Asís Tímermans (2015) ¿Podemos? Madrid: última línea. (194 págs).
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Según reza la portada, este libro va por la segunda edición. Podemos está de moda. Es negocio escribir sobre este novísimo. Y acertado hacerlo rápidamente porque, como están las cosas, quizá dure poco. Un ascenso tan vertiginoso e inesperado puede agotarse con la misma celeridad porque no se sostiene sobre bases firmes, sino sobre ilusiones muy vivas y sinceras, pero momentáneas. En otras palabras: la revelación de mayo de 2014 puede no llegar a la nueva temporada de septiembre de 2015. Se dirá que Podemos tendrá más votos que IU, UPyD, o Equo. Es posible, pero, al haber planeado una estrategia basada en la mayoría, no alcanzarla será perder. Y los sondeos empiezan a mostrar señales de inflexión en la curva. No es solamente que la intención directa de voto se haya estancado o que (sondeo de Metroscopia de hace unos días) la cantidad de quienes jamás votarían a Podemos sea ya superior a la de quienes sí lo harían, sino también que la aparición del fenómeno ha dado lugar, sin duda como fenómeno no querido, a una recuperación del PSOE.
Pero todo esto son vaticinios. Entre tanto, las librerías hierven de ensayos sobre Podemos, la mayoría, rendidos, a favor; algunos otros en contra, generalmente infumables. Pero también hay excepciones. El de Asís Tímermans está más documentado que la media, tiene mayor trabajo de investigación, más distancia crítica y, por tanto más interés. Tiene también el tono doctrinario típico neoliberal de estar dando lecciones de mercado libre continuamente. Pasa mucho con los seguidores de esta idea. Recuerdan a los saintsimonianos, que no podían abrocharse solos los mandilones y debían ayudarse unos a otros formando círculos y no de Podemos precisamente.
Estas narrativas neoliberales son siempre miríficas. El libre mercado es todo: panacea, elixir de la eterna juventud, néctar, ambrosía, crecepelo, bálsamo de Fierabrás y poción mágica de los druidas. Todos los bienes proceden de ella, único orden racional, humano, benéfico, equitativo, justo. Y todos los males son siempre, siempre, culpa de los demás. Si la derecha fracasa en sus políticas desreguladoras, la culpa es suya por no ser suficientemente desreguladora. Si lo hace la izquierda, se pasó de frenada en la regulación. Es un modo de razonar prepopperiano porque la cuestión no es si las hipótesis se falsan o se validan. La cuestión es que las hipótesis se convierten en conclusiones y no se pueden falsar, por lo cual la teoría prueba claramente no ser teoría sino ideología. Y funciona como tal.
Salvado ese primer escollo, sin embargo, el libro es de lectura interesante y provechosa. Está bien escrito, es ameno y, en ocasiones, tiene gracia. Su idea fundamental y reiterada a la hora de explicar el éxito de Podemos es que han rescatado y emplean conceptos necesarios, imprescindibles pero que los políticos al uso han abandonado o pervertido como "decencia", "Patria", "democracia", "libertad" y "derechos humanos" (pp. 23, 30, 88). Tímermans tiene buen olfato porque, aunque ahora es ya claro que las relaciones entre Podemos e IU son tormentosas, cuando él escribió el libro no daban esa impresión. Sus líderes habían militado en la federación y asesorado a sus grandes figuras (p. 38). No se veían como competidores y Pablo Iglesias llegó a afirmar que quienes verdaderamente le preocupaban eran los de UPyD (p. 48)
Y ¿de dónde sale esta fresca y potente corriente de renovación de la izquierda? Según Tímermans, Monedero y un grupo de profesores de Políticas parten de la idea de la Transición como traición, una derrota de la izquierda (p. 53) que ahora corresponde remediar acabando con el sistema que instauró, llamado el Régimen. Son un grupo de amigos: Ariel Jerez, Heriberto Cairo (p. 58), Cotarelo, Verstrynge (p. 61). Supongo que está en lo correcto pero, por lo que hace al caso de Cotarelo, autor de Palinuro, no puede ser más errado. Al margen de la amistad o no amistad, que es un libre sentimiento humano, Cotarelo no solo no sostiene la tesis de la Transición como traición (más bien la tiene como una componenda dictada por el miedo y la incompetencia de las partes y que ha entrado en crisis) sino que es señalado por algunos de los teóricos de la traición como el fabulador y embellecedor de esa teoría legitimatoria de la transición a los auténticos objetivos de izquierda. Y no solo eso sino que se encuentra tachado de franquista de acuerdo con la explicación de Tímermans acerca del fenómeno desde el punto de vista de los ideólogos de Podemos: la transición fue un proceso diseñado por el franquismo para perpetuarse (p. 107). No está mal el hallazgo: Palinuro/Cotarelo tachado de "franquista". Ya advertí que el libro de Tímermans tenía momentos divertidos.
