La decisión de la mesa del Parlament de admitir la delegación del voto de Comín ha provocado un auténtico guirigay. El País, fervoroso defensor de M. Rajoy, se lanza al panegírico: "El PP ayuda a la formación de un gobierno en Cataluña". Sería la primera vez. Añade el diario que ni PP ni Cs ni PSC impugnarán la delegación de voto, segunda después de la de Carles Puigdemont. Y esgrime una poderosa razón: hay que evitar nuevas elecciones.
Pero nada de eso es seguro. El Confidencial avisa de que Rajoy estudiará "acciones legales" por el voto delegado de Comín. Tanto no parece dispuesto a ayudar a la formación de un gobierno catalán. A su vez, el PSC también anuncia que recurrirá la delegación de voto de Comín y anima al Tribunal Constitucional a actuar de oficio para impedirla. La tal delegación resulta problemática. Quizá los de C's la acepten, pero no encaja tampoco en su ánimo normal.
Puede que la finalidad esgrimida por el B155 de evitar las elecciones sea inalcanzable si quienes quieren descartarlas hacen todo lo posible por traerlas. Estos recursos postergarán el pleno de investidura y harán perder un tiempo precioso. Recuérdese, queda un mes para la convocatoria automática. En el ínterin, el pleno abordará el próximo 3 de mayo la reforma relámpago de la Ley de la Presidencia para posibilitar la investidura a distancia de Puigdemont. A favor de ese paso vota todo el bloque indepe, incluida la CUP. Mayoría absoluta.
Cuando falten quince días para la convocatoria automática, el gobierno de España se encontrará con una decisión del Parlament por mayoría absoluta de investir al "prófugo" Puigdemont. Puigdemont o elecciones. La ineptitud del gobierno español lo obliga a elegir entre dos formas de derrota. Tolera la investidura a distancia y desactiva toda su política represiva, incluido el frente judicial, o se arriesga a una victoria independentista abrumadora en lista de país que solo podría evitarse convirtiendo las elecciones en la misma farsa en que se ha convertido la acción de los tribunales.