Este verano la señora De Cospedal acusó falsamente al Gobierno de practicar escuchas ilegales de sus adversarios políticos. Digo falsamente porque mes y medio después de las acusaciones la acusadora no ha aportado prueba alguna que las avale. Acusaciones falsas, por tanto, torticeras, patrañas, embustes, calumnias, ruido mediático al que inmediatamente se apuntó todo el que en el PP pintaba algo para seguir mintiendo, fabulando cuentos de miedo. Todo artimañas y embelecos a ver si distraían a la opinión y ésta se se olvidaba de los escándalos de corrupción, de la trama de conseguidores en nómina en el caso Gürtel
Pero héteme aquí que los únicos actos de espionaje, de seguimiento ilegal de personas parecen haberlos realizado los acusadores. La misma señora Aguirre que hasta hace poco desmentía rotundamente con sus ademanes achulapados que en su gobierno se cometieran delitos de espionaje, vuelve a verse confrontada con los hechos tozudos, esta vez avalados por un informe de Telefónica.
Hace unos meses, cuando la señora Aguirre sopesaba la oportunidad de lanzar su candidatura a la presidencia del PP a escala nacional según parece sus espias, gente a sueldo de la Comunidad de Madrid, esto es, de las administraciones públicas, nos espiaban y, sobre todo, espiaban a los rivales de la señora Aguirre probablemente con intención de chantajearlos en cuanto pudieran para facilitar el acceso de la dicha señora al puente de mando.
No es de esperar que nadie en el gobierno de la responsable última de los presuntos espionajes presente su dimisión. Es gente acostumbrada a la idea de que todo vale para acceder al gobierno o conservarlo. Ya el modo en que entraron, a través del Tamayazo, acredita su absoluta falta de escrúpulos. Pero alguien podía preguntar a la señora De Cospedal qué opina de la actividades de espionaje de su partido... y quedarse a escuchar la repuesta.
(La imagen es una foto de Roberto García, bajo licencia de Creative Commons).