dilluns, 14 de gener del 2019

Voluntad de ser

Se reprocha al Consell de la República falta de claridad respecto a su naturaleza, composición y, sobre todo, funciones. Y también se señala que hay carencias informativas notables al respecto. El Consell de la República es una buena idea, pero hay que explicársela más a la gente, sobre todo cuando se pide su colaboración. Informar sobre sí mismo adecuadamente es la primera tarea del Consell de la República.
Porque, de otro modo, la imprecisión y falta de claridad se extiende. Estos consells locales, como el de la República, nacen sobre la marcha y necesitan un periodo de rodaje hasta que alcancen su plenitud. De momento adolecen de los defectos de aquel. Pero en algo son un acierto notable, al margen de su acabado: la dualidad de poderes que se vive en Catalunya se extiende ahora a los órganos locales. Estos consells locales son entes administrativos paralelos a los oficiales, ejerciendo un poder local alternativo y tejen unas relaciones con los administrados que serán las redes de la República. La real y la virtual.

Es obvio, se trata de cumplir el mandato del 1-O, cosa en la que la presidenta de ANC, Elisenda Paluzie, insiste siempre que puede, a veces en tonos conminatorios. Hay que hacer efeciva la República, hay que dar pasos en esa dirección, pero ¿que forma han de tomar?

De momento, la acción política gira en torno a la farsa judicial del 1-O y también las elecciones europeas y municipales. Hay cinco meses de actividad garantizada. En lo que hace a la farsa judicial, los acusados quieren convertir el proceso en una denuncia del Estado español como opresor de las minorías nacionales y contrario al imperio de la ley. Las elecciones europeas y municipales se viven como un cierto galimatías. Los dos campos de la acción política, el proceso y las elecciones, adolecen de que se dan en el marco de la legalidad española.

Pero el mandato es avanzar en la República y no actuar a la defensiva del Estado español (proceso) o en su marco legal (elecciones municipales). Sin duda ambas cuestiones son esenciales, pero las dos son respuestas a iniciativas del Estado.

Los Consells locales son una iniciataiva propia en las actividades de institucionalización de la República. Forman parte de una tendencia muy catalana de socializar las cuestiones polítcas, implicar a la sociedad en ellas. De este modo, creando administraciones paralelas que, como el Consell de la República, tendrán naturaleza de derecho privado (algo también muy frecuente en la historia catalana), va emergiendo la estructura de la República Catalana hasta el momento en que, a un golpe del hierro, pueda surgir de la cabeza de su padre, vestida y armada, como Palas Atenea.

Los "realistas" dicen que eso es pura ilusión y no hay nada que hacer. La República catalana solo será posible si el Estado español la tolera y, de momento, no parece ser el caso. Todo es una cuestión de poder.  La política es, según el retruécano de Foucault, la continuación de la guerra por otros medios y, si es necesario volver a los medios guerreros, se vuelve.

Pero la revolución catalana es de nuevo cuño, pacífica y democrática. Encontrará la salida. Esa que el Estado no ofrece, pues solo defiende el statu quo, pero tendrá que aceptar por la presión internacional.