España es una humareda. Por todas partes cortinas de humo. Cortinas de humo para tapar cortinas de humo que tapan cortinas de humo.
Tiene gracia que el PP hable de "estudiar" en medio de la vorágine de los céleres estudios de sus dirigentes. Pero es su intención: indagar si el MHP Sr. Torra es o no president. Es costumbre de este gobierno pronunciarse negativamente sobre la realidad y existencia de aquello que lo incomoda. Ya saben: no hubo consulta del 9N 2014, no hubo referéndum de 1º O 2017, ni declaración de independencia, ni de República, ni siquiera existieron las elecciones del 21 de diciembre de 2017. Nada de extraño si tampoco hay presidente de la Generalitat. Al fin y al cabo, la toma de posesión ha sido brevísima, sin contenido de Estado y con una fórmula de promesa ya usada por Puigdemont pero altamente reprobable.
Hobbes pensaba que el Estado debe darse por satisfecho con un gesto formal externo de acatamiento. Pero al gobierno esto le parece poco pues el juramento a la Constitución (y al rey, dicho sea de paso) no es algo formal sino, dice, "trascendental". No basta con parecer; hay que ser y ojito con desviarse. Estos son los de Trento. "Luz de Trento".
Luz que es cortina de humo paara distraer al personal del patio de monipodio que es la marca España a los ojos del mundo entero. El Supremo confirma las primeras sentencias de la Gürtel en el caso de Fitur, en Valencia: nueve años a una ex-consellera del PP, trece y doce años y pico para Correa y el Bigotes y otras penas para otros miembros de esta asociación de malhechores que es la Gürtel, totalmente imbricada en el PP. O sea, parte de la mafia que seguirá saliendo en las seis causas pendientes de esta macroestafa a las arcas públicas. Añádase el escándalo que tiene indignada a la opinión de que Valtonyc o Pablo Hasel vayan a la cárcel de inmediato, si no están ya en ella, mientras Urdangarin, con una condena firme sigue paseándose en libertad y cruzando fronteras. U otros procesados célebres, entes incorpóreos, como Rato. Se ve que los jueces no aprecian riesgo de reiteración delictiva o de fuga como sí parecen apreciar en el caso de las presas políticas preventivas. Son cosas que requieren turbonadas de humo para calmar la indignación que producen.
Y no humo, auténticos tifones, tornados de oscuridad se requieren para tapar el desmadre que el partido de la Gürtel ha organizado en veinte años de trapacería sin cuento en Madrid, "rompeolas de las Españas". No han dejado títere con cabeza: las instituciones, los festivales, las fundaciones, las universidades. Lo han corrompido todo. Han arrasado los servicios públicos en beneficio de los privados que, o son suyos, o son de los suyos: escuelas, hospitales, servicios públicos. Han privatizado a mansalva para dar aportunidades a los "barones ladrones" de la industria española. Eso cuando no han sido los propios gobernantes quienes han gestionado directamente el fraude como en el caso de El Canal de Isabel II, en Madrid. Una comunidad autónoma con la mayor densidad de implicados en la Gürtel por metro cuadrado municipal y de cuyos cuatro presidentes del PP, tres están imputados.
Pero, en realidad, la cortina de humo sobre la condición de presidente de Torra, trata de ocultar otro chasco monumental de España en el exterior. La justicia belga no entregará a los consellers exiliados en Bruselas. La euro-orden naufraga de nuevo y el juicio que la actuación de la justicia española merece en el extranjero es deplorable. La fiscalía, muy de sostenella y no enmendalla, pide a Llarena que reitere la euro-orden a Bruselas. Sospecho que los belgas van a imponer un canon por uso contumaz de un servicio público. La florida prosa del juez seguirá amenizando las tediosas mañanas de sus colegas europeos pero también confirmando la opinión negativa generalizada sobre el carácter de la persecución judicial en España. En Europa se desconfía de la gente que obliga a los demás a formular promesas trascendentales y de los jueces que valoran la sinceridad de las convicciones ideológicas.
Ocultar a la opinión la falta de apoyo de la justicia europea a la causa emprendida por la española es una gran irresponsabilidad. Reaccionar amenazando a los países afectados, prueba de furor demente. Mover dineros e influencias para comprar voluntades, perfectamente bochornoso.
Por lo demás, hace bien el gobierno en exigir el boato y ceremonia que estos momentos requieren. Y bien asimismo el PSOE en exigir que la Constitución de 1978 figure expresamente en la fórmula. Y, digo yo, también la jura de Santa Gadea. Según está planteado el conflicto, tienen un valor análogo. Desplieguen pues la enésima cortina de humo cuestionando, impugnando, recurriendo la presidencia de Quim Torra, su misma existencia material. La presidencia de la Generalitat está en sede vacante, como el solio de San Pedro a veces.
Pero eso no afecta a la Generalitat en sí misma, que ya habrá publicado el acto en el documento oficial de que disponga y este tendrá los efectos jurídicos que correspondan. Y aquí sigue dibujándose por vía de facto la República Catalana. Las instituciones actúan como si el parlamento fuera depositario de una soberanía del pueblo catalán, invocado por el president Torra. La República Catalana, por tanto, inicia su andadura por una vía de hecho.
Y llegará hasta allí donde el gobierno central interpronga una acción contraria en cualquiera de sus manifestaciones, administrativa, judicial, policial para dejar sin efecto el acto y, de paso, la Generalitat entera en el momento de su nacimiento. Es decir, el 155 "intensificado" que propugna el PSOE, equivalente a una dictadura también de hecho y de carácter ilimitado pues quedan excluidas las elecciones. Algo que ningún país civilizado aceptará.
La única forma de garantizar el Estado de derecho es convertirlo en una dictadura. Eso puede defenderse en España, tierra de casuistas, y en donde cabe acusar de nazis a las víctimas de los nazis.
Pero no puede defenderse en Europa.