Las primarias socialistas siguen reinando en el foro público porque, a pesar de su calamitosa situación, el PSOE mantiene la centralidad política. No tanto por su presente como por su presumido futuro como única opción viable frente a un partido del gobierno que no puede gobernar y otro de la oposición que no quiere hacerlo.
Esa centralidad es dinámica, reside en la incertidumbre del resultado de las primarias. Porque el partido como institución, su grupo parlamentario en especial, ha quedado literalmente fundido por el fuego cruzado de la moción de censura (MC) de Podemos y la petición de comparecencia urgente y dimisión de la candidatura de Sánchez. Frente a la MC, el PSOE de la gestora ha entrado en barrena, anunciando un "no" que lo convierte en apoyo activo del gobierno. A su vez, la petición de comparecencia y dimisión de Rajoy de la candidatura de Sánchez choca frontalmente con el hecho de que el grupo parlamentario del PSOE, aliado a C's, se haya opuesto a la comparecencia de Rajoy a dar explicaciones sobre el caso Lezo.
(Por cierto, pasado el puente se avecina otra traca de corrupción masiva con los parques eólicos en Castilla y León. Es evidente que este partido no está en condiciones de gobernar, sino de concentrarse en su estrategia procesal).
La ridícula situación en que la Gestora ha puesto al PSOE, obligándolo a actuar como aliado objetivo del gobierno al que se opone, se traslada a la candidatura de Díaz, que es la de la Gestora y la está destruyendo, como ha hecho con el grupo parlamentario. Con ello se barrunta que esa candidatura no tiene perspectivas tan halagüeñas como afirma.
Apenas hay sondeos, probablemente por falta de recursos. Y también por indeterminación de la muestra, pues solo votan los afiliados y el censo no es público, salvo que, según parece, se hagan trampas, como la que denuncia el reportaje de Irene Castro en eldiario.es. Así, lo que se va entreviendo de estas primarias a falta de sondeos se deduce de la observación de los datos directos, objetivos. Y, según estos, la estimación es que la candidatura de Díaz puede perder tranquilamente.
En los actos públicos de Díaz no suele llenarse el aforo, mientras que en los de Sánchez está a rebosar. Sin duda, no todos los asistentes serán votantes. Pero eso vale en ambos casos.
En el ciberespacio, en la redes, la presencia de Sánchez es muy superior a la de Díaz. El propio Sánchez tuitea y los tuits de sus partidarios son espontáneos, nada de bots, como parece darse en el campo de Díaz. El predominio en las redes es muy revelador de mayor rapidez de movimientos, comunicación, difusión y viralización.
Las glorias de jadis están significativamente calladas. El único que muestra un apoyo vehemente a la candidatura de Díaz es Zapatero. A los demás se los ha tragado la tierra. Probablemente se los tragó cuando participaron en la apoteosis del Ifema, de la que sigue sin saberse, entiendo, cuánto costó y quién lo pagó. Un círculo más abajo, los "barones" no parecen tenerlas todas consigo. Al final, la maniobra puede torcerse.
Y, desde luego, se torcerá no por el discurso de la candidata, que no tiene ninguno, sino por su escenificación. De esta va a necesitar mucha si, finalmente, Podemos plantea también una moción de censura en el parlamento andaluz.
Hay una sospecha general de que, para ganar, la candidatura de Díaz tiene que hacer trampas.