dimarts, 18 d’agost del 2009

Humos.

Tengo amigos fumadores que se toman muy a mal la pretensión de las autoridades de erradicar el hábito de fumar de los espacios públicos. Espero que no dejen de ser amigos por el hecho de que Palinuro sea decidido partidario de la prohibición. Palinuro es indiferente al consumo de tabaco y no tiene inquina a los fumadores pero es muy celoso de los derechos de las personas y los fumadores deben reconocer que su derecho a exhalar humo acaba donde empieza mi derecho a no inhalarlo. Un derecho que tampoco es absoluto porque en casa de un fumador mi derecho no cuenta si estoy allí voluntariamente. Los fumadores dicen que derecho por derecho y como hay que encontrar algún criterio para dilucidar el asunto, suele acudirse al muy sensato de la mayoría. Y la mayoría dice que está harta de entrar en locales que apestan a humo.

El humo ha sido compañero fiel del hombre desde siempre y, en especial, desde que aprendió a hacer fuego. El humo ha sido útil al ser humano de diversas formas: para curar los productos, ahumarlos, desinsectar; también le ha servido en la guerra para despistar al enemigo mediante cortinas de humo; en la guerra y en la paz, para hacerse señales de humo. Y esto por no mencionar el amplio refranero que se vale del humo, como "por el humo se sabe en dónde está el fuego", "a humo de pajas", etc. El humo acompañó al desarrollo industrial europeo y, finalmente, con una industria concentrada en el carbón como fuente de energía, acabó siendo un problema para el medio ambiente, con unas ciudades literalmente comidas por el humo o lo que en Londres se llamó en cierta ocasión, el smog, esto es, la mezcla de fog y smoke. Diversas medidas resolvieron el problema, acabando con el uso del carbón como combustible, sustituido por el petróleo que, a su vez, genera otro de CO2.

O sea, que el humo ha pasado de ser un compañero útil a convertirse en una molesta carga o una presencia peligrosa con lo que la lucha contra él ya ha seguido y esta medida de prohibir el fumar en todo tipo de locales públicos es la última que se da en esta batalla, de momento. Y hay que darla para erradicar el humo de los espacios públicos, al menos el erradicable.


(La imagen es una foto de .f@rfie, bajo licencia de Creative Commons).