dilluns, 3 de setembre del 2012

La Universidad despierta

El 99 por ciento de los políticos con mando o en la oposición son titulados universitarios. ¿Por qué esa inquina contra nuestra alma máter? Alguien dirá que no hay tal, sino que se aplica al ámbito universitario el mismo rasero de recortes que al resto del gasto públicos.
Mentira.
El gasto público destinado a la iglesia no se ha recortado un solo céntimo de euro. Si al gobierno le parece bien seguir financiando una secta supersticiosa, que viene del más negro pasado, y recortando el centro de producción científica del país, única esperanza de futuro, tendrá que admitir que este se defienda.
El gasto público militar -casi todo él perfectamente prescindible- sigue siendo demasiado alto. Solamente con dejar de comprar dos cazas a los gringos -que, de todas formas, no volarán por falta de combustible- se pueden devolver los 175 millones de euros que la derecha pretende birlar a las Universidades públicas.
La enseñanza privada no debe estar subvencionada. Si los ricos y los meapilas quieren llevar a su hijos a que los curas los domen, háganlo en buena hora, pero con su dinero; no con el de todos.
A la vista de lo que suelta por su boca Mariano Rajoy, los seiscientos y pico asesores sobran. También sobran todos los cargos "de confianza" ("confianza", tratándose de políticos de la derecha; ja) que no son otra cosa que parientes, nepotes, allegados y todo tipo de enchufetas. Solo con lo que se ahorra en esos capítulos se pueden dejar en paz las universidades.
¿Por qué no se hace?
Sencillamente porque, aun siendo universitarios, los políticos reaccionarios odian la universidad, especialmente,la universidad pública porque en ella se fomenta el espíritu crítico, que es lo que más aborrecen. Prefieren las universidades privadas, sobre todo de jesuitas, de curas, de sectas católicas, de donde la gente salga bien aborregada para pasarla luego por la televisión y que los voten. 
Así que olé por los estudiantes, profes y PAS que ayer dijeron a las autoridades lo que los universitarios pensamos de ellas, de su permanente injerencia en nuestros asuntos, de su insolencia y prepotencia. Esperanza Aguirre, siempre tan astuta, igual que la beata de Lucía Fígar -ambas enemigas juradas de la libertad de pensamiento- no se dejaron ver y la bronca se la cargó el director general de Universidades, Jon Juaristi, el  converso de la derecha. Está en su sueldo, que será alto, seguro.
Algunos rectores, entre ellos el de la Complutense, José Carrillo, deploraron los hechos y aseguraron que así no se consigue nada. Espero que fueran declaraciones de circunstancias para no parecer que respaldaban las protestas y no ser presa de la brutalidad mediática de la derecha. Pero si alguno lo dijo pensándolo de verdad, que reflexione un poco. Frente a la arbitrariedad y la imposición de un poder que no conoce límites, esta es la única forma de protesta que tiene éxito porque da a entender a la carcunda gobernante que, aunque no los reconozcan, esos límites al despotismo existen y están representados por una comunidad universitaria que no se dejará amedrentar y menos expoliar en provecho de los curas, los ricos y los puros delincuentes.