Para Tímermans no hay duda de que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, está dentro de la más acrisolada tradición comunista, pero es un comunista avanzado, neotecnológico, mediático, habitante del siglo XXI y no del XIX como sus antecesores y en nada se nota más esa diferencia que en la seguridad de que quien no tenga clara la función esencial de la TV en nuestra sociedad para los fines revolucionarios no tiene nada que hacer (p. 76). Con ese concepto nació la Tuerka (p. 79). Únicamente el asalto a los medios, la colocación del discurso a través de los medios la izquierda "verdadera", haría realidad aquella llamada a conseguir un sorpasso que solo el infeliz gutenberguiano de Anguita había pretendido a través de IU sin levantar un palmo del suelo. Había que superar el vuelo de la gallina, entrar en los bastiones de articulación ideológica de derecha, en programas como, el Gato al agua o el cascabel al gato o Intereconomía (p. 86). Para ganar.
Ganar es la gran misión histórica de esta renovación de la izquierda que, a su vez, se ve como la solución de la crisis actual del capitalismo. Ganar, ¿qué? Javier Iglesias, padre de Pablo, fue de la FUDE, relata Tímermans (p. 100) y sostiene que en Iglesias "confluye la frialdad del experto en comunicación con la emotividad del que está librando una batalla. Estrictamente hablando, una guerra: la que perdieron sus padres y sus abuelos. La que él está dispuesto a ganar" (p. 105) Sus abuelos es posible pero, si el padre era de la FUDE, organización, por cierto, a la que perteneció el franquista Cotarelo desde sus orígenes, no perdió guerra alguna porque ambos nacimos después de ella y sospecho que Javier bastante después que yo, para fortuna suya. La idea esencial, matriz, inspiradora es ganar y la bestia que tira de su carro, el pragmatismo (p. 123) que a Tímermans escandaliza sobremanera pero no tanto a este crítico que, quizá erróneamente, suele avecinar el pragmatismo no con la madurez o el cinismo de la vejez sino, contrariamente a un parecer extendido, con un impulso juvenil recocido con los años.
Tímermans presta atención a los desencuentros internos en Podemos entre el mainstream y las gentes procedentes de la antigua Liga Comunista Revolucionaria (p. 108). Esta aparece reconvertida hoy en la Izquierda Anticapitalista que Jaime Pastor, Miguel Urbán y otros (p. 160) han importado en España procedente de Francia. Les sirve para reproducir las consigna litúrgicas de estos sacerdotes de la pureza bolchevique al grito de "¡todo el poder a los círculos!" (p. 160). Son ecos de los sucesores de los soviets, lo cual es muy posible que acabe provocando cierto conflicto en el interior de la organización.
