unidad que tanta gloria nos ha traído siempre, como puede ver cualquiera que no tenga negros prejuicios antiespañoles. Obsérvese: apenas puesto pie en tierra, la ratita hacendosa se ha entrevistado con la representante de C's, Arrimadas y el PSC, Iceta, además de yantar con unos empresarios, como gesto significativo de qué intereses defenderá la señora en el Principado. 

Los eternos resabiados critican que la virreina haya dado audiencia antes a la oposición que al gobierno. Ganas de malmeter. Si fuera ese su propósito, habría empezado por entrevistarse con el dirigente de su partido en Cataluña. Lo más probable es que los dos recibidos, Arrimadas e Iceta, hayan sido los más madrugadores para ir a rendir pleitesía a la virreina, representante del poder español.

dimarts, 6 de desembre del 2016

Heroicas derrotas o el fin del Imperio

En 1945, bajo la dictadura franquista, Antonio Román, director de renombre y veteranía, rodó Los últimos de Filipinas, un film sobre el sitio de Baler, en Luzón, en donde cincuenta soldados españoles resistieron un asedio de más de once meses de los rebeldes filipinos, muy superiores a ellos en número. Lo asediados defendieron su posición (se habían refugiado en la iglesia del poblado) hasta mucho después del Tratado de París, que ponía fin a la guerra hispano-norteamericana y consagraba la pérdida de los últimos jirones del imperio, Cuba, Puerto, Rico, Filipinas, Guam, etc. De hecho, tanto los rebeldes como los yanquies ocupantes y los españoles con mando que quedaban en el archipiélago, enviaron diferentes mediadores a parlamentar con los sitiados, haciéndoles ver que su actitud carecía de sentido, pues el Estado español había entregado Filipinas a los vencedores yanquies. Pero sin conseguir nada. Los tozudos defensores, a las órdenes del teniente Saturnino Martín Cerezo, solo capitularon seis meses después (junio de 1899) cuando se convencieron directamente de que, en efecto, España había perdido las Filipinas en diciembre anterior y los rebeldes combatían ahora contra los ocupantes yanquies. De los cincuenta sobrevivieron 33. Doce murieron de beri-beri, dos fusilados por desertores. Bajas en combate, tres. Se calcula que los caídos filipinos fueron más de 700.

En 1945, la guerra mundial había terminado con la derrota de los nazifascistas aliados de Franco y, aunque el régimen empezó un viraje político subrayando ahora sus méritos anticomunistas, afrontaba lo que sería un largo periodo de aislamiento internacional. Como todo lo que hizo el franquismo, la película de Román, interpretada entre otros por Fernando Rey y Tony Leblanc, tenía una función legitimatoria y propagandista. La resistencia de Baler evocaba la "gesta" del Alcázar de Toledo y presentaba unos heroicos españoles luchando contra unos rebeldes que venían a ser, a su vez, trasunto de los comunistas. El film tuvo un éxito inmenso porque, contra lo que cabía esperar no era un españolada cutre al uso y contaba una historia que, dentro del desastre hispánico finisecular, tenía cierta grandeza. Se basó en un guión de Enrique Llovet, diplomático, intelectual y creador polifacético, dramaturgo, periodista, crítico, novelista, poeta. Un hombre del régimen de Franco, pero con categoría y nivel, y no un propagandista. La película dio título a la gesta filipina que hasta entonces se conocía solo como "el sitio de Baler" y pasó a llamarse Los últimos de Filipinas, expresión que ha enraizado en el acervo popular, aunque muchos que la usan no sepan ya de dónde viene. Igual que la bellísima habanera que escribió también Llovet, Yo te diré, que Nani Fernández canta en la versión de 1945 y en esta Alexandra Masangkay, copla muy conocida en España , aunque no se recuerde para qué fue escrita.

Esta versión de Salvador Calvo, con Luis Tosar de protagonista, reitera la historia de modo fidedigno pues actualmente contamos con bastante bibliografía y es un buen film del género guerra/sitio/heroica defensa. Los exteriores, rodados en Gran Canaria y Guinea con algunos planos aéreos son fascinantes, la tensión y el drama con su multiplicidad de peripecias (epidemia de beri-beri, deserciones, etc) está muy bien contados. La interpretación espléndida. 

La historia tiene también elementos críticos con España y su trayectoria que no podía haber en la versión de 1945 y ahora no sería admisible que no aparecieran. La idea de los oficiales y la tropa de estar defendiendo un reducto del imperio está matizada por la conciencia que tienen de ser parte -la más despreciada, ignorada y olvidada- de un engranaje que va camino al desastre por su propia inoperancia. Un diálogo entre el teniente y un soldado extremeño con ambición de llegar a pintor, resume el pensar de aquellos hombres en el que podemos reconocernos los que hemos venido después. "¿Quiere decir que estamos gobernados por traidores?" pregunta el teniente al soldado. "No, mi teniente", dice el soldado, "por traidores, no; por incompetentes".

Y esa es la cuestión. El imperio se perdió porque estaba gobernado por incompetentes. Y no solo en el llamado "desastre" de 1898, sino desde mucho antes, siglos antes. Incompetentes, corruptos, canallas, auténticos idiotas y todos ellos indiferentes a los derechos, la dignidad y el bienestar de los pueblos que una divinidad sardónica puso bajo su jurisdicción. Después de más de cuatrocientos años de echar la culpa del hundimiento del imperio y la decadencia de España a los piratas y bucaneros ingleses, los judíos, los franceses, los protestantes, los herejes, los masones, los comunistas, etc., no es demasiado tarde para que los españoles empiecen a aceptar que sólo ellos, su incompetencia, su autoritarismo, ceguera y orgullo, su falta de conciencia patriótica y nacional españolas, son los responsables de sus desgracias.  

1898: los últimos de Filipinas es una metáfora del desastre del 98 y el testimonio de la penúltima pérdida del imperio español... de ultramar. Queda por ver lo que sucederá con el peninsular. Pero lleva el mismo camino y por idénticas razones.

diumenge, 4 de desembre del 2016

Aires de España

Tengo entendido que sobre esta película pesa un amago de boicoteo del público "nacional" a causa de unas declaraciones del director, Fernando Trueba, al recoger el premio nacional de cinematografía 2015: "Nunca me he sentido español". El dicho público "nacional" lleva esto siempre por la tremenda y las redes se llenaron de insultos, peticiones de boicoteo y recordatorios de que Trueba es un cineasta tan subvencionado por los organismos públicos como los demás. Es lo malo que tiene aceptar premios. Los artistas, los creadores no deben tener mecenas porque pierden libertad y, sin libertad, no hay creación. La cuestión de que el Estado tenga un "ministerio" de cultura es una polémica abierta. En todo caso, no cabe olvidar que mientras los escritores o los pintores pueden realizar sus obras con escasos medios, los dramaturgos y, sobre todo los cineastas, requieren capital, una estructura empresarial, producción industrial. Los músicos están en las dos condiciones. En estos casos, los patronazgos estatales tienen un interés económico nada desdeñable. El propio Trueba dice estar encantado con el premio porque viene acompañado de apreciable dotación económica. El hombre es sincero: no se siente español y le viene bien la pasta. Eso pone a cien a la brigada "nacional".

No seré yo quien opine sobre la "españolidad" de Trueba pero sí afirmo que quien ha hecho esta película conoce perfectamente España. O, si se quiere, una de las dos Españas. Y con eso, ya podemos hablar de la peli, de la que, por cierto, he leído críticas generalmente desfavorables ya en aspectos puramente cinematográficos. Pero me da la impresión de que ese rechazo oculta el desconcierto e la irritación de quien no acaba de entender lo que ha visto y le han contado. Porque la película es redonda, rapidísima, bien ensamblada, bien contada, trepidante, llena de ingenio (a veces algo basto), jugando magistralmente con la superposición de planos narrativos distintos del rodaje del film sobre Isabel I ("Reina de España") en la realidad de la España de los años 50. A más de esta complicada estructura, la película está plagada de claves de una España (la franquista), vista por la otra (los derrotados de la guerra y los clandestinos), de símbolos fuertemente anclados en las culturas de sus respectivas patrias. Ya solo la reproducción de la portada del NO&DO, el "noticiero"-parte semanal que todas las salas de cine tenían que proyectar- junto con otros documentales extranjeros requiere descodificacion. Y, por útimo, lo más complicado es que otras claves están fuera de la película. Una de ellas es el film "padre" de este, La niña de tus ojos (1998), también de Trueba, con algunas de las actrices, actores de este. La otra, el nudo mismo del argumento, la evasión de dos presos izquierdistas en trabajos forzados en Cuelgamuros, que reproduce la histórica real de la fuga de Nicolás Sánchez Albornoz y Manuel Lamana en 1948.

Empezando por la segunda. Fue un golpe de mano producto de la audacia, la juventud, la rebeldía de un grupo de jóvenes: Barbara Probst-Solomon y Barbara Mailer (ambas, por entonces de unos 18 años), la hermana de Norman, quien puso el dinero para comprar el coche, de acuerdo con Francisco Benet, hermano a su vez de Juan Benet. Lo planearon y lo ejecutaron. Cruzaron el país con los dos fugados. El coche se averió y tuvieron por mil aventuras, pero llegaron a la frontera y pasaron ambos a Francia. Lo contó luego años después Lamana en su novela Otros hombres y también lo ha contado muchas veces Probst-Solomon, que sigue activa al día de hoy. Y lo hizo en una película, Los años bárbaros Fernando Colomo en 1998, el año de La niña de tus ojos. De la película de Colomo, concebida como una comedia, arranca la polémica de si este episodio puede narrarse o no en clave burlesca. Probst-Solomon está en contra por parecerle falta de respeto. Pero la verdad es que esa visión cómica en los dos films, el de Colomo y el de Trueba es, en realidad, tragicómica. Por debajo de las chanzas y las burlas hay un fondo de crítica y amargura muy fuerte. La personificación final de Franco y el diálogo con Macarena Granada en La reina de España es la sublimación de los más ocultos deseos de una o varias generaciones de españoles.

