La Conferencia Política del PSOE concluyó como estaba previsto, con la aprobación por asentimiento del nuevo programa electoral y la apoteosis del candidato Rubalcaba. Una buena escenificación que he tenido gran efecto mediático porque, en contra de lo que la prudencia y la astucia ordenaban, el PP no había contraprogramado nada, ignoro si por desidia o por un exceso de confianza en sus sonrosadas expectativas. El PSOE monopolizó el espacio público proyectando una imagen de unidad partidista y voluntad de triunfo.
El programa recoge en términos claros el propósito de giro a la izquierda socialdemócrata que es el personal empeño de Rubalcaba para subrayar su autonomía de criterio frente a sus dos antecesores, Felipe y Zapatero, que estuvieron allí para apoyarlo pero no para ensombrecerlo. En un valoración de conjunto enraiza en la tradición reformista, implica sin embargo cierta ruptura con las políticas de la última legislatura, recoge reivindicaciones de la calle, pero mantiene un tono de prudencia reformista. La idea es remediar lo que no se haya hecho bien, avanzar sobre lo conseguido, pero no dar saltos en el vacío. Es un programa pensado para atraer el voto desanimado de la izquierda y no asustar al centro, la única fórmula para conseguir un apoyo electoral que haga frente al previsto alud de la derecha.
La Conferencia ha lanzado varios proyectos claros que serán los que articulen la confrontación de ideas que Rubalcaba pretende conseguir con el adversario: prioridad absoluta al combate contra el desempleo, revisión de las políticas económicas para conseguir una mezcla de estabilización y keynesianismo, lucha contra el fraude fiscal, defensa del Estado del bienestar, solemne declaración de intangibilidad de la sanidad y la educación públicas (¿para qué andarse con medias tintas?), afirmación rotunda del feminismo como esencial al socialismo y cauta apertura del sistema electoral mediante las listas cerradas y no bloqueadas. Se puede y se debe discutir sobre el mayor o menor alcance de estas propuestas y sobre la presencia de unas y la ausencia de otras y así se hará en los próximos días; pero no hay duda de que se trata de una plataforma de izquierda reformista socialdemócrata en línea con la que viene resurgiendo en Europa.
La otra izquierda ha respondido ya que el giro a la izquierda del PSOE carece de credibilidad. No es una reacción muy inteligente porque reconoce que hay un giro y sólo discute el aspecto adjetivo de si es creíble o no. Y aquí su posición no es muy fuerte. A la hora de medir el crédito de alguien hay que considerar su pasado y, aunque el más reciente parece desmentir los propósitos anunciados, si se considera el conjunto de la labor de gobierno del PSOE en casi veintidós años de la nueva etapa democrática, es difícil no concedérselo para las medidas anunciadas. Otra cosa sería que se propusiera el asalto al Palacio de Invierno. La consolidación del Estado del bienestar en España, incluida una batería de políticas sociales avanzadas, es obra de los gobiernos del PSOE. Y en casi todos ellos ha estado Rubalcaba, de forma que experiencia no le falta. Él mismo lo dejó claro al decir que, cuando el PSOE llega al gobierno, llega la izquierda y, cuando se aleja, ésta se aleja. La otra izquierda se llama transformadora pero el que ha transformado en realidad el país ha sido el PSOE. Si de crédito se trata, la opción es clara.
Y junto al programa, el candidato. Este hombre menudo, algo enteco, con sus cuatro pelos y su breve barba entrecana tiene fuerza mediática precisamente porque no es común, no es vulgar, no está cortado por el canon telegénico. Da juego en los planos generales en el escenario en el que se mueve con seguridad desgarbada mientras que en los cortos muestra una mirada viva, con brillo de inteligencia y rapidez que hacen pensar en un adversario dialécticamente temible. Además domina la oratoria y comunica, tiene muchos registros y controla su discurso. Es decir, es convincente, no sólo por el recurso a la razón sino porque tiene aptitudes pedagógicas. Maneja bien los ejemplos que ilustran su mensaje. Quizá debiera recurrir menos a la repetición, que, a causa de su efecto enfático, puede cansar. Pero es una cuestión menor cuando, como se vio, puso en pie y a vibrar al auditorio de mil personas casi sin levantar la voz.
La Conferencia ha sido un éxito. El PSOE tiene un programa y un líder. Le faltan los votos. Ha de reñírselos a un PP que los tiene en abundancia, pero carece de programa y su lider está demediado.