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dilluns, 30 de juliol del 2012

Luces y sombras de una gran coalición.


Un magnífico artículo Manuel Sanchís en El País de hoy, titulado Un gran coalición para salvar el euro aboga por lo que dice su título: una gran coalición entre (por lo menos) los dos partidos dinásticos con el fin de vencer la crisis y salir del euro. La finalidad es encomiable; el medio propuesto, factible; las razones, muy convincentes. Y, sin embargo, Palinuro cree que sobre no ser necesaria, esa gra coalición sería un error.
No la precisa el gobierno que, con su holgada mayoría absoluta tiene asegurado llegar al término de la legislatura, aunque sea haciendo y diciendo las tonterías que dice y hace. Tampoco le conviene al PSOE -si bien da la impresión de ser lo que Rubalcaba busca desesperadamente- quien apenas tendrá voz en ese gobierno y aparecerá vinculado a la intención ultrarreaccionaria y oscurantista de la derecha montaraz española. Igualmente no interesa a los partidos minoritarios, cuya posibilidad de negociar contrapartidas a cambio de un apoyo innecesario es mínima. Por último, no le conviene al país. Este ha aguantado ya ocho meses de gobierno despótico, ruinoso e incompetente. No le hacen falta otros experimentos para saber que lo que resta será igual o peor y no podrá recurrir a alternativa alguna porque la oposición está de coalición con el gobierno. Finalmente, no le interesa a la emocracia. Como sistema de gobierno, esta necesita una oposición fuerte y clara y no un pandemónium de soluciones de compromiso, inventadas, improvisadas, que no resuelvan los problemas sino que los oculten.
Pero hay más. Con la mejor intención del mundo, sin duda, los casi ocho años de gobierno Zapatero han dejado una herencia envenenada pero no para el PP sino para el PSOE. Zapatero fracasó frente a la crisis en el momento en que (mayo de 2010) decidió girar 180º y apuntarse a las políticas neoliberales. Dijo entonces que eso le costaría las elecciones y así fue. Lo que no dijo -probablemente ni lo imaginaba- es que iba a dejar a su sucesor en una situación imposible. Seguir con las políticas de Zapatero equivalía a supeditar por entero al PSOE al PP, hacerle perder su perfil propio y dar pábulo a la idea de que el PP y el PSOE son la misma mierda, que tan desmovilizadora fue el 20N. Pero enfrentarse a esas políticas no es creíble porque el PSOE tuvo siete años para practicarlas y no hizo nada. ¿Por qué iba a hacerlo ahora? Zapatero falló a sus votantes. No es necesario que también lo haga el PSOE en pleno.
La gran coalición interesa -y mucho- al PP. Otra cosa es que Rajoy lo vea pues no es el hombre especialmente listo. A quien no interesa nada es al PSOE, aunque puede que sí a Rubalcaba en su intención de afianzar una imagen de estadista. Esto tampoco le saldrá, dado que la gestión de la crisis por la derecha es tan absurda, injusta y desigual que, mientras la dirección suplica un pacto o acuerdo con el gobierno, los militantes y los electores, claramente escorados a la izquierda no no quieren oír hablar de ella y prefieren un gobierno de alianza de la izquierda.
Es un momento delicado en la historia del socialismo español: o este encuentra una posición propia y, (ello sería lo ideal) encabeza un movimiento europeo de articulación de una política socialdemócrata claramente diferenciada del neoliberalismo que permita salir de la crisis y reconstruir el Estado del bienestar o puede quedarse fuera del poder durante largo tiempo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dimecres, 25 d’abril del 2012

¡Ay, ay, Andalucía!




Obsérvese con atención y distanciamiento esta portada de El País de hoy. ¡Cómo trabajan las oscuras afinidades electivas! Veamos: hay un ramillete de noticias de gran calado. ¿Falta alguna? La principal es la bronca con las Comunidades Autónomas; la gráfica (que es la que primero impacta) para una imagen de Hollande con gesto de allez les gars!, conveniente en un político. Menor cuerpo tienen otras dos con una fuerte carga crítica de los recortes de la sanidad pública (el expolio de los jubilados y la inasistencia a posibles enfermos infecciosos). Segunda gráfica menor, la sentida catástrofe del Barça. ¿Falta algo? Bueno, no hay nada sobre Andalucía. ¡Calla, sí! Un recuadrín a la izquierda con la peripecia procesal de un exconsejero socialista por supuesta prevaricación y malversación.