Otro asunto merece la pena mencionar. Trueba atribuye al partido comunista la hazaña de la fuga de Cuelgamuros. Es muy libre puesto que narra un hecho inventado. Pero suena a propaganda y, lo que es peor, apoyada en hechos reales que aparecen así acreditados a quienes no corresponden. No consta que entre aquellos jóvenes intelectuales que realizaron el golpe hubiera comunistas. Los dos penados, Sánchez-Alboronoz (hijo del presidente de la República) y Lamana, habían sido condenados a 8 años por reconstruir la FUE. A lo mejor tuvieron algo que ver con los comunistas, aunque ninguno lo ha dicho y, desde luego, su fuga la organizaron las dos norteameamericanas y el español Benet por su cuenta.

Las otras claves externas son las de la peli anterior, de la que, por así decir, se "escapa" un personaje, Blas Fontiveros, que presta aventura a esta otra tras haber pasado por Mauthausen: una superproducción estilo Samuel Bronston en los años cincuenta, en pleno clima de bienvenido Mr. Marshall sobre la Reina Católica. Pura propaganda del régimen. La niña de tus ojos hacía burla de una película que rodaron los franquistas en la Alemania nazi, Carmen la de Triana de Florián Rey. Se decía entonces (1937) que para conseguir los extras había que echar mano de los gitanos. Lo que no se decía era que esos gitanos los sacaban de los campos de concentración.

En cualquier caso, la historia es estupenda y a ratos desternillante. Todo pasado por el tamiz de la burla de un director que junta un espíritu woodyallenesco con toques berlanguianos y, por supuesto almodovarianos. Aparte de ser él mismo de modo apabullante. Burla de los rodajes de las películas, burla de la cultura izquierdista de brigadistas internacionales y víctimas del macartismo, burla de los modos y usos de las gentes del cines mezcladas con las de la farándula. Burla de Hollywood, de España, de todo. El trasunto de John Ford que presenta roncando todo el rato con el parche en el ojo es divertido. Y burla sin límite de la España de Franco y, desde luego, del propio Franco.

Quien se quede sin ver la película por seguir el boicoteo se pierde una visión de España de ayer, de hoy y de mañana que mueve a risa y a llanto al mismo tiempo. Como siempre.

dimecres, 23 de novembre del 2016

La inútil represión

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado "L'ésser i el voler ser", en el que sostengo que el diálogo aparentemente ofrecido por el gobierno central a la Generalitat es falso pues ni siquiera tiene el gesto de paralizar los procedimientos penales que él mismo pone en marcha. El artículo glosa el caso del juez Vidal, a quien el Supremo confirmó ayer su pena de tres años de suspensión de empleo y sueldo. En él se sostiene que afrontar la cuestión catalana como un problema de orden público con medios exclusivamente represivos no servirá para nada al nacionalismo español y, al contrario, avivará el independentismo catalán.

No había terminado de escribir el artículo y ya se conocían los siguientes pasos en este peculiar diálogo en dos dimensiones absolutamente distintas, como en diferentes galaxias. El juez Vidal, trocado en senador Vidal, intervino en la sesión de ayer en presencia del gobierno y pronunció un alegato impecablemente razonado, con lógica judicial, de la absoluta falta de legitimidad del gobierno y el Estado españoles en materia de independencia de la justicia. Un alegato demoledor, avalado por el hecho de que quien lo pronunciaba es víctima directa de lo que denuncia. Merece la pena ver el vídeo del juez Vidal y las caras y los gestos de Rajoy y Sáenz de Santamaría.

Pero no se quedó ahí la cosa. Ayer, el Congreso votó en votación secreta conceder el suplicatorio para que el Tribunal Supremo proceda contra el diputado Homs por presunta desobediencia, creo. Si no he leído mal vino Puigdemont a Madrid a apoyar a Homs. Eso es mucho. El gobierno y toda la clase política debieran pensar a dónde conducen el país por la senda del sostenella y no enmendalla. Porque ahora viene otra andanada mediática: Forcadell citada a declarar en el procedimiento que también se le sigue y del que puede resultar una inhabilitación. La única respuesta que tiene el Estado a la demanda de un referéndum sostenida por más del 70% de los catalanes es procesar a sus representantes, democráticamente elegidos por cumplir el mandato de sus electores. Y eso no tiene salida. Solo la unilateral. 

A continuación, la versión castellana del artículo.

El ser y el querer ser

El Tribunal Supremo mantiene la sanción al juez Vidal de tres años de suspensión de la carrera judicial por haber contribuido a la redacción de un proyecto de Constitución para la República Catalana. No se han considerado sus razones de que la sanción no tiene fundamento jurídico sino ideológico y de que, en todo caso, la posible falta ya había prescrito cuando se le sancionó. Por supuesto, lo esencial es la primera razón, si motivaciones jurídicas o ideológico/políticas.

Para decidir habría que saber qué carácter reviste ese proyecto de Constitución, si es un panfleto, un comunicado, un llamamiento a la movilización. Teniendo en cuenta que es una Constitución de la República Catalana, es decir, un futurible, hasta podría tratarse de una utopía. Las utopías no han gustado nunca al poder. A modo de aviso, el fundador del género, Tomás Moro, murió decapitado.

Hasta aquí no se llegará en la presente ocasión, pero es conveniente saber hasta dónde se llegará. Por supuesto que en la sanción al juez Vidal hay una gran carga ideológica. Pero es una ideología básica del Estado español, que lo ve como única nación y a la mayoría de los jueces no le parece ideología sino el fundamento mismo de legitimidad de su actuación. Lo mismo le sucede, aparentemente, al juez Vidal, tan movido por su idea de la legitimidad de la nación catalana como sus colegas sancionadores por la española.

Es un conflicto de legitimidad que se está dirimiendo en un terreno de legalidad, mucho más estrecho. En este, cada una de las partes no puede sino hacer lo que hace. El juez Vidal propugnar la independencia de Cataluña; los tribunales españoles sancionarlo por ello. Los dos saben que es un proceso de acción-reacción que se autoalimenta hasta conducir a situaciones (más) indeseables. Pero no pueden evitarlo, como en las tragedias griegas.

Actualmente el juez Vidal es senador. Desde el Senado, en representación de ERC, seguirá argumentando en pro de la independencia de la República Catalana. Es más, al encontrarse “suspenso” de la carrera judicial, podrá intervenir también en la vida pública catalana, incluso reanudar sus tareas redactoras del proyecto. Habrá quien sostenga que, estando “suspenso”, sigue en la carrera judicial y, por lo tanto, podría solicitarse ya su expulsión completa. Pero eso sería una arbitrariedad ya que el senador podría argumentar que está redactando un proyecto de Constitución de la República Catalana para presentarlo a la consideración de las Cortes españolas, por si tuvieran a bien aprobarlo. Entra dentro de lo filosóficamente imaginable que el Estado que es, deje lugar para el Estado que quiere ser.

Es obvio que la política meramente represiva no va a bastar para aquietar el impulso independentista. Al contrario, va a avivarlo. La experiencia, el sentido común, el realismo, así lo muestran. El independentismo se ha ganado el ser tratado como una cuestión político-constitucional que está pidiendo negociación bilateral urgente. El considerarlo, cual ha hecho hasta ahora el gobierno central, como un mero problema de orden público, solo da como resultado aumentar la movilización independentista fabricándole un panteón de héroes y mártires, Vidal, Mas, Forcadell, etc, tienen una enorme proyección simbólica, son referentes que focalizan una voluntad colectiva.

Parece atisbarse un nuevo talante en el gobierno del PP, un mayor empeño por entenderse con Cataluña y la Generalitat lo ha acogido con gran celeridad por iniciativa del vicepresidente. Justamente ahí parece haberse introducido un equívoco, si es un equívoco y no una manipulación infantil cuando se insinúa que los independentistas cambiarían la hoja de ruta y el referéndum por unas conversaciones del nivel que fuera con el Estado.

La negociación posible que el gobierno apunta y la Generalitat acepta tendrá que empezar con la cuestión del referéndum ¿Con qué, si no? La feroz oposición de principio del PP del “carácter innegociable de la soberanía nacional” se elimina a base de negociar un referéndum catalán y someterlo a la aprobación de las Cortes españolas, que son las depositarias de dicha soberanía. Si el gobierno se presentara ante el Parlamento con un proyecto de referéndum negociado, con una pregunta binaria clara, “sí” o “no”, las mayorías necesarias también negociadas y negociado asimismo el plazo de carencia hasta el siguiente referéndum, ¿por qué no iba a aceptarse si es la única forma democrática y civilizada de encauzar este conflicto?

dijous, 17 de novembre del 2016

El desgobierno de la derecha

Aquí, el artículo de Palinuro que publicó ayer el periodico Berria, titulado "El sistema es antisistema"y en el que se da un repaso a la situación en que queda la política española, especialmente la parlamentaria, tras la traumática decisión del PSOE de abstenerse para facilitar un gobierno del PP. Con esa decisión, los socialistas han dado un paso quizá irreversible hacia su desaparición como partido de relevancia en el sistema político español y, con ello, también la continuidad de ese sistema, basado en un bipartidismo turnista ue parecía estable.

Con la abstención, el PSOE se ha constituido en rehén del PP. Prometió compensar afirmando que haría una oposición muy dura, pero stá claro que eso no podrá ser ya que el PP cuenta con el arma para impedirlo: la convocatoria de elecciones anticipadas. Cosa que no interesa a nadie, salvo al propio PP, razón por la cual es razonable pensar que, en elgún momento habrá elecciones anticipadas.

