Desde que perdió las elecciones el nueve de marzo algo se está moviendo en el PP. Bueno, mucho; se está moviendo mucho. Me da que para bien del partido y, espero no equivocarme, de la sociedad española. Ya era hora. Las últimas decisiones del señor Rajoy, que parecen bien meditadas, apuntan en una dirección francamente saludable para la implantación de los modales pacíficos y razonables en un sistema democrático. Son las tales decisiones o amago de decisiones: el nombramiento de doña Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz del grupo parlamentario, la decisión de que el Congreso del PP se celebre en Valencia y lo organice el presidente de Murcia, las declaraciones del señor Rajoy a raíz de la conferencia del dicho presidente de Murcia, la presunta intención -que espero se confirme- del señor Rajoy de nombrar Secretario General del PP al señor Gallardón en substitución del insufrible señor Acebes, el almuerzo que ha compartido el presidente del PP con la presidenta de la Comunidad de Madrid espero que para explicarle cuál es su sitio, aunque dudo que la ambiciosa dama lo entienda.
Estos movimientos apuntan en la misma dirección, en la de consolidar el poder del señor Rajoy dentro de su partido, independizarlo de la guardia pretoriana aznarina del binomio Acebes/Zaplana, hacer sitio a los suyos, dar cancha a nuevas personas y proyectos y, sobre todo, recuperar la autonomía frente a los demagogos mediáticos, señores Jiménez y Ramírez, que llevan cuatro años hipotecando la acción del partido de consuno con los citados Acebes/Zaplana, fabricando fábulas alucinantes, insultando a diestro y siniestro e impidiendo que haya un clima mínimo de diálogo y entendimiento muy en detrimento de los intereses generales y, lo que es más grave como el señor Rajoy ha podido comprobar sobre sus costillas, también de los de su partido. Porque, como muy bien dice el señor Federico Quevedo en El Confidencial de ayer, quienes han aplicado esa estrategia de las mentiras del 11-M, la demagogia, el insulto, etc, son en buena parte culpables del resultado electoral del 9 de marzo. Vamos, que son los culpables de que el PP haya perdido las elecciones. Ya es hora de que se enteren y le pongan remedio.
Sin olvidar, desde luego, que quien más decididamente aplicó esa estrategia en la pasada legislatura, quien más insultó, abroncó, agredió dialécticamente e hizo irrespirable el clima parlamentario y político en general fue el mismo señor Rajoy. Ahora que ha comprobado que al PSOE no se le gana insultando, parece dispuesto a cambiar. Como digo, decisión muy de aplaudir y que ha de empezar por aplicarse él mismo: ni un "bobo solemne" más, ni un "incompetente", "traidor a las víctimas", ni un desplante más. El señor Zapatero, el Gobierno de España, la bancada socialista en el Congreso merecen un respeto que no está reñido con una oposición contundente y si gente como el señor Pujalte no lo entiende, que le pongan un bozal.
Lo más importante de estos movimientos del señor Rajoy es la clara decisión de recuperar la autonomía partidista frente a los demagogos de la COPE y El Mundo, algo que, por cierto, está sacándolos de quicio. Sin ir más lejos, mientras el señor Jiménez insultaba a mansalva a la señora Sáez de Santamaría, el señor Ramírez peroraba por la COPE sobre ¡la democracia interna del PP! Como si eso le hubiese importado algo cuando el señor Aznar nombró a dedo al señor Rajoy.
Y todo, claro es, porque, además del señor Rajoy, otros se mueven en el principal partido de la oposición, esto es, sus enemigos, empezando por la señora Aguirre y siguiendo por sus peones mediáticos. Unos cuantos de estos pusieron en marcha una página web pidiendo descarademte que el señor Rajoy deje paso a la dama, página que ya no está accesible supongo que a raíz de que el señor Rajoy dijera a la señora Aguirre que sus chicos la quitaran. Está claro: no dan directamente la cara, pero andan por ahí creando páginas web, escribiendo columnas en sus periódicos, largando por sus radios que sería bueno que el señor Rajoy asumiera su responsabilidad y se largara, dejando el camino libre a la señor Aguirre. Pero no osan plantearlo directamente en el seno del partido. No osan porque es muy posible que pierdan y tienen que dejarse un terreno libre para poder decir después que siempre apoyaron al señor Rajoy. El mismo señor Anson, que lleva días pidiendo en su periódico El Imparcial que Rajoy se marche quiere conservar una línea de repliegue para cuando tenga que celebrar con idéntica sincera convicción el acierto del señor Rajoy de quedarse
La frase decisiva, la que demuestra que el señor Rajoy ha entendido el mensaje y está dispuesto a aplicarlo es la de "El ruido inmediato, en muchas ocasiones superficial, impide escuchar el sonido limpio y claro que nos llega de fuera". Veloz no es el mancebo pues ha tardado cuatro años en enterarse de lo que sabe cualquiera que viaje por España y escuche un poco a sus gentes, esto es, que la idea de que la agria (y generalmente estúpida) bronca madrileña sólo interesa a los madrileños, pero carece de gancho en el resto de España. Es el orgullo desmesurado de estos demagogos mediáticos, su infinita vanidad los que les hacen pensar que sus diatribas constantes tienen algún eco allende la Villa y Corte. Lleva razón el señor Quevedo, precisamente porque el PP actuó de conformidad con este espejismo de la "bronca paga", perdió las elecciones. No la tiene, sin embargo, en culpar exclusivamente a los demagogos de los medios (y que, por cierto, no se limitan a los mencionados; basta echar una ojeada a algún programita del señor Sáez de Buruaga en Telemadrid para hartarse a ver manipulación y escuchar barbaridades) porque a la derrota coadyuvaron decididamente los señores Acebes, Zaplana así como el propio Rajoy, aterrorizado de que el demagogo lo llamara "maricomplejines"... con la inestimable ayuda de los señores Alcaraz y Rouco Varela que, por cierto, andan un poco desaparecidos.
El ruido madrileño aturde a los madrileños, pero no a quienes viven en las provincias, regiones o naciones, donde tiene el efecto contrario. Verlo así, es el primer y acertado paso para ganar las elecciones de 2012. El segundo y muy decisivo, por supuesto, poner de Secretario General al señor Ruiz Gallardón quien hará muy requetebién en seguir con su querella por injurias contra el señor Jiménez. Hay que separar a la gente civilizada de los injuriadores.