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dimecres, 4 de juliol del 2018

La política catalana debe hacerse en Catalunya

La arrogancia españolista (¿o hay que decir directamente franquista?) de esta peña del PSOE es alucinante.  Vende como una concesión graciosa estar dispuesta a "dialogar sin cortapisas". Es más, la vicepresidenta Calvo, tan ayuna de sensibilidad como sobrada de impertinencia, señala por adelantado que Sánchez no aceptará la petición de referéndum que le hará Torra. No deja así en buen lugar al líder del PSOE, pero eso es lo de menos; está acostumbrado. Lo gracioso es la posición oficial del gobierno español: dialogaré sin cortapisas y tambièn sin escuchar. Es la gran novedad que Sánchez ofrece para Catalunya, cuando afeaba a M. Rajoy (a) "el sobresueldos" que fuera por lo judicial sin entender que se trata de un problema político que requiere diálogo. ¿Qué diálogo? Uno sin cortapisas en que no se escucha a la otra parte porque no hace falta. En cuanto le digas que habrá diálogo sin cortapisas, esa otra parte se derrite y te da lo que pidas.

La verdad, no sé cómo explicar esta actitud salvo tildándola de servil. Los indepes catalanes que, en un ejercicio de buena fe y ánimo conciliador, votaron la moción de censura y posibilitaron que Sánchez fuera presidente del gobierno se encontraron con que ese nuevo gobierno se constituía con los elementos más furibundamente catalanófobos (Borrell, Robles, Ábalos) y actuaba en menoscabo directo de Catalunya. Tanto que decidieron no votar ninguna medida más suya y, así, precipitar su caída.

Eso es lo único digno que puede hacerse, salvo que ese gobierno cambie 180º de actitud, derogue la ley mordaza y se la aplique en exclusiva a su matón Borrell.

Pero no. Resulta que basta con que estos señoritos, que gobiernan gracias a los indepes catalanes, se dignen autorizarlos a hablar recordando que no van a hacerles ni puñetero caso para que los de ERC se ablanden como melocotones y voten a favor de la última chapuza que hayan hecho los españoles en la TVE y, como siempre, sin duda, anticatalana. 

Mientras la política catalana, no se haga en Catalunya y, en caso de terciarse, se lleve ya hecha a España, seguiremos dándole vueltas la noria como los burros, sin librarnos de esta maldición. En un parlamento con un 80% de nacionalistas españoles (todos: PP, PSOE, C's y dos tercios de Podemos) no hay nada, absolutamente nada que esperar de bueno para Catalunya. Al contrario, todo será mentira, abuso y represión.

Ahora han intentado vender como otro gesto comprensión el acercamiento de los presos políticos siendo así que: a) son inocentes y no debieran acercarlos sino ponerlos en libertad sin cargos y procesar a quienes han cometido los desafueros con ellos. Lo veremos; b) no es un favor, sino el cumplimiento de una obligación jurídica. Una razón más para querellarse contra los responsables de haber mantenido a inocentes en prisión por medios torticeros.

No hay nada que negociar con Madrid mientras nuestros dirigentes democráticamente elegidos estén injustamente en prisión y en el exilio y el gobierno de turno se niegue incluso a hablar de lo único que puede desencallar este problema y restablecer un mínimo de equilibrio y rechace la única vía posible para resolverlo de todo: el referéndum de autodeterminación pactado, vinculante y bajo vigilancia exterior. Eso de lo que los políticos españoles no quieren ni oír hablar.


dimarts, 3 de juliol del 2018

Listas de país

Pues sí, la propuesta de primarias republicanas de la ANC "trastornan el independentismo". Normal. En todos los movimientos políticos democráticos, especialmente de esta envergadura, hay opiniones, criterios divergentes. Y es bueno que se debatan en público cuanto más mejor antes de tomar alguna decisión colectiva. 

La propuesta de la ANC apunta a campo de prueba de lista única para las municipales. Que sea a título defensivo o por afán de avanzar en la implementación de la República Catalana no es ahora decisivo. Ciertamente, se trata de hacer campaña republicana, de materializar el espíritu republicano. Eso casi va de suyo en Catalunya con mayoría republicana. Lo interesante y que mueve a polémica es la insistencia en la lista única, especie de prolegómeno de la lista de país. Es asunto serio, que merece consideración. Para ello, lo primero es dejar sentado que hay un país al que se puede representar con una lista única. 

Sin duda. La ANC y Ómnium ya tienen los dos millones y pico de fianza impuestos por el juez con amenaza de embargo en caso de impago y con verdadera saña. Una prueba tangible, contante y sonante del compromiso del pueblo con sus dirigentes. No todo el mundo reúne entre 700.000 y 800.000 euros que, junto a lo recaudado antes, proveerán al rescate de los encarcelados y exiliadas y lo hace en menos de cuarenta y ocho horas. Claro que se trata de un país. Porque esas cantidades se alcanzan mediante decenas de miles de pequeñas aportaciones. Un solo pueblo defendiendo a sus dirigentes democráticamente elegidos e injustamente encarcelados y exiliados y sin hacer distingos de si son de un partido u otro.

Además, ha comenzado el acercamiento de los presos políticos. Es insuficiente, pues lo justo sería liberarlos/las por entero, reconociendo su inocencia; pero es algo. Pues ni eso quería el bloque del 155 admitir, a pesar de que estaba obligado a hacerlo legalmente y no era un acto graciable. Y no ha sido una concesión sino el cumplimiento de una norma exigido por la República Catalana. 

Hay, pues, país y cabe representarlo mediante lista única o lista de país. Y no solo en las elecciones municipales sino también en las nacionales. Pero la propuesta no cuenta con universal aceptación. Y es lógico. Como también lo es que los partidarios de una u otra fórmula expongan y contrasten sus argumentos. Del lado de ERC se pretende conservar la identidad y una visión propia del procés y de su función en él. La CUP razona más o menos parecidamente, si bien lo deduzco pues no tengo constancia explícita. 

Sin duda, la parte "fea" de una lista única es la de que se trate de una amalgama, una fusión que tendrá un mando único y absorberá los matices de las distintas posiciones. Desde luego, la perspectiva de una lista única como puerta de entrada a un "partido único" es siniestra. No es de extrañar que sea El Español el que agite este espantajo del que podría llamarse PUI o Partido Único Independentista. Eso, en Catalunya, no lo quiere nadie; ni siquiera Puigdemont, a quien el citado periódico atribuye una pulsión bonapartista.

Entre otras cosas porque no solo hay una forma de lista de país. También hay otra que capitaliza la unidad y evita la fusión: una alianza electoral de partidos que se presentan por separado pero con un programa común. En definitiva, una repetición de las elecciones de 21 de diciembre pero con un compromiso programático explícito. Hay por tanto unidad de acción pero diferenciación en los resultados y también, como es natural, en las propuestas. A veces, las más enfadosas discusiones no pasan de ser cuestiones de nombres. 

La fórmula de la alianza electoral con compromiso (no una coalición electoral) presenta siempre el riesgo de que una de las listas, identificada con el presidente legítimo, acabe funcionando como lista de país y actuando como un sifón sobre las otras. Eso es inevitable en un proceso electoral en el que una de las partes simboliza valores suprapartidistas, de país, como ha acabado siendo el caso con Puigdemont. Si el exceso de liderazgo es un peligro en las alianzas electorales, en los partidos únicos es una realidad mortal.

diumenge, 1 de juliol del 2018

Lo que los carceleros no entienden

Toda noticia de Catalunya que sugiera algún tipo de disensión en el independentismo tiene garantizada cobertura mediática española. Me extraña no ver alguna crónica de El País anunciando que Junqueras ha enviado los padrinos a Torra.

El bloque independentista es una alianza de partidos con un objetivo estratégico común pero que mantienen su plena libertad como partidos. Es un bloque, no una fusión. Y en uso de su libertad, expresan sus opiniones porque se trata de libertad de expresión. La prensa quiere ver en las observaciones de Junqueras advertencias más o menos ceñudas a Torra, quién sabe si a Puigdemont y, en general, podría decirse, al "exterior" desde dentro de los muros de la patria mía. Y Torra y Puigdemont son muy libres de darse o no por aludidos.

Pero tampoco tiene mayor importancia. Al fin y al cabo habrá de reconocerse que lo que dice es estrictamente cierto en su visión histórica y la claridad y contundencia del independentismo republicano. Otra cosa es que sea necesario recordarlo frente a "recién llegados" y conversos. De nuevo observaciones que pueden escocer más o menos pero también son ciertas en términos generales. 

Otra cosa es asimismo hasta qué punto son justas en este caso concreto. Por si acaso, ya los del PDeCat recuerdan que el 1-O fue obra de todos en respuesta a la afirmación de Junqueras dando preeminencia a ERC y así fue en efecto, obra de todos; en especial de los millones de personas que fueron a votar.

Pero tampoco esto es muy grave. La carta de Junqueras advierte paladinamente que se trata de dar prioridad a la efectiva realización de la República Catalana. Algo con lo que los demás partidos del bloque independentista están de acuerdo. La unidad de objetivo no está reñida con la libertad de expresión; al contrario.