En el fondo, el conjunto del sistema hace aguas. Los dos partidos de la izquierda, enzarzados en una lucha cainita, son inbcapaces de coordinar su acción. La derecha tiene farantizado el gobierno para muchos años. Y eso que no hace nada por mantener el sistema, aunque sea con la apariencia de un Estado democrático de derecho. Falso. El PP no es un partido democrático no sabe qué hacer con un Estado de derecho que no sean trampas.

A continuación, la traducción del artículo al castellano:

El sistema es antisistema.

Parece como si la noticia del desbloqueo político gracias a la claudicación del PSOE hubiera sido una catástrofe en lugar de la ventura que todos los partidarios del sistema se prometían. “España necesita un gobierno” fue la consigna que movilizó la solución final. “No podemos ir a terceras elecciones”, remachaban. Es urgente. Hay que tener altura de miras, etc.

Por eso acabaron aceptando el gobierno de Rajoy como “mal menor” y “aunque no se lo mereciera”. No son precisamente parabienes. Era hacer de necesidad virtud y tragarse sapos sistémicos. Está de acuerdo hasta el mismo gobierno, principal beneficiado de la debilidad de la oposición para imponerle condición alguna. De los pactos con C’s Rajoy se acuerda para incumplirlos. No se ha molestado en cambiar nada salvo media docena de rostros que apenas hay modo de distinguir de los anteriores. Continuidad, orden y progreso a cargo de un gobierno minoritario, desprestigiado, acosado por la corrupción de su partido y con varios de sus componentes acusados de haber cobrado sobresueldos. Casi parece el reinado del Padre Ubu, pensado para de dinamitar el sistema.

Por sostenerlo lealmente y cuidar de la estabilidad, el orden, la gobernanza, o eso dice, el PSOE se ha suicidado, primero como oposición y ya veremos si también como partido. En la oposición será irrelevante porque funciona como un rehén del gobierno, que amenaza con disolver las Cortes si estas no se pliegan y con convocar elecciones anticipadas. En realidad, las terceras elecciones que los socialistas querían evitar y ante cuyo espantajo dieron el reciente golpe de mano intrapartista.

No siendo posible una “gran coalición”, como pedía el PP, al final, con la abstención del PSOE, han firmado una especie de pacto de gobernabilidad que la lleva implícita. El PSOE promete realizar una dura oposición en lo económico y social (aunque ya está perdiendo la esperanza de derogar la legislación anterior más agresiva) y formar frente nacional con el PP y C’s en la cuestión catalana. Pero ni eso va a ser funcional al sistema porque la amenaza de elecciones anticipadas tiene mucha fuerza y los empresarios ya han lanzado su heraldos a avisar de que, si el gobierno no puede gobernar (en su beneficio, claro), habrá que convocar elecciones anticipadas. El gobierno y los empresarios suelen decir lo mismo y se refuerzan mutuamente. Por eso es creíble la amenaza del PP que lo es no solo para el PSOE sino para los demás partidos de la Cámara, también con regulares perspectivas electorales.

El desbloqueo del sistema ha consistido en un gobierno de la derecha, en minoría parlamentaria, autoritario, neofranquista, con unos historiales de los ministros que producen pavor en cuanto a su competencia; un gobierno empeñado en tratar el problema más grave que afecta al Estado, esto es, el proceso independentista catalán, como una cuestión de orden público y una política de represión, sin negociación ni diálogo. A cualquiera, obviamente excepto al gobierno, se le alcanza que el solo recurso a la represión no resolverá sino que agravará el problema.

Cuando se trató de enfrentarse a la violencia de ETA, la situación era muy distinta porque precisamente la violencia deslegitimaba la causa que pretendía defender y, en cambio legitimaba la represión y la negativa al diálogo. Se decía entonces que cuando callaran las armas, se podría hablar de todo. Sin embargo, la actitud del Estado frente al proceso independentista catalán demuestra que aquella promesa era falsa. Las fuerzas nacionalistas españolas, básicamente el PP, el PSOE y C’s se niegan en redondo a considerar que Cataluña sea una nación y, por lo tanto, a negociar nada sobre la base de esa inaceptable pretensión. Propuestas de reforma, de revisión, proyectos, cero. El sistema carece de capacidad de autodiagnosticar la disfuncionalidad que lo afecta. Ni siquiera la comprende. Piensa que metiendo en la cárcel a unos puñados de independentistas, va a erradicar la voluntad de ser independiente cuando lo que puede hacer es destruirse a sí mismo.

Dado el carácter abierto, transversal, pacífico, democrático de la reivindicación independentista catalana y la masiva exigencia de un referéndum sobre la cuestión, la política represiva carece de toda legitimidad. Aunque sea muy legal. La legitimidad tiende a caer más del lado de un pueblo que reclama de modo masivo y pacífico su deseo de ejercer un derecho que otros pueblos en todo similares a él, como el escocés o el quebequés, han ejercido.

El giro dado por Pedro Sánchez como base de su candidatura a la SG del PSOE podría ser el inicio de un cambio de actitud del nacionalismo español en busca de una solución con el catalán. Pero es muy tenue. Aun suponiendo que Sánchez formule el programa con claridad, no está claro que vaya a convencer a su partido para que lo siga por esa vía si, como es presumible, su candidatura ha de competir con alguna otra que esgrima el patriotismo español.

dimecres, 16 de novembre del 2016

Una nación imaginaria

No arriendo la ganancia al gobierno. Si no fue capaz de ver la que estaba organizando cuando desgobernaba con mayoría absoluta, menos podrá ahora poner remedio. No entiende el país que gobierna y, además, no tiene fuerza para imponer su falta de entendimiento, como antes. Se ha quedado solo, con el grumete de C's, señoreando una "gran nación española" que solo existe en los aburridos alegatos de Rajoy. En el país, esa "nación española", grande o chica, está en pugna con otras que le niegan el ser.

Los dos partidos de la izquierda, PSOE y Podemos, acusan sobremanera la mordida de la cuestión nacional. El PSOE se ha partido por eso. El golpe de mano de Vendimiario se hizo por la sospecha de que Sánchez estuviera negociando algo con los indepes catalanes. Luego se ha coronado la cuestión montando una crisis con el PSC que tiene un origen obviamente nacional. Justo en el momento en que Felipe González desembarca de nuevo, como Arturo retornando de Avalon, para amparar y aupar la protocandidtaura de Lady Macbeth del Sur, se llega a una tregua con los díscolos socialistas catalanes que se obstinan en ir por libre, aunque luego hagan acto de ardorosa fe española. Como Iceta, para quien "nación no quiere decir ni Estado ni soberanía". He aquí otro concepto de "nación", imposible saber si grande o pequeña porque es etérea, incorpórea, sin conciencia de sí misma. Es una nación apendicular. Al menos en comparación con la gran nación "hispano-andalusí" que prepara el tándem Díaz-González con las bendiciones del cruzado Rubalcaba.

La cuestión nacional muerde en Podemos con mucha mayor fuerza. La decisión de Teresa Rodríguez de proclamar unilateralmente a Podemos Andalucía autónoma respecto al Podemos "nacional" pone al descubierto una realidad más o menos oculta: un Podemos que es un conglomerado de partidos nacionales no nacionalistas o no independentistas. A esa realidad se ha sumado Rodríguez proclamando el carácter de "nacionalidad histórica" de Al-Ándalus. Un conglomerado, mosaico, batiburrillo, laberinto, conjunto, concierto (cada cual lo calificará como le guste) articulado en torno al eje nacional. Y el principal problema de los partidos nacionales que lo integran es cómo ser "nacional" sin ser nacionalista y, en último término, independentista. Ese es el factor de inestabilidad de una organización que refleja en su estructura la realidad de un territorio "plurinacional" en el que dice creer. Y es problemático si de ese conglomerado sale una idea de nación española inteligible que no sea reducirla a la nación castellana. Es todo muy real a la par que imaginario.

En la derecha, la tensión nacional/nacionalista se resuelve a su modo. En dos de las naciones históricas, (Cataluña y País Vasco) su existencia es precaria. En la tercera, en cambio, Galicia, es hegemónica, pero no con hegemonía nacional gallega, sino española. Galicia es así un ejemplo de cómo se articulan las tensiones que otros llaman "nacionales" con la fe en la nación española, única e indivisible. Más o menos por la vía del caciquismo. Los distintos territorios se adaptan a la definición de Joaquín Costa del gobierno de España, como "oligarquía y caciquismo". En la parte que toca de más nacional-español al PSOE, a los caciques los llaman "barones". Pero la idea es la misma: prohombres con poder local. El poder solía venir de la fortuna personal pero, con el sistema de financiación pública de los partidos, ahora viene de la gestión de esos caudales del común

C's es, en realidad, un producto del nacionalismo catalán o, mejor dicho, de la lucha contra el nacionalismo catalán. Es su sola justificación. Pero fuera de Cataluña no tiene tirón. Sin duda los de C's fabulan su propia nación española como una comunidad liberal, abierta, libre de corrupción. Una nación tan inexistente como las otras y más difícil de predicar porque contradice la experiencia directa, cotidiana, de la gente.

Definitivamente, no arriendo la ganancia al gobierno y tampoco a la oposición. Esta no parece ponerse de acuerdo más que a la contra, para rechazar iniciativas pasadas o presentes de aquel. Su función es no dejar gobernar pero, al mismo tiempo, debería ser capaz de hacerlo ella. Sin embargo eso es imposible porque solo se pone de acuerdo a la contra. Excepción hecha de la cuestión catalana en donde parte de la oposición se pasa al lado del gobierno. 