El asalto al paraíso vendrá con un partido hegemónico (p. 170), capaz de aplicar un programa que Tímermans considera en todo similar a la estrategia del judoka (p. 119/120), consistente en dar a la gente básicamente lo que pide: Estado del bienestar (p. 123); reparto trabajo (129); banca pública, el Estado empresario, derecho a la vivienda contra propiedad privada (p. 139); fiscalidad de los ricos (p. 141); renta para todos (p. 143); expropiaciones (p. 145); libertad de información (p. 149); control de la educación (p. 151); y derecho a decidir (p. 153). No es preciso que el autor se esfuerce mucho en demostrar el carácter quimérico, la imposibilidad de estas medidas. Le basta, a su juicio, con hacer una pregunta que considera definitiva: ¿con qué dinero va a hacerse todo eso? Imposible olvidar que Tímermans procede de una escuela de pensamiento económico que venera como dogma irrefutable el principio de TINSTAFL o There Is Not Such A Thing As A Free Lunch.
Ahí reside la verdadera discrepancia, al menos con Palinuro. Todo depende de lo que se considere "gratis". Los ricos Epulones que en el mundo han sido y son han almorzado siempre gratis a costa del trabajo de los demás. No sé si esto convierte a Palinuro en simpatizante de Podemos, pero sí muestra que no comulga con ruedas de molino. No comulga con nada.
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Ganar es la gran misión histórica de esta renovación de la izquierda que, a su vez, se ve como la solución de la crisis actual del capitalismo. Ganar, ¿qué? Javier Iglesias, padre de Pablo, fue de la FUDE, relata Tímermans (p. 100) y sostiene que en Iglesias "confluye la frialdad del experto en comunicación con la emotividad del que está librando una batalla. Estrictamente hablando, una guerra: la que perdieron sus padres y sus abuelos. La que él está dispuesto a ganar" (p. 105) Sus abuelos es posible pero, si el padre era de la FUDE, organización, por cierto, a la que perteneció el franquista Cotarelo desde sus orígenes, no perdió guerra alguna porque ambos nacimos después de ella y sospecho que Javier bastante después que yo, para fortuna suya. La idea esencial, matriz, inspiradora es ganar y la bestia que tira de su carro, el pragmatismo (p. 123) que a Tímermans escandaliza sobremanera pero no tanto a este crítico que, quizá erróneamente, suele avecinar el pragmatismo no con la madurez o el cinismo de la vejez sino, contrariamente a un parecer extendido, con un impulso juvenil recocido con los años.
Tímermans presta atención a los desencuentros internos en Podemos entre el mainstream y las gentes procedentes de la antigua Liga Comunista Revolucionaria (p. 108). Esta aparece reconvertida hoy en la Izquierda Anticapitalista que Jaime Pastor, Miguel Urbán y otros (p. 160) han importado en España procedente de Francia. Les sirve para reproducir las consigna litúrgicas de estos sacerdotes de la pureza bolchevique al grito de "¡todo el poder a los círculos!" (p. 160). Son ecos de los sucesores de los soviets, lo cual es muy posible que acabe provocando cierto conflicto en el interior de la organización.
El asalto al paraíso vendrá con un partido hegemónico (p. 170), capaz de aplicar un programa que Tímermans considera en todo similar a la estrategia del judoka (p. 119/120), consistente en dar a la gente básicamente lo que pide: Estado del bienestar (p. 123); reparto trabajo (129); banca pública, el Estado empresario, derecho a la vivienda contra propiedad privada (p. 139); fiscalidad de los ricos (p. 141); renta para todos (p. 143); expropiaciones (p. 145); libertad de información (p. 149); control de la educación (p. 151); y derecho a decidir (p. 153). No es preciso que el autor se esfuerce mucho en demostrar el carácter quimérico, la imposibilidad de estas medidas. Le basta, a su juicio, con hacer una pregunta que considera definitiva: ¿con qué dinero va a hacerse todo eso? Imposible olvidar que Tímermans procede de una escuela de pensamiento económico que venera como dogma irrefutable el principio de TINSTAFL o There Is Not Such A Thing As A Free Lunch.
Ahí reside la verdadera discrepancia, al menos con Palinuro. Todo depende de lo que se considere "gratis". Los ricos Epulones que en el mundo han sido y son han almorzado siempre gratis a costa del trabajo de los demás. No sé si esto convierte a Palinuro en simpatizante de Podemos, pero sí muestra que no comulga con ruedas de molino. No comulga con nada.
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