La Juntas Generales de Álava han pedido al señor Ibarretxe que retire su plan de consultar a la ciudadanía, para que no haya división entre vascos. Es un empeño seguramente bienintencionado y que da una idea del galimatías que el señor Ibarretxe ha provocado con su obstinación en un procedimiento que nada tiene que ver con la legalidad vigente ni con el sentido común, dada la situación real. Un ejemplo de manual de la falacia de la trasposición: ¿acaso no es bueno, justo y democrático consultar al electorado qué sea lo que quiere? Por supuesto, por supuesto, pero todo depende de en qué circunstancias se haga porque, si no son éstas las más adecuadas, puede resultar que lo bueno, justo y democrático resulte ser malo, injusto y autocrático. Y si el señor Ibarretexe no alcanza a comprender algo tan alemental (que alcanza, vaya si alcanza, pues no es tonto el mancebo sino solamente un aprovechado), debe consultar a sus normalmente bien pagados asesores. ¿Acaso no es bueno para la salud beber agua? Por supuesto, pero eso dejará de ser cierto si metemos cien litros entre pecho y espalda de algún pobre desgraciado al que, lejos de sanar, habremos dado la muerte.
Es la primera cez, que yo sepa, que las Juntas Generales alavesas hacen realidad la hipótesis que siempre se aduce a la hora de hablar de un referéndum de autodeterminación en el País Vasco: ¿y si Álava dice que no? No que diga que no en el referéndum, sino que diga que no al referéndum. ¿Se la obliga? ¿Se obliga a Navarra? Y ¿por qué a Álava y Navarra en un sentido y no a Bizkaia y Gipuzkoa en otro?
Lo malo de ponerse trágico y shakesperiano en la historia es que acabe uno de Falstaff y no por lo gordo, sino por lo necio. Porque lo que Álava muestra aquí es que, al final, el famoso ámbito vasco de decisión lejos de ser la brumosa Euskal Herria es Bizkaia y Gipuzkoa, cuando no Portugalete y Hondarribia.
((La imagen es el famoso cuadro de Arcimboldo, El invierno (1572) que se encuentra en el Kunsthistorisches Museum, Viena).