La venganza es plato que se sirve frío. Ayer el señor Piqué ofició de enésimo caso de apuñalamiento por la espalda. La buida daga traía aroma de la calle Génova, la sede de su propio partido. Ya Churchill, al instruir a un joven y fogoso neófito conservador, le advertía de que los enemigos suelen estar en el partido de uno. Cuando el señor Piqué, pensando sin duda no sólo que Castilla es ancha, sino que Cataluña cabe en ella, dijo que los señores Zaplana y Acebes representaban "el pasado", fijó el siguiente trabajo del sicario que ahora lo ha visitado desde Madrid en forma de una "desafortunada filtración" por la que se sabe que la comisión electoral de su partido en Cataluña estará compuesta por incondicionales de Génova, del llamado sector "ultra" del PP y que él no pinta literalmente nada.
El mismo sector ultra que ya le dio un rollizo sapo a tragar hace unos meses cuando afirmó que la reforma del Estatuto catalán (frente a la que el señor Piqué hacía malabarismos centristas, para no quedar como feroz mesetario en la tierra dels segadors) estaba tutelada por ETA. Ahora el señor Acebes, el que ha puesto en la calle al señor Piqué con cardenalicia habilidad, dice que él jamás dijo lo que no solamente dijo sino que remachó a coro con el señor Zaplana (pues si uno era el pasado perfecto, el otro es el imperfecto), el señor Alcaraz y otros adalides de la cristiandad, o sea, que ETA tenía al Gobierno en un puño y el estatuto en el otro.
Sapo va, sapo viene, el señor Piqué ha escrito dolida misiva a su "querido Presidente y querido Mariano" (quien, al parecer, no es el "pasado", sin que se sepa cómo administra los tiempos don Josep) poniendo a su disposición el cargo, para el que ya se ha anunciado como aspirante el que lo tuvo en su día, señor Vidal-Quadras, una víctima anterior de Génova por distintas razones, una especie de Cid burgalés de descascarillada voz pero hispánico verbo, que fue vilipendiado y arrojado a los pies de los caballos identitarios catalanes cuando el señor Aznar precisaba de los votos del señor Pujol.
La historia vuelve sobre sí misma y trueca las glorias de antaño en heces de hogaño. Y como hay gente para todo, Libertad Digital dictamina que la puñalada al señor Piqué no es una maniobra cainita, ni se debe al "hundimiento electoral al que ha conducido su gestión, sino (a la) profunda renovación impulsada desde Génova de cara a las elecciones generales."
Para contrarrestar tan "profunda renovación", el señor Piqué puede interpretar la partitura "centrista". Pero, viendo cómo las gastan en su partido, no sé yo si tendrá acompañamiento ni siquiera para un dueto .