Antaño, los ciegos cantaban los números del cupón llamándolos por nombres de cosas, animales, conceptos. El 22 era los dos patitos o las dos monjas arrodilladas. En algunos lugares del Tarot lo llaman el loco, para la Cábala parece ser el símbolo de la suprema sabiduría. En fin, no sé.
ABC y La Razón no consideran digna de atención en portada las noticias de los 22 millones. Si lo hacen en el interior no lo sé pues no pienso adentrarme en sus procelosas páginas. En cuanto a El Mundo, ni la portada conozco. Pero no me extrañaría nada que hubiera descubierto cómo los 22 de millones, en realidad, son de Pujol y el ático, un picadero de Mas.
¡Sapristi! ¡22 millones! Aproximadamente el monto total de subvenciones del Estado al PP y al PSOE en el primer semestre de 2012. Mira tú, a lo mejor era un fondo de reserva, salvado de la quema del fondo de reserva de las pensiones. El PP ha decidido no comentar la cuestión probablemente porque juzga que es asunto personal, íntimo, del señor Bárcenas quien, además, ya no milita en el PP, no es nadie. ¿Quién es el señor Qué? El señor Qué parece haber estado acumulando un capitalito desde 2001, cuando su sosias ejercía de tesorero y gerente del PP. Un talento, vaya.
En fin no sé si exagero de modo melancólico pero me parece muy difícil tomarse en serio un país así. Marca o no marca.
¡Ah, pero hay que atender al macizo de la Raza! ¿Qué me dicen de ese ático evanescente, que aparece y desaparece entre las brumas del Océano, como una Thule lejana? Sin embargo, lo tienen medido (esta policía, qué plasta es), inventariado, conocen su contenido, su constancia en los registros en que está, en los que no está, en los que estuvo pero ya no está y en los que estará cuando deje de estar en los que está. Hacer aparecer y desaparecer una mole de 500 metros cuadrados pide arte. Y ha costado un pellizco, pues la burbuja, ya se sabe. El 80% lo ha abonado, según parece, la esposa, en régimen de gananciales, pero dice no saber nada de cosas de dinero pues estas las lleva su marido. Un toque humano. Una familia como Dios manda, en donde las riendas las lleva el esposo, Ignacio I, el "privatizador", a quien unos agentes acusan en sede judicial, como gusta decir Gallardón, de dedicarse a espiar al personal con cargo al contribuyente. Peregrina ocupación bautizada con gracejo berlanguiano como gestapillo. De eso no debía de saber nada la jefa de González, Aguirre. Sin embargo, decidió causar baja de modo abrupto e inexplicado hace unos meses y poner tierra por medio. ¿Cuánta? Toda. Ha fichado por una empresa catalana cuyo jefe, según se dice, es partidario de la independencia de Cataluña, sin duda en la secreta esperanza de que la alcance y que, en el peor de los casos, España haya de pedir su extradición.
El siglo está podrido. Pero, no se desespere, avanza la reevangelización de España. Esa noble, cristiana, batallona diócesis de Alcalá de Henares, con el inefable obispo Reig Pla a la cabeza, abre un curso de sexualidad como Dios manda (sic). Cómo este curso se anuncia en la web oficial de la Universidad de Alcalá, cuando se imparte en el obispado, es un misterio para mí. Pero, ya se sabe, la Iglesia está hecha de misterios para probar nuestra fe. Y fe es precisa a chorros para ir a escuchar a los curas hablando de sexualidad, de la cual no tienen ni repajolera idea y, cuando la tienen, es porque han pecado y la su idea es aun más retorcida e inhumana. Aunque, visto el programa, tampoco parece que los muchachones vayan a aprender gran cosa: 45 minutos de charla con preguntas y 45 minutos de rezos una vez al mes. Da una idea del alcance de la sexualidad mandada por Dios.
¿A que ahora es más fácil tomarse en serio el país? No todo han de ser millones, hombre, también cuenta el alma.