Estaba pensando escribir un post sobre la reforma de la Constitución francesa que ha salido adelante por un voto sobre la mayoría de tres quintos que se exige en el procedimiento de revisión. Han votado a favor el presidente del Congreso (reunión de la Asamblea y el Senado), lo que no es corriente, y el ex-ministro de Cultura emblemático de la izquierda mitterrandiana, Jack Lang. O sea, de chiripa. Es que no queda claro por qué no había de votar a favor la izquierda cuando la reforma propuesta por Sarkozy (y que el Congreso le ha rebajado mucho) tiene elementos de derecha y elementos de izquierda, como suele hacer nuestro hombre para demostrar de calle lo que dice de que no hay diferencia entre la derecha y la izquierda hoy día. A primera vista uno consideraría de derecha la posibilidad de que el Presidente de la República se dirija a la Asamblea Nacional, pues aumenta los poderes de aquel y la limitación a dos mandatos presidenciales (a estilo estadounidense) pues limita el alcance de la voluntad popular. Igualmente podría considerarse de izquierda la ampliación de poderes de la Asamblea Nacional y el referéndum de iniciativa popular. Se trata de un caso más de esa amalgama actual entre la derecha y la izquierda que practican ambas y predican muchos, muchísimos, que no se apellidan Sarkozy. Tan general es la costumbre que lo importante no es si se da o no sino con qué ánimo se recibe, si con alegría por vivir un momento nuevo de la política o con tristeza por la pérdida de valores consagrados.
Da la impresión de que la izquierda ha votado en contra no por el contenido de la reforma sino por el modo de tramitarla. Sarkozy ha evitado un referéndum sobre su proyecto al someterlo al Parlamento constituido en Congreso, según reza el art. 89, 3. Supongo que la izquierda habrá dicho que se trata de métodos cesaristas que soslayan el pronunciamiento popular y votado en contra. Pero su objeción no puede ser al contenido mismo de la revisión. En el sistema francés todo absolutamente todo puede ser objeto de reforma con dos excepciones orgullosamente proclamadas en los apartados 4 y 5 del mismo artículo 89; el primero garantiza que no se tramitará reforma alguna de la Constitución que afecte a la integridad del territorio y el segundo hace intangible la forma republicana de Gobierno vía modificación constitucional. Son dos provisiones que hubieran evitado muchos sobresaltos al sistema español si el constituyente los hubiese adoptado en 1978, especialmente el de la integridad territorial que los españoles sustituyeron por el mucho más brutal del art. 8, 1 de la Constitución vigente, que hace depender la integridad territorial del Ejército. Hay una clara diferencia: los franceses tienen una conciencia nacional que los españoles no tienen o creen que no tienen.
Pero bueno, la cosa era de indiferencia entre la izquierda y la derecha y con ánimo de hacer un post liviano, propio de vacaciones. ¿Cómo indiferencia? Izquierdas y derechas son iguales, ambas derechas, según cierta izquierda comunista que dice que la socialdemocracia es solo una variante de gestión del capitalismo pero no una doctrina para sustituirlo por otra cosa, lo que es estrictamente cierto. Ningún socialista en un país desarrollado piensa en subvertir el orden constituido a cambio de algo radicalmente distinto, sino en su reforma moderada y paulatina, sin ningún fin eficaz a la vista. Se acabaron los tiempos de expectativas revolucionarias. Si mantener éstas es lo que hace a alguien de izquierda, la izquierda es hoy una magnitud exigua y menguante de las fuerzas políticas europeas y en buena parte mundiales. Y, si embargo, la divisoria izquierda/derecha es la única hoy visible y palpable en todos los países del mundo en que rige libertad de asociación aunque sea relativa y, al fin y al cabo, esto de existir tiene su importancia cuando se trata de dilucidar si algo es cierto o no, esto es, la indiferencia entre derechas e izquierdas.
En todo caso, ¿cómo van a ser iguales izquierda y derecha si la izquierda ni siquiera es igual a sí misma? Por ejemplo, desde el punto de vista de los comunistas los socialistas no son la izquierda y conozco a muchos de izquierda para quienes si se es nacionalista no se es de izquierdas en tanto que para otros lo cierto es lo contrario, sólo se es verdaderamente nacionalista cuando se es de izquierda. O más o menos algo así. Y no sigo con el nacionalismo por no dar un espectáculo de los Prom, que tienen sus fans, igual que Wimbledon o el Royal Ascot. Según Gustavo Bueno no hay una sola izquierda sino varias; las tiene contadas. Cuando se dice que la derecha es igual a la izquierda tendrá que especificarse a qué izquierda. Normalmente se lleva la palma la socialdemócrata, pero todo puede darse.
Por último es más frecuente y propio de la izquierda que de la derecha jactarse de su orientación política. Véase la ilustración, con qué orgullo proclaman los que la han hecho ser de izquierdas y serlo de izquierdas en plural. La foto lleva como pie en Flickr una larga tirada programática que comienza:
¿Quiénes somos?
Somos un movimiento social y político, formado por personas de izquierdas de diversas procedencias y sensibilidades, que tienen en común sobre todo, que no se sienten en absoluto representados por ninguno de los partidos políticos que se presentan a las elecciones.
Somos, no nos importa insistir, un movimiento formado por personas, por ciudadanos, no por profesionales de la politica. Etc.
Se lee íntegro aquí.Y no es por mala uva, pero hay que ver qué larga declaración en cierto modo "antipolítica" para fundamentar el lanzamiento de una opción electoral, es decir una más en el conjunto del juego político democrático desde la perspectiva de la "verdadera" izquierda. Cada vez que ésta, o la derecha, se refunda asegura ser "nueva" o "verdadera", lo que quiere decir que aspira a contraponerse a otra "vieja" o "falsa". No hay mucho en donde escoger.
(La imagen es una foto de Álvaro Herráiz, bajo licencia de Creative Commons).