Lo dice el barómetro de abril del CIS. En este momento, 40,8 por ciento de voto para el PSOE y 40 por ciento para el PP. El resto de las puntuaciones, también las esperadas y esperables. Hay que ver qué poco se mueve el electorado en momentos de zozobra, como si quisiera no aumentar los riesgos: IU se sitúa en un 4,5 por ciento, recuperando terreno desde las elecciones de 2008 (3,9 %) pero aún por debajo de las de 2004 (4,9 %) y Unión, Progreso y Democracia un 2,9 por ciento, casi dos puntos por encima de lo logrado en 2008. Las valoraciones de los líderes, las que cabe esperar: el señor Rodríguez Zapatero (4,43) va por delante, y a mucha distancia y detrás de la señora Rosa Díez (4,28) y el señor Durán i Lleida (3,89) se encuentra el señor Rajoy (3,54). En lo que hace a la valoración de líderes tiendo a pensar que el juicio del personal es bastante exacto. El señor Rajoy no tiene ni una de las cualidades de un líder o dirigente popular: no habla bien, siempre dice lo mismo, no resulta convincente y tiene un pasado tenebroso. El señor Rodríguez Zapatero, en cambio, sin hipotecas pasadas, tiene mejor imagen y resulta más natural y espontáneo al tiempo que muestra procupación por las tareas de recuperación de la crisis que es cosa que preocupa grandemente a los ciudadanos.
Lo verdaderamente extraño es que haya empate en las intenciones de voto a los respectivos partidos pues contradice la sabiduría convencional de que en mitad de la legislatura hay más afición a castigar a los gobiernos, sobre todo en medio de una crisis como la actual, de intensidad desconocida. Da la impresión sin embargo de que la gente ha admitido que la crisis tiene su origen fuera de España y que aquí es poco lo que cabe hacer en su contra. Por ello el electorado es benevolente con el Gobierno. Éste ha entendido que lo que le importa es generar imagen de ser activo en contra de la crisis; otra cosa es que esa actividad sea positiva. Pero eso pertenece a un segundo momento. Lo primero es ver que se hace algo. Y en esto, la política de comunicación del Gobierno atina porque un tercio de los españoles piensa, siempre según el barómetro, que son las cuestiones de índole económica de las más se ocupan los gobernantes. Pero, ignorando que la gente atribuye la crisis a origen extranjero, el PP echa las culpas al PSOE, cuando todo el mundo sabe que eso no es cierto. Y no aporta alternativa alguna.
En fin el barómetro es buenas noticias para el PSOE que, dadas las circunstancias podría esperarlas muchísimo peores.
¿Por qué no sube el PP en intención de voto respecto al PSOE? Por la imagen de corrupción que genera y que afecta a todo el partido. Es cosa de la que se habla poco porque al PP (siempre reproductor ampliado de pifias ajenas) no le interesa, y los medios progres no entienden su función como aparato de propaganda de un partido (al que se puede ordenar que traiga la corrupción en portada venga o no a cuento), razón por la cual no se manifiesta hasta qué punto hay una sensación ciudadana de indignación con estos políticos que han constituido un verdadero clan de presuntos mangantes, apropiadores indebidos, de juerga continua a cuenta del contribuyente, haciendo negocios ilegales, viviendo en el lujo, haciéndose regalos deslumbrantes, coches, joyas. Dice doña Dolores de Cospedal que este escandalazo "no es Filesa". Pobre señora, qué infeliz; era muy joven entonces y no se ha dado cuenta de que nadie en la Brunete ha sacado el ejemplo de Filesa, Malesa y Time Export que en los noventa no se les caía de la boca. ¿Por qué ahora no, excepto en el caso de la metepatas oficial señora De Cospedal? Está claro porque Filesa era un caso de financión ilegal del Partido, esto es, se obtenían unos dineros ilícitos y se destinaban a las arcas del partido, aunque en el itinerario, algún aprovechategui se quedara con algo. Pero es que en el caso Gürtel, el dinero era todo para los presuntos sinvergüenzas que, desde las alcaldías, concejalias, consejerías, asesorías, diputaciones parlamentarias y hasta una presidencia de Comunidad Autónoma, estaban hasta ayer supuestamente llevándoselo crudo.
Y luego la gente ve que los imputados, unos dimiten y otros conservan el cargo no en función de criterio honrado alguno a favor de la justicia sino de los intereses procesales de los acusados. Quienes conservan la condición de diputados autonómicos quedan así protegidos por el fuero parlamentario frente a la posibilidad de que la justicia ordinaria les exija cuentas, como a todo hijo de vecino. El comportamiento de esta tropa de presuntos granujas es siempre el mismo probablemente porque está coordinado: dicen que declararán en tiempo y forma y que están deseando hacerlo pero luego no solo no lo hacen (los tres imputados madrileños se han negado a declarar) sino que tratan de impedir que se les pueda siquiera interrogar, como ha intentado hacer el señor Camps solicitando del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que anule todo lo procedido anteriormente y poniendo de manifiesto su sinceridad cuando decía que estaba deseando acudir a declarar al sitio apropiado.
Las preguntas del barómetro sobre corrupción y fraude dan unos resultados irrisorios porque nadie (entre un uno por ciento y 0,4 por ciento) dice que sea un problema lejanamente equiparable al paro, la crisis económica o la vivienda. Sin embargo, lo es. Tardará más, tardará menos pero la lluvia fina de las sucesivas imputaciones en asuntos cada vez más alucinantes (varietés, cruceros por el Mediterráneo...) irá minando los muros de la indiferencia y el electorado no revertirá al PP los votos que no entregue al PSOE a causa de la crisis.
Y ¿a dónde se irá ese voto que se retire del bipartidismo estatal? No creo que a los terceros partidos, en concreto IU y UPyD porque, aunque los dos se pasan el día subrayando que son nuevos o innovados o renovados, los dos son partidos típicos del sistema que critican amargamente. ¿A dónde, pues? A la abstención cosa que, en elecciones al Parlamento europeo es más que de esperar. En las elecciones de 2004, la abstención fue de 54,9 por ciento. En éstas pude llegar al 60 o 65 por ciento. Y no creo que el PP las gane en modo alguno. Ni tendrá buenas perspectivas para 2012.