Invitado por la Assemblea Nacional de Catalunya y Omnium Cultural, mañana, viernes, 21, a las 20 horas estaré en Tarragona, en el Colegio de Abogados y Farmacéuticos, para una conferencia sobre el provocativo título de España sin Cataluña. La gran oportunidad. Lo llamo provocativo porque, obviamente, contradice el común sentir de la gente. Los españoles tienen la sospecha de que, si Cataluña se va, se va una parte importante de los ingresos del Estado, pues aquella aporta más de lo que recibe y los demás tendrán que apretarse el cinturón. No obstante, llevo un tiempo sosteniendo esta aparentemente contradictoria posición. La 1ª vez, con motivo de la presentación de Súmate en Madrid, que tuve el honor de hacer; la segunda con el de la presentación de Alfred Bosch en un desayuno del Ritz en Madrid, cuando acababa este de publicar un interesante libro, La independencia de Cataluña interesa a los españoles.
Es difícil admitir que ese interés sea material y si, por tanto, la propuesta se mantiene en este terreno, no es verosímil. Pero si la llevamos a otro, la cosa cambia. España lleva siglos gobernada por una oligarquía corrupta, meapilas, autoritaria, incompetente, ladrona y, en el fondo, antinacional. Y así sigue, como puede comprobarse con el actual gobierno de ladrones, el gobierno del hampa, de una banda de facinerosos dedicada a saquear el país. Los españoles han sido incapaces de quitársela de encima. Lo han intentado algunas veces. El actual Rey es heredero de Isabel II y Alfonso XIII, ambos exiliados. La monarquía borbónica (una dinastía de mangantes, analfabetos, disolutos y corruptos) se restauró tres veces. La tercera lo hizo un dictador genocida, Francisco Franco, si que ninguno de los reyes habidos desde entonces haya tenido el decoro o la dignidad de renunciar a esa sangrienta herencia y poner su trono en referéndum.
Desde la Transición ni la izquierda ni la derecha españolas han sentido que fuera necesario acabar con la oligarquía nacionalcatólica y mucho menos con esta monarquía de risa. Y así ha venido a resultar que la única oposición real a este dominio oligárquico tradicional se ha dado en Cataluña, se ha territorializado en Cataluña.
Cualquier español de izquierdas de buena fe aplaudirá el propósito catalán de independizarse y crear una república democrática. Ya que el conjunto de los españoles es incapaz de conseguirlo (y una porción nada desdeñable de votantes del PP está encantado con este gobierno de ladrones neofranquistas), por lo menos, que lo consigan los catalanes.
Sin duda, la independencia de Cataluña será un choque muy fuerte para la conciencia española. Pero es la única posibilidad de que este cuerpo yerto se reanime, cobre vida y se organice con un mínimo de dignidad y eficacia, sin vivir del robo, la corrupción, la humillación y el peloteo descarado a los poderosos, como hacen esos esbirros que la oligarquía tiene en los medios, al estilo de ese Marhuenda o las dos docenas de colegas suyos alimentados en los pesebres del Estado, del PP o de la Iglesia Católica, con la misión de mentir, abusar y engañar a la gente para que siga uncida al carro de esta tiranía de hampones.
Si no lo consigue a pesar de todo será porque España está definitivamente muerta, a manos de estos sinvergüenzas y ladrones de comunión diaria. En todo caso, lo más sensato que pueden hacer los catalanes es largarse.