Una de las técnicas de los "hábiles" interrogatores se conoce como la del "policía bueno y el policía malo". Lo mismo pasa con los curas: los hay montaraces y del llano. Ayer, un obispo asistente a una exposición del señor Rodríguez Zapatero sobre la asignatura de "educación para la ciudadanía" aseguraba a la salida que la Iglesia propone la fe, pero "no la impone". Media hora más tarde, otro obispo (perdóneseme que no especifique más; es muy cansado distinguirlos), también de la Conferencia Episcopal, aseguraba que el Gobierno pretende adoctrinar a los chavales, imponerles una moral concreta, en definitiva, lavarles el cerebro. Coronaba la manifestación el inefable señor Zaplana diciendo que haga lo que haga el Gobierno socialista, lo que trata siempre es de dividir a los españoles. Los obispos y sus monagos tienen un rostro de hormigón. ¿Que la Iglesia no pretende imponer la fe? ¿De qué Iglesia habla Monseñor? Porque la suya, la católica, no ha hecho otra cosa a lo largo de su historia a sangre y fuego. Ahora, habiendo cambiado algo las tornas, lo hace a engaño y demagogia. Coronan la operación las derechas por boca del señor Zaplana, los que llevan tres años distinguiendo entre "españoles normales, patriotas y que están con las víctimas" y, obviamente, españoles "anormales", "antipatriotas" y que están con los victimarios; tres años encizañando y enfrentando a unos españoles con otros.