La medida de la realidad de la República Catalana nos la dará la cantidad que se recaude para depositar la desorbitada fianza impuesta por el juez con amenaza de embargo de los patrimonios de los presos y exiliados políticos en caso de impago. El apoyo cerrado que da el pueblo catalán a sus dirigentes encarcelados o exiliadas sin distinción alguna y mantenido en el tiempo es la demostración palpable de su condición  nacional y su derecho a contar con un Estado que la proteja. 

Algo que los carceleros no entienden ni entenderán.

dissabte, 30 de juny del 2018

No es justicia. Es tiranía

Sánchez ha asegurado repetidas veces que la judicialización del procés fue un error. A la vista está. Y más que un error; un crimen, al menos moralmente. Pero él salva su conciencia como Poncio Pilato, afirmando que el asunto no está en su jurisdicción sino en la de los tribunales y que España es un Estado de derecho, con división de poderes y otras hablillas tuiteras. Cuanto más tarde en zanjar este asunto del modo en que se inició, políticamente, peor será luego. 

Es de sobra conocido que el derecho penal del enemigo no es derecho penal ni la justicia del enemigo es justicia. Tan conocido que da vergüenza cómo se está aplicando aquí, con qué saña, con qué espíritu arbitrario, ejemplificador, en definitiva, atemorizante. Con qué afán perseguidor. Es imposible que Sánchez no vea el lodazal represivo en que está metiendo al país de la mano de unos jueces movidos más por la inquina, la furia y el rencor que por la justicia.

Dos días da el juez a los procesados para depositar dos millones cien mil euros, en el mismo país en que Urdangarin ha estado paseándose con una condena firme y no es seguro siquiera si depositó fianza alguna; en el país que deja en libertad con fianzas ridículas a ladrones de fortunas, violadores y estafadores. Y el impago viene advertido con amenaza explícita de embargo de patrimonios. Es un tipo de represión complementaria al que recurre mucho la derecha por costumbre y tradición: arruinar al adversario, condenar a la indigencia a sus descendientes. Penas pecuniarias, querencia habitual de los represores.

¿Acaso no es el independentismo catalán un movimiento transversal? Y eso, ¿no quiere decir que, además de los pringaos radicales de turno, también están los burgueses y la gente de posibles? Pues que paguen por sus desmanes. Medidas represivas ejemplificadoras para castigar a los adversarios y sembrar un saludable terror en el resto de la sociedad. Es la culminación de la política iniciada por el gobierno anterior: aplastar judicialmente el movimiento independentista. Emplear a los jueces en lugar de los militares pero con el mismo sentido partidista e instrumental de siempre: valerse de una institución del Estado (el ejército, el poder judicial) para imponer su particular visión del país, coincidente siempre con sus intereses materiales. Ese es el marrón que Sánchez está comiendo como herencia del PP administrado por los jueces. Aunque no tengo claro si el propio Sánchez lo considera un marrón o un reconstituyente. Nunca se sabe.

En todo caso, debajo de la ilustración están los números de las cuentas corrientes para ayudar a recaudar los fondos necesarios para depositar la fianza. Espero que alcancemos la exagerada cantidad que se ha impuesto y si, como espero, se consigue habrá que extraer las debidas enseñanzas. Explicar qué significa que se logre el objetivo por cuestación popular en 48 horas. 

Significa que Catalunya es una nación sólida pero, injustamente, carece de un Estado que la proteja de la "justicia" del enemigo, o sea, de la tiranía.


divendres, 29 de juny del 2018

La real Catalunya y la Catalunya real

Las relaciones del Borbón con Catalunya parecen una ópera bufa. Cuando preside los Juegos Olímpicos del Mediterráneo hay que llenarle el estadio de partidarios de bandera, bocadillo y entrada gratis y aun así no cubre la mitad del aforo. Tampoco puede el hombre pasearse libremente por sus dominios, pues necesita un mapa de qué lugares lo tienen declarado persona non grata.

La entrega de los premios "Princesa de Girona" ha tenido lugar prácticamente en la clandestinidad, en mitad de la pradera, a respetable distancia de todo casco urbano en donde se concentran los catalanes de los CDR a organizar pitadas monárquicas. No ha asistido miembro alguno del govern ni ninguna otra autoridad civil, militar o eclesiástica. Escasamente han asistido los asistentes que, sin duda, deseaban de todo corazón encontrarse en otra parte.

No obstante, en ese empeño real por hacer ver que España es una monarquía democrática, Felipe de Borbón colocó a la audiencia un discurso almibarado y etéreo, mencionando las instituciones catalanas de autogobierno y hablando del orgullo de lo catalán. Eso sí, en fraternal relación y diálogo con lo castellano. Guste o no guste. Sigue en la onda autoritaria de su primer discurso de coronación, cuando reconoció generoso a los españoles el derecho a sentirse españoles como les diera la gana; pero no les reconoció el de no sentirse españoles.

Como ahora a los catalanes, condenados por su propio bien a entenderse con los castellanos. Y, atención, la referencia a Castilla, insólita en el discurso nacional español, evidencia la incapacidad de formular la situación en sus términos reales de España y Catalunya porque ello mostraría que Catalunya no es España. Y aun no siéndolo tiene que vivir "en diálogo" con ella porque lo ordena un rey en mitad de un páramo y contra cuya presencia se manifiesta en ese mismo momento una amplia muestra de la ciudadanía catalana. La ciudadanía de la Cataluña real, la que proporciona imágenes como la de la derecha, sacada de tuiter y que puede verse por cualquier parte en Catalunya. 

El rey y sus cortesanos, los medios y el gobierno y la casi totalidad de la clase política española pueden seguir engañándose cerrando los ojos a una realidad aplastante: si en España la monarquía es tan poco popular que el CIS hace tres años que no pregunta por ella, en Catalunya es detestada, rechazada, ridiculizada y negada. Porque Catalunya es republicana. Y republicana en sentido cabal, no en el del cuentista que asegura ser un republicano que se siente muy a gusto con esta monarquía. Imagínese, con la monarquía y con esta monarquía. 

Ya puede decir el rey en su burbuja que Catalunya será feliz en su diálogo con Castilla, o sea, España. La República Catalana, a fuer de República quiere romper con la monarquía y a fuer de catalana, romper con España. Es un proyecto frente al que España, su monarquía y su gobierno de turno no tienen respuesta. 

dijous, 28 de juny del 2018

Los bárbaros ante portas

Dice el MHP Torra que Catalunya será pronto un Estado independiente. El Apocalipsis. Llegan los bárbaros. Termina de hundirse el imperio. Caveant Consules. Tal vez por eso el embajador español en Washington, Morenés, de los Morenés de toda la vida, fue a reventar la conferencia de Torra en el Smithsonian, llamándolo mentiroso por lo que los catalanes abandonaron la sala. Lo cuenta Laura Borràs en su tuiter.

El nerviosismo hispano crece por horas. Ese embajador Morenés recuerda a aquel otro Lojendio que, en 1960, se presentó por sorpresa en el plató de la TV cubana para encararse con Fidel Castro y llamarlo mentiroso. Castro lo declaró persona non grata. La honra de España estaba entonces en juego; como ahora en Washington. Y los embajadores son gente de mucha honra, sobre todo si la hacen valer frente a quienes consideran pueblos coloniales, antaño Cuba, hoy Catalunya.

La derecha ha dejado a los socialistas un campo de minas. Torra anuncia que el día 9, pedirá a Sánchez negociar un referéndum de autodeterminación. Es decir, preanuncia su reciente idea de proceder a un nuevo 1º-O. Los Comuns se le han puesto en contra y a la CUP no le hace especial gracia por entender que es seguir dando vueltas al atajo, como dice el poeta. Pero quien está más ferozmente en contra es el propio Sánchez que se ha permitido aconsejar a Torra desde Alemania que se olvide del 1-O. Una muestra palmaria de que no sabe ni por dónde se anda. Ni Torra ni nadie en Catalunya va a olvidar el 1-O. Por si le sirve de algo, cosa que dudo, le informo de que es una de las fechas con más posibilidades de convertirse en fiesta nacional de una Catalunya independiente. 

Más vale que el antiguo bloque del 155, con el PSOE ahora en cabeza, cambie la dirección de la nave antes de lanzarla contra los escollos de un movimiento independentista encabezado por unas instituciones legítimas pero hostilizadas, con un fortísimo apoyo social masivo y una constelación de símbolos vivientes en la cárcel y el exilio. 

El Tribunal Supremo echa una patriótica mano en la tarea de justificar judicialmente una persecución política. En clara muestra de conciencia nacional española antes que jurídica, admite el procesamiento de los indepes catalanes por los delitos que ha fabulado Llarena. La intención es obvia: situar a los procesados fuera del alcance de los gobernantes españoles de los que los jueces franquistas no se fían porque los consideran radicales, rojos peligrosos y vendepatrias. A los del PSOE. 

En efecto, al PSOE le corresponde un marrón del que no parece pueda salir indemne. Las presiones para una disolución  y convocatoria de elecciones anticipadas van a ser enormes. Pero, al mismo tiempo en una situación tan cómica que mueve a risa. Ninguno de los dos partidos que más vociferantes son en la exigencia de comicios, C's y PP, está en situación de concurrir a ellas. C's aun no ha conseguido explicarse a sí mismo cómo ha conseguido perder una moción de censura que se le hacia al otro. Y el otro, la banda de malhechores, porque se encuentra con el insospechado hecho de contar con más candidatos que electores en las primarias. 

