El señor Obama ha dado otro revolcón a Mrs. Clinton en los caucuses de Maine: 59%-41%. Se repite la pauta que está dándose desde el principio: altísima participación, voto juvenil y parte del voto blanco por Mr. Obama. A la señora Clinton casi no le quedan ya ni las mujeres. Quizá tenga que volver a meter en campaña a su señor marido, con lo que los Clinton volverán a ser los Clanton. Muy preocupada ha de estar la dama, sobre todo porque en las consultas del próximo marte, Virginia, Maryland y Washington D.F., con 239 delegados en el alero, Mr. Obama lleva la cabecera en los sondeos. Al final va a resultar que gana la nominación el señor Obama y los Estados Unidos tienen su primer presidente negro (mulato) en su historia. Esto es más de lo que podía soñar el señor Martin Luther-King.
En el campo republicano también se agitan las aguas profundas. Cuando todo parecía preparado para una victoria de Mr. McCain, se cruza la oferta del freak, el cura Huckabee, que mantiene abierta la situación en el Partido Republicano, presa de la incertidumbre. Ayer hubo de acudir el señor Bush más claramente en defensa de su antiguo adversario, el veterano de Vietnam, de cuyo "verdadero conservadurismo" salió garante.
Ya tendría gracia que, al final, las elecciones a presidente de los Estados Unidos fueran entre un negro y un blanco como el antiguo pastor baptista, uno que cree a pies juntillas que el mundo lo hizo Dios así como al hombre a su imagen y semejanza, incluido él. De ser así, los dos se habrían impuesto en contra del saber convencional y los intereses de los aparatos de los respectivos partidos. Una revolución. Dentro de lo que cabe.