Y que me perdonen los ugandeses. Me repatean estas expresiones de racistas aparentemente ilustrados. Como las de los que utilizan el adjetivo tercermundista. Suele tratarse de arrogantes ignaros que parten del principio de que ser ugandés, español o danés es cosa que dependa de uno y no una necesidad independiente de la voluntad. Es decir son racistas. Pero me viene bien la expresión de este racista de campanario para hacerme entender. Quiere decir el registrador de la propiedad metido a gobernante que España es un país serio, responsable, complejo, avanzado, moderno, etc, etc. No como Uganda que, en opinión de Rajoy, no es nada de esto. Pero no le pregunten más porque estoy seguro de que es incapaz de señalarlo en el mapa del África y eso suponiendo que alguien le haya dicho que está en el África.
Pues bien, tomando sus concepciones racistas al pie de la letra (e, insisto, sin compartirlas en absoluto; al contrario, rechazándolas), resulta que, como siempre que abre la boca, Rajoy falta a la verdad, bien porque mienta bien porque no sepa lo que dice.
El hombre presumía de liderazgo frente al endeble Zapatero y pasa la mayor parte del tiempo escondido, oculto, parapetándose tras sus ministros y ministras.
Presumía de decir siempre la verdad y llamar al pan, pan y al vino, vino, pero todo lo que ha dicho hasta la fecha es mentira o error involuntario. Generalmente mentira grosera, descarada.
Presumía de determinación y de no ceder como Zapatero y ha tenido que tragar todas las imposiciones que le han hecho y arrastrarse por los foros internacionales suplicando un trato favorable que nadie le ha dado.
Presumía de tener la fórmula para salir de la crisis y seis meses después se descubre que no tiene ni idea de en dónde se anda ni de las condiciones en que está su país.
Presumía de no improvisar como Zapatero y cada resolución que toma es una ocurrencia del último minuto, por si consigue engañar a los socios europeos.
Es decir, España puede no ser Uganda pero Rajoy sí es un ugandés dentro de la mentalidad racista del propio Rajoy. Y un ugandés vociferante, presuntuoso, soberbio y necio. El esperpento protagonizado por este incapaz el fin de semana ha sido algo indescriptible. Sabiendo que, aun a pesar de haber dicho que no era preciso rescate alguno, tendría que implorarlo, acabó poniéndolo el sábado, a ver si conseguía engañar a la gente, distraída con el fútbol del domingo. Envió, como siempre a un segundón, Guindos, a dar la cara por él y a explicar lo inexplicable, mientras él trataba de escurrir el bulto.
Pero no pudo. La opinión pública, irritada, indignada, enfurecida, fozó su comparecencia el domingo, antes de viajar a Danzig. En ella se presentó con una historia alucinante que no creía ni él, según la cual el rescate no era un rescate sino poco menos que un glorioso "pelotazo" de España que se había obtenido gracias a que él se había impuesto a los otros países, Alemania, Holanda, Finlandia, etc, con los que no había hablado porque, entre otras cosas, en Europa nadie lo escucha ya y las decisiones se toman al margen de su parecer. Concluyó su sarta de embustes y dislates sosteniendo que, pues el tema estaba resuelto, se iba a ver a la roja en lo que Palinuro considera que es una falta de respeto a los españoles propia de un gañán.
Todos los medios extranjeros estaban ayer pasmados de la inverecundia del presidente español que, pretendía convencer al mundo entero de que sus mentiras, sus fantasías de indocumentado, eran la verdad misma y que los equivocados eran los demás. Así que la conclusión fue la esperable: estos españoles arrogantes, orgullosos, ignorantes, pretenden que el mundo no es como es, sino como ellos ordenan que sea. La realidad se encargó acto seguido de poner al embustero compulsivo de La Moncloa en su sitio. Tras un comienzo relajado, alcista, de la bolsa y un descenso de la prima de riesgo a comienzo del día, lo suficiente para que los turiferarios de Rajoy, los marhuendas de guardia, entonaran trémolos de victoria, la tendencia se invirtió, la bolsa cerró en pérdidas y la prima se puso en 521 puntos y los pelotas y agentes de agitprop enmudecieron, aunque seguramente La Rzaón dirá mañana que una prima de riesgo de 521 puntos es un síntoma de salud envidiable.
Es decir, el tema no estaba resuelto, como sabía todo el mundo, incluido el propio Rajoy que, como buen ugandés de su imaginación, trataba de sustituir el mundo real por el de sus embustes.
¿Por qué no dimite si ya ha demostrado que, además de ser mucho peor que Zapatero, es un embustero con mala intención capaz de hundir España él solo?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).