¿Se imagina alguien que Luis Roldán, el sinvergüenza que se apropió de ingentes cantidades de dineros públicos, incluidos los fondos de los huérfanos de la Guardia Civil, fundara un partido político para, digamos, mejorar la salud moral de España?
Quince segundos de silencio para que cale la idea.
Absurdo, ¿verdad? ¿Quién iba a votarlo? La gente no es tonta. ¿O sí?
La Gaceta de hoy, ese pasquín dedicado a envenenar la convivencia entre españoles, trae una entrevista en la que Mario Conde, condenado a veinte años por estafa y apropiación indebida, anuncia su nuevo partido, que presentará en unos días, Sociedad Civil y Democracia con la finalidad de regenerar España, para lo cual este antiguo delincuente proponer iniciar nada menos que un proceso constituyente.
Otros quince segundos de silencio para asimilar la noticia.
¡Eso no es posible! Brama un parroquiano en la barra de un bar. ¿Cómo va este ladrón a decidir qué se hace en España?
Tranquilo, hombre tranquilo. Otros delincuentes han hecho sus pinitos en política y no les ha ido del todo mal. Jesús Gil montó un grupo político liberal, la ideología de Esperanza Aguirre para esquilmar la Costa del Sol. Y José María Ruiz Mateos se hizo europarlamentario a fin ser aforado y rehuir la acción de la justicia.
¿Cuál parece ser la condicion para que los delincuentes, estafadores, ladrones y asaltacaminos consigan lo que se proponen en política? Que los partidos que dirijan sean bien de derechas.
Nuevos quince segundos para ver si la izquierda y la derecha son lo mismo.
Compárese la actitud de Ruiz Mateos, aforándose para escapar a la acción de la justicia con la de Juan Manuel Sánchez Gordillo desaforándose para denunciar cómo la justicia del capital es pura injusticia.
Es la derecha para quien, al ser el poder algo que considera propio por ley natural y divina, no hay obstáculo alguno en saltarse la ley, la moral, el decoro y lo que haga falta con tal de salirse con la suya.
Mutatis mutandi es lo que pasa con Andrés Ollero que, a pesar de ser un feroz militante antiabortista y haber sido diputado del partido que recurrió la ley del aborto al Constitucional, no ve razón para inhibirse a la hora de entender como magistrado de lo que defendió con uñas y dientes como político. Ollero no es un delincuente, no ha sido condenado por los tribunales. Solo es un sectario, un miembro de una secta, el Opus Dei que, como todas las sectas, no deja margen de acción a la autonomía moral del individuo. Así que cuando Ollero dice "no ver" razones para inhibirse, ni siquiera ve que esta excusa no pedida ya habla sobre la inmoralidad y posible ilegalidad de su decisión.
Será neceario recusarlo porque él carece de la integridad moral de inhibirse por manifiesta parcialidad.
Será neceario recusarlo porque él carece de la integridad moral de inhibirse por manifiesta parcialidad.
Efectivamente, es la derecha que cree que todo el monte es orégano.
(La imagen es una foto de daniel.stark, bajo licencia Creative Commons).