Incidentalmente: la crisis del PSOE se complica. Uno de los posibles candidatos a SG de más peso ha desaparecido. Un juez ha procesado a Borrell imputándole un presunto delito societario. Justo el mismo día en que el interesado denuncia que le han timado no sé cuántos miles de euros en uno de esos tocomochos de la red. Realmente es toda una peripecia. Pero, en suma, estrecha el abanico de opciones del PSOE de momento a tres: Díaz, López y Sánchez.

dimecres, 9 de novembre del 2016

El estado del gobierno del Estado

Aquí mi artículo de elMón.cat de hoy, L'estat del govern de l'Estat. Su objetivo es averiguar qué puede traer de nuevo para Cataluña el recién jurado gobierno de la derecha neofranquista, el más reaccionario y nacionalcatólico de toda la transición. En apariencia, mucho. En realidad poco. Lo más significativo es que se ha encomendado a la ratita hacendosa, Sáenz de Santamaría, la tarea de coser España. Muy femenino. ¿No se propone la Lady Macbeth de Carmona coser el PSOE? Pues la vicepresidenta quiere a su vez coser España. Algunos medios ven en este movimiento un buen augurio de recomposición de relaciones con Cataluña, pues descubren en la segunda de Rajoy capacidad, voluntad y seguridad de entendimiento con el independentismo catalán. Lo deducen de sus relaciones personales, su buena sintonía con Junqueras y Tardà y -me imagino- su buena suerte con el tarot. Todo eso es posible. Ignoro qué amistades o enemistades tiene esta señora entre las gentes de Junts pel Sí. Me rijo por la experiencia: como buena e impenitente franquista, Sáenz de Santamaría ha sido el puntal de la política "catalana" del gobierno de Rajoy, consistente en negarse en redondo a toda negociación y en recurrir sistemáticamente a la represión. ¿Voluntad de recomponer con Cataluña? Ninguna. Es posible que esta señora, ejemplo sumo del filisteísmo de la derecha católica, haya visto la luz de la verdad como Saulo camino de Damasco, pero habrá sido hace 24 horas. Hasta ese momento, fue el puntal más catalanófobo del gobierno.

Mientras los hechos no demuestren lo contrario, el nuevo ejecutivo del PP es más hostil y más agresivo contra Cataluña que el anterior y su política será provocar una confrontación con el Principado para tener una excusa y aplicar una política de sojuzgamiento. Parece que la Ratita Hacendosa ya ha dicho que Cataluña es el problema principal del Estado español. No es rápida la moza precisamente. Eso era evidente hace años. Claro que quienes la rodean no dan pruebas de ser más espabilados. Ni el gobierno ni la oposición. Todos han dejado pasar años y años, simulando no estar afectados por el desarrollo del independentismo catalán, intentando sepultarlo bajo el olvido, el infundio y la calumnia. Y, al final, no les queda otro remedio que reconocer las cosas como son.

Aquí la versión castellana del artículo:

El estado del gobierno del Estado

Por fin hubo gobierno. Cambian algunas caras, pero se mantiene sin variación el eje económico, prueba de que se seguirá aplicando la misma política económica de recortes y recetas neoliberales. Se refuerza el poder del Opus Dei con todos los ministros jurando la Biblia, no por la Constitución. Y eso que es la suya. Cesan los ministros más abrasados por la pirotecnia de su incompetencia, el de Exteriores y el del Interior. Los dos que llevan más de cuatro años fustigando el proceso independentista, a veces con medios presuntamente ilegales, y sin conseguir otra cosa que consolidarlo y adelantarlo. Los dos sustitutos se inscriben en la línea de belicosidad anticatalana. El señor Zoido (Interior) ya ha avalado la actitud de su antecesor en relación con sus conversaciones presuntamente ilegales contra sus adversarios políticos. El del abigarrado García Margallo parece dar un perfil de mayor competencia a la hora de cortocircuitar la acción exterior de la Generalitat. Es algo buscado. Por lo menos, para dejar de hacer el ridículo en los foros internacionales, algo garantizada con el ministro anterior.

Cataluña está muy presente en el nacimiento de este gobierno. Sin decirlo, por supuesto, ya que la política oficial sigue siendo negar la existencia de algo más que un problema de orden público. La nueva configuración de la vicepresidencia así lo prueba. Sáenz de Santamaría se desprende del cargo de portavoz y se dedicará primordialmente a Cataluña. Dispone de recursos formales al conservar el ministerio de Administraciones Territoriales y materiales muy potentes, al tener el CNI a sus órdenes.

Hasta ahora, la vicepresidenta ha sido quien ha arbitrado la acción del gobierno ante el independentismo catalán, acción con dos vertientes: negativa cerrada a todo planteamiento de diálogo que suponga aceptación directa o indirecta de un referéndum, y recurso sistemático a la vía represiva ante todo tipo de actos de las instituciones catalanas, desde el Parlamento a los ayuntamientos. Su dedicación a tiempo completo parece indicar un propósito de perseverar en las dos vías. Cuenta para ello con un implícito apoyo parlamentario de la oposición, al menos de Ciudadanos y el PSOE, en una especie de unión sagrada que ya se ve a la hora de propiciar o no el suplicatorio para el procesamiento de diputados independentistas. Si la mayoría de la oposición avala la actitud de cierre a toda negociación, es decir, a toda solución política; si se niega a debatir sobre legitimidad, la cuestión queda reducida al ámbito de la legalidad.

Es decir, represión y acción de los tribunales, pero sin solución visible. A cualquiera le llega que el grado de apoyo social e imbricación en las instituciones que ha conseguido el independentismo no se puede tratar como un problema de orden público bajo pena de enquistarse en un círculo de acción-reacción, de desobediencia y represión hasta que una de las dos partes o quizás las dos, estén al límite de sus posibilidades. El sentido común y la experiencia muestran que una situación de confrontación sostenida en el tiempo con recursos y contrarrecursos permanentes, realmente disminuye y mucho la capacidad de acción de las instancias enfrentadas. Sin embargo, la decisión de confiar la política "catalana" a una sola persona de talante tan autoritario como la vicepresidenta muestra la voluntad de tratar el conflicto con la mentalidad impositiva de siempre. Si hubiera el menor ánimo de buscar una solución negociada habilitaría un órgano ad hoc, como un consejo o una comisión interministerial que pudieran canalizar alguna forma de entendimiento.

El enroque del Estado, sin ninguna iniciativa, en una actitud de negación permanente, no deja otra posibilidad a las autoridades electas con un mandato independentista que seguir adelante de forma unilateral con su hoja de ruta. La legitimidad de esta manera de hacer no deriva sólo de su propia intención sino de que el interlocutor rechaza toda solución que no sea la abierta hostilidad. De aquí sólo puede surgir una situación de desobediencia civil de los cargos públicos electos que abre un evidente panorama de inestabilidad e ingobernabilidad.

Dos riesgos apuntan al horizonte independentista. En primer lugar, el alcance de la desobediencia. Esta corresponde del todo a los cargos públicos electos. No hay que exigírsela a los funcionarios. Se trata de una situación de doble poder, como la que se da en los procesos revolucionarios. Pero esta, a pesar de ser revolucionaria en el fondo, no lo es en la forma en la que debe prevalecer el carácter pacífico y el imperio de la ley. El proceso es cosa de los políticos. Los funcionarios, como el conjunto de la población, deben quedar protegidos. Su participación será voluntaria e individual pero de ninguna manera obligada.

El segundo riesgo es de carácter más político y nace de la propia dinámica catalana. Nace de este nuevo partido de la izquierda soberanista, hecho desde En Común, dirigido, al parecer por el señor Domènech y bajo inspiración general de la señora Colau. Por mucho que sus fundadores envuelvan sus manifestaciones en confusiones de carácter soberanista, será imposible disipar la sospecha de que su razón de ser, en gran medida, es servir de voz a un electorado catalán de izquierda que no es independentista.

Conservar la estabilidad, sin fracturar la gobernación y mantener la ventaja sobre las ofertas unionistas son las tareas del independentismo que el nuevo gobierno del Estado intenta frustrar

Hoy, Palinuro en la Pablo de Olavide, Sevilla

La Universidad Pablo Olavide, sita en la carretera de Utrera, km. 1, en Sevilla, organiza una jornada sobre el siempre palpitante tema del nacionalismo y los nacionalismos en España y ha decidido invitarme a participar, cosa que considero un gran honor. Efectivamente, se trata del tema de los temas en nuestro país y, aunque mucha gente -incluso mucha que debiera estar mejor informada- se obstine en ignorarlo pensando que así no se manifestará, está siempre presente en el fondo y no tan en el fondo de todos los acontecimientos colectivos en el último siglo.

El problema de España es su articulación territorial. El franquismo (40 años) quiso suprimirlo por la vía del crimen y la represión; la transición (otros 40 años) quiso ignorarlo por la vía del disimulo. Y, al final, aquí está de nuevo, pues no se puede soslayar. La confrontación que está poniendo en jaque la renqueante estructura del sistema político de la Constitución de 1978 es el nacionalismo o, por mejor decir, la pugna entre el nacionalismo español (un nacionalismo castellano hipostasiado) y los nacionalismos periféricos, singularmente el catalán.

La jornada de la Universidad promete ser muy interesante, con ponentes de alto nivel, exceptuándome a mí.

El lugar será la sala de Grados del Edificio 7 de la Universidad Pablo de Olavide. 
La fecha, el 9 de noviembre y la participación de Palinuro, entre las 12:00 y las 14:00.

Mi intervención versará sobre España, un Estado plurinacional con un enfoque mitad histórico-empírico y mitad normativo. España es, de hecho, un Estado plurinacional, aunque no lo haya admitido nunca de derecho en su historia y haya cometido todo género de barbaridades para ignorarlo. Y, si quiere sobrevivir, deberá aceptar su condición plurinacional normativamente. Para ello basta con que lo admita y reconozca a las naciones que la componen el derecho a separarse cuando quieran.

