dilluns, 13 d’agost del 2018

La reputación

El papelón más que el papel de España en el mundo debiera ser el título del premio. Papelón tanto más ridículo cuanto que hay que pagar por que hablen bien de uno. Porque se da por supuesto que el balance ha de ser positivo, enaltecedor, halagador. Podría ser que el "mejor" trabajo de un medio fuera uno crítico con la acción exterior de España. Pero eso no sería el "mejor" para la entidad que paga: el reino de España.

Borrell ha resultado ser un fiel continuador de la política de Dastis. Ha tenido que sacar a Moragas y Wert de sus dorados destinos porque cantaban mucho, pero a Moragas, al menos, lo ha premiado con la embajada de las Filipinas. Wert estará en expectativa de destino o se vuelve de tertuliano. El resto, continuismo sin problemas. A Borrell solo le interesa Catalunya. Más que ministro de Asuntos Exteriores es ministro de Asuntos Catalanes. Y eso le lleva a mantener este ridículo premio consistente, lo hemos dicho, en pagar porque hablen bien de uno. El gobierno socialista se ha subrogado en la posición del PP, en especial en referencia a Catalunya. Y con sus mismos planteamientos. Lo importante no es hacer las cosas bien sino que hablen bien de uno, aunque nos cueste 12.000 €, prácticamente nada con lo que se lleva robado y despilfarrado en las alturas. 

Como todo lo que hacen en el exterior, la acción nace fracasada. Se dará un premio al "mejor" trabajo sobre España... de los que se presenten. ¿Y si el mejor de los que presentan es una birria? ¿Puede quedar desierto el premio? Evidentemente, no; menudo desdoro patrio. Siempre habrá uno mejor para un jurado compuesto de patriotas, es de suponer, de los de pulsera rojigualda con cuenta en Suiza.

A continuación habrá que ver cuál sea la difusión. O quizá haya que comprarla también, pagándola ya descaradamente como "publicidad". 

El papel de España en el mundo es más bien anodino. El país tiene algunas, escasas, relaciones económicas y culturales con Latinoamérica. Y con Filipinas, las que abra Moragas. Su presencia directa es en Europa y una pequeña parte del norte del África. Y su imagen, lamentable. Ya lo era cuando Rajoy ganó las elecciones con trampas en noviembre de 2011 y con un programa que no tenía ninguna intención de cumplir. Desde aquel momento,  no ha hecho más que empeorar. Como era lógico. Los programas electorales no son contratos en el sentido del derecho privado, que puedan invocarse ante los tribunales. Pero son pactos sociales por los que laa ciudadanía se pronuncia y se acogen al principio general de pacta sunt servanda, el principio de todo orden civilizado. 

¿Cómo iba Europa a tomar en serio un país gobernado por quien arrancaba su gobierno confesando hacer lo contrario de lo que había prometido? En su interminable mandato consiguió desmantelar el Estado del bienestar, arruinar la seguridad social, sembrarlo todo de corrupción y endeudar al país por decenios. La instrumentalización de la justicia fue tan clamorosa que ganó a España uno de los últimos puestos en la jerarquía sobre independencia de la justicia elaborada por la Comisión Europea.

Aquel gobierno puso en marcha una campaña de fomento de imagen llamada Marca España, que consiguió más resonancia en las burlas de las redes que en los foros internacionales. Visto el éxito de la bambolla patriótica, se redujo la ambición a eso, a que algún medio dijera algo en favor de España. 

Anda a vueltas al ministro también con la leyenda negra, que se propone combatir denodadamente. Pero si cree que va a anular la mala fama legendaria con un trabajo en un medio por un coste de 12.000 € no cree bien. Y no es cosa del dinero. Es de la verdad y la mentira. Cuando se sostiene que la leyenda negra es mentira tendrá que explicarse a continuación cómo es que en España vuelve a haber presos y exiliados políticos y sometidos a procesos que tienen más de políticos e inquisitoriales que judiciales. Dicen que no, que no son "presos políticos", sino "políticos presos" jugando, como siempre, con las palabras para ocultar los hechos. Si "político preso" es Zaplana, Junqueras y sus compañeros y compañeras son otra cosa. ¿Qué? "Presos políticos".

Dicen que España es un Estado de derecho homologable a los europeos, pero no es verdad. Hay ciudadanos por encima de la ley y, muchos, desde luego, al margen de ella; no existe la división de poderes y no están garantizados los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Dudo de que den a Palinuro el mentado premio de 12.000 €.