El PP vota a favor de investigarse a sí mismo. O, mejor dicho, de que lo investiguen. Algo tan insólito que debe tener alguna explicación oculta. Simple, por lo demás. No podía parar la comisión de forma que no pierde nada votando a favor y, en cambio, gana al demostrar que cumple sus compromisos con C's. La contrapropuesta de investigar la financiación de todos los partidos no se ha tomado en consideración. Ni lo merecía.
Los diputados de la derecha no se ganan el jugoso sueldo que bien podría darles para pensar argumentos de más consistencia. Los de PNV lo han hecho votando también a favor, pero advirtiendo de que estas comisiones intrínsecamente políticas sobre asuntos que están en los tribunales pueden ser contraproducentes o, cuando menos, no servir para nada, salvo para alimentar la bronca parlamentaria. Desde luego, es mejor argumento, menos zafio que el de investigar a todos, pero tampoco satisfactorio. Lo político y lo judicial son dos ámbitos distintos y autónomos, y ambos públicos. Pueden coexistir y coexisten sin mayor problema. ¿Que en el curso de sus actuaciones un ámbito influya sobre otro? ¿Que lo manifestado en sede judicial tenga efecto también en sede parlamentaria y a la inversa? Sí, es obvio, pero ¿por qué ha de ser contraproducente o inútil? Los respectivos órganos toman sus decisiones en función de la información de que disponen y mientras dispongan de ella legalmente no ha de haber problema. El Parlamento no está solamente para acatar las decisiones de los tribunales (como ha sucedido con la expulsión de Homs), sino para consgeuir que no se produzcan. Pero ese es otro asunto.
Lo divertido del voto favorable no son estas abstrusas disquisiciones sino algo más sencillo, más gráfico y visual; es ver al PP votar a favor de que lo investiguen, cosa que aborrece. Y va a más, hasta lo grotesco: al formar parte de la comisión investigadora tendrá que investigarse a sí mismo, o doble aborrecimiento.
Hace seis u ocho años, en célebre comparecencia pública con la entonces cúpula del PP, que ha sufrido no pocas bajas, Rajoy aseguraba que la Gürtel no era una trama del PP, sino una trama en contra del PP. En función de este criterio, la colaboración de este partido (por lo demás, a su vez, procesado como tal partido) con la administración de justicia ha estado bajo mínimos, por decirlo suavemente y que no sea necesario recordar cómo, harto de que le dieran largas, el juez hubo de ordenar a la policía judicial que entrara en la sede del PP a hacerse con el material o las pruebas que se necesitaran y que aquel no entregaba.
Al votar a favor de la comisión, el PP tiene una oportunidad de oro para disipar maledicencias. Consiste en comparecer ante la comisión en la que está él mismo y cantar la gallina de la cruz a la fecha: la caja B de la que, al parecer, salía la financiación ilegal del partido y también los sobresueldos que los dirigentes llevaban años cobrando. Una caja B en la que confluían las supuestas mordidas por los más variados negocios, escuelas, edificaciones, parques y jardines, contratas, licencias, mítines, actos públicos, inauguraciones, todo.
Y de ahí puede seguirse que el presidente Rajoy sea llamado a comparecer bien en sede parlamentaria bien en la judicial o en ambas.
Si votaron a favor, sería con todas sus consecuencias.