El conflicto exterior es una prueba más de la existencia de un poder dual de facto, no de iure todavía, en España. Y para hoy hay previsto un acontecimiento que quizá deje chico el ridículo de los juegos del Mediterráneo, en concreto la llegada del rey a Girona a la entrega de los premios Princesa de Girona. Como prácticamente no puede pisar núcleo urbano alguno por ser persona non grata en diversos municipios, entre ellos Girona capital, parece que llegara en helicóptero y se marchará de igual modo. Tendrá un toque religioso pues  más que una llegada será un descendimiento y más que una marcha, una ascensión. No se sabe oirá los pitos que los CDRs tienen convocados. Si no los pitidos, a lo mejor percibe el aroma del estiércol que andan derramando los payeses con los tractores por el campo.

Hay algo tragicómico en este fin de ciclo español.

De República a República

Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado Joc entre republicans. Versa sobre esta delicada cuestión de la República. Durante años, Palinuro ha lucido en la columna de la derecha un Gif con una bandera republicana ondeante para proclamar su ardoroso republicanismo. Y muchas veces abordó el tema República, muy dolido de que la izquierda siempre adujera que no era el momento de plantear el asunto. Durante treinta años nunca fue el momento. Palinuro arrió la bandera de la república española y se sumó a la de la catalana. No por ello dejaba de simpatizar con la española, pero era y es evidente que no goza del apoyo de que debiera ni de quien debiera y sus perspectivas son más bien escasas. La República catalana es un hecho, en cambio. Y, por si alguno hubiere más purista del realismo de la lengua, cabe decir, una República in fieri. A partir de aquí, ese enclenque republicanismo español pudiera vigorizarse y ojalá que así fuera. Pero también podría suceder lo contrario. El republicanismo catalán es independentista y el español, me temo, a cambio de impedir la independencia de Catalunya está dispuesto a abandonar su ideal republicano.

Y así es difícil construir una República española.

Aquí el texto en castellano:

Entre republicanos anda el juego

El independentismo catalán es republicano y, por tanto, doblemente molesto, por independentista, para todos los españoles, y por republicano para los españoles monárquicos. No debiera serlo para estos últimos y, según sus esporádicas declaraciones, no lo es. Antes al contrario, se proclaman relaciones fraternales entre el republicanismo español y el catalán.

Ahora bien, así como el republicanismo catalán es consistente, pertinaz, masivo, transversal, mayoritario y muy activo y eficaz, el español es disperso, ocasional, minoritario y enclenque. No es un juicio despectivo ni apresurado. El pasado sábado hubo una consulta popular en el barrio madrileño de Vallecas para un referéndum a escala estatal sobre monarquía o república. Algo que venía a ser una especie de réplica de la mítica consulta independentista de Arenys de Munt en 2009, movida por la CUP, en la que votó más del 40% del censo y más del 92% lo hizo a favor del sí.

En el caso de Vallecas, y los datos son suyos, votó el 4,8% del censo y, de este, cerca del 90% lo hizo por la República. Señalar este dato no es malintencionado sino simplemente realista. Si en una zona como Vallecas esta consulta anima al 4,8% del electorado, en otros lugares será sin duda peor. Muchos arguyen que el referéndum vallecano se hizo sin medios, sin infraestructura, sin logística, cosa muy digna de tenerse en cuenta. Pero lo cierto es que ningún partido ni movimiento social de envergadura la apoyó. Y eso también tiene su significado a la hora de hablar del republicanismo español y calibrar sus posibilidades en comparación con el catalán.

Todos esperan que Vallecas funcione como una chispa que encienda la adormecida pradera republicana española. Pero ese deseo se formula sobre el fondo de una realidad muy desalentadora. Los datos son los que son. La causa republicana en España es de poco más que cenáculos literarios y depositarios de un viejo legado. Los partidos políticos son casi todos dinásticos. De modo directo (PP y C’s) o indirecto a través de algún descarado absurdo del tipo de que los republicanos se sienten muy a gusto con esta monarquía como en el PSOE. Quedan los indepes catalanes y los nacionalistas vascos y gallegos y queda Podemos, como siempre, nadando entre dos aguas. Piden que el rey someta su corona a referéndum, pero no mueven un dedo para hacerlo realidad, como se demuestra en el caso de Vallecas.

Y como el republicanismo español carece de vigor, se apunta el remedio de vincularlo a su rozagante hermano catalán utilizando diversos artilugios verbales como que la lucha por la República catalana es, en realidad, la vanguardia del republicanismo español. Y, aun más audazmente, el republicanismo español será el aliado natural del catalán.

Esta idea del republicanismo fraterno requiere reflexión. Por supuesto, el catalán aceptará siempre toda ayuda que proceda de España y demuestra –acaba de hacerlo- disposición a colaborar con la izquierda española, a la que presume más republicana que la derecha, de modo gratuito. Pero hasta ahí llega la colaboración. Porque, mientras no se demuestre lo contrario, el republicanismo español es más un desiderátum que una realidad.

Y sobre todo porque una hermandad más sentimental que real tropieza con dos inconvenientes que corresponde aclarar al republicanismo español, antes de incurrir en la habitual confusión que conduce al fracaso. Hay confusión histórica y confusión actual. La histórica no es preciso refrescarla, pues está en la memoria de todos: las relaciones de la Generalitat con la República españolas oscilaron entra malas y pésimas. Fue la República española la primera en encarcelar a Companys.

La confusión presente es más preocupante. El republicanismo español carece de pulso político. No hay siquiera un Partido Republicano en las Cortes. Los núcleos republicanos más activos suelen estar animados por comunistas y tanto estos como los que son más puramente republicanos son profundamente antindependentistas. El republicanismo español no existe y, en la medida en que existe, es antiindependentista e incluso anticatalanista.

No hay ni puede haber relaciones fructíferas entre los dos republicanismos, al menos mientras el catalán no deje de ser independentista o el español antiindependentista. Fraternales pueden ser. Siempre sin olvidar que hermanos eran Caíny Abel y Rómulo y Remo.

dimecres, 27 de juny del 2018

La edad de la razón

Tiene razón quien yo me sé. Es posible que Sánchez no traiga cambios en las líneas generales de gobierno del PP, pero parece haber infundido cierto valor y un ánimo más osado en diversos estamentos sociales. Casi como si estuvieran perdiendo el miedo. Es como si hubiera un despertar general del estado comatoso y hasta catatónico en que parecía encontrarse la opinión pública y hasta los sectores fabricantes de doctrina. 

Tengo registrados varios casos que avalan este juicio. Un magistrado dice ahora que sufrió tremendas presiones mientras se ocupaba de la Gürtel. No lo dudo, pero señalo que pudo haberlo dicho antes. Una asociación de juristas se querella contra una veintena de jueces y fiscales por entender que han faltado gravemente a sus deberes en defensa de la independencia de la justicia. El personal se rebela (de rebelión), ya no se deja callar y menos pisar, pero también podía haber actuado antes. 

Pablo Iglesias va a visitar a los presos, gesto loable, desde luego. Pudo haber ido hace meses porque llevan más de seis injustamente encarcelados. El mismísimo Sánchez ha firmado un salvoconducto urgente para que la visita se realice. El Sánchez que hace poco pedía se prolongara el 155 y se reformara el Código Penal para convertir el independentismo en delito. Con Sánchez en el gobierno se anima a lo desconocido hasta el mismo Sánchez. Impulsado por este general envalentonamiento de la ciudadanía, Iglesias se postula como mediador en el conflicto catalán, facilitador del diálogo. Mediador entre Torra y... ¿quién? No será el PSOE cuando el PSC se suma al PP y a C's en el rechazo a una moción de ERC pidiendo diálogo "sin condiciones". La mediación a lo mejor consiste en establecer un diálogo "con condiciones". 

Al espíritu generalizadamente crítico se suma Domènech planeando otra visita a los presos políticos. Estos acabarán siendo punto de peregrinación, de seguir las cosas así. Otro que podría haber encontrado tiempo en seis meses de injusto cautiverio para ir a testimoniar su aprecio a los encarcelados. En seis meses se ha dicho que los presos políticos son políticos presos (como Zaplana, por ejemplo) y se les han negado reiteradamente sus derechos, habiéndose llegado a afirmar que era preciso aplicar el 155 porque los indepes se habían vuelto locos. Casi como un ejercicio de perspectiva foucaultiana: los locos, a la cárcel.

Desde la posición indepe, estos movimientos son siempre bienvenidos porque todo cuanto sea conocerse, hablarse y entenderse será beneficioso. Pero su acción autónoma es independiente de esa nueva red de contactos. La República Catalana lleva su propia vía e implementación. La dualidad de poder de hecho sigue funcionando. Torra abre una oficina diplomática privada en Washington. De inmediato, miriada de conjeturas: ¿es competente? ¿Se extralimita? ¿Está privatizando el servicio exterior de la Generalitat? ¿Se salta la ley?¿Qué ley? Y ¿qué pretende? ¿Organizar un lobby, seguramente con más éxito que los de Aznar? ¿Puede el Estado tolerar un servicio exterior de una parte de sí mismo que le hace la contra y le socava su propaganda externa? ¿Lo sabe el ministro de Asuntos Exteriores? ¿Se debe volver a intervenir? ¿Regresar al 155? 