Allí nos vemos.

dilluns, 31 d’octubre del 2016

La tertulia de Gràcia del pasado 14 de octubre



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Hubo problemas de sonido con el streaming y hasta hoy no ha estado disponible el vídeo que comparto. Recuérdese: es de hace 15 días y, a la velocidad que van la cosas, podrían ser 15 meses.



dijous, 13 d’octubre del 2016

El desfile de la discordia

Con motivo del 12 de octubre, día nacional por ley de siete de octubre de 1987, o sea, ayer, las autoridades españolas montaron el habitual espectáculo de nostalgias imperiales y afirmación patriótica. Como siempre que salen los símbolos a relucir, hay bronca de todo tipo. Se hace el 12 de octubre, día del Pilar y "encuentro" de América. Pero de América no se habla porque los ecos de genocidio que llegan del otro lado saben a cicuta. Se habla, sí de la nación española, cuya fiesta tiene 20 años de tradición. Veinte años para una nación que dice originarse hace 2.000 o, por lo bajo, 500 suena raro. 

Parece mentira pero este lío lo había organizado mejor Franco que es de quien, en realidad, se ha heredado esta fórmula sincrética del 12 de actubre nacional. Franco lo había dividido en dos: el día de la Hispanidad, el 12 de octubre y el día de la Victoria, el 18 de julio, que es el equivalente al nacional por entonces porque la Victoria había reconquistado la nación. Y se celebraba con un desfile militar, como correspondía a una dictadura que se había originado en una victoria en la guerra y se mantenía gracias al ejército. A su vez, Franco, había heredado el 12 de octubre como "día de la Raza", cual sigue celebrándose en varios países americanos. Así había rebautizado Alfonso XIII el día de la Hispanidad. Ya se sabe que los términos "raza" e "Hispanidad" han tenido significados distintos. Pero eso es indiferente. Lo curioso es que nunca había habido "día nacional", igual que no hubo hasta muy recientemente, monumento al soldado desconocido y me parece recordar, sin estar seguro, de que la hoy existente se reduce al soldado desconocido de las guerras del África.

La identificación del 12 de octubre con la nación española es bienintencionada. Corresponde al ánimo de aquellos "jóvenes nacionalistas", como llamaba la prensa gringa a los socialistas en los años ochenta. Los mismos que, dando muestras de su progresismo, instituyeron el día del debate parlamentario sobre el estado de la Nación, una mezcla explosiva en estos pagos. La nación es, claro, la española lo cual explica la habitual ausencia de catalanes, vascos y nacionalistas gallegos, que no vienen a bailar al son del pandero hispano. Se consideran naciones a sí mismas. En sus territorios se conoce este debate como debate de política general. Pues la nación española les niega el carácter nacional, ellas se lo niegan a su vez a la española. Y la discordia no solo es inter-naciones sino tambien intra-nación. Pablo Iglesias, el único dirigente que ha tenido el arrojo de no asistir a este coñazo de desfile (apud Rajoy), cuestiona no la nación española sino su forma de entenderla de raíz. 

Como se ve, el asunto es el habitual embrollo de esa cuestión esencial del ser de España, asunto que envenena la vida pública española. Por lo demás, que se celebre con el anacronismo de un desfile militar que ya no se sabe a qué gesta se refiere y que ese espectáculo cueste casi un millón € en un país con un salario mínimo de 655,20 € tiñe todo el asunto con el resplandor de los fuegos fatuos.

dijous, 29 de setembre del 2016

El perro andaluz

Recuérdese que, preguntados Buñuel y Dalí por qué su película se llamaba El perro andaluz, contestaron que no tenía nada que ver con perros ni con Andalucía. Lo mismo este post sobre el golpe de mano de los socialistas peperos en contra de Sánchez no tiene nada que ver con Andalucía.

Que Susana Díaz y Felipe González, los dos instigadores de esta maniobra de sombras y puñales por la espalda, sean andaluces, no es aquí relevante. Podrían ser marcianos. En realidad, lo son.

Mientras se ha cocido esta conjura dirigida por Rubalcaba desde El País, el PP estuvo muy callado. Lógico. Informado al detalle por sus submarinos en el PSOE, empezando por sus antiguos militantes, estilo Fernández Vara en Extremadura, comprendió que lo mejor era no hacerse notar porque la gente no sospechara que este plante de los 17 venía movido por su afán para que el Sobresueldos vuelva al gobierno.

Que vuelva el Sobresueldos y el PP, el partido con cinco causas judiciales abiertas. Que vuelvan sin responsabilidad alguna, exonerados de sus fechorías pasadas y dispuestos a cometerlas más gruesas porque, gracias a estos individuos, no hay  modo de librar al país de ellos. Por supuesto, al país, que le den. Esas 17 personas no tendrán que padecer personalmente las consecuencias de las políticas antipopulares e injustas del PP. Y se llaman socialistas cuando son meros vividores de lo público en un clima de corrupción consentida que quieren prolongar porque los favorece.

Supongo que los de Podemos estarán celebrando la quiebra del PSOE, convencidos de que, por fin, ya que ellos no fueron capaces de conseguirlo, los mismos socialistas les facilitaron el sorpasso. Eso ya se verá porque, aunque no lo crean, la razón de que la gente no los prefiera no reside en que los socialistas les "robaran" votos, sino en que, simplemente, no los prefieren y cada vez los preferirán menos por razones de su discurso, tanto en el fondo como en la forma. Pero esto es asunto de menor interés.

El mayor interés reside en ver cómo repercute esta fractura socialista en el único problema real, verdadero, que hay en España: Cataluña. Desde la perspectiva catalana, la situación del PSOE que prácticamente garantiza ya un gobierno del PP con Rajoy a la cabeza, en principio, no tiene consecuencias. La Generalitat proseguirá con su hoja de ruta y, referéndum mediante o no, proclamara la independencia unilateralmente en el último tercio de 2017. ¿Vemos a los neofranquistas, con su retórica imperial y nacionalcatólica, aceptando sin más la separación de la República Catalana? Francamente, no. ¿Los vemos recurriendo a su típico argumentario de la provocación, el matonismo, el porrazo, el pistolerismo y, si es necesario, los tanques? Lo primero (la represión de "baja intensidad") es muy probable; lo segundo (recurso a la fuerza militar), no. ¿Entonces? Entonces, el Sobresueldos descubrirá que la política es algo más que cuidar a tu padre con cargo al Estado, enchufar a tus parientes, ver partidos de fútbol y decir necedades sentenciosas. Descubrirá que ya no basta con robar a mansalva para callar bocas,porque hay bocas que no se callan. Descubirá que hay que tener ideas, extraños entes de imposible comprensión que jamás han visitado su magín. Y, como no las tiene y tampoco tiene fuerza para imponerse, tendrá que tolerar la mediación internacional y tragarse el referéndum que nunca quiso.

Esa es la verdadera razón de la fractura del PSOE y de la inexistencia de gobierno en España: Cataluña rebelde. Lo que une a González y Rajoy es la convicción de que hay que sojuzgar a los catalanes. Lo que los 17 mindundis no toleran a Sánchez es que haya intentado entenderse con los independentistas. Algún día, relativamente pronto, descubrirán que en su aterrorizado rechazo a la perspectiva de que los catalanes decidan y toda la tramoya de la Restauración salte por los aires, se han cargado el país. Dicho claramente: las ambiciones desmesuradas de Díaz, las complicidades de González, el reaccionarismo de Rubalcaba, el derechismo de muchos de ellos y el clientelismo de los más, que deben votar lo que les dicen sus jefes de filas, han cerrado la última posibilidad de un entendimiento civilizado entre España y Cataluña.

Son tan cobardes, lerdos y serviles que no solo se han quedado sin partido. Se han quedado sin país.

dissabte, 24 de setembre del 2016

Terceras elecciones

Si los barones no existieran, hipótesis descabellada, habría que inventarlos. Aunque parezca mentira, ese amago de sublevación de las taifas socialistas viene muy bien a Sánchez. Refuerza su posición negociadora frente a Podemos. Él bien quisiera reconocer la esclarecida guía de los portavoces de la gente y aplicar las medidas salvíficas que se le aconsejen. Pero, por desgracia, tiene al partido levantisco y ha de respetar unos límites. Si la otra parte, la verdadera izquierda quiere negociar de verdad, con ánimo de concluir algo, tendrá que limar sus formas y moderar o aguar sus propuestas. Respecto a la posibilidad de algún acuerdo con los indepes catalanes, por ejemplo, su abstención, es aun más lejana. Los barones no quieren ni oler el independentismo.

A su vez, los indepes catalanes tienen escaso margen de maniobra. La exigencia de un referéndum es innegociable. Las posiciones no pueden acercarse más. Cabe discutir si el "no" al referéndum es una actitud justa o no. Pero es la que hay. Los barones aducen que, además, atrae el voto de los españoles de izquierda contrarios a la autodeterminación catalana. Puede que no sea cierto y que, haciendo la debida pedagogía, el electorado español se mostrara más tolerante con ese derecho. Pero no hay tiempo para comprobarlo y el PSOE prefiere no dar esa baza a su gran adversario, el PP que acusaría al otro de romper España, o sea, de lo que él hace.

