Todo el mundo previó que la formación del gobierno de Navarra (Diputación Foral) no sería tarea fácil, dados los endemoniados resultados electorales que pueden verse a la izquierda y de acuerdo con los cuales ninguna fuerza política alcanza la mayoría absoluta (ventiseis escaños) salvo que entre en coalición y, precisamente, de qué signo sea esa coalición es materia de continua cavilación porque tampoco parece que sea factible encontrar una fórmula viable. Navarra figuró en primer plano de la diatriba electoral en los pasados comicios autonómicos, caballo de batalla de la derecha para acusar al Gobierno socialista de romper España y sigue en esa condición sin que a día de hoy nos encontremos más cerca de formar un gobierno en el antiguo reino de lo que estábamos la noche misma de las elecciones.
Y es el caso que, de no contar con un gobierno dentro de los treinta días siguientes a la primera votación (en la que se requiere la mayoría absoluta), habrá que repetir las elecciones, según lo que dispone el art. 29 de la vigente Ley de Amejoramiento del Fuero de 1982.
Seguramente para evitar esa circunstancia anómala que dejará a los políticos en ridículo, el señor Fernando Puras, Secretario General de los socialistas navarros, ha propuesto un gobierno en el que estén representados los cinco partidos o coaliciones en razón proporcional a su respaldo electoral, esto es, un gobierno de "unión nacional" que la experiencia y el sentido común reserva para los casos de grave peligro a la existencia del Estado, como una guerra, por ejemplo. No es este el caso de la Comunidad Foral, que se sepa y, en consecuencia, tienen razón los partidos que se han opuesto a la propuesta socialista. Es comprensible que, asustado ante los peliagudos problemas de poner en pie una mayoría de gobierno, el señor Puras haya tirado por la calle del medio, tratando de formar un gobierno con todo el mundo, esto es, sobre todo, con la Unión del Pueblo Navarro (el PP en Navarra) y Nafarroa-Bai (coalición de partidos nacionalistas), a pesar de que están en las antípodas respectivas, con él como presidente. Es comprensible, pero no admisible, porque ¿qué medidas había de tomar ese extraño gobierno? De tomar alguna sería disparatada.