Y esto no ha hecho más que comenzar.

Está bien que se pierda el miedo que inspiraba la banda pepera y sus anclajes en otros poderes del Estado, pero, a estas alturas, visitar a los presos es lo menos que cabe hacer, casi como si fuera una obra cristiana de caridad. Si Iglesias quiere recortar una figura de estadista, algo a lo que Sánchez ni se atreve, que vaya a visitar a Puigdemont en el exilio. Puede hacerlo cuando quiera, no dependerá del humillante salvoconducto del presidente Sánchez y es seguro que el presidente Puigdemont lo recibirá encantado.

diumenge, 24 de juny del 2018

46 - 1

¿A que se entiende el título? 

La flamante nueva directora de El País, Soledad Gallego-Díaz, en compañía de Carlos E. Cué, ha entrevistado al no menos flamante presidente, Pedro Sánchez. Casi una ceremonia iniciática para ambas. El antaño vilipendiado Sánchez ritorna vincitore y la casa lo acoge previa limpieza interna de gérmenes del pasado. Quizá una nueva época dorada para el gobierno y el diario. Suerte a los dos.

La entrevista arranca con pistoletazo de salida catalán. ¡Ah! Catalunya triomfant! ¿Qué quieren ustedes? Catalunya manda. Rajoy no cayó por corrupto, incompetente o reaccionario, aunque debiera. Cayó por los indepes catalanes. Y Sánchez está en donde está por la misma razón. Lógico que se arranque hablando de lo que más le importa (aunque lo disimule) y que lo haga con este repentino ánimo conciliador, tranquilizante con la repentina voluntad de entendimiento político que ha invadido al nacionalismo español. Sánchez está dispuesto a hablar de todo. Sin olvidar que ese "todo" excluye el procés. Nada de referéndum ni autodeterminación. Pero, de todo lo demás puede hablarse. 

¿Un avance frente al cierre de M. Rajoy? Ni avance ni retroceso. Punto igualmente muerto. Ese todo son las cuarenta y seis propuestas presentadas por Puigdemont a Rajoy en febrero de 2017 . Rajoy excluía una, la del referéndum. Igual que Sánchez. 45 propuestas negociables. Una, no. A continuación, Sánchez desgrana una serie de intenciones, juicios, propósitos y hasta profecías  con distintas formas de contacto con la realidad.

Propugna fórmulas que debe de considerar audaces y prometedoras como reunir la Comisión Bilateral Generalitat-Estado, un órgano estatutario en un marco autonómico que la Generalitat rechaza expresamente. Revisar financiación, infraestructuras, etc.,los 45 puntos de Puigdemont con el vagaroso añadido de un cambio a medio plazo de lo que llama el pacto constitucional porque ya ni de reforma de la Constitución osa hablar. 

El soufflé se desinfla solo con el vaticinio del presidente de que el "problema" catalán no se resolverá en un año, ni en dos, ni en cinco. Habla hasta de un decenio. Qué entiende Sánchez por "resolver" no necesita aclaración. Que no sepa cuándo lo conseguirá, incluso si lo conseguirá en su mandato, demuestra su fracaso como político, su carencia de proyecto.

Los tiempos del nacionalismo español no son los del independentismo. Tampoco los del nacionalismo español de más izquierda que el PSOE, UP. La propuesta de celebrar un referéndum pactado con el Estado fija su realización en el próximo milenio. 

El tiempo independentista, es muy distinto. El republicanismo plantea un reto aquí y ahora a la jefatura del Estado que es un reto de un órgano del Estado (la Generalitat) al propio Estado y en su forma simbólica más importante. Si el gobierno acepta esta situación, por mor de la "tregua" de Iceta, resultará que el Jefe del Estado solo podrá pisar territorio catalán como ciudadano privado. 

La normalidad que el gobierno aspira a establecer (y que se nota en la entrevista pues el periódico llama "políticos presos" a los "presos políticos") es imposible mientras haya rehenes políticos del Estado en la cárcel y en el exilio. Sánchez no sabe con exactitud qué va a decir a Torra el próximo día 9. Torra sí sabe lo que dirá a Sánchez. La distancia es abismal. Sánchez cree impensable que la Generalitat no acuda al Consejo de Política Fiscal. Torra cree impensable lo contrario.

Hay de hecho una situación de poder dual que el gobierno se obstina en ignorar para no verse obligado a reprimir. Su insistencia en "desjudicializar" el problema y tratarlo políticamente traduce su miedo a verse obligado a seguir los pasos de M. Rajoy, enviando al nuevo govern a la cárcel. Aquí ya no le valdría ni el argumento del maltratador, que empleó con el 155. 

La dualidad de poderes corresponde a la existencia de dos países distintos. Un ejemplo: ayer se celebró en Vallecas un referéndum sobre monarquía o República, a imitación del primero que se hizo en Catalunya sobre independencia sí o no en Arenys de Munt, en 2009. Mientras que en este pueblo hubo una participación de un 41%, con un 94% (más o menos) de síes, en Vallecas ha habido una participación del 4,8% con un 4,3% a favor de la República, equivalente a un 90% del voto depositado. Hay dos puntos en esta consulta dignos de resaltarse: uno es que no ha gozado, que yo sepa, de apoyo de los partidos de izquierda; el otro que cabe esperar una difusión de la idea y quizá otros referéndums en otros municipios; pero es una débil esperanza.  

Catalunya es republicana; España, no. 

divendres, 22 de juny del 2018

Carta de Palinuro a Carme Forcadell, presa política

Viene Vila Web publicando una sección de cartas a las presas y presos políticos catalanes y una de ellas ha tocado en suerte -y muy buena suerte- a Palinuro. Y destinada a Carme Forcadell. Hela aquí como la publica el periódico.

Desde hace siglos, milenios, las cartas han sido un género al que siempre se ha recurrido para facilitar la comunicación entre gentes separadas por kilómetros, rejas, mares, gobernantes tiránicos, ríos, jueces prevaricadores, montañas, anatemas de los curas. Han servido para contar desgracias (x ej., la Séptima carta de Platón) o resignación filosófica (las de Abelardo a Eloísa). Con la invención de la imprenta, dieron origen a un género literario por derecho propio (Cartas persas, Cartas marruecas, Relaciones peligrosas, Carta al padre, etc) que llega hasta hoy (La breve carta para una larga despedida) y seguirá mañana. Siempre que haya alguien queriendo comunicar algo salvando distancias de espacio y/o tiempo, habrá cartas.

Esta es una de ellas.

Aquí la versión castellana:


Querida Carme:

Agradezco mucho a Vila Web que me permita entrar en contacto con vosotras, las presas y presos políticos. Aunque os tenga continuamente presentes, no basta con el pensamiento; y aunque también aprovecho todas las ocasiones para hacer realidad el pensar, la oportunidad de escribir una carta personalizada es de las que se agradecen especialmente. Sobre todo, si es una carta a una de vosotras, las mujeres presas, y a ti, a quien tengo el orgullo de conocer personalmente.

Así pues y ante todo, salud, Carme.

Recuerdo que una de las veces en que intercambiamos impresiones estaba también presente la inolvidable Muriel Casals que, de no ser por aquel accidente, hoy estaría haciéndoos compañía en Alcalá-Meco. Eran jornadas intensas, agotadoras, en mitad de un proceso que estaba encarrilándose a toda velocidad. Quienes encabezabais las organizaciones sociales, tan decisivas en la articulación del movimiento independentista, no dabais abasto y por eso, robaros unos minutos de charla era un privilegio. Y yo lo aprovechaba pues tenía interés en conocer de primera mano cómo se aplicaba en la práctica aquella idea que ambos compartíamos con millones de gentes más. Cómo la idea se hacía acción. Cómo la teoría se convertía en un poder material cuando encarnaba en las masas, como decía Marx. Tú eras independentista; yo, no. Ahora, sí. Me fui haciendo por el camino, y una de las referentes eras tú

La primera vez que te vi fue en unas noticias de alguna televisión; quiero decir que te vi y te identifiqué. Acababas una alocución diciendo “President, posi les urnes!” y yo pensé “esta mujer está haciendo historia”. Esa expresión debiera ser el lema del procés. El president estuvo a la altura, puso las urnas y las masas convirtieron la idea de la independencia en un poder material. Entre tanto tú, que eras presidenta del Parlament, representabas la legitimidad de la acción de un govern que estableció una hoja de ruta de dieciocho meses, para llevar a Catalunya de la autonomía a la pre-independencia y que cumplió estrictamente. En aquel año y medio actuaste con singular acierto, dignificando la magistratura, haciendo de pararrayos de las cóleras de la oposición y simbolizando la imagen de una República que, a partir del 1º O pasaba a realizarse. Y de eso también te encargaste tú.