Con eso, la posible alianza queda reducida a PSOE-Podemos, con el rotundo anatema de C's y la oposición de los barones socialistas. En esta situación los de Podemos, como siempre, dicen una cosa y hacen la contraria. Dicen querer una alianza con el PSOE, pero lo maltratan sistemáticamente de palabra y obra, con una arrogancia absurda, dada la situación en que se encuentran. Bajo ningún concepto quieren terceras elecciones, a la vista del pobre resultado de las segundas que ellos provocaron. Pero los hados los llevan a hacer todo lo posible para que sean inevitables. A estas alturas puede ser ya materialmente imposible que Sánchez convenza a los barones de que Podemos es de fiar; tampoco a una buena parte de la militancia. La gallardía del NO es NO de Sánchez le ha valido el apoyo activo en masa de los militantes que, de pronto, han encontrado una razón para movilizarse. Pero que lo apoyen no quiere decir que aprueben una alianza con un partido que no es de fiar, pues su objetivo final es acabar con el PSOE. Los militantes apoyan en el NO es NO de Sánchez y no temen a unas terceras elecciones.

La prensa se extiende en los dimes y diretes de las cuestiones internas del PSOE, Comité federal, Congreso, primarias. Todo importante, sin duda, para los militantes, pero solo para ellos. El PSOE, como partido, ocupa la centralidad política que los otros ansían y no consiguen. Sobre él, la responsabilidad de adoptar la mejor decisión para los intereses generales, al lado de un gobierno que no gobierna y una oposición que no sabe si oponerse al gobierno o a la otra oposición. Los barones parecen ya resignados a la opción de las terceras elecciones. De ser esa la vía, Sánchez se encontraría un partido de nuevo unido.

Terceras elecciones es la única opción abierta a Rajoy para ser investido. No tiene otra. Sánchez tiene aún abierta la de la negociación y, si esta fracasa, las terceras elecciones serán también su última opción. Pero con una diferencia crucial a la hora de articular la campaña electoral: que él ha hecho todo lo posible por evitarlas mientras que Rajoy no ha movido un dedo. Sobre los dos partidos emergentes es poco lo que hay que decir que no se haya dicho ya.

divendres, 23 de setembre del 2016

El bestiario hispánico

Los escritores políticos suelen recurrir a animales para ilustrar sus análisis dotándolos de ciertas cualidades humanas. Después de los variadísimos bestiarios medievales, dedicados a la moralización universal, Maquiavelo sentó el ejemplo al decir que el príncipe debía ser una mezcla de zorro y león. Ambos tienen rasgos positivos, pero deben complementarse en la misma persona. Otro italiano, Pareto, expandía los caracteres de Maquiavelo a la elite. En esta debía haber zorros y leones. Los zorros son muy socorridos, por su supuesta astucia. Pero no siempre son bien valorados. Sir Isaiah Berlin decía que los hombres somos zorros o erizos. Los zorros se pierden en los detalles, mientras que los erizos van al grano. En esto daba la razón a Schopenhauer para quien los hombres son erizos; se buscan, pero se repelen. Añádanse el burro demócrata estadounidense, animal tozudo, y el elefante republicano, el baluarte contra el que se estrella la tozudez asnal. En resumen: zorros, leones, erizos, asnos y elefantes.

Búsquense los parecidos. Rajoy sería muy bien el asno, no por su falta de raciocinio, sino por su obstinación y tozudez. No hay quien lo mueva. Sánchez podría ser el elefante, el baluarte contra el que se estrellan las oleadas asnales. Importantes y arrasadoras que son, pues vienen movidas desde todos los cuarteles, incluidas las baronías territoriales. El paquidermo es poderoso y se apoya en sus cuatro sólidas patas en la militancia y la votancia, ambas soliviantadas.

Los otros tres animales tienen difícil acomodo. El león, ese fiero y noble félido de imponente presencia, queda sin intérprete entre los políticos. Si acaso podría atribuirse a Joan Tardá, de leonina imagen. Los dos líderes emergentes parecen aspirar al papel de zorros. Unos animales astutos capaces de robar las gallinas del corral. No es elegante cometido, así que nuestro zorro se considera astuto, pero sin especificar en qué se concreta la astucia. En política esto suele confundirse con el oportunismo, que tiene mala prensa y da una imagen de veleidad de escaso atractivo para el electorado. En último término, les queda el erizo muy visible en el modo en que C's y Podemos se repelen y Podemos busca contactos con el PSOE de los que saltan chispas.

Agotados los animales convencionales de los políticos, podemos ir a buscar otros para caracterizar el bestiario hispánico actual. Por ejemplo, los buitres. No es tan extraño, la prensa llama "fondos buitres" a unos negocios financieros que andan siempre metidos entre carroñas. Por esos mismos dominios merodean las hienas, los coyotes, los chacales. Yo identifico un par de hienas entre las personalidades que ríen en público, pero eso es cosa mía. Cada cual encuentre los parecidos como los vea. De coyotes y chacales andan servidos los municipios y comunidades. Y sin olvidar otros animales también muy ejemplificadores. Por ejemplo los llamados sociales, como las hormigas, las termitas y las hordas, las pirañas o la langosta. Cierto partido conozco que lleva casi cinco años en el poder como si fuera la maldición del quinquenio de la langosta, que no ha dejado nada con vida. Un país yermo de todo, de talento, iniciativa, espíritu cívico. Añádanse desde el punto de vista de la comunicación las cotorras, las gallinas y los gallos, o los cucos, sobre todo las primeras, omnipresentes en los medios sin parar, 24h24. De vez en cuando un gallo gallea y eso permite escuchar el cacareo de las gallinas. Los de Podemos tienen tendencia al galleo y las bases o círculos al cacareo. En cuanto a la agresividad y mala uva, las víboras se llevan la palma, las arañas venenosas y, por supuesto, los escorpiones de quienes se dice que se suicidan clavándose el aguijón. Los fondos de reptiles del ministerio del Interior no llevan veneno. Solo estupidez y un despilfarro de caudales públicos posiblemente punible.

(La imagen es una reproducción del Aberdeen Bestiary, del siglo XII, en el dominio público.) 

dimarts, 20 de setembre del 2016

La conferencia de Reus

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Vídeo, por cierto de excelente calidad, de la conferencia íntegra de Reus sobre La República Catalana, avanzada de una nueva Europa. El planteamiento de esta charla es que todo el debate sobre la condición nacional de Cataluña y los derechos que de ella se derivan, así como sus accidentadas relaciones con España está ya agotado. En el debate sobre razones y contrarrazones de uno u otro bando ya no se esperan sorpresas. La relación entre España y Cataluña no va a cambiar ya a raíz de que alguien pueda llegar con alguna innovación. Está todo hablado. Ahora solo queda actuar cada parte en función de sus presupuestos argumentales: Cataluña hacia la realización práctica de su autodeterminación; España, según parece, a impedirlo. Nadie quiere que este contencioso llegue al empleo de la violencia y, por lo tanto, ambas partes tendrán que hacer lo posible para que eso no suceda. Pero sin renunciar a sus posiciones, lo cual quiere decir que, en algún momento del recorrido, el asunto habrá de considerarse en foros internacionales, quizá en la Corte Internacional de Justicia en La Haya.

Mientras esto sucede y, cuenta habida de lo anterior, lo interesante, lo prometedor ahora es indagar sobre cuál haya de ser la relación de Cataluña con Europa en el entendimiento de que se trata de una relación inmediata, no mediada por el Estado Español. Cuál haya de ser la relación de la República Catalana con Europa, cómo sonará la voz de Cataluña en Europa y de qué hablará.

Sobre eso trata la conferencia.


dimecres, 7 de setembre del 2016

El PSOE y España

Leo un artículo de Joan Tardá en El siglo titulado Otra oportunidad perdida para el PSOE. Es una pieza digna de comentario y reflexión. Este hombre no solamente es un brillante tribuno, con esa pinta mezcla de león desaforado y maestro de corazón de oro. También es un analista de calado. Su artículo no es una lluvia de consignas o interpretaciones partidistas sobre asuntos tácticos de poca monta, sino que tiene fondo y alcance e hila cuestiones graves, paradójicamente ausentes del debate público. En realidad, ni el mismo Tardá las hace explícitas. Pero permite que otro, por ejemplo Palinuro, lo haga. De esa forma ya se adelantan los acuerdos y desacuerdos con el autor.

A vista de pájaro, la visión de Tardá es correcta y se articula en tres momentos: 1) un primer entendimiento entre el PSOE y el nacionalismo de izquierda abrió paso a la renovación estatutaria y, quién sabe, una nueva articulación territorial del Estado; 2) el periodo intermedio en el que el PSOE viró, se entendió con el nacionalismo burgués, el estatuto sufrió el deterioro conocido, el PP sustituyó al PSOE y, literalmente, dinamitó los puentes con Cataluña; 3) la etapa final actual: en España no hay gobierno en medio de una crisis constitucional mientras que Cataluña dispone de él y de los medios para seguir con su hoja de ruta hacia la independencia republicana.

El relato es correcto, aunque yo no emplearía el término "oportunidad". No me parece que sea una cuestión de aprovechar o no las oportunidades, sino de atender a actitudes y asuntos de mayor envergadura. Ignorarlos no sirve de nada. El relato es correcto porque lo es de los hechos. Pero falta su interpretación, la respuesta a la pregunta del por qué de esos hechos. Por mencionar una que, estando muy presente, está en realidad oculta: la pregunta por la nación. Es obvio: la idea de nación catalana excluye la española; la española, a su vez, incluye a la catalana a base de negarle su condición nacional. El nacionalismo catalán es unitario; el español, no. El nacionalismo catalán lleva la iniciativa; el nacionalismo español trata de defenderse de modo pobre, desorientado, sin proyecto alguno, fuera de la continuación de un estado en el que hay mucha gente a disgusto.

