Hay actos que retratan a quienes los realizan mejor que mil discursos. Uno de ellos es éste del señor Rajoy, anunciado el primer día del debate sobre el estado de la Nación de naciones de pedir al Gobierno las actas de las negociaciones con ETA. Los portavoces parlamentarios de los demás partidos, los comentaristas más serios y hasta los menos serios manifestaron ayer su estupefacción ante esta exigencia. Los columnistas y tertulianos de la derecha, que describían ayer también la vistosa victoria del señor Rajoy sobre el presidente del Gobierno, como si cantaran a un Perseo frente a la Medusa (hoy medusas) o a un San Jorge dando buena cuenta del dragón, mantuvieron cauto silencio ante tan extravagante solicitud. La santa ragione di Stato por la que la derecha siente veneración se veía aquí ultrajada por su habitual paladín.
Pero de inmediato salió el señor Zaplana, portavoz parlamentario del PP, anunciando que este partido presentará un proyecto de resolución pidiendo al Gobierno que entregue las actas de marras. No hay, pues, duda. No es que el señor Rajoy se liara en su intervención. Quieren que las actas se publiquen.
A todo esto, ¿cómo saben que hay actas si el Gobierno no ha hablado de ellas ni reconocido que existan o que él tenga tal cosa? Por lo que dice Gara que dice ETA. Es cierto que el señor Rajoy presta más crédito a ETA que al Gobierno.
Manda narices. ETA afirma estar en guerra con el Estado español. El PP y con el PP muchos ciudadanos podremos decir que aquí no hay guerra alguna sino la actividad de una organización terrorista. Diremos lo que queramos, pero la organización terrorista dice estar en guerra y, entiendo yo, no cabe prestar crédito a lo que sobre mí diga quien afirma estar en guerra conmigo porque, obviamente, lo que pretende es hacerme daño. Si yo hago más caso a mi enemigo que a mi adversario es porque considero a mi adversario mi enemigo y a saber cómo considero a mi enemigo.
En román paladino: ¿cómo puede la leal oposición pedir se publiquen unos documentos que, de existir, dan cuenta de negociaciones secretas entre el Gobierno legítimo y una organización terrorista que dice estar en guerra con el Estado español?
Es un misterio para mí -lo decía ayer- esta capacidad que tenemos los seres humanos para ver de modos diametralmente opuestos un mismo hecho. Hay columnistas que ayer celebraban el triunfo del señor Rajoy en el debate y daban al señor Rodríguez Zapatero por cadáver político. En serio. Es una conclusión tan pintoresca que se pregunta uno qué tendría que haber sucedido para que, a juicio de esos mili-opinantes, el señor Rajoy perdiera. El asunto se entiende del modo siguiente: es de suponer que haya gente que no viera el debate ni lo siguiera por la radio o por el ordenador, gente que todo lo que vaya a saber sobre el asunto sea la columna de su columnista prefe; si ahí lee que el señor Rajoy ha resultado ganador por K.O., a lo mejor lo cree. Éste, por ultimo, es luego un enemigo temible en la barra del bar en un debate sobre quién ganó el debate porque "está informado", "lee la prensa", lo ha "visto en el periódico". Luego es verdad. Así que, ya se sabe y se recordará: "Menos viajar y más leer el Informaciones".