Lo de los aforamientos o medioaforamientos no es asunto de alto voltaje mediático. Es una de esas reformas que arrastra el Estado español desde siempre, invoca de vez en cuando y no realiza jamás, como la reforma militar, o la de las relaciones iglesia-Estado, o la de la administración, o la del sistema electoral. Business as usual. Podían los medios haber encontrado algún espacio para informar de la que se está armando en la Plaça de Sant Jaume. Pero no hay modo. No es que no sepan nada de Catalunya; es que no quieren saberlo y prefieren ocultárselo a sí mismos.
La acampada a la vera del Palau de la Generalitat recuerda el 15-M. Analogías y diferencias, cada cual las busque en donde quiera. Pero algo es evidente: el 15-M se hizo en contra del poder político, fundamentalmente el gobierno y el parlamento, pero abarcaba a todos los demás porque era una repulsa al conjunto del sistema político, aunque sin propuesta positiva alguna de programa. Por el contrario, la de la Plaça de Sant Jaume, siendo tan asamblearia, espontánea y sin jerarquía como el 15-M, se hace, por declaración expresa de los participantes, a favor del govern y con la finalidad de ayudarlo a implementar la República Catalana.
Esto puede entenderse de dos modos: la gente acampa ante la Generalitat esperando instrucciones o imparténdolas. Todo depende de cómo se entienda la dinámica de la revolución catalana y en qué momento se encuentre. Pero lo incuestionable es que hay una unidad de acción entre la gente, la ciudadanía y las instituciones. Es posible que las acampadas hagan pressing al presidente, pero es cierto que el presidente pide reiteradamente que prenda la llama en la pradera catalana y Riera en un ánimo similar, llama a "desbordar popularmente" el marco del Estado.
En una semana, Torra hará público su programa de gobierno. Entre tanto, todo indica que la acampada crecerá. Y en diez días se producirá una situación parecida a la de la frustrada manifestación españolista del pasado domingo, pero mucho más peligrosa. Una manifestación para el día 29 en homenaje a los policías y guardias civiles que intervinieron el 1-O de 2017 y en la misma Plaça de Sant Jaume que estará por entonces de bote en bote.
Debe de haber pocas convocatorias más provocadoras y desaconsejables que esta.