Si se quiere una prueba de lo anterior, considérese la explicación de Tardá de que la emasculación del estatuto comenzó cuando el PSOE pactó con el nacionalismo burgués de CiU. Aceptado. El mismo nacionalismo burgués con el que ERC pactó después para crear JxS. ¿Entonces? No es lo mismo, nos dirá el autor: en el pacto PSOE-CiU, fue el PSOE quien cedió mientras que en el caso de CiU (luego solo Conv.) y ERC, la que cedió fue CiU. También correcto. Pero eso ¿qué quiere decir? Que el nacionalismo catalán es transversal y su idea de nación catalana una, compartida por la izquierda, la derecha y hasta por una fuerza "antisistema" como la CUP. Eso es mucho más de lo que el nacionalismo español puede soñar. El nacionalismo español está fragmentado y es muy incierto. Tanto que muchos nacionalistas españoles dicen que no son nacionalistas españoles. Tanto que no siquiera está cierto de su idea de nación ni de su origen o nacimiento. Ahí andan discutiendo sobre el siglo XIX, pero ni en eso hay acuerdo. La historiografía española es la consideración de un ente problemático, vivido a veces agudamente como una lucha o agonía, la nación española.

Y ese es un elemento esencial subyacente a la actual situación de parálisis y como marasmo: no hay una defensa de la nación española en términos positivos sino puramente negativos: no hay proyecto, pero Cataluña no puede intentarlo. Por eso, entiendo, el ataque al PSOE por la vía de la cobardía, la falta de audacia de su dirección en su política de alianzas ignora que el asunto es más profundo que una mera cuestión táctica de conveniencia para la formación de un gobierno. Se refiere a la idea de nación española que el PSOE tenga y es cierto que, en el fondo, no se distingue sustancialmente de la del PP: España es una sola nación y la Constitución vigente, su hipóstasis. Puede reformarse, sí, pero dentro de unos límites.

Conducir al PSOE a una visión plurinacional del Estado ya sería una hazaña. Llevarlo a aceptar una solución más allá de lo federal al uso, confederal, algo imposible. Pero quizá quepa suscitar en su seno un apoyo al referéndum catalán, aunque tampoco eso es seguro. Que junto al PSOE esté Podemos no facilita nada las cosas. Los morados son, en efecto, partidarios del referéndum catalán, pero en términos nebulosos, pues cuentan celebrarlo con acuerdo del Estado. Es decir, como ejemplo, su utilidad, dada su afición a la casuística, es nula.

Así que lo lógico sería seguir ofreciendo al PSOE una alianza de izquierda con los independentistas y darle tiempo a que reflexione sobre la situación. Alguien, seguro, se maliciará que la propuesta, al final, es pedir de nuevo a los catalanes que esperen. En absoluto. Muy bien señala Tardá que cuentan con los medios institucionales y procedimentales para seguir avanzando en la hoja de ruta. Háganlo a su modo, a su ritmo. Al fin y al cabo, desde un punto de vista material, la desconexión ha comenzado ya. En ese periodo quizá el PSOE pudiera reconsiderar su negativa al referéndum. No porque entienda que es preciso replantearse su concepción de España, sino porque quizá sea el único modo de evitar que la continuación del gobierno del PP lleve la confrontación con Cataluña al extremo de criminalizar a sus autoridades democráticamente elegidas.

Ya se sabe que, para la derecha la opción es clara: entre el orden (su idea del orden) y la democracia, elige el orden. Para la izquierda, sin demérito del orden, la democracia es primordial porque su ausencia es el verdadero desorden. Por eso la izquierda lo tiene siempre más difícil y hay que darle tiempo.

En todo caso, lo que está claro es que el objetivo prioritario hoy es desplazar a Rajoy el PP porque su mantenimiento agrava el riesgo de escalada del conflicto catalán a extremos preocupantes. Y más si se tiene en cuenta que el régimen autocrático del PP ha colonizado todas las instituciones del Estado. A Rajoy personalmente obedecen hoy los medios de comunicación del Estado, la presidencia del Congreso, el Tribunal Constitucional en la persona de su presidente, antiguo militante del PP. La Fiscalía del Estado ya ha soltado su soflama anticatalana y el Rey parece tomar la conveniencia del partido del gobierno como norte de su inacción. Es decir, la derecha ha formado un gigantesco frente contra el independentismo cuyo punto débil esencial es su falta de legitimidad.

Puede haber un gobierno de izquierda que no apriete al PSOE en la cuestión del referéndum y garantice la lealtad de los de Podemos, si tal cosa es posible con gente que sigue en actitud de abierta hostilidad al partido con el que quiere unir esfuerzos. No solo puede: debe. Porque el freno a la descomposición institucional, a la omnipresencia de la corrupción, a la frustración generalizada y la fractura territorial conflictiva nos interesa a todos. Y a todas.

Y no se olvide que no es preciso demonizar la idea de unas terceras elecciones. ¿Por qué despiertan tanta animadversión? ¿Que es demasiado votar? Votar nunca es demasiado; demasiado es no votar.

dilluns, 29 d’agost del 2016

España contra Cataluña

No soy aficionado a participar en controversias y tampoco a polemizar con colegas. Tengo ya suficientes enemigos y muy contados amigos así que no quiero empeorar mi fortuna. Pero en esta ocasión no veo otro remedio que intervenir en un intercambio entre dos colegas a los que respeto y estimo mucho, en sendos artículos de El País. Uno, el catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Barcelona, Marc Carrillo, y el otro, el historiador Joan B. Culla i Clarà, a propósito de una observación casi en passant del primero en un magnífico artículo sobre el franquista Carles Sentís en los años 60 en Barcelona. Dice Carrillo al final de su escrito en pro de la memoria histórica que el caso de Sentís y otros "desacreditan la obscenidad histórica y la miseria moral de afirmar que la guerra civil fue contra Cataluña". Responde Culla i Clarà que eso es falso y que sí, que en gran medida, la guerra civil fue contra Cataluña.

Y, con todos los respetos a Carrillo, coincido con Clarà. Es más, da que pensar que un intelectual tan sólido como aquel haya incurrido en un exabrupto tan ligero como injusto. Uno que nos interpela a muchos que, junto a Clarà, pensamos que en efecto, la guerra civil fue contra Cataluña. Contra la República española y el Estado catalán pari passu. Para defender su posición, el constitucionalista viene a decir que, en el franquismo, muchos catalanes colaboraron y cita algunos. Clarà concede y cita más. Y yo corono la cita: los legitimadores de la sublevación de militares sediciosos y delincuentes fueron catalanes: los obispos Pla i Deniel y Gomá, teorizaron la "Cruzada" y exaltaron el fascismo y nacionalcatolicismo más bárbaros e inhumanos. Por supuesto, toda tiranía, toda dictadura o barbarie tiene cómplices entre los oprimidos, cipayos. Se sabe de sobra. 

¿Y qué? La cuestión objetiva es indudable, históricamente incuestionable y probada hasta la saciedad: el franquismo fue un intento sistemático de aniquilar a Cataluña como nación. El último. Iba a escribir "por ahora", pero supongo que no es necesario porque espero que no haya ocasión a más. Un intento de genocidio cultural, sistemáticanente aplicado hasta hace muy poco, afortunadamente fracasado pero que se ha reavivado desde hace unos años, desde la famosa sentencia anticatalana del TC en 2010.

Carrillo sabe que lo anterior es cierto. ¿Por qué, sin embargo, lo niega con esa vehemencia y de forma tan agresiva? Aquí va mi intento de explicación. El problema no es si el franquismo fue o no un intento de genocidio cultural de Cataluña (dejo de lado otras cuestiones nacionales), que lo fue. El problema es el de su significado y alcance y, sobre todo, las consecuencias a fecha de hoy. Algo que nadie quiere encarar en serio.

Porque, en contra de lo que se dice habitualmente y los dos polemistas parecen aceptar (aunque discrepen en la valoración), el franquismo no solo pertenece al ámbito de la memoria histórica sino que, para nuestra desgracia, pertenece al presente más rabioso. En Cataluña y en el conjunto del Estado. Y no solo porque las calles sigan rotuladas con nombres de asesinos, el genocida tenga una Fundación a su nombre, haya una vergüenza llamada Cuelgamuros o los curas sigan diciendo misas por el eterno descanso (y ansiado retorno) del sanguinario dictador. Es presente porque sus consecuencias están aquí y convivimos con ellas.

No hay duda de que el franquismo fue un intento de acabar con la personalidad nacional catalana. Pero la pregunta, hoy, es: ¿cuántos españoles apoyaron  y apoyan el franquismo? ¿Hasta qué punto puede decirse que el franquismo ha encarnado en España como se muestra por el hecho de que sigue muy presente en todas partes? ¿Está España, de verdad, libre del franquismo? Cualquier puede verlo: en las cosas del común, en el aparato institucional, en su ordenamiento jurídico, no mucho. Solo el recuerdo de que las leyes "constitucionales" del franquismo (Régimen Jurídico de la Administración del Estado, de 1957 y Procedimiento Administrativo, 1958) estuvieron en vigor hasta 1997, debiera servir de aviso. Y, en lo tocante a Cataluña, mucho menos. 

El franquismo no es memoria solo; es presente. Los actuales gobernantes, el propio partido del gobierno, fundado por un ministro de Franco, son franquistas, son herederos del franquismo y no solamente indirectos, de segunda o tercera generación, estúpidos señoritos al estilo de Casado o jayanes tabernarios al de Hernando, sino directos, muy directos, con ideas, convicciones, creencias absolutamente franquistas. Gente que ni por asomo admite el carácter ilegal y, por lo tanto, nulo, de todo el ordenamiento jurídico de aquel gobierno de delincuentes que, como en 1984 hizo que la mentira fuera la verdad; el crimen, virtud; el robo, justicia. Por eso ninguno de estos franquistas, descendientes de franquistas, seguidores ideológicos de la dictadura de facinerosos ha condenado jamás el franquismo. No lo han hecho ni lo harán en el PP y en C's porque condenar el franquismo sería condenarse a sí mismos, a sus familiares, padres y, en incontables casos, confesar que sus patrimonios se obtuvieron mediante el crimen, la violencia y el saqueo.