Estuve presente en el pleno del Parlament del 27 de octubre y lo seguí atentamente, vi con qué firmeza conducías una sesión que todos intuían histórica, aunque todos trataban de disimularlo. La procesión y el peán de la victoria iban por dentro. Seguí la votación y escuché los resultados. Estuve a punto de escribirte un panegírico como Marianne republicana. Nunca lo he hecho porque pienso que uno de tus rasgos es tu seriedad, tu gravedad y lo profundo de tus convicciones, que no precisan hipérboles.

La respuesta del Estado, ciega y violenta, no ha conseguido aplastar el movimiento independentista. Antes al contrario, lo ha consolidado, profundizado, ampliado. Vosotros, las y los presos tenéis una doble función que se funde en una. Sois las rehenes del Estado español y, por eso mismo, el objetivo inmediato del independentismo. Las dos en una, pues sois el símbolo de la revolución catalana y tú, si me lo permites, especialmente relevante, pues representas el Parlament, esto es, el depositario de la soberanía del pueblo catalán.

Quienes hayan diseñado la política de represión son unos incompetentes porque ignoran la fuerza de cohesión que tiene la lucha por una causa noble. Todo el mundo, aquí y fuera de aquí contempla hoy cómo esa incompetencia –mezclada de crueldad, hay que decirlo- ha acabado consiguiendo lo contrario de lo que se proponía. El plan originario era muy claro, era el plan de los halcones del 155: un golpe contundente que desbaratara todos los equilibrios y las instituciones, suspensión de hecho de la Generalitat, encarcelamiento y exilio de sus representantes. Nuevas elecciones de inmediato, de las que se esperaba un resultado que validara la corrección de aquellas medidas autoritarias y represivas. Aplicando las “enseñanzas” del País Vasco: si encarcelas (o “descabezas”, en expresión de la vicepresidenta Sáez de Santamaría) a los dirigentes independentistas, si das un escarmiento, hay algunas protestas al principio pero, luego, la vida cotidiana manda, la normalidad se impone y de los presos ya no se acuerda nadie. Se acaba aceptando la situación. Se obedece al mando.

Justo al revés. El resultado de las elecciones fue el contrario al que esperaban, razón por la cual decidieron no respetarlo. Pero, además, es visible, patente para todo el mundo que los y las presas y las y los exiliados son motivo de movilización permanente a lo largo y a lo ancho de Catalunya. En todas partes se realiza todo tipo de actos en defensa de vuestra liberación y se toman las más diversas iniciativas. Tenéis el cariño y el apoyo de un pueblo entero que no solo no os olvida sino que se cuida de vosotras, piensa en vosotras y se preocupa por atenderos en cuanto necesitéis. Este fracaso de los represores es especialmente llamativo: no entienden que la relación mutua de apoyo entre la gente y vosotras no es solamente política sino también humana, cultural, popular. Al proceder contra vosotras como personas individuales, además de vuestra faceta política, tenéis la familiar. La gente se preocupa y se trasmite noticias sobre vuestros estados de ánimo.

Si querían sembrar la indiferencia, han incrementado la cercanía y el afecto. La gente canta, baila, reza, come, hace concursos y excursiones pensando en vosotras. Sois un faro que guía las esperanzas de un pueblo y las concreta en vuestras personas, no de forma abstracta o mística sino humana y de proximidad. Estáis en el centro del debate político y social. El lazo amarillo se ha convertido en un símbolo de resistencia pacífica de un pueblo. Es un gran mensaje: no hay liberación colectiva si no hay liberación personal.

Al no conseguir aplastar el independentismo, esa respuesta violenta, represiva, no puede perpetuarse. Y el gobierno que apostó todo a esa carta y se encontró con semejante respuesta tuvo que irse. Verdad es que no se fue por sí mismo sino que lo echaron las otras fuerzas políticas. Pero solo el hecho de ponerse estas de acuerdo en algo (Rajoy, no) era suficientemente milagroso. La cuestión que se abre ahora mismo es el talante, las intenciones del nuevo gobierno en condiciones de todos conocidas, esto es, 85 diputados y menos de dos años de mandato efectivo Los inicios son malos tirando a pésimos. Parece haber un sector de “dialogantes”, animado por el presidente, que ofrece negociar en el horizonte de una reforma de la Constitución en sentido federal. Y un sector de “beligerantes”, también apoyados por el presidente, partidarios de no dialogar ni negociar nada y de aplicar la Constitución como si fuera la purga de Benito o el bálsamo de Fierabrás.

Las diferencias son ligeras y ambos sectores coinciden en no cuestionar el enfoque ni las medidas adoptadas hasta la fecha por el bloque nacional del 155 a pesar de que, probado queda, han sido un fracaso tremendo, que causa más destrozo, mayor sufrimiento sin sentido alguno. Pretenden mantener como normal una situación en la que hay presos políticos, causas generales, represión constante. Es literalmente absurdo querer pasar por Estado de derecho una situación de excepcionalidad con presas y exiliadas políticas.

De chocar esta actitud, como chocará, con la resistencia catalana, es poco probable que el gobierno cambie de actitud y se avenga a un diálogo que no sea una imposición de antemano. Poco probable porque teme una repercusión negativa en su electorado español cuando falta poco tiempo hasta las próximas elecciones. Si no hay cambios, deberá prepararse para una situación de poder dual de hecho en España, entre esta y Catalunya. Como el Estado no puede admitir la dualidad de poder, hará como que la ignora mientras pueda. Llegará un momento en que no pueda y tendrá que convocar elecciones. En esas elecciones el independentismo tendrá que tomar una decisión entre las dos opciones que se le abren de participar o no en las elecciones parlamentarias de un país del que se considera independiente. Se abren muchas posibilidades pero es un debate que deberá quedar para el caso de que la circunstancia se dé. La sola posibilidad de incluiros en una lista única de país a las generales del Estado español es un buen argumento en favor de la opción de participar en ellas.

Entre tanto, con respecto a la política de represión, todos admiten hoy, incluso lo desean, que se trate de un paréntesis. Al margen de las peripecias que, sin duda, se vivirán, en algún momento ese paréntesis se cerrará. El Estado no tiene salida alguna para Catalunya que no sea la negociación de un referéndum, a la que se ha negado siempre, contra toda razón y justicia. Y contra la voluntad expresa de la mayoría de las catalanas, expresada en cuatro ocasiones a nivel nacional y en muchas otras más a nivel local. Cuatro ocasiones nacionales, 2014, 2015, 2017 (octubre y diciembre) que han dado mayoría política y moral al independentismo. El Estado no tiene base para negarse a un referéndum vinculante con mediación internacional. No hay otra. Catalunya no puede volver al estado autonómico y el Estado no puede impedir el arraigo de los instituciones republicanas salvo intensificando la violencia y no parece que haya lugar.

Ese referéndum no podrá celebrarse teniéndoos encarceladas.

Vuestra liberación es el empeño de todo un pueblo que la identifica con la suya propia como pueblo.

dijous, 21 de juny del 2018

Catalunya y el Rey

Aquí mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado El poder dual i el triangle, en el que junto la idea del "poder dual" (gobierno español, gobierno catalán) con la figura triangular de las instituciones españolas: Corona, gobierno español y gobierno catalán. Innecesario decir que el interés se centra no solamente en las relaciones entre los dos gobiernos sino entre la Corona y el gobierno catalán. Aunque el carácter republicano de este es contrario al monárquico del central, en el caso de la Corona, la oposición es básica y esencial. La monarquía y la República son mutuamente excluyentes. De eso se trata.

Aquí la versión castellana: 


El poder dual y el triángulo
                                                                                                          
El llamado conflicto o reto catalán o cuestión o matraca catalana, según el comunicador, se mueve como un poder dual, el del gobierno central y el del govern en términos efectivos y reales. Otra cosa será su calificación jurídica. Es obvio que, desde el punto de vista de la legalidad española el concepto mismo de “poder dual” es inaceptable. Pero funciona.

Y funciona en una estructura triangular. Los poderes reales (aunque desequilibrados) son el gobierno central y la Generalitat, pero, a su vez, se relacionan con el tercer vértice que carece de poder real (al menos nominalmente), pero no de existencia, esto es el rey, la Corona. Cada uno de los tres puntos se relaciona con los otros dos si bien uno de ellos es simbólico y el poder real es dual.

Las relaciones recíprocas dibujan las expectativas del sistema político español y la República Catalana. Las más obvias, las que se dan entre el gobierno central y la Generalitat están presididas por un obstáculo insalvable, al estilo de la polémica de los universales. Para el Estado español, el pueblo catalán no puede autodeterminarse porque no existe como tal pueblo en sentido político y jurídico, aunque sí cultural, folklórico, lingüístico o religioso. No puede haber referéndum alguno porque una parte del pueblo español (que es el universal del catalán) no puede autodeterminarse frente al todo. O no debe, porque, por poder, los cánceres pueden.

El empeño del independentismo en gobernar con el máximo grado posible de autonomía, de independencia republicana, tarde o temprano provocará una nueva crisis con el Estado, tanto si se trata de la investidura de Puigdemont como de la restauración de las actividades que fueron intervenidas y bloqueadas por el 155 y todo lo más allá que se pueda. Y, ¿hasta dónde se podrá? Eso dependerá de la correlación de fuerzas parlamentarias. El gobierno necesita los 17 votos independentistas no para ir contra ellos (pues para eso cuenta con todos los demás) pero sí cuando vaya contra la derecha.

