Los independentistas presos se apuntan ya todos (y todas, supongo) a la vía del reconocimiento "político" de la famosa DI que los medios siguen traduciendo como si se tratara de arameo por "simbólico". Un acto político es un acto simbólico. Extraordinaria idea de la política. Y, no contentos con esto, interpretan ya una actitud de arrepentimiento de los procesados. Pelillos a la mar. Vamos que hasta se podrían solicitar medidas de gracia para estas ovejas descarriadas que vuelven al redil.
Vale. Aquí lo que parece haber es que unas gentes, con pleno conocimiento de causa y sentido de la responsabailidad, han adoptado una actitud política que podía llevarlos a la cárcel, de hecho los llevó y ahora los libera de ella sin que el calificativo de "política" de la actitud haya cambiado salvo en el traducción de los medios a "simbólica".
Igualmente tenemos que esas mismas gentes han descubierto que insistir en el carácter "político" de su actitud, que los llevó a la cárcel, ahora, por un extraño giro del entendimiento judicial, los libra de ella. Y lo hacen.
¿En dónde está el arrepentimiento teniendo en cuenta que todos ellos van en listas de partidos independentistas? El acatamiento al 155 no tiene ningún valor porque no lo tiene pedir acatamiento a lo que se impone por la fuerza.
Esa es la realidad del símbolo. La independencia tiene valor político. El que tenía cuando se proclamó. Ahora vamos a ver el respaldo que tiene el 21D. En una entrevista a La Repubblica
que reproduce El País, Rajoy va de profeta y prevé el retorno a la "normalidad" después de las elecciones porque confía en que las ganen los partidos unionistas. Por si acaso, pues no las tiene todas consigo, ya avisa de que, gane quien gane, tendrá que actuar en el marco de la legalidad constitucional.
Es decir, el resultado está abierto. Y muy abierto.