(Del informe confidencial del embajador del Reino Elfenbein a su ministro de Exteriores. Traducción directa del Suahili. Fuente: WikiLinks).
¡Vaya lío tienen montado estos españoles, ministro! No sé por dónde empezar. Nuestra última guerra tribal fue nada comparada con el guirigay de este país. Y no es por cosas prácticas o tangibles como el agua, los pastos o los derechos de paso sino por cuestiones grandiosas de principios imperecederos. Se arrojan los principios recíprocamente a la cabeza como si fueran obuses.
El presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) o sea, el pináculo de la justicia, se iba de alegres vacaciones de trabajo a lugares paradisíacos de la costa mediterránea a cuenta del contribuyente. Denunciado por un colega, sobreseído por otro, el asunto ha caído en mitad del CGPD como una piedra en un charco y ese órgano se ha dividido en dos partes: la minoritaria (cinco vocales) pide la dimisión de Dívar; la mayoritaria (siete vocales) la del denunciante, Gómez Benítez. En términos dialécticos estamos en la negación de la negación. Benítez niega a Dívar y el CGPJ niega a Benítez. De aquí tiene que salir la Aufhebung hegeliana. Pero como esta es tan multiforme, a saber cómo será. El propio Dívar ya ha dicho que él no dimite y que tampoco va a dar explicaciones. Pero esta es una posición insostenible en un sistema democrático que es uno de opinión. Y la opinión ve fatal lo de las semanas caribeñas de Dívar, juicio muy negativo que se extiende a los órganos presididos por él. Encima uno de ellos, el Consejo, da posteriores motivos para que la opinión sea más hostil a un modo de entender la administración de justicia tan opaco como altanero y ajeno a toda sensibilidad ciudadana.
El principio nacional ruge como la marabunta, ministro. La final de la Copa de fútbol enfrenta a un equipo vasco con otro catalán y se juega en un campo en la capital. La gobernante de Madrid, una especie de zulú blanca ya se ha pintado de guerra y convertido el asunto en uno de confrontación nacional pues las aficiones vasca y catalana vienen dispuestas (según se teme la dama) a pitorrearse de los símbolos, emblemas sacrosantos de la Patria española y a reírse del Rey. Ultraje a la Nación, a la bandera, al Rey lo llaman. Es sorprendente cómo Aguirre, quien predica siempre doctrinas neoliberales, indiferentes, escépticas, centradas en el beneficio, se enciende de ardor guerrero con los asuntos simbólicos. No me extrañaría nada que ese partido terminara como el rosario de la aurora, una expresión muy usada por aquí pero sin sentido en nuestro país, en donde no rezamos rosarios.
El ministro de Educación lleva una carrera meteórica al abismo. Es el peor valorado por la ciudadanía, pues aquí tienen esa curiosa costumbre de preguntar a la gente qué piensa. No es como entre nosotros, en donde no hace falta preguntar porque todos, gracias a su Majestad, pensamos lo mismo. Aquí no; aquí cada cual piensa lo que quiere y ha llegado el ministro y, claro, ha querido poner orden de forma que todo el mundo piense lo mismo; en concreto, lo que a él le parece en consulta con los magos del lugar a los que llaman curas. Los manuales de educación cívica en las escuelas reflejarán la visión del mundo del ministro, claramente tridentina. Los principios arrasan. Con este proceder ha conseguido ponerse enfrente de todos los estamentos docentes y discentes y ha coronado su exitosa gestión cosechando un plante de todos los rectores del Estado, 75, nada menos, en protesta por sus maneras. Se ha ido a consolar a las Comunidades Autónomas (que son unas especies de virreinatos como los nuestros pero más pequeños) y estas se le han sublevado; en concreto las que no son de su partido que impartirán las enseñanzas que el ministro ha prohibido, de forma que los españoles de mañana tendrán un motivo más para pegarse ellos.
Los españoles tuvieron una dictadura antes de su gobierno actual pero la Real Academia de la Historia, un consejo de magos en el que estos sostienen que la realidad fue lo que ellos digan que fue, no lo que fue, dictamina que el dictador no era un dictador. El presidente de este curioso órgano de naturaleza patafísica, Gonzalo Anes, no considera que deba dimitir a pesar de que el conflicto que gestiona así lo exige. La Academia negó que Franco fuera un dictador. El Parlamento obligó a la Academia a rectificar. Se hicieron todas las ceremonias pertinentes y la Academia reconoció que tendría que revisar su juicio. Ahora dice que no lo hace. ¿No debiera ser la Academia intervenida y obligada a cumplir sus compromisos? Nuestros ancianos, hombres venerables y sabios, hubieran actuado así y no como estos españoles que se pasan el día hablando de principios y no tienen ni uno.
O los tienen todos, al modo de Groucho Marx personaje que personalmente asocio con el presidente del gobierno del país. Te parecerá exagerado pero estarás de acuerdo en que alguien capaz de decir haré lo que tenga que hacer aunque haya dicho que no lo haría deja a Groucho convertido en un metodista. Rajoy salió de peregrinación (procede de una parte del país muy dada a peregrinar) en busca de ayuda material sólida para su sistema financiero, sus bancos, que están en la ruina y ha vuelto con las manos vacías porque en Europa no lo tienen en gran consideración. No habla ninguno de sus dialectos y, cuando, por fin, se hace traducir nadie cree en lo que dice porque se desdice y vuelve a desdecirse. Les han mandado unos procónsules de Europa a fiscalizar qué están haciendo con los dineros y será al informe de estos a lo que se refieran y no a las declaraciones de Rajoy.
Al gran jefe le esperan en su desalentado regreso otros dos líos monumentales en los que se han metido sus segundos. El asunto de Bankia apesta. La Caja fue gestión casi en solitario del PP en los últimos años. Ahora, con Rato al frente, la entidad necesita 20.000 millones de euros. La cuestión es ¿en dónde está esa pastuqui? ¿Quién se la ha quedado? Y ¿qué se hace con bankia rescatada? Para cuando trate de tener una opinión se le habrá echado encima el conflicto de Gibraltar, cada vez más enconado y que amenaza con degenerar en un enfrentamiento entre dos Estados miembros de la UE, algo que esta no puede permitir y que además, pondría duramente a prueba una de las últimas teorías de la Ciencia Política, la teoría de la paz democrática.
En resumen, querido ministro, sus gobernantes dicen que España es "un país serio que hace los deberes" pues tienen mentalidad de maestrillos de los tiempos de la colonia, ¿te acuerdas? Cuando nos enseñaban dándonos de reglazos. Pero en realidad no es tal cosa, sino un patio de pillastres mal avenidos.
En resumen, querido ministro, sus gobernantes dicen que España es "un país serio que hace los deberes" pues tienen mentalidad de maestrillos de los tiempos de la colonia, ¿te acuerdas? Cuando nos enseñaban dándonos de reglazos. Pero en realidad no es tal cosa, sino un patio de pillastres mal avenidos.
(La imagen es una foto de andrés.moreno, bajo licencia de Creative Commons). Es una imagen magnífica. Conmemora la primera fotografía que se hizo en España, en la Barceloneta, en 1839 y lo conmemora en catalá. Es España escribiendo en catalá. Tengo la impresión de que hoy ese letrero no hablaría de la fotografía espanyola sino de la fotografía catalana. La variante refleja a mi juicio lo que se ha deteriorado la relación entre los pueblos de España.