Así que las relaciones entre los dos polos del poder dual gobierno/govern estarán repletas de ficciones. Cuando el gobierno central habla de “debate sobre el estado de la Nación” los independentistas lo consideran “debate de política general” y se refieren a lo mismo. En otros terrenos se recurrirá a ficciones similares. El govern se titulará govern de la República Catalana pero el Estado leerá govern de la Generalitat.

A su vez, las relaciones entre el gobierno central y la Corona parecen en buen momento a fuer de vacías. Sánchez se ha puesto al servicio del trono, en garantía de que no se tonteará con propuestas de referéndum sobre monarquía/república. No toca ni tocará jamás mientras haya derechas e izquierdas españolas, unidas en amor a la Patria, identificada con una bandera, una cruz y una corona. Sale barato al rey el apoyo socialista. Si acaso una brumosa reforma de la Constitución en sentido federal cuyo último techo sería la monarquía belga. Porque ella como tal, como Corona, no tiene nada que decir. No que no deba sino que no se le ocurre. Su último pronunciamiento fue la lamentable arenga de parte del 3 de octubre de 2017 y hasta el mismo rey, quizá, entenderá que no se le puede dejar solo.

Las relaciones más interesantes son las de los dos otros vértices, la Generalitat y la Corona. Aquí se tropieza con una nueva imposibilidad metafísica pues ninguna de ellas reconoce el principio mismo de legitimidad de la otra. La Generalitat es una institución republicana y la República es el antónimo directo de la monarquía. El presidente Torra anuncia que, cuando se lo encuentre, reclamará al rey disculpas por su discurso del 3 de octubre amparando la violencia del 1º-O. Por lo demás, tampoco es fácil que se lo tropiece por la calle dado que se multiplican los lugares cuyas autoridades y órganos representativos declaran al monarca “persona non grata”. Al final van a llamarlo el rey del chotis porque se baila sobre una baldosa.

Cierto, son relaciones Corona/Generalitat en un terreno puramente simbólico pero, por eso mismo con un enorme impacto político. Es difícil gobernar un país cuyo jefe de Estado no tiene libertad de circulación por el territorio que domina y no domina. Las proscripciones institucionales del monarca son una muestra palpable de la crisis constitucional del Estado español. Se añaden ahora dos “retos” más: la transferencia de la vía catalana a Euskadi y consiguiente petición de referéndum de autodeterminación y la reclamación de un referéndum digamos ordinario sobre monarquía/República a escala estatal movido por los navarros.

El Estado español no parece capaz ni de negociar su supervivencia.

dimecres, 20 de juny del 2018

La regeneración del bipartidismo

De los dos partidos dinásticos que formaban el criticadísimo bipartidismo, uno, el PSOE, gobierna en solitario, recién reorganizado, tras unas primarias heroicas y muestra muy buena salud. El otro, el PP, se encuentra en un quilombo de preparativos para unas primarias que serán multitudinarias. Y eso en un partido acostumbrado a una línea de sucesión mediante unción. La media docena de candidatos, casi todos mal avenidos, darán materia para los debates mediáticos. De hecho, empiezan con uno. Los conocedores del PP dicen que la "refundación" es inevitable. Es difícil imaginar, sin embargo, en qué pueda consistir tal empeño, pero la idea es "renovar" el partido.

El resultado probable es una renovación del viejo bipartidismo. El PSOE pide al PP, la misma lealtad que él le profesó en la primera mitad de la legislatura. Esta sociabilidad no se ejerce pensando solo en la necesidad de mantener el bloque nacional español frente a Catalunya, sino también en el lustre del bipartidismo. Cosa de que el PP apee su actitud de oposición a lo jabalí. Doscientos veintidós diputados, que suman los del PP y el PSOE, son una sana base parlamentaria para ensayar una especie de Gran Coalición in péctore, con la que sueñan los viejos floreros chinos del PSOE. Tan sana que Sánchez marca ya los tiempos, como si contara con suficiente apoyo parlamentario, y fija las elecciones para 2020, cuando corresponden.

Los dos partidos, Podemos y C's que, a su vez, traían en su propósito el desguace del bipartidismo están sometidos a fuertes crisis internas de las que pueden resurgir fortalecidos o aniquilados. C's mostró una insólita ineptitud en su manejo de la moción de censura. Una ineptitud casi ridícula coronada con declaraciones de Rivera atribuyéndose la moción de censura en contra de la que había votado. El partido, que llegó a verse en cabeza de intención de voto, solo confía ahora en que el PP se equivoque al elegir su nuevo líder; de no ser así, la perspectiva de C's es muy sombría.

Crisis también la de Podemos, aunque no por los mismos motivos. Su condición de aliado junior del gobierno sin estar en él es amarga para unos revolucionarios con un programa de conseguir la hegemonía en la izquierda, desplazando al PSOE como primer paso para asaltar los cielos. Ha resultado que no hubo nada de esto y los morados sostienen el gobierno de su adversario sin ser sin embargo imprescindibles. 

Para cuando lleguen las elecciones este panorama se habrá aclarado. Es probable que los dos partidos dinásticos vuelvan a acaparar un porcentaje muy alto de diputados, con los otros rezagados. En concreto, Unidos Podemos hasta el porcentaje que tenía IU en tiempos de Anguita y C's el que alcanzaba UPyD, partido con el que estuvo a punto de fusionarse.

Toda esa claridad solo tiene un punto oscuro: Catalunya. La situación de poder dual es muy inestable. Si se le añaden crisis simbólicas de Estado, como la cuestionada presencia de Felipe VI en la entrega de los premios Princesa de Girona, las probabilidades de que lo simbólico pase a lo institucional son muy altas. Según su gravedad, pueden llegar a un nuevo recurso a la aplicación del 155 y hasta un estado de excepción.

También ha de contarse con la posibilidad de elecciones anticipadas en Catalunya. En estas, el independentismo debiera ir en lista única o lista de país. Esta opción existe asimismo para el caso de las elecciones generales en España si el movimiento independentista decide concurrir a ellas.

Probable parece también que la idea de lista única o de país cale en las elecciones españolas, quizá no con una sola lista pero sí como una coalición electoral del bloque nacional. Así se tendría un resultado que permitiría entablar negociaciones en busca de una solución satisfactoria para ambas partes. Porque mientras esto no se dé tampoco habrá estabilidad en el sistema español de la vigente Constitución de 1978. 

dimarts, 19 de juny del 2018

La negrura catalana

"Una de las páginas más negras", dice la ministra Robles. Debe de haber otras. Indaguemos: el golpe de Estado de 1981, el terrorismo etarra, los GAL, la guerra del Irak y su colofón de Atocha, el gobierno de la Gürtel, el 155. Por lo menos media docena y en todas ellas ha habido violencia, atentados, muertos o encarcelamientos. Nada de eso puede decirse de "lo que ha pasado en Cataluña" que, según la ministra consiste en la huida de Carles Puigdemont, la designación de los consejeros desde Berlín y el pulso que aún mantiene aquel con la justicia española. La página será tan negra como Robles quiera pintarla pero en ella no ha habido violencia y no hablemos de lo demás. La guerra sucia va toda a cargo del Estado. Los jueces llevan seis meses buscando la violencia, pero deben de buscarla en la negrura de la página porque no la encuentran, razón por la cual se la inventan en sus providencias. De jueces, los españoles tienen poco si miramos a su independencia e imparcialidad, pero mucho como escritores de ficción. 

Está claro el espíritu dialogante del gobierno de Sánchez. Consiste en aplicar el modelo del PP (al fin y al cabo, también suyo en la oposición) con algunos retoques de las injusticias más flagrantes. Robles cree que debe acercarse a los presos a sus domicilios y Sánchez lo refrenda, posponiendo la decisión al fin de la instrucción por aquello de meter a los jueces por medio para disimular la arbitrariedad política, como si el hecho de llevar más de seis meses de instrucción no fuera suficientemente monstruoso. Y ya está. La jueza Robles no tiene empacho en dar cobertura a un proceso puramente político disfrazado de judicial.

Pero la página negra no la protagonizan quienes recurren a la arbitrariedad, la represión, la injusticia sino las víctimas. Privilegios del poder, cuyas metáforas tienen marchamo de autoridad y hasta legal. Página negra, nada menos. Una dura imagen que evoca la página negra del Tristam Shandy de Sterne con motivo de la muerte del pastor Yorick, alas, poor Carles! Aunque quizá estuviera pensando más en la mota negra, de la isla del tesoro. Dejar atrás la "página negra" es lo más sensato puesto que, por definición, no trae lectura. Se pasa, pues, a la siguiente. Pero la situación sigue siendo la misma (el prófugo, etc) y, por tanto, la negrez también. Y así hasta el fin del libro.

La negrura de la ministra es también metafórica, no es un pigmento físico, sino moral. Dejar atrás la "página negra" de Puigdemont, etc., significa simplemente olvidarse de Puigdemont, los exiliados/as y las presas/os. El vivo al bollo y el exiliado y la presa, al hoyo. Adoptar puntos de vista morales es lo más frecuente a la hora de cometer inmoralidades.