Sin embargo, ayer se produjo una noticia en Andalucía que, para muchos, es de extraordinaria importancia, esto es, la celebración de un referéndum entre las bases de IU y el resultado de este que ha sido respaldar por abrumadora mayoría (de un 82%) el gobierno de coalición PSOE-A e IU-LV CA, o sea, de socialistas y comunistas, para entendernos. Ya sé que en IU hay más izquierdistas que los meros comunistas, pero estos son la columna vertebral de la coalición, un gobierno social-comunista, como decía Aznar en su tiempo con gesto de asco y desdén. Y un gobierno de izquierda (con lo mal avenida que está la izquierda entre sí) en el bastión andaluz frente al conjunto de España conservadora parece noticia relevante.

Y relevante por sí misma, sin necesidad de rendirse a las arrebatadas líricas de sus partidarios sobre el carácter archidemocrático de una organización referendaria. Lírica engañosa por lo demás, que ya se empleó para justificar lo contrario en Extremadura. Engañosa porque, si de verdad se quiere consultar a quienes toman las decisiones últimas, estos no son los militantes (de base o de sal) sino los electores porque son los electores quienes han decidido que la representación de IU sea la que es. Pero, en fin, esto es asunto sin más calado que la llamada exuberancia del corazón. Por lo demás, un indice de aprobación del 82% cuando el Comité Central del Partido Comunista de Andalucía ha hecho pública su decisión en pro del gobierno de coalición, es práctica habitual en las organizaciones comunistas y lo único que demuestra es quién manda en IU.

La coalición de gobierno de izquierda en Andalucía puede ser el laboratorio en el que se ensaye similar fórmula para el resto de España en las generales, cuando toque. La animadversión que la dos izquierdas mayoritarias se profesan mutuamente (sobre todo del lado de IU/Comunistas hacia el PSOE) no puede llevarlas a cortejar el fracaso. Me explico: es legítimo que IU oriente su discurso electoral a desacreditar al PSOE y, a ser posible, a conseguir su desaparición como opción mayoritaria de la izquierda. Es obviamente difícil de conseguir, dado que, en su momento más bajo, el 20-N, el PSOE tuvo casi siete millones de votos, más de cuatro veces los de IU en uno de sus mejores momentos. También es legitimo que el PSOE trate de igual o similar modo a IU, aunque no suele hacerlo, quizá para causar más daño, dirán algunos irredentos, a través de simulada ignorancia. Todo eso es legítimo. Pero, al minuto siguiente de saberse los resultados definitivos, sean cuales sean, las dos izquierdas deben buscarse mutuamente y forjar acuerdos en todo lo que compartan. La derecha española tiene sabiamente en su seno a la extrema derecha. Resulta difícil de entender que la izquierda no lo consiga. Suelen aducirse dos razones. Una es que mientras la derecha atiende a intereses antes que a principios, la izquierda empieza por los principios y estos, ya se sabe, son innegociables. El argumento no es válido porque los principios son los mismos y la variación o debate está en los medios para hacerlos triunfar.

La otra razón es que, contrariamente a lo que la izquierda predica sobre la derecha, las actitudes personalistas, individualistas, de vanagloria particular son más comunes en aquella que en esta. Por su propia constitución intelectual, la derecha es jerárquica, autoritaria, tradicional; cada cual sabe en dónde debe estar y apenas hay conflictos entre personas. La izquierda, en cambio, tiene un origen rebelde, contestatario, refractario a las normas, enemigo de la disciplina y crítico de toda jerarquía. La izquierda es individualista en donde la derecha es, curiosamente, colectivista. La derecha rinde culto a un concepto abstracto del individuo, como unidad de cálculo, mientras que la izquierda lo hace al concepto concreto, al héroe particular, único, irrepetible y, así, el mapa de la izquierda es siempre el de los reinos combatientes entre puñados de partidarios de personalidades señeras y clarividentes que niegan el pan y la sal a todas las demás. Este destino de casi compulsivo fraccionamiento ha sido también el habitual en los partidos comunistas del mundo entero, constituidos sin embargo originariamente según criterios leninistas que primaban la disciplina, la jerarquía, la autoridad y la sumisión del individuo en todos sus aspectos a la superioridad de un colectivo imagiario llamado el Partido, como el que dice el Jefe, el Rey o Dios.

Si la izquierda española abandona el señuelo de los intransigentes principios y apea su enfermizo personalismo que es un verdadero narcisismo, en efecto, el gobierno social-comunista de Andalucía puede ser un modelo para todo el país. ¿Por qué no? Esta es una alianza que aún no se ha experimentado siendo así que se han producido todas las demás, excepto la gran coalición que hace unos días proponía Bono, mostrando un conocimiento de los andaluces y de los socialistas andaluces similar al que pueda tener de los maoríes. Es decir, es una noticia de importancia. Tanta como para no salir en la portada de El País.

