El PP está que echa las muelas, siempre que los partidos tengan muelas, por la filtración al El País, el infame diario francmasón, de dos increíbles conversaciones entre los señores Francisco Camps presidente de la Generalitat de Valencia y muñeco del pim pam pum en tanto no se substancie su causa en una proceso judicial y el Bigotes presumido trujimán en Valencia de la presunta trama corrupta del supuesto señor Correa. Se trata, se dice en el partido de las rancias esencias hispanicas, de una gravísima violación del secreto del sumario y se pide que se investigue este hecho y se sancione a los culpables. Muy bien, que se los sancione. Pero ¿por qué dice el partido de la España unagrandelibre que es gravísima ruptura etc, etc? Al fin y al cabo todos sabíamos ya que el presidente Camps y el Bigotes se conocían y se llevaban de cine dado que, al parecer, el segundo acostumbraba a vestir al primero y, a juzgar por lo atildado que aquel va siempre, lo hacía con verdadero primor. ¿A qué viene, pues, esta gran escandalera? Tengo una opinión que no he visto reflejada por ahí a pesar de la gallarda virilidad del alma española: la de que estas cintas no sólo muestran que el presidente de la Generalitat y el Bigotes son amigos sino que se quieren. "Te quiero mucho" "Y yo a ti", mi pocholín, este es un añadido mío ex abundantia cordis. "Tenemos que hablar de lo nuestro, que es muy bonito". Este lenguaje es de amantes, no de amigos. Yo tengo amigos a los que quiero mucho, pero no se lo digo, porque esas cosas entre amigos no se dicen; se dicen entre amantes.
No pasa nada. Hoy, en España, a pesar del señor Camps y los ideólogos de su partido, los amantes del mismo sexo no están públicamente humillados ni vilipendiados ni, lo que es peor, como hacía Franco, perseguidos penalmente. Es más, si el señor Camps y el Bigotes quisieran sentar su juvenil cabeza y darse estado civil suponiendo que no estén casados por otro lado, saben que lo pueden hacer, gracias al PSOE que les habrá abierto un horizonte que su partido se obstina en negarles. El asunto tiene su importancia, no obstante, porque si, efectivamente, resultare que entre ambos median relaciones sentimentales, sus respectivas posiciones procesales podrían variar.
Crece en el seno del PP una corriente de opinión que pide al señor Camps que renuncie a su puesto a la vista de cómo se acumulan los indicios en contra de él pero el presidente, señor Rajoy, lo apoya. Hace bien. Sería imperdonable que, por una ligereza, se produjera una tragedia al estilo de Píramo y Tisbe.
(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).