Créame Vuesa Merced cuando le digo que día a día veo crecer en la capital del Reino más signos de que el país camina hacia el fin del mundo. Antaño teníase por costumbre proclamar una demanda y a ella se atener toda la vida, en lucha permanente con el enemigo y jocunda alianza con el amigo y el dios de ambos a cuya sombra cometimos los más terribles crímenes. Hoy ya nadie da un ardite por una causa. Todo está en venta, que ya es lamentable situación como en aquellos tiempos de lenocinio y vituperio eternos, pero es aun peor si peor cabe ya que, sobre andar todo en venta, no hay compradores. Así no es extraño ver que haya gente dispuesta a venderse gratis, lo que es un contrasentido, según nos enseña Aristóteles con el principio de la no contradicción, pero ayuda a capear la crisis.
Mas héteme aquí, Señor, que es el mismo Gobierno de Su Majestad Católica el que se pliega a los tiempos que corren sin más cálculo ni reflexión que lo que ello le acarree de bueno. Coaligóse el Gobierno con los dos diputados del partido de Los últimos de Filipinas quienes, a cambio de sus dos votos, pidieron y obtuvieron que el Rey nuestro señor aumentara las rentas, alcabalas y otras socaliñas con que grava al estamento nobiliar pues ya sabe Vuesa Merced que esos últimos de Filipinas están infectos del miasma albigense y defienden la satánica idea de la propiedad común de todo. Según narran testigos presenciales, el menestral del PSOE aceptó la encomienda en campo descubierto y comprometió sus colores a que se aplicaría el principio dizque evangélico de que paguen más quienes más tienen porque era un principio del PSOE.
¿Querréis creer, no obstante, Señor, que no habrían pasado dos horas de San Benito, por cuanto el solemne pacto se selló en la tercia cuando para las vísperas estaba ya roto? Un río de azufre corrió de pronto por el atrio del templo y una estatua de doña Veneranda Risueña que el pueblo tenía por milagrera habló por fin preguntando si la gallina estaba clueca. Estigmatizado con el signo de la Bestia, el PSOE acudió sumiso al regazo siempre eclesial del catalanismo moderat y se ganó, parece, el apoyo de estos burgueses engreídos a cambio de olvidarse del compromiso de incrementar las gabelas a los ricos; de olvidarse de todo, que pareciera que el gran valido leonés, que tiene ganado el oído del Rey, no sólo hubiera bebido sino que se hubiera bañado en las aguas del Leteo. Tampoco ello es tan grave. Cuando lo tuve cerca de mí le pregunté por qué había cambiado de principios y me dijo que los suyos eran como los de Groucho Marx: muchos y variados.