divendres, 2 de novembre del 2018

Dulcinea y don Quijote

¿Qué quieren ustedes? Uno está chapado a la antigua y cree que si la mujer de nuestros pensamientos es vilipendiada, uno debe defenderla hasta el final. A la vista del ludibrio que está cayendo sobre la moderna Dulcinea del Toboso, cabía esperar de don Alonso Casado algo parecido a lo que respondió don Quijote a los mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia: 

"No le mana, canalla infame —respondió don Quijote encendido en cólera—, no le mana, digo, eso que decís (nota palinura: bermellón y piedra azufre), sino ámbar y algalia entre algodones y no es tuerta ni corcovada sino más derecha que un huso de Guadarrama. Pero vosotros pagaréis la grande blasfemia que habéis dicho contra tamaña beldad como es la de mi señora".

¡Ah, qué tiempos en que también se blasfemaba por lo civil y hasta por lo estético!

Bueno, dirán ustedes, al fin y al cabo, Casado no es un caballero defendiendo a su dama, ni la dama es su dama. Verdad es. La doña tira más a Aldonza Lorenzo y Casado, a Sancho Panza. Y aun así, debiera defenderla con más gallardía y ahínco, no por amor, sino por lealtad.

Le debe el puesto. O sea, que también podría acompañarla en el mutis.

Y con este último expediente, el PP debiera tomarse en serio un congreso extraordinario de refundación, antes de que haya más políticos presos del PP que presos políticos independentistas.