Mi amigo Xavier Vila-Coia, un escritor poco convencional (si es que esto no es una redundancia) de quien ya reseñé un libro de fotos de un viaje a Cuba en un post del año pasado llamado Cuba, mi hijo se ha visto mezclado en uno de esos percances que también me suceden a mí, razón por la que me solidarizo aquí con él. No obstante hasta la fecha en mi caso nunca han llegado a consecuencias tan extremas como en el suyo.
Estaba el bueno de Xavier en la feria del libro de A Coruña, a donde había ido a presentar su último libro, Diario da velada na Habana (sigue con el filón cubano) y fue a almorzar a un restaurante cercano en donde pidió spaghetti con bonito. Al observar que el plato que le servían no tenía apenas bonito y sí mucho tomate (probable consecuencia de la crisis que a todos nos azota) reclamó; el propietario sostuvo que había bonito suficiente; Xavier insistió en que no; el propietario porfió en que sí; Xavier en que no. Finalmente pidió el libro de reclamaciones (hasta aquí lo que hubiera hecho yo mismo de encontrarme en situación parecida) y eso le costó una paliza por la que ha presentado una denuncia. Toda la historia se encuentra en este enlace de La Voz de Galicia. Ahora tiene un ojo a la virulé. Espero que cuando menos el libro se venda bien pues viene rodeado de algo de escándalo.