Y, como buenos franquistas, su actitud frente a Cataluña es la de sus modelos: exterminio cultural. Llevan cuatro años de mayoría absoluta gobernando contra la nación catalana, cuya existencia niegan todos sin más razón que la fuerza, y si fuera por los dos firmantes del reciente pacto, PP y C's que, en realidad también es un pacto contra Cataluña, se suspendería la autonomía, se encarcelaría a los dirigentes independentistas y la escuela catalana volvería al modelo castellano de los felices tiempos del fascismo.

A la vista de esta situación tan delirante, con franquistas en los puestos de mando del Estado, se ha destruido ya toda esperanza que pudo haberse alimentado en la transición de que el franquismo no volvería. Aquí está de nuevo, dispuesto a hacer cuanto daño pueda. Y no hay garantía de que quepa evitarlo. Porque, en definitiva, no es solo el franquismo, es España la que va contra Cataluña.

Por eso los catalanes quieren irse. Y hacen bien.

divendres, 12 d’agost del 2016

La izquierda y Cataluña

El independentismo catalán tiene desconcertada a la izquierda española. Esta se debate entre su alma de izquierda y, por tanto, universalista y cosmopolita y su alma española y, por  tanto, nacional y patriótica. Y predomina abrumadoramente la segunda.

El alma de izquierda es liviana. Se limita a repetir la jaculatoria de que no se puede ser nacionalista y de izquierda. Un argumento que no solo es falso en su enunciado sino hasta en su enunciador, que suele ser un nacionalista español que dice ser de izquierda, o sea, internacionalista, universalista, cosmopolita. Pues eso mismo. Es un punto de vista que, por naturaleza, considerará puras contingencias históricas que los Estados se separen, se junten, se multipliquen o dividan. Aunque sea el propio.Y tampoco tendrá inconveniente en reconocer como nación a todos los pueblos que afirmen serlo, sobre todo si lo hacen durante siglos.

Ahí le duele. En el alma española. El alma de la nación española. Atacada la nación en su mismo corazón, en su integridad territorial, la izquierda descubre que una vez más fracasa en su intento de poner en pie una idea de nación abierta, laica, liberal, progresista, republicana. Piensa, asustada, que tiene que cerrar filas con la que se ha impuesto desde siempre en España, la última mediante una guerra civil y cuarenta años de dictadura, justo la fórmula que ha acabado dinamitando la posibilidad de una nación española acorde con los tiempos. Su necrológica está en el artículo 2 de la Constitución vigente. 

Este enésimo repliegue de la tradición nacional heterodoxa al dictado de la imagen reaccionaria, oligárquica, caciquil, monárquica y nacionalcatólica es lo habitual. La izquierda española, carece de raíces en una vigorosa burguesía liberal y nacional, una burguesía radical que hubiera separado la Iglesia del Estado y alumbrado un espíritu empresarial en lo que hubiera debido ser la acumulación de capital para el desarrollo industrial. Así aquella ha resultado ser  débil, fragmentaria, muy dividida y mal avenida y sin una idea de nación heredada porque la burguesía española fue incapaz de formularla al margen del destructivo binomio trono-altar. Tal es su orfandad que la más reciente izquierda se va a buscar la idea de Patria a Latinoamérica, o sea, a las antiguas colonias liberadas de España. No es un círculo vicioso. Podría llamarse el "círculo de Epimeteo", ya saben, el que miraba al pasado.

El actual repligue se origina en una preocupación más profunda. La izquierda teme quedarse sin nación antes de haberla disfrutado. Teme quedarse sin patria, una sensación probablemente de vértigo, como cuando tiembla la tierra. Y no es para menos: la hipótesis-posibilidad-probabilidad-seguridad-certeza (escójase lo que se prefiera) de la independencia de Cataluña, trae al proscenio la sombra de una crisis del 98 bis, más profunda. Ya lo había vaticinado Ortega. La historiografía española dio la vuelta al experimento y presentó la generación del 98, no como conciencia de un fracaso, sino como voluntad de renacimiento. Pero eso ha sido después de la fiesta y ahora estamos ante ella y tenemos un futuro de incertidumbre.

La cerrada negativa del PSOE al referéndum y la ambigüedad (en el fondo) de Podemos son la prueba de la poca confianza que su idea de nación inspira a la izquierda. La poca seguridad en su nación, en su capacidad para ganarse la adhesión voluntaria de todos los pueblos que la componen explica esta prohibición del ejercicio de un derecho fundamental como es el de decidir su futuro como nación. Así que el ideal de la nación libre se convierte en la realidad de la nación cárcel (por lo demás inviable) al grito de la salvación patria. Esto es lo que los obliga a cerrar filas: el miedo a la disgregación de un experimento que lleva trescientos años sin levantar cabeza.

Hay un dicho que se atribuye a Josep Pla pero parece ser apócrifo según el cual lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas. Es muy posible. Los une el nacionalismo. Ese del que ambos reniegan por considerarlo aldeano.

dilluns, 1 d’agost del 2016

Carme Forcadell como símbolo

A raíz del referéndum informal del 9 de noviembre de 2014, el gobierno español instó a la Fiscalía a proceder penalmente contra el entonces presidente Mas y las consejeras Rigau y Ortega. Como pieza aparte, el diputado Homs en análoga situación. El viernes, ese mismo gobierno, con el mismo presidente y a la vista de la aprobación del comienzo del proceso constituyente en Cataluña, pide al Tribunal Constitucional que proceda contra la presidenta del Parlamento catalán.

Es típico de las autoridades desconcertadas, nerviosas e incompetentes responder precipitadamente, sin prever las consecuencias de sus actos y hacerlo por la vía de la represión, en virtud de su carácter autoritario. Desconcierto y nervios provocados por su animadversión a cualquier votación democrática. No es admisible que la gente en la calle vote según le parezca o que lo hagan sus representantes o delegados en las instituciones cuando lo estimen pertinente.

El estallido de furia de la derecha gobernante a raíz de la votación es un mecanismo psicológico muy elemental propio de los códigos disciplinarios de las que Ervin Goffman llama "instituciones totales", como los cuarteles, las cárceles, los hospitales. Ante un comportamiento colectivo opuesto a las directrices del mando, lo encargados, los vigilantes, buscan un culpable, una cabeza de turco con el fin de dar un escarmiento. Singularizan a un solo individuo para castigarlo en público y de este modo cunda el ejemplo. Hacer comprender a estos funcionarios franquistas que un Parlamento democráticamente elegido no es una institución disciplinaria es imposible. No valoran la función simbólica de los órganos representativos porque no sienten respeto por ellos y los tratan como negociados de la administración a cuyos responsables se puede expedientar por incumplimiento del deber. No hay más que ver a quién han puesto al frente del Congreso de los Diputados, una especie de jefa de negociado que cumple la ley última de Peter de ser promovida al nivel máximo de su incompetencia.

Quienes así piensan, deberían proceder contra los órganos colegiados por la vía política, no la judicial. Una vez aprobada la norma, recurrirla en inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional. ¡Ah, no! No hace falta esperar tanto, se nos dice. La ley de ese tribunal le permite actuar avant la lettre a instancias del gobierno. De este modo, el Tribunal pasa a ser una agencia del poder político habiendo resucitado una especie de control previo de constitucionalidad de las leyes para lo que guste el ejecutivo. Igualmente autoriza al Tribunal Constitucional a proceder contra las personas, obligándolas al cumplimiento de sus decisiones mediante multas, procedimientos de inhabilitación y, eventualmente, dando traslado a la jurisdicción penal. Es decir, Carme Forcadell puede tener un futuro judicialmente proceloso.

Por descontado que todo esto solo sea posible merced a una reforma ad hoc del año pasado en la citada Ley del TC, impuesta por el rodillo del PP, no es algo que suscite escrúpulos en la derecha para quien la ley es materia de obligado cumplimiento para todos menos para sí misma que la cambia a su antojo y sin consenso siempre que le interesa. En este contexto se entiende que, cuando la derecha responde al independentismo que es preciso cumplir la ley razona en función de sus interese; cuando lo hace la izquierda, no se sabe en función de qué intereses razona, ni siquiera si razona.

Pero Carme Forcadell no es una jefa de negociado ni el Parlamento de Cataluña una subdirección general de un ministerio, sino un órgano legislativo, representativo y que se considera a sí mismo soberano. Esto hace que su respuesta a la decisión que hoy tome el TC solo será ignorarla porque no puede admitir una interferencia de ese calibre en sus atribuciones. Mientras Forcadell se atenga al reglamento, lo que el gobierno central puede hacer es impugnar el reglamento o los actos de la Cámara y, por supuesto, poner en marcha lo previsto en el art. 155 CE. Lo demás es abuso de poder por muy amparado que esté formalmente en una chapuza legal de última hora que nadie acepta. Es decir, de seguir el Tribunal en sus trece y el Parlamento en los suyos, ya tenemos el primer conflicto institucional grave en el que choca una legalidad apañada con un argumento de legitimidad en el que el Parlamento catalán basa su actuación. Es decir, la política, de la que estos gobernantes no entienden nada, igual que no entendía Franco.

Por eso escribía ayer Forcadell un artículo en Punt Avui titulado L'hora de la política más o menos con estos argumentos.

Pero la solidez de la figura de la presidenta no reside solo en sus argumentos, sino en su valor simbólico. Forcadell representa hoy la dignidad de un pueblo. El intento del gobierno de reprimirla y doblegarla es el de reprimir y doblegar el independentismo catalán. Y esa es la política, un ámbito en el que juega la fuerza moral de las personas. La ética y la estética de unas convicciones.