Hasta los mejores momentos tienen un lado oscuro. Estábamos todos felicitándonos por el éxito del segundo acto de homenaje a las víctimas del terrorismo convocado por el Parlamento de Vitoria en el Kursaal de San Sebastián en el que tomaron la palabra algunas víctimas, entre ellas un guardia civil, para reclamar a la sociedad una deslegitimación activa del terrorismo cuando, a la media noche, previo aviso al DYA, ETA hizo explosionar una bomba en Getxo, en pleno corazón de esparcimiento de la patronal vasca.
Parecía que Euskadi fuera humanizándose algo más al rendir tributo a las personas asesinadas por el fanatismo nacionalista vasco (y también a las asesinadas por el terrorismo parapolicial español), al hacer que las víctimas, tantos años olvidadas, menospreciadas, cuando no vituperadas, ocuparan el primer plano de la noticia, cuando los pistoleros habituales decidieron arrebatárselo de nuevo para ponerse ellos en su lugar. La estupidez carga contra el dolor y pretende infligir una segunda muerte a las víctimas.
Faltaron los de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, siempre tan beligerantes con todo lo que no se les ocurra a ellos y su rama vasca, Covite y faltó asimismo el PP, en ruptura lamentable de la unidad democrática. Pero quienes no faltaron en su peculiar estilo, al amparo de la nocturnidad, fueron los terroristas a dar el zambombazo que pusiera digno colofón al acto en comentario.
Algunos oradores en el emotivo acto hicieron contundente balance de lo que la sociedad vasca ha avanzado en los últimos tres, cinco, diez años cuando, según dijo una oradora, aquella ceremonia se hubiera tildado de "provocación". Efectivamente, ¿quién dijo que así como hay un progreso material de la especia no lo hay moral? Bien claro está en este acto de homenaje que hace años no hubiera podido celebrarse y ahora se hace con solemnidad y a la luz pública. Pero como en todas partes hay excepciones, los terroristas se encargaron de mostrar que, además de progreso, hay también regreso moral. Regreso a la barbarie de la intimidación.
La bomba no fue solamente un epílogo al acto de homenaje a las víctimas (en especial al guardia civil Juan Manuel Piñuel, asesinado en Legutiano hace tres días) sino también un prólogo a la entrevista que mañana celebrarán en La Moncloa el lehendakari señor Ibarretxe y el presidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero. Porque, aunque el señor Ibarretxe insista cuanto puede en que no acepta que sea ETA quien nos dé permiso a Zapatero y a mí para negociar, lo cierto es que se presenta en La Moncloa propulsado por la onda expansiva de la bomba de Getxo.
Y se presenta ¿a qué? Mucho me temo que a dejar constancia una vez más de que "Madrid" hace oídos sordos al sentir mayoritario de "este pueblo". Él afirma en la entrevista que trae hoy Público (citada también unos renglones más arriba) que viene abierto a todas las posibilidades. Pero eso es un decir. No hay más posibilidad que una consulta referendaria en los términos que él propone... En principio, como señaló hace unos días el señor Urkullu, un Choque de locomotoras, que ya es hipérbole comparar a los señores Rodríguez Zapatero e Ibarretxe con sendas locomotoras.
Y, sin embargo, si los dos mandatorios quisieran, podría conseguirse una vía de fácil consenso perfectamente ordinaria, normal y a la catalana: reforma del Estatuto de Gernika y consulta posterior en referéndum a la sociedad vasca. Se hace la consulta para que los vascos decidan, como quiere el señor Ibarretxe, y se hace en el marco de la Constitución.
Pero me temo que una solución así produciría un sarpullido al señor Egibar y sus amigos soberanistas.
(La imagen (el Parlamento vasco en el momento de aprobar el llamado "Plan Ibarretxe" en septiembre de 2007) es una foto de Digital Owl, bajo licencia de Creative Commons).