(Aviso: Blogspot ha cambiado el lay-out y ha tocado el html. Creo que me he adaptado pero me temo que no domino bien el interlineado ni la justificación. Todo se andará.)

dimecres, 18 d’abril del 2012

Bono opina.

Habla Bono y suelen moverse las entretelas de políticos, periodistas, clérigos, militares. Es un cañón giratorio. Toca todos los temas, civiles, militares, religiosos, territoriales. Y siempre genera escándalo, cuando no indignación, a pesar de que sus observaciones suelen ser reciamente conservadoras o quizá precisamente por esto. Donde más inquina despierta Bono es en su partido. Eso parece incluso divertirle y a veces suscita la idea de que se pronuncia solo para fastidiar. Y ¡hay que ver cómo lo consigue! ¿Por qué será?

En lo esencial porque es personalmente inatacable. El hombre tiene convicciones, tiene criterio, tiene personalidad; es demócrata y, además, honrado. Lo dicho, inatacable personalmente. En él no prenden los argumentos ad hominem. Hay que responder a los razonamientos, las teorías, las propuestas de Bono y ahí no andan tan fuertes quienes lo critican.

Verdad es, Bono es muy católico, muy devoto y no le parece que la separación entre la iglesia y el Estado deba ir mucho más allá de donde ya está. Tuvo un momento de lucha de conciencia cuando el aborto pero, al final, sabiamente, la conciencia obedeció al partido antes que a la iglesia. Sus convicciones laicas son también muy conservadoras. Aquella carta que dirigió a Fraga cuando este anunció en septiembre de 2011 que se retiraba de la política y a la que Fraga contestó a través de Palinuro, en realidad sitúa a Bono en algún impreciso lugar ente el PP y el PSOE. Lo cual es muy legítimo pero quizá no sea lo más inteligente para el PSOE, partido al que, en principio, pertenece nuestro hombre.

Su áspero enjuiciamiento de un posible pacto PSOE-IU en Andalucía, la truculencia de su lenguaje, no facilitan los entendimientos (aunque quizá sirvan para que el PSOE fortalezca su posición negociadora frente a IU) y dibujan un clima de enfrentamiento ("odio social", "estalinismo", "lucha de clases") poco recomendable. A Sánchez Gordillo, objeto de los exabruptos de Bono, le ha faltado tiempo para llamarlo "franquista". Es la forma hispánica del meme de la Ley de Godwin: estalinista/franquista son los equivalentes del "nazi" global.

Sánchez Gordillo no es aquí decisivo y lo dejamos al margen. Al hablar de "lucha de clases", como si fuera mentar la bicha, Bono recordará, supongo, que es uno de los principios sobre los que se edificó su partido, un partido de clase, como lo prueba la oronda "O" de "Obrero" de las siglas. Bono seguramente piensa que el partido debe actualizarse, olvidarse de la lucha de clases y postular, quizá, el amor entre ellas, pero no le extrañará si, por ahora, muchos, incluso en su partido, piensan que la lucha de clases es tan actual como en tiempos del abuelo Iglesias.

Pero Bono va más allá del mero improperio. Es proactivo, se mueve, sugiere. Sugiere, propugna, una coalición PP-PSOE en Andalucía, una grosse Koalition a la andaluza, antes de caer en el pozo de una alianza con los estalinistas. Es más o menos el espíritu del tamayazo aunque aquí el juego es limpio. Que sea limpio, sin embargo, no quiere decir que sea sensato. Toda grosse Koalition falsea las instituciones porque plantea un parlamento sin oposición de forma que esta solo puede ser "extraparlamentaria". En todo caso, Bono ve de verdad la alianza PP-PSOE como la mejor solución.

Pero ¿lo es? Para el PP, desde luego: pasa gratis et amore de la sempiterna oposición a un flamante gobierno y legitimado además con la alianza socialista. Sentido de Estado. En las próximas elecciones puede conseguir la mayoría absoluta que se le ha escapado en las últimas. Y gracias a Bono. ¿Y para el PSOE? La catástrofe sin paliativos. Un PSOE andaluz a remolque de un gobierno de la derecha empujaría a muchos electores socialistas a mudar su voto a IU. La distancia entre los dos disminuiría pero dividirían más a la izquierda con lo que garantizarían la mayoría absoluta del PP. Y no creo que sea esa la intención de Bono. Al menos por ahora.

(La imagen es una foto de U.S.Federal Fovernment, en el dominio público).