Dudo de que haya otro lugar del planeta en que un atentado como el de la Rambla provoque tal alud de respuestas inhumanas, crueles, inmorales, estúpidas o ruines. Algo deben de tener Cataluña y los catalanes para suscitar reacciones tan repugnantes y sacar lo más bajo que muchas personas llevan dentro.
Y no es nuevo. Es motivo permanente. Cada vez que hay un accidente o desgracia con víctimas catalanas aparecen en la redes comentarios catalanófobos generalmente delictivos. No, no es nuevo. Cuando algún mal castiga Cataluña, mucha gente en España -que envidia y odia a los catalanes- se alegra y hace chistes sobre ello. Muchos, supongo, son los que luego se lamentan de que los catalanes quieran independizarse, están en contra de la idea y, si les dejaran, matarían a todos los independentistas con el sacro fin de preservar la unidad de esta patria en la que da asco vivir con gente como ellos.
Tres observaciones sobre tres tipos de reacciones, sin ánimo de ser exhaustivo entre los cientos de declaraciones, gestos y actitudes que se han prodigado en las últimas horas.
La hipocresía oficial. Tanto el Rey como el Sobresueldos y la Ratita Hacendosa y el pintoresco ministro del Interior, tardaron horas y horas en comparecer, dejando así bien claro que España y Cataluña son dos países distintos y sin grandes relaciones entre sí. El de Exteriores no se dignó interrumpir sus vacaciones en la embajada del Ecuador, sufragadas por partida doble por todos los españoles. El Rey, que estaba en otro país, no ha aclarado en cuá, y el Sobresueldos compareció finalmente a balbucear las habituales vaciedades mientras no podía evitar que fueran filtrándose noticias sobre el boicot a que el gobierno de España viene sometiendo a la consejería de interior de Cataluña por razones políticas poniendo en peligro la seguridad de los catalanes. Todos a una clamaron por una unidad que no existe, que se han inventado y que ellos han roto siempre que han podido cuando dicha unidad podía beneficiar a Cataluña.
Una reserva a este respecto. Habrá que exigir responsabilidades y estudiar cuáles hayan sido los fallos, los errores o las medidas de sabotaje mal intencionadas. Pero, mientras no haya pruebas fehacientes, nada, absolutamente nada autoriza a culpar del crimen a ideas o personas distintas de los autores materiales. Por eso los fascistas que pasan por periodistas y demócratas en los lamentables medios españoles y que acusaban ya desde el primer momento al proceso independentista o a la CUP lo único que están haciendo es justificar que otros culpabilicen directamente a la guerra sucia del gobierno y lo hagan responsable de lo que se llama un "atentado de falsa bandera" para buscar un pretexto que le permita intervenir y militarizar Cataluña. ¿Sacado de quicio? Es posible, pero, que yo sepa, la "operación Cataluña" de las cloacas del Estado no la organizó la CUP sino el ministro meapilas entre virgen y virgen.
La canalla de derechas. Las redes se llenaron de comentarios delirantes en los que los periodistas a sueldo de la derecha vertían ignorancia y odio contra todo lo que les molesta en un intento de criminalizarlo. Isabel San Sebastián relacionaba el atentado con el cuento de la reconquista que siempre ha servido a la derecha para falsificar la historia de España con sus patrañas nacionalcatólicas y atizaba el odio contra el islam con un hediondo hálito de cruzada. Alfonso Rojo se metía con los "progres" por su manía de distinguir entre una confesiones y otras cuando a él, probablemente, lo único sensato debe de parecerle meterlas a todas en el mismo barco y hundirlo, ya que la sola religión que debe de aceptar este elemento es la de la pastuqui por programa . El inefable Tertsch hacía una amalgama juntando en un solo tuit la Rambla, Podemos, la CUP, el Gulag, etc., en el mejor estilo estalinista que, en realidad, es el suyo. Escenificación de esta farsa cavernaria, un editorial de El País y un artículo de Lluís Bassets en el mismo medio relacionando el terrorismo islamista con el independentismo. Por no hablar de la velocidad de todos los fantoches de la tele -Quintana, Griso, Ferreras- en interrumpir sus vacaciones para darse un baño de morbo y pujar el share, que es lo que importa.
La canalla de izquierdas. Cuando se trata del independentismo catalán, ya sabe, las tenues diferencias entre la izquierda y la derecha española se difuminan y todo es derecha; derecha patriótica, nacional. Así que toda la sedicente "izquierda" española murmuró unas atribuladas jaculatorias unitarias, copiando, como siempre, a la derecha, y en algún caso, hizo el habitual alarde de catalanofobia de rigor. Sirva como ejemplo la viñeta de Peridis ayer en El País en la que se insinua fariseamente una relación causal entre el independentismo catalán y el atentado. Ese dibujo es un juicio moral innoble que necesariamente tiene que provocar indignación en quien sepa dos cosas: a) el atentado no tiene nada que ver con el proceso; b) el proceso parecerá bien o mal a distintos públicos, según sus objetivos, pero es pacífico, democrático y mucho antes víctima (ya lo está siendo, perseguido por los amigos de Peridis) que victimario.
Ante la oleada de reacciones contrarias a esta mala baba del dibujante, su jefe en el periódico, Antonio Caño, sacó un tuit defendiéndolo con una arrogancia tan extrema y necia que uno se pregunta si el hombre está en sus cabales y sabe de lo que habla. Decía Caño: Con todos los respetos, no voy a permitir que se denigre de forma tan ruin una ejemplar trayectoria profesional. No se sabe con qué medios materiales cuenta Caño para conseguir su objetivo, aparte de la manipulación y la censura, sus favoritos. No se sabe cómo impedirá que el propio Peridis destruya esa "trayectoria profesional" demostrando lo que es en el fondo. Por último, ¿acaso cree él que su propia trayectoria profesional al servicio del PP, la caverna y los intereses personales de Cebrián, le dan autoridad para defender a alguien?
Y si Caño, periodista del régimen, lanzaba sus bravatas en defensa de su obediente plumilla, el genio del socialismo que entretiene sus ocios en el Parlamento Europeo, Elena Valenciano, coincidía con el sucio espíritu de Peridis y se deshacía en elogios: Del maestro #Peridis. Inteligente, agudo y -sobre todo- humano. #Barcelona #LoqueNosUne y no
#LoqueNosSepara #Solidaridad #Unidad.
Que los dioses nos libren de estas lumbreras que ven inteligencia, agudeza y humanidad donde no hay más que estulticia, bastedad e inhumanidad.
¿Se entiende por qué el independentismo catalán es tan fuerte?
Y más que será.