Pero la volubilidad de la fortuna hace que la "página negra" de la ministra sea la "página blanca" en la que está trazada en oro la ruta independentista. Una página de gloria y también una metáfora. Entre el blanco y el negro, la escala de grises. Cuál de ellos prevalecerá depende de cómo actúen las partes. Incluso el blanco total o el negro total.

Por si acaso, y para que la ministra y su gobierno no olviden la situación de poder dual que se da, la consellera de presidencia de la Generalitat, Elsa Artadi, avisa de que la reunión prevista en abstracto entre Sánchez y Torre se hará para hablar de la autodeterminación y la independencia, dos conceptos que producen un rechazo tan visceral en Sánchez como el nombre de Bárcenas en M. Rajoy. 

Nadie en el independentismo catalán está dispuesto a pasar página mientras haya personas presas y exiliadas por razones políticas. El gobierno debiera abrir los ojos y ver que "nadie" quiere decir nadie, ni el pueblo en la calle (por más matones que envíen armados de cutters a atacar a la gente), ni las organizaciones sociales, culturales, profesionales, deportivas, económicas musicales o religiosas, ni las instituciones, ni los políticos, ni, ciertamente, los cargos electos o a los que se priva de su derecho a elegir o ser elegido. 

No es una "página negra", ministra. Es un episodio de una revolución que son ustedes incapaces de comprender y frente a la cual, digan lo que digan, ya han perdido.

diumenge, 17 de juny del 2018

El secreto peor guardado

La política tiene mucho de teatro. Los sistemas democráticos se basan en la representación en sentido político. Unos mandatarios representan a unos mandantes. Pero esa representación incorpora un elemento de espectáculo teatral: las cosas se representan, se fingen. Algo de esto hay en la reunión entre Sánchez e Iglesias, hecha pública en el momento de su celebración y como reunión secreta; una reunión secreta de la que se conocía medio de concertación, fecha, hora, lugar, agenda y modus operandi. Mucho más de lo que se conoce de la mayoría de las reuniones públicas. Cosa lógica. No era una reunión para tratar contenidos sino una reunión para que se supiera que los participantes se reúnen. 

Lo cual está muy bien, por cierto. Que las dos fuerzas de la izquierda coordinen y hasta unan sus políticas es lo menos que cabe exigirles. Y poner en práctica sin desvíos y excusas sus acuerdos. En España puede haber un gobierno de izquierda de verdad si Podemos corrige la derechización del PSOE y el PSOE el radicalismo de Podemos. Puede salir una historia de éxito, como el de Portugal.

En próximas fechas, es de esperar, se verá un calendario progresista en España. Queda mucho por hacer hasta devolver el país a un estado de dignidad que perdió a manos PP que, por cierto, anda también representando un papel de teatro en el sentido de jugar a ser una oposición parlamentaria, como si, en lugar de una asociación de malhechores, fuera un partido político. Produce hilaridad escuchar a sus diputados pedir dimisiones en el gobierno y aledaños por cosas insignificantes cuando hablan en nombre de 800 imputados, no sé cuantos procesados, cuántos condenados y cuántos fallecidos misteriosos.

Pero ese mucho que queda por hacer y ojalá se haga pronto (derogación de la Ley mordaza, de la reforma laboral, nueva regulación favorable de las jubilaciones, etc) no parece tocar para nada el asunto político más grave del Estado español, el de Catalunya en el que dicho Estado se juega su supervivencia. Al respecto, la reunión no solo ha sido públicamente secreta sino también muda en cuanto a contenidos. Como siempre cuando los españoles hablan de España, Catalunya no aparece porque, en el fondo, saben que no es España. Cuando aparece es porque se plantea la necesidad de que España haga entrar en vereda a la colonia díscola.

De momento tenemos un PSOE con una visión de Catalunya idéntica a la del PP y añorante del 155. Será bueno saber qué aportará aquí a la alianza Podemos, cuál sea su propuesta para Catalunya y cómo se relacionará con ella. Por si acaso se retrasan, como es muy posible, van cuatro preguntas de cuya respuesta (si la hay) dependerá el juicio que su propósito merezca entre los indepes, empezando por Palinuro:

1ª) ¿Respetan el derecho de autodeterminación de los catalanes en vía unilateral si no hay otra? (Algunos dirán que aunque la haya, pero ya se sabe que Palinuro es conservador)

2ª) ¿Reconocen la declaración de la República catalana independiente?

3ª) ¿Reconocen que en España hay presos y exiliados políticos?

4ª) ¿Están dipuestos a negociar con la Generalitat sin poner como condición previa la liberación de los presos políticos?

La respuesta teórica del PSOE será de tres noes y un sí y la de Podemos, tres síes y no. En principio. Ningún punto de coincidencia. Se explica por qué la pública secreta reunión es muda respecto a Catalunya. No saben qué hacer. No tienen ni idea. El PSOE no sabe qué es la República catalana, aunque su historia y raíz sean republicanas y Podemos no sabe qué es la revolución catalana, aunque dice tener una visión revolucionaria.

dissabte, 16 de juny del 2018

Poder dual y territorio exento

Andan los medios españoles desmelenados con la contundencia de Sánchez en sus medidas innovadoras, de restauración de derechos y remedios de entuertos y los relatan embelesados: "un cargo, un salario", recuperación de la sanidad universal, acogimiento de refugiados, supresión de las cuchillas, garantía de paga extra a los pensionistas y mucho diálogo con Catalunya.

No es parva la muestra. Tanta que los de Podemos se ofrecen en sociedad con una batería de propuestas sociales antes de que Sánchez los madrugue. Era mucho lo que había (y hay) que hacer. Ayer, M. Rajoy hizo mutis para siempre. El epitafio de Hernando: se va el mejor presidente de la historia de España. Risum teneatis. Está claro que huye como alma que lleva el diablo por haber dejado el país en estado de quiebra moral, económica, política y territorial. Un destrozo inimaginable. No habrá agujero en el mundo en el que pueda escapar a su conciencia un individuo así. Eso si no lo imputan los jueces, ahora que ha perdido el fuero.

Volvamos al relato inicial. Todo son parabienes a que el gobierno central recupere la dignidad de las instituciones, vilipendiada por la asociación de malhechores, y los derechos de la ciudadanía. En cambio, todo son "paramales" cuando el govern catalá hace lo mismo en el ámbito de sus competencias: repone en sus puestos a los cargos destituidos ilegalmente vía artículo 155, restaura el servicio exterior de la Generalitat, recompone los departamentos devastados por la intervención española, reclama la liberación de los presos políticos e insiste en investir a Puigdemont; devuelve los derechos a los ciudadanos y la dignidad a las instituciones. ¿Por qué, según los medios, está bien que lo haga el gobierno español y no el catalán? 

La cuestión radica en la expresión "el ámbito de sus competencias". Para el gobierno español, el parlamento español, los jueces españoles y los españoles españoles, ese ámbito es el autonómico y no da para las dichas y otras alegrías. Para el independentismo catalán ese ámbito es el de soberanía de la República, ejercida en condiciones de constricción por fuerza mayor, pero soberanía en todo caso.

Es imposible que ambos puntos de vista coincidan en algo. Ni siquiera en el punto de fuga. De este modo y dado que el presidente Torra  bien pudiera ser Torre y hasta Torreón, el gobierno no tiene otro remedio que hacer como que no se entera porque, si se da por enterado, tendrá que aumentar la población de presos y exiliados políticos, intensificando el problema. Es decir, el gobierno tiene que hacer como que no ve una clara situación de poder dual en España, de un lado el Estado español y, de otro, la Generalitat que, sin reconocimiento formal de parte, de hecho lo es. 

Hay un territorio jurídicamente del Estado español pero políticamente exento que coincide con la República Catalana, esa que según el gobierno central no existe, pero actúa. El presidente Torra piensa pedir al rey formalmente que se disculpe por la violencia del 1-0. El MHP es una buena persona. Otro le pediría que se disculpase de las dos cosas: el 1.O y el discurso del 3 justificándolo. Por lo demás, si Felipe VI quiere, puede tomar ejemplo de su padre, ponerse ante la pared con gesto compungido recitando: "Me he equivocado. Lo siento. No volverá a suceder". Que un presidente de govern republicano exija disculpas al rey entra en los principios de la dignidad ciudadana, pero no entre los del servilismo monárquico. Si el legislador español admite que el rey es inmune, ¿cómo va a aceptar que se le exijan disculpas? El poder dual, republicano en Catalunya y monárquico en España. 

Acepten ya que tienen un poder dual que debe negociar en condiciones de igualdad de gobierno a gobierno. Y no solo poder dual. También hay un territorio y una población exentas. Los tres elementos del Estado, poder, territorio y población. O de fragmento de Estado, usando la expresión de Jellinek. Felipe de Borbón no puede entregar los premios de la Fundación Princesa de Girona porque la ciudad lo tiene declarado persona non grata, así como al virrey Millo. Esto en tiempos del Rey Sol no pasaba. En tiempos de Franco, el sol de él y de su padre, tampoco.  Ni valer el fuero por la fuerza puede el rey porque habría que obligar a los gironins a asistir al acto a punta de bayoneta y ya se sabe, según célebre dicho, que con las bayonetas puede hacerse todo menos sentarse en ellas. Tendría que traer el auditorio a base de fletar autobuses con bocata, al estilo del día de la Raza. No ha lugar. El rey es persona non grata y la República es por definición territorio exento de monarcas. Els catalans no tenim rei. Mi dispiace, maestà. 

Son encomiables los esfuerzos dialogantes del gobierno, aunque no tan vistosos como los exabruptos del ministro Borrell, llamando a la discordia civil; ese ministro de Exteriores cuyo único exterior es Catalunya. El intento de Batet de resolver el conflicto político por la vía del diálogo es aun más encomiable; pero no tiene pasado ni futuro; solo un titilante presente. No tiene pasado porque ya vale a los socialistas descubrir ahora que se trata de un problema político cuando fueron los principales defensores de la criminalización del procés, su judicialización y la aplicación más severa si se podía del 155. 

Y tampoco tiene futuro. Por supuesto que se puede dialogar y dialogar y dialogar cuanto se quiera sobre reformas constitucionales, milagros federales, resurrección de los estatutos muertos y otras cuestiones quodlibetales. Pero hay un asunto que es previo y requisito indispensable: se dialogue sobre lo que se dialogue, los presos políticos deben ser liberados sin cargos. No es posible construir nada racional o humano sobre la injusticia y el sufrimiento de inocentes. 

El consabido argumento, usado ya por el gobierno anterior de la separación de poderes y la jurisdicción de los tribunales es una repetición de la falacia que demuestra cómo la voluntad de diálogo a base de reconocer el carácter político del conflicto es falso. Fue el gobierno anterior el que metió en la cárcel (descabezó, para ser más precisos, como decía la vicepresidenta de infeliz memoria) a los presos políticos; el gobierno actual debe liberarlos. De lo contrario, la recuperación de derechos será para unos pero no para otros.

Hoy, Palinuro en Sant Cugat

Ayer escribía Palinuro una carta a Carme Forcadell que se publica hoy o mañana en Vila-Web y en la que, entre otras cosas, le digo que, desde que todas ellas y ellos entraron en prisión, en Catalunya no ha habido día en que no se las recuerde y no se haga todo tipo de actos a lo largo y lo ancho del país para conseguir su liberación. Que no están solas ni solos. Que tienen un pueblo detrás en su apoyo y, lo que es más grave desde el punto de vista del agresivo nacionalismo español, dispuesto a seguir sus pasos.

El acto de hoy es una prueba más de ello. En Sant Cugat, com tot arreu a Catalunya, los días 16, aniversario de la detención de los Jordis, estarem tossudament alçats. Y los demás días del mes también. Aixó no ho atura ningú. 

Así que hoy, en la Plaça 1 d'octubre (¡bravo!) nos vemos a las 19:00 de la tarde para xerrar sobre el interesante tema propuesto: ¿Está España en Europa? 

No quiero hacer spoiler pero es obvio que España no está, ni ha estado ni, de seguir las cosas como hasta la fecha, estará jamás en Europa.

Para más detalles, mañana en Sant Cugat.

dijous, 14 de juny del 2018

Buscando camorra

Aquí mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado Nous temps, en referencia irónica, claro, a cómo han cambiado las cosas desde que gobierna lo que queda del PSOE: nada, no han cambiado nada. Si acaso, que los ministros son más rápidos que los ladrones del PP a la hora de dimitir y que hay más ministras que ministros. Pero eso es todo. La reforma laboral tendrá unos retoquillos; la Ley Mordaza no la tocarán; seguirá la dictadura policial y la iglesia parasitando al Estado mientras los ladrones desorejados estilo Urdangarin se pasean en libertad pero los representantes democráticos de los catalanes seguirán encerrados a pesar de ser inocentes. El mismo autoritarismo y la misma oligarquía mandando.

Se recordará cuando Aznar dijo que "antes se romperá Cataluña que España", una de esas frases con las que estos tipos creen decir algo cuando es evidente que, si como ellos mismos dicen, Cataluña fuera España, al romperse aquella se romperá esta al mismo tiempo. Pero es difícil que un estúpido de este calibre llegue a entender algo tan elemental. Se recordará asimismo a García Margallo amenazando ominosamente con que "a partir de agosto empezaran a pasar cosas en Cataluña", a Jordi Cañas anunciando "os montaremos un Ulster que os vais a cagar". Más recientemente, el provocador Borrell, ministro, anuncia en TV que Cataluña está al borde de un enfrentamiento civil y hace nada, su discípula Arrimadas anuncia que se llegará a unos límites de violencia que no se pueden imaginar.

Son expresiones que tienen mucho en común. No casos aislados. Es el deseo del fascismo nacionalcatólico español (PP, PSOE, C's, IBE 35, banca, medios, curas, militares, policías, etc): que haya violencia en Cataluña para poder justificar una intervención armada. Sus intelectuales firman ahora bovinamente manifiestos (aprovechando que el señorito socialista está en el gobierno) pidiendo soluciones, mientras sus políticos siembran el miedo con amenazas y sus bandas de matones y fascistas lo hacen en la calle, agrediendo a la gente pacífica.

Aquí, la versión castellana:

Nuevos tiempos


Borrell, como Guerra en el primer gobierno de Felipe González, debe de ir en este de “libre oyente” y, sobre todo, de libre provocador. Sus exabruptos en el gobierno no son más graves que los que soltaba en la oposición porque esto ya no es una cuestión política o administrativa de un cargo arriba o abajo, sino de pura decencia humana. Es imposible tratar con quien amenaza y va de mala fe.

Es de suponer que el gobierno calibrará el impacto que la piromanía del ministro tiene en su política de diálogo y entendimiento. Aunque también puede tratarse de una pieza de florentinismo político: se deja suelto a Borrell y se compensa con el tono civilizado de Batet en una reactualización de la pol’itica del palo y la zanahoria. No está mal pensado. Solo que el palo es un pesado garrote y la zanahoria no existe. El nacionalismo esspa;ol solo puede atacar< no tiene nada que ofrecer. La intención evidente es introducir división en el bloque independentista, buscando acuerdos con sus sectores más conservadores. Es lo mismo que intentan con Podemos, dinamitarlo por dentro ofreciendo cancha a Errejón, sin darse cuenta de que lo ponen en un aprieto porque si el de Podemos aceptara, como le pide su talante, ¿cómo se distinguiría de Gabilondo, su adversario? Lo mismo con el movimiento independentista: ofertas a los sectores más conservadores que conllevarían la ruptura de la unidad independentista. Con un resultado, es de suponer, muy parecido. Es decir, nulo.

La cuestión no es la irresponsabilidad del ministro. La cuestión es que su intención última, esto es, provocar aquello contra lo que dice avisar, no va a darse. No se da; ni se dará. El independentismo ha movilizado a millones de personas durante años sin que haya habido violencia jamás. La violencia emerge con la reacción nacional española de los últimos tiempos, reacción en la que el propio ministro ha tenido un papel destacado. La violencia viene de ahí, de los “patriotas” españoles de fuera de Catalunya y de dentro de ella, de Vox, SCC, ocasionalmente C’s y PP, aliados callejeros del ministro. Viene de ahí y ahí se queda circunscrita. Y documentada hasta la saciedad. Es la era de las comunicaciones. Hay docenas de vídeos probando el carácter exclusivamente español de la violencia. Y, además, ridículamente minoritario.

La amenaza de que Catalunya esté en situación de enfrentamiento civil refleja un deseo y un deseo que no va a cumplirse. No hay ni habrá enfrentamiento civil. Ni hay ni habrá violencia que justifique la aplicación de la plantilla ETA que tenían preparada con el 155. Todo esto, además, de insensato está completamente fuera de lugar y de tiempo. El País Vasco demanda seguir la vía catalana. Estará bien ver cómo va a enfocar el gobierno ese nuevo problema. ¿También con medidas represivas policiales y judiciales? ¿Va a haber más presos políticos, esta vez vascos? ¿Se va aplicar el 155 en tierras de Sabin Arana?

Mientras el gobierno y el Estado buscan alguna vía de escape a la tenaza de los dos referéndums de autodeterminación, interviene Navarra y, sin poner en cuestión la soberanía nacional, que tanto teme el nacionalismo español, sí cuestiona la forma política del Estado.

Se plantea así un problema siempre larvado, siempre aplazado y que obligará a la izquierda española de definirse. El PSOE habrá de declararse partido dinástico en un momento en que la monarquía está tan baja en la valoración popular que los baremos no preguntan por ella. 120 años de historia a los pies de un Borbón.

Es absurdo pensar que una crisis de estas dimensiones puede abordarse con 85 diputados y un vagaroso plan de reforma constitucional en la que nadie cree. Es absurdo esperar que este pecio del naufragio del régimen al chocar con el escollo catalán presente un plan para salvar el conjunto. Solo tenían el 155 y, al decaer este, se encuentran con las manos vacías y el discurso huero. En su lugar quieren sembrar el miedo y el odio.

Catalunya no está al borde del enfrentamiento civil. España está al borde de la quiebra política.