¡Ah, la Hispanidad! En este año de gracia de 2012, España ha celebrado sus mayores efémerides, la que le da el ser como nación, el 12 de octubre de 1492, y la que dota de conciencia a ese ser el 19 de marzo de 1812, la Pepa. La primera fiesta ha ido desmejorando con el tiempo. Fue en su momento Día de la Raza, nada menos (aún lo es en alguna nación hermana, tengo entendido), pasó luego a Día de la Hispanidad y ha terminado siendo Día de la Fiesta Nacional de España. El segundo centenario de La Pepa ha encendido mucho los ánimos patrióticos, excepto en las sempiternas zonas irredentas de Vasconia y Cataluña. Aprovechando el fervor nacional español y contra mucho pronóstico en contra, este finde se celebra la XXII Cumbre de la Comunidad Hispanoamericana de Naciones, ese enteco remedo de la Commonwealth británica.Y se celebra en Cádiz. Naturalmente. La cuna de la conciencia nacional española. En un clima de sobresaltos y múltiples desencuentros. Faltan la Argentina, Venezuela, Paraguay, Uruguay por lo menos. Y a los que vienen, prácticamente ha habido que traerlos por la solapa. El Rey comprometió a la brasileña y al chileno; los príncipes anduvieron por Panamá y el Ecuador y hasta la Reina tuvo el tronío de presentarse en Bolivia, of all the places in the world. El País da cumplida y ditirámbica cuenta de ello, El Rey se ha movilizado para intentar garantizar el éxito del cónclave.
Esta Comunidad es un languideciente intento de España de alzarse con un liderazgo hispánico que no puede sustentar en nada sólido. Y tiene un anecdotario a tono con su condición, siendo el momento más célebre el ¿Por qué no te callas? del Borbón al compañero Hugo Chávez. Entre otras melancólicas decisiones que esta XXII Cumbre ha de tomar está la de dotarse de carácter bienal, como el festival de Cannes, pero muchos menos focos. Esa decisión es el RIP del invento.
Así que, en evitación de este siniestro vaticinio, un Foro de la Comunicación se ha reunido en Jerez de la Frontera ("allí donde te llamas Domeq o eres caballo o no eres nada") para recuperar el nervio español, enarbolar la bandera de la Hispanidad, de la Raza; perdón, de la Lengua. Para decir a los compas de Cádiz lo que hay que hacer. Estaban, entre otros, el presidente de EFE, Vera, el de RTVE, López-Echenique (la misma RTVE anima a incrustrar el vídeo en las webs), el de Prisa, Cebrián y el ministro de Exteriores, García-Margallo un verdadero, potente lobby en favor ¿de qué?
¿De la lengua y la cultura españolas? No. De la empresa. El tal foro de la comunicación es un invento empresarial, al menos este. Y su finalidad es hacer negocios o, como dicen los negociantes, estudiar las oportunidades. Lo que sucede es que la materia prima con la que estos prohombres quieren hacer negocios es... la lengua común.
Llegados aquí, se les enciende el estro patriótico y empiezan a desbarrar. Sobre todo García Margallo, tan aficionado a las teóricas. Hay que ver qué cantidad de disparates puede decir alguien. Según el ministro, el español es la segunda lengua del mundo. No sé qué ni cómo cuenta este hombre pero el chino, el árabe y el inglés van muy, muy por delante. Salvo que quiera decir que es la segunda por sus valores intrínsecos, en cuyo caso no veo por qué no nos pedimos primer. Dice asimismo el ministro que los estudiantes de español son el doble de los de las demás lenguas. Asombroso para dicho por alguien de un país que aspira a tener la enseñanza bilingüe, inglés/español. Asombroso.
Pero el que mejor ha estado ha sido Cebrián. Por no quedarse detrás de Margallo y dar un toque empírico, cuantitativo, indubitable a sus propósitos, habla de 650 millones de hispanohablantes que no sé de dónde le salen. Según los últimos censos, la población de la América hispana y España es de casi 424 millones. Aunque sumemos los guineanos, los saharauis, y los hispanos de los EEUU no llegamos a 460. Supongo que Cebrián no contará a los filipinos, que saben tanto español como yo tagalo.
Pero lo bueno de la intervención de Cebrián ha estado en otros puntos, en una especie de furor declarativo que padece, como si estuviera indignado consigo mismo, su profesión, su vida que lo lleva a vaticinar una y otra vez el hundimiento de la casa Usher de la prensa de papel, cada vez en tonos más mesiánicos, apocalíticos, ridículos. La prensa de papel se hunde como si fuera de plomo y con ella, cómo no, el periódico que estaba y está bajo su responsabilidad. Cada vez que habla Cebrián, el del millón de euros al mes, es como si doblaran las campanas para aquellos periodistas que se han salvado del último ERE. En mi opinión, este hombre ha perdido el oremus, víctima de su codicia.
En fin, todos han coincidido en lamentar la desidia hispánica a la hora de aprovechar esa mina, esa fuente de riqueza que es la lengua común. Han utilizado el verbo aprovechar. ¿Ven lo que se decía al principio? Estas buenas gentes no tienen una sola idea acerca de la lengua y la cultura españolas/hispánicas que no sea estrictamente mercantil. Pero quieren servir de inspiración y acicate a los asistentes a la XXII Cumbre. Y por eso proponen crear un instituto nuevo, dotarlo de una presidencia y dársela a algún figurón. Una idea tan original como factible. Un Supercervantes. Un ente cuyo primer problema, seguro, sería el nombre.
Y Cebrián ha ido más allá y, a propósito de no sé qué, ha dejado dicho que, en materia de comunicación, "este Gobierno ha sido más neutral y hay que reconocerlo. Es una nueva posición absolutamente democrática",. Obvio. Quiere decir que no apoya a la competencia porque el ABC, La Razón y El Mundo no son su competencia. Pero ¿puede alguien honradamente llamar "neutral" a un gobierno que ha entrado a saco en los medios audivisuales, ha cambiado la Ley de RTVE para imponer a su hombre en la presidencia, ha purgado todas las redacciones de desafectos, supuestos desafectos y tibios y ha dejado la TVE1 a la altura de Telemadrid?
Ahora se entiende aquel famoso artículo de Cebrián del 18 de julio de 2011, tratando altivamente de botarate a Zapatero y exigiéndole adelantar las elecciones, cosa que el otro hizo ovinamente, en el mayor de los muchos errores que cometió en su segundo mandato. Las elecciones anticipadas eran el objetivo esencial del PP y, con su artículo, Cebrián venía a demostrar su opción por él. Supongo que es algo que se da de modo natural cuando uno se asigna un pellizco de un millón de euros al mes en una empresa a la que ha conducido prácticamente a la ruina.