dissabte, 30 d’abril del 2016

Palinuro entrevistado en una TV venezolana antichavista


El medio era hostil, pero me entrevistaba a mi solo y tenía garantías de que no habría censura, así que accedí hace unos días y el resultado no está del todo mal. Al final de la entrevista hay un par de intentos de hacerme hablar de Venezuela, pero no se consiguió porque conozco algo del país, pero no lo suficiente para pronunciarme sobre él. Y de lo que no sé, no hablo. Quedaba así también salvaguardada mi prevención respecto  a los medios reaccionarios: no soy partidario de participar en ellos. Si te llaman es para instrumentalizarte para sus fines. Y para eso ya tienen una legión de antiguos izquierdistas, muchas veces resentidos con sus antiguas organizaciones y dispuestos a ir a estos medios a largar contra aquellas, generalmente pago mediante. No es mi caso.

Esto de los medios está de gran actualidad, debido a los últimos acontecimientos. Los medios son empresas y se rigen por la lógica del beneficio privado. Esto tiene unas consecuencias evidentes. Luego están los medios públicos. Lo ideal sería que todos fueran ecuánimes, justos e imparciales. Pero eso es imposible en el caso de las empresas privadas que en muchos casos basan su negocio en su falta de imparcialidad y objetividad y están en su derecho. Decir la verdad solo es jurídicamente obligatorio para los testigos en los procesos judiciales. Los demás pueden mentir descaradamente y es lo que muchos hacen para enriquecerse. A su vez, los medios públicos debieran ser de gestión democrática pero lo frecuente es que no lo sean y, al contrario solo sirven de centros de agitprop de los partidos de la derecha.

Y ¿de qué manera se consigue democratizar los medios? En el caso de los públicos, obligando a decisiones de consenso para el nombramiento de cargos directivos. Se trata de un criterio poco firme porque los enemigos de la libertad de expresión harán como hizo el PP al comienzo de su legislatura, esto es, reformar la ley de RTVE para nombrar un comisario político de su estricta obediencia como director, comisario que cumplió su tarea de convertir la RTVE en una basura y que su audiencia cayera en picado.

En el caso de los medios privados, Podemos propone democratizarlos fraccionando sus capitales y forzando que estén divididos en varias manos. No está claro que esto sea viable o si nos pondremos de acuerdo en cómo se arbitra y cómo se ejecuta el proyecto. Asimismo conviene recordar que ya los primeros socialistas habían legislado en un sentido similar, esto es, limitando la propiedad de los medios y forzando la creación de alianzas que funcionaran como checks and balances, para la garantía del pluralismo, lo que es algo equivalente. Fraccionar los capitals es lo mismo que limitar el acceso a la propiedad (siempre con la intención de hacerlos más plurales) y presenta sus mismos inconvenientes: el capital dispone de mil medios para burlar las regulaciones, desde testaferros a sociedades ficticias.

Realmente, la única posibilidad de democratizar los medios, como pasa siempre, es la educación de las audiencias. Justo lo que nadie toca. ¿Por qué los medios de los países escandinavos son mejores, menos agresivos, estúpidos y detestables que los españoles? Pues, como sabemos todos, porque el nivel eduactivo y la capacidad crítica consiguiente de los lectores nórdicos son superiores a los de los españoles, lo que hace que el público nórdico no compre ni vea ñordas. Y, mientras eso no pase en España, no habrá gran cosa que hacer. Estas medidas que se proponen son puramente cosméticas. Nadie se atreve a propiciar el comienzo del cambio que sería, sí, eficaz, porque es una inversión y una medida a muy largo plazo y a los izquierdistas de salón les consume el mismo deseo que consume los demás políticos: el de obtener réditos rápido, en menos de cuatro años, para lucir un espíritu reformista que, en el fondo, no tienen. Porque, también en el fondo (y sin que se nos oiga mucho) ellos son tan público como el público para el que legislan, ven los mismos programas y leen la misma basura. No hay más que oírlos a todos, a absolutamente todos, hablando de fútbol.

Bueno, en realidad, el vídeo va de otra cosa.