Como es habitual en un país de tanta volatilidad partidista y electoral e inestabilidad parlamentaria como Polonia, el gobierno de coalición de tres partidos de derechas (más bien de extrema derecha o "ultraconservadores", como se los llama en finolis) dirigido por Jaroslaw Kaczynski, hermano gemelo del Presidente de la República, Lech Kaczynski, ha terminado como el rosario de la aurora. Ayer, los pintorescos gemelos (ambos del partido hoy mayoritario en la cámara baja, Sejm, "Derecho y Justicia") comparecieron en público para anunciar que se había terminado la coalición, echar a los cinco ministros de los otros dos partidos de gobierno ("Liga de las familias polacas" y "Autodefensa") y anunciar elecciones anticipadas, probablemente para el 21 de octubre. Para ello, el Sejm tendrá que votar su autodisolución por dos tercios y es posible que no se consiga porque los dos partidos despedidos, junto con los postcomunistas, pueden votar en contra de la medida, muy enfadados por no conseguir una comisión de investigación para aclarar algunos presuntos escándalos. Claro que, si eso se produce, el gemelo Jaroslaw siempre puede dimitir y forzar la disolución.
Es mal momento para convocar elecciones, queda alguna ley importante por aprobar y la popularidad de los dichosos hermanitos está por los suelos, lo que no es de extrañar si se repasan los dos años de legislatura, repletos de medidas disparatadas, de persecución de antiguos comunistas y homosexuales, reaccionarias en lo social y económico, oscurantistas en lo educativo, de sumisión a la política imperial de los EEUU (hasta el extremo de colaborar en los secuestros de la CIA) y de incordios en la Unión Europea. Si no recuerdo mal, el señor Rajoy dijo en alguna ocasión que Polonia era una referencia para España. Que se la quede entera. Nadie en su sano juicio puede querer para su país un gobierno compuesto por meapilas, homófobos, inquisidores, siervos del Imperio y corruptos.
Para las elecciones el partido monozigótico (PiS), con 150 diputados en el Sejm (de un total de 460) aparece por detrás del Partido liberal (liberal de verdad, no en el sentido español de ahora) "Plataforma cívica" (PO). Nada nuevo bajo el sol. Lo asombroso fue que el tal PiS obtuviera esos 150 diputados con el 27% del voto en las elecciones de 2005 cuando en las de 2001 (primera vez que se presentaba) obtuvo el 9,5% del voto y 44 diputados, por debajo de los resultados del siniestro "Autodefensa" (Samoobrona), dirigido por el presuntamente corrupto Andrzej Lepper, cuya destitución como ministro ha originado la crisis actual.
Las encuestas dan ganadora a la Plataforma Cívica (Platforma Obywatelska), dirigida por Donald Tusk, que cuenta hoy con 133 diputados y el 24% del voto. Pero es demasiado pronto para pronunciarse. También se perfila una coalición de izquierda, compuesta por al menos tres partidos, una Alianza Democrática de Izquierda, el Partido Socialdemócrata y los postcomunistas, cuyo principal atractivo sería el nombre de su candidato a Primer Ministro, Aleksander Kwasniewski, el anterior Presidente de la República. No estaría nada mal que saliera esta fórmula (aunque, de momento, tiene pocas esperanzas) porque obligaría a una convivencia entre un Primer Ministro de izquierdas y el otro gemelo univitelino, el Presidente Lech Kaczynsky, al que aún quedan tres años de mandato. Quizá de esa forma se resolverían algunos de los más enojosos problemas del sistema político polaco, que no está claro si es más parlamentario que presidencialista y presidencialista al estilo de Francia, país que siempre ha ejercido una gran influencia constitucional sobre Polonia. Basta recordar el ensayo de Rousseau (si bien éste era ginebrino) sobre la Constitución de Polonia y una de mis obras preferidas de teatro, Ubu, Roi de Pologne, de Alfred Jarry.
En realidad, estos dos Kaczynski siempre me han parecido como Tweedledum y Tweedledee pero en Ubu.