Cuando mañana lunes empiece la convención demócrata en Denver, Colorado, ya estará formado el ticket del partido: Obama-Binden. Notable pragmatismo el del candidato negro. Está visto que quienes éramos partidarios de la señora Clinton o de Caroline Kennedy nos pasamos de la raya. Claro que el señor Obama tampoco era mi primera opción, sino el señor Denis Kucinich que debe de ser el político que ha perdido más elecciones en la historia, incluida, por supuesto, la nominación por el partido demócrata en este año en el que ni siquiera arrancó en las primarias. Lo que no es tan raro si se piensa que su programa pretendía, entre otras cosas: un sistema universal de salud, retirada inmediata del Irak, abolición de la pena de muerte, matrimonio de homosexuales, ratificación del protocolo de Kioto, legalización de la marihuana, derecho a decidir de las mujeres en el aborto...; en fin, ninguna posibilidad. Así que el segundo era el señor Obama, el pragmático.
Digo lo de pragmático porque, tras pasarse las primarias diciendo que iba a luchar contra el estilo Washington y que él estuvo en contra de la guerra del Irak, Mr. Obama ha elegido a un washingtoniano típico y que apoyó la guerra pirata en el Irak. Es cierto que en seguida se arrepintió de su voto y que, aunque trabaja en Washington, no vive en Washington. Pero lleva treinta años en el Senado, con lo que ya le ha salido costra.
Es pragmatismo también porque, al ser presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Biden cubre el flanco más débil del señor Obama, al que acusan de falta de experiencia en relaciones exteriores. Claro que pensar que el cargo de presidente de la Comisión de Exteriores en el Senado estadounidense da competencia en este terreno, puede ser una especulación salvaje. También se valora en el campo demócrata el hecho de que Mr. Biden sea católico e hijo de padre currante, lo que parece que podría atraer votos de estos sectores hasta ahora reacios a respaldar a Mr. Obama.
Pragmatismo indica asimismo el nombramiento por cuanto el señor Biden, que aspiraba él mismo a la nominación demócrata en estas elecciones, comenzó las primarias poniendo en duda la capacidad del señor Obama para ser presidente, cosa que ya le han sacado los republicanos en un vídeo. Con el nombramiento el señor Obama pretende dar a entender que no se detiene en personalismos y sólo piensa en el interés de América.
En fin el señor Biden tiene luces y sombras. En las luces, para mí, está haber presidido la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado que tumbó la candidatura al Tribunal Supremo del juez Robert Bork, uno de aquellos neofachas que nombraba Reagan; no pudo luego hacer lo mismo con Clarence Thomas. En las sombras el hecho de que tuviera que retirarse de la carrera por la nominación en 1988 cuando lo pillaron plagiando discursos del dirigente laborista inglés Neil Kinnock. Y no es solamente la deformación profesional que me hace detestar profundamente a los plagiarios; es la sospecha de que hace falta ser un poco tonto para presentarse a presidente de los EEUU, plagiar un discurso de un dirigente laborista en el apogeo de su carrera y pensar que no van a pillarte.
Por cierto que prefiera que salga elegido el señor Obama antes que el señor McCain no quiere decir que crea que haya mucha diferencia entre el uno y el otro, dado que la maquinaria del Big Business seguirá funcionando como hasta la fecha. Pero alguna diferencia habrá. Y será bienvenida.