Dice el señor Rajoy que, con respecto al proceso del Yak 42, visto ya para sentencia, el señor Trillo tiene la conciencia tranquila y lo único que le preocupa es que algún colaborador suyo puede resultar condenado.
La conciencia del señor Trillo se me hace feble, mínima, liviana como pluma de ave, de alfeñique, de mírame y no me toques, alígera, evanescente... una pura invención.
¡La conciencia del señor Trillo! ¿Alguien conoce algo más vagaroso, vaporoso, tan falso como Judas e inexistente, que la conciencia del señor Trillo? A éste, al parecer, lo único que le importaba en aquellos días tristes era que los cadáveres de los militares llegaran para estar presentes en sus propios funerales, presididos por el Rey. Que llegaran y como fuera. Igual que ahora lo único que le preocupa es cómo se libra él de la quema, razón por la cual está muy cucamente callado, él, martillo de infieles y corruptos, a ver si escampa y se va de rositas mientras sus subordinados se comen el marrón.
Público, con licencia de Creative Commons