Es de esperar que la autoridad no haya prohibido el acto para hablar de la República catalana que, al fin y el cabo, no tiene nada que ver con el referéndum prohibido en que se preguntará a la gente si quiere una República catalana también prohibida. Pero nunca se sabe. El gobierno ha decidido que el mejor modo de hacer frente a ese inmundo propósito de la Generalitat de saber qué quieren los catalanes es prohibir el referéndum y todo lo que esté directa o indirectamente relacionado con él, el re, el fe, el ren y el dum. Todo. La autoridad incompetente ha sucumbido a una neurosis de prohibición que podría empezar por aplicarse a sí misma: prohibición de cobrar sobresueldos, prohibición de pillar mordidas, de malversar, estafar a la ciudadanía, de financiar el PP ilegalmente, de robar hasta las cucharillas en los banquetes, de destrozar (y robar) la sanidad pública, de destruir (y robar) la enseñanza pública, de esquilmar el erario, de enchufar a los amigos, de fundirse el fondo de pensiones, de estafar a los impositores de las cajas, de llevarse la pasta gansa de las contrataciones a Suiza de dejar sin subvenciones a los dependientes y un sin fin de otras prácticas de latrocinio. Pero, no, prefieren aplicársela a los demás, en especial a quienes andan en la diabólica empresa de votar y averiguar así qué quiere la gente. Como si eso fuera lo óptimo y no lo que pide la vicepresidenta de averiguar cuál es el deseo de los catalanes por ciencia infusa.
Hoy hablaremos de la República catalana en Vilassar de Mar en el Ateneu de Vilassar a las 19:00. Se comprende que, dado el carácter irreductiblemente republicano de Palinuro, este se las promete muy felices intercambiando opiniones con las gentes del lugar sobre ese futurible que hace 18 meses se veía tan lejano y hoy, a falta de 15 días para el referéndum es tangible: una República en Cataluña. Una República libre.
Nos